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Capítulo Dos

Capítulo dedicado a Dencyscc gracias por apoyarme en todas mis historias y darles tanto amor a mis bebés.
Espero que esta te guste tanto como las demás. 🧡

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(Canción: Fine Line de Harry Styles)

Me estiro por completo a la misma vez que bostezo. Parpadeo un par de veces, desperezándome. Siento el lado izquierdo del rostro más cálido que el derecho y al girarme sobre mí misma me doy cuenta de que es porque hay un rayo de sol encima de mí.

Toda la habitación está teñida de un color anaranjado demasiado bonito para ser real. Me siento sobre el colchón, restregándome una mano por el rostro mientras que con la otra agarro el móvil. Al encenderlo, me doy cuenta de la hora que es: «10:11».

¿Y yo pensaba despertarme hace tres horas? No, imposible.

Aunque a lo mejor si lo hubiese conseguido si cierta persona no hubiera entrado en mi habitación por la ventana.

Miro por el rabillo del ojo su cama, encontrándomela vacía con las sábanas hechas una bola. Por lo menos se llevó la ropa con él cuando se marchó.

Me retiro la manta de encima y agarro un pantalón de una de las maletas antes de enfundarme una sudadera y salir del cuarto sin siquiera mirarme en un espejo.

Al salir de la habitación, los ruidos procedentes del salón son más nítidos, pero no es hasta que abro la puerta del pasillo cuando se vuelven claros como el agua.

Lo primero que capta mi mirada es una niña pequeña vestida de superhéroe con una tiara en la cabeza, subiendo y bajando del sofá con un mando de la consola en su mano. Al lado suya, más cerca de la tele, hay un niño un poco más mayor que ella pegando saltos, imitando los movimientos del bicho de la pantalla.

Kairi, no parece percatarse de mi presencia y sigue bailando al ritmo de la canción, pero Nara se gira en mi dirección en cuanto pongo un pie fuera del pasillo.

—¡Esther! —grita con voz infantil y chillona.

Vale, no estaba preparada para tanto entusiasmo mañanero.

Si creía que Helen era familiar, Nara la supera con creces.

Ni siquiera me da tiempo a decir nada cuando veo como la niña salta del sofá a través del respaldo y corre en mi dirección, abrazando lo primero que queda a su altura que terminan siendo mis piernas.

—Buenos días —dice, todavía rodeándome los muslos.

—Buenos días —respondo de vuelta, todavía sorprendida por el abrazo.

Le doy una pequeña palmadita en la espalda, en espera a que capte la indirecta, pero no lo hace. Me quedo mirándole fijamente la coronilla sin saber qué decir. No quiero romper el abrazo, porque temo que se pueda poner a llorar o le sienta mal y es lo último que pretendo.

Menos mal que a pesar de la ignorancia de Kairi ante mi presencia, Helen se da cuenta de ello al asomar la cabeza de la cocina. Al ver la situación incómoda en la que me encuentro se acerca divertida hasta llegar a nosotras.

Se agacha hasta acabar a la altura de la niña y le da dos toquecitos en el hombro, captando su atención.

—Nara, no puedes abrazar a la gente así —le regaña con voz dulzona.

—¿Por qué no?

—Porque ahora Esther no puede ir a desayunar si no la sueltas, cielo —y le retira un par de mechones de su aniñado rostro.

Siento como los brazos de Nara pierden fuerza alrededor de mis piernas. Veo como desvía su atención de su madre y enfoca sus bonitos ojos azules en mí.

—¿Quieres ir a desayunar conmigo?

Sonríe al hacer la pregunta, dejando a la vista sus desdentadas paletas. Imito el movimiento de Helen de hace unos minutos y me agacho hasta acabar a su altura. Le sonrío de vuelta.

—Será un placer...—contesto, sin terminar la frase.

—¡Spider-woman! —grita eufórica, señalando el dibujo de araña que hay en el centro de su pecho. No puedo ocultar la sonrisa divertida que aparece en mi rostro ante su energía. Nara se acerca a mí y susurra—: Nadie salvo mis amigos saben mi verdadera identidad. Somos amigas, ¿verdad?

Asiento con la cabeza.

