Capítulo 23
Nota: Gracias por la espera, aunque sé que van a desear que actualice rápido. Porque se que hay algunas que le gusta el chisme. jajaja Quiero saber que piensan cuando terminen el cap.
Zabdiel
Dos meses después.
En estos momentos no creo que podría ser más feliz, todo está fluyendo favorablemente con mi hechicera y con la bebe, pero lo que más me emociona es ver su pancita. Aunque aún no le confieso lo que realmente siento, sin embargo, estamos más compenetrados que antes. Debo añadir al asunto, que hace dos meses que firmamos el contrato que nos acredita como socios de la galería West y hoy en la noche tendremos una pequeña fiesta de celebración luego de realizar unas cuantas reparaciones a la estructura. Además de que aprovecharemos para anunciar la buenas nuevas a nuestra familia, quienes aún no saben sobre la galería.
Sonrío cuando recuerdo la sorpresa que le tengo a Chiara. Se que extraña mucho a su familia, y me tome el atrevimiento de invitarlos a este importante evento para nosotros. Ese día hable con su madre, quien muy encantada aceptó y además me pidió si podía invitar a su hermana y su esposo, que será una sorpresa que su hija valorara mucho y que todo quedara entre nosotros. Lo cual acepte porque quiero verla feliz.
Mientras estamos enfocados en la decoración de la galería, para nuestros invitados más íntimos, que se extiende a mi familia, la de Chiara y la del señor West; Rebecca, mi representante esta encargada de atender a los familiares de mi esposa, de modo que la sorpresa pueda llevarse a cabo.
Escucho mi celular sonar por enésima vez en el día, al principio iba a ignorar la llamada hasta que veo de quien se trata, puesto que es muy raro que ella me llame, y las pocas veces que lo hace siempre hay cosas extrañas detrás. Mi curiosidad no me permite rechazarla. De modo, que entro a la oficina donde estará laborando Chiara para poder contestar.
—Hola, Mandy ¿Cómo has estado?
—Hola, Zabdiel. Todo perfecto. —contesta con la alegría que le representa— Se que debes tener alguna idea de porque te llamo.
—Lo único que sé, que es alguna extraña sensación tuya. —Mandy, desde que la conozco ha tenido una vibra extraña y según ella tiene un don de saber las cosas que van a suceder.
—Solo siento que debo advertirte algo, pero no se me dejo saber que es exactamente lo que va a suceder. Lo único que se es que tiene que ver con tu matrimonio. —al escuchar esto la piel se me pone chinita, no puedo creer que ahora que Chiara y yo estamos de lo mejor suceda algo.
No lo concibo posible.
—Mandy, agradezco tu preocupación, pero sinceramente no creo que algo vaya a pasar en estos momentos que pueda estropear mi matrimonio.
—Escúchame Zabdiel. Se que aun eres un poco escéptico con mi don. Sin embargo, no por esta razón dejare de advertirte. —Argumenta, mientras hago silencio para que continue. —Lo que te voy a decir no es que vaya a destruir tu matrimonio, puede que lo fortalezca y que terminen comunicándose como deberían. Claro esta si tu permites que eso suceda. Sin darle mas vuelta al asunto, solo quiero que tengas cuidado y que recuerdes que "No todo es lo que parece, ni nadie es quien dice ser".
—No entiendo que quieres dejar dicho.
—No puedo decir mucho, aunque te daré otro consejo. —suspira antes de continuar— Escucha a tu corazón, y no te ciegues con su pasado.
—Mandy...—antes de que le pudiera decir algo colgó. Dejándome con muchas preguntas.
Nunca me había sentido tan exhausto al terminar una llamada, por lo cual me dejo caer en la silla del escritorio y me pongo a pensar en las palabras de Mandy. Pero por mas vueltas que le de al asunto, no logro poder darles sentido a sus palabras. Estoy tan absorto en mis pensamientos que no me di cuenta de la presencia de mi hechicera hasta que sus manos acariciaron mis mejillas.
—¿Estas bien, Zab? —cuestiona mientras me observa con preocupación y se sienta sobre mis piernas, sin quitar su mirada de la mía.
—Sí, solo estaba pensando. —manifiesto a la vez que le brindo una sonrisa.
—Mmm, ¿seguro? —asiento a su pregunta— Ok, no insistiré. Ya terminamos con lo que había que hacer aquí, ya podemos irnos a casa. Necesito urgentemente una siesta antes de la fiesta. —dice esto mientras me abraza, e inmediatamente correspondo. Este solo gesto disipa todas mis dudas y preguntas sobre lo de Mandy, tan solo con sentir a Chiara en mis brazos, además de que últimamente estoy fascinado con su vientre que esta mas abultado que hace unas semanas atrás.
—Pues, si ya esta todo listo entonces vámonos. —ella asiente con entusiasmo, de modo que recogemos nuestras cosas y salimos camino a nuestra casa.
Últimamente, se ha convertido en nuestra rutina, cuando llegamos a la casa dirigirnos a mi lugar seleccionado para pintar. Mientras ella se acuesta en la cama que hay en esta habitación, yo intento concentrarme en pintar. Debo confesar que ella es mi musa, aunque a veces termino pintándola porque mi mente queda eclipsada con ella.
Como en estos momentos que no puedo dejar de mirarla, lo cual ella siempre se da cuenta.
—Tírame una foto, de ese modo te va a durar más. Bueno, aunque en tu caso sería pintarme. —expresa con su picardía a flor de piel.
—Ya te he pintado. De manera que ya te tengo memorizada. —asevero continuando con su coqueteo.
—Sé que me has pintado, pero no me dejas ver las pinturas—menciona, mientras se pone en pie y camina hacia mí. —Podría demandarte por pintarme sin mi consentimiento.
—¿Por cuánto me demandarías? —cuestiono, sin dejar de observar sus movimientos.
—Bueno, seria una cifra que no podrías alcanzar y no quiero dejar al padre de mi bebe sin dinero. Por eso, podemos hacer un trato, que sé que te gustara expresa a la vez que termina de sentarse a horcajadas sobre mí y roza sus labios con los míos.
—¿Cuál sería ese trato? —cuestiono, mientras estoy perdido con el sabor de sus labios.
—Sencillo, quiero que cumplas una de mis fantasías. Una que solo tu podrías cumplir, la cual desde que te conocí he deseado. — declara, haciendo una pausa para unir nuestros labios sutilmente y despacio. Sus dedos sosteniéndose de mis hombros con fuerza, mientras nuestros labios no dejaban de tocarse una y otra vez, para permitir que nuestras lenguas comenzaran a juguetear de manera que el ambiente se sentía mas intenso y caliente. Antes de separarnos, sus labios y dientes halaban mi labio inferior. —Entonces, ¿qué dices?—cuestionó casi sin aliento.
—No me has dicho cuál es tu fantasía. —menciono, luego que recuerdo el tema de conversación. Aunque ahora mismo creo que soy capaz de aceptar cualquier cosa que me pida.
—Bueno, eres pintor y puede que alguna vez hayas recibido alguna propuesta indecente —dice mientras salpica besos en mi rostro, para detenerse y mirarme con esa picardía que solo ella posee—Quiero que me dibujes desnuda. —su petición me deja pasmado, mas no sorprendido. —¿No vas a decir nada? —pregunta al ver que me quedo solamente observándola.
—Que tardaste mucho en decírmelo, si me lo hubieras dicho el primer día que te paso por la mente, ya habrías tenido tu retrato.
—Bueno, nunca es tarde para cumplir una fantasía.
—Tienes razón, pero hoy no.
—¿Por qué no?
—Porque dentro de dos horas tenemos que prepararnos para ir a la celebración, y como debes de entender esto se tomara mas de dos horas. Porque quiero hacerlo bien.
—Bueno, esta bien. Pero quiero ese retrato esta semana. —asiento a la vez que nos besamos. Me levanto con mucho cuidado con ella anudada a mi y la llevo a la cama.
—Ahora es el momento de dormir esa siesta que querías, solo tendrás estas dos horas para hacerlo. Así que aprovéchala.
—Pero si te quedas conmigo.
—Claro, no tengo un mejor lugar que desee estar. Siempre voy a preferir estos momentos, aquí contigo junto con nuestra bebe. —expreso con la emoción a flor de piel, mientras recibo su sonrisa que siempre me llega a lo mas profundo de mi corazón.
—Yo tampoco deseo estar en otro lugar. confiesa, para terminar, abrazándonos.
Continúo abrazándola, mientras mi mente vuelve a la llamada de Mandy y por mas vueltas que le doy al asunto no logro darle sentido. De manera que por estar tan concentrado en la conversación que sostuve con ella, no pude conciliar el sueño y descansar. Sin embargo, permanecí junto con Chiara abrazándola y velando sus sueños.
Chiara
Estos últimos meses de mi vida han sido tan mágicos y, a la vez, tan revolucionarios. Nunca pensé que en un acontecimiento pudiera trastocar la vida de alguien, a tal magnitud de hasta casarme y dejar a mi padre. Dos de las decisiones mas fuertes en lo que llevo de existencia, pero justo ahora no me arrepiento de nada. Hoy estoy más clara que nunca que estoy enamorada perdidamente de Zab. Sin embargo, siento como si nos faltara algo. En realidad, creo que mi miedo es perderlo, porque no tengo la certeza de que el me ame, se que siente algo por mí. Pero es muy probable que no sea amor.
Me siento perdida en esta relación, porque nunca he tenido algo serio, después de mi primer novio el cual me engaño, con quien sufrí mucho y después de esa experiencia no me comprometí con alguien hasta Tim. Aunque puede que no cuente, porque nuestra relación fue demasiada abierta y sin ningún tipo de fidelidad, puesto que podíamos hacer lo que quisiéramos, siendo consciente que nos apoyaríamos. Pero todo eso quedo atrás cuando decidí que ya no quería seguir viviendo de esa manera, porque a pesar que siempre he creído que nunca me casaría en el fondo siempre lo he deseado. Tenia la esperanza, a pesar que mi madre pensara lo contrario.
Desde el día que Zabdiel se cruzo en mi camino, nunca deje de pensar en él. Hoy que estoy casada con él y que dentro de mi vientre esta creciendo nuestra pequeña hija, ahora menos dejo de pensar en él.
Salgo de mis cavilaciones cuando Zab llama mi atención, anunciándome que ya llegamos a la galería. Al parecer tiene unos minutos mirándome con la puerta del copiloto abierta, para ayudarme a salir del auto.
—Disculpa, Cariño. Estaba perdida en mis pensamientos. —me excuso, mientras sostengo su mano.
—¿Cariño? —cuestiona con un brillo extraño en su mirada.
—¿Qué tiene de malo que te diga así?
—Nada, solo que cuando estamos solos nunca usas esos apelativos cariñosos. Solo me llamas Zab o Zabdiel. —Me da pesar reconocerlo, pero él tiene razón. Siempre que uso estos apelativos es porque alguien esta cerca y tenemos que aparentar ser una bonita y amada pareja cuando estamos en la galería. Aunque siendo sincera hace mucho tiempo atrás que dejo de ser pesado para mí llamarlo así.
—Acostúmbrate, nene. —enuncio antes de robarle un beso y sostener su mano derecha para instarlo a entrar a la galería. Sonrío, por su rostro sonriente y lleno de alegría, tan solo por decir unas palabras cariñosas.
De mi parte comparto su alegría, y mucho más porque hoy anunciaremos nuestra sociedad con el señor West. Se que su familia estará muy orgullosa por él y que mi mejor amiga se emocionará cuando lo sepa.
Cuando llegamos a una de las salas de exposición, que es donde organizamos las mesas para la celebración, me emociona ver que ya parte de la familia de Zab están aquí y mi mejor amiga también. pero me quedo muda y parte de mi alegría se esfuma cuando entre los presentes observo a mi madre, sin embargo, me sorprendo que este mi tía y su susodicho esposo. Además, para rematar esta la insoportable de Rebecca, la eterna enamorada de mi esposo.
—Zab, ¿Tu los invitaste? —le pregunto en voz baja.
—Sí, tu madre me dijo que quería darte esta sorpresa. Por eso no te dije que vendrían.
—Vaya que si es una sorpresa—digo con desdén.
—¿No te alegras de verlos? —extrañado me pregunta.
—No es eso, Cariño. Simplemente que no me lo esperaba. —sonríe, pero en el fondo se que no se tragó mi excusa.
Como si supiera las mil y unas maldiciones que debo estar recitando en mi desdichada mente, Azul, se acerca y me abraza.
—Tranquila Chiara. Conozco esa mirada, pero no quiero que hagas algo de lo que te puedas arrepentir. —me susurra en mi oído, mientras me abraza.
—No te preocupes, se lidiar con hipócritas como ese desgraciado. —le comunico, ya que ella sabe todo lo que ha hecho Roberto en mi contra.
—Bien, pues vamos a saludar. —menciona. —Hola Zabdiel, disculpa que no te haya saludado, pero ya sabes que ella es mi persona favorita.
—Ya lo sé. No te preocupes, cuñada. —dice a la vez que nos escolta hasta nuestros asientos, donde ni bien nos sentamos y, Zabdiel se va a saludar a sus familiares, se acercan los tres chiflados, porque no sacare de la tómbola a mi madre.
—Hola hija—con emoción fingida me saluda mi madre—Espero que te alegre vernos, Zabdiel fue tan amable de invitarnos. Aunque pedimos excusa por tu padre, puesto que tenia mucho trabajo y no le fue posible asistir a este evento.
—Hola mami. —me levanto y le doy un beso, porque si para hipócritas vamos le puedo ganar. Después de todo lo que me ha hecho viene con su fingido amor. —Claro que me da gusto verlos. Que mal que mi padre no haya podido venir, aunque es extraño que no pudo conseguir ese permiso.
—Sí, es una lástima—murmura despacio, sosteniéndome la mirada y en sus ojos me doy cuenta que trama algo. —Ay, yo acaparándote y no te dejo saludar a tus tíos.
—Siempre igual Patty. —susurra mi tía Margarita—Hola, Chiara. Tu prima te envía saludos, ella esta siguiendo tus pasos ahora esta en el que era tu puesto en la galería.
—Hola tía, que bueno que mi prima esta siguiendo mis buenos y mis malos pasos también. —le respondo sonriente, y logro mi cometido cuando muere su sonrisa petulante.
—¿Y a mí no me vas a saludar, pequeña? —me cuestiona el viejo rabo verde. Antes que le conteste como se lo merece, Azul, quien al parecer se va a convertir en mi hada madrina esta noche se acerca a nosotros y me tiende a mi ahijado.
—Mira quien quiere estar con madrina. Roberto, cuanto tiempo sin verte.
—Sigues igual de hermosa, Azul. —le coquetea el viejo zalamero.
—Gracias, porque no nos sentamos. Ya debe de empezar. —con estas palabras, Azul deja por finalizado esta horrible escena.
Después del incomodo saludo con mi familia, recupere mi buen humor y salude a los Morgan. Una vez que el señor West y su esposa llegaron, se dio la apertura para la cena. Todo estaba desarrollándose de la mejor manera posible, y cuando llego el brindis fue el momento oportuno cuando se anunció la razón del evento dándoles a conocer que éramos los socios igualitarios de la galería West. Fue uno de mis mejores momentos, puesto que todos estaban felices por nosotros, aunque había tres que sé que esa alegría que proyectaban no era sincera. Aunque me vale lo que ellos tres piensen.
Casi me abrumo con todas las felicitaciones que llovieron sobre nosotros, después de la noticia todos querían un recorrido a la galería. De modo, que los complacimos. Al terminar, algunos decidieron despedirse entre ellos estaba Azul, quien quería llevar los gemelos a acostarse en su cuna. Así que fui con ella hasta la salida y me despedí de ellos. Estaba un poco cansada por lo que decidí ir a descansar un rato en mi despacho, no sin antes enviarle un mensaje a Zab para que sepa donde estaré.
Cuando llegué a mi oficina, me recosté en el sofá que hay cerca del ventanal. Luego de unos minutos escuche que abrieron la puerta, al principio pensé que era Zab, pero me extraño que no se anunciara puesto que nunca ha entrado a mi oficina de esa manera. De modo, que me puse en pie y cuando vi su rostro todos sus intentos de hacerme daño se abalanzaron en mi mente como una avalancha.
—¿Qué haces aquí?
—Te seguí porque quería conocer tu oficina sobrinita.
—Que gran mentiroso eres, lárgate ahora mismo.
—Chiara, tranquila no te voy a hacer nada malo. Al contrario, vamos a disfrutar de nuestro tiempo juntos, mientras tu esposo y los demás están entretenidos en otra cosa.
—Sigues siendo el mismo idiota de siempre. Una vez te lo dije y te lo vuelvo a decir, nunca en tu asquerosa vida tendremos sexo.
—¿No? Eso está por verse, sobrinita. —murmuro mientras se acercaba a mí, me escabullí de él, aunque estaba lejos de la puerta, pero me las ingenie para invertir nuestro lugares. Cuando estaba cerca de abrir la puerta, el desgraciado fue ágil y me agarro de los brazos. Con su fuerza me aprisiono en la pared y pude ver en sus ojos toda la maldad que puede ser objeto este ser sin corazón. Por un momento me sentí vulnerable y con miedo de que pudiera hacerle algo a mi bebe.
—¡Suéltame estúpido!
—Sabes, haré que pagues por todas tus ofensas y humillaciones.
—¿Humillaciones? Eres un vil abusador. —le escupí todo mi odio con estas simples palabras, sin embargo, el se sonrío y amplio su sonrisa cuando su celular vibro en sus pantalones.
—Dentro de poco sabrás de lo que soy capaz. —Sus manos apretaron mis brazos, sentía un gran dolor mientras intentaba desesperadamente soltarme. Su asquerosa boca aterrizo en mi mejilla cuando esquive su primera intención, continúo besando mi cuello y esta vez la situación era diferente, porque me tenia retenida de forma que no podía elevar mis piernas para darle en sus partes nobles. Me encontraba desesperada por salir de su amarre de muerte, cuando la puerta fue abierta y por ella entro mi madre quien pego un grito. Sin embargo, me recorrió un frio cuando vi a Zab quien estaba con su celular al lado de ella y me miraba sorprendido.
—¿Chiara María Torres, continuas en lo mismo, a pesar de estar casada? —cuestiona indignada mi madre— ¿Y tu Roberto, aun sigues detrás de mi hija?
—Zab, no es lo que estás pensando—enuncie, empujando a Roberto quien reacciono soltándome.
—¿Y qué es lo que estoy pensando Chiara?
—Chiara, por favor, no vayas a mentirle. Ya te casaste con el y le endosaste nuestro hijo. Ya puedes decirle la verdad, para que se divorcien y puedas quedarte con su dinero—miro boquiabierta a Roberto por las sandeces que está diciendo.
—Eres un desgraciado eso no es cierto. —lo abofeteo y desesperada miro a Zabdiel—No es cierto, nunca haría algo así.
—Ya deja de fingir, Chiara. Ya logramos lo que queríamos, ahora si podre dejar a tu tía y estaremos juntos como siempre lo hemos soñado.
—Ya cállate. —Intento golpearlo una vez más, pero mi madre me detiene.
—Cálmate, Chiara estas embarazada. Piensa en esa criatura. —menciona mi madre, como si en verdad le importara—Ya basta de estos juegos. Este chico no se merecía esto, pensé que habías cambiado. Me juraste que dejaste de ser la amante de tu tío, antes de irte de España, que encontraste una persona que amabas. Que aprendiste la lección cuando tu tía te despidió cuando supo que tus eras la amante de Roberto. —niego, mientras escucho sus palabras—De haber sabido que este era un plan de ustedes, no habría permitido que te casaras. Ahora espero que me entiendas Zabdiel, porque no quería que te casaras con mi hija.
—¿Mami, te estas escuchando?
—Ya no puedo callar, Chiara. Siempre me has avergonzado, no quiero ni pensar en lo decepcionado que estará tu padre contigo. El siempre ha creído que eres la hija perfecta, su mundo se desmoronara cuando lo sepa.
—Ya no sigas con tus intrigas. —le exclame furiosa, me concentre en Zab quien permanecía en el mismo lugar con su rostro adusto y serio, como nunca lo he visto—Zab, debes escucharme eso no es cierto. Nada de lo que están diciendo.
—¿Qué no es cierto?—murmura mi tía—Me vas a negar que no te despedí por enredarte con mi esposo. Que estúpida soy, lo perdone porque me juro que habían terminado esa relación y que estaba arrepentido. Pero todo era una mentira.
—Eso no...—fui interrumpida por las palabras de Zabdiel.
—Ya basta, no quiero escuchar una palabra más. Creí en ti, Chiara. No puedo creer que hayas sido capaz de todo esto.
—Zab, vamos a hablar solo por favor.
—¿Para qué? Para que lo sigas engatusando—dice mi madre.
—Mi amor, ya obtuvimos lo que queríamos. —enuncia, Roberto. —Ahora podremos ser felices con nuestro bebe.
Este estúpido esta jugando con fuego. Zabdiel pierde el control y arremete contra Roberto, en mi estado no puedo impedir que se peleen. Observo a mi madre quien esta sonriente, al igual que mi tía y ahora cobra sentido su teatro. Ellos tenían esto planeado.
De un momento a otro, esto se descontrolo, por lo que algunos de los hermanos y primos de Zabdiel tuvieron que intervenir.
—Zabdiel, ya contrólate —exigió Spencer. —Charlie, vamos a llevárnoslo.
Intente seguirlos, pero Adler me lo impidió. Pidiéndome que lo dejara serenarse. Asentí, viendo como los Morgan salieron y nos dejaron a solas. Por primera vez sentí vergüenza, al ver que varias personas de mi nuevo entorno hubieran presenciado esta farsa, y sobre todo Zab y el señor West.
—Señor West, lo siento mucho por todo esto. —enuncie, con un nudo en mi garganta.
—Tranquila hija. Todo se resolverá. —me sonrío y le dio un apretón a mi mano—Ahora, es momento de respuestas. Ninguno de ustedes se va de aquí, sin antes responder nuestras preguntas. —con voz autoritaria y severa, Robert exclamo.
Que irónico que un Roberto desee hacerme daño y un Robert quiera ayudarme.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro