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Capítulo 01 - Mc... Mcmamadas

En la actualidad

M-muy... B-bien, tú puedes hacerlo Kobeni- se dijo así misma y entre murmullos una aún pequeña, pero ahora de 19 años Higashiyama Kobeni. —S-solo es... Uno, esperar al cliente. Dos, solo decir "Buenas u Hola, bienvenidos a McDonald's ¿Puedo tomar su orden?" Tres, el cliente te dice lo que quiere y solo lo mandas a otra fila... N-No es tan D-difícil — Kobeni repetía los pasos que le dijo su gerente para atender a sus clientes, ahora que había encontrado un trabajo de cajera en el restaurante.

Un día atrás

No había mucha oferta laboral en su zona, después de todo, siempre pecó por su falta de progreso económico. Sobre todo, para una persona de su complexión y edad. Los trabajos de fuerza podían hacerlo sin problemas, pero los jefes buscaban hombres más robustos y en trabajos más adaptados a mujeres, la paga no era tan buena.

Después de todo su progreso académico fue tirado a la basura como sus sueños de ser alguna artista. No esperaba encontrar trabajos con buen salario en su condición actual.

Nuestra protagonista tuvo que trasladarse a zonas de mayor nivel socioeconómico, de la periferia de Tokio a una más cercana a su centro. Pese a ser bajo su certificado de nacimiento, una nativa de Tokio, ella siempre vivió en las zonas pobres y no pudo evitar sorprenderse por la modernidad de una noventera capital de Japón.

Esto significó un gasto fuerte para ella, incluso el transporte público era un lujo para la cuarta Higashiyama. Siempre estuvo acostumbrada a caminar kilómetros de su escuela a su casa debido a la falta de vehículo en su familia por lo que no tenía más remedio que caminar grandes distancias.

Pero su apellido no se ausentó en su búsqueda de trabajo. Por cada entrevista, simplemente no llenaba de quienes podían ser sus jefes. La cortesía japonesa no es explícita con decir "No nos interesa que trabajes para nosotros" reemplazándolo por un "Fue un honor poder entrevistarte, muchas gracias y espera nuestra llamada".

Palabras más amenas, que se sentía hirientes de tantas veces que lo escuchó en un mismo día.

Algunos potenciales jefes... Y también abusadores, estuvieron interesados en el físico y belleza de la chica. Ofreciendo trabajo a cambio de "Un intercambio de servicios".

Por supuesto. Solo hizo que se retirara de esas entrevistas con la misma decepción que los rechazos amables, no era la primera vez que le pedían "servicios" de ese tipo... En dónde vivía los acreedores de las deudas de sus padres ofrecían olvidarse de ellas si a cambio Kobeni pasaba la noche con ellos. Una situación enfermiza, puesto que ella era menor de edad tras esas sugerencias.

Y para su desgracia. La mierda de padre que tenía hizo que esté se llegase a plantear la propuesta, en vez de defender la integridad y honor de su hija cuando ella se acusaba. Su madre por otro lado ignoró el hecho, para ella Kobeni era la que más pasaba desapercibida entre sus hijas e incluso la sacaba de quicio... Pero eso se explicará más tarde.

De lo que alguna vez fue un día soleado y sin pronóstico de lluvia. Terminó ya de noche y con un leve goteo, pero suficiente para empapar a la joven pelinegra.

Entre los negocios, decidió probar suerte en el que se veía más desgastado de todos. Un pequeño local de McDonald's parcialmente descuidado, con apenas un trabajador y a punto de cerrar.

Con prisa, la chica corrió antes que el personal cierre el negocio.

—¡Espere! - gritó Kobeni

—Eh. Lo siento chica, ya no hay serv... — dijo el trabajador lugar antes de ser interrumpido

—Tra... (entre jadeo) T-trabajo. Busco trabajo.

Con un suspiro de decepción, debido que llegaría un poco más tarde a su casa, el trabajador dejó entrar al negocio a una ya mojada Kobeni.

—L-lo siento. Yo podría limpiarlo si quiere. - lamentó Kobeni, luego de dejar tras su paso agua y huellas de sus pisadas.

—No te lamentes, luego yo lo hago, por ahora vamos a mi oficina. — dijo cansado el trabajador del lugar

Una vez dentro de la oficina... un tanto pequeña y de la época pasada.

—¿No eres de aquí, cierto?

—¿E-eh? No... Soy de las afueras

—Tu acento lo delataba. Dime, ¿Vives ya por esta zona o será ir y venir?

Kobeni estaba confundida. A diferencia de otras entrevistas donde preguntaban cualidades o expectativas en un comienzo, él empezó con su residencia.

—¿A-a qué viene eso? Disculpe la molestia.

—Estoy harto de la rotación de personal, siempre capacitar, siempre tolerando retrasos y siempre haciendo entrevistas.

—P-perdón señor — Kobeni estaba un tanto molesta igual por su situación de buscar empleo, así que decidió hacer algo... Qué ya no quería hacer, pero que es pieza clave en su vida. Mentir.

—Est-Estoy recién mudándome... Y necesito algún trabajo. Cómo verá, no he tenido éxito.

—¿Sabes hablar en público?

—U... un poco.

—¿Has trabajado preparando comida?

—N-no mucho, pero podría aprender.

—Contratada. Empiezas mañana.

—Eh... Pero... ¿T-tan rápido?

—Sí. A veces hace falta personal aquí, necesito que te encargues principalmente de caja y en ocasiones de algunas estaciones en cocina. Por esta vez pasaré por alto la capacitación, durante la semana aprenderás cómo funciona la preparación de todo.

—S... — Kobeni no pudo contestar por lo que iba a decir su nuevo jefe.

—Llegas tarde, despedida. Te equivocas en el pedido, despedida. Haces alguna clase de error en cocina, despedida. ¿Me entiendes? — dijo con un tono serio y sombrío, el nuevo jefe de Kobeni.

—S-Si solo pudo decir eso, algo asustada.

—Entonces, permíteme llevarte a la salida, todavía tengo cosas que limpiar. Me llamo Eiji por cierto.

—K-Kobeni. — solo ella respondió, algo apenada por dejar una... mala primera impresión, pero aliviada de conseguir empleo.

Una vez retirada del lugar, no tenía los fondos para regresar a su casa y la verdad, incluso para caminar quedaba retirado. Kobeni en cambio decidió buscar refugio en algunos cibercafés, sin éxito puesto que todos estaban ocupados. Tampoco contaba con un celular, eran muy caros para alguien como ella.

Sólo pudo sentarse en un pequeño y estrecho callejón, implorando no ser víctima de alguien peligroso.

Al pasar unas cuantas horas, no se sintió en peligro y le quedaban 7 horas para su primer turno, por lo que se sentía capaz de descansar un rato. Con suerte y con el poco dinero que le quedaba, podía hacer alguna llamada a Kaori, su hermana mayor y pedirle algo de ropa... o dinero para el regreso.

Para su fortuna, entre los hermanos Higashiyama había una mejor química que entre los hermanos y sus padres. Por lo que ella nunca tartamudeaba, ni se sentía insegura con lo que le decía a Kaori o incluso a Kenji, su primer hermano mayor.

Ambos le decían que se mudara, ya era mayor de edad y no necesitaba vivir aún con sus padres. Kenji y Kaori por separado habían ofrecido techo temporal o incluso definitivo a la pequeña Kobeni.

Incluso trabajo, dónde la paga no sería mucho, pero garantizaban que ella se podría dar sus lujos personales. Por otro lado, su segundo hermano mayor, Kenta, ya se había mudado.

Anteriormente se explicó que el único con la esperanza de tener éxito en la vida laboral japonesa era el tercer Higashiyama. Quién después de postular en distintas universidades de su país, todas lo aceptaron para la carrera de medicina.

Pero su apellido también le jugó una mala broma al más apto académicamente de su familia. Pese a estar en una situación precaria, nadie le ofreció una beca del 100% de hecho, ni del 50%. Su aspecto era pulcro e incluso atractivo, era algo que distinguía a la familia Higashiyama.

Ni la zona donde vivía, el siempre potencial ataque de demonios y que sus dos padres eran simples trabajadores informales. Convenció a los directivos de las universidades, por lo que podía estudiar. Siempre y cuando pagara su matrícula.

Situación que desanimó a Kenta. Pero sus padres, le sugirieron ingresar a la universidad de su preferencia sin importar el coste... Obligaron a los hijos más grandes a buscar empleo o si ya lo tenían, a contribuir en la carrera del tercero.

Algunos como Kenji no estaban tan a favor que los hermanos sean quienes más contribuyan que los padres para sostener a Kenta financieramente. Pero simplemente retrocedieron, sus padres acostumbraron a sus hijos a la obediencia desde su infancia.

Kenta tampoco era un mal tipo, incluso la preferencia de sus padres no influyó en el trato que tenía con sus hermanos, siendo cordial y quién más cuidaba de los pequeños además de la madre.

Y pese al desánimo de tener que ser ayudado por sus hermanos. Kobeni fue un factor para que él tomara la decisión de irse a estudiar.

Cierta tragedia marcó a la pobre chica... Y la culpa del sobreviviente la dejó marcada incluso en los 3 años posteriores.

El contrato con cierto demonio hizo parecer que no sucedió nada, pero ella sabía todo lo que había ocurrido. Vio el cadáver de su hermano, destrozado y desfigurado, la única forma de reconocer que era Kenta era por un collar militar con un grabado que decía "Higashiyama".

Así también vio el resto de los cadáveres de sus hermanos, culpándose por no haber estado ahí y morir a su lado. Sus padres fueron lo más indiferente del caso, pero incluso Kobeni no sentía justo el fin que ambos tenían.

En alguna charla, ambos sabían que él podría cumplir su sueño de ser médico, pero ella estaba lejos de ser una artista. Además, sintiéndose responsable de su muerte, Kobeni no hizo más que mostrar un sincero apoyo y decir que estaría en búsqueda de trabajos que le ayudaran un poco para su matrícula.

Por esa razón, todo el día estuvo en búsqueda de algún trabajo con el mínimo éxito.

Pero al menos había encontrado uno en McDonald's, la paga anunciada no era mucha, pero serviría en algo a su hermano quien ya estaba cerca de iniciar clases.

Los ruidos de pisadas se intensificaban... no era de un solo individuo, venía acompañado. Una aún somnolienta Kobeni pasó de tener sueño a estar en estado de alerta. Ella no lo sabe, pero faltaban 3 horas para el inicio de su turno.

—¡Bah! Ese estúpido viejo nos quitó otra vez nuestra paga. A ver, nos queda.... 4000 yenes. — una voz un tanto más grave, pero reconocible llegó a oídos de la pequeña Higashiyama.

—Woof- escuchó un tierno ladrido.

—¡Exacto Pochita! A la próxima, cortaremos a la mitad a ese viejo mafioso — exclamaba una voz un tanto juvenil como masculina.

—¡WOOF WOOF! — Dijo con determinación el cuadrúpedo de nombre Pochita.

Kobeni por su lado, intentó pasar desapercibida, no se había percatado que el estrecho callejón estaba abierto de ambos extremos debido a la oscuridad.

Aunque no sirvió de mucho, el extraño perro la había reconocido y en vez de sentirse amenazado, solo olfateo cerca de ella y dio un pequeño gemido en tono... un tanto preocupado.

—Eh. ¿Qué pasa Pochita?

A lo que solo el perro señaló con la motosierra que tenía enfrente, pero lejos del contacto para no lastimar, a la pequeña chica que yacía sentada en contra la pared.

—Es solo una sin hogar Pochita, vámonos. — dijo sin mucho interés el chico.

Pero el perro pasó de unos cuantos gemidos, a un pequeño llanto. parecía consciente de la situación vulnerable de la chica.

—No, no Pochita. No podemos hacer eso. Nos prometimos que íbamos a comprar una hamburguesa que no estuviera podrida en la mañana.

Pero el perro seguía haciendo carita de víctima. La situación era un tanto aterradora para la joven, no solo era la primera vez que estaba tan lejos de casa. Veía como ese perro tenía un aspecto distinto al de los demás y con una reconocible motosierra en la cabeza.

—Agh. Maldita sea, tenía que ser mi mejor amigo alguna clase de héroe. Bien tú quieres esto más que yo- decía el joven

A lo que el chico procedió a despertar a la joven, quién aún por culpa del sueño y la oscuridad del lugar no pudo distinguir quién era la persona que estaba en frente de ella.

Por su parte el chico tampoco podía reconocer el rostro de quién estaba obligado a ayudar. La oscuridad y además la vista parcial que tenía, puesto que solo contaba con un ojo para ver impedía reconocer el rostro de una chica que... muy seguramente era su tipo.

—Ten. No creas que te quiero ayudar, pero mi amigo cree que estás tan jodida que necesitas más esto que nosotros. — solo dijo el chico, dándole 3000 yenes

Kobeni por su parte solo asintió, levantando su brazo para recibir su dinero. Pero cuando lo estaba a punto de agarrar, el chico apartó su mano con el dinero.

—Se dice gracias — Un tanto malhumorado por la situación.

—Gr-Gracias, señor.

—No estoy tan viejo, tengo... eh... Pochita ¿cuántos años tengo?

—¡Woof! — Ladró en tono afirmativo.

—Ah sí, 17 años. — afirmó el chico.

—N-no... no estamos tan distantes. Yo cumpliré 20 en unas semanas.

—No nos interesa, perdedora. Pero, tómalo como un regalo adelantado de parte de Pochita.

Kobeni solo volteó a ver al perrito, quién de forma amistosa le ladró cómo si de algún amigo se tratara. Ella solo procedió a sonreírle.

—Mu-Muchas gracias, Pochita.

—En fin, nos quedan 1000 yenes, vámonos a casa, con suerte encontraremos a otro demonio, lo matamos y nos pagarán por eso. — Dijo el chico, alejándose del lugar sin siquiera despedirse de la chica, aunque a ambos por el momento, no les importaba.

Habían pasado algunas horas, la ropa de Kobeni estaba un tanto seca, aunque había obtenido un leve resfriado, las condiciones en las que vivía en su casa la habían vuelto más resistente en climas tan adversos.

Por lo que solo a falta de una hora de entrar a trabajar. Decidida a estar un tanto presentable, pagó uno de los tantos servicios que te permitían bañarte y arreglar tu ropa. Para desayunar encontró un puesto de ramen ya abierto, así que, aprovechando el regaño del perrito, pagó uno de los platillos que más le parecían apetitosos

Y para su fortuna, tanto su aspecto como su sabor eran un 10 de 10.

—La comida sabe tan bien cuando la pagan otros — Se dijo a sí misma, aunque en voz alta. Comentario que le pareció gracioso al encargado del lugar y hasta le dio la razón.

Una vez arreglado todo y a falta de 4 minutos para llegar, pensó que muy probablemente este trabajo sea algo bueno en su vida, comenzó horrible su travesía, pero al final, recibió un regalo adelantado de parte de un perro, el chico, aunque maleducado tenía una voz que a ella le parecía un tanto... atractiva. Y pudo saborear un delicioso ramen.

—Un minuto antes de lo acordado, nada mal niña. Ya estaba tan entusiasmado por despedirte — dijo Eiji, su nuevo jefe.

L-Lista para la acción — dijo Kobeni, aún apenada por lo ocurrido en su entrevista, pero para Eiji era otro jueves cualquiera.

—Bien, acá está el personal, mucho gusto, bla-bla-bla, se conocerán con más calma.

Kobeni solo pudo saludar de forma sutil a los demás trabajadores de la franquicia, quienes empezaban a preparar las máquinas para la comida rápida

—Bien, este es tu nuevo uniforme. No tenemos vestuario, así que usa el baño para cambiarte.

Kobeni recibió en sus manos, la vestimenta oficial de la franquicia.

—Esta es la caja registradora, acá vas a tener que prestar mucha atención al pedido, todo está tan simplificado que un mono podría entender ¿Entiendes?

—S-si - Kobeni se sintió un tanto insultada, pero aun así respondió a su jefe.

—Solo sigue mis instrucciones para atender a un cliente y listo, no salgas del papel, solo estás atendiendo y sonríe, aunque parezca mentira — continúo su jefe, quién sonrió de forma tan amistosa que parecía otra persona, aunque nuevamente regresó a su cara seria.

—En fin, estaré en mi oficina revisando algunas cosas y volveré aquí. Tus compañeros explicaran brevemente cómo funciona cada puesto en caso de que tú debas ayudar — finalizó Eiji, quién se retiró sin saber que le esperaría un desastre.

El día laboral comenzó con el pie derecho, cada compañero explicó el funcionamiento de todo y aprendió a usar la caja registradora. Aunque se le había pedido que estuviera en la caja, ella comenzó sus funciones preparando comida y con normalidad, parecía todo tranquilo.

Una vez se le pidió estar fija en la caja, empezó a practicar las instrucciones con las que se empezó este capítulo.

Su primer cliente, una señora con su hijo estaba acercándose al puesto de la joven pelinegra, saludando y estando pensativa en qué pedir para ella, su hijo tenía en claro que quería una cajita feliz.

La ansiedad de Kobeni no se hizo esperar.

—¡Bolas! Bienvenida a Mc-McDonald's... — Kobeni rápidamente se dio cuenta de su primer error, combinó "Holas" con "Buenas".

—Pu-puedo tomar su Mc-mc...mamada. — decía toda estresada la chica, nunca antes había estado en una situación así, necesitaba el dinero y aun así se seguía estropeando.

—¿Perdón? — sólo pregunto la madre, quién tapó los oídos de su hijo tras tremenda falta de respeto

—U-una disculpa, es mi primer día. — Kobeni solo no paraba de sudar, también quería chillar porque los nervios la estaban consumiendo.

Por su parte, Eiji estaba un tanto decepcionado, pero no sorprendido por la chica. Luego de esta cliente, la llevaría nuevamente a preparar la comida. Así no diría idioteces que arruinen aún más su local.

La madre ya había pedido lo que quería, Kobeni solo tenía que repetir la orden.

—Una hamburguesa con queso y u-una ca-caquita feliz para el niño, ¿Cierto?

A la madre no le gustaba lo que oía, sobre todo en un lugar de comida, aunque al niño le daba risa. Solo se podía apreciar como a nuestra protagonista, le comían los nervios.

Kobeni solo le dijo que pasará a la siguiente fila, para esperar su comida.

Por su parte, Eiji no quiso repetir este tipo de comentarios que decía la torpe de su nueva empleada por lo que la mandó nuevamente con los demás chicos a cocinar, siendo relevada por alguien más capacitada para atender a los clientes.

Pero la cosa no cambió mucho, torpemente cometía accidentes en cocina, se le caían las cosas y tropezaba al punto de casi quemarse en el aceite de las papas fritas.

La tolerancia de Eiji cada vez era menor, para el poco tiempo que Kobeni tenía trabajando.

No fue hasta que una vez listo uno de los tantos pedidos del día, Kobeni le tocó entregar la bandeja con la comida a una familia, pero su torpeza provocó que se termine por tropezar y tirando en el rostro de cada integrante... de forma asombrosa pero vergonzosa, la comida de todos ellos incluyendo las bebidas.

Eiji por su parte, nunca antes había despedido a una persona en su primer día, hasta que llegó Kobeni. Le pidió su uniforme y que se largara del negocio.

Por su lado, la chica sabía que algo así ocurriría si se tratase de hablar en público o situaciones de estrés, una vez le ganan los nervios... la torpeza se hacía presente y era un potencial peligro.

Aún le quedaba un poco de dinero y gracias a lo regalado por el chico desconocido y su perro Pochita, pudo completar para un viaje hacia donde vivía.

El transcurso fue silencioso incluso en su mente, no solo el día fue un desastre sino también un despropósito, buscó trabajo y lo único que consiguió fue un despido en su primer día.

Llegando a su casa y entrando en ella, su padre se encontraba en la sala, leyendo o aparentando leer un periódico.

—¿Conseguiste empleo?

—S-sí, papá.

—¿Y Por qué no está en él?

—M-me d-despidieron.

Higashiyama Hiroshi solo bajó el periódico para poder mirar con decepción a su hija, la que consideró la más decepcionante de los nueve que tenía, incluso sus hijas más pequeñas tenían más potencial que Kobeni a sus ojos.

—¡¿Y no pudiste conseguir más empleos?! ¡¿Acaso no solicitaste algo con buen salario?!

—Y-yo no tengo, muchas oportunidades papá. En algunas entrevistas... querían, que hiciera cosas raras y yo... — la chica solo pudo sostener su brazo y cabizbaja, al borde de las lágrimas.

—¿Y porque no aceptaste? ¡Por un demonio! tu hermano necesita ese dinero.

—Lo sé...

—¿Y si tan consciente, por qué no aceptaste las propuestas? No te pedían que te casarás con ellos.

Kobeni por su lado, solo sentía tristeza, el enojo no era una emoción que ella pudiera sentir, aunque quisiera, solo se sentía triste que su padre parezca odiarla al punto de preferir que se prostituya antes de tener un trabajo digno.

—M-mañana, voy a seguir buscando... Hoy, solo quiero descansar, fue un día muy difícil.

Su padre decidió ignorar lo último que ella dijo, volviendo a leer el periódico. Kobeni solo se dirigía a su habitación, un tanto vacía, había perdido muchas cosas de valor tras el accidente y su pobre economía no le permitía comprar cosas que le gusten.

Por fin recostándose en su cama, solo pudo chillar sin que nadie la mal mire o critique. Ambos días fueron una mierda, ni siquiera su padre se preguntó por ella cuando no estaba durante toda la noche.

Inmediatamente una sombra cubrió el rostro de la chica, percatándose de esto, Kobeni no reaccionó a lo más mínimo, ya sabía de quien se trataba.

—A veces me pregunto ¿Por qué me pediste que reviviera a tus mierdas de padres? — dijo sin vacilar Haka, el demonio de la muerte.

—Aunque a mí no me quieran, ellos no debían morir de esa forma y mis hermanos pequeños los necesitan — Dijo Kobeni, engañándose otra vez, para no aceptar que también los quería muertos.

—Sabes, tu contrato podría ser un poco más ligero si los dejas regresar a mí. — Dijo Haka, tonteando con la chica

—Ni siquiera sé lo que te debo, prefiero no cambiar nada de momento señorita Haka — dijo Kobeni antes de caer en un profundo sueño por culpa del cansancio.

—Estoy segura de que cuando llegue el momento, lo sabrás. — con una sonrisa, un tanto sombría respondió, retirándose del lugar en un simple parpadeo.

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¡Wow! Este capítulo sí que fue extenso, pero me gusta meter contexto de algunas cosas y disfrutar de los tiempos.

Cómo sabrán, en este AU Denji y Kobeni se han topado en dos ocasiones sin poder reconocerse :o. El fin de esto es que, llegando al punto del hotel, no parezca tan evidente que si se conocieron.

Ya los siguientes capítulos si estarán más presentes los demonios en general, en especial Haka, el Demonio de la muerte; escogí ese nombre ya que según vi, significa tumba en japonés y eso.

Saludos a los únicos o único lector que tengo, bye bye, los tqm


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