—Entonces puedes llamarme Nara. Solo tú. Tienes que guardarme el secreto.

—Yo te lo guardo —susurro de vuelta.

—¿Me lo prometes? —dice, alzando su pequeño meñique.

—Prometido —y entrelazo mi meñique con el suyo.

Nara no necesita nada más para terminar separándose de mí. Estira su mano en mi dirección y yo se la cojo por pura inercia, dejándome arrastrar por una niña de cinco años hacia la cocina, supongo.

Lo primero que veo es a Helen dándole la vuelta a una tortita con una habilidad que a mí madre ya le hubiese gustado tener, porque estoy segura de que si fuese mamá la tortita habría acabado en el suelo.

Por eso mismo siempre cocinan los tíos Iván y Hugo en las comidas familiares. Alguna que otra vez también lo hace Mikel, pero muy de vez en cuando porque tiene que estar pendiente de los mellizos.

Helen no tarda en acercarse a nosotras de nuevo, pero ahora con su atención sobre mí.

—¿Has dormido bien? —me pregunta, mientras guarda y saca cosas de la nevera.

Genial, a las tantas de la madrugada ha entrado un loco por la habitación.

Poca cosa.

Sin embargo, antes de que sea capaz de responder escucho una risa entremezclada con la tos de alguien.

Desvío mi mirada tan solo un segundo de Helen para encontrarme con el loco de la ventana sentado en la mesa comiendo un bol de cereales. Aunque ahora mismo más bien se está ahogando.

Entrecierro mis ojos en su dirección, logrando únicamente que la tos sea más sonora.

«A ver si se ahoga».

—Me cuesta dormir los primeros días en un sitio nuevo.

—¡Puedes dormir conmigo si quieres! —añade Nara, haciendo que desvíe mi mirada de su hermano.

—Tu cama es muy pequeña —dice su madre, entretenida con la situación.

—Eh... pues, dormimos en tu cama, ¿puedo dormir contigo? —me pregunta, clavando sus ojos en mí de nuevo.

No sé si lo está haciendo aposta o no, pero hace una especie de puchero demasiado tierno para decirle que no a algo.

Asiento con la cabeza. Nara me suelta la mano y sale corriendo hacia el salón, sentándose en el sofá, no sin antes colocarse bien la tiara. Definitivamente Helen no exageraba, es un verdadero huracán.

—¿Qué quieres para desayunar?

Aparto la mirada de Nara y la centro de nuevo en su madre, que me observa con un plato de tortitas en la mano. Veo como las deja en la mesa y se restriega las manos contra el delantal que lleva puesto.

—Yo con una taza de leche y cereales me conformo.

Helen me alienta a que me acerque con un gesto de la mano y me señala uno de los armarios superiores antes de abrirlo, enseñándome su interior.

Hay varios platos de colorines apilados junto a tazas con diversos dibujos animados en su cerámica. Me entrega la primera que encuentra que resulta ser la que tiene a Cars en la superficie, resaltando su color rojo sobre la taza blanca.

La cojo, dejándola en la encimera de la cocina. Busco con la mirada el bote de leche y la caja de cereales, intentándolo encontrar por mi cuenta sin necesidad de tener que usar la ayuda de Helen cuando escucho como alguien mueve una caja de cereales, captando mi atención.

Ryu es quien la está sacudiendo y la estúpida sonrisa aparece en su rostro cuando clavo mi mirada en él.

Disimuladamente, mirando de reojo varias veces a Helen asegurándome de que no está mirando, le hago el corte de manga, provocando que su sonrisa se amplíe en lugar de disminuir.

A regañadientes, me acerco hasta la mesa y me siento en la silla que hay a su lado, para poder echarle en cara el desastre que ha dejado en mi habitación.

—Tienes que hacer la cama —siseo y le arrebato la caja de cereales de la mano.

—¿Qué cama? —pregunta él, girando su cuerpo ligeramente en mi dirección.

—La de mi habitación.

Oigo como arrastra la silla y de repente, sin previo aviso, siento su brazo rozando el mío.

—Si es tu habitación, ¿por qué tengo que hacer yo la cama? Es tuya.

No me atrevo a mirarlo directamente ahora que está tan cerca, así que me centro en mis cereales como si fuese la cosa más interesante del mundo.

—Porque has sido tú quien ha dormido en ella —mascullo irritada ante sus respuestas.

—¿Tienes pruebas?

—Tu. Cama. Deshecha —respondo, mirándolo esta vez a los ojos y remarcando cada maldita palabra de la frase como si fuese tonto.

—Podrías haber sido tú sonámbula.

—No soy sonámbula, idiota.

Suelta una risa corta al escuchar el insulto que se me escapa sin querer.

—Sabes que es muy inmaduro de tu parte insultar y poner motes ofensivos, ¿no?

—¿Me ves con cara de que me importe tu opinión? —cuestiono, irritándome cada vez más y siendo consciente de que no podría hablar con él como hicimos por la noche porque Helen está a tan solo unos metros de nosotros y los dos niños están jugando a la consola al lado nuestra.

Él ignora deliberadamente mi pregunta y se levanta de su asiento, eliminando la pequeña cercanía que había entre nosotros. Vuelvo a clavar mi vista en los cereales, removiéndolos en la leche.

Entonces una mano aparece al lado de mi bol captando mi atención sin poder evitarlo y sé que se trata de la persona más insoportable habida en Irlanda.

—Inmadura —masculla y se aparta de mi lado sin dejarme decir nada más.

Observo como se acerca a sus dos hermanos pequeños, revolviéndole el pelo a Kairi y colocándole la tiara a Nara en su sitio. Mira una última vez por encima de su hombro y es mi oportunidad perfecta para volverle hacerle el corte manga. Sacude la cabeza divertido, carcajeándose mientras desaparece a través del pasillo.

«Maldito idiota engreído», pienso antes de tomar la primera cucharada de cereales.

* * *

No deben de ser más de las seis de la tarde.

Estoy tumbada en mi cama deshecha trasteando con mi móvil. Me meto en mis redes sociales y comienzo a curiosear todas las historias de mis amigos.

Algunas se tratan de fotos en nuestra cafetería, otras son picnics en la playa a pesar del frío que debe hacer y también hay algún vídeo de ellos jugando al billar en los recreativos que hay en el paseo marítimo. En todas aparece Thais. E incluso ella misma ha colgado una, pero no me ha respondido el mensaje de ayer.

Me meto en el chat entre las dos y escribo:

ESTHER:

Hola.

Sabes que ayer se coló un loco por mi habitación y ha resultado ser el hermano que faltaba.

¿Tú qué tal estás?

Veo como aparece debajo de su nombre «en línea» para desaparecer en cuestión de segundos. Los tics siguen igual. Ni siquiera ha mirado el mensaje.

Genial. Simplemente genial.

Aprovechando que estoy en nuestro chat y leo nuestra conversación de ayer en busca de algo que pudiese explicarme por qué me está ignorando, pero no lo encuentro.

El último mensaje es el mío diciendo que estoy cansada... y ella dejándome en visto en respuesta. Ni siquiera me ha devuelto el «buenas noches».

«La llamaré esta noche» pienso, bloqueando la pantalla, dejando caer el móvil sobre mi pecho.

Clavo mi mirada en el techo y me dejo engullir por el silencio que reina a mi alrededor.

En casa era raro que esto pasase, Enzo y yo estuvimos compartiendo habitación hasta que él se mudó al empezar la universidad.

Nunca me ha gustado dormir sola, mucho menos pudiendo dormir acompañada. Mamá no lo entendía y siempre nos recordaba que si quisiésemos tendríamos una habitación para cada uno, pero terminamos convirtiendo «mi habitación» en el lugar creativo de ambos.

Enzo tiene una esquina con dos escritorios colocados y tres pantallas encima de él, repleto todo de cables mientras que yo tengo una pequeña mesa, normalmente llena de folios y bolas de papel, junto a mi ukelele y la guitarra de papá.

Un par de golpes en la puerta interrumpen mis pensamientos. Grito un «pasa», la puerta se abre y veo a Helen bajo el marco junto a una Nara muy curiosa, colando su cabecita en el pequeño hueco que hay entre la puerta y su madre.

—¿Estás ocupada? —pregunta con cautela.

Niego con la cabeza en respuesta a la misma vez que me levanto de la cama, guardándome el móvil en el bolsillo del vaquero. Nara no despega sus ojos de mí hasta que se da cuenta de que yo también la estoy mirando y me sonríe.

—La hija de los vecinos ha venido a saludar. Son como familia para nosotros y seguramente caeréis en la misma clase, ¿quieres conocerla?

La pobre chica acabará traumándose por mi ineptidud a socializar, pero bueno, le prometí a mamá que intentaría ser más abierta.

Así que al menos debo hacer el intento.

Me acerco hasta Helen y Nara, que da un par de pasos hacia atrás. Nara sale corriendo hacia el salón gritando el nombre que supongo que debe de pertenecer a la chica y Helen me sonríe de esa manera suya antes de desaparecer también en dirección al salón.

Cierro la puerta de mi habitación y tomo aire, reuniendo la escasa valentía que tengo y también salgo.

Hablando con Nara hay una chica de melena pelirroja trenzada con el rostro pecoso por completo. Su atención se desvía de Nara para centrarla en mí y observo la mirada castaña más bonita que he visto, es un marrón muy claro, entremezclado con tonos amarillos que logran que no sea capaz de apartar mis ojos de ellos. Sonríe, dejando a la vista sus paletas separadas.

Se endereza y camina hacia a mí, con Nara pisándole los talones, que no deja de observarme, para luego observarla a ella varias veces.

—Soy Saoirse —se presenta, estirando su mano en mi dirección.

—¿S-sarshá? —repito su nombre, dudosa de sí lo he dicho bien o no. Por la sonrisa divertida que intenta ocultar supongo que es más probable que haya sucedido lo segundo y no lo primero—. Lo he pronunciado fatal, ¿a qué sí?

—Para ser española lo has hecho mucho mejor que Javi cuando me conoció —bromea. No sé quién es ese tal Javi, pero le debo una por haberlo hecho peor que yo—. Pero si un día se te olvida...—comienza a decir caminando hacia la cocina. La sigo para poder seguir escuchándola—, lo tienes aquí.

Con la confianza suficiente de haber pisado decenas de veces esta casa, coge el bolígrafo que hay colgado en la nevera y escribe algo sobre el cartón de huevo del desayuno. Miro por encima de su hombro para descubrir qué es.

Saoirse

(Sorsha)

—Lo de los paréntesis es la «pronunciación correcta». —Deja el bolígrafo de nuevo en su lugar y se gira, acabando cara a cara—. Mi madre siempre dice que las cosas de las que no te quieres olvidar hay que apuntarlas en el cartón de los huevos porque será lo primero que verás por las mañanas.

Asiento divertida ante el ingenio de su madre y de ella, por imitarlo.

—Soy Esther —me presento al darme cuenta de que no le había dicho mi nombre.

—Van a ser dos trimestres muy entretenidos con mi compañía, quiero que seas consciente de ello —me advierte, señalándome con el dedo índice.

—Si no es así, te convertirías en una publicista con tendencia a hacer publicidad engañosa.

—Solo necesito veinticuatro horas para demostrarte que no.

Ambas nos quedamos en silencio antes de romper a reír a la vez. Veo como estira la palma de su mano y con la otra hace como si tuviese un boli en ella y tachase algo de su lista imaginaria.

—Hacerla reír, check.

De repente, abre los ojos mucho y acalla su risa, desviando sus ojos a un cuadrado envuelto en papel de aluminio.

—Casi se me olvida. Mi madre ha hecho un crumble para darte la bienvenida. Espero que te gusten los frutos rojos —dice, desenvolviendo una esquina de la fuente, dejándome entrever la galleta horneada decorada con frambuesas en la parte de arriba y una especie de mermelada granate debajo de esta.

—¿Estáis lista? —habla Helen, provocando que peguemos un salto por la sorpresa.

Saoirse y yo intercambiamos una mirada divertida ante la reacción de la otra y asentimos con la cabeza respondiendo a la pregunta de Helen. Ella al ver nuestra respuesta afirmativa va en busca de Nara al salón y veo como sube con la pequeña a la parte de arriba, supongo que para cambiarle el disfraz de spider-woman a algo más cotidiano.

—¿A dónde vamos? —le pregunto a Saoirse en un susurro.

Ella en lugar de mirarme raro, me sigue la corriente y susurra:

—Al puerto Dun Laoghaire. Te va encantar el faro.

—Voy a coger la cámara de fotos, dame dos segundos —digo, dejando a Saoirse en la cocina antes de salir corriendo hacia la habitación, porque no sé cuánto tardará más Helen.

Al entrar lo primero que me recibe es la imagen de las dos camas deshechas. Pongo los ojos en blanco al recordar mi conversación con él e intento no frustrarme y me apunto mentalmente la tarea de hacer las camas cuando vuelva de la excursión improvisada.

Me acerco a mi pequeña maleta y saco las dos cámaras de fotos: una analógica y otra digital, escojo la segunda con el objetivo 50 mm por si saco alguna fotografía de algún barco y necesito hacer zoom. Dejo la funda en la maleta y me coloco la correa al cuello antes de volver a salir.

Al cruzar el umbral me encuentro a Nara hablando muy rápido con Saoirse, pegando saltitos ilusionada mientras que Kairi tiene su vista sobre la pequeña consola en la mano. Entonces Helen cruza hacia al salón con una pequeña mochila colgada en el hombro.

—¿Estáis listos? —pregunta, acercándose a Nara para rehacerle las dos coletitas que ya se han deshecho en cuestión de unos minutos.

También aprovecha para quitarle la consola a Kairi de las manos. Él hace el amago de quejarse de ello, pero solo con una mirada, Helen es capaz de acallar su queja.

Yo tengo que reunir toda mi fuerza de voluntad para que no se me escape la risa al ver como la mirada la tienen todas las madres y son capaces de silenciar al más rebelde. Mamá con Enzo solo tiene que enarcarle una ceja para terminar de callarlo por completo.

Todos seguimos a Helen hacia la salida. Kairi se sienta en la sillita que no había ayer y Helen ayuda a Nara a sentarse en la otra, dejando el espacio del centro libre. Sin preguntar, Saoirse asume dicho asiento dejándome a mí la comodidad del asiento copiloto. Abro la puerta izquierda y me dejo caer en él.

No tardo ni un segundo en darme cuenta de que acabo de hacer realidad mi temor de ayer.

—¿Conduces tú, Esther? —bromea Helen.

Siento como el calor asciende por todo mi cuerpo hasta mis mejillas. Miro por encima del hombro encontrándome con Nara y Kairi observándome con curiosidad y Saoirse ocultando una sonrisa bastante descarada con su mano sobre su boca.

Entrecierro mis ojos en su dirección y ella imita mi gesto en respuesta.

«Cada vez me cae mejor».

Me bajo del asiento del conductor mascullando una disculpa a la que Helen lquita importancia con un gesto de la mano. Camino por delante del morro del coche hasta llegar al verdadero asiento del copiloto.

Helen sale del aparcamiento y transcurrimos todo el trayecto en silencio, con la radio de fondo y los balbuceos de conversación de Nara.

Me fijo en cada uno de las edificaciones, como cambian de casas bajas, con techos de pizarra y muy de la «vieja escuela» a edificios altos, acristalados y que gritan modernidad en todo momento. Pasamos también por grandes casas, que estoy segura de que deben de tratarse de mansiones, pero a tanta distancia no se aprecian.

—¿Sabes qué por aquí vive Niall Horan? —habla Saoirse por primera vez en veinte minutos.

—¿N-Niall Horan?

—Sabes quién es, ¿no? —pregunta clavando sus ojos mieles en mí.

«Una mentirijilla no hará daño a nadie, ¿no?».

Puf, pues claro.

—Ah, menos mal, pensaba que no los conocías, estando en un grupo tan importante como 5 Seconds Of Summer —dice, suspirando ante el descubrimiento.

—Obvio que los conozco. Me encanta su música —vuelvo a mentir.

—¿Esther?

—¿Hum?

Me giro ligeramente en el asiento para poder mirarla, encontrándomela de nuevo intentando contener una sonrisa, aunque esta vez no se contiene demasiado tiempo y suelta una pequeña risa.

—No tienes ni idea de quiénes son, ¿no?

—Me acabo de enterar de su existencia —confieso en medio de una risa nerviosa.

Saoirse se une e incluso Helen nos observa entretenida ante lo que ha pasado.

Me doy cuenta de que gira en una rotonda y se adentra en un aparcamiento vallado. A lo lejos soy capaz de divisar el faro y varios barcos atracados y otros navegando. Noto como me hormiguean los dedos por las ganas de sacar alguna que otra foto ahora que hace sol. No debe de quedar demasiado tiempo para que suceda el atardecer.

Bajamos todos juntos del coche. Nara entrelaza su manita con su madre, aunque hace gestos con la que tiene libre y me es imposible negarme a su ruego silencioso.

Kairi va por delante nuestra igual de serio que un señor de setenta años. Tan solo llevo dos días aquí, pero no lo he escuchado hablar ni una sola vez en mi presencia.

Saoirse va al lado mía, enumerándome cada sitio al que me quiere llevar y planeando la siguiente excursión sin siquiera haber terminado esta.

Veo como Kairi se sube a la plataforma de arriba y se acerca con cada nuevo paso al pequeño muro de piedras. Nara se remueve, soltándonos las manos a Helen y a mí antes de ir tras su hermano, que está escalando el muro con una agilidad envidiable con solo doce años.

Su hermana pequeña, por otro lado, le resulta más difícil, pero es Helen quien termina por ayudarla. Saoirse también se acerca mientras que yo la sigo confusa ante lo que está pasando.

«¿Por qué se están tirando a las rocas?».

Me recoloco la cámara y la enciendo, curiosa de lo que me podré encontrar al otro lado.

—¿Eres fotógrafa? —pregunta Saoirse, pillándome por sorpresa.

—No —respondo, soltando una pequeña risa—. Solo es un hobby.

—Pues quiero ver ese hobby.

Me sonríe con complicidad antes de escalar el muro, imitando los mismo movimientos que han hecho el resto de los miembros de la familia y salta al otro lado.

A regañadientes, acabo haciendo lo mismo, con el máximo cuidado de no rozar la cámara con nada. El tío Iván me asesinaría si llego a estropear su preciado regalo y a mí me daría un infarto.

Acabo dando un traspié al apoyarme en una de las rocas, pero Saoirse tiene mejores reflejos que yo y consigue estabilizarme. Mascullo un gracias que se silencia a medio camino al fijarme en lo que están mirando con tanto ahínco Helen, Kairi y Nara y al darme cuenta del por qué el salto al otro lado del muro.

—¿Eso son focas? —cuestiono, sin ser capaz de apartar la mirada de ellas.

—Desde la última vez que vine aquí, sí, creo que lo son —bromea Saoirse, codeándome.

Le devuelvo el codazo con más fuerza y bufo, al darme cuenta de que me está tomando el pelo.

No me lo pienso dos veces.

Me acuclillo con cuidado de no perder el equilibrio encima de las rocas y empiezo a ajustar el enfoque del objetivo hasta que consigo la mayor nitidez posible desde la distancia en la que me encuentro.

Gracias a la cámara soy capaz incluso de ver crías amamantándose de su madre y otras jugueteando en el centro de las adultas, que las protegen del exterior.

Saco una sucesión de ellas sin pararme a mirar como están saliendo porque no son tan difíciles de fotografiar en comparación a los caballos, que estaban en constante movimiento.

Aprovecho también para sacarle fotos a Helen con los dos niños. Ella está agachada, rodeando a Nara por la cintura y señalándole con el dedo índice sobre sus labios que se mantenga en silencio mientras que Kairi está detrás de su madre, apoyándose en su hombro y soy capaz de ver un atisbo de sonrisa en su rostro.

Cuando creo haber sacado suficientes fotos para que alguna de ellas haya salido bien, me levanto, pillando in fraganti a Saoirse sacándome una foto a mí con su móvil.

—¿Qué?

—¿Qué estabas haciendo? —pregunto, entrecerrando mis ojos en su dirección.

—¿Yo? Nada.

