Sigo andando por la casa hasta llegar a la cocina. Entonces otra escena viene a mi mente. La luz se enciende por tercera vez y veo a la mujer de la anterior escena solo que ya ha pasado un tiempo y ella tendrá unos cincuenta y siete años, está cocinando al lado de otra mujer, pero en este caso de unos veintiocho o veintinueve años que a juzgar por el volumen de su vientre esta encita.

- Bueno, que tal ves tu primera reunión familiar como casada.

- Un poco estresante, dice la más joven.

- Ya, es lo que tiene tener que cocinar para toda una familia a contrarreloj. Por cierto ¿ya sabéis como vais a llamar al pequeñín o pequeñina?

- Si es niña Alba y si es niño Juan como su padre.

- Habando de el ¿tú sabes donde está?

- No, no le veo desde que llegamos.

- Donde rayos se habra metido. ¡Juan!

Se oyen pasos apresurados y en la cocina entra un hombre de unos treinta años diciendo:

- Que tal andan mis dos mujeres preferidas, dice mientras les da un beso en la mejilla a cada una.

Bien, pero podrías ayudarnos un poco, que sea tu cumpleaños no significa que puedas estar haciendo el vago, que para algo te enseñe a cocinar. La mujer mayor dice esto sujetando el cucharón como si fuese un arma, para después volver a poner toda su atención en el puchero.

 La chica joven que estuvo mirando la escena sin intervenir se acerca al hombre y le dice murmurando:

- No hace falta que lo hagas si tienes algo que hacer pero nos vendría bien la ayuda. En respuesta a esto el hombre le da un abrazo y dice:

-Por vosotras lo que sea, dice mientras se pone un delantal.

Entonces la luz se apaga y a mí se me escapa una sonrisa. Que buenos años fueron aquellos.