Epílogo
GRACIAS INFINITAS POR LLEGAR HASTA AQUÍ.
Nos seguiremos leyendo pronto... en un contigo 3?
Lo averiguaremos jeje
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EMMA
Al mes de que mamá se fue a Grecia, me llamó llorando.
Había entrado al fin a terapia y su primer paso fue decirme que yo era bonita. Que no era aburrida, que era completamente suficiente.
Que daba el ancho.
Que el hombre a mi lado tenía a una mujer valiosa que era más valiente de lo que creía y que él era afortunado de tenerme.
Por supuesto que lloré. Mamá me había dejado clavadas las palabras malas que me dijo aquel día y hasta ese momento ella entendió todo el daño que había causado. Me dijo que sentía que se le hacía tarde si no me lo decía rápido, por lo que se ocultó en un callejón para llamarme y enumerar sus errores y cada palabra que usó desde que tenía uso de razón. Me explicó que me había dicho todas esas cosas cuando pasó lo de Fernando porque pensó que eso me alejaría por completo de él. No obstante, tarde se dio cuenta que haber usado esas palabras fue innecesario y, que el dolor que me causó, será algo que llevará como mayor peso sin importar que yo diga que la perdono. Ella aceptó que no merece el perdón de nada, pero intentará ser una mejor persona.
Tomo aire, recordando que aún tengo cosas por hacer y que mamá volverá a llamar en cualquier momento. Siempre me llama una vez a la semana, justo cuando se siente aburrida o cuando sale de terapia. Hoy fue su quinta cita, hace cinco meses que las cosas han cambiado con ella de manera favorable, y de verdad espero que logre sanar por completo cada cosa que sufrió.
Termino de revisar los papeles y los acomodo debidamente en el escritorio antes de volver a tomar aire y soltarlo.
Al fin. ¡Vacaciones!
Le doy un sorbo a mi café y después me levanto para ir a la sala. Me siento productiva, pero no puedo negar que necesito un descanso. Y, por fortuna, tendremos nuestras primeras vacaciones familiares a partir de mañana. No iremos a un lugar extravagante, pero al menos no estaremos atareados con nada, pasaremos estas dos semanas en el departamento en la ciudad e iremos al parque ecológico para que los bebés conozcan más cosas y colores.
Justo cuando estoy fuera, escucho el monitor que llevo siempre conmigo, Elías ha desertado ya. A casi seis meses de su llegada, ya les reconozco el llanto, por supuesto que sé que Inés llora un poco más agudo que Elías y que, por desgracia, ambos llantos se unen cuando justamente uno de ellos es el que despierta al otro.
Subo las escaleras lo más rápido que mis pies lo permiten y por fin llego con ellos.
—Ya estoy aquí, amores míos, ¿por qué lloran tanto? ¿Extrañan a papi?
Al primero que tomo es a Elías, porque Inés se entretiene con su manita, chupando sus dedos.
Le doy pecho mientras hago mimos para que a mi princesa no le dé por lloran en el transcurso. Elías no dura mucho antes de soltarme el pecho y dedicarme una sonrisita de apenas un diente. Le beso la frente y lo vuelvo a acomodar en su cuna para repetir la misma acción con Inés. Mi niña no quiere pecho, solo quiere atención, así que eso me deja como resultado quedarme al lado de su cuna en una silla para hacerles mimos a los dos.
—Ya llegué. —Da dos toques en la puerta de la habitación, haciendo que gire y le dedique una gran sonrisa—. ¿Me han extrañado en esta casa?
Lo bebés reaccionan con su voz. Inés es la que más se emociona y le extiende los brazos para que la tome cuando se acerca. Azariel lo hace y también toma a Elías, al final me da un beso en los labios.
—También los extrañé. —Se sienta en el sofá y yo lo sigo, poniéndome a su lado.
—Ya quedó el balance, ¿ya podemos tomar vacaciones? —Me recargo en su hombro, agotada.
—Sí, justo quería decirte que nos vayamos de una vez hoy a la ciudad, hay una fiesta a la que tenemos que ir además.
—¿A cuál? —Hago un puchero. Seguramente son de esas reuniones aburridas que los empresarios hacen llamar fiestas y no hacen más que verse la cara los unos a los otros. Hemos asistido a dos y yo ya hasta me aburro de solo oír que tenemos que ir a una.
—No, no es un evento de los socios. Hasta yo ni ganas tengo de ir más a uno, que sepas. —Nos reímos, incluso los bebés lo hacen aunque no entiendan por qué—. Louis no se presentó hoy en el trabajo, y me llamó cuando venía de camino para acá para decirme que se comprometió con Karen. Fue todo un plan, ella le pidió matrimonio en el cerro de la campana anoche. Y esta mañana se casaron.
—¿Así sin más? —Me cubro la boca.
—Eso. Iremos hoy a la recepción, lo planearon desde temprano, no le tuvieron miedo a nada, ¿eh?
—Cuando hay mucho amor nada es precipitado —digo y me río de mis propias palabras. Sí, justo así sucedió todo.
—Ah, vale, ¿ahora eres experta en el romance instantáneo gracias a nuestra relación "precipitada"?
—¿De qué hablas? Tú y yo nos hemos amado por años, creo que al final de cuentas, más bien tardamos casi una eternidad.
—Si lo ves de otro modo, teníamos que madurar primero antes de llegar a esto.
Nos señala a los cuatro con la manita de Elías.
—Pues qué bueno que ya hemos madurado, al fin somos una familia completa.
—Claro que sí. —Me besa la cabeza—. Aunque nos salen bien bonitos los bebés, tal vez se pueda ampliar un poco más, ¿no crees?
—Estoy segura de que no, no lo creo... bueno, al menos no ahora, dejemos que los niños anden corriendo por el patio y veremos si llenamos este hogar de bonitos bebés.
Hogar. Cada que lo digo en voz alta, disfruto la sensación.
—Bueno, iré a preparar las maletas —anuncio y me levanto, dejando un beso a cada uno de mis tres amores en la mejilla.
Camino hasta la puerta y desde ahí me giro para observar a mi maravilloso esposo, Azariel Guerras, cantándoles a nuestros hijos una canción interactiva y sonrío tanto que siento que las mejillas me duelen un poco.
Sí, por supuesto que este siempre ha sido mi hogar.
FIN
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