Voy a rebatirle dicha respuesta cuando Helen aparece a nuestro lado, interrumpiéndome en el acto. Saoirse sonríe de manera angelical al ver como mi «madre» le ha salvado de mi interrogatorio.

Helen es la primera en escalar el muro junto a Kairi. Luego salta Saoirse y yo ayudo a Nara a escalarlo. Por último, soy yo, pero antes le cedo mi preciado bebé a Saoirse, que me promete cuidarlo con su vida. Al tocar de nuevo la plataforma no tardo en recuperar la cámara.

Caminamos hasta el final del puerto, donde se encuentra el faro. Nos adentramos en su interior, donde descubro que hay un pequeño cambio de helados. Hay varias familias, amigos y parejas sentados alrededor de la superficie rocosa con picoteo o helados.

Helen se lleva a los niños a una de las mesas libres y observo como abre la mochila, sacándole unos sándwich. Yo, por otro lado, me veo arrastrada por Saoirse hasta acabar frente al camión de helados. La señora que hay en su interior sirviendo nos observa con curiosidad.

—¡Hola! Dos 99 ice-cream, por favor —anuncia, buscando en su bolsillo delantero lo que supongo que será el dinero.

—Yo no he traído —confieso en un susurro.

—Hoy invito yo.

—Pero...

—... A la próxima invitas tú, ¿te parece? —me interrumpe, aunque no me molesta tanto como cuando lo hace Ryu. Me limito a asentir con la cabeza.

La señora vuelve con dos conos de plásticos, donde hay una especie de bola al fondo rodeada de sirope, una espiral de helado de nata, también decorado con sirope y una pequeña barrita de chocolate. Ella me los entrega a mí, con dos cucharitas y Saoirse se encarga de pagarlos.

En lugar de ir a la mesa donde se encuentra el resto, Saoirse me arrastra hasta el final del faro y me obliga a subir al murito, acabando en el filo de este. Miro hacia abajo encontrándome con las profundidades del mar y las olas rompiendo contra la pared rocosa.

Estoy empezando a creer que los irlandeses tienen una peligrosa tendencia a hacer cosas con alta probabilidad de muerte, porque no es normal.

—Si no te lo comes, se te va a derretir —dice antes de darle su primera cucharada.

La imito y también empiezo a comer de mi helado hasta que escucho el clic que hace una cámara de móvil al sacar una foto. Aparto mi vista del mar y la desvío a mi amiga irlandesa que tiene su teléfono muy —demasiado— cerca de mi cara.

—¿Tienes complejo de paparazzi?

—Algo así —se ríe—. ¿Nos sacamos un selfie?

Asiento con la cabeza.

Coloco el helado en mi regazo con cuidado de no tirarlo y me acerco a Saoirse todo lo que puedo.

Ella se recoloca, buscando el punto exacto donde no estemos a contra luz pero que tampoco nos ceguemos por el sol, cuando lo encuentra sonríe y yo también. Pulsa varias veces en el botón de la pantalla hasta que se cansa.

—Pásame tu número de teléfono para que te las pases —dice, mientras la veo pasar el dedo sobre la pantalla de un lado al otro—. No son fotos como las que sacarás tú, pero son decentes —y me enseña uno de los selfie.

Ambas salimos sonriendo, con el sol en la cara, logrando que nuestro color de ojos se vea más clarito de lo natural. Ni siquiera hemos tenido que posar demasiado, simplemente hemos sonreído y se nota la naturalidad en ella.

Me gusta. Mucho.

Le doy mi número de teléfono y siento como este me vibra en la mano ante la llegada masivas de varios mensajes. Al desbloquearlo me doy cuenta que ninguno es de Thais y que ni siquiera me ha respondido el mensaje de esta mañana.

DESCONOCIDA:

(56 imágenes)

Puedes guardarme como «mejor amiga en potencia» o «Mérida».

Para ser más original, digo.

Levanto la vista del teléfono.

—¿Mérida? —pregunto, sin entender la referencia.

—Sí, ¿no has visto la película de la princesa pelirroja y escocesa que maldice a su madre convirtiéndola en oso, para luego salvarla?

—¿Eso era spoiler? —cuestiono alarmada, al entender de qué película está hablando.

—Es uno pequeñito. Sin importancia.

Suelto una pequeña risa, aunque esta se acalla cuando vuelvo a notar el móvil vibrando. Al entrar en las notificaciones me doy cuenta de que se trata solamente de que el teléfono se está quedando sin batería.

—¿Estás bien? —pregunta, devolviéndome a la realidad.

—¿Eh? Sí —respondo, mordiéndome mi labio inferior, dudando en sí comentarlo con ella o no. Ahora mismo no me apetece llamar a mi hermano o a mi madre y tampoco quiero llamar a mis amigas porque estarán con ella—. Creo que mi novia se ha molestado conmigo.

—Seguro que se soluciona.

Me encojo de hombros respuesta, sin saber qué más decir al respecto. Entonces añade:

—Y si no, tienes la excusa perfecta para escuchar canciones tristes —dice, dándome un ligero codazo, parecido al de antes en las rocas.

—¿Cómo cuál? —pregunto, mirándola con curiosidad.

—Esta, por ejemplo. —Veo como desbloquea su móvil y se mete en la aplicación de música—. Toma —y me ofrece uno de sus auriculares.

You've got my devotion

But man, I can hate you sometimes

—Harry Styles era otro de los integrantes de tu banda favorita —bromea entre estrofa y estrofa. Gruño en respuesta al captar su indirecta.

There's things that we'll never know

You sunshine, you temptress

Y así pasamos toda la tarde hasta casi que anochece comiendo helado, escuchando música y conociéndonos un poco más.

Según ella no es tan sociable como lo ha sido conmigo, más bien es todo lo contrario y siempre se junta con el mismo grupo de amigos desde que son pequeños, sin embargo, a mi alrededor se ha soltado con más facilidad.

He coincidido con ella en ese aspecto, mi habilidad para socializar está en números rojos y con ella ha salido todo muy natural.

Durante el trayecto al coche, tanto Helen como Saoirse me van señalando lugares a los que poder ir, cuáles visitar y algún que otro dato interesante que más tarde no seré capaz de recordar, pero que aprecio el detalle de decírmelo.

Al llegar a casa, me despido de Saoirse con la promesa de que iremos juntas al instituto el lunes y de comer el crumble que trajo hace unas horas. Helen sube a la planta de arriba con los dos niños para acostarlos y yo camino en dirección a mi habitación.

Vuelvo a mirar mi móvil cuando estoy sola en medio del pasillo. Me doy cuenta de que tengo una notificación de Thais, pero cuando entro para responderle veo como el móvil se me muere en la mano.

«Mierda».

Para colmo, encima, tendré que hacer las camas.

Insulto mentalmente a Ryu y entro a mi habitación, encontrándome con la sorpresa de que no solo está su cama hecha, sino que también está la mía.

Me fijo en el pequeño post-it amarillo que hay sobre mi colcha. Me acerco hasta ella para leer que pone.

La próxima vez las haces tú.

Aun así, antes de acostarme, bloqueo la ventana con pestillo.

N/A: No sabéis lo que se viene AAAAA yo tampoco porque soy brújula, pero vosotras menos. Ayer terminé el capítulo siete y tengo que contenerme para no subir todos los capítulos de golpe.

En el capítulo 3 terminaremos de conocer al resto de la squad irlandesa (aka los hijos de l squad original), pero mientras tanto, ¿qué os ha parecido Saoirse?

Dato interesante: es digna hija de su padre, alias Sebas jeje

Yo tengo que confesar que la caja de los huevos y el nombre no es idea mía, se lo copié a la verdadera Helen y Saoirse, pido perdón por ser tan poco original.

Aunque, a diferencia de esta Saoirse, mi amiga no fue capaz tampoco de pronunciar bien mi nombre y al despertarnos por la mañana los primeros días siempre nos acercábamos a leer el de la otra para no equivocarnos.

He decidido que estaré estas semanas subiendo más regular "Un inesperado amor" hasta que adelante un poco más de "Amor a medias" y entonces iré alternando.

Dicho todo esto... ¿algo que queréis que pase? ¿Alguna teoría?

Nos vemos el próximo viernes, inmaduras. 🧡

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