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Capítulo 35


Sin querer

y por querernos

nos convertimos en lo que odiamos.

Adormitada con dolor de cabeza y miles de suposiciones en mi cabeza, llegué a Escocia. Nos recibió una limosina, eso debió alertarme del grado de poder o de dinero que existía en los Doyle. Yo iba ajena a cualquier cosa, el color se me había ido de las mejillas había dicho mi madre al tocarme. Sudaba y sentía el cuerpo frío, nunca había tenido un ataque de pánico, pero estaba segura que estaba teniendo uno. En medio de mis padres con mamá abrazada por los hombros mientras que mi padre escuchaba atento las indicaciones de Gael, quien daba muestra de ser un buen guía turístico.

—¿Es normal que este asi? —le escucho preguntar a Gael y siento los besos de mi madre en la frente. —Bonita ¿Estas bien?

—Si. —es mi respuesta sin abrir los ojos.

—Creo que es mejor si dejamos la reunión con su tío para otro día —comenta Nails —le diré que hizo mal viaje, lo va a entender.

—Es mejor si hacen esto hoy —explica mi padre tomando mis manos —o no lograra dormir ¿Puede abrir las ventanas? El aire fresco le calmará.

En minutos siento el aire frío en mis mejillas y sólo en ese instante me permito abrir los ojos, me encuentro con el rostro preocupado de Gael observándome atento y a mi padre murmurar un "Se los dije". No tenía que hacer alarde que me conocía, en ese punto era obvio que lo hacían, incluso mejor que yo.

—¿Segura no quieres dejar esto para mañana? —vuelve a insistir y esta vez puedo verle.

—Papá tiene razón, es mejor si esa ahora o no te dejaré dormir dando vueltas en la cama —asiente con una media sonrisa, pero no dice nada.

—Nosotros iremos al hotel, es demasiado tarde para visitas en casa de tus padres —comenta mi madre.

Mis padres se negaron a ocupar cualquiera de las habitaciones del castillo o de la réplica, alegando que se sentirían incomodos. No querían ser visto como parientes parásitos.

He guardado silencio sobre la llamada de Adrien, mi móvil sigue apagado, mientras yo me rebano los sesos cuestionando quien le dio mi número. Una de mis tantas inquietudes es que Gael crea que fui yo quien se lo di, para seguir en contacto con él. Llegué a la conclusión que lo mejor era decirle la llamada, sin dar mayores detalles. Decidimos dejar a mis padres, el hotel estaba de paso y luego pasaríamos a ver a Gino Doyle.

La razón por la cual debíamos verlo a él primero que, a todos, era desconocida para mí, como tantas de sus costumbres. No estaba en disposición de hacer preguntas o de conocerlas todo el mismo día, contaba con la disposición de hacerlo con el pasar de los días.

Simplemente me lo prometí.

—Mañana debemos asistir a la clínica, Thomas nos hizo una cita con la ginecóloga —le escucho decir una vez se despide de mis padres y ocupa el lugar de mamá.

—¿Quién es Thomas?

—El primo de Rose...

¿Y Rose? Quise preguntar, pero suspiré. Eran tantos que daba igual que me dijera que era la esposa de Gaspar, Gastón, Gael, Guido, etc. Yo los desconocía a todos, creo que era la que Adrien nombró como loca ese día...

Si, esa era... Lady algo.

—Llegamos...Dios debimos esperar Nails, se ve realmente mal —dice y estoy por negar cuando abro mis ojos.

Observo por los vidrios del auto, nunca en la vida había dimensionado quien era mi esposo hasta ese instante. Aguanto la respiración al ver como ante nosotros las rejas se abren y el auto entra en un camino de piedras con flores a lado y lado. Las luces están encendidas pego ambas manos al vidrio de la ventana, gansos, fuentes y muchas flores.

Y el castillo...

Era como estar en un cuento de hadas, las tres cúpulas le daban un toque tétrico al sitio. El Doyle- Turner parecía sacado de una película de conde Drácula, eso sí, más colorido y con mucha luz. Un gigante está en pie de la puerta principal, tomado de la mano de una mujer pequeña de cabello largo negro. El auto se detiene justo enfrente de la pareja y antes que Nails o Gael me abra él lo hace. Observo la enorme mano que se extiende ante mi rostro y al apoyar sobre la mía noto la diferencia.

El primer descubrimiento al ver a Gino Doyle, es de un hombre serio, cuya estatura y porte pueden intimidar a cualquiera. Sin embargo, la sonrisa que me brinda o el abrazo que le preside me toman por sorpresa. Aliviada al ver como soy alzada en sus brazos sin mayor dificultad mientras palma mi mejilla o toma mi pulso porque no me veo bien. Su esposa hace lo propio, reprendiendo a Gael y a Nails, por traerme a esta hora.

—Ella no quiso esperar —se excusa Nails rápidamente —y su padre dijo que estaba nerviosa.

Físicamente era parecido a su hijo, con pequeña diferencia que este si inspiraba ternura al sonreírme abiertamente. Un segundo hombre algo más joven, sale tomado de la mano de una mujer castaña y este si es alta. Ambos sonríen en dirección a Gael y se dirigen a él, puedo notar el vínculo poderoso que existe entre ellos al verle sonreír y saludarse.

Hasta que capto la atención del hombre quien imagino es Guido, gira en mi dirección y observa mi rostro en silencio. Apoya su mano en un bolsillo de su pantalón, mientras la otra la extiende hacia mí. No puedo evitar sonreír al ver la reverencia que me brinda al recibirme o a que mis ojos se nublen.

—Bienvenida al Doyle-Turner —habla llevándose la mano a sus labios —es usted más hermosa de lo que han mencionado o ¿Es el embarazo que las embellece a todas? —pregunta girando hacia su sobrino y esperando una respuesta, cuando otra voz se escucha.

—Y dicen que yo tengo malos modales —la voz del "joven", Gino por llamarlo de alguna forma los saca a todos de la plática —no te vez bien Louise, pareces un papel, entra miraremos que te hizo mal.

—A parte lógicamente de conocer a los Monster. —dice una chica de cabello negro y piel rosada, con extraños ojos grises que sostiene en brazos a un pequeño de unos dos o tres años que me mira con curiosidad. —soy Rose y este diablillo que se niega a dormir es Gian. —y como si supiera el pequeño sonríe mientras su madre besa su mejilla.

Gael charla ameno con su tío Guido, mientras que los dos Ginos avanzan conmigo al estudio. El susto ha cedido de apoco, pero la mujer que se presentó como Laura, me dijo que tenía una receta para mí.

—Una amiga francesa como tú me la obsequió... hacia embarazos horribles —dice moviendo sus manos en el aire.

—La reunión es privada —comenta Gino observando a su tía y se gana una mirada molesta.

—Ella no hablará con ustedes, hasta que no esté bien...

—Yo la reviso mientras tu preparas ese brebaje, sacrificas tres cabras o bebes su sangre... tía —dice y en respuesta esta alza el puño cerrado hacia él.

Abro los ojos al creer que va a golpearlo, pero lo que sigue me hace soltar el aire, aliviada y confundida. Se abrazan entre sí y la señora besa las mejillas de tan odioso personaje antes de alejarse. El luce humano en ese ambiente, lo he visto sonreír en más de tres ocasiones con personas distintas. Alzo una ceja intrigada y él imita mi gesto al notar que lo he quedado viendo de más.

—Estarás mejor si te sientas Louise —lo escucho decir y giro a verle —¿Qué sucede?

—Gino...—la voz de advertencia de su padre es tosca, pero este niega alzando la mano hacia él.

—Conozco a este 1,65cm y no suele ser asi —insiste —recibió una llamada antes de partir, desde entonces está retraída y nerviosa.

Olvidé que ninguno de sus hombres se guardaba un secreto con su jefe. Suelto el aire y me conducen en silencio a un cómodo sillón, dudo de que tan bueno puede llegar a ser contarle todo lo que hablé con ellos primero que mi esposo. No obstante, recuerdo que es su madre y que quizás ellos puedan ayudarme a cómo tratar el tema sin herir sentimientos.

—Era Adrien, no sé cómo supo mi numero —me excuso —yo pensé que todo acababa con venir aquí, pero no es asi.

—¿Qué te dijo?

—Ese Adrien ¿Es el del incendio? —pregunta su padre y le agradezco que su pregunta no sea que si era mi ex.

—Ese mismo... ¿Qué te dijo Louise?

—Que nuestras teorías de que él se alió con Odette son incongruentes, porque si es asi ¿Quién le dijo que ella existía? —lo demás creo que no era necesario a juzgar por cómo se veían entre sí padre e hijo —y que cuidara mi bebé, en la estación él... —guardo silencio al escuchar los toques en la puerta y es Gino quien recibe la taza, agradece y cierra tras sí.

Me permiten tomar la bebida, Gino me revisa y tras asegurarse que estoy bien dice que le dirá a Gael, cuando lo que imagino es que su padre quiere privacidad. Se sienta en la silla más cercana y toma mis manos que acaricia con su dedo pulgar antes de hablar.

—Sé que has tenido problemas con Megan y que pueda que sientas temor en algunas ocasiones de ella... pero te aseguro que no es capaz de dañarte —dice y paso saliva —¿Deseas contarme que sucedió en la estación? Porque no es solo esa llamada la que te tiene así.

Niego y le cuento lo que vi o creí ver en la estación, que pienso lo he imaginado porque nadie hizo referencia a ello. El observó mi vientre y se burló de él y aunque soy consciente que es absurdo creerle en que la madre de mi esposo me quiera muerta a mi o mis padres, hay una realidad que no se puede ocultar.

—Alguien tuvo que contarle de Megan —le digo y solo sonríe, se levanta del sillón busca algo en el escritorio y los deja en mis piernas.

Observo las caratulas de varias revistas, son Gael y esa mujer algo más jóvenes en diversas situaciones de enamorados, incluso hay una de adolescente.

—Cuando se conocieron, como y porque —dice señalando las revistas con su dedo índice —tienen más información sobre Gael y esa chica que nosotros mismos... ella se ha cobrado por cuanta entrevista le solicitan.

Se han negado a hablar sobre sus parejas, luego del escándalo de Gerald, de quien no da mayores detalles y descubro que nos los necesito. No le gusta leer ese tipo de crónicas amarillista, pero a su hija Gabriela sí.

—Hace unas horas ordene que las recogieran todas de cada rincón de la casa —Señala la fila de revistas detrás de él y puedo ver más de veinte—quieren conocerte y como no saben mucho de ti....

—Van por la ex o cualquier cosa —hablo por el asiente con una sonrisa.

—Escogerán la fecha de la boda, les recomiendo cuanto antes —dice señalando mi vientre y sonrió —un Doyle-Turner debe nacer en el sagrado vínculo matrimonial, la boda será privada y solo familia cercana estaremos. Es decir, tu familia y los hijos de nosotros, ante los ojos de los demás ya se han casado por la iglesia y solo harán el acto protocolario en el castillo.

Asiento cada que da una orden y sonríe al ver la solemnidad en mi rostro al escucharlo. No tengo planeado llevarle la contraria, porque he descubierto en él a un aliado, lo confirmo cuando tras terminar y besarme ambas mejillas me dice.

—Si te sigue llamando... házmelo saber, si no estás cómoda o tus padres necesitan algo de mí, —apoya una mano en su pecho e inclina la cabeza —cuenta conmigo, te aseguro que este es nuestro territorio aquí nada te pasará, tenemos ordenes de derribar a todo el que entre a nuestros dominios armado y a la fuerza. En cuanto a Megan, dale tiempo a que se acostumbre, si tienes problemas con ella... búscame.

(...)

Los preparativos de la boda se estaban realizando, la señora Megan era la encargada de ello, el cuarto del bebé también decidió ella estaría a cargo. Se negó rotundamente a que Gael y yo saliéramos de la casa, porque aseguró estábamos más seguros allí.

Color del cuarto, cuna, vestido, ropa, juguetes, etc, absolutamente todo lo había decidido ella, ya conocíamos el sexo, aunque todos daban por hecho ya que era niño y nos los defraudó. Gael no solía estar siempre en casa, su padre tampoco, eso me dejaba a mí las veinticuatro horas del día, los siete días en manos de su madre, ya que mis padres estaban ocupados organizando su nuevo hogar, felices porque decían que era como retroceder en el tiempo.

De nuevo mi suegra insistió en que no era bueno que yo estuviera con ellos. "—He descubierto que eres inquieta y podrías lastimarte o lo que es peor, lastimar al bebe." Esta vez mis padres estuvieron de acuerdo y me insistieron en que fuera paciente. Daba la impresión de una relación de amor y odio con mi embarazo, era lo que me hacia pensar en alguna ocasiones.

—Creo que Gavyn es perfecto —le escucho decir y alejo de mi rostro la revista que Gabriela me ha obsequiado.

Ajena al malestar que me representa que no me deje intervenir en los detalles más insignificantes o los más importantes de mi primer hijo. Yo quería sentarme con Gael y escoger el mejor nombre para mis hijos, pero ella parecía tener mejores planes. Habíamos hablado de uno en particular dicho por la madre de Jolie que ambos nos gustó por el parecido con el de su hermano.

Ni siguiera me pregunta ¿Qué te parece? Ella sentencia.

—Gavyn, se llamará Gavyn...

"Vamos Louise, di algo" me lleno de valor, cierro la revista y la miro un instante. Tiene en sus manos un libro con nombres de niños, que me da terror preguntarle de donde lo ha sacado, de cubierta marron y hojas amarillentas, que bien pueden ser hechizos en mi contra o vaya uno a saber que tonteria.

—Tendré que decirle a Gael, pero sé que le ha gustado Gadiel, por la similitud...

—¿Qué dices? Ese nombre es horrible e inadecuado ¿De dónde lo has sacado? —¡Es suficiente!

Me incorporo tomando la revista y me observa con rostro extrañado, ella no perturbara mi paz. Podría hacer los preparativos de la boda o del cuarto del bebe e inundar el cuarto con los regalos que quisiera, pero el nombre de mi hijo, lo escogeríamos su hijo y yo.

—¿A dónde vas? ¿No te han dado modales? Estamos hablando de un tema importante.

Me cansé, dice mi espalda recta y mi caminar lento hacia el jardín. Otra semana más con esa mujer y acabaré volviéndome loca. ¿Qué sentido tenia quedarme allí? Todas mis opiniones eran contradichas o se burlaba de mi gusto. No dejaba hacer realmente nada, porque todo le haría daño al bebé. En todo momento me llamaba insensata por no tener cuidado o ignorar mi estado.

Avanzo hacia la fuente y me quito los zapatos dejándolos a un lado. Estoy en lo más parecido a una jaula de oro, Gael viaja en la semana dos veces y en ambas dura dos días, llegando solo para el fin de semana demasiado cansado para que yo le eche encima mis problemas con su madre.

¡Y es su madre! quiero creer que en algún momento cederá o en su defecto se aburrirá.

—¿Qué haces afuera? Y descalza con este frio ¿Qué clase de madre eres? —le escucho decir y suelto el aire.

¡Quiero estar lejos de ti!

—Quiero respirar —le digo ignorando su comentario—me aburro encerrada y Gino asegura que puedo salir sin problemas...

—Tendré que hablar con Gael sobre tus modales... si no querías ser mamá debiste...

—¡Déjeme sola! —le interrumpo sin mirarla—haga lo que quiera, pero lejos de mí.

La escucho rezongar dando media vuelta y me planteo la posibilidad que se esté volviendo loca. Parece que mi estado de embarazo la alterara o le causara sentimientos encontrados (insisto en ello). No parece ser una mujer mala, aunque si dominante y muy celosa con sus hijos. Observo a los gansos y rodeándolo los tulipanes que Gael y yo hemos sembrado.

Dentro de tres días será la boda, como lo había ordenado el jefe de la familia. Gael había decido suspender todo en diez días y nos iríamos a un sitio cercano lejos los dos.

—¿En contacto con la madre naturaleza? —la voz profunda me hace saltar y al girar me encuentro a Gerald sonriente.

—¡Hola! ¿Cómo están? —les saludo a ambos y me ven preocupados.

—¿Extrañas tu país? Yo sé lo que es eso —dice Belliz y sonrío —sobre todo cuando no dominas el idioma.

Si tan solo mi problema fuera eso...

Gerald escanea mi rostro por varios minutos, se sienta a mi lado mientras que su esposa se hace en el otro. Son una pareja adorable, que le ha costado adquirir la felicidad que hoy día tiene me han dicho. Belliz es una pelirroja exótica, divertida y sin control de ninguna clase, ni siquiera de su esposo quien asegura su felicidad es su mujer.

—¿Qué tan difícil es? —me pregunta tomando una de mis manos y su esposa la otra.

Muerdo mis labios sin saber que decirle y de nuevo esas ganas de llorar sin razón alguna. Siento que me ahogaré en mi propio llanto si no las dejo salir y es Belliz quien suelta una maldición abrazándola.

—¿Qué es exactamente? —insiste y niego.

Me siento estúpida al decirle que lo que me molesta, no podría hablarle de su madre, porque yo odiaría a todo aquel que haga algo parecido con la mía.

—Creo que son las hormonas —le digo al fin, pero él no parece creerme. —todo fue demasiado rápido y no conozco a nadie aquí.

—Es cierto, tampoco sales —habla Belliz y me mira a su esposo quien sonríe —¿Qué has comprado para el bebé?

—La señora Megan...

—No—interrumpe su hijo —tu ¿Qué has comprado? —niego y sonríe —¿Has pensado en un nombre o eso también mi madre lo ha acaparado?

Ante mi silencio sus ojos se oscurecen y mira a su esposa un instante.

—Vamos de compras y en el camino pensamos nombres que apuntaras para más tarde mirar con Gael —habla emocionada Belliz y Gerald se levanta diciendo que saludara a su madre. —¿Es muy difícil?

Me pregunta una vez quedamos solas y suelto todo el aire que sin saber había retenido.

—¡Espantoso! Ella todo lo contradice, no le gusta nada de lo hago o digo. Delante de Gael o su padre es una mujer distinta, cuando quedo sola es ... insoportable. —empiezo a decirle rápidamente —a veces creo que odia mi embarazo, tuvo tres hijos... no sé porque se comporta así.

—Ella es estéril Louise —confiesa y la miro sin poder creerlo, sus ojos azules lucen preocupados al mirar por encima de mi hombro y continua —Gerald es adoptado y los Gemelos... alquilaron un vientre, son hijos de mi tío, pero no de ella. —habla rápidamente y es claro que es un secreto. —Su mayor temor es que Gael y Gadien se enteren, todo el estrés que la tía tiene es producto de que Gerald se enteró. Se alejó de ella y cree que es por eso, cuando la realidad es que necesitaba formar un hogar.

Todo lo que me dice no justifica su trato molesto conmigo o eso creo pues no soy psicóloga o experta en esa área.

—¿Crees que piense que si Gael o Gadien se enteran perderá?

—O no la querrán quien sabe. —dice encogiéndose de hombros— Particularmente creo que necesita ayuda...

Tambien yo ... ¡Urgente! por mi propio bien.

—¿Nos vamos? —la voz de Gerald nos hace alejarnos rápidamente y sonreímos —¿Debo preocuparme por qué secreteen?

—¡NO! —respondemos al tiempo y ambas sonreímos.


Por lo menos sé que la conducta de mi suegra tiene una justificación, pero no sé cómo podría ayudarla.

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