Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

primer beso

- regresa aquí maldito ladrón.

le gritaba una comerciante mientras le lanzaba algunas piedras.

lo siento, mi hermano lo necesita.

fue lo único que pudo gritar mientras se retiraba la mascada de su rostro para mayor comodidad para poder correr del guardia del lugar, ignorando los insultos de los mercaderes, aferrándose con todas sus fuerzas a la bolsa de comida que había robado hace unos instantes, logro correr, esconderse y huir sin más, no era la primera vez, odiaba robar, pero odiaba más ver a su pequeño hermano llorar de hambre.

por fin bajo la velocidad de sus pasos, intentando recuperar el aire, viendo que a su alrededor nadie lo perseguía, quería llorar, de hecho lo hizo un poco, más limpio sus lágrimas, había llegado a los límites de ese pueblo en crecimiento, aun habían áreas verdes, un pequeño bosque el cual era su hogar, ahí podían esconder del mundo, solo él y su hermano, durmiendo en una pequeña cueva, alejándose del mundo, de todos aquellos que quisieran dañarlos, abusar de que eran dos omegas huérfanos, cuya fama de sus padres eran bastante conocida, ella una omega vendida a un prostíbulo desechada a la edad de 25 años por ser demasiado vieja y el un alfa alcohólico, que perdió todo por las apuestas, extremadamente agresivo y peligroso, entraba y salía de la cárcel.

camino dentro de aquel bosque, limpiando sus lágrimas, no quería que su hermano le viera de esa manera, no tardó mucho en llegar a un cueva, al cual él llamaba hogar, era un niño, no mayor de 11 años, todo aquello le sobrepasaba, había pensado ir junto con su hermano al orfanato pero bien era sabido que el de aquel lugar era un infierno para los omegas, a nadie les importaba si Vivian o morían, ellos solo eran carne de caños para todos esos alfas hambrientos que abusarían de su poder para hacer con ellos lo que quisieran, no le gustaba esa idea, pero ese era su mundo, el mundo que su madre siempre le enseño, que le advirtió, el que veía día a día mientras merodeaba las calles en busca de algo que comer.

- Hermano, hermano, regresaste.

le decía un niño solo 1 año y medio menor que el con entusiasmo, corriendo a abrazarlo, sonriéndole con gran alegría comenzando a correr hasta el, amaba a su hermano, aun que físicamente no se parecieran, incluso sospechaba que no compartían padre pero no le importaba, lo amaba totalmente, aunque el fuera concebido

-si hermanito, volví y traje de comer.

Le respondió sacando de la bolsa unos trozos de pan y uno que otro vegetal, el cual el niño comenzó a comer con rapidez, estirando un trozo de su pan para su hermano.

- Come Ángelo, ¿Por qué nunca comes?

- Comí antes de venir hermanito.

Le mintió, rechazando el trozo de pan viendo al pequeño comer, solo se tenían el uno al otro, en ese mundo frio y gris, no había quien les cuidara, quien les cantara en la noche hasta dormir, nadie que le diera un suave beso en la frente.

Ambos habían ido a dormir temprano, en el suelo frio dándose calor el uno al otro en un abrazo, mas ya era tarde, su hora preferida del día había llegado, dejo a su pequeño hermano solo un momento, comenzando a correr aquel lugar que tanto amaba, donde podía por fin usar su imaginación.

- Genial aun no llega.

Se dijo, escondiéndose entre los arbustos de una gran casa, dirigiendo la mirada a un lujoso auto, viendo bajar a un hombre de tez blanca, barba y cabellos negros como la noche y ojos azules, demasiado elegante, demasiado atractivo como su bella esposa quien iban a recibirlo con un pequeño de la mano y una pequeña tras de ella, quien con euforia corría a recibir a su padre.

Le gustaba ver aquello, imaginándose en su lugar, en un entorno amoroso, con una cálida familia.

En un inicio iba a ver a aquella familia, solo para imaginar que estaba ahí, hasta que lo vio a él, Afrodita, un niño de su edad, había escuchado su nombre cuando su madre le decía lo mucho que se parecían, siendo totalmente cierto, ambos tenían sus cabellos celestes ondulados, su piel nívea, solo les diferenciaba la posición de su lunar.

Sonrió al verle salir de la casa, corriendo igual tras su padre, riendo y entrando todos juntos, dispuestos a cenar en familia, pasar un gran momento, algo que ya no podía ver, era momento de retirase, feliz de haberlo visto una vez más, pero aun así se quedó un momento más, las cortinas estaban abiertas, podría verlo aún más, así que con gran sigilo se acercó a la ventana, viéndolo en el sofá, recostado junto a su hermana leyendo un libro, su corazón latió con fuerza al verle sonreí tan cerca, al escuchar aún más su voz, escondiéndose al sentir por un instante que le había visto, busco el momento preciso para correr, viendo al mismo guardia de la mañana caminado por ahí, obligándole a quedarse en su lugar

- Hey espera, no te vayas ¿quién eres? ¿Por qué siempre vienes?

Le alcanzo a decir la peli celeste, saliendo por la ventana quedando alado suyo.

- Lo siento, lo siento

Repetía el niño, sabiendo que no había donde correr, relajándose un poco mientras afrodita cubría sus labios con su dedo, indicándole guardar silencio.

- mis papás no son malos, pero no saben que siempre vienes, cállate, o ellos vendrán y no sabré explicarlo, tranquilo, no creo que seas malo, ¿Quién eres?

Le decía con suma inocencia, acercándose a su lado, viendo como aquel extraño, parecía que no podía dejar de temblar.

- Á.. Án.. Ángelo, mi nombre es Ángelo.

Le dijo tímidamente, sin atreverse a mirarlo a los ojos, sintiéndose sumamente mal por ser atrapado.

- Qué lindo nombre, yo me llamo afrodita.

Un pequeño silencio invadió el momento, Ángelo solo esperaba que aquel guardia se alejara lo suficiente para correr, y eso hizo o al menos lo intento, pues sintiendo la mano del peli celeste tomar la suya.

- espera, ¿quieres ser mi amigo?

Pregunto sonriéndole, mas no recibió una respuesta, el guarda regresaría y tenía que huir.

- Ven mañana, por favor, te esperare con dulces en el arbusto donde siempre estas.

Escucho el grito y corrió, regresando a aquella pequeña cueva sus manos no dejaban de temblar, estaba nervioso más no asustado por lo que sin notarlo sonrió tenuemente

- Rayos, que idiota fui

Se dijo, en voz baja, su pequeño hermano aun dormido, más se sentía un poco feliz, aquel niño le había pedido que fueran amigos, por primera vez alguien no le había humillado con la mirada, alguien le trato como una persona, sonrió alegremente, ignorando el sonido que su estómago creaba, para recostarse alado de su hermano, durmiendo con una gran sonrisa.

al día siguiente todo lucia igual, caminaba hasta el centro cubriendo su rostro, robando lo más que pudiera esperando no ser descubierto, ese día todo había sido genial su bolsa estaba llena y no lo habían descubierto ni una sola vez.

- Ángelo amigo, que haces ¿aun robando? ¿ya pensaste lo que te propuse? tendrías dinero y yo te cuidaría, no tendrías que robar nunca más, somos omegas aún a tu edad puedes ganar mucho dinero con cualquier alfa

le dijo un chico rubio, bastante afeminado, quien fumaba un largo cigarrillo, guiñándole el ojo al hombre que pasaba alado suyo.

- no, Misty, no venderé mi cuerpo, prefiero seguir robando, no quiero pensar que por ser Omega solo puedo hacer eso.

el nombrado se encogió de hombros, volviendo a fumar, acariciando el cabello de Ángelo.

- aun eres un niño y lo entiendo, aunque pronto dejaras de serlo, tu cuerpo poco a poco será el de un adolecente, además recuerda , en la calle, la inocencia y la niñez desaparecen, tú madre sabía de eso, trabajo en estás no lo olvides, llegarás un punto donde no será suficiente con robar y sabes que cuando eso pase, aquí estaré, para nosotros los omegas en este maldito lugar es o vender el culo, o vender drogas, este último no te asegura que terminaras vivo, aquí puedo cuidarte como tu madre lo hiso conmigo: ¡ah! por cierto, escuche que tu padre ha vuelto por estos rumbos, ten cuidado, por favor.

asintió con la cabeza, siguiendo a la mirada al rubio quien con una sonrisa se acercó a un auto, despidiéndose de el con la mano, para subirse a este.

se quedó ahí un par de segundos, mirando la bolsa de su mano, tendrían bastante alimento para un par de días, pero su zapatos estaban rotos, su ropa de igual manera y su hermano estaba igual, suspiro con fuerza negando con la cabeza cualquier pensamiento intrusivo que comenzara a crearse y siguió su camino, pasando por la casa de afrodita, quedándose lo suficientemente lejos para ver si lo veía, sonriendo al encontrarlo, jugaba con sus hermanos en el jardín, corrían y reían, lucían felices, y el bajo la mirada, regresando hasta con su hermano.

- Regrese.

Anuncio, sintiendo algo extraño en su pecho al no recibir respuesta.

- ¿Manigoldo, Hermano dónde estás?

pregunto tirando la bolsa en su mano, comenzando a buscar a su hermano por todo el lugar, tardando algunos minutos en encontrarlo, tirado en el piso, inconsciente, su rostro estaba rojo y sumamente caliente, corrió por un poco de agua, quitándose su camisa para mojarla y colocarla en su frente, esperando que eso sirviera para bajar la fiebre a su hermano, quien despertó algunos segundos, sonriéndole volviendo a dormir.

Se sentía desesperado, estresado, su hermano parecía mejorar, pero le preocupaba que la fiebre regresará, no sabía qué hacer, así que solo se quedó a su lado evitando llorar, saliendo únicamente de aquella cueva para ver las estrellas.

- Afrodita.

Pronuncio su nombre recordando que aquel niño le había pedido que fuera a su encuentro, pero no podía dejar a su hermano.

- Maldita sea, mamá... ¿por qué te fuiste?, ¿por qué nací siendo Omega.?

Maldijo al cielo, recordando el último día que la vio, cubierta de sangre protegiendo a él, mientras su hermano se encontraba escondido en tras el sofá.

No te lo llevarás, no importa que Ángelo sea un Omega, es mi hijo y no lo daré a nadie, no te lo llevarás, el no tendrá la misma vida que yo, no lo venderás a nadie.

Repetía una y otra vez protegiéndolo con cuerpo, más fue un mal golpe en la cabeza lo que acabo con su vida.

- corre

Fueron las últimas palabras de su madre y obedeció, no supo cómo, pero logro tomar a su hermano de la mano, saliendo de ahí a toda velocidad, dejando el cuerpo de su madre sin más, comenzando así la vida en la calle.

No pudo más y por fin se echó a llorar, recostado al lado de su hermano, durmiendo sin más,

- Ángelo, tengo sed.

Le despertó su hermano, aún tenía fiebre, pero al menos ya estaba despierto, lo atendió, quedándose a su lado todo el día, como el que siguió y el que siguió, la fiebre Iba y venía, comenzando a preocuparle, el alimento pronto se acabaría, era momento de volver a salir, robar un poco y regresar, pero ¿Hasta cuándo? Se preguntaba, su hermano no parecía que fuera a mejor, tenía que verlo un doctor, tenían que atenderlo, pero ¿Quién? ¿Cómo lo pagaría?, Podrían ir a un hospital público, pero los llevarían a un orfanato, al peor del lugar lo más seguro todo eso pasaba en su cabeza, mirando a su hermano dormir con una tela mojada en su frente.

Conseguiré dinero y te llevaré al hospital tranquilo.

Salió del lugar llegando rumbo al centro, el sol se ponía, adornando todo con ese hermoso color anaranjado que cubría todo el lugar, más en ese momento no le parecía hermoso para nada, sus manos temblaban buscando a Misty con la mirada, sintiendo miedo ansiedad, pero la preocupación por Manigoldo era mayor.

