Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4

AGUSTÍN

Despierto con un insufrible dolor de cabeza que por supuesto sé que Therine va a celebrar. No tengo muy claro qué pasó anoche, solo sé que hice una pendejada, como normalmente sé que la hago cuando mi padre no me está viendo. Haber traído a Dinora para tener sexo aquí fue algo que no pensé, es más, por un momento me olvidé que Therine estaba aquí, además la llave la traía a la mano porque cuando me bañe aquí ayer en la mañana antes de irme, la puse en uno de los bolsillos de mis shorts.

Me levanto del sofá y la busco por todos lados pero no parece encontrarse aquí, por lo que me decido por acostarme en la cama y suspirar. Es que esto se siente como uno más de mis desastres.

Escucho la puerta abrirse, después cerrarse y pronto sus pasos hasta que llega a la habitación y la veo en el reflejo del espejo en el techo, tiene varias bolsas en sus manos.

—Buen día, borrachín. —Trae una sonrisa exageradamente feliz, solo le falta mostrar los dientes—. Traje cosas para comer, usé mis cupones y el señor de recepción me dio otros más.

Pone a los pies de la cama las bolsas cuando me inclino.

—Y tenías razón, no me salieron tan caros los medicamentos, pero definitivamente solo me quedaré una semana.

—¿Ya fuiste al médico? ¿Pues qué hora es?

—Las doce, fui hace como una hora. —Saca cada cosa, mostrándome platillos preparados metidos en toppers de unicel y algunas frituras, también jugos de varios sabores y dulces ácidos.

Me ofrece un topper y un judo. Yo los tomo en automático, luego, quitada de la pena, se sienta en la cama a destapar tu topper y comienza a comer. Es espagueti con albóndigas y puré de papas.

Comienzo a comer también, sintiéndome raro, ¿no tendría qué seguir enojada? Además, no es como que seamos muy amigos o nos conozcamos tan bien como para tenernos la confianza de comer juntos.

—A ver, regla número uno —dice de repente, captando mi atención, poniendo su plato a su lado, mientras sigue comiendo—. Nada de meter mujeres aquí, ellas han de tener su propia habitación, invítalas a tener sexo allá.

—Vale —acepto y suspiro dejando mi plato medio lleno en el buró—. Yo elijo la dos: no seas desordenada, no me gusta ver cosas fuera de su lugar.

—Puedo con eso... La tres es no volverme a pedir cosas obscenas.

—En serio perdón por eso. —Le vuelvo a decir, muy avergonzado—. No hago esas cosas, fue... de momento.

—Intentaré entenderlo. —Me mira—. No tenemos esa clase de confianza, solo hemos cruzado palabras desde el avión y no es como que nos agradáramos al instante. Nada de pedirme sexo, ya te dije que...

—Sí, sí, que no te acuestas con desconocidos. —Aclaro mi garganta—. Entonces supongo que solo has tenido sexo con el padre de tu hijo que seguro es un amigo de toda la vida, ¿no?

No sé qué dije, pero se comienza a reír, a tal grado, de lagrimear y tocarse el estómago.

—No sé qué chiste he contado —digo, irritado—. ¿Siempre eres así?

—¿Así cómo? —Se limpia las lágrimas y se mete otro bocado de espagueti.

—A todo le encuentras gracia.

—Qué rápido me conoces, señor amargo. —De nuevo se suelta a reír.

—No soy amargo, tú eres una loca.

—No es así, pasa que me causó gracia lo que dijiste sobre el padre de mi hijo.

—¿Qué tiene de gracioso? —Hago una mueca.

—Uhg, ¿ves que eres un amargado?

Tomo una bocanada de aire y cierro los ojos. Pelear con una embarazada por tonterías es caer demasiado bajo.

—Solo no sé qué tenga de gracioso, ¿bien? Quiero reírme también.

Ella me muestra una sonrisa complicada.

—Creo que para ti no sería gracioso, pero igual te voy a contar. —De nuevo se lleva un bocado, pero esta vez es una albóndiga. Comienza a hablar con la boca llena—. Me embaracé en una clínica de reproducción.

Me empieza a agarrar una tos que incluso siento que me voy a ahogar. Therine se me acerca y comienza a golpear mi espalda mientras se ríe.

—¿Ves? Te dije que no sería gracioso para ti.

Cuando me calmo, intento no decir nada estúpido.

—Bueno, no es gracioso, pero tiene sentido que te rieras. —Me encojo de hombros—. Bien, sigamos con las reglas. Pido la cama.

—No, compartámosla. —Se devuelve a su lugar.

—¿Dormir juntos dices? —Levanto una ceja y trato de esconder una sonrisa. Ella toma una almohada que tiene cerca y me la lanza en la cara.

—No, tarado, digo que una noche podrías usarla tú y la siguiente yo, ya hablamos sobre las obscenidades.

—No es obsceno dormir en la misma cama, Therine, obsceno sería tener sexo en la misma cama viéndonos al espejo del techo... aunque no sería obsceno, sería interesante.

—No voy a tener sexo contigo, Agustín Margo. —Gira su cabeza hacia otro lado. De repente se puso tan roja que ni su piel morena puede disimularlo.

—Ni quién quiera tener sexo contigo, loca.

Indignada, me mira unos segundos antes de buscar con qué tirarme esta vez, pero soy yo quien justo le tira en la cara la misma almohada. Los dos nos reímos, pero el sonido, del que me supongo es su celular, nos hace callarnos. Hace una pequeña mueca pero responde.

—Hola, papá. —Finge la alegría en su voz—. Sí, estoy bien, justo voy a la playa a comer algo... sí, no me embriagaré tanto... ¿Qué dices? Claro que no.

No sé de qué habla, pero me entra la curiosidad así que paro oreja porque se ha puesto nerviosa.

—¿Sabes qué? Te llamaré más tarde, ¿sí? —Ahora luce como cansada y una vez que cuelga, se tira de espaldas a la cama, tocando la punta de mis pies—. Ay, no sé qué voy a hacer, volveré en menos de cinco días y esto es un desastre.

Me muero por preguntar, pero mi curiosidad no da para tanto, por lo que me levanto para ir al baño. Estando ahí, me lavo la cara y comienzo a preparar el jacuzzi para meterme. Entonces la escucho llorar a un volumen bajo.

—Tadeo, ayúdame —dice como en un susurro—. Tú sabrías qué podría decirles a nuestros padres, tú me defenderías de sus regaños, hermano.

Salgo para ir por mi ropa pero trato de hacerlo en silencio. No soy bueno lidiando con mujeres lloronas, soy pésimo para dar ánimos.

Voy caminando de puntitas, pero si querer me tropiezo contra el arco de la puerta. Therine se da cuenta y se sienta, secándose las lágrimas rápido.

—Iré a la playa un rato, no metas a nadie, por favor. —Va hacia su bolso y saca algo de dinero para después simplemente irse. Yo me quedo un poco confundido pero me espabilo pronto, no debo de meterme en sus problemas, suficiente tengo con los míos.

***

Salgo del baño al tiempo en el que mi teléfono suena. Por un momento pienso que es mi padre y que ni caso tiene que vea el teléfono, pero alcanzo a nota que es Dylan, mi menor amigo, por lo que le respondo mientras me acerco a la ventana.

Justo a lo lejos veo a Therine sentada bajo una palmera en una toalla amarilla. Está envuelta en un vestido playero.

—Infórmame —digo a Dylan.

—Bueno, tu padre ha estado echando humo por las orejas. Se ha disculpado infinidad de veces con el señor Samuel y con Vera por tu ausencia, dijo que estás en un viaje de imprevisto de trabajo, ¿dónde estás?

—En playa del Carmen, lo sabes.

—Claro, tu refugio melodramático. —El desgraciad se burla—. Lo siento, solo estoy molestando, te mantendré informado de cada movimiento, ¿vale?

—Sí, sí... oye, no sabes lo que me pasó.

Dylan se muestra desinteresado cuando pide que le cuente, pero una vez que le digo sobre Therine, incluso parece que deja de hacer lo que sea que estaba haciendo para escucharme atento.

—¿Está buena?

—Qué imbécil eres. —Pongo los ojos en blanco pero justo veo cómo Therine se levanta de la toalla y se quita el vestido, mostrando que lleva abajo un bikini blanco. La garganta se me seca horrible—. Bueno, es bonita... no pienses idioteces, ¿sí? No me voy a acostar con ella, me cae mal.

—El sexo lima muchas asperezas —dice burlón—. Bueno, qué sé yo, a mí siempre me caen bien las mujeres que meto en mi cama.

—Bien por ti. —Sigo viendo cómo Therine camina hacia el agua. Su cuerpo parece un perfecto reloj de arena. Tengo que aguantar la exclamación porque aún tengo a Dylan al teléfono—. ¿Vera no ha mencionado nada?

—Ella sabe que tu padre miente, pero parece conforme... ella me da miedo.

—Y mi padre me quiere casar con ella, ahora imagina cómo estoy yo.

—Hasta yo hubiera huido, Agustín, de veras, es muy ansiosa.

