Capítulo 36
Sin dudas, esa era la idea que tenía del matrimonio, la de quedarme en casa con mi suegra. Los preparativos de la boda pasó por mi vida sin pena ni gloria, solo con los Doyle de ambos castillos. Hay que ser justos la ceremonia fue maravillosa y la decoración regia. La mamá de Gael hizo una pausa con su control o era la presencia de su hijo.
Por lo que sea, se comportaba a la altura.
Al ser solo las tres familias Doyle, la reunión se ofició en uno de los salones del castillo, siendo nuestra boda la tercera en oficiarse en ese lugar. Mis piernas empiezan a doler y la espalda hace lo propio, por lo que necesitaba descanso y tras ubicar un buen sitio camino hacia la silla más cercana. Mi querido esposo está en este instante haciendo lo posible para levantarle el ánimo a su prima Gabriela, quien no se ve feliz.
La novedad de la noche fueron mis padres, que en este instante dan muestras de lo buen bailarines que son al danzar rodeado de su nueva familia. Sonrió al verlos reír mientras bailan e intercambian miradas cómplices. Me han dicho que están viviendo una etapa hermosa que todo padre debería vivir con sus hijos, de verlos casados y felices .
—Yo creí que mi llegada sería sorpresa, jamás imaginé que me harían fiesta de bienvenida —la voz masculina con el inigualable acento escoces me hace girar.
Un hombre alto de cabello dorado en un corte de cabello que cae a lado y la de su rostro, risueños ojos grises que en este instante contempla al grupo que se han quedado en silencio. La primera en reaccionar es Laura quien lanza un grito de júbilo y le sigue Gabriela soltándose de Gael corriendo hacia el desconocido.
No tiene que presentármelo para saber de quién se trata el innegable parecido con su padre y hermano es fantástico. Gianni Doyle cambia por completo el ambiente en el salón y no es que estuviese aburrido, pero sin dudas si estaban incompletos. En una muestra de lo des complicado que es y como mostrando a los demás, que diferencia a los Doyle Fletcher del resto de su sangre, abraza a mi madre.
—Hacía falta una cuarta mamá en esta casa, porque tres no son suficientes —dice en medio de risas.
Es tanta la dicha y el júbilo de todos que parecen sumergidos en una cápsula, esa que tengo la dicha de ver. Se abrazan entre sí y saludan al hombre de aspecto relajado. Al último que se acerca es a su hermano, ese mismo que se ha mantenido en silencio y contempla a su hermano sin formular palabra. Esta unos pasos de mi, por lo que puedo escuchar lo que dice al abrazarle.
—Aquí estoy, no te dejaría solo en un momento como este —le susurra y puedo notar el vínculo que hay entre ambos.
Alza su rostro y nota mi presencia detras de su hermano, su mirada es casi la de su padre cuando me vio por primera vez. Es el pequeño Guido (apodo un tanto ridículo teniendo en cuenta lo alto y robusto que es), el encargado de hacer las presentaciones.
—Ella es Louise —me mira y luego a su hermano —Louise, te presento a mi hermano Gianni, creo que es al único que no conoces.
—Es un placer —decimos al tiempo estrechando nuestras manos.
—No debe ser muy difícil adaptarse teniendo a su familia con usted —comenta tomándome de las manos y llevándome a la pista.
—No se bailar muy bien...—empiezo a decir y soy ignorada
—Soy muy buen profesor —dice haciendo un guiño a su hermano. —¿Le gusta Escocia?
—Lo poco que he visto, sí —respondo y asiente. —en cuanto a traer a mi familia, fue mas por seguridad.
Los pasos son lentos y con sorpresa me doy cuenta que me es fácil seguirle el paso o él de adapta a los míos torpes. Su mirada viaja de Gael a mi y sonríe, en este instante baila con su madre y aunque se ve feliz con ella, es obvio que está incómodo.
—Se lo que se siente,— empieza a decir y al verme su rostro luce contrariado.
—¿A que se refiere? —pregunto con curiosidad y suspira.
—La tía Megan, no lo deja acercarse a usted y no dudo en que le ha hecho pasar malos momentos.
Toma una de mis manos y haciéndome girar para regresar en segundos a sus brazos. Ese movimiento me hace reír y a él igual, quien lo ve sonreír en ese instante de lejos pensará que disfruta de la platica.
—Un poco —digo para no cometer una indiscreción y mi comentario lo hace soltar una risa fuerte. —¿Cual es su historia? Veremos cuál es peor.
Concentrarme en la conversación y seguir el ritmo es difícil, pero me las arreglo para hacer lo mejor que pueda. Él parece pensar la respuesta o tal vez busca las palabras adecuadas. No fuerzo las cosas y decido simplemente dejarlo sumido en sus recuerdos. Cuando creo que no va a responder, lo hace.
—Demostré ser un hombre de bien y no planeaba alejarlo de su hija... Pero no fue suficiente —puedo notar el dolor en su voz y de pronto se detiene —salgamos al jardín.
A mi también me hace falta un poco de aire, alza la mano hacia Gael y le indica que estaremos en el jardín al verle mirarnos preocupados. He escuchado que no quiso regresar cuando se acabó el tiempo y a durado un año más en el país.
Nos ubicamos en una de las bancas de hierro cuyo labrado en ambos lados son similares a espirales. Hay por lo menos diez de ella rodeadas cerca del estanque de peces de colores y las otras las de los gansos. El sitio es mágico, casi de ensueño es inevitable no verle sin suspirar y puede ser el mejor tranquilizante. No pretendo que me cuente su vida privada, pero si cual es la similitud entre él y yo.
—No puedo estar lejos de los míos, por más que lo intenté y mis padres o el tío Gino me dieron la libertad de quedarme...—empieza a decirme apoyando todo su cuerpo en la banca de hierro. —y como se lo que se siente estar lejos de casa o de los tuyos me fue imposible pedirle que viniera conmigo.
Entiendo el punto, pero pienso que no sería necesario pedirlo, busco algo en mi cabeza que le sirva de consuelo y no hallo nada que decirle.
—¿Cree que de pedirlo ella hubiera aceptado? —asiente y suelto el aire —¿Tiene dudas ella de sus sentimientos?
Me mira antes de responderme que ambos son conscientes de lo que siente el otro. Nunca ha puesto en duda de lo que ella siente y está seguro que ella igual.
—Es su padre, el hombre tiene una mansión con terrenos inmensos alrededor, playa privada, puerto propio, Jet privado y hasta un hangar con pista de aterrizaje incluida. Construyó dentro de sus dominios 4 casas cada una de ellas para habitarla por sus hijos con sus respectivos esposas o esposos. Él no está dispuesto a dejar ir a su única hija lejos de su país y yo no tengo el valor para alejarla a ella de los suyos.
—Ella puede visitarlos siempre que vaya...
Niega y lo que dice a continuación me hace entender el porqué de su turbación. El sitio pierde encantó una vez el empieza a narrar lo que ha pasado para desmontar que es un hombre de bien.
—Si sale de la mansión Tomasevic, no entra y debe olvidarse que tiene padre —paso saliva ante ese apellido y me da pavor preguntar si es quien creo.
—¿Es el Tomasevic que creo?
Al verle afirmar, todo tiene sentido para mí, ese hombre es dueño de una fortuna inmensa. Controlador y con un pasado oscuro que aún le persigue e imagino es lo que le impide dejar libre a sus hijos.
—Kurn Tomasevic, no quiere un esposo para su hija. —responde —Necesita es una marioneta que el pueda manejar a su antojo, yo estoy lejos de ser algo así o de arrodillarme ante él. —comenta sin dejar de mirarme.
—Uno creería que si amas esas cosas pueden pasarse por alto —mis manos van a mi vientre y mi bebé da pequeñas golpes —Imagino que es distinto siendo un hombre o un Doyle.
Su sonrisa se amplia y es el turno suyo de negar. Diciéndome que hay un límite para amar, si al hacerlo debes cambiar todo lo que eres, es necesario hacer un alto y verificar que valga la pena.
—Es lo que hago en este instante y lo que le pedí a ella —dice —en esta historia, he sido yo que he sacrificado todo.. Y mi hermano me necesita, nos tomaremos este tiempo para descubrirnos a nosotros mismos.
No se alejará de Escocia, el hace parte este lugar, es sólo verlos en este ambiente en ese espacio para saberlo. Yo nunca pensé en la posibilidad de alejar a Gael de los suyos, en mi mente nunca cree la posibilidad de vivir en París. Mis padres, tampoco lo hubiesen permitido y estoy segura que de no existir Adrien o el peligro sobre ellos, se hubieran quedado en París sin problemas. Entiendo que son situaciones distintas y que la chica es hija de unos de los hombres más poderosos del país, pero debe saber que es un Doyle.
Ellos no estarán lejos de casa, cuatro años conociendo a mi esposo, me hizo darme cuenta. Verlos juntos y sonriendo me dieron la oportunidad de ver lo unidos que son. Si la chica en realidad lo quiere y le conoce, entenderá que no fueron educados para recibir órdenes.
—La tía Megan debe saber que en ese matrimonio solo intervienen ustedes dos.—me dice mirándome fijamente — Si no pones límites y callas o te haces a un lado.... Vivirás un infierno, yo se porque se lo digo.
—¿Puedo preguntarle algo? —le digo girando hacia él y sonríe sin verme, pues tiene la vista fija en el estanque
—¿Cómo lo supe? —se apresura a decir y su risa cambia por una más triste —supongo que la viví tantas veces que puedo reconocerlas.
Nos quedamos allí y la conversación toma un tinte distinto, más alegre y divertido. Me encuentro escuchando anécdotas únicas de él con sus primos y la manera que tenían de escaparse de casa. Las prohibiciones que tienen como Doyle y una de ellas habla de no tatuarse.
—¿Se puede saber que haces acaparando a mi esposa? —habla Gael y su primo solo sonríe.
—Pensé que no lograrías soltarte de la tía Megan —le responde y al verle lo vemos llegar con Gabriela —contigo quería hablar... Ven, vamos al puente.
Abrazada a mi esposo los vemos avanzar abrazados. Gael me dice que él y su hermano, han crecido junto a Gino y Gabriela como hermanos. Aunque todos se ven como hermanos entre esos cuatro hay un vínculo más grande, quizás por crecer juntos. Sin embargo, Gianni tiene como confidente a Gerald.
—Nadie sabe que hace aquí —habla al verle alejarse —la tía Laura está feliz, pero ha visto la tristeza en él y se lamenta pues sus hijos no son felices.
—¿Qué quieres decir? Guido tiene prometida... O'Connor creo que me dijo era su apellido. —pregunto, porque el pequeño Gino está a días de graduarse y en pocos meses se irá a Dublín.
—Ainice, rompió el compromiso bonita hace una semana —explica y señala a Gianni —eso lo hizo hacer venir, pero la tía piensa distinto.
Pues la tía conoce muy bien a sus hijos...
Narrador.
Dos semanas después.
La ansiedad empieza a llegar y con ella la necesidad de una copa de licor. Thomas se incorpora tomando un plumón en sus manos y va hacia el cuadro de su hijo. Es la última fotografía que le tomó, esa fatídica tarde en que su mundo empezó a derrumbarse. Justo al lado y para recordar uno de las dos razones que lo hace esta una tabla de 30 x 100cm. Escribe el número 75 en números rojos y se aleja. Su mirada viaja a la hilera de números escritos de distintos colores, los primeros era torcidos, su caligrafía fue en aumento a medida que se mantenía sobrio.
Al costado izquierdo del marco de la foto hay un rectángulo pequeño, una foto que se niega a descubrir hasta que no esté limpio y el verdadero motivo por el cual lo hace. El teléfono de su escritorio empieza a sonar, sacándolo de sus pensamientos. Con pasos lentos y sin muchas ganas empieza a acercarse.
—Mackay —saluda simplemente y escucha la voz femenina del otro lado.
Dafne, su mejor amiga y ginecóloga de Louise Doyle, está preocupada porque no acudió a la cita. Es una mujer responsable y muy consciente de la importancia de ellas. La última vez que la vio, Dafne asegura no la vio muy bien de ánimos, ha llamado a su casa pero las empleadas le han dicho que se tomó un té y no ha despertado.
—Lleva horas encerrada Thomas y antes que me digas no es tu problema...—su voz sale apresurada, evitando que Thomas intervenga —Eres de la familia, la señora Megan está en Londres buscando cosas para él bebé, sus padres están dictando clases. Ha pedido no molestarla, pero las chicas del servicio están preocupadas—suspira fuerte y pesado al descubrir lo que Dafne quiere.
—Iré a verla —le dice dejando aún lado el plumón y tomando su saco.
Mira un instante las llaves de su auto y lo piensa un rato, niega con vehemencia. Lo mejor es que tome un taxi, las últimas veces que ha conducido no le ha ido bien. Sale a los pasillos y sale por el aérea de urgencias, lleva días haciendo ese recorrido en espera que el milagro ocurra, pero no ha tenido suerte.
Es el mismo día de siempre, sin ver rastros de Gabriela y no tiene una excusa para ir al castillo. Rose, su esposo y el niño no están en la ciudad, por lo tanto, no hay un motivo para que él visite. Ella está mejor sin él, lo sabe, pero nunca creyó que doliera tanto su ausencia. Se detiene en la vía y despreocupado alza la mano para parar un taxi. Un auto se detiene y al alzar la vista para saludar su día gris cambia. Imagina que entre el infierno y el cielo que son ambos, hay un punto neutro y si existe, él está en ese instante en él.
—¿Y tu auto? —le pregunta observándole finamente.
—Debo llevarlo al taller —miente y ella lo sabe porque entre cierra los ojos. —voy a verificar que Louise esté bien, no llegó a control.
El rostro de Gabriela se tensa, como siempre que le menciona a Dafne y suelta el aire. Inclina su cuerpo hacia delante y abre la puerta del copiloto. Un frío "—Yo te llevo" sale de sus labios. No esperaba que luego se casi tres meses de lo verla, lo harían bajo el mismo ambiente de siempre. Realmente en su mente había imaginado miles de cosas distintas.
—Es una amiga Gabriela —se atreve a decirle una vez el auto a arrancado —Dafne me está ayudando con mi adicción...
—Lo sé, porque yo soy muy infantil, una niña rica que no sabe lo que quiere y que sólo puedo sentir por ti lastima —le interrumpe.
Fueron las palabras empleadas en esa ocasión y lamenta que ellas la hieran, pero tiene dudas de los sentimientos de Gabriela. Decide llevar la conversación a un tema distinto y es, la salud de la mujer de su primo. Aliviado descubre que ha obtenido resultados, pues llama por manos libres a su padre, mientras pisa el acelerador.
El silencio rumbo a casa de los Doyle Macgregord, lo odia se escucha a sí mismo haciendo esa pregunta que tanto tiempo ha rondado en su cabeza.
—Conoces la repuesta —es lo que dice.
Pisa el freno en las rejas de la edificación y salen apresurados. Le lanza las llaves a uno de los guardias que vienen detrás suyos y le dicen que se comunique con su tío. Las puertas abiertas al llegar a ella es indicativo que algo está mal.
—El señor dio la orden de entrar... Ella no despierta —comenta una de las mujeres abriéndole espacio a Thomas, mientras la otra le indica la dirección.
Sube los peldaños de a tres, no se detiene ni siquiera al llegar a piso firme y ve a una de las chicas en la entrada con rostro pálido y moviendo sus manos. Cruza el salón de la espaciosa alcoba y la observa de medio lado, camina hacia ella y verifica sus signos vitales.
—Preparen un café cargado —empieza a ordenar tras darse cuenta que sólo duerme —... Louise, despierta.
Golpea de forma suave sus mejillas y la toma en brazos, la chica solo balbucea algo sobre dormir. Se apoya en su pecho pasando una mano por su cuello, escucha a la chica que le dio el té atento. Su jefa necesitaba salir y se negó a dejarla ir con ella, tampoco quiso que fuera con sus padres quienes daban clases a una pareja de esposos ese domingo.
—Dijo que la señora era muy inquieta y podría lastimarse. —el rostro de la chica es de pesar al ver el rostro de la mujer a quien Thomas intenta despertar. —lleva días sin dormir y la señora le dio ese té, le advirtió que no sabía bien...pero dijo que era por su bien. —termina de decir encogiéndose de hombros.
—Será mejor llevarla a la ducha... la voy a preparar —Asiente a Gabriela quien se pierde dentro del cuarto de baño y el insiste en llamarla una vez más.
Esta vez abre los ojos y se queda observándolo un instante sin decirle nada. Por un momento ambos solo se limitan a verse mutuamente. Él la reconoce por las fotos de sus padres, quienes son sus vecinos, se han mudado a la casa de al lado hace un par de meses. Ella por su parte no sabe quien es el extraño hombres de ojos verdes que la mira fijamente.
—Déjame dormir —se queja e intenta cerrar los ojos.
—¡Abra los ojos! —ordena y lo hace somnolienta —tiene una cita con la ginecóloga ¿Lo olvidó?
—¡Listo! —habla Gabriela saliendo del cuarto.
Le pide a Gabriela que la desvista y a las empleadas de nuevo ese café, se quita la chaqueta, corbata y todo cuanto tiene en sus bolsillos. No ve la gracia en entrar a la ducha con ropa, pero no es apropiado hacerlo. Tras quitarse los zapatos, junto con las últimas cosas, Gabriela y él la llevan a la ducha.
En un instante Louise se apoya en el cuerpo de Thomas sin resistirse, poco a poco empieza a ser consciente de lo que sucede o por lo menos que está en la ducha con dos personas y que están tienen una discusión entre sí. Recuerda que necesitaba dormir, llevaba dias sin lograr hacerlo.
Su suegra le dio ese te dijo que lograría dormir, ella se iría tranquila porque la dejaría durmiendo. Era horrible y se lo hizo saber, pero la mujer insistió en que debía tomarlo. Por fortuna, la chica de servicio le dijo que solo tomara un poco y el resto lo votó. Intenta recordar que sucedió más tarde, pero las voces le impedían pensar en algo más que no sea la discusión que había entre las dos voces.
—¡No me conoces! Tampoco puedes compararme con tu ex mujer... —ella conocía esa voz, era Gabriela. —No tengo la culpa de nacer en esta familia Thomas.
—Louise despierta —le decía la otra voz masculina, pero se sentía tan bien en esa paz que no quería abrir los ojos –No he dicho eso Gabriela ...
¡Por Dios! ¡Déjenme dormir! Quiso gritarles, pero el sueño era aliviador. Unas manos quitan de su rostro su cabello, mientras palmea su mejilla ordenando que abra los ojos.
¡Joder!
—Lo haces, cada que me llamas "niña rica"...—el sueño empieza a esfumarse y no le queda de otra mas que presenciar este novelón —Esta niña rica esta dispuesto a todo, tu eres el cobarde...
—¿Dejaras a un lado tu dinero? ¿Estás dispuesta a abandonar tu lujo solo por mí ....
—¡Sí! Lo estoy... ¿Dejarás tu autocompasión y orgullo? —Louise logra abrir los ojos del todo con ese grito.
—¿En qué Reality estoy? —balbucea y los dos sonríen—si no le aceptas re golpeó, has que valga la pena haberme despertado, ojos raros...
Ya despierta, de da cuenta que están en el cuarto de baño de la habitación que ocupa con su esposo, misma que se le dificulta llamarle "mi habitación", tal cual quiere su esposo que la llame. Gabriela sale, pero antes de irse puede ver en ella la vergüenza, está tan adormilada que no le importa lo que ha escuchado, solo que la han despertado.
—Soy Thomas Mackay y usted tenía una cita con la ginecóloga —le dice y Louise observa un instante antes de responder.
—¡Lo olvidé! ¿No eres Doyle o si? —el hombre niega sin decirle nada y asiente —imagino que lo que acabo de escuchar nadie puede saberlo.
—¡Preferiría que no! ¿Lo hará?
—¿La quiere? —es su respuesta y la observa antes de apagar la ducha.
—Merece algo mejor...
—Entonces... ¡Sea alguien mejor!.
—Louise, —Llama Gerald y Belliz al tiempo entrando al baño.
—¿Qué tomaste? —quiere saber Gerald y debe saber los detalles por lo enojado que se ve —Esto debe acabar hoy mismo—su enojo no es en contra de ellos, pero no puede evitar que su voz salga enojada.
—Pásame la salida de baño, necesita calor y privacidad —le dice Thomas a los que están dentro del baño, aparentemente sin darse cuenta que la mujer está semidesnuda.
Nota
Perdón por el spoiler, pero la única historia que no se desarrollará al tiempo es la de Guido que es la última y final de todas estas. No había manera de hacer este capítulo sin mezclar a Thomas, estaba escrito así.
Disculpen.
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