7|Reuniones y clases de tiro algo...violentas.
MARGOT
-...y varias personas transportaban y empaquetaban paquetes de lo que creemos que era marihuana. Lo más probable es que...-el sonido del metal de la puerta me hizo callarme.
Michael entró revolviéndose el pelo y se ajustó la chaqueta de cuero entorno a los hombros.
Katherine, Kol, Alessandro, Hazam y yo nos giramos hacia él. Cuando se dio cuenta de que había interrumpido, hizo una mueca.
-Esto...Buenos días, equipo...yo...Perdonen la tardaza, yo...-levanté una mano y él cerró la boca.
-Llegas una hora y media tarde, Michael. Más te vale tener una buena excusa porque...-suspiré-¿Sabes qué? No pienso arruinar mi tranquilidad contigo.
Él abrió los ojos de par en par.
Cuando miré hacia delante me di cuenta de que los demás me miraban de la misma forma.
-¿Qué?-inquirí de mala gana.
Hazam sacudió la cabeza.
-¿Acabas...?¿Acabas de dejar de lado una oportunidad para bajarle la bronca a Michael?-preguntó con rintintín.
Levanté una ceja.
-Lo mismo aplica para ti, Hazi-le señalé con el boli que tenía en la mano-, no pienso alterar mi paciencia peleando con tu minúsculo cerebro.
Kol hizo un mohín mirando a Hazam, se dijeron algo telepáticamente y se echaron a reír.
Los fulminé con la mirada.
-¿Se puede saber que le resulta tan divertido a los gemelitos?-pregunté inclinándome hacia delante, sentada sobre uno de los contenedores pequeños.
Katherine soltó una risa y se alejó de la pelea para ver algo en el celular.
Alessandro le dijo algo a Michael y se rieron.
Todos estaban tratando de joder mi buen humor, y eran solo las diez de la mañana.
Mierda.
-Es que...-comenzó Hazam-Es raro, ¿no?
Solté el boli y lo puse encima de mi libreta para mirar a los ojos al gilipollas de Hazam.
-¿Qué?
Él miró a Kol y volvieron a reírse. Comenzaba a enfurecerme.
-Es que...te vas con Michael a una misión. Solos. Os pasáis el día...solos-repitió-. Y, de repente, se te quitan las ganas de pelear con él.
-¿Alguna experiencia divertida que compartir, rubita?-le apoyó Kol.
Apreté los labios mirándoles.
-A veces me pregunto por qué demonios meto tíos en mi escuadrón cuando sois todos tan lelos...-tomé mi libreta, el boli y la gorra negra que me había puesto hoy-Katherine-la aludida me miró guardando el móvil-, termina tú la reunión, estos imbéciles me han quitado las ganas.
Me dirigí a la puerta pero la mano de Michael se enroscó en mi muñeca.
-Nena...-sacudí la mano y me soltó.
-No me toques-le señalé con el dedo índice-. Ya que has llegado tarde ponte al día, que estás aquí para trabajar, no para tocarme las narices.
Me dio una última mirada antes de que yo abandonara el cuartel.
*
KATHERINE
La melena rubia de Margot se perdió por la puerta y me giré hacia los chicos con una mirada furiosa.
-¿Es que sois gilpollas?¿Por qué os metéis con ella si sabéis cómo es?
Michael hizo una mueca.
-No ha pasado nada...-dijo, llevándose la atención de todos-Creo que no quería pelear conmigo porque ayer me regañó suficiente para unos cuantos meses...Además estuvieron a punto de pillarnos, seguro aún seguía nerviosa-la mirada que le echó a los chicos fue helada-. Dejad de hacerla enojar, vuestra estupidez es lo que la tiene siempre tan tensa y obsesionada con tener el control. ¿Es que no lo véis o qué?
-Ay, Romeo, no seas sensible, nosotros...-empezó Hazam.
-Ellas...-me señaló y levanté una ceja-son las jefas. Nosotros los subordinados. Ayer recibí bastantes amenazas para entenderlo, así que ellas dan las órdenes, nosotros callamos y escuchamos. Ahora estoy aquí-se inclinó hasta que Kol y Hazam le oyeron perfectamente a pesar de lo bajo que habló-, y nadie más que yo tiene derecho a hacer enojar al bombón de pelo rubio. Vosotros me conocéis, espero haber sido claro.
El castaño y el moreno se miraron con cierto nervio. Sea lo que sea que conocían de Michael no era agradable.
-No hacía falta ponerse así, tío...-medió Kol.
Todo iba muy bien hasta que Hazam añadió :
-...y menos por una tía que no te para bolas porque...-todos nos quedamos paralizados cuando Michael lo tomó por el cuello de la camiseta de manera suave, sin buscar más que intimidar.
-No te recordaba tan tocapelotas, Hazamcito, tienes un letrero en la frente que dice ''frustración sexual''; espero de todo corazón que no quieras empezar una con una conversación sobre las chicas que no te paran bolas...¿cierto, bro?
Apreté las uñas contra mis muñecas hasta dejarme marca. El inglés también sabía lo...nuestro. Bueno, lo que no tuvimos. Eso es...horrible. Resoplé.
-No da gracia, Michael...-murmuré.
Él levantó los ojos de Hazam y lo soltó.
-Siento que tengas que presenciar esto, rusa...Espero que no ensucies la imagen ya sucia que tiene tu amiga de mí.
Sonreí.
-Si te sirve de algo, Michael, apoyo tu...encanto hacia ella. Pero debes saber que ella es...terca. Así que...
-Lo sé. Ya veré qué hago. No te preocupes, sé que llegaremos a entendernos.
Asentí.
Di dos palmadas en el aire llevándome la vista de nuevo.
-¡Este es el plan!-grité-Vamos a quedar en el local vacío detrás de la Calle M. Grown...-chasqueé la lengua-y allí nos reuniremos con todo el personal secundario, incluyendo los más de cien soldados que han firmado el acuerdo para echarnos un cable en caso de que tuviéramos que dar un golpe muy fuerte. Además, los doscientos miembros secundarios del Escuadrón Rojo.
-¿Y para qué quedaremos exactamente?-la pregunta de Hazam fue casi un murmurllo, algo pastoso, mirándome con una intensidad que me hizo cambiar el peso de una pierna a la otra, incómoda.
-El golpe de Noche Buena, ya hemos hablado de eso, no voy a detallarlo. Allí volveremos a darle un repaso al plan. Aún así, ahora que sabemos dónde hay un almacén de drogas...podremos planear otra misión para ver cómo podemos infiltrar información sobre...-me callé cuando Michael bajó la vista a su teléfono que había comenzado a sonar.
-Lo siento, rusa...Debo cogerlo, seguid sin mí-se excusó ajustándose la chaqueta en torno a los hombros con una mano mientras se ponía el móvil al oído y se alejaba-Dime. Sí, eh...-se fue alejando.
Me aclaré la garganta y miré a los demás.
-Bueno, como decía...-me mordí el labio-Alessandro, quiero que Hazam y tú vayáis a negociar con los Harson para firmar el acuerdo de confidencialidad y que nos filtren los planes del Nastine Holt. Que sea lo más rápido posible, aún falta más de un mes para el golpe, pero Margot moriría de un infarto si nos ponemos a ello contrareloj.
Todos soltaron una risa algo incómoda.
-La hemos hecho enojar...¿A que sí?-preguntó Hazam algo apenado.
Levanté una ceja.
-Tiene el peso de todo el Escuadrón en los hombros-dije-, tenéis que dadle un respiro.
Kol hizo una mueca.
-La verdad es que la cabreamos mucho...-dijo.
-Y que lo digas-secundó Alessandro, mirándolos con reprobación. Era raro que interviniera. Lo sucedido no le había gustado.
Suspiré. De repente Hazam miró la puerta.
-¿Y Michael?-inquirió.
Me encogí de hombros.
-Su mirada cuando cogió el móvil daba a entender que era importante...Se habrá ido...-dije.
Nos miramos y seguimos hablando de otros temas.
*
MARGOT
Miro la taza de té en mi mesita de centro y tomo aire. En la televisión se reproducía Sucker Punch. Vale, no era la mejor peli del mundo, pero me gustaba. Yo y mis gustos cuestionables siempre de la mano, por qué no.
Miré la ventana, eran cerca de las doce, pero no me apetecía almorzar. Solo quería...no sabía ni qué mierda quería. Solo quería pensar. O dejar de pensar, yo qué sé. Katherine me mandó un mensaje y me puso que ya había hablado con los chicos. Eso me relajó. Si es cierto que mayormente yo tomaba el control, el Escuadrón Rojo era de las dos, y Katherine siempre me echaba una mano cuando lo necesitaba. En este momento, me sentía fatal. Sabía que los chicos estaban de coña, no era eso lo que me enfadaba...Simplemente era que, últimamente, no tenía el jodido control como me gustaría. Ni de el Escuadrón, ni de mí.
Miré la pantalla y, aburrida, solté un resoplido y apagué la televisión.
-Joder...-mascullé masajeándome las sienes. Me dolía la cabeza. Estaba estresada. Demasiado.
Di un sorbo de té y me ajusté la coleta y la camiseta gigante. El silencio de mi departamento era...tranquilo. El sofá estaba lleno de mantas, porque después de regresar del cuartel me había tomado unas pastillas para el dolor de cabeza y me habían dado sueño.
Fijé los ojos en el móvil. Marinette, mi hermana, me había estado mandando mensajes toda la mañana. Al parecer, por lo que había leído por encima, había recordado que el veinte de noviembre era mi cumpleaños. Se había encaprichado en que fuera a París en la fecha.
Sí, claro. Con la que estaba cayéndome encima...
Hice una mueca.
Ni de coña. No quería volver a esa casa.
De repente, un pesamiento se instaló en mi cabeza. Bastó mirar la Glock de 9 mm que tenía junto a la taza de té. Hacía mucho que no iba a...Pfff, pero...¿Sería una buena idea? Nah.
Pero en su momento eso me había relajado tanto...
Me levanté del sofá.
Fui a mi cuarto y me cambié poniéndome un conjunto deportivo y una gorra negra. Me hice un eye-liner y me apliqué un poco de gloss. Suspiré y me metí la pistola en un conpartimento secreto que tenía en el bolso deportivo por si acaso. Mi auto estaba en el garage y lo saqué para ir a ese lugar que tanto me calmaba antes. Recorrí la ciudad hasta las afueras y entré en el camino que salía de la carretera. Las rejas de hierro me recibieron. Abrí y entré sosteniendo con fuerza mi bolso.
Cuando seguí el pasillo, llegué al lugar.
Varios maniquís me recibieron, perfectos para practicar tiros, son sus dianas dibujadas.
Sonreí de lado y puse música en los audífonos. Saqué la pistola y comencé a disparar. Di en el blanco dos veces, de las seis que disparé. Estaba oxidada.
Joder.
Entonces sentí el sonido de la puerta de hierro abriéndose en el fondo de la canción. Me arranqué el audífono de una oreja y apunté al pasillo.
Alguien estaba aquí.
Pero aquí no viene nadie.
Entrecerré los ojos hacia el lugar. Los pasos estaban cada vez más cerca. Apreté los dedos entorno al arma.
Cuando una sombra vestida de negro y con una gorra del mismo color entró, el sonido del cañon del arma rompió al silencio. La persona levantó las manos y, cuando la gorra no le tapó la cara, sus ojos azules me perforaron.
No.Me.Puto.Jodas.
-¡Eh, nena, soy yo!-gritó-¡Calma, joder!
Apreté los labios, cerré los ojos y tomé aire.
-Maldición.¿Qué demonios haces aquí, Michael?-gruñí-Como me hayas seguido te juro que...
-Ey, no, no es eso...Hace unos días estaba manejando y me encontré este sitio. Me gusta practicar tiro, sabes que soy adicto a las armas porque...
-Que sí-volví a gruñir-, pero ahora vas a pirarte. Este sitio es mío, yo puse estas dianas hace años, cuando quería aprender a tirar. Sal de aquí antes de que tú releves a estos maniquís.
Su típica sonrisa burlona y descarada. Siempre tenía esa estúpida sonrisa torcida, como un arañazo.
-Oye, no seas egoísta...-se ajustó la gorra. Llevaba una sudadera negra y unos pantalones de chándal, con unos tenis sencillos-. Podemos practicar tiro juntos, ¿no crees?
Negué.
-Ni de coña.
Soltó una risa y me miró como si fuera el show más entretenido que había visto nunca.
-¿Has acertado?-preguntó.
Fruncí el ceño.
-¿Disculpa?
-He oído seis disparos mientras llegaba-miró mi arma hasta subir la vista a mis ojos de nuevo-¿Has acertado?
Lo miré con furia.
-He...-carraspeé, sintiéndome fatal por mostrar debilidad ante él-he acertado dos.
Levanto las cejas y luego hizo un puchero de conformismo.
-No está mal, pero podría estar mejor.
Levanté las cejas.
-No me digas.
Sonrió y sacó otra pistola igual a la mía de la cinturilla de su pantalón.
-¡Vamos!-exclamó-Voy a enseñarte.
Apreté los labios.
-No tienes nada que enseñarme, aprendí a disparar sola.
Él sonrió y me miró a los ojos antes de acariciar la pistola con el dorso de la mano.
-Pues vamos a perfeccionar tus habilidades auto-adquiridas-corrigió.
Antes de que dijera nada, Michael sujetó la pistola a la altura de su cara y disparó. A cada una de las doce putas dianas. Mierda. Lo miré, inexcrutable, ocultando mi sorpresa.
Me miró como un niño que le enseñaba el exámen a sus padres esperando que lo felicitaran por su buena nota.
-¿Y bien?
Me mordí el interior de la mejilla.
-Debo reconocer...-admití, muy a mi pesar-que se te da bien disparar-ante su sonrisa de suficiencia, añadí-:, pero por eso te tengo en mi escuadrón, ¿no?
Él negó con la cabeza, divertido.
-Tú no das un brazo a torcer, ¿no?
Me encogí de hombros.
-No.
Ante mi escueta respuesta, se acercó a mí. No me moví. Se colocó a mi lado y apuntó. Lo miré. Sus ojos fueran a los míos.
-Imítame.
Solté aire por la nariz. A regañadientes sujeté mi pistola y apunté justo como él.
-Separa un poco las piernas...-dijo por lo bajo.
De mala gana, le hice caso.
-Más firmeza en los brazos, concéntrate, relaja los hombros...
Estaba cabreada. Demasiadas órdenes. El inglés me miró.
-Disparamos a la de tres, ¿lista?-la manga de su sudadera a mi lado rozaba mi brazo-Ok, uno, dos, tres...
¡Pam!
Disparamos a la vez.
Ambos dimos en la diana.
Él me miró. En sus ojos brillaba el fuego más...ardiente que había visto.
-Inténtalo sola. El truco está en dejar de lado la tensión, Margot. Relájate.
Le di una sonrisa torcida, similar a las que siempre me daba. Sin decirle nada, tomé la pistola e hice todo lo que anteriormente me había corregido. Separé las piernas, destensé los hombros y miré la diana.
Y disparé.
Una, dos, tres, cuatro, cinco veces.
Y di en la diana las cinco.
Levanté el mentón con una sonrisa de suficiencia.
-¿Y bien, Mike?-pregunté. Noté que el apodo lo crispaba un poco, pero la diversión no se iba de sus ojos.
-Eres una alumna excelente.
Torcí el cuello.
-Ya me has dado clases de tiro-dije-, ahora puedes irte.
Chasqueó la lengua.
-Nah, me quedo.
Lo fulminé con la mirada.
-Michael...-advertí.
Sus ojos me miraron fijamente. Oh, no. Me había mirado así cuando...No. Joder no.
-Michael...-repetí, más lento.
Me ignoró. Siguió caminando hacia mí. Retrocedí. Maldije cuando la pistola resbaló de mis manos y cayó al suelo junto a mi bolso deportivo. La pared de concreto, vieja y llena de enredaderas chocó con mi espalda y Michael puso los brazos a ambos lados de mi cabeza, mirándome fijamente.
-Hola de nuevo-susurró.
Su aliento rebotó en mis labios.
-Apártate.
-Apártame.
Tomé aire.
-No me toques los ovarios, Michael...-advertí-¿Qué demonios te pasa?
Él sonrió de lado.
-Lo siento, pero lo necesito.
Fruncí el ceño.
-¿De qué demonios estás...?
Me calló con un beso.
Apreté los puños a ambos lados de mi cuerpo. Este no era el beso casto que me había dado el día anterior en el porche de mi casa. Bajó la mano de la pared hacia mi cara y apretó mis mejillas abriéndome la boca para meter la lengua. Sus dientes mordieron mi labio inferior y tiraron de él con fuerza.
Intenté empujarlo con todas mis fuerzas pero fue como empujar un puto muro.
Mierda.
Así que levanté mi rodilla y le di en la entrepierna.
Se apartó de mi boca con un sonido húmedo mientras soltaba un gruñido.
-Joder...-masculló llevándose las manos a la zona afectada-¿Por qué eres tan agresiva?
Lo fulminé con la mirada y me pasé el dorso de la mano para limpiarme los labios.
-Te salvas de que aún tienes entrepierna-gruñí yo.
Salí caminando y recogí mi bolso y mi pistola del suelo.
-¡Margot, espera!-gritó.
Seguí caminando. Sentí sus pasos detrás de mí, intenté apresurarme pero me alcanzó y me sujetó de la muñeca. Tenía el rostro rojo y jadeaba.
-Eso dolió-dijo por lo bajo-, teniendo en cuenta que yo no hice nada que te doliera a ti.
-¡No puedes ir besando a las personas contra su voluntad!-grité, fuera de mí. Estaba cansada de esto. De Michael, de su estúpido acento y de sus juegos de mierda.
Él frunció el ceño.
-Es imposible que no te guste ni un poco.
Levanté las cejas.
-Muy humilde de tu parte.
Sacudió la cabeza.
-No, me refiero a...tus ojos...yo...creí que...-cerró los ojos con fuerza-Dame una oportunidad.
-Creí haber sido lo bastante clara anoche cuando te dije que...-me interrumpió.
-A ver...¿Cuándo fue la última vez que echaste un polvo?
Lo fulminé con la mirada.
-¿Y eso a ti que más te da, eh?
Él hizo una mueca.
-Tal vez podamos llegar un acuerdo para...-al ver por donde iban los tiros salí caminando-¡No, Margot, espera!
Me giré hacia él.
-¡DÉJAME EN PAZ, JODER!
Mi grito lo hizo dar un respingo.
Me miró con...¿lástima?
-¿Qué te hizo?
Fruncí el ceño.
-¿Qué?
-El tío que te hizo vernos a todos los hombres como basura...¿Qué te hizo?
Una punzada se me coló en el pecho.
-Estás diciendo tonterías.
Intenté alejarme pero me sujetó del brazo, esta vez con más fuerza.
-No todos somos así-susurró.
Le di una sonrisa sarcástica.
-Qué pena.
Y me safé para salir hacia el auto, el suyo estaba a unos metros. Lo fulminé con la mirada por el espejo retrovisor viendo cómo se subía en su auto y estaba a nada de arrancar cuando vi el mensaje de Katherine.
Khat : DeadCharm. 8pm. Fiestón.
Levanté los ojos para ver el auto de Michael pasar por mi lado y adentrarse en Cantid. Miré de nuevo mi móvil. Me vendría de puta madre una copa. Sin pensarlo mucho, le respondí.
Margot : Nos vemos allá.
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