Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4

Marnie

Miro hacia el frente, sin apenas registrar las palabras que salen de la boca de mi progenitor o la mirada tan retadora con que le corresponde Artem. Cuando creo que comenzarán una disputa, él lo ignora abismalmente y se dirige a mi.

─Estás hecha un asco ─¿Qué, de qué?

¿Eso es lo primero que dirá?

Evalúa mi aspecto con detenimiento, deteniéndose en la sangre que estropeó mi pijama. Una pequeña salpicadura que no es nada comparada con las de mi madre, que parece Chloë Grace Moretz en esa película tan sangrienta "Carrie".

─Y dicen que los caballeros ya no existen ─Murmuro asperamente. Esquivo su mirada y observo a mi padre, su expresión lo dice todo. Odia ser ignorado, una falta de respeto que ningún hombre debe tolerar, según él.

Mi padre es de esos hombres a la antigua, de respeto y honor. Su palabra es ley y sus acciones reflejan su buena reputación y dignidad. No es un hombre heroico que se pasea con capa, salva gatitos de los árboles o ayuda a ancianitas a cruzar la calle. No, para nada. Es machista, necio, rudo, partidario de ideas y actitudes antiguas, y extremadamente fiel a sus propias leyes. En este caso, odió que Artem no lo mirara a los ojos e ignorara sus provocaciones. Si, otra característica de su persona, es violento y un provocador bárbaro.

─Necesitas un baño ─Continúa.

¿Un baño?

» Vamos arriba —Ordena—. Kirill, Marko, vigilénlos.

¿Dijo vamos?

Me da la espalda y se dirige a las escaleras, y las sube trotando. Y desaparece. No sé si no notó que jamás lo seguí, que me quedé por completo paralizada, pero parece que no le importa en lo absoluto.

Escucho el sonido de una garganta, carraspeando.

Kirill.

—Deberías seguirlo —¿Porqué su voz suena amenaza? Cada cosa que dice suena mortal, un ataque directo sin importar que es lo que diga.

Obedezco. ¿Qué otra cosa podría hacer?

Ignoro a mi padre, que sigue con rabia grabada en su rostro y recorro el camino trazado por el Pakhan.

Cuando llego a la puerta de mi habitación, desde afuera lo veo, está junto a mi placard. Tiene un cajón abierto y está eligiendo ropa.
¿Para mí? ¿Ese es el cajón de mi ropa interior?

—¿Qué crees que estás haciendo? —Ingreso con agresividad en la habitación y en su espacio, apartándolo de mis malditos calzones. Lo empujo con fuerza y pretendo dar un segundo empujón cuando... Me embiste y me presiona contra la madera, sujetándome por el cuello con su enorme mano.

Se inclina sobre mi y me mira directamente, muy de cerca.

El golpe me sacó el aire, no fue muy duro pero podría haberlo sido. Su tamaño, su peso y la oscuridad atrapada en sus iris, me dicen que no uso toda su fuerza y que si él lo quisiera, podría matarme. Fácil y rápido.

Y cuando creo que lo hará, retrocede.

—Desvístete.

¿Qué?

—No —Sigo adherida al mueble, como un sticker. Y respiro con pesar, los cachetes me arden y las piernas me tiemblan.

—Desvístete —Repite. Y retrocede sin darse la vuelta. Cuando llega hasta mi cama y la madera golpea sus pantorrillas, se sienta tranquilamente.

¿Lo que está pasando es lo que creo? ¿Quiere verme mientras me quito la ropa? ¿Está esperando que le haga un striptease?

—¿Contigo aquí? —Susurro entrecortado. Mi lengua sigue seca.

—Ajam.

Se desploma hacia atrás y escala sobre mi colchón con los pies, para acomodarse mejor. Sus brazos se abren y los acomoda sobre mis almohadones.

¿Realmente está pasando, verdad? ¿O a mí también me revolvieron el cerebro de un golpe?

Un Pakhan de la Bratva—Si, la maldita mafia rusa—está en mi cama, en mi habitación, con mis padres retenidos a la fuerza por sus hombres en el piso de abajo y está esperando que me quite la ropa para él.

¿También quiere un baile?

—Mejor me quito la ropa en el baño, ahí están las toallas y demás...

Por fin me despego del placard y me paro recta.

Si, muéstrale quien está a cargo. Que no note que estás muerta de miedo.

—No —Niega.

No fue una pregunta, maldita sea.

Aunque... Podría...

—Okey, lo entendí —Fuerzo mi tono, recupero el temple. Es momento de negociar y soy genial en ello—. Eres el Pakhan de la Bratva, no vivo bajo una piedra, ni soy estúpida...

—Eso ya lo dijiste.

—Si, si, lo dije —Voy a tener un ataque cardíaco de lo rápido que late mi corazón. Pero tengo que hacerlo, puedo hacerlo—. Lo que intento decir, es que no soy una cualquiera como las que sueles frecuentar, seguramente. No me desnudaré, ni haré nada contigo en esa cama...

—¿Prefieres el suelo?

¡Hijo de tu p#%@ madre!

—Sabes a lo que me refiero —Gruño.

—No, no eres una cualquiera —Asiente con lentitud—. Eres una policía.

¿Así que es eso?

—No soy policía.

No, ya no lo soy. Y esa es mi cruz, no un juego a su placer.

—¿No? —Ladea el rostro con fingido escepticismo—. Papi tiene tus logros en un rincón, ¿de decepción?

No, no puede querer hablar de eso. ¿Porque eso?

—¿Y?

—Y los patrulleros insinuaron que eres alcohólica —Lo interrumpo con furia. Este tipo tiene un talento impresionante para llevarme de un punto a otro, desde el miedo paralizante a la furia incendiaria.

—No soy alcohólica —Un cosquilleo familiar recorre mi cuerpo. Enojo. Rabia. Furia.

—¿En qué unidad trabajabas? —¿Dónde está el palo de béisbol cuando lo necesito?

—Narcóticos.

Se ríe por lo bajo.

—¿Esa es la razón por la que ya no eres policía?

Lo quiero matar. Lo quiero matar.

—No soy adicta —Escupo enfurecida. Cierro los ojos. Casi puedo oír a mi padre dando aquella explicación a los patrulleros, esa fatídica noche. Dejándome en vergüenza. Aquella noche, todas las piezas se acomodaron en su lugar, su juego, su tablero. Y yo, fui sacrificada.

—¿Y papi...

Vuelvo a interrumpirlo.

—Quitó mis fotos y medallas de la pared por que soy bombera —Suelto toda la información abruptamente. No estoy mintiendo del todo, pero es una de las razones por las que quitó los portaretratos. Lo demás, no necesita saberlo.

Él frunce el ceño.

» Ser policía en mi familia es muy importante, y yo lo abandoné, para volverme bombera.

Recuerdo el día en que recibí la carta de aceptación, él la interceptó y cuando me encontró, casi pierdo los tímpanos. Aunque al principio fue un acto de rebeldía, encontré mi lugar en el mundo en esta profesión, nací para tumbar muros y entrar en infiernos. Algo incompatible con el apellido Masen.

—¿Y eso que tiene que ver?

No lo entiende. Pero yo si.

—¿No eres de por aquí, no? —Claro que no. Todos saben quien es la Bratva. Pero, ¿Artem Fedorov?

Solo mi padre, al parecer.

—Nací y viví casi toda mi vida en Rusia.
Es mi turno de fruncir el ceño.

—No suenas muy ruso.

Sonríe.

—Estudié en América.

Y acaba de ser ascendido, ¿no? O eso escuche.

Se crió en Rusia y ahora está a cargo de la Bratva de Chicago. Las cosas aquí son diferentes, eso seguro es lo que lo trajo a mi puerta en medio de la noche con un boquete en el vientre de su hermano.

—¿Me respondes algo?

Es hora de saber algunas cosas. Y como mi padre no va a compartir.

—¿Qué quieres saber?

—¿De que conoces a mi padre?

Si, vamos. Dímelo. ¿Qué es lo que ocultan?

—Quítate la remera.

Hora de negocios. Okey, puedo negociar.
Mis manos se mueven solas, hacia el dobladillo, lo tomo y lo arrastro hacia arriba, muy lento.

Y la prenda cae al suelo.

—No lo conozco.

¿Y para eso estoy enseñando las tetas?

Mis brazos se cierran contra mi pecho, cubriendo mi corpiño.

—No mientas.

—Descubreté —Ordena señalando con un dedo mis brazos fuertemente cruzados—. Y no, no miento. Jamás lo he visto en mi vida.

Que te caiga un rayo.

Me doy la vuelta con agresividad, abro las puertas del mueble a mi espalda, saco el primer pijama a la mano. Sin saber siquiera que elegí. Y atravieso la puerta de salida, me desplazo por el pasillo y entro en el baño.

Mi furia arde y tiro con agresividad la puerta al cerrar, pero...

—¿Acaso te di la orden de retirarte? —Vuelvo a estar contra una superficie y él sujeta mi cuello. Esta vez, es una pared fría contra mi espalda y su mano aprieta muy fuerte, y corta el flujo de aire.

—Me-e es-t-tás... —Trato de apartar su mano, lo rasguño con toda la fuerza que tengo, pero no logro apartarlo.

—Cuando te diga que hagas algo, lo haces —Susurra junto a mi rostro—. Fui amable, ¿no? —Cuestiona sin cambiar su volumen ni tono—. Quería charlar, y fuiste grosera...

—Per-perdón —Va a matarme. Él va a matarme.

—Fui amable, quería charlar —Por fin afloja el agarre. Pero no se aparta. Sigue pegado a mi, de hecho, su pecho está pegado al mío.

Mis tetas—Sólo cubiertas por un fino corpiño—están aplastadas contra su pecho.

—Muérete —Grasno con la voz ronca, tratando de recuperar el aire—. Lo que querías era verme en pelotas.

Baja el rostro, apuntando a mis tetas.

—Lindas.

¡Vete al infierno!

—Quiero privacidad —Me masajeo el cuello—. Necesito bañarme.

Sonríe sin mostrar los dientes. Y asiente.

—Te espero.

Antes de responderle, sale de la habitación y cierra la puerta.

• ────── ᯽ ────── •

Me aferro a la toalla mientras camino hasta la puerta. Sigo húmeda y mis pies dejan un recorrido marcado en el suelo.

—Tienes que irte —El titubeo en mi voz no le hace juicio a la revolución que se debate en mi interior.

—¿Enserió te gusta esto?

Está recostado en mi cama y sujeta uno de mis libros, uno diferente al de la otra vez. Y lee mientras un brazo está plácidamente acomodado debajo de su cabeza.

—Te gustará más el de la cubierta negra.

La caja ya no descansa en el suelo, está acomodada junto a él.

—¿El de la serpiente? —Desdobla el brazo y lo estira hacia el montón de libros.

» Mira eso —Se carcajea—. Soy el protagonista de un libro.

No te compares.

—No eres tú.

Pobre Vasil. Él es hermoso, bello, precioso y... No le llegas ni a los talones.

Se levanta de su lugar y deja los libros sobre la frazada. Se acerca a paso lento, mirándome con ojos de depredador.

—¿Sigues tímida? —Se detiene a unos pasos—. ¿No te gustaría recrear alguna escena de tus libros?

¡Hijo de la re mil p$#&!

He perdido la cuenta de las veces en que bromee en conversaciones de chats en WhatsApp con amigas, en grupos de literatura o amantes de libros, sobre novios y recreación de escenas subidas de tono. Y ahora, quien me pide eso es un tipo que me amenazó de muerte. A mí y a mis padres.

—Sólo en tus sueños más privados.

Su sonrisa se ensancha, y sus ojos se entrecierran.

—Creí que seríamos amigos...

Los gritos en mi cabeza me advierten, que no siga ese camino, que no continúe con ese plan. Un arduo plan que armé en la ducha, el riesgo es mucho pero la recompensa atrae. Tienta mucho.

—No de esa clase —Y por sobre todas las cosas, me dará lo que quiero sin tener que abrir las piernas.

—Que mente tan sucia —Su tono de voz baja.

Es ahora o nunca. Tengo que hacerlo. Tengo el conocimiento para conseguir lo que quiero y las habilidades para hacerlo.

Suspiro.

—¿Atacaron a los Reyes Z?

Los Reyez Z, una pandilla latina involucrada en la distribución de drogas y lavado de dinero, con lazos fuertes en negocios locales, desde clubes nocturnos y tiendas de comestibles de familias en la comunidad. También hay un extraño tratado de paz entre ellos y los rusos, nada probado en papel pero se sabe que trabajan juntos en el territorio. Los latinos no son nada comparados con ellos, pero sin duda, su jefe tiene aspiraciones grandes.

Su expresión se tensa, la diversión se esfuma.

—¿Qué sabes...

Lo interrumpo.

—Fui policía y soy de Chicago —Y mi trabajo en la policía, fue de encubierto. Conozco a la peor clase de seres vivos, incluso me senté en su mesa y compartí el pan con ellos—. Nací y crecí en éstas calles, y conozco a cada sucio criminal y sus pecados.

Y los usé en su momento. Mi padre no supo aprovecharlo pero, yo no soy él y cuando veo una oportunidad, le sacó provecho.

Artem Fedorov. Hola, oportunidad.

—¿Y me dices todo esto... —La incertidumbre es un duro obstáculo que vencer, pero tengo mucho que ofrecer y la fuerza suficiente para destruirlo.

Tomo el puñado de tela en mi pecho, lo apreto con ganas y me infundo de valor.

—Eres un recién llegado...

Por favor, que no lo tome como insulto y me disparé.

—Soy el Pakhan...

Como siempre, hombres grandes y fuerte, con egos tan frágiles... ¡Por favor, Artem! Se más original...

—¡Felicidades! —Exclamo con fingida emoción—. Aquí eso no importa, si no te conocen —Puede que no conozca todo, que me subestimen es parte de mi vida, pero tengo conocimientos y él no. Quizás es momento de sociedades inesperadas—, E hiciste enojar a Mateo Herrera.

Un rostro aparece en mi mente, un hombre de tez morena con tatuajes por todos lados. Si, el riesgo es mucho. Puedo terminar muerta si esto acaba mal, por la mano de Artem o por la de Mateo, pero quien no arriesga no gana.

Un paso tras otro y me presiona contra la puerta, y me enjaula contra la superficie.

¿Qué tiene éste tipo con encerrarme contra su cuerpo?

—¿Qué sabes de Herrera? —¿Qué no sé es una respuesta más fácil de dar?

Alzo el rostro y lo encaro, su respiración golpea mis labios. Supongo que él también percibe mi respiración. Estamos muy cerca.

—Mucho —Susurro. Es ahora o nunca—. ¿Quieres que seamos amigos, no?




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro