Capítulo 2
Zabdiel
¡Eres un cobarde Zabdiel!
Me recrimino mientras me tomo, de un solo trago, otra copa de champán. Tengo años planeando lo que le diría al amor de mi vida, como le declararía mis sentimientos. Pero siempre hay algo que me detiene, impidiendo confesarme.
Ella, mi hechicera de cabello rubio, tan solo con una mirada me cautivó, con su sonrisa me postró a sus pies. Logró conquistarme poniendo mi mundo al revés, sin mucho esfuerzo de su parte. Estoy rotundamente enamorado de Chiara, desde aquella vez que la conocí en España. Fue amor a primera vista, y yo que me burlaba de la historia de mis padres. Era de los que negaban rotundamente que esta clase de amor existiera, por esta razón la vida decidió darme un poco del mismo chocolate.
A pesar de sentir su interés por mí, me ignora cruelmente y no me permite acercarme.
Hoy no ha sido la excepción, ha mantenido su distancia. El día de la boda de Shane, pensé que todo iba a cambiar para mejor después de ese beso. Sin embargo, no fue así. Al contrario, reforzó su silencio hacia mí.
—¡Zabdiel, hermano!—James, me palmea la espalda para tomar asiento a mi lado.
—No estoy para bromas, James—le advierto, con mi humor sombrío.
— Dime Zabdiel, ¿Cuándo estás para bromas?—se burla, mientras me arrebata la copa que me acercó uno de los camareros.
— James, ¿Qué quieres?—Suelto sin más, porque sé que algo trama.
— ¿Por qué debo querer algo?
—¿Te olvidas que soy tu hermano mayor, y que por ende te conozco bastante bien?—suspiro—Además, que hayas dejado a tu socio, Enger, sólo enciende esa alarma de cuando estás cerca.
—Me haces sonar como si fuera un caos andante. —Farfulla con tono burlón.
—Estás muy cerca de ello.
—Zab, te noto más tenso y extraño últimamente. Bueno, en realidad mucho más que antes ¿Es por Chiara?—gruño, al escuchar ese nombre. Me molesta que todos se hayan dado cuenta de lo que siento por ella, menos quién debería.
—A ti que te importa—. A pesar de mi molestia, mi querido hermano se ríe porque sabe que ya me sacó de mis casillas. Aunque últimamente no debe hacer mucho para hacerme sucumbir a mi ira.
—Sabes, te diré lo mismo que una vez le dije a Shane—murmura, mientras aprieta mi hombro—Tiratela, aunque suene vulgar. Una vez lo hayas hecho saldrá volando de tu mente. En realidad no le dije exactamente estas palabras, pero en esencia fue lo que le di a entender.
—¿Alguna vez te escuchas hablar James? ¿Acaso no tienes hermanas, para hablar de las mujeres como si fuesen objetos o máquinas para solo cumplir en un solo ámbito?—al final exploto, sintiendo la furia corroyendo mis venas—Espero que algún día no seas quién estés del otro lado, porque vas a sentir en carne propia lo mismo que le haces a esas mujeres.
—A ellas, les encanta.
—Espero que te quede muy claro esto. Yo no quiero solo un revolcón con ella, lo quiero todo.
—No te has puesto a pensar ¿Qué, tal vez, por eso ella huye? Es posible que solo quiera una noche salvaje, y después olvidar que alguna vez pasó.—lo observo atentamente, dejando que sus palabras inquieten mi mente— ¿No la has visto? Exuda erotismo en cada paso que da y tiene ese sex appeal que solo las mujeres seguras poseen. Es de ese tipo de mujer, que no se ve en el altar, con una casa con cerca blanca y un anillo en su dedo. Lo que me entristece porque quiero todo eso con Chiara.
—¡Cállate! No deseo seguir escuchándote hablar.—Cada palabra que él profesa, eleva mi mal genio y se clavan en mi corazón.
Aprovechando que nadie fue testigo de nuestra discusión, o eso creo, salgo rápidamente del restaurante sabiendo que nadie va a notar mi ausencia. Puesto que ya los festejados, deben estar acostados en sus cunas.
Exhalo, mientras admiro la hermosa noche estrellada. Una vez que mi mente está menos enturbiada, me dirijo a mi auto al mismo tiempo que saco mis llaves.
Camino una corta distancia del restaurante hasta mi auto. Antes de abrir la puerta delantera, escucho un taconeo y la inconfundible voz de la mujer de mis sueños, pronunciando mi nombre.
—¡Zabdiel, espera!—exclamó, con su dulce voz que estremece todo mi ser.
Me quedo tranquilo en mi lugar, aceptando su pedido. Mientras me pregunto ¿Qué no estaría dispuesto a hacer por ella?
—¿Te encuentras bien, Chiara?—le pregunto, una vez llega a mi lado, porque me extraña que me esté buscando.
—Sí, perfectamente—murmuró con dificultad, después de correr el poco tramo que nos separaba—Solo estoy un poco cansada. Tendré que empezar a hacer ejercicios, porque me cansé de esa carrerita.—Me quedo observándola, mientras ella intenta regular su respiración.
—¿Deseas algo?—La observo, mientras tanto espero una respuesta.
—Sí, quiero pedirte un favor—sus ojos se ven más oscuros que de costumbre—Ya que te vas, ¿Podrías llevarme donde me estoy quedando?
—Sí, claro.—comentó, sin muchos ánimos. Por un momento pensé que me preguntaría otra cosa—¿Dónde te estás quedando?
—En el departamento de Azul—explica, aunque en realidad ya lo sabía, pero no quiero que lo sepa.
—No hay problema, me queda de paso—enunció, para luego quitar la alarma de la camioneta.
Le di la espalda para abrir la puerta, cuando escucho su grito y siento sus manos sosteniendo sé de mis hombros para no caerse. Automáticamente giro, sorprendiéndola, por lo que casi tropieza otra vez, pero gracias a mi reflejo puedo detener su caída y terminó acercándola más a mí.
—¿Estás bien?—le pregunto muy preocupado.
Estoy concentrado en su rostro, aunque esto no evita que sea consciente de todo su cuerpo que se presiona contra el mío. Su mirada presa en la mía, me tiene hipnotizado. Despacio bajé mi rostro hasta el de ella, quién era más baja de estatura. Con un solo roce de nuestras bocas, todo mi ser se estremeció. Cuando me separé de ella, le di la oportunidad de alejarse, sin embargo, su atrevida respuesta me desarmo.
Su mano derecha viajó a mi nuca, obligándome a volver a descender mi cabeza para que sus labios se prendieran de los míos. A pesar de no ser la primera vez que nos besamos, nada me preparó para la sensación de plenitud al revivir su sabor. Tome control en esta ocasión, y con este beso exigí que se abriera a mí para profundizarlo. Chiara con gusto aceptó.
Sin abandonar su cálida cavidad, nos moví de manera que su espalda quedará presionada contra mi camioneta, dejándole sentir cada parte de mi cuerpo que reclama el suyo.
Sus manos habilidosas se posicionaron en mi espalda, mientras dejaba escapar sus gemidos, cuando mis caderas se presionaron contra las suyas permitiendo estar más cerca.
Chiara, correspondía con ansias, lo que provocó que la intensidad se elevará. Separe nuestros labios para tomarla en mis brazos y sentarla sobre el capó del auto. Me coloqué entre sus piernas, mientras tanto ella me ciño por las caderas con sus muslos. De modo que la volví a besar, a la vez que ella sacó mi camisa del pantalón.
Sus manos entraron dentro de la camisa, para acariciar mi espalda, lo que se sentía sumamente bien. Con nuestra respiración agitada, nos íbamos separando, no sin antes succionar su labio inferior, lo que provocó que se estremeciera.
Nos quedamos observándonos sin proferir palabra alguna. Una de mis manos se coló hasta su nuca, al mismo tiempo que la otra la posicione en su trasero. Sin desviarme de su mirada, esperé a que mi respiración se normalizara para hablar.
—Me encanta besarte—enuncio, mientras rozo lentamente nuestros labios.
—Me di cuenta. A mí también me gusta besarte—Sonrío, a pesar de que aún no entiendo como llegamos hasta aquí. ¿Será que ya dejó de intentar huir de esto? O ¿sólo son mis ilusiones?—Pero quiero más que un beso—la miro por lo directa que está siendo—¿Qué tal si vamos a un lugar donde podamos estar solos? ¿Qué dices, Zab?—cuestiona, mientras muerde mi labio inferior.
A pesar de que por fin está sucediendo lo que he deseado, no puedo dejar de pensar en lo surreal de la situación. Mi rubia me está sugiriendo una noche de pasión, pero no sé porque siento que es lo único que está dispuesta a dar. Aunque no la conozco como quisiera, puedo leer en su mirada que no quiere una relación.
Me debato en si aceptar, porque yo quiero mucho más que eso. ¿Pero estoy dispuesto a negarme? Mi respuesta es no, le daré al amor de mi vida lo que desea. Aunque solo quiera de mí una noche, una simple aventura. Sin duda quiero tenerla y sentirla mía, a pesar que solo sea una sola noche.
Sé que cuando la vea irse mi corazón se romperá en mil pedazos, porque será muy duro él tenerla para luego perderla.
—Está bien, Chiara. Vamos a ir a un lugar, donde solo estemos los dos.
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