Capítulo 16
Louise
Con mis sentimientos a flor de piel, me permití disfrutar del resto de la velada, llegué a reír hasta de lo que carecía de gracia. No podía pedirle más a mi vida, salvo que mis padres recuperaran lo perdido. Una vez salimos de allí, fui llevada a casa con mis padres, en donde un puñado de amigos nos esperaba, Anouk y Anne Marie no pudieron faltar.
La velada fue mágica hasta que el móvil de Gael sonó, una llamada a las dos de la mañana siempre asusta. Papá apago la música al ver el rostro de Gael descomponerse y sentarse en la silla más cercana llevándose una mano a su rostro e inclinar su cuerpo en sus rodillas. En esa postura permaneció mucho tiempo, mis padres apenados dieron fin a la velada, por fortuna solo un puñado de amigos permanecían en ese lugar.
Una vez solos me narró lo sucedido, era conocedora de manera baja que el custodio del castillo estaba siendo amenazado y su hoy esposa igual, además que no lo querían con el control del Clan Doyle-Turner. Lo que no sabía y Gael tampoco era que hace unos días su primo había sufrido un atentado y el perpetrador fue asesinado.
La noticia que por fin había sido hallado el hombre que los acosaba no puso fin de manera inmediata a la pesadilla. En lo que parece ser un error de los guardias, pues se le quería vivo para poder interrogado, éste fue asesinado sin poder hablar o señalar cómplices. Seguía la duda que un Doyle estaba intentando dañar a uno de los suyos y eso hizo callar a los Doyle Macgregord.
Al parecer, su primo en vista de no saber quién era el traidor se había alejado de todos y señalaba a cualquiera que llevara su apellido como culpable. Siendo los Doyle Macgregord hijos de otro hogar, toda vez que Gael y su hermana Belliz eran hijos de un segundo matrimonio, imaginaron que serían los primeros en ser señalados como traidores. Conocedor del carácter explosivo de los mellizos los mantuvo a distancia, pues Gerald si llegó a conocer al detalle todo lo ocurrido.
Ello cambió la mañana de ayer cuando Gino Doyle III descubrió el nombre del traidor casi al tiempo que este se llevara a la única mujer del grupo a un supuesto internado. Gabriela Doyle Duncan había sido separada de los brazos de la familia, por parte del hombre a quien veían como abuelo y casi padre. Sin oponer resistencia, pues se tenía confianza en Betf Doyle, como se llamaba el traidor.
Verlo explicarme quien era el traidor dentro de los suyos y como su prima hoy día se debatía entre la vida y la muerte producto de ese secuestro me superó. Todo él era dolor, rabia y hasta miedo, una vez terminó de decirme aquello, no supe que responder por esos dos golpes recibidos sólo pude abrazarlo.
Un avión privado recogería a cada uno de ellos en el lugar en que se encontrarán. Solo Gerald Doyle sería dejado en su lugar, pues su tratamiento de neumonía y el clima en Edimburgo en esa época le impedían visitar su país.
A las cinco de la mañana salió el vuelo que lo llevaría a casa, lo sé porque a esa hora me envió un mensaje de buenos días, pidiendo disculpas por no cumplir. Completo su mensaje con un " Te quiero" que me dio el valor para continuar con esta locura. No tuve más opción más que ir sola a esa reunión, una que fue pospuesta tres horas más tarde. Me dio tiempo de adaptarme a la idea que iría sola y proponerme hacerlo bien, no quería fallarle.
Restriego una mano con la otra mientras inspiro y respiro frente a las oficinas. Dos abogados me acompañan y serán quienes me identifiquen delante del grupo de accionistas. Solo harán eso, pues no iban a entrar, permanecerán a las afueras de la reunión, en caso que los llegue a necesitar.
—¿Preparada? —me pregunta uno de ellos. Asiento al hombre mayor.
La calma que demuestran ambos me contagia, el mayor de ellos es de cabello grisáceo, piel blanca y ojos marrones que en algún momento de su juventud debió derretir a las féminas con sólo sonreír. El segundo es más joven, una espesa cabellera negra cubre su cabeza, lo blanco de su piel contrasta con el color de su cabello y ojos. Padre e hijo según me han contado y no dudo que Gerald les ha dado indicaciones, en todo el camino a ese lugar estuvieron gastando bromas, que lograron hacerme olvidar por un momento a lo que iba ese día.
