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Capítulo 14

¡Actualización sorpresa!

Estoy en el punto que más he esperado escribir de la historia, así que me emocioné y escribí este cap anoche 😩❤️ espero les guste, les caiga mal Marcos y adoren más Therine y Agustín. Las amo recio ❣️

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AGUSTÍN

Despierto con el sonido de mi teléfono. Estoy solo en la habitación, Therine no está por ningún lado y eso hace que sienta un vacío. Creo que admitir que me gustó verla despertar todos los días en Playa del Carmen no tiene nada de malo, pero por supuesto no le puedo decir que quisiera que volvamos a eso, ella me va a mandar al carajo.

Digo, se fue sin despedirse. Solo me dejó un mensaje hace horas, son las diez. El mensaje me llegó a las siete.

"Me llevé tu camisa, Caballero estaba dormido encima de mi blusa"

Sonrío como idiota. Caballero definitivamente se enamoró de Therine muy rápido.

Los perros se parecen a sus dueños, ¿eh?

—¿Hola? —Respondo a la llamada, tallando mis ojos.

—¿En serio estabas dormido? —Es Dylan.

Bueno, estuve con Therine hasta la una de la madrugada hasta que, agotados, nos quedamos dormidos.

—Sí, lo siento. —Me siento, estirándome—. ¿Algún pendiente hoy?

—Sí, ¿quieres que te los mande? Porque tu padre anda que no lo calienta ni el sol, así que no creo que quieras venir.

Suspiro. Era de esperarse, claro que sí. Lo mismo pasó cuando Arturo lo enfrentó casi del mismo modo que yo. Aunque, claro está, ayer no lo enfrenté yo, fue Therine. Recuerdo haber estado viéndolo maltratar a otras personas como si estas tuvieran la culpa de que su hijo mayor no hiciera lo que le pedía. Y eso que a Arturo no le pedía casarse con una mujer que no amara.

—No, voy a ir, si quiero que este plan funcione, necesito pasar al siguiente nivel. —Me levanto para ir a prepararme—. Esconderme no es parte de eso, además, la imagen de niño asustado que le di a Therine ayer cuando papá vino a verme, estando ella aquí, no es muy cercana a la del hombre imponente que le demostré en el hotel.

—¿Lo viste ayer? Vale, ya veo por qué está molesto, ya tuvo el gusto de conocer a Theri.

¿"Theri"?

—Entonces, ¿niño asustado? —Dylan sigue hablando—. Esa es parte de ti, amigo, que esa mujer la conozca no tiene nada de malo. Es más, hasta es bueno que conozca cada faceta de su futuro marido.

Me provoca un no sé qué que diga eso. Además, suena a que se está burlando.

—Ella no va a ser mi esposa —digo, para no quedarme callado.

—Anda, no sé, yo presencié una escena de celos contra mí cuando la conocí que me dio olor a pronta boda. Y me dije a mí mismo que, si no soy el padrino, consideraré que no soy tu mejor amigo.

Se ríe y me cuelga sin más.

¿Él notó eso? En ese caso, esto es peor de lo que pensé.

***

El dolor en mi cabeza es... qué va, una costumbre, pero hoy es más fuerte. No he hablado con papá, pero sé que la conversación está pendiente, solo que ahora está aguantando el coraje por el simple hecho de que no lo dejen tener la razón y el poder.

Entonces entra a mi oficina, tomándome desprevenido.

—Eres un irrespetuoso —dice y yo trato de no volverme un niño pequeño que le tiene miedo.

Tomo aire.

—¿Por decidir sobre mi vida amorosa?

Suelta una risa burlona.

—Por favor, no me vengas con esas ridiculeces ahora, ya confiesa de una vez que le pagaste a esa mujer. —Se acomoda su traje y se pone a caminar por toda la oficina—. El trato con Esteban pende de un hilo, ¿qué no te importa la empresa?

Por supuesto que me vale pito la empresa, ¿qué crees? Es más, ten tu vicepresidencia, métetela por el... Obviamente no se lo digo.

—La empresa está perfecta sin la inversión de un viejo que es más ridículo por querer casar a su hija con un desconocido.

Se detiene y me fulmina con la mirada.

—Solo quiero que te estés con ella un tiempo, mientras se concreta todo. —Vuelve a caminar de un lado al otro—. Vera lo acepta, ¿por qué tú no? Ella sabe que solo será temporal.

—No me gusta Vera, me gusta Therine.

Vale, ya lo pude admitir en voz alta.

—Dios, esa mujer es una...

—Una maravillosa persona que será mi esposa, papá. —Me levanto, sintiendo que si no lo hago voy a vomitar—. ¿No te preocupa por un segundo alguien que no seas tú mismo? Porque el único que cree que necesita de la sociedad del señor Esteban eres tú, Dylan, Berlín, Julio, todos los empreados y yo te hemos demostrado que somos suficientes así como estamos.

—Él tiene contactos internacionales.

—¿A mí qué chingados me importa eso? —Sin evitarlo, lo desafío. O más bien no sé qué hago, pero que no me flaquee la voz es un logro—. Mira, papá, esos contactos los podemos conseguir sin que tenga que hacer algo que no quiero. O simplemente puedes decirle al señor Esteban que no aceptamos su condición.

—Estás comportándote como Arturo. —Aparentemente dolido, me ve, poniénsose una mano en el pecho—. Esta empresa es mi legado, Agustín, eres mi hijo y pronto pasará a ti.

—Arturo está mejor capacitado que yo para este puesto, siempre lo ha estado —suelto, sintiéndome valiente por primera vez desde que entró—. Lo obligaste a irse aún cuando le tiraste ese mismo argumento de tu legado. Dime, papá, ¿de qué nos va a servir un legado lleno de apariencias? ¿O me vas a decir que fingir que tu hijo mayor no existe solo porque se casó con la hija de una empleada doméstica no es aparentar?

—Agustín —Entra Dylan antes de que siga, papá simplemente se sale de la oficina más enojado que como entró, empujando a Dylan a su paso—. Ash, si ese hombre no pagara mi suelto, ya le había roto el hocico.

Malhumorado, termina por entrar.

—¿Qué pasa? —Pregunto, alterado. Paso una de mis manos por mi cabello, esto fue caótico.

—Therine está al teléfono, dijo que te llamó al tuyo pero no respondes —Me señala el suyo al que le trae tapado del micrófono.

Creo que mi teléfono ni siquiera tiene carga... esperen, ¿por qué Therine tiene el número de Dylan?

Tomo aire antes de responder.

—Hola, Therine, ¿qué ocurre?

—Bueno, no sé cómo decirte esto. —Suena angustiada, pero suelta una risita antes de hablar—. ¿Puedo vivir contigo unos días?

—¿Qué? —No entiendo nada, pero el solo hecho de pensarlo me baja los zumos que me subió mi padre y sonrío—. ¿Qué hay con pasar más tiempo en tu casa?

—Explotó mi tubería. —Se vuelve a reír—. Bueno, más bien las tuberías de todo el condominio, los vecinos ya están desalojado, fue un problema general. Mira, iría con mis padres, pero mi habitación era la casa del árbol, la que era mía antes de esa, pues está llena de cachivaches de papá, eres mi única opción, ¿vale?

¿La suerte está de mi lado?

—¿Quieres que vaya por ti?

Escucho un suspiro de alivio de su parte.

—Gracias, sí, solo llevaré lo necesario.

—Llego en quince minutos.

***

Deja sus cosas a media sala para sentarse en el sofá y soltar un bufido.

—Qué desastre. —Pone sus manos en su cabeza—. Por primera vez planeo quedarme más de un día en mi casa y me pasa esto.

—Dijeron que lo arreglaban en unas semanas —comento, recordando lo que Caro dijo, repitiendo lo que los encargados de la reconstrucción de todas las tuberías explicaron cuando pidieron desalojar a todos.

Ella se queja otra vez.

—Lo sé —Me mira—. Te pagaré mi estancia aquí, lo prometo.

—No te estoy pidiendo que me pagues. —Me río—. Estamos comprometidos, tenías que vivir aquí de todos modos.

Niega con la cabeza, tomando mis palabras con humor.

—¿Puedo darme un baño? —Pregunta, revisándose la ropa que está hecha un desastre. Aún lleva mi camisa.

—Estás en tu casa. —Sonrío—. Por mientras prepararé la comida.

—Gracias.

Saca ropa de una de las maletas y se dirige a la habitación. Yo a lo mío. Me siento repentinamente feliz a pesar se mi encuentro con mi padre, además, por primera vez pude decirle lo que pienso, es un gran avance.

Hago de comer una ensalada de atún y justo la tengo lista para cuando ella sale del baño. Me sonríe y se sienta frente a mí en la mesa.

—¿Y Caballero? —Pregunta y lo busca por todas partes.

—Con mi mamá, en la mañana no estaba la vecina, a veces se queda con ella, y Dylan no quiso cuidarlo, dijo que le comió un par de zapatos.

Ella se ríe genuinamente.

Me gusta que se ría así.

—Bueno, ahora que me quedaré aquí, me tocará cuidarlo. —Se lleva a la boca un pinchazo de ensalada—. Diablos, se sentirá extraño no trabajar desde mi escritorio.

—Puedes usar mi oficina —Le señalo el pasillo que queda al lado opuesto de la habitación—. Instala tus cosas ahí, no la uso mucho.

—Hablando de eso, ¿no tendrías que estar en tu oficina? Me refiero a la de tu empresa.

—Bueno, me peleé con papá, lo que me falta lo haré desde aquí, solo es terminar de enviar unos correos y revisar unos planos que hice para dos edificios.

—¿Entonces eres un arquitecto? —Parece muy interesada. Yo asiento, sintiéndome de algún modo apenado—. ¿Fue elección o tu padre...? Ay, perdón, eso fue grosero.

Me río.

—No, no me obligó papá, me gusta ser arquitecto, la cosa es que, no me siento lo suficientemente capaz para estar al frente de la empresa, además, me gusta dibujar, pero no planos todo el tiempo.

Eso parece llamar más su atención.

—¿Y qué te gusta dibujar? ¿Tienes algún dibujo que me muestres?

—Los tengo aquí en mi oficina... —Solo entonces recuerdo que no debí ofrecerle mi oficina, porque ella se levanta para que la lleve a verlos—. No, son horribles.

En realidad no quiero que vea que las paredes de mi oficina están llenas de cada número de "Heroísimo y torpelina".

—Déjame verlos. —Me hace un puchero del que rápido se arrepiente. Aclara su garganta—. Yo podría calificar si son horribles o son buenos. Prometo no ser dura.

Tomo aire. En realidad nada me pondría más feliz que ella los viera, digo, teniendo visión de artista, creo que me sentiría más confiado. Además, cuando me dijo que era Teria, quise mostrarle el cómic enmarcado porque estaba emocionado.

—Vale, vamos —La insto a caminar y la sigo a la par para abrir la puerta al tiempo en el que ella quiera dar un paso dentro—. Antes que nada, quiero que sepas que hay algo dentro que me da un poco de pena, bueno, no me da pena, pero no quiero asustarte.

Ella se ríe y yo no entiendo a qué se debe su gesto.

—No me digas, ¿hay material sexual para sexo de oficina? —Pone sus manos juntas, como si tramara algo—. ¿Tengo que firmar algún contrato turbio?

—Oye, no. —Suelto todo el aire de mis pulmones y también me río—. Es algo menos obsceno, pero sí más personal. Es una... colección.

—Entremos, no voy a juzgarte —Tranquila, mueve la perilla de la puerta—. Yo colecciono mis...

Se queda callada cuando entra.

Espero que no crea que soy raro.

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