Capítulo 16
Maratón 2/3
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AGUSTÍN
En mi vida había esperado a que un mes pasara tan rápido y más que llegara a estar un sábado por la tarde tan ansioso y, luego de este estresante mes evadiendo la necesidad de mi padre de poner a Vera como su "recadera" de él para mí y Vera intentando hablar más allá de sus recados; de Therine encerrada en la oficina adelantando las historias de "Un día, una historia de amor" —que según ella quiere adelantar lo más que pueda antes de que el bebé nazca—, y escribiendo los siguientes guiones —que por supuesto no me quiere mostras—, al fin es sábado.
—¿Caballero irá con nosotros? —Pregunta, mostrándome la correa antes de decidir si ponérsela o no. Yo asiento—. ¿Ya puedo saber a dónde vamos?
—Te llevaré a conocer a Arturo —digo y la insto a caminar fuera. Caballero incluso se pone algo inquieto, a él le gusta ir a casa de mi hermano y jugar con mis sobrinos—. Te caerán bien Marisol y mis sobrinos.
Con miedo a que mi entusiasmo la incomode o haga que me reclame por elegir como "premio" que le presente a mi hermano, intento que mi voz suene neutral.
—También iremos a otra parte después, esa sí no te la voy a decir.
Therine, para mi sorpresa, ambas ideas le parecen buenas por lo que se adelanta a subirse al auto. Pone a Caballero en el asiento de atrás y me dice que nos apresuremos.
Es extraño para mí que no me haya reclamado sobre mi comportamiento en las últimas semanas. Digo, desde que llegamos de la playa nos hemos comportado tan íntimos que, que este compromiso sea falso, ni siquiera lo hacemos notar ni cuando estamos en privado. Hemos tenido sexo estas semanas y dormimos acurrucados como si nuestra relación fuera muchísimo más que un trato.
Y he de admitir que me fascina esto. La compañía de Therine ha hecho que se me quite esa necesidad de esperar a que mi padre apruebe que haga exactamente lo que me pide. Ha hecho que lo enfrente y este se aplaque un poco. Y qué decir de mi mamá, ella la adora muchísimo, estos días ha ido a verla a la casa y hasta Therine la invita a comer, justo el miércoles estaban las dos junto a la madre de Therine, y esa noche ella me dijo que hablaron de cuándo irían a que ella se probara el vestido de novia.
Llegamos a la casa de Arturo media hora después. Elegí venir tarde porque a esta hora ya ha llegado de trabajar en la obra.
Bajamos. Caballero se pone a ladras antes de que yo toque la puerta y Marisol la abra riéndose.
—Este perro nunca deja que vengas de sorpresa, escucharlo ya nos avisa que llegaste —dice y se acerca a abrazarme y besarme la mejilla—. ¿Cómo has estado?
—Bien, Sol —Nos separamos—. Mira, te presento a Therine.
—¡Ay, tu prometida! —La abraza y Therine le devuelve el gesto riéndose. Arturo debió contarle de ella cuando los había invitado a la fiesta—. Un gusto, Therine, soy Marisol Pérez. Pero pasen, por favor, justo estaba haciendo la comida.
Para cuando entramos, Martina ya está acariciando a Caballero mientras se ríe.
—¡Tío Agustín! —La pequeña de cinco años corre hacia mí y salta a mis brazos—. Ramón se cayó del árbol y ahora trae un yeso.
—¿En serio? ¿Dónde está?
—En su cama... ¿Y ella quién es? —Sé que sobre mi hombro mira a Therine—. Hola.
—Hola —Me giro hacia ella—. Soy Therine, mucho gusto, soy novia de tu tío.
Novia. Sonrío como todo un pendejo.
—Órale —Martina luce sorprendida—. ¿Entonces eres mi tía?
—Síp.
—Tu nombre es raro, tía Therine.
Therine se ríe. Martina me pide que la baje para volver con Caballero.
—¡Eh! Miren a quién tenemos por aquí. —La voz alegre de mi hermano retumba en mi espalda y siento una palmada antes de que me gire para abrazarlo—. Qué gusto verte, hermanito. Ella debe ser la chica, ¿eh?
Se separa de mí y le extiende la mano a ella.
—Arturo Margo, cuñada, un gusto conocerte y tenerte de visita. Siéntete como en tu casa.
Marisol justo nos dice que va sirviendo la comida y yo me ofrezco a ir por refresco a la tiendita de la esquina. Therine me dice que me acompaña porque quiere algo que se le antojó.
—Son unas personas muy lindas —comenta mientras caminamos—. Aunque...
Se detiene, le da pena preguntar, pero yo ya sé lo que quería decir.
—¿Son muy diferentes a mí?
—Creo que suena más grosero que en mi cabeza cuando quería preguntar. —Se pone una mano en la frente—. Perdona.
—Arturo es un gran arquitecto —Le cuento—. No sólo le van los planos, sino también la obra, le fascina estar presente en gran parte del proceso, él te puede revisar quinientas veces los planos durante el proceso para que todo vaya perfecto.
Llegamos a la tiendita, compro un par de refrescos y dulces para Martina y Ramón. Therine pide chocolates y un pan con crema pastelera.
—Ya veo —dice ella cuando caminamos de regreso—. Esto es obra de tu papá, ¿no?
—Sí —Suspiro—. Arturo era el mejor capacitado para la vicepresidencia, pero, según mi papá, él cometió el error de enamorarse de la hija de la empleada doméstica de la casa. Incluso lo obligó a elegir entre la vicepresidencia y Marisol. Y bueno, Arturo es un maestro albañil ahora y es feliz, yo lo he apoyado desde el primer momento, adoro a mis sobrinos y Marisol es un amor de persona.
Me toma del brazo, sonriendo.
—Tú también eres un amor de persona, lamento haberte juzgado mal en la playa.
Sonrío y le beso la nariz. En serio, esto debería molestarle, pero todo parece indicar que le gusta y no tiene problema.
¿Será que ella también siente lo mismo que yo?
***
Después de la rica comida, salimos todos al patio trasero, incluso Ramón quiso estar afuera, sentado aunque sea viendo a su hermana jugar a la pelota. Therine y Marisol se ponen a hablar, comiendo los chocolates que trajimos. Arturo y yo intentamos jugar con Martina aunque en realidad me haya alejado un poco para hablar con él.
—¿Qué dijo el viejo de tu compromiso? —Pregunta, lanzándole la pelota a la niña.
Suelto una amarga risa, pensando en lo incómodo para mí que es que mi hermano se refiera a nuestro padre así, pero bueno, él se lo ganó.
—La odia, por supuesto. —Martina nos lanza la pelota de nuevo—. Pero las cosas no son como parecen.
Arturo nunca ha conocido a un hermano mentiroso, siempre he sido sincero con él por mucho que a veces esa misma sinceridad nos haga pelearnos. Así que le cuento todo.
Yo huyendo del conpromiso que papá me impuso. El error del hotel. Therine y su embarazo. La familia de ella. El trato. Papá sospechando que todo era falso. Y nosotros fingiendo muy bien.
Arturo hasta resive un golpe de la pelota de la sorpresa cuando se lo digo todo rápido.
—¿Estás bien, papi? —Martina le grita preocupada.
—Sí, Mar —Se soba la cara y vuelve a lanzar la pelota—. Dios mío, Agustín, esto es una cosa muy loca. ¿Pero sabes qué? No te juzgo, papá nos ha llevado a tomar decisiones fuertes.
Es la primera vez en años que lo escucho decirle "papá" sí que la siguiente lanzada de pelota termina en mi cara.
—¿Estás bien, tío?
—Sí, Martina, todo bien. —Me sobo la cara.
Las risas de Marisol y Therine nos hacen verlas y ellas, en sincronía, fingen mirar hacia otro lado.
Sonrío como idiota.
—Eh, pero ella te gusta, ¿no? —Se ríe—. Digo, sé que tienes cara de pendejo, pero se nota desde lejos que así te trae.
Suspiro y me río.
—Bueno, es complicado, que me guste es una cosa, pero que yo le guste a ella es otra.
—¿Y cómo sabes que no le gustas? ¿Ya le preguntaste o al menos se lo dijiste?
—Claro que no le he dicho, ni le diré, al menos no ahora. —Arturo niega con la cabeza pero sonríe—. ¿Qué va a pasar? Es obvio que me dirá que es muy pronto, porque lo es, mierda. ¿Y cómo se lo diría? "Hola, novia falsa, fíjate que he pensado que lo nuestro podría ser real, ¿me dejas estar contigo y ser el padre de tu hijo?"
Frustrado, tomo aire y lo suelto a modo de resoplido.
—Ya fingen una relación que funciona, Gus. —Pone su mano en mi hombro—. Que se vuelva real, a mi parecer, no cambiaría mucho. Mira cómo te ve, como si todo lo que hicieras fuera interesante.
Miro a Therine, ella sí me ve pero luego gira su cabeza, aparentemente avergonzada.
Arturo se ríe.
—Nunca había sentido tanta necesidad de estar con alguien —comento y me río otra vez. Ya había admitido esto, pero contárselo a alguien tan importante para mí como lo es mi hermano, es algo que me revuelve el estómago—. Aunque papá siempre se ha encargado de recordarme que la empresa es primero que cualquier otra cosa, nunca había tenido a alguien en realidad.
—Claro, solo ligues de una sola noche. —Él sabe bien eso porque ya pasó por lo mismo antes de fijarse en Marisol—. Pero la empresa no lo es todo, al menos no para nosotros, él es el que está aferrado con su puñetero legado. Y, mira, ¿qué legado vendría siendo este? No quiso ni conocer a sus nietos, la única que ha venido es mamá, ella adora a mis hijos y a mi Sol, papá está bien cerrado que no se da cuenta que él solo es quien está alejando a su "legado" por querer regirnos a sus reglas absurdas.
Y no me atrevo a contradecirlo, claro que tiene razón. Papá es terco, siempre quiere tener la razón y eso mismo lo llevará a quedarse solo.
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