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Capítulo 22

El día anterior no aguanté la situación y exploté ¿Cómo no hacerlo? No existe un momento en que Louise saque el tema de su ex o el llamaba a insistir en que hablara con ella para que vendiera, según sus propias palabras Louise le estaba trayendo problemas con su novia.

Mucho antes que Le Blanc hablara con Louise y su familia, para entregarle lo robado o exigir la de devolución de sus acciones, él llamaba a exigirlo. Insinuando en todo momento que Louise no quería vender e en ir todos los días era por él, porque aún lo quería.

Lo creí, por la simple y sencilla razón que antes de entrar ella aseguró solo iría en algunos días, ya dentro decidió lo haría en las tardes y meses después, cuando por la salud de mi hermano yo tuve que viajar y ella quedó sola, iba todo el día cuatro veces a la semana.

Detestaba sentirme inseguro y lamentaba una y otra vez haber comprado esas malditas acciones. Jolie intentaba cubrirla, justificando su ausencia siempre, pero Le Blanc me restregaba en la cara que ella estaba en ese edificio.

¿Valía la pena hacer de cornudo? No y ayer me di cuenta de ello, me apresuré mucho en casarme con Louise. Me sentía como si hubiera perdonado la infidelidad de Odette y vuelto con ella. Comparaba en todo momento lo que estaba viviendo con esa situación. Lo que nunca le quise perdonar a Odette, se lo justificaba a Louise y odiaba eso.

Apagué el móvil desde ayer, las llamadas a París siempre me dejaban de mal humor. Sea las de Adrien insistiendo en que mi mujer lo quería o las de Louise hablando en todo momento de él.

Salvo Gino, no hay nadie conmigo en la casa, Gadien salió muy temprano con mis papas. Yo me había quedado en espera de Gino, quien dividía su tiempo entre Edimburgo y New York. Mi padre y tíos odiaban los hoteles, así que habíamos arrendado un lugar en donde poder descansar todos.

Nos turnábamos en el cuidado de Gael, siempre con el miedo a que ese hombre regresara y terminara lo que hizo o simplemente no despierte más. Todos solíamos dormir con el móvil encendido, cualquier ruido a altas horas de la madrugada, nos hacía saltar. El día de ayer fue la primera vez en meses que logré dormir sin problemas.

Los pasos acercarse me dice que Gino está listo para salir, él ha estado a cargo de todo lo que concierne a la empresa, pero no deja de ir a su casa ver a su esposa e hijos. Ha tenido problemas con Belliz, quien nunca fue dada a recibir órdenes distintas a las de su padre y Gino es muy exigente acostumbrado a se obedecido.

—Buenos días —me saluda palmeando mi espalda dejando la chaqueta en una silla. —¿Todo bien? —me pregunta y asiento.

Me observa como quien esperaba otra respuesta, vestido en traje gris oscuro y corbata a juego se sienta en una de las sillas del comedor. Apoya sus manos en la mesa y detalla todo el lugar, el sitio es propiedad de un amigo de Kurn Tomasevic y fue arrendado por intermedio de Gianni.

—¿Cómo está Rose y Gian? —pregunto levantándome para servirle un té que es lo único que sabía hacer había en el momento.

No me avergüenza decirlo, Gael Doyle no sabe de cocina, Gadien tampoco y Gerald un poco lo que él llama "cultura general". No fuimos adiestrado para ello, al igual que al hombre que tengo en frente y que me mira interrogante.

—Gian creciendo y su madre preocupada por Thomas —responde. —¿Y tú? ¿Qué tal Paris?

—Me sorprendió —es todo lo que puedo decir —¿Aún se niega a pedir ayuda?

El hombre estaba mal, desde la muerte de su hijo se ha refugiado en el alcohol y alejado de todos. La única persona que ha logrado entrar a su mundo es Gabriela y eso parece alegrar a Rose.

—Debe ser difícil para él, aceptar la pérdida de un hijo. —le digo a Gino estira sus pierdas recibiendo la taza que le entrego.

—Gracias. —agradece y me pide sentarme junto a él —si le sumas a todo ese hecho trágico que su esposa firmó para desconectarlo sin su consentimiento y donar sus órganos y ser incinerado... No hay un sitio en el llorar.

—¿Y las cenizas? Sé que no es un buen momento para discutir, pero algo tan delicado debería ser de ambos...

—Estaba demasiado afectado para ser consciente de nada —me aclara.

Se nota que el tema le afecta, pese a todo logra hablar de ello y eso sólo me hace sentir respeto hacia él. Ha pasado por tantas cosas y se refleja en su rostro duro, en algunas ocasiones suele perderse en sus pensamientos e imaginamos es el recuerdo de su abuelo que lo atormenta.

—Gabriela le convenció para demandar y continuar con el proceso de custodia del pequeño, en un acto simbólico —la manera que tiene de hablar de ella me dice lo orgulloso que se siente de ella y sonrió por ello. —asegura ella y Rose que eso le ayudará a mejorar su vencer sus miedos y demonios.

Podría ser o levantar ampollas en aquellas heridas que aún no sanen, sería una buena manera de que lo llore como es debido, sin embargo, de recibir la custodia empezaría a imaginar, de recibirla en su momento todo sería distinto.

—Las cenizas las tiene la mamá, no la ha llevado al mausoleo y solo es una manera de atormentarlo — vaya mujer.

¿Qué lleva a un ser humado que aseguró amarte hasta el último día de tu vida a dañarte de esa manera? Nunca la conocí y traté a Thomas en un par de ocasiones, pero todos decían que se veían enamorados se conocieron desde adolescentes. Fueron el primer amor de ambos.

—¿Cómo logró todo esto? —pregunto—legalmente tenía que existir la firma de ambos para ambas decisiones. —Le da un sorbo a su té y sonríe

— Ya no parece agua estancada o sabe a ella —murmura dando otro sorbo —ya sabes hacerlo.

—Del error se aprende, ustedes fueron mis catadores. —gracias a Dios no intoxique a nadie.

Salvo uno que otro dolor de panza, pero porque ellos le echan miel en lugar de azúcar y solían exagerar.

—No es posible, a ambos le entregaron un documento, lo que creyó era el deceso de su hijo. —explica —Edine sabía que firmaba, Thomas lastimosamente no. Una vez se da cuenta es demasiado tarde, recibió en una urna las cenizas de su hijo.

¡Joder! Una de las razones, por las cuales ha seguido trabajando en ese hospital, es en búsqueda de los donantes, algo que se le ha negado hasta el momento. Se supone que ese hospital era de Tanned Duncan, el tío de Gino y al morir todo el dinero pasó a manos de Claid su otro tío y hermano de Thaned.

—¿Por qué no hablas con tu tío y le pides que te ayude? —le pregunto y suspira fuerte.

Su relación se dañó con la muerte de su tío, supo su deceso antes de salir de viaje, pero no se quedó. El tío Claid nunca le ha hecho reclamos, pero sabe que le dolió no verlo allí. Le permito hablar, pues hasta donde sé con nadie ha hablado del tema y que lo haga conmigo me halaga.

—Llevo en mis hombros el peso de un legado de siglos, nunca alcancé a dimensionar mi responsabilidad hasta que la tuve en mis manos—continúa diciéndome —. Eres conocedor de cómo logró su fortuna, como también los daños que hizo. Tanned supo quién era la mujer con la que se casó, mucho antes de comprometerse con ella. Sembró el odio en Lessie Stewart, en su hijo Ernest, luego en su nieto. Necesitaba cortar lazos con los Duncan y sé que él me entiende —termina de decir.

Puedo entender que se haya alejado, por muchos años sus padres le insistieron en hacerlo y no tuvieron suerte; sin embargo, es solo cuestión de tomar el móvil, llamar a su tío Claid y pedir el favor. Thomas no necesita acercarse, tampoco decir que es el padre, imagino que solo desea ver una parte de su hijo en otro ser.

—¿Cómo van las cosas en tu sede? —pregunta luego de un silencio incómodo y asiento.

—Todo marcha bien hasta donde sé —respondo y sigue mirándome detenidamente.

Solo Gadien sabe de mi matrimonio, he ocultado el anillo de bodas en el fondo de la maleta. Ese gesto me hace sentir el peor de los hombres, es como negar a Louise, pero soy consciente que de momento mamá no necesita el estrés de lidiar con una amonestación hacia mí por casarse sin autorización o el miedo a que no volveré a Edimburgo. Louise no es de Escocia, lo que me obliga a que antes de tomar una decisión presentarla a mi tío Gino, es él quien debe pedir la mano de manera oficial.

Fue lo que hicieron ellos ante Ganzel cuando se casaron primera vez, mi madre fue presentada ante el abuelo antes de que mi padre le ofreciera matrimonio. Solo que mamá quiso conocer a su futuro esposo de la manera tradicional. Mis dos tíos no necesitaron de presentaciones, no solo por ser su segundo matrimonio, también porque el abuelo en aquella época había muerto.

Gino sigue degustando el café, respondiendo mensajes de quien imagino es su esposa. Al terminar el mío llevo la tasa a la cocina y la dejo en el fregadero.

—No soy tu papá o un rey al que debes obediencia y tu estas lejos de ser un súbdito, nunca seré superior a ustedes. —comenta mi primo Gino dejando en la mesa la taza, me mira y niega con una sonrisa irónica en sus labios —Sigo siendo con quien jugabas atrápame, tocaba tu puerta cuando tenía miedo y el hombre que se juega la vida en esa cama, continúa siendo nuestro amigo, soporte y el dueño de toda la valentía que nos faltaba a nosotros.

—¿Lo sabes? —le pregunto, refiriéndome a mi matrimonio y asiente. —me casé, sin la autorización de tu padre, mi tío el jefe, con una extranjera.

—Tienes la mía, diré que yo la di—responde alejando la silla de la mesa y cruzándose de brazos —hasta que decidas es hora que papá y los demás lo sepan o sepas es la indicada.

—¿Cómo lo sabes?

—¿Qué tienes la duda que es o no la indicada o que te casaste? —el tono de voz es irónico y se encoje de hombros —supe de la boda por Nails.

Nails, él no ocultaría nada a Gino, no estaba dispuesto a ser señalado como traidor, por más que le pidieran no hacerlo. Hace parte del grupo suyo, fue por eso que le envío papá, porque era fiel a las costumbres y leyes.

—Es la indicada —le digo seguro y niega.

—Te hablaré como amigo, dejaré en la puerta de este pen house mi cargo —dice señalando la puerta y guardo silencio —no hay ciencia exacta para el amor, no puedes comprarlo con joyas o dinero. —empieza a enumerar alzando un dedo de su mano y cubriéndolo con la otra. —por más que hagas una mujer adecuada a ti, le ayudes a vencer sus miedos o le hagas feliz... Quien no te quiere, no te quiere.

—Sé que es así, en este instante soy consciente de ello...

—No he terminado —me interrumpe molesto —tuve una situación parecida con Rose y el malnacido de Archie...nunca —habla inclinando su cuerpo hacia mí y señalándome—escúchame bien, nunca —insiste con la vista fija en mi rostro —pasó por mi mente entregarle a Rose o que ella hablara con él.

—Invitaste a Todt a tu compromiso con esa loca—le recuerdo y sonríe apoyando su mano en el rostro —porque en ese instante nuestros padres limpiarían su nombre ante la prensa. Tu querías que ella limpiará el suyo ante Todt ¿Por qué me juzgas a mí? Hice lo mismo, yo quería que ella venciera sus miedos no que cayera en brazos de ese infeliz —le digo exasperado.

—Eso fue antes de ser mi novia, muy distinto a tu caso...la chica era tu prometida hoy día tu mujer ¿Por qué carajos dejas a tu esposa al lado de ese hombre? —me reprende.

Porque no puedo obligarla a que lo haga, deseo que sea ella quien tome la iniciativa, que me decida me prefiere a mí de entre todos. Ahora entiendo lo estúpido e infantil que fue mi decisión.

—Ya te lo dije...

— Unos días antes de casarme, la madre de Todt me llamó, me decía que su hijo estaba mal. Fue mi paciente, lo conocí antes que a Rosé e hice una promesa, ya sabes...

—Se debe cumplir —sigo por él y asiente.

El lugar empieza a ser cada vez más pequeño, por cada palabra dicha por mi compañero, empiezo a crear una brecha entre Louise y yo. No sé si es la calefacción que ha aumentado o soy yo que me siento ahogado con tanta verdad.

—Jamás he querido que alguien muriera hasta ese día —dice y sus ojos adquieren un azul intenso, el cambio de color es la advertencia que está enojado.

Cuando sus ojos se cruzan con los míos, puedo ver en ello la ira reprimida. Fingió estar enfermo solo para que el llegara, antes de eso lo acusó de secuestro, jugó con la mente de Rose. Ella había estado internada por problemas de depresión luego de intentar suicidarse.

—Jugó con todas las armas.

Me dice que el término "En la guerra y en el amor todo se vale", se usa más de lo que muchos creen. Corroboro lo que dice, existen personas que solo se dan cuenta de lo que pierden cuando la ven felices o es simplemente el egoísmo porque el otro logró pasar la página sin problemas.

—Fue su novio, sabía que decirle para ponerla nerviosa, le habló de mí... Hizo detalles de lo que yo era. —sonríe sin humor y niega sistemáticamente con violencia —dijo la verdad en algunas cosas, otras las exageró y en muchas mintió; sin embargo, falló y al darse cuenta cambió de táctica... La lástima.

Busco a la peor persona para valerse de ese sentimiento, pienso al escucharlo narrar como lo encontró ese día. Se negaba a usar oxígeno, comer, bañarse o a seguir el tratamiento. No quería vivir sin la mujer que aseguraba fue la única que lo amó, aquella que quiso morir al ver que había muerto.

—Estaba dispuesto a dejarlo morir, era su puto deseo ¿Quién era yo para impedirlo? y mi mejor salida. —responde encogiéndose de hombros y cruzando sus brazos en su pecho —El problema es que yo estaba allí, el infeliz y desdichado de Hipócrates me habló al oído, tuve que prestarle los primeros auxilios.

—¿Lo hubieras dejado morir?

—Lo intenté —dice sin dejar de reír. —Descubrí que mentía.

Me advierte que pese a no tener claro lo que sentía por ella, lo único que sabía era que no estaba dispuesto a dejarla ir. Había decido sería su esposa y el amor llegaría después, no tenía planeado como hacerlo, pero lo haría. Sabe cómo me siento, porque estuvo en la misma situación que yo, necesitaba con todas sus fuerzas hacerlo funcionar. En su caso era una mezcla de sentimientos no muy claros, las pinturas, el orgullo de no dejárselo a otro y la soledad que veía en Rose.

—No sé cuál es tu caso, imagino que Odette tiene que ver, piensa bien lo que estás haciendo. —Me advierte y como estamos en confesiones decido hacerlas las mías. —los conozco, nos conocemos —corrige mirándome —no podemos mentirnos, lo que sea que sientes por ella, no tiene un nombre.

—Estoy enamorado de Louise —insisto y niega —ella no tiene idea de lo que representa ser mi mujer, si va a Edimburgo lo sabrá.

—¿No es por Odette? Para regodearte que ella perdió cuando vea a tu mujer ser tratada como reina —sonríe al ver que me quedo callado y suelta el aire. —Tienes hasta tu regreso a Escocia para poner en orden tus sentimientos, esa chica no lo merece. —mira el móvil y su ceja rubia se alza molesta.

—No voy a divorciarme de Louise, haré que funcione —suelta el aire ofuscado.

Solo sé que no la quiero lejos de mí o en manos de otro hombre. Es un sentimiento totalmente distinto a lo que he sentido con anterioridad y que solo puede llamarse amor.

—Si le temes a que sienta temor al conocer a mi padre lo dudo... Algo me dice que, en tu afán de ser hacerla fuerte haz creado a un monstruo y estás sufriendo por ello. —se incorpora y deja la tasa en el fregadero —¿Sabes lo que dicen que es amar? —pregunta al salir de la cocina —Es darle la capacidad a alguien de destruirte y esperar que no lo haga.

Su rostro refleja solemnidad al decirme aquello y continúa detallándome su día, ira a la clínica, mi padre irá a la fundación que fue la encargada de la adopción de Gerald pues espera encontrar noticias buenas. Él debe recoger una documentación y se devuelve esta misma noche a Edimburgo.

Lo que sigue diciendo lo hace sin importarle mi rostro inquieto, Gerald está en la lista de donadores, pero no quiere esperar a que alguien aparezca. Su tipo de sangre y la exposición a tantos químicos hizo que su hígado sufriera daños irreversibles, lo que complica su situación. Asegura no estar dispuesto a entregárselo a la muerte y menos que su sufrimiento quede impune.

—Por último, debo recordarte, tú eres un Doyle, no ruegas amor a nadie. —diciendo esto sonríe.

—¿Qué te dieron de comer de pequeño? Lo que sea, alimentó tu ego y ha crecido el triple —mi comentario lo hace reír aún más, acomodando su ropa.

—Si algo no te queda te lo quitas, si tus zapatos te aprietan, los cambias ¿Una piedra en el zapato? Te detienes apoyas en algo y la retiras... No caminas con esas molestias, porque ocasionará un mal mayor. —dice y me mira esta vez serio —Lo mismo pasa con el amor no correspondido ¿Sabes por qué me la jugué por Rosé? —al verme negar continua —porque me quería y uno debe estar donde lo aman. —el silencio que sigue me deja perplejo ¿Qué sucede si Louise no me ama? —¿Vendrás conmigo o a la clínica? —me pregunta y el cambio drástico de conversación me dice que le tirara tierra al sermón.

Gino Doyle, no suele darle muchas horas a lo mismo, suele ser de respuestas rápidas y decisiones de la misma manera. No les dará más color a las cosas de aquella que cree necesario y tiene la facultad de pasar la página sin que le afecte mucho las cosas

Con su esposa e hijo no es así, y todo lo que a ellos les afecte, igual lo hace con él.

—Iré a la clínica, pero primero hablo con Louise —digo y asiente entrando a al cuarto.


Entró a mi habitación y termino de vestirme mientras el móvil se enciende, encuentro un registro de las llamadas recibidas por ella el día anterior, algunos mensajes en donde me cuenta que ha encontrado algo y cómo llegó a ello gracias a una conversación que escuchó. El último mensaje eriza mi piel y es lo que programe cuando ella presionara el botón del pánico. Eso fue hace doce horas y yo tenía el móvil apagado, ella estuvo en peligro. Devuelvo la llamada, pero el móvil se va directo a buzón, desesperado marco a sus padres, sin obtener respuesta. Escucho el timbre de la puerta y a Gino hablar enojado con alguien, pero yo tengo solo en mi cabeza a Louise.

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