Me río y después me despido, Dylan me recuerda que me mantendrá al tanto de cualquier cosa, yo le prometo que buscaré una solución convincente para que este absurdo matrimonio no llegue a concretarse.

Therine se mete al agua y solo entonces noto la pronunciada erección que resalta en la toalla. La vergüenza que me da es aplacada al ver de nuevo a Therine y notar que se ha desmayado en plena orilla y se le están acercando muchas personas. Me regreso rápido al baño y tomo la ropa que preparé para ponérmela.

Ni siquiera termino de ponerme la camisa de botones cuando salgo de la habitación para ir a buscarla. Nadie la conoce aquí, no van a saber qué hacer y al menos yo sé a dónde llevarla y el porqué de su desmayo.

Siento que el ascensor me hace la buena, porque nadie sube sino hasta que está en el primer piso, lo que me hace llegar pronto. Un salvavidas está por darle primeros auxilios y lo empujo para evitarlo.

—Solo se desmayó porque está embarazada, señor. —La tomo en brazos para llevarla de regreso al hotel. Todos se me quedan viendo, mas no dicen ni una sola palabra.

La llevo al ascensor una vez adentro del edificio. Algunas personas me ofrecen ayuda, incluso una señora juntó sus cosas y me sigue para entregármelas. Estamos los tres en el ascensor.

—Felicidades —dice de repente para matar el silencio—. Se ve que vas a ser buen padre, ya eres buen esposo, llegaste rápido.

No sé ni qué responderle. Supongo que todos en la playa se confundieron como ella. Estoy por decirle un al menos "es mi amiga" pero Therine comienza a despertar.

—Ay, mi cabeza —Se queja y luego siente que está suspendida y me abraza del cuello. Sigue con los ojos cerrados, creo que aún no supera el mareo.

—Ya, jovencita, tu esposo te lleva a su habitación —dice la señora, sobando el hombro de Therine. Ella suelta una risita burlona pero no dice nada.

Los pisos restantes la señora me da indicaciones de qué darle para que no se sienta mal, me dice que pida tés y algunas comidas.

Ya en la habitación, ella es la que entra primero y, una vez que deja las cosas de Therine en el sofá, se va, repitiéndome que la cuide mucho. Yo me quedo con las malditas ganas de decirle que está equivocada con respecto a nosotros.

—Oye —recuesto a Therine en el sofá junto a sus cosas, ella aún se ve desorientada—. ¿Te sientes bien?

Me mira un segundo antes de asentir.

—Todo iba bien hasta que me comencé a marear. —Me cuenta y de la nada se pone a llorar—. Creo que tendré que volver a casa ya, los síntomas del embarazo son horribles.

—Bueno, tú te inseminaste. —Me cruzo de brazos, exponiendo mi punto. Eso la hace enojar y me lanza su toalla.

—Porque quiero tener un bebé, baboso, y no me estoy quejando de los síntomas en general, es que no quiero volver a casa, y no me puedo quedar aquí.

Llora más fuerte. De veras que está loca.

—¿Por qué siempre me tienes que lanzar cosas? —Pongo la toalla en el suelo—. Los síntomas van a pasar eventualmente, la señora dijo que puedes tomar tés o comer ciertas cosas para calmar eso. En todo caso, ¿por qué no quieres volver a tu casa?

No me dice nada y solo baja la cabeza.

¿Habrá un problema con que se devuelva a su casa? No sé, me conviene que se vaya, pero su cara es todo un poema.

—Mi familia no sabe que estoy embarazada, y no les puedo decir que fue porque me inseminé. —Toma aire, aterrada—. Además piensan que la inseminación es una cosa terrible y antinatural. No puedo pensar ahora en qué inventarles, usé este viaje como escondite.

Ya somos dos.

—Pues diles que tu novio te embarazó y dejó. —Intento darle soluciones pero parece que esa ya la pensó y la descartó.

—Llevo dos años soltera, me creerían lo del novio solo si se los llevo, lo cual es imposible, además, los novios que he tenido nunca los conocieron. Dios, no sé qué hacer, soy una adulta que aún depende de sus padres para tomar decisiones.

—Bueno, tenemos una cosa en común, qué sorpresa. —Me siento a su lado y suelto un bufido, tapándome la cara con mis manos—. Yo huí de mi padre y la idea absurda de casarme con la hija de su socio.

—Qué cobardes somos, ¿eh? —Para de llorar, pero suelta un suspiro—. Bueno, iré a empacar mis cosas, no puedo huir para siempre. Gracias por traerme de la playa, Agustín.

Toma la toalla del suelo, la enreda en su cuerpo y se va a la habitación.

Bien. Se irá... ¿Por qué eso no me hace sentir tan bien ahora?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro