Capitulo 28 - Breve consuelo
¿Saben algo que en definitiva pudo haber sido cine? dejar inconcluso el fic jajaja y que el ultimo capitulo se llame "ni en sueños" Damn, que fuerte. ¡Volví! Tengo problemas para concretas escritos y estaré subiendo algunos más que tengo por ahí. A ver si me animo a terminarlos. En serio muchas gracias a quienes aún siguen esperando esta historia. Si pueden dense un paseo al otro fic. Sin más, espero que lo disfruten.
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『Tiro al blanco』
La ciudad de Tomioka presenciaba un bello atardecer, la gente estaba de regreso a sus hogares y los estudiantes disfrutaban de sus salidas. Niños rogaban por permanecer en el parque y las aves que se encontraban descansando en los árboles partieron rumbo hacia la fábrica de seda.
La parvada sobrevolaba el sitio. Incapaces de aterrizar o siquiera acercarse al lugar. Duró unos cuantos minutos que en círculos acompañaron a los cazadores a presenciar la puesta del sol.
En el suelo se encontraban ambos demonios. La segunda ronda fue finalizada dejando como ganador al híbrido. Aprovechando la debilidad más grande que tenía la poseída, la cantidad de sangre disponible. Los impulsos por darle una paliza al bellaco hicieron que ella se pusiera creativa a la hora de propinarle una paliza a Denji, pero aprovechando su progresiva bajada de nivel, no fue reto para el rubio hacer que ella quedara fuera de combate luego de unos cuantos intercambios de golpes.
—¡Maldita sea bellaco, déjame quitarte sangre para que te pueda romper el culo!
—Ni lo sueñes, pendeja. A mí no me dejan volverme en el motosierra, entonces te jodes para conseguir sangre. Te voy a partir en dos en la tercera ronda.
—¡Vete a la mierda! Esa comida será mía.
—Ni hablar. Yo ganaré, comeré hasta reventar y robaré el resto para dárselo a Kobeni.
—¡Agh! Maldita enana, también roba un poco para mí, te salvé el culo del maestro Kishibe.
—Bueno, solo si limpias tus desastres cuando vayas al baño.
—P-pero...
—Y deja limpia la regadera cuando te duches. Estoy harto de quitar tus putos pelos del jabón.
—Tch. Bien, lo haré. Pero te quedas con nosotros. No quiero estar a solas con coleta cuando volvamos a casa.
—¿Por qué tanto miedo a ese idiota?
Power recordó todo el desastre que hizo en la recámara de Denji y muy seguramente Aki ya había regresado a casa. La rubia trago saliva y le daba miedo la idea de que por un mes comerían vegetales en todas las comidas sin excepción.
—Por nada...
—Bien, tienes mi palabra. El que gane no importa quien, le compartirá comida al otro ¿Entendido?
—Entendido... ¿Aun así puedo tomar de tu sangre?
—¡No!
—Pendejo.
Los dos rubios quedaron observando el cielo. El naranja dominaba en lo más alto, las aves volaban en círculos y ambos sintieron cierta paz al observar una escena tan armoniosa.
El viejo maestro se había encargado de hacer unas cuantas llamadas, la división de Gunma se encontraba preparada para cualquier orden y lo que acataron fue conseguir unos baños móviles, comida y agua. Les tenía un anuncio que sería del nulo agrado de sus alumnos.
La fábrica recuperó temporalmente la luz. Alejados de la sección donde Denji y Power estaban tirados, Kishibe y Kobeni tenían sus propios asuntos, la cuarta hija se reincorporó y recuperó la compostura. Haka la había abandonado de nuevo.
El veterano ignoró los sentimientos de su alumna, comprendía lo que ella pasaba, pero no le importaba. Los pensamientos de Kishibe fueron simples, le solicitaron entrenar a un trío de pendejos, no a ser su niñera y mucho menos un psicólogo.
—¿Y bien, te encuentras preparada para disparar o te devuelvo a tu casa?
—E-estoy lista... sólo qué... no me siento bien sujetando un arma todavía. Es pesada y fría.
—Tienes razón. Te irás acostumbrando, antes de que el demonio pistola atacara a nuestro país, era de mayor facilidad para nosotros los cazadores usar este tipo de armas, no somos como los norteamericanos que tuvieron una obsesión por crear armas grotescas, pero al menos yo podría enseñarte a usar un rifle francotirador.
—G-gracias... supongo. N-no me siento cómoda cargando con un arma, me trae malos recuerdos.
—Hmmm. Comprendo tu pesar y es normal, los cazadores estamos hechos para acabar con seres aterradores y violentos... Aunque poniéndolo en ese modo ¿Los humanos somos distintos a ellos?
—S-si... n-no necesitamos acabar con la vida de los demás... solo que se haga justicia, la policía y los jueces se encargarán de los malos.
—Eres una chica muy noble, Kobeni... En fin, basta de charlas. — Kishibe trajo consigo dos pares de orejeras de seguridad, le entregó un par a Kobeni y él se colocó los suyos rodeando su cuello. — Es simple, ya sabes la teoría de cómo manejar el arma, ahora debes conocer la práctica.
Con algunos materiales de insonorización, el interior de la sección de la fábrica que estaban ayudaría a disparar sin tener que preocuparse porque los civiles escuchen el ruido de los disparos. Distintos blancos de tiro con silueta humana se encontraban distribuidos en el entre la maquinaria, vigas y tubos de la sección que les correspondía. Kishibe tenía listo el lugar para que Kobeni tuviera variedad de objetivos.
En cada extremo frente a las salidas de la sección se encontraba un blanco de tiro solitario. Idóneo para los tiros frontales y sin dilación Kishibe disparó, todos impactando en el rostro y en el torso del objetivo. Complacido por su puntería devolvió el arma a Kobeni, le exigió que la recargara y una vez lista en arma, le ordenó apuntar.
El veterano remarcó los errores en la postura de su alumna, la cuarta hija debía mantenerse estable. Apuntando a su objetivo, Kobeni no paraba de temblar y empañar sus manos en sudor, la cuarta hija no deseaba jalar el gatillo y pese a ser un elemento inerte tampoco quería agregar un agujero más al objetivo.
¡BANG!
El veterano observó el blanco de tiro. Quedó impresionado al ver una nueva perforación en el centro de la cabeza, esbozó una leve sonrisa al comprobar el potencial de la mujer.
—Bien hecho Kobeni. Para ser tú primer disparo en un ambiente controlado lo has hecho perfecto, pero no se ejecuta a un demonio con solo un disparo así que tienes que rematar ¿Qué esperas... Kobeni...
Al voltear donde debía estar su alumna se percató de su ausencia. Los ojos del cazador expresaron perplejidad ante tan repentino acto.
—Kobeni ¿dónde estás?
—Ah-Aquí... auch. — Expresaba Kobeni con una ligera voz nasal.
Kishibe bajó la mirada y su expresión perpleja cambió a una de decepción. Observaba a su alumna derribada en posición fetal y con sus manos en el rostro. Kobeni no sostuvo correctamente su pistola y por culpa del retroceso recibió un fuerte golpe en la frente y su nariz.
—¿Te rompiste algo? — preguntó el anciano.
—C-creo que sí... duele mucho, maestro.
Tras un fuerte suspiro, Kishibe se agachó y ayudó a su alumna. Apartó sus manos y observó como la cuarta hija soltaba unas pocas lágrimas, detenidamente miró su golpe y al menos se pudo aliviar que no era necesario hacerle primeros auxilios, no era grave.
—Exagerada. — Kishibe se levantó de nuevo y ofreció su mano para ayudar a Kobeni, la cuarta hija aceptó la ayuda. — Bien, no te rompiste nada, así que sigue disparando hasta que nos quedemos sin munición.
—P-pero...
Kobeni al ver a su maestro, se dio cuenta que no era necesario continuar con su charla ya que la mirada de su profesor cambió a una desafiante. Conocía una fracción de la fuerza del veterano y no tenía ganas de volver a verla así que decidió continuar con los disparos.
El prominente color naranja que reinó en el cielo fue reemplazado por una desoladora oscuridad acompañado de unos cuantos puntos blancos.
Las instalaciones donde Kishibe y Kobeni practicaron cambiaron radicalmente, todos los blancos de tiro tenían perforaciones y el anciano comprobó un aspecto que le interesaba de su alumna. Su puntería.
Si el maestro tuviera que dar una calificación a su alumna tendría un 75 sobre 100. La mayoría de sus disparos dieron en algún punto concreto, otros quedaron fuera de la silueta de su objetivo y solo unos pocos proyectiles impactaron en la pared. Kobeni se disculpaba cuando eso ocurría.
El dedo índice de su mano dominante se quedó adolorido, apretar tanto el gatillo la dejó agotada y también sentía molestia seguir usando las orejeras de seguridad.
—Bien Kobeni. Me has demostrado que te puedo confiar mi espalda cuando necesite cobertura.
—Muchas gracias, maestro. Y-yo... Es bueno escuchar un halago de usted.
—En fin. Apaga las luces cuando te vayas a dormir. Yo me largo.
—Eh... ¿Qué?
—Es muy noche y si no tomo una siesta lo más pronto posible me pongo de mal humor. Cosas de ancianos. No te preocupes por la comida, solicité que te trajeran a ti y a los otros idiotas. Las raciones que más tienen carne pertenecen a Power.
—¿Y dónde voy a dormir?
—La fábrica es muy grande. Dónde te sientas cómoda.
—P-pero...
—Sin peros. No se han ganado el derecho de dormir en un hotel. Tú sigues sin dominar los juguetes que traje y los otros dos idiotas a duras penas pueden con ratas.
Kobeni y Kishibe salieron de las instalaciones hasta llegar a la parte del estacionamiento, solo había un auto. Kishibe le señaló donde se encontraban unos baños móviles, cada idiota tendría el suyo. La comida está en la entrada y deseó suerte buscando donde descansar.
Kobeni estaba asustada, no quería dormir en una fábrica y le pedía recapacitar a su maestro.
—Quisiste ser mi alumna a cualquier costo. Hiciste que golpeara a una mujer, algo que odio profundamente. Me pateaste las bolas.
—Perdón por eso. — Dijo Kobeni avergonzada.
—Y tenemos el tiempo encima. Tarde o temprano la molesta de Makima nos dirá en donde debemos atacar. Ve preparándote, de lo contrario serás otra baja y no soporto que mis alumnos vivan menos que yo.
Kobeni observaba como el vehículo que la trajo a ella y a sus amigos se alejaba de su posición. Por mera cortesía se despedía de su maestro sacudiendo lentamente su mano, a pesar de que a Kishibe parecía no importarle.
—Sigh. Tendré que buscar a Denji.
『Sueño y besos reparadoras』
La cuarta hija llevaba consigo unas cuantas bolsas donde se encontraba la comida de sus compañeros y ella. Recorría temerosa la fábrica, no le gustaba el hecho que estuviera abandonada y saber que podría haber poseídos o demonios en ella. Caminó lo suficiente hasta dar con sus amigos.
Se encontraban afuera de una de las instalaciones de las fábricas. La cuarta Higashiyama se percató de los vidrios rotos y al menos agradecía que las luces de la fábrica volvieran a tener electricidad. Con un poco de miedo dejó delicadamente las bolsas en el suelo y se acercó a Denji.
Tanto Power como el híbrido se encontraban descansando en el suelo. La poseída roncaba de forma ruidosa mientras que los párpados de Denji se encontraban casi abiertos, si Kobeni no se hubiera percatado que su amigo estaba soltando baba, no creería que estuviera dormido.
—Denji... Denji... Tengo comida, vamos a comer juntos... vamos, despierta. — la cuarta hija sacudía delicadamente a su amigo. Poco a poco el rubio iba despertando, visualizó un halo de luz que rodeaba a su amiga solo percibiendo su silueta.
—¿Estoy en el cielo?
—¿Eh? ¿Por qué lo dices, Denji?
—Creo que estoy viendo a un ángel.
Una pequeña risa salió de Kobeni. La pequeña ayudó a su amigo a levantarse y cuando ambos estuvieron de pie, la cuarta quiso ayudar también a su amiga, pero ella ya se había despertado y levantado.
—¿Estabas despierta, Power?
—Desde el momento que percibí que los latidos de los dos se aceleraban, si van a aparearse que sea fuera de mi vista.
—¡No haremos nada de eso!
«¿En serio? Rayos...» — pensaba él motosierra.
—¡MUY BIEN BELLACO! ¿Listo para nuestra tercera ronda?
—¡Siempre he estado listo, pendeja apestosa!
Los dos demonios se posicionaron para el combate, Kobeni se asustó decidió alejarse un poco del campo de batalla. Visualizó a su amigo y le pidió que no se lastimara. Denji no se preocupó, adquirió una postura de pelea y esperó el ataque de Power.
『 ¡Tercera Ronda! 』
La rubia dio el primer paso, corriendo hacia su rival. Denji observaba detenidamente a Power y simplemente cerró los ojos.
Power se detuvo una vez estando enfrente de su amigo, dejando confundida a Kobeni, la cuarta hija se quedó intrigada al ver qué ninguno de los dos mostraba hostilidad hasta que escuchó el ¡PLAP!
—¡TU PUTA MADRE POWER! — Gritó Denji adolorido, frotando su mejilla izquierda tras recibir una fuerte cachetada de su compañera.
—¡Admite que gané la tercera ronda!
—Bien, tu ganaste, pero tenemos un trato, maldita estúpida y si no lo cumples le diré al maestro que todo esto fue un engaño.
—¡Ya te dije que sí te voy a compartir, maldito canalla!
『Sueño y besos reparadores... otra vez』
Power y Denji olvidaron sus diferencias nuevamente. Rieron y se calmaron en la espera de que Kobeni se vuelva a acercar a ellos con la comida. Cuando la cuarta hija se acercó a sus dos compañeros fue Power quien le quitó la bolsa de la comida.
—E-el maestro dijo que tu parte era la que más tenía carne.
—¡El maestro es genial! — expresó la rubia quien encontró unos filetes y algunas bandejas de sushi para ella.
Denji se mostraba un poco celoso por el trato que su amiga recibía, pero tenía claro que Kishibe lo estaba jodiendo por haberse escapado del entrenamiento. Incluso Kobeni tenía más carne que él en su comida.
—A todo esto... ¿Y ese puto viejo? — preguntó mirando a su alrededor el motosierra con el temor de algún ataque sorpresa.
—El maestro Kishibe se fue sin nosotros.
—¿¡Qué, por qué no lo detuviste?! — ambos demonios se mostraron sorprendidos.
—Nos dejó esta comida y unos baños. Supongo que estaremos bien así... dijo que no nos merecíamos ir a un lugar cómodo.
—Puta madre, ese anciano sí que nos odia. — expresó Denji mientras sacaba su parte de la comida.
La cuarta hija mostraba un apetito menor al de sus compañeros demonios, así que ella le regaló unos pedazos de carne y sushi a Denji para que él se sintiera satisfecho. Cómo buen vagabundo no rechazó la comida, pero a diferencia de otras ocasiones le agradeció de forma sincera a su amiga.
Ambos se sentaron cerca e incluso Kobeni sintió la valentía de sujetar con los palillos algunos rollos de sushi y dirigirlos a la boca de su amigo. Era un acto que ella consideraba lindo, aunque siempre era con sus hermanos cuando a veces se negaban a terminar la comida. Esto tomó de sorpresa a Denji.
Era la segunda vez que ocurría que una linda chica le daba de comer al rubio. Cuando se enfrentó al demonio músculo, una de las recompensas fue recibir la comida con ayuda de Makima. El rubio sentía cierto placer de recordar ese día, aunque sus avances con la pelirroja eran nulos.
Pese a los temblores y el notorio rubor de Kobeni, la cuarta hija intentaba mantener la trayectoria de su mano fija a la espera que su amigo comiera lo que ofreció. Denji también quedó un poco perplejo y hasta que ya tenía la comida en su mejilla pudo reaccionar correctamente.
El rubio comió el sushi, adoraba el sabor y amaba recibirlo de parte de su amiga. Power había acabado su parte y se quedó observando a los dos idiotas. Sintió asco, pero lo dejaría pasar. Estaba satisfecha y si no fuera porque sentía frío se dormiría en el mismo sitio donde estaba sentada.
Así duraron unos breves momentos. Dónde la confianza de los dos se hizo mayor, los temblores de la cuarta hija se disiparon y pudo alimentar a su amigo. Denji agradeció a Pochita por dejarle vivir un momento con este.
Una vez acabada la comida. Kobeni guio a sus amigos a dónde estaban los baños móviles, la primera en usarlos fue Power escogiendo el de baño de la izquierda. Tanto Kobeni como Denji acordaron no usar el suyo en un rato, Denji conocía el potencial oloroso de su amiga y Kobeni no tenía ganas de conocerlo.
La pareja dejó a Power en su momento Zen y se decidieron a buscar donde dormir. Caminaron un rato y se percataron que las luces poco a poco se apagaban, la electricidad de la fábrica era cortada y hasta que ambos quedaron a oscuras.
—Mierda, está jodidamente oscuro acá.
—Si... pero, creo que puedo iluminarnos con mi... — Se escucharon unos objetos metálicos caerse no muy lejos de la pareja. — ¡¿Qué fue eso?!
Kobeni aterrada por lo que escuchó se refugió en la espalda de su amigo. Denji quedó sorprendido al sentir un fuerte abrazo de la pequeña.
—Quizá fue un fantasma... o ¡Un demonio!
—N-no digas eso. — La cuarta hija se aferró a su amigo y estrelló su rostro a la espalda del motosierra.
Denji apartó a su amiga, dio una vuelta y teniendo a su amiga frente a él solo la abrazó. Le gustaba sentir su cuerpo tan cerca al de él, los nervios de la cazadora hicieron que sus laditos se aceleraran, tenía miedo de enfrentarse a un demonio a oscuras.
—Si aparece algún pendejo que te quiera hacer daño, lo mataré. No volverá a suceder lo que pasó en el cementerio.
Kobeni no dio respuesta a eso, solo escuchó los latidos de su amigo, a diferencia de ella, Denji guardaba la calma y sus latidos lo expresaban.
—E-está bien. Tan solo pensemos que fue el aire. Vamos a buscar donde dormir.
La pequeña Higashiyama sacó de su bolsillo su celular. Tenía una pequeña linterna con que iluminar el camino, para que ella se sienta segura Denji tomó a la chica de la mano. Ambos estaban bien con esa sensación, entrelazando sus dedos y caminando en busca de un lugar cómodo.
El origen del ruido fueron unas ratas que tiraron unas herramientas. Denji no soportaba verlas después de haber tenido que matar a miles de ellas, Kobeni solo sentía asco y se marcharon. En otras instalaciones solo había maquinaria. El orgullo de la ciudad de Tomioka era un simple cementerio de máquinas y recuerdo de glorias pasadas.
Durante la caminata, ambos encontraron unos pequeños dormitorios, algunas camas ya no tenían colchón mientras que otros tenían los resortes salidos. Encontraron dos en buen estado y suponían que ambos podían dormir cómodos en cada cama. La idea les dio gracia porque no lo iban a hacer.
—Sabes Denji. No creo poder dormirme sin mi pijama.
—Yo antes usaba mi ropa como cobija. Cuando hacía mucho frío en invierno, Pochita y yo buscábamos cobijas o más ropa tirada en los basureros.
—Oh... cierto. Supongo que estará bien, no hace tanto frío.
—¿Bromeas, verdad? Yo me estoy congelando. — Denji fingía temblores y castañeaba sus dientes de forma exagerada.
Kobeni fingía como si no tuviera de otra más que acostarse en la misma cama con Denji. Lo abrazó y le preguntó si sentía más calor. El motosierra estaba feliz de que su pequeño plan funcionara. Correspondió el abrazo, ambos estaban descansando mientras disfrutaban del momento.
La cuarta hija pegó su oído al pecho de su amigo. Escuchaba esos latidos que tanto la tranquilizaban, mientras que Denji colocó su mano en la espalda de su amiga, sentía las respiraciones de ella. Ambos no tenían problema con lo que hacían, les agradaba.
Kobeni no contaba con la valentía suficiente de confesar lo que sentía por Denji. Tenía ese cierto miedo al rechazo, pensando si Makima aún era el objetivo del motosierra, el rubio por su lado seguía confundido, le gustaba ambas chicas, pero la única que sí parecía estar interesada en él era con la que compartía tan agradable momento.
Así como lo fue en el sofá. Denji imitó a su amiga, la mano con la que sentía las respiraciones de su amiga se movió de sitio. Se iba aproximando al cuello, acto que dejó más nerviosa a la cuarta hija. Denji sentía la piel suave de su amiga, la oscuridad era su único problema al no poder ver el increíble rostro sonrojado que tenía Kobeni.
Cómo explorador español en tierras americanas. La mano del motosierra continuaba su pequeña travesía en el cuerpo de su amiga mientras que ella sentía nuevas sensaciones.
Denji sintió la delicada mejilla de Kobeni. La acarició de forma gentil, lo que dejó aún más estremecida a la pequeña Higashiyama, Kobeni solo pudo responder tomando la mano de su amigo e intentar apartarlo, no sabía a dónde llegarían si dejaba que él siguiera con esto. El motosierra no le permitió apartarlo.
—¿T-te estoy incomodando? — Tras un breve momento de silencio. Kobeni cedió ante el deseo de Denji, su mano se apartó de la de él.
—N-no... puedes continuar.
Denji continuó con su recorrido. La mano bajó un poco y se colocó en el mentón de ella, las facciones tan delicadas y finas de su amiga le encantaban, quería tocar, aunque sea un breve momento sus labios, pero era consciente que eso la abrumaría aún más de lo que ya estaba. Sentía un poco el nerviosismo de ella, la cuarta Higashiyama luchaba por no transpirar, pero le era imposible, estaba siendo acariciada por el chico que le gustaba.
El rubio sintió el cabello de su amiga. El cabello oscuro y liso de Kobeni le gustaba, algo ordinario si lo comparaba al pelirrojo de Makima y el rubio de Power, sin embargo, Denji parecía estar fascinado con acariciarlo y moverlo, su mano se posicionó a la espalda de su amiga y delicadamente le fue removiendo la liga de su cabello.
A diferencia de las otras dos compañeras, la longitud del cabello de Kobeni no era tanta y aún así el motosierra se imaginaba usando su cabello como si fuera un mostacho, solo para jugar con ella. Su mano continuó su curso acercándose a su frente y molestándola una vez más.
Tocó los pasadores del cabello de Kobeni. El rubio le quitó uno y aunque escuchó como Kobeni le pedía que se lo devolviera, hizo caso omiso, el mismo se lo intentó colocar y cuando se lo puso le preguntó cómo se veía.
—No tengo mucha batería en mi celular y tampoco puedo verte bien. Pero seguramente... algo guapo.
—¿Te parezco guapo?
La cuarta hija se quedó callada. Volvió a pegar su cabeza al pecho del motosierra. Le repetía una y otra vez a Denji que era un tonto. El rubio solo se sintió feliz de ver cómo su amiga lo negaba con sus palabras, pero lo afirmaba con sus actos.
—Lo tomaré como un sí.
—Y-yo no he dicho eso.
—Ajá. Bien, supongo que ya podemos descansar.
Antes de que el motosierra cerrará los ojos, Kobeni empezó también su recorrido, ahora a la inversa que lo sucedido en su departamento. Desde la mano de su amigo hasta llegar al cuello, la senda que había escogido la cuarta hija dejó temblando al Rubio. Nuestra protagonista le estaba pagando con la misma moneda al motosierra por dejarla estremecida.
Al llegar al cuello, la cuarta hija volvió a sentir esa rara necesidad de querer besar a su amigo, pero no quería ser espontánea, siempre debía tener una justificación y no la estaba encontrando. Lentamente avanzaba su mano hasta llegar a la mejilla izquierda de su amigo, pese a ser un tipo duro, Denji se quejó un poco.
—¡Ay! ¿Te lastimé?
—Nah. Fue la estúpida de Power, la pendeja no midió su fuerza y la puta cachetada si dolió. — Denji soportaba mucho daño, pero no esperaba ese golpe con tanta fuerza de su amiga.
Kobeni lo había encontrado. Esa excusa para besar a su amigo. La cuarta Higashiyama se empezó a levantar lentamente en dirección al rostro del chico. Acto que dejó totalmente nervioso a Denji, no lo esperaba en lo más mínimo, el empezó a sentir el calor de la respiración de su amiga y poco a poco se empezó a emocionar de más.
Un beso. Había recibido un beso en la mejilla donde recibió el golpe y Kobeni se volvió a acostar abrazando a su amigo. No dio más explicaciones y cerró los ojos.
—¿Qué fue eso? — Preguntaba el motosierra extrañado.
—A veces... para que te sientas mejor, está bien que recibas un beso y creo que había una pequeña frase que la acompañaba, para que te recuperes pronto, pero... ¡Ups! La olvidé.
—Ya veo... — Denji siguió acariciando el cabello de su amiga mientras ella le respondía. Cuando se dirigió un poco hacia su frente, la pequeña expresó un poco de dolor. No era fingido, realmente seguía doliéndole el golpe que ella misma se dio por el retroceso de la pistola. — ¿Te duele?
—U-un... poco. No es la gran cosa, yo solo soy muy torpe todavía.
Sin responder, Denji hizo lo mismo que ella. Se acercó hacia donde ella parecía dolerle y le dio un breve beso. Esperaba que se sintiera bien con eso y Kobeni agradeció el acto de buena fe. Agradecía que las luces estén apagadas, después de recibir el beso Kobeni quedó totalmente roja. Quería cerrar nuevamente los ojos, hasta que escuchó un ¡Auch!
—¿Qué te pasó? — preguntó la cuarta hija.
—Creo que me mordí un labio y... puta madre, como duele.
La cuarta hija le dio gracia la tonta idea que el motosierra tenía. Otra excusa para que suceda lo mismo que en su departamento, ella la verdad no tenía nada en contra.
—¡Auch! — Expresó Kobeni.
—¿Y a ti que te paso?
—También me mordí el labio. D-dios, tienes razón duele demasiado.
—Supongo... qué..
—Denji... creo que ambos suponemos lo mismo... — Kobeni se aproximó poco a poco a su amigo.
El chico cedía al deseo. Lentamente el rostro de los dos se pegaba, ambos necesitaban excusas para poder lograr su objetivo y pese a lo tonto que fuese, al menos les funcionaba.
Los labios de ambos chicos se aproximaron y lograron entrar en contacto. Los dos cazadores volvieron a tener un momento íntimo y pudo ser perfecto. De no ser porque...
—¡BELLACOS DE MIERDA! ¿POR QUÉ NO ME ESPERARON?
—¡MALDITA SEA POWER! — La pareja había gritado lo mismo. Incluso Kobeni se frustró por no poder avanzar con el motosierra.
—¡Está haciendo un puto frío! Voy a dormir con ustedes.
—¡No! Allá hay otra cama. — Denji le gritó a su amiga, usando la linterna del celular de Kobeni le enseñó en donde estaba. — ¡Duérmete ahí y no interrumpas, maldita estúpida!
—¡Te salvo el culo, te comparto mi botín y voy a limpiar mi maldita mierda del baño! ¡Soy la mejor amiga que podrías desear y me cambias por una jodida enana!
—P-power, sigo aquí. — respondió Kobeni ante los insultos a su persona.
—¡Silencio enana! Dormiré en esa cama, pero si percibo que ustedes se ponen cariñosos, no duden que les lanzaré una jodida lanza en la cabeza.
La advertencia malhumoró a Denji, mientras que Kobeni trago saliva por pensar que Power si era capaz de matarla. Ambos dejaron lo que estaban haciendo y prefirieron dormir. Se abrazaron y la cuarta hija continuó escuchando los latidos del corazón de Denji.
Pese a todo lo malo que vivía, había encontrado a alguien con quién reconfortarse.
『Reuniones』
La jefa de la cuarta división tenía oídos y ojos repartidos en distintas zonas de la nación. Escuchaba rumores, hechos y mentiras. Entre los barrios más rezagados y las cúspides de la sociedad se escuchaba una noticia en común.
Alguien estaba jodiendo a los Yakuza.
Desde el ataque del hombre katana hacía seguridad pública, distintas bandas criminales quedaron en el ojo del huracán. Algunos operativos policiacos hicieron que arrestaran a miembros de bajo rango de estas pandillas.
La pelirroja era consciente que no se podía utilizar los mismos métodos que los empleados por la policía, demorarían demasiado tiempo y para peor, solo atraparían a la basura de los criminales. Su plan fue sencillo sin riesgo a ser descubierta, mandando a sus nuevos juguetes a capturar, interrogar, torturar y luego limitar su tiempo de vida. No esperaba ninguna respuesta de interés, la mayoría de la gente que buscó no estaba relacionada en el crimen, madres, hermanos y parejas, eran lo único que buscaba.
Regresó a cada uno de ellos a su respectivo hogar y como niño jugando a ser dios, causó un desastre en el hormiguero. Distintas bandas criminales quedaron expuestas, atacándose en público, algunos crímenes fatales ocurrieron en venganza por lo sucedido a sus familiares.
Makima esperó pacientemente. La captura de varios sicarios de un rango superior había sucedido, entre ellos Renjiro. A través del primer ministro consiguió un permiso para interrogar a algunos de los criminales, pidiendo más detalles de lo sucedido.
Algunos sicarios se sintieron extrañados. No tenían la remota idea de porque una cazadora de demonios se estaba metiendo en asuntos policiacos, pocos fueron realmente cooperativos y no aportaron ninguna información de valor.
La actitud tranquila de Makima hacia todos los criminales que interrogaba era inquietante. Cada criminal al terminar el interrogatorio prefirió quedarse en prisión, fue extraño para los policías como Makima lograba hacer que los criminales pasaran de ser violentos a dóciles. Dejaron de significar un riesgo para la seguridad de Japón, pero aún no daba con la información que le interesaba.
El último de la lista. Aoji Renjiro. Arrestado tras asesinar a dos miembros de una familia Yakuza rival. Un perro de Kazuo y que a veces acompañaba a Daiki cuando este quería divertirse con Higashiyama Kenji.
Renjiro se encontraba esposado. Al igual que en interrogatorios pasados, Makima invitó al prisionero a sentarse en la única silla vacía. Un policía tenía que vigilar la escena mientras que otros observaron a través de cámaras las expresiones del prisionero.
Una vez sentado el sicario, Makima ofreció una botella de agua por mera cordialidad y aunque Renjiro le mostró sus esposas, ella solo quedó sonriente, le ofreció darle de beber si a cambio de este gentil acto él se vuelve otro de sus lindos perritos.
Esto desconcertó a Renjiro. Dejándolo malhumorado y con una expresión hostil hacia la jefa de la cuarta división. A Makima le agradaba eso, le fascinaba tener en frente suya a un aura retadora.
—¿Pará qué putas estoy aquí? ¿Quieres burlarte de mí, estúpida?
—Negativo. Todo lo contrario, vengo a serte de utilidad.
—¿Para qué?
—Acabar de raíz el problema que te ha caído encima. Al igual que los policías, los cazadores de demonios hemos sido golpeados gravemente por culpa de unos cuantos criminales. Sé reconoció el origen de algunos, meros Yakuza cuyo origen se mantiene desconocido. Han sabido ocultar muy bien sus registros.
—¿Y eso a mí que me concierne? Yo no participé en esa mierda. Solo una bola de imbéciles les dio por hacer destrozos, creyéndose igual que esos jodidos demonios.
—En efecto. Hay humanos que se quieren hacer creer que son demonios. No hay nada más repugnante que eso y por eso deben ser neutralizados. Hemos oído ciertos rumores, rumores un tanto dolorosos para gente como tú.
Renjiro no dio una respuesta fija. Pero sus ojos mostraban nuevamente ese desconcierto y Makima percibía que poco a poco inquietaba a su sujeto de interés.
—Alguien ha estado dañando a sus familias. Secuestrando y arrebatando un bien preciado, su visión. No podemos permitir que en Japón se vivan situaciones como esas, por lo que debemos reunirnos con la mayor cantidad de familias de la mafia para llegar a un cierto acuerdo.
—¿Y cómo sabes que nuestros familiares están siendo afectados?
—Una araña me lo dijo.
—¿No querrás decir un pájaro?
—Sé perfectamente lo que dije, señor Renjiro. A cambio de la información que me entregue y me sea de utilidad, usted tendrá una baja considerable en su condena, será puesto bajo protección de testigos y quizá, encontremos la forma de recuperar la visión para Yuriko.
—¿Y tú cómo conoces el nombre de ella?
—La pregunta correcta más bien es ¿Qué no sé? Y la respuesta es la localización de Kazuo. No estoy jugando a policía bueno ni a policía malo, solo hago mi trabajo buscando justicia por mis colegas caídos y tú deberías buscar la forma de ayudar a tu novia. — tras la respuesta, la expresión de Renjiro pasó de ser una desafiante y desconcertada a una temerosa.
Makima tenía a Renjiro donde lo quería. De no ser por la compañía innecesaria de la policía, ella tendría una mayor libertad de hacer sus movimientos con menor cautela. De todos modos, Renjiro había caído, el sicario empezaba a generar un temor hacia la persona que tenía enfrente.
La pelirroja lo notó a la perfección y aprovechó para hacerlo hablar. Escuchó todo lo que necesitaba incluyendo a quien tenía que recurrir en realidad para localizar a Kazuo.
Con una pequeña sonrisa, Makima observaba a Renjiro como un cazador a su presa. La mirada desafiante del criminal había desaparecido y con ello el interés de Makima en el. Makima cruzó los brazos y los puso sobre la mesa, inclinó su cuello para visualizar con más detenimiento al hombre que interrogaba.
—No hay nada que me agrade más que un perrito obediente. Desearía que pudieras darme más información, pero ya tengo todo lo que necesito.
—¿Cumplirás con tu parte? Señorita...
—Claro. Siempre cuido de mis perritos, incluso cuando son reacios a ladrar en primer lugar. No me vendría mal escucharlo de tu parte.
—Woof. — escuchar a Renjiro ladrar dejó sorprendidos a los policías, Makima quedó complacida por tal acto de obediencia y se levantó de su asiento.
Agradeció a los involucrados y se despidió de todos, incluyendo a Renjiro. Tenía la información que necesitaba y solo le faltaba un acompañante. Ángel se encontraba descansando, Prinz tenía otras obligaciones y Beam estaba resguardado.
Makima hizo un simple llamado a los cuarteles, ordenando al poseído de la Violencia y a un chófer, harían un pequeño viaje. Makima no dio más información, la pelirroja salió del edificio y observó el cielo, amaba verlo y más cuando pasaban las aves.
En breve un conductor de la organización llegó a recoger a la jefa. Un saludo cordial entre ambos y posterior silencio, Makima tenía todas las piezas donde las quería y era cuestión de horas para que su perrito favorito; después de Tiramisú, mejore sus habilidades. Nuevamente la frívola sonrisa de la mujer se hizo presente, observando a las calles esperando dar su siguiente movimiento.
Sin entrar a los cuarteles, el chófer y Makima esperaron la llegada de su acompañante. Saliendo del edificio y aproximándose a paso rápido, llegó un hombre de gran altura vestido con el uniforme de la organización acompañada de una capucha. No sé podía reconocer su rostro, en su lugar, ocupaba una máscara de gas con un diseño similar a los usados en la peste negra.
Apurado y con una bolsa en la mano. Abrió la puerta trasera del vehículo y entró. Se disculpó por la demora en el punto de encuentro y se excusó al no saber cómo se usaba la cafetera.
—Wow ¿Trajiste café?
—¡Así es! No sabía cuántos íbamos a ir a la misión por lo que hice cuatro, aunque se me cayó uno así que solo nos quedan... ¿Dos?
—¿No deberían ser tres, señor Violencia?
—Si... — El poseído de la violencia quedó pensativo y recordó que por las prisas dejó un vaso cerca de la cafetera. — ¡Ay! Ya recordé, si me permite puedo regresar por el.
—No hace falta. Ya no falta nadie para nuestra pequeña reunión con Daiki. — Makima abrió la bolsa donde se encontraba el café y tomó uno. — ¿Gusta uno?
Makima ofreció el otro vaso hacia el conductor. El hombre aceptó y comenzaron el camino rumbo a la dirección que les dio el sicario. La conversación entre el poseído y la jefa fue amena.
—Sabes. Quizá exista una forma de modificar tu máscara un poco y permitir que puedas ingerir alimentos.
—No hace falta. La verdad no tengo ninguna clase de apetito, pero es agradable ver a la gente cuando disfruta de la comida.
—Me agrada esa mentalidad. Disfruta del trayecto, debemos estar cada vez más cerca de Daiki, procura no hacer ninguna locura y yo seré la única que puede hablar.
—¡Hecho! De todos modos, no quería entrar en conflicto con nadie. Sabe... ¿A usted le gustan los Haikus?
—Mmm. Me gusta la poesía, pero no es mi fuerte. Quizá la pintura... ¿Viste los cuadros que están en la recepción?
—¡Claro! Los jefes antes de usted. Son geniales.
—Yo restauré algunos y otros los decidí reemplazar. Los únicos que no se me permitió hacer modificaciones fueron los más recientes, igual la fotografía es genial, pero tienes más control de la imagen cuando tú eres quien sostiene el pincel.
—Además de gran jefa y salvadora, es una artista ¿Hay algo que no haga bien?
—Repostería.
—¿En serio?
—Sip.
—Wow.
El camino los condujo hacia un almacén. Se encontraba activo, algunos camiones y trabajadores transportaban cajas, esperando salidas y entradas de mercancía. La jefa y su acompañante salieron del vehículo estacionado y por cualquier eventualidad le dijo al chófer que se retire y ella lo llamaba.
—¿Hay algún plan?
—Solo una entrevista.
—¿Cómo de reportaje de televisión?
—Pero policiaco.
—Entendido... «No sé cuáles son esos» — respondió internamente violencia.
Las miradas no se hicieron esperar. Makima incluso usando un abrigo que le cubría casi a la altura de los talones fue objeto de miradas incómodas de extrañeza y deseo. Nada cambiaba la expresión tranquila de la jefa.
Un andar tranquilo, lo que notaba es que ninguno era de interés para ella, ninguno tenía esa aura hostil que ella misma se encontraba buscando. Violencia guardaba sus manos en sus bolsillos, tranquilo y con ganas de silbar una canción, tenía ganas de visitar alguna biblioteca, desafortunadamente no se le permitía salir de los cuarteles sin ningún tipo de autorización.
—¿Alguno de ustedes conoce a Daiki? Es un amigo de un amigo. Necesito reunirme con él. — Makima en pleno centro de la fábrica habló en voz alta. El tono serio y sin titubeos hizo que todos los que se encontraban en sus puestos se detuvieran.
—¡Te lo digo si pasas una noche conmigo, muñeca! — La voz de una persona en el fondo provocó algunas risas. — ¡Ya lárgate, estamos trabajando!
Makima reconoció sin problemas la persona que bromeó. Sin mostrar cambios en su expresión se aproximó al trabajador bromista, acompañada del poseído.
Violencia saludaba cordialmente con quienes cruzaba camino, pese no recibir respuesta, solo unos pocos contestaron su amable saludo. Siguiendo a su jefa se percataba que las intenciones de unos cuantos eran distintas al resto de trabajadores. Percibía ese instinto.
Camuflados entre los trabajadores, había hombres observando detenidamente a la jefa de Violencia. El poseído reconocía claramente esa hostilidad y Makima también.
—¿Y bien, donde me llevarías a cambio de proporcionarme la localización de Daiki?
—Era una simple broma. Soy un hombre casado y estamos apresurados con cargar los camiones, haznos un favor y retírate señorita a la oficina de dónde vienes.
—Bien ¿Pero me podrías decir el nombre de la persona a nuestra izquierda que no ha parado de observarnos?
—Ni idea. No conozco a todos los de aquí.
Makima se acercó cara a cara al rostro del sujeto. La mirada penetrante de la jefa dejó intimidado al trabajador y simplemente ordenó nuevamente que se le proporcione sus nombres.
—Ese es Daiki. Está vigilando que no nos robemos la mercancía del jefe, llamaste su atención, solo ten cuidado, es un tipo que no tendría problemas en golpear a una mujer.
—¿Ves que era sencillo? Cómo me gustan los perritos obedientes como tú. Estoy segura de que haces muy feliz a tu esposa.
Makima se apartó del lugar. Observó cómo la persona que los observaba era su objetivo y también cómo intentó salir del lugar. Makima ya lo tenía reconocido al igual que las otras personas que solo se dedicaron a vigilar.
—Violencia, no te apartes de mí. — Ordenó la jefa y solo escuchó como su subordinado asintió. El paso de ambos se hizo más apresurado intentando alcanzar a su objetivo que estaba saliendo del lugar.
En la salida se toparon con dos vigilantes, ambos poseían una gran altura y complexión atlética. Miraron con cierto desprecio a la jefa, así como también a su acompañante. El poseído de la violencia estaba a punto de apartarlos, sin embargo, su jefa fue quien le dio la orden de quedar estético. Ambos retrocedieron unos cuantos pasos sin apartar la mirada.
Makima se quedó observando a los dos sujetos fijamente. Ambos empezaron a reaccionar de la misma manera, el líquido fluyendo de sus fosas nasales y sus lagrimales. El hombre de la izquierda empezó a sentir molestias por dicha sensación, se sentía débil y mareado mientras que su compañero se vio obligado a hincarse.
—Avanza señor Violencia. Ya reconociste a nuestro objetivo, no le permitas que se marche.
—¡A la orden! — Violencia acató la instrucción de su jefa, se disculpó con la pareja de vigilantes por su intrusión y luego salió del lugar, corrió hasta dar con el objetivo.
Makima seguía observando. Se lamentaba de usar un recurso tan innecesario, pero tampoco quería mancharse las manos tan temprano. Vio a los dos vigilantes asustarse al ver que el fluido era sangre, no podía detenerse y con cada segundo su expulsión era más agresiva.
Ambos hombres pidieron una disculpa y clamando que solo cumplían con lo que se les pidió. Afirmaron que no estaban relacionados con el tipo que había salido. Makima no les creyó.
—Fue suficiente. — Con esta orden, la hemorragia de ambos hombres se detuvo. Los dos sujetos se alejaron de la mujer y ella continuó su paso tranquilo. Observó si no tenía alguna mancha de sangre en su ropa y luego retomó el paso.
La jefa miró con una sonrisa a su subordinado inmovilizando a Daiki. El mafioso insultaba al poseído y exigía su libertad.
—¡¿Pero que mierda estás haciendo, maldito idiota?! ¡Suéltame!
—Te pido una disculpa, señor, pero se me dio la orden de no dejarte escapar. — Violencia contenía con una llave de sumisión al mafioso. Los demás trabajadores observaron la escena, pero al ver lo que le sucedió a los otros dos sujetos, prefirieron no intervenir.
La apatía de la jefa era notoria. Su sonrisa desapareció y su rostro se tornó serio, observó a su objetivo expresando desconcierto y repudio por la forma en la que lo trataron.
Daiki estaba acostumbrado a ejercer su poder sobre los demás. Le encantaba demostrar su superioridad cuando se encontraba acompañado de otros subordinados y con gente que era consciente que no se podía defender por sí sola, Higashiyama Kenji no era su única víctima, pero sí su favorita. Sin embargo, los objetivos de Makima lo volvieron la víctima y no victimario.
—Hagamos las cosas sencillas, señor Daiki. Un ave furiosa me reveló cierta información que me parece de suma relevancia, usted está relacionado con Kazuo, un jefe de la mafia que parece estar ligado al caso del ataque terrorista...
—¡Yo no sé nada de eso!
—No me vuelva a interrumpir. — El tono de la voz de Makima cambió de uno amable a uno serio. — Sin rodeos. Solicita a tu jefe una reunión, seré la representante de los cazadores de demonios, él escogerá el punto de reunión, la policía no está involucrada por lo que no te preocupes sobre espionaje. No nos interesa lo que ustedes hagan, solo necesitamos información de lo que no les afecta.
—¿Y si no aceptamos?
—Iré a por ustedes. Hay otras formas de hacer hablar a la gente, agradezca que escogí como compañero a alguien tan amable como mi subordinado presente.
—¡Ese soy yo! — Violencia expresó con un tono amigable.
—No es el momento.
—Perdón...
—Acepta mi oferta. No hay necesidad de irnos a los extremos, será una cordial reunión para llevarnos a un bien mayor.
Daiki observó el rostro de la mujer. La belleza de la cazadora no se comparaba a esa aura amenazante que tenía, podía jurar que el sujeto que lo tenía inmovilizado no representaba un peligro comparable a lo que la mujer sería capaz de hacerle. De cierta forma, agradeció haber sido detenido por violencia.
El sudor en la piel del mafioso, así como los nervios que la mujer le provocaba, dieron a conocer a Makima que paulatinamente ya lo tenía donde lo quería.
—Mi jefe... no estará contento con esto.
—Hablaré con él, solo encárgate de organizar una reunión para nosotros dos. Es una orden. — La mujer entregó en su mano una carta de presentación casi vacía con únicamente un número escrito a lapicero.
La mirada del mafioso y la cazadora coincidieron. El miedo de Daiki y la superioridad de Makima fueron una mala combinación para el hombre, estaba intimidado y por alguna razón, se sentía con la obligación de acatar la instrucción.
El trabajo había finalizado. Violencia liberó al hombre y este corrió para no ser visto nuevamente por los dos cazadores de demonios. Makima hizo una llamada y pidió ser alcanzada en cierto punto a las afueras del almacén.
—Bien hecho, señor Violencia.
—No hay de qué... por cierto ¿Para qué quiere reunirse con ese señor?
—Necesitamos más información, eso es todo. Hay ciertos nexos entre los criminales que provocaron la muerte de nuestros colegas y los hombres de Kazuo.
—Entiendo... ¿No sería mejor llamar a la policía para esto?
—Sería lo mejor. Sin embargo, entre esos criminales hay un hombre peculiar, con poderes similares a los de un demonio por lo que es menester para nuestra organización neutralizarlo.
—¿Es como el caso de...
—¿Ya has oído sobre Denji?
—Sí, ese sujeto. En los cuarteles se rumorea de un chico que tiene el poder de convertirse en demonio.
—Sip. Básicamente es eso. — Makima y violencia caminaron hasta llegar a carretera, el vehículo de la organización los esperaba y ambos subieron en la parte de atrás.
—¿Cree que pueda conocerlo?
—De momento se encuentra entrenando con un viejo colega. Los años le pesan a ese cazador, pero sigue siendo el hombre más fuerte que conozco.
—Interesante, señorita Makima. Supongo que tendremos que prepararnos para enfrentarnos a ese criminal.
—Estás en lo correcto. Cuando termine mi turno iré a la librería, quizá te interese algún libro de poesía.
—Mejor una libreta. Quizá se me ocurra algún haiku ingenioso y me vuelva el primer poseído en publicar un libro.
Makima observó a su subordinado con una pequeña sonrisa, retomó su visión hacia el lado de la ventana y levantó un pulgar en alto.
—Me parece una idea estupenda.
"Nubes negras en el cielo
El viento sopla con furia
Se acerca la tormenta"
『Inesperado』
No había ninguna expectativa en los nuevos alumnos de Kishibe, el maestro solo notaba como dos de ellos eran idiotas y la última una miedosa. El anciano regresó a la fábrica, con mayor conocimiento de lo que estaba pasando en Tokio y luego se dirigió hacia el centro de las instalaciones.
El cazador traía consigo un arma que le sería útil para despertar a sus alumnos, quienes quedaron plácidamente dormidos toda la noche en un lugar de mala muerte.
En la búsqueda de sus estudiantes, Kishibe se percató de la cantidad de ratas que habitaban el lugar en cada interior de la fábrica. Sorpresivamente ninguna se acercaba a una zona en específico, donde se encontraban los dormitorios que los tres alumnos ocuparon.
Para el veterano era un detalle peculiar. Al igual que las aves quienes solo podían sobrevolar el lugar, pero incluso siendo un excelente lugar de descanso no se veían dispuestas a aterrizar.
Entrando en los dormitorios, la imagen que Kishibe vio fue una que no lo inmutó, pero le hizo comprender que, a pesar de todo, sus alumnos tenían su propia vida.
Pese a lo incómodo de las camas. Power estaba plácida, babeando el colchón y de vez en cuando soltaba unos ronquidos de forma violenta. Sonidos que ya se habían acostumbrado sus otros dos compañeros.
La imagen que más lo sorprendió fue la de la pareja de cazadores. Al veterano poco le importaba las relaciones dentro de la organización y menos entre sus alumnos, sin embargo, pudo apreciar un momento pacifico como el que estaban teniendo Kobeni y Denji.