—Esto no es una entrevista de trabajo señorita Le Brun. —me aclara el abogado más joven quien se ha quedado conmigo dentro del auto, pues su padre se ha bajado y espera nuestra salida — usted tiene tanto o más poder que ellos, piense en eso en todo lo que dure allí.
—Gracias, pero siento que no es suficiente—hablo sacando una pierna del vehículo.
—Lo será, se llevará una sorpresa al descubrir cómo cambia el trato al saberse quién es potencialmente usted —me dice y sonríe para luego hacerme un guiño y señala mi anillo —esa joya que tiene en su dedo es mucho más que un anillo de compromiso, hace parte de los tesoros de la familia.
Observo la joya pues lo desconocía y el hombre continúa diciendo que muy seguramente alguna esposa de un custodio tuvo esa sortija En qué año o siglo solo los Doyle lo saben.
Empiezo a avanzar con un abogado a cada lado, muchos de los empleados giran a vernos una vez pasamos. La decoración es sobria y elegante, me recibe el logo de la empresa y mientras atravieso los pasillos de la misma la observo. Yo llevo en mi maletín una propuesta para poner fin a la guerra entre ambos sobre el cambio de nombre, aunque dudo mucho que mi propuesta sea tenida en cuenta.
El cotilleo empieza en ese mismo instante, imagino ya se sabrá, la prometida de Gael Doyle el nuevo socio vendrá a tomar posesión de su cargo. Mis nervios se van disipando a medida que avanzo, la voz calmada de Gael me llega junto con todo su consejo. Por fortuna, los abogados saben a dónde dirigirse, así que no pido indicaciones.
Tras subir al ascensor y esperar lo que parecen horas estas se abren y seguimos nuestro camino. Me encuentro viendo todo en lo más parecido a una película. Como novia de Adrien nunca visité este lugar. Una chica morena nos ve y se levanta con una sonrisa, saluda efusivo a los abogados y sus ojos color miel se posan en mí. Correspondo de la misma manera, tengo la leve impresión que serán pocas las amistades en este lugar.
—Usted debe ser la prometida del señor Doyle, la están esperando para empezar. —dice saliendo detrás del escritorio —Por aquí por favor.
Avanza hacia una puerta que abre y a quien sea está detrás me anuncia. Recibo las últimas indicaciones de parte de los abogados, sus rostros severos miran a las personas dentro de la oficina y regresan la mirada a mí.
—Estaremos fuera por si necesita algo —me comentan y asiento.
Cabeza en alto, espalda recta y mirada decidida ingreso a la sala de juntas. Mis pasos se detienen bruscamente al ver una pantalla de TV y en ella el rostro del padre Gael observándome. Perdí interés en cualquier persona que no fuera él, una vez lo vi no pude mirar a nadie más. Sin corbata y con grandes, sombras oscuras, su cabello revuelto me observa serio. Nuestra última platica no fue la mejor e imagino ya debe saber que soy la prometida de su hijo.
—Hola cariño, los señores Le Blanc insistieron en que alguien de este estuviera en la reunión, mi hijo no puede estar... ya imaginaras por qué—afirmo porque si bien no he sabido de él, sé que debe estar en esperas de noticia de su prima.
—Siéntese señorita Le Brun —me sorprende el tono cordial del padre de Adrien e imagino que la presencia del señor Gael impide que sea como suele ser conmigo —bienvenida.
—Buenos días —saludo a todos sin esperar respuesta, pues sé que no la darán, solo se limitan a inclinar la cabeza silenciosos.
Lo único que se sabía de Gabriela esta madrugada era que su estado era crítico y era poco probable que se salvara. La mesa rectangular en madera negra sillas giratorias del mismo color y varias carpetas en cada uno de los seis puestos es lo que llama mi atención. La chica rubia de rostro hermoso que recuerdo como la prometida de Adrien, un hombre de cabello castaño y ojos marrones, el padre de Adrien, dos chicos cuyos rostros de piedra me dicen que no soy bienvenida y por ultimo Adrien.
A este último es difícil descifrarle el rostro.
—Espero no esto no lo aleje de lo que realmente importa en este instante —comento.
—Les advertí que solo tengo unos minutos y solo porque mi hijo insistió —responde inclinando su cuerpo en la silla.
No parece molesto, más bien preocupado e imagino es por los eventos. La curiosidad me lleva a ver el decorado detrás de él y puedo ver rastros de pinturas antiguas. Mataría por esta en ese lugar y ver en primera mano todo lo que conservan, hay cosas que no muestran al público y solo la familia conoce.
—Yo puedo presidir esta reunión, prometo enviar copia de todo lo que aquí se diga. —le aclaro al hombre detrás de la pantalla — Sé que su presencia es más importante en el hospital que en este lugar.
Conscientes que los demás hasta el momento no tienen idea de a que me refiero miro fijamente al padre de Gael quien se las arregla para sonreír.
—Si es de vida o muerte nosotros podemos aplazarla y esperar a uno de los accionistas —habla Adrien, muerdo mi lengua para no responder rápidamente y parecer infantil.
—La reunión es con los socios y entendemos que tienen problemas familiares —continúa diciendo el señor Oliver. —puedo deducir la confianza que se le tenga a la señorita Le Brun, conozco a su padre y sé que es un hombre de bien, pero no deja de ser empleada.
—Mi asistente se estará contactando...
—Louise no es una empleada —les interrumpe y su rostro se tensa mientras que sus labios es una fina línea. El silencio en la sala es casi inmediato, yo solo tengo ojos para el hombre que con rostro severo continua —en el mismo instante que una dama lleva una reliquia nuestra, se convierte en una Doyle, este casado o solo sea prometida.
—Creo que hubo una confusión, —habla por primera vez la novia de Adrien y descubro que su voz va acorde con su rostro — al decir que el señor Gael se fue a Escocia, todos pensamos que su prometida se iría con él.
—Chloe tiene razón —confirma Oliver —creímos que era de Escocia como ustedes.
—Nos hemos dejado llevar por lo que dice la prensa en su país, desde hace unos días, mil disculpas —aclara Adrien.
Puedo sentir la mirada de Adrien en mí, de poder aniquilarme con la ella estaría vuelta trizas en ese instante. Me encuentro con la satisfacción que no me importa lo que sea que su mente esté pensando e imagino no es nada bueno.
—Louise es la prometida de mi hijo, —les corrige —heredera al igual que él de todo lo nuestro y merece el mismo trato que cualquiera de nosotros recibiría. Tengan en cuenta que un rechazo, humillación o violencia en su contra, lo consideraré que me lo hacen a mí, los cobrare como si fuera. Que se fijen en chismes de prensa de poco valor habla mal de ustedes como profesionales, en la página de nuestra familia aparece el rostro de Louise Le Brun como nueva integrante de los Doyle. Debo irme guapa, queda todo en tus manos, hablaremos más tarde.
—Como ordene señor —respondo y sonríe la pantalla se vuelve negra y continúo viendo por unos segundos a esa dirección.
En este momento lo importante es la salud de la chica y rodear a sus padres quienes me ha dicho están muy afectados por lo ocurrido. Su padre se culpa porque fue el quien insistió en llevarla a ese lugar y pidió ayuda precisamente a la persona equivocada. No conozco todos los detalles, solo que Gabriela se portó mal y eso hizo a su padre querer alejarla un tiempo de ellos.
—Es mejor empezar —comenta el señor Oliver y alejo la vista de la pantalla para verle, esta frente a mí y su hijo a la cabeza de la mesa, su novia a un lado y un desconocido frente a ella.
—¿Es muy complicado lo que están viviendo? —pregunta la que ahora se llama Chloe —por cierto, soy Chloe, es un placer conocerte he escuchado hablar tanto de ti que creo conocerte.
—Puedo imaginarme los calificativos —respondo con una sonrisa —Louise Le Brun y el placer es todo mío. No puedo decir nada al respecto, salvo que es de cuidado.
—Entendemos —responde el desconocido de cabello castaño — Manolo Caruso, a tu disposición.
Adrien no se ve feliz de verme allí, descubro que no me importa. Por primera vez no me interesan las emociones o sentimientos de Le Blanc. Sostengo su mirada y tensa su mandíbula mientras aprieta con fuerza el documento que tiene en sus manos. Con todo lo paranoico que ha demostrado ser me imagino cree, me comprometí con Gael, para poder estar cerca a la empresa.
—Empecemos entonces —habla mirando a su prometida quien le sonríe —haré las presentaciones.
Así las cosas, me presenta a su distinguida novia a quien presenta como la señorita Chloe Garnier, a su padre quien dice tenso que ya conozco, el desconocido cuarto socio Manolo Caruso, un simpático italiano que no dejo de sonreír mientras estrechaba mi mano y los dos publicistas encargados de la nueva presentación del nombre de la cadena de restaurante.
—Aclaremos lo del nuevo nombre —empieza a decir y por el tono de su voz se que empezara a atacarme.
El uso del nuevo nombre que el señor Gael insiste en tener, que tocara ese tema en primera me decía queria hallar una excusa para atacarme pero se llevaría una sorpresa. Sonrío al padre de Adrien y lo veo arrugar la frente ante ese gesto, saco de mi maletín los bocetos apoyo mis manos en ellos y carraspeo.
—Entiendo que cambiar de nombre es un retroceso y no queremos eso —empiezo a decir y la ceja oscura de Oliver se arquea, mientras su hijo solo me observa con burla —algunos productos han cambiado de presentación drásticamente en búsqueda de innovar. Muchos lo han logrado, otro los ha llevado a la quiebra.
—Totalmente de acuerdo —exclama Manolo y todo miran en su dirección —en Italia lo intentó una marca de jugos de naranja. La presentación era en cajas tetra pack y cambiaron a plástica ¿A adivinen que sucedió?
—Perdieron clientes porque no lograron encontrar el producto que siempre llevaban —habla uno de los publicistas —pero ese no sería nuestro caso, los locales estarían allí.
—Pero el nombre cambiaría y creerán que el producto igual —les explico y sé que empiezo a tener la atención del señor Oliver.
—¿Qué plantea? —pregunta Chloe —porque su suegro fue enfático, exige que Macmáx esté presente en el nombre.
—No pienso ceder. —escupe Adrien y al verlo puedo ver furia en él.
—No tendría como detenerme, en caso que yo decida hacerlo —le recuerdo —tenga en cuenta que represento la mitad más el 10% de las acciones de la que ya no es su empresa... es nuestra señor Le Blanc —corrijo —En vista que no queremos perder y si sumar estaremos en un nuevo mercado nuevo y diferente, estuve pensando en el cambio en la presentación del nombre como tal.
—Tendría sentido —sugiere su padre y se acomoda en la silla, inclina mi cuerpo hacia mí, lo que según Gael me dice potencialmente que tengo toda su atención.
—Es estúpido, es retroceder...
—Estúpido es llevarle la contraria al cambio señor Le Blanc —le interrumpo nuevamente y extiendo el nuevo diseño a su padre — incursionamos en un modelo de restaurante, en donde queremos llegar a un nuevo grupo de personas —continúo diciendo pasando copias de los bosquejos a todos en la mesa.
—El logo de Macmáx es la silueta de una mujer con un niño en brazos ¿Me equivoco? —afirmo a Chloe quien sonríe —esto es.... Hermoso.
He logrado con el nombre Le Blanc, la silueta de una familia que se convierten en madre, padre e hijos. Los colores de la cadena de restaurante los mantuve intacto, lo único que hice fue traer a la mujer del logo de la fundación y agregarle un padre.
—Creo que la madre soltera tiene un esposo—les digo sonriente.
—Tambien más hijos, un hogar sólido y establecido —responde el señor Oliver quien de repente me ve con admiración.
—¿Quién hizo esto? ¿Algún empleado de los Doyle? —le sonrío al italiano y afirmo, realmente fue asi.
—Es interesante, sobre todo porque se busca llegar no solo al mercado de turista, es a la familia —habla el publicista de larga melena y cuyas facciones parecen más de metalero —es lo que se extraña al salir de casa, sea de vacaciones, estudios o trabajo.
No esperaba que Adrien cediera, tampoco el señor Gael lo haría y solo lograríamos días y días de pleitos innecesarios. Al final de la junta fue el señor Oliver quien estuvo de acuerdo en que era buena idea, pero que había que pulir algunos detalles.
Teniendo en cuenta que solo era una propuesta de lo que se podría acordar, me fue realmente bien. Es lo que pienso al dejar mi bolso en la oficina y contemplar el arreglo floral que han dejado en ella. Avanzo hacia el colorido ramo de diferentes colores y tomo una al azar. No hay tarjetas o algo que me diga quien las dejó allí e imagino solo fue una muestra de cortesía.
—La deje antes de saber para quien era —habla Adrien detrás de mí —No sé porque me sorprende...
—¡Ahórrate tus palabras! —le advierto girando sobre mis pies y enfrentándolo
Se cruza de brazos y me observa con una media sonrisa. En su mundo solo está él y no hay manera que crea en otra historia más que en aquella que lo ha llevado su fantasía. Según sus pensamientos muero por él y estoy dispuesto a todo para conquistarlo, Adrien es el mayor de los idiotas.
Me da vergüenza decir que alguna vez estuve enamorada de él.
—Estas aquí en mi empresa, te he encontrado en casa de Chloe, en mi restaurante...
—¡Que no es tu empresa! —le recuerdo —y ¿Qué has hecho en todas las veces que me vez? ¿Quién ve primero al otro, tu a mi o yo a ti? —le pregunto, sus cejas se juntan y su mandíbula se aprieta. —si no te hubieras acercado a mí en el restaurante no sabría que tu patética existencia estaba allí, —empiezo a enumerar con mis dedos — averiguaste la dirección de mi casa y fuiste, me amenazaste, pediste comida en "Mi" restaurante para luego humillarme ¿Estás seguro que soy yo la que te acoso? —pregunto con una ceja alzada con una mano sosteniendo la otra —Incluso en este instante, mira donde estas ¿Quién busco a quién? —le señalo la oficina con los brazos abiertos y sonrió al ver su rostro oscurecerse. —eres tu quien parece no querer soltarme, si mi presencia fuera para ti tan molesta no me buscaras. Yo nunca te he buscado, has sido tu quien lo ha hecho...todo el maldito tiempo.
—Intenta...
Alzo las manos, tomo el ramo y lo lanzo a la cesta más cercana para luego señalarlo.
—Mi presencia en esta compañía es solo laboral, aclarar las finanzas de Macmáx y solo porque Gael lo ha querido. —no tengo porque explicarlo, pero una parte de mi quiere hacerlo para que me deje de acosar — No cuenta con el tiempo para administrar ambas cosas— sigo cruzándome de brazos, pero estoy lejos de haber acabado —Solicitó mi ayuda para poder terminar todo a tiempo antes de irnos de otra manera es imposible. Asi que, en adelante y mientras dure en este lugar, no quiero lidiar contigo de ninguna manera—finalizo con una sonrisa al ver su rostro mirarme confundido.
—Estás aquí, te echaste al bolsillo a toda la maldita junta con ese proyecto que quien sabe a qué imbécil le pagaste para hacerlo —estalla en furia y me permito reír con ganas —¿Cómo se supone que evitaré tu presencia? y ¿Qué carajos quieres decir con eso de antes de irnos?
—Esto no es la historia de la chica que se dejó conquistar por el toxico y está dispuesta a hacer lo que sea por reconquistarlo —le digo alzando el mentón —Nunca se ha tratado de ti Adrien, lo nuestro acabó a las afueras del restaurante esa mañana, eres tu quien se ha negado a aceptarlo. Ahora te exijo salgas de mi oficina y me evites tener que soportar tu presencia.
Su rostro refleja varias emociones, sorpresa, enojo e ira, pero no me detengo solo en decirle que se vaya, camino hacia la puerta y la abro. Sonrío de forma instantánea y sus ojos adquieren un brillo peligroso, la sensación de felicidad que me otorga no sentir nada por él al verle es indescriptible. Una vez sale de la oficina la cierro, apoyo mi espalda y el sonido de mi móvil me hace correr a buscarle.
—Hola preciosa...
Y es todo lo que necesito para que sonría como estúpida ante el móvil.
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