- ¿Cuánto tiempo más dudaras en entrar?

Escucho la voz de Misty acercándose,

- mi hermano está enfermo, no sé qué hacer

dijo con la mirada baja y la voz entrecortada.

- ¿necesitas dinero no?, Si quieres puedo dejarte un alfa que me solicitó, no le gustan tan pequeños, pero puedo convencerlo, puedes quedártelo, es una buena persona, no será malo contigo siendo la primera vez que haces esto, le pediré que tenga cuidado.

Sus piernas se negaron a moverse, negando ligeramente con la cabeza.

- Yo... yo. tengo miedo, creo que yo, yo me equivoque no puedo hacerlo, odio que me toquen así.

comenzó a correr, huyendo de ahí, quería ayudar a su hermano, necesitaba dinero para un doctor, pero no quería recurrir a eso, corrió bastante, limpiando las lágrimas de impotencia, llegando sin notarlo a la casa de Afrodita, quien sentado en el pasto estaba entre los arbustos, cabeceando cómo si tuviera tiempo ahí.

- Hey, por fin viniste, sabía que vendrías.

Le dijo al notar su presencia, levantándose yendo a recibir a Ángelo con una gran sonrisa.

Yo no...

Quiso decir, pero si voz por fin se quebró, comenzando a llorar.

- Perdón, no sé por qué vine aquí, solo que no sé dónde más ir y yo....

siguió llorando, afrodita tenía su edad, más por un momento se comportó como si fuera mucho mayor, sentándose con él en el pasto, abrazándolo de manera protectora.

- te pregunte si querías ser mi amigo, y si viniste es por qué quieres, así que tranquilo, puedes venir cuando quieras, dime ¿qué te pasa? y si puedo te ayudare.

le sonreía con ternura, acariciando su cabello, sintiendo como su desesperado amigo se aferraba a él, tranquilizándose poco a poco, al sentir el calor de aquel abrazo.

- mi hermano está enfermo y no sé qué hacer, tiene fiebre tengo que llevarlo al doctor, pero no puedo ir a un hospital público, me llevarán al orfanato y los otros niños dicen que es horrible ese lugar si eres un omega, que la calle es mejor, no sé qué hacer... yo no quiero, no quiero trabajar en ese lugar, recuerdo como mi padre obligaba a mi madre a trabajar con alfas y diciéndome que eso sería lo que me pasaría y yo, yo no quiero...

afrodita lo escucho, un poco desconcertado, no entienda a lo que se refería, pero no era tonto, sus padres, aun criándolo en un ambiente cariñoso, le habían enseñado sobre las alfas y los omegas, ya que al inicio pensaban que él era un omega, más resulto siendo un alfa, aun así, entendía un poco de lo que podría pasar.

-espera un momento, por favor no te vayas, por favor no tardó.

corrió hasta su casa, tardando algunos minutos, más regreso, Ángelo seguía esperándolo, con la mirada baja, limpiando las lágrimas que aun salían de sus ojos.

- ten, es todo lo que tengo, son mis mesadas y otras cosas

le estiro una gran mochila negra, llena de alimentos estirando después algunos billetes de alta denominación, sentándose de nuevo a su lado

- no sé qué más puedo hacer, pero no quiero verte llorar, me duele mi pecho al verte así.

se sinceró, tocando su corazón, creando una ligera mueca, viendo como Ángelo veía aquellas cosas como si no lo creyera.

- ¿qué tengo que hacer a cambio por esto?

le respondió desconcertando a Afrodita, quien respondiendo como todo niño solo se encogió de hombros, sin entender aquella pregunta.

- te lo regalo, para tu hermano, dijiste la palabra orfanato, y papá ha dicho que el de este lugar es horrible, y también eso significa que no tienes mamá y papá, así que te lo doy y si quieres yo puedo protegerte, eres un omega y yo un alfa, según mi papá es mi responsabilidad cuidar a los omegas, además no sé tú. tu eres distinto, conozco a varios omegas en mi escuela, pero tú me agradaste la primera vez que te vi no sé, me gustaste mucho, tus ojos rojos, tu piel y cabello blanco, me gustan, no sé cómo explicarlo, pero son muy hermosos, por eso quiero ser tu amigo.

Ángelo sonrió levemente, era la primera vez que le hablaban de una manera tan tranquila, más su sonrisa también fue provocada por la inocencia en la voz de afrodita, quien claramente no entendía 100% el poder que tenían su palabra.

- no puedo aceptar algo que no puedo pagar, no es justo.

intentó regresar las cosas, más afrodita se negó con la cabeza, haciéndose para atrás.

- no importa, llévatelo, ve con tu hermano, te debe extrañar y ve al doctor aún es temprano si necesitas más dinero se lo pediré a mi hermana, no te preocupes, yo quiero ayudarte.

- pero tengo que hacer algo por ti.

respondió sin saber qué hacer.

- los otros niños de la escuela me molestan por mi apariencia, dicen que no creen que sea un alfa, que soy un omega y que soy mujer, que aun soy muy inocente para mi edad, eso me molesta, así que casi no tengo amigos, si quieres hacer algo por mí, por favor ven a jugar conmigo de vez en cuando, me harías muy feliz.

Ángelo asintió con la cabeza, sonriendo con un poco de alivio.

- ve con tu hermano, corre, él seguramente te está esperando, nos vemos después ¿sí?

dudo un poco, pensando que lo que hacía era incorrecto, aun así, acepto, levantándose para ir con su hermano.

- espera, lo olvidaba.

afrodita se levantó igualmente, quitándose una bufanda azul marino que se había sobre puesto al regresar de con las cosas, sacando de igual manera un par de guantes del mismo color de su bolsillo.

- mamá dijo que esta noche hará frio, llévatela, si tienes frio, ella te calentara.

coloco suavemente la bufanda en el cuello de Ángelo, sonriéndole tiernamente.

- gracias

sus mejillas se sonrojaron un poco al tal muestra de afecto, y una sonrisa se formó borrando momentáneamente toda la tristeza y la impotencia que esa situación le creaba.

sin más se marchó, prometiendo regresar apenas pudiera, llevando a su hermano a aquel doctor clandestino que atendió a los chicos del burdel por una paga adecuada, estaba feliz, pudo pagar la consulta, las medicinas, incluso un pequeño dulce para su hermano, junto con una nueva frazada, su sonrisa parecía no querer desaparecer, quería que llegara el siguiente día, quería volver a ver a afrodita, agradecerle, ver su sonrisa nuevamente, olio tenuemente la bufanda que reposaba en su cuello.

rosas.

dijo al reconocer el dulce olor, repitiendo la acción, quitándosela solamente para poder abrazar ese trozo de tela al dormir.

el día siguiente fue tranquilo, su hermano estaba mejorando, estaba un poco desnutrido, pero ese no era el problema, la comida que afrodita le había dado le duraría un par de días, no tendría que robar y eso le tranquilizaba.

- hermano, ¿porque estas tan feliz hoy?

le pregunto el menor al verlo tararear la canción de cuna que su omega les cantaba, con una tierna sonrisa.

- porque estas mejorando.

le respondió con simpleza sin dejar de sonreír un solo momento, guardando silencio, contando las horas para ir a ver a afrodita, las cuales por fin llegaron, su hermano se encontraba descansando y era momento perfecto para salir de ahí, correr junto con su amigo y agradecerle por todo lo que había hecho por él.

y así fue llego hasta su hogar, afrodita le esperaba con una gran sonrisa, corriendo a su lado con alegría, llevando a su lado por el patio de su casa, sintiéndose aún más alegre al escuchar el agradecimiento de Ángelo como el saber que su hermano estaba ya un poco mejor.

pasaron un buen rato juntos, afrodita era quien más hablaba, con demasiada rapidez y alegría, contándole sobre juegos, sobre su escuela y el problema que había tenido ese día con algunos de sus compañeros que le hacían comparaciones con su hermana.

más eso no detenía su sonrisa, estaba feliz que Ángelo estuviera a su lado y este por su lado igual sonreía con intensidad, agradeciendo que afrodita no preguntara por su vida, por su madre o su padre, pues no sabría que responder, claramente pensaba que el niño que tenía a su lado lo entendiera, sus vidas eran demasiado distintas.

la noche llego demasiado rápido, afrodita tuvo que regresar a su hogar al ser llamado por su madre.

- ¿regresaras mañana?

le cuestiono con ternura, sonriendo y tomando su tiempo como si quisiera que ese momento no terminara jamás.

- si, regresare todos los días y si un día tus compañeros vuelven a ser groseros contigo, los golpeare, les mostrare que un omega también puede golpear muy fuerte.

después de eso se marchó, deseando que el día nunca acabara, los días que continuaron fueron similares, jugaban reían, incluso los padres de afrodita solían regalarle una que otra cosa, no sabía que era lo que afrodita les había dicho, pero eran muy amables con él, disfrutaban de ver a su hijo tener un amigo.

sin darse cuenta, había pasado 6 meses, pronto cumplirían 12 años todo parecía perfecto, al menos por ese corto tiempo existían los momentos donde podía sentirse como un niño normal y eso era lo que más amaba.

- Ángelo, mañana mi papá nos llevará de vacaciones lejos de aquí, será todo el verano, así que no te veré en mucho tiempo, no quiero ir, quiero quedarme contigo, no quiero ir.

estuvo a punto de llorar de tristeza e impotencia por ser separado de su mejor amigo, quien con la misma ternura que afrodita le mostraba siempre le abrazo, regañándolo suavemente.

- Hey, los alfas no lloran, no lo hagas o volverán a molestarte en la escuela y esta vez si tendré que ir a golpearlos, además, debes ir, tienes un papá que te ama y quiere pasar tiempo contigo, él quiere cuidarte así que agradécelo.

- y ¿quién cuidara de ti? - le interrumpió- te dije que yo iba a cuidarte y ¿si yo me voy quien lo hará?

hizo un pequeño puchero, evitando llorar.

- tranquilo sé cuidarme, ¿sabes? se me acaba de ocurrir algo ven sígueme

le tomo de la mano, alejándose de su casa entrando al bosque, llevándolo hasta la cueva donde vivía.

- ¿qué es este lugar?

es frio y está llena de tierra y bichos, pero aquí es donde vivo con mi hermano, él ahora debe de estar jugando el bosque, pero quería que lo vieras, es un lugar seguro, ya había estado un año aquí antes de que habláramos, he logrado sobrevivir, aun puedo hacerlo, estaré bien, lo prometo. mira

poco a poco comenzó a mostrarle las cosas que afrodita le había regalado, como a su vez el cómo había acomodado el lugar para que fuera lo más similar a un hogar.

la linterna me iluminara cuando este oscuro, tú me la diste así que es como si tu iluminaras mi camino, la bufanda, - guardó silencio unos segundos mientras la veía con amor- ella me calienta en las noches frías, es mi mejor cobija porque es tuya, es como si tú me calentaras, ves como esto hay más cosas, tu siempre estás conmigo.

afrodita dudo un poco, aquel lugar no le parecía adecuado, pero extrañamente las palabras de Ángelo lograron tranquilizarlo, por lo que en silencio llevo una mano a su pecho sintiendo un pequeño collar que colgaba de su cuello, era un pentagrama, una estrella de cinco picos encerrada en un círculo con dos medias lunas de cada lado la cual se quitó y puso en el cuello de Ángelo.

- mamá es una bruja sabes, pero no de las malas, no vayas a tenerle miedo, nunca, ella me lo dio e cuando nací, lo he cargado siempre, ella dice que es para que me proteja, para que siempre encuentre el camino de vuelta a ella, no sé si sirva para proteger a alguien más pero te lo doy, para que siempre te encuentre y tu amo, así sentiré mejor que estoy contigo, no creo que mamá se enoje conmigo, ella dice que eres un buen muchacho, que ve un aura muy linda en ti, le diré que te lo di, ella podrá darme otro, ella sabe cómo hacerlos, yo no, por eso no creo que se enoje.

el albino no dijo nada, solo miro aquel amuleto, sintiendo que aún tenía el calor del cuerpo de afrodita.