La imagen de dos jóvenes abrazados, el rubio soportando con su brazo el peso de la cabeza de la chica. Sin querer separarse de él, Kobeni se mantuvo abrazada de su amigo, las respiraciones calmadas y lo inmóvil que estaba la pareja reflejaba el placer que los jóvenes sentían por dormir en compañía.
El veterano camino con pasos lentos, pero pesados. El sonido del impacto de sus suelas contra el piso empezó a despertar a los tres alumnos. Power abría sus ojos y con la manga de su blusa se empezó a secar la baba.
Los párpados de la cuarta hija se abrieron. No despertó con la típica sensación placentera que siempre la acompañaba cuando pasaba la noche con el motosierra. Todo lo contrario, sintió pánico, sentía que un peligro inminente se aproximaba. El sudor volvió a hacerse presente en el rostro de la chica.
Por último, Denji. Su estado de alerta también se activó. Los ojos del rubio se abrieron de golpe y a diferencia de su chica, él sí reaccionó moviéndose. Se intentó parar de golpe, apartó su brazo de la cabeza de Kobeni y buscó la forma de interponerse usando su propio cuerpo para impedir que a su amiga le pasara algo.
Denji reconoció al hombre que los había despertado.
—¿Maestro?
—Buenos días. — Kishibe sacó desde el interior de su gabardina una pistola con silenciador. El maestro apuntó a la cabeza del motosierra y disparó.
¡BANG!
Las expresiones de terror de Power y Kobeni no se hicieron esperar. Levantándose de forma apresurada, Power quedó inmóvil al ver qué Kishibe la tenía apuntada a ella también.
La reacción de Kobeni también fue inmediata. La pequeña se levantó, temblando y tapando su boca con ambas manos para no gritar. El sudor se intensificó y al borde de las lágrimas se quedó observando el inerte cuerpo de su amigo. Incluso sabiendo sobre la práctica resistencia y aparente inmortalidad a los daños letales, la cuarta hija no soportaba ver a su amigo sufrir daños.
—M-mataste a D-Denji... — Lo único que alcanzó a decir la cuarta hija.
«¡Hijo de puta!» — Power prefirió pensarlo antes que decirlo, no quería ser la siguiente.
—¿Y qué harás al respecto? — preguntó Kishibe.
La cuarta hija no contaba con ningún arma, no podía ayudar a su amigo ni tampoco defenderse a sí misma. Se encontraba aterrada nuevamente de su profesor.
Devorada por los nervios, Kobeni quedó estática, impotente mientras observó como la sangre de su amigo seguía derramándose. Segundos más tarde, el siguiente movimiento fue de autoría de la rubia.
—¡ATAQUE DE PUTAS ESTRELLAS NINJA!
Tres de ellas salieron del cuerpo de Power y se dirigieron hacia el rostro de Kishibe. Ninguna logró su objetivo, Kishibe esquivó una, la otra la desvió con la pistola y solo la última se incrustó en su antebrazo. El maldito cazador no expresó ninguna muestra de dolor.
—¡M-Mierda!— Gritó Power quién salió disparada a la dirección de Kobeni y la agarró del cuello rodeándola con uno de sus brazos. — ¡¿Qué esperas maldita enana?!
La poseída corrió arrastrando a su compañera, mientras que Kobeni no quería alejarse del cuerpo de su nuevamente moribundo amigo.
Kishibe observó cómo sus dos alumnas salieron de la habitación mientras observó al hombre motosierra, inerte y aun desangrándose por la herida de bala que le causó. De su gabardina sacó una pequeña bolsa de sangre y la dejó sobre la cabeza de su alumno.
—Si mis alumnas no te defraudan, serán capaces de regresar y revivirte, aunque no esperes nada prometedor. — Finalizó el cazador veterano antes de salir de la habitación mientras Denji se mantenía inerte.
Power jadeó del cansancio, arrastrar a Kobeni y usar su habilidad sin haber desayunado la estaba matando. Creó un hacha con su habilidad y se la aventó a Kobeni quien torpemente la interceptó y se le cayó por culpa de sus nervios. Otra vez vio al chico que le gustaba ser asesinado sin compasión.
—¡Ese maldito idiota debe estar cerca! Así que prepárate maldita enana.
—¿¡Qué?!
—Lo que escuchaste, pendeja. El maestro no nos va a dejar en paz hasta que le vuelvas a patear en las bolas como en la primera vez.
—E-estoy segura de que él se dejó golpear...
—¡Ningún hombre aceptaría una patada en las bolas! Es un movimiento efectivo, prepárate para apuntar en ellas.
—¡Tenemos que ayudar a Denji!
—¡DEJA DE PREOCUPARTE POR ÉL Y PREOCÚPATE MÁS POR TU MALDITO CULO!
¡BANG!
Las dos chicas pudieron escuchar un disparo al aire. Ambas quedaron aterradas y continuaron huyendo de su maestro quien tranquilamente caminó hacia ellas, dando un minuto de ventaja, las consideró predecibles porque la ruta que estaban tomando para huir ya la había premeditado. Le esperaba una sorpresa a su alumna más peculiar.
En su carrera, Power y Kobeni huyeron en la misma dirección hasta que Power se tropezó con un maletín. Ambas quedaron perplejas ya que no esperaban ver uno en tan buenas condiciones. Power incluso con el miedo latente de ser apaleada por su maestro, prefirió hacer el intento y abrir para ver el contenido.
La rubia le robó el hacha a su compañera y rompió los seguros que tenía el maletín. Cuando lo abrió se decepcionó del contenido y vio que solo era una pistola y unos cuantos cargadores. Sabía que esto no era nada de valor para ella.
Kobeni por su parte no se quedó de brazos cruzados y apartó a la rubia, agarró la pistola y la preparó, le colocó un cargador y se guardó el resto. Ella ya por fin estaba entendiendo a su maestro. Asustada y continuamente transpirando, la pequeña cerró sus ojos y sólo se mentalizó en una sola cosa.
"Debo ayudar a Denji."
Incluso en su momento de seguridad y determinación, la pequeña cuando intentó guardar su arma se le terminó cayendo de sus manos.
—Sigues siendo igual de pendeja, enana.
—P-perdón... — la determinación de Kobeni solo duró unos pocos segundos. Sus manos empezaron a temblar luego de volver a tomar el arma.
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Lamento si el capítulo está más corto que de costumbre, de momento he estado teniendo un brutal bloqueo de escritura y creo que se ha notado con estos meses de ausencia, trataré de pasar página y la verdad la intención era hacer un capítulo que de inicio al fin de la primera parte de la segunda temporada.
¡Noticia importante!
Un excelente artista nos da tremendo aporte en la historia y que ahora puedo llamar amigo mío. Dejaré su Twitter: DibujosRandom1, en serio búsquenlo tiene un estilo que me encanta y subiré de a poco el contenido que me regaló, no tengo palabras, realmente me encanta saber que este fic les gusta a los pocos lectores que hay. Muchas gracias
Ahora sí, chao chao. Espero verlos pronto :D
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