- lo cuidare con mi alma, lo juro y te esperare, te lo prometo te esperaré.

extendió su dedo meñique colocándolo frente a afrodita quien imito a la acción entrelazando con el suyo.

- Ángelo, ¿puedo besarte?

preguntó con inocencia, a lo que la piel nívea del nombrado tomó un color rojizo, sin saber que contestar.

- mamá besa a papá cada vez que se va, dice que es para protegerlo, que así es como demuestra su amor, y yo.. yo no se si te amo como ellos se ama, pero si lo hago, por eso quiero besarte, ¿puedo?

las palabras aun no salían de la boca del albino, quien estaba totalmente en shock sin saber que hacer, más inconscientemente trago saliva, asintiendo levemente con la cabeza, haciéndolo sonreír, mirando fijamente los ojos azul celeste de su amigo, para después ver sus labios.

- cierra los ojos, yo hare el resto.

su corazón latía a mil por hora, no sabía por qué estaba haciendo eso, pero lo estaba haciendo y extrañamente estaba feliz por eso, así que obedeció, apretando en un inicio sus ojos con fuerza, escuchando una leve risita de afrodita.

- no tan fuerte, solo ciérralos como si estuvieras dormido.

respiro un poco y volvió a obedecer, se mantuvo así uno par de segundos, sintiendo sin saber el como el nerviosismo de afrodita, quien se le acercaba lentamente, podía sentir su aroma, su calor, su presencia en general, más su corazón se detuvo al sentirlo tocar su barbilla, mientras dijo tenuemente.

- que este beso te proteja, hoy mañana y siempre, así será, así será, así será.

por fin acerco sus labios a los suyos, dejándolo sentir su corazón, aquel beso fue torpe, solo se tocaron los labios y no duro más de unos cuantos segundos, pero para ambos aquello había sido algo nuevo, que les hizo terminar con las mejillas rojas y una gran sonrisa.

- me siento un poco más seguro ahora, cuando regrese, hablaré con mis padres, tal vez te dejen vivir en la casa con tu hermano, pero por ahora tengo que volver para empacar mis cosas.

dijo afrodita, tomando la mano de Ángelo, quien aun en shock le siguió hasta su hogar, sin soltarse un solo momento.

- prometiste que me esperarías, cuando llegue iré a buscarte lo juro.

Ángelo asintió con la cabeza, soltando suavemente la mano de Afrodita, quien le abrazó una última vez, creando un nuevo beso, más esta vez fue en la mejilla.

- Adiós.

le dijo creando un dolor en el pecho para ambos, más lo dejo partir.

las primeras semanas fueron difíciles para Ángelo, más tocaba sus labios cada vez extrañaba a afrodita, acariciando aquel amuleto, sintiendo extrañamente confort al hacerlo, igual, inconscientemente había creado un lugar especial donde se encontraba algunas prendas de afrodita que su madre o el mismo le habían dado, como una manta u otras cosas, descansaba feliz mente sobre estas, disfrutando el aroma de afrodita, viendo a Manigoldo con un libro infantil que afrodita le había dado, intentando leerlo, a lo poco que le había intentado enseñar.

- ¿por qué has creado un nido? Ángelo ¿entraste en celo? ¿Además de que alfa es todo esto? ¿ya tiene un alfa?

aquella voz fue la de Misty quien entraba a la cueva, mirando con una sonrisa a Manigoldo agachándose hasta su altura para darle un caramelo, lo cual acepto y agradeció.

¿qué haces aquí Misty? y no entiendo eso de celo y nido ¿de qué hablas?

el mayor negó con la cabeza, ignorando momentáneamente todo lo que le preguntaba.

- tu padre fue al burdel y me amenazo, él te ha localizado, debe mucho dinero a personas muy horribles, ha dicho que pagara con ustedes, tienes que irte de aquí, le debo mucho a tu madre así que junte un poco de dinero, puedo hacer que los lleven lejos de aquí, muy lejos de aquí, tienes que irte hoy mismo, ellos vienen para acá.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro