Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4

AZARIEL

Su boca. Su sabor. Su piel. Su manera de tocarme. Sus manos en mi espalda, enterrando sus uñas. Su precioso rostro lleno de gestos del placer que le estaba dando...

—Azariel, ya quedó el depósito de esta semana.

La voz de Louis me regresa la realidad. Por supuesto que llevaba rato pensando en lo que pasó con Emma hace un mes, ese asunto no ha parado de estar en mi cabeza desde que salí de la finca esa madrugada.

No sé cómo explicar lo que siento y cómo me sentí en ese momento, cuando encendí mi auto y anduve por el terroso camino, es como una mezcla de felicidad con miedo, porque lo que pasó no pareció llevar ningún sentimiento más que despecho de su parte y mi desesperación de abrazarla y besarla hasta que se me acabara la boca. La calentura no nos permitió analizarlo hasta ahora. Y solo he pensado en que no podría arrepentirme, pero esto sucedió por los dos, así que no sé cómo se sienta ella.

—Gracias. ¿Cuánto depositaste esta vez?

—Dudé, pero mandé cinco mil de nuevo. Tú dijiste que mandara de a poco más y más, pero creo que aún ha de tener de los diez mil de la semana pasada. —Asiento, tranquilo—. ¿Ya me vas a decir a quién es esa mujer a la que le has estado mandando tanto dinero cada semana? La primera vez que llamó, muy encabronada por cierto, me acuerdo que dijo que te metieras el dinero por el...

—Mi hermanastra... —lo interrumpo—. Bueno, la hija del esposo de mi mamá, para mí nunca fue mi hermanastra. Ya te dije que está en la finca, es Emma.

—¿Así que lo pasaron bien y ahora te odia? Digo, sonaba muy enojada ese día. —Se sienta en la silla frente a mi escritorio. Sonríe de manera burlesca, lo miro mal al instante—. Va, perdón, pero no entiendo por qué está tan molesta contigo, y por qué tú no quieres tomar sus llamadas.

—¿Llamadas? ¿No llamó solo hace tres semanas para decirme lo del dinero?

—Esta semana ha estado llamando, pero Alondra le dice que no quieres atender el teléfono por múltiples razones. ¿Por qué no la atiendes?

Aprieto los puños.

—Alondra jamás me dijo nada.

Tomo mi teléfono y marco para la casa, pero nadie me responde ni al tercer intento.

—¿Dijo qué quería? —Me niega—. ¿Hay algo importante por hacer esta semana?

—Tenemos que enviar unas cosas a las tiendas, pero de eso me puedo encargar yo. —Me muestra sus pulgares arriba—. Puedes ir a ver cómo está Emma, seguramente pasa algo con los animales, ¿no me contaste que ella no sabe ordeñar vacas? O a lo mejor te va a decir que lo de aquella noche trajo premio, por eso ha de estar tan cabra.

Pongo los ojos en blanco cuando suelta una risita, no debí desahogarme con él con este tema ni decirle que habíamos hecho alocadamente el amor.

Sin embargo, no le doy importancia a su actitud y me dispongo a preparar mis cosas para irme.

¿Cómo la voy a ver a la cara? Digo, lo que pasó para mí fue maravilloso, pero sé que ella debe estar molesta por irme sin despedirme, sin decir una sola palabra. Hay una explicación para esto, y sé que se la debo, pero, conociendo a Emma, mis disculpas van a servir poco.

Salgo de la oficina y a quien me encuentro primero es a Alondra quien me muestra una sonrisa que solo me provoca enojo.

Ya la despediré cuando me asegure de que Emma está bien.

***

Cuando llego a la finca, todo parce tranquilo, algunos trabajadores están sacando cosas del granero y otros se ven que andan procurando alimentar a todos y cada uno de los animales. Sonrío de alivio cuando me doy cuenta que todo está en orden al menos afuera.

Entro a la casa, no se mira nadie por ningún lado, por lo que asumo que Emma puede estar en su habitación o de terca en el patio trasero, intentando trabajar. Dejo mi maleta en la sala.

—Dios mío, esta muchacha no entiende —Escucho renegar a Antonia cuando entro a la cocina.

—¿Qué pasa, Antonia? —Me acerco a la ventana que es hacia donde está viendo. Está mirando cómo Emma carga una carretilla vacía. Ernesto está tratando de evitar que siga con lo que sea que hace—. Es terca, no van a poder detenerla con nada. Imaginé que estaría haciendo algo así todo este tiempo. Déjenla.

Suelto una risita y Antonia me reprende con un quejido.

—Sí, mijo, es terca, pero ella ya no puede hacer cosas pesadas, pone en peligro al bebé, el médico le pidió que no cargara nada pesado ni hiciera esfuerzos.

Me dejo de reír y la veo en busca de respuestas. La voz me sale bien ahogada cuando hablo.

—¿Qué bebé?

—Emma está embarazada, Azariel —me cuenta, preocupada—. Se había estado sintiendo mal, pero la semana pasada de plano se desmayó en el campo y pues Ernesto la llevó al pueblo, desde entonces se ha aferrado a que ahora quiere trabajar para mantener al bebé, ya había estado ayudando, pero esto es una exageración, ¿no puedes ir a hablar con ella? Tengo miedo por su embarazo y...

No escucho lo que dice después porque corro al patio trasero, con la única intención de detener yo mismo a Emma.

—¿Qué chingados haces? —Creo que mi voz suena demasiado fuerte, porque hasta Ernesto retrocede unos pasos de Emma.

—Trabajando, pero Ernesto no me deja, ¿puedes decirle que me deje? —Noto que está nerviosa, pero trata de disimularlo con firmeza—. No puedo vivir de tu dinero por cinco meses, no lo quiero.

—Tampoco puedes trabajar embarazada, insensata, pero ahí andas. Déjate de cosas y deja ahí

Le toma por sorpresa que yo lo sepa y solo así suelta la carretilla.

—Entra a la casa. —Me cruzo de brazos, tratando de calmar mi enojo. Pero me frustro cuando ella repite mi acción.

—No tengo por qué obedecerte, vete al diablo.

—Emma, no seas infantil. —Toco mis cienes y suspiro.

—Infantil tu cola. —Eso hace que todos se empiecen a reír. Molesto, les pido que se vayan a trabajar y de a poco se van dispersando—. Tú no me vas a decir que hacer, yo sé cuidarme sola y puedo hacer lo que se me pegue la regalada gana.

—Por mí puedes hasta tirarte de un barranco si eso es lo que quieres, pero no mientras tengas a mi hijo dentro. —Abre grande los ojos al igual que me supongo que lo hacen Ernesto y Antonia que son los únicos que quedan aquí y están presenciando la escena. No le tomo importancia porque me le acerco firme a tomarla en brazos como la otra vez para llevármela adentro de la casa.

Antonia me abre cada puerta hasta que llego a las escaleras.

—Antonia, por favor prepare la comida, apuesto a que ni siquiera ha probado un solo bocado.

Cuando Antonia asiente, se da la vuelta y regresa a la cocina. Emma va renegando hasta que estamos en su habitación y la recuesto en la cama como aquella vez. Me separa de un empujón y me avienta una almohada.

Está llorando.

—Lo del barranco era mentira, cálmate, lo dije porque...

—No estoy llorando por eso, baboso. —Se pasa una mano por las mejillas—. Déjame en paz, tengo que volver a llevarles comida a las vacas.

—Ernesto ya está en eso, tú dedícate a descansar. ¿No te duele nada? ¿Desde cuándo has estado cargando pesado?

No parece querer responder pero al final toma aire antes de hablar.

—Desde que nos enteramos del embarazo, Ernesto me prohíbe todo eso, pero unos días antes llevaba una semana ayudando a alimentar a las vacas y a los cerdos. El viernes pasado fue cuando Ernesto me llevó al pueblo, me desmayé en el campo.

Me voy tranquilizando y finalmente me siento a la orilla de la cama. Creo que lo que siento es alivio.

—Menos mal, no lo hagas más, ¿vale? —La miro y asiente, mirando hacia la ventana—. Sobre el bebé...

—Antes que digas alguna estupidez, te aviso que tendré al bebé, no me importa que no haya sido un plan o que haya salido de uno de los más grandes errores que hemos cometido en los últimos años.

Miro más lágrimas caer por sus mejillas.

—No fue un error. —Al menos yo no lo veo así, solo como algo inesperado que necesitamos hablar.

Emma chasquea los dientes.

—Huiste como un cobarde, Azariel, por favor, no me vengas ahora a decir que pasó por algo más que por calentura.

—No huí, hubo un problema con mi empresa y tuve que ir rápido, estabas dormida, no quise despertarte para despedirme, además yo...

—No quiero tus excusas, para empezar me odias y yo no voy a fingir que no lo sé, regrésate por donde viniste. —Se levanta, dispuesta a irse y yo me levanto también de golpe, deteniéndola—. Me voy a bañar, no dramatices.

Se va al baño y, solo cuando escucho la regadera, comienzo a pensar en lo que está pasando.

Emma está embarazada. De mí.

El idiota de Louis tenía razón, lo de esa noche tuvo consecuencias.

—Emma, cuando salgas, bajas a comer, hablaremos bien del tema, hablaremos de todo.

—Como digas. —Luego de eso, comienzo a escuchar la regadera. Esa es mi señal para irme y decido seguir mi propio plan: la voy a esperar en la cocina.

Cuando estoy ahí, miro a Antonia servir dos platos.

—Ya había hecho comida, solo que ella no quiso, que es que no tenía hambre aun —dice cuando se gira de la estufa y me ve.

—¿Cómo ha estado comiendo? —Le ayudo a acomodar los platos.

—Pues es muy rejega, había comido poco antes de saber del embrazo, pero el médico le dijo que debía comer más, porque tenía anemia, con el bebé podría empeorar si no come bien. Igual come cuando dice que trae ganas, hasta ella hace sola la comida cuando pasa eso, el otro día la escuché en la madrugada, yo le hice comida y comió bien, pero de todos modos me preocupa, comer a deshoras no es sano.

Me paso las manos por el cabello y bufo, seguramente esto es en parte mi culpa. Que Alondra no me pasara ninguna de sus llamadas me hace sentir peor. Esa mujer siempre me mete en líos solo porque se le atoja.

—Por cierto, Azariel, yo sabía que habías extrañado tanto a Emma. —Antonia me dedica una risita y luego mira soñadora hacia las escaleras—. Pero no sabía que así de tanto.

—Antonia. —A pesar de renegar, sonrío, apenado, se me había olvidado que ella siempre ha sido indiscreta, pero eso sí, muy amorosa—. Seguramente me debe odiar ahora mismo. ¿Cómo le vamos a hacer ahora que vamos a tener un hijo? Además no fue exactamente un plan, tampoco un accidente, claro, pero no hemos hablado en diez años. Creo que metí la pata hasta el fondo.

Antonia me dedica una sonrisa y se acerca a poner sus manos en mis hombros.

—Bueno, los hijos no son pegamento, para empezar, pero ese bebé en camino los va a unir para siempre, creo que al menos estarán unidos para limar asperezas y hablar del pasado. —Lo que dice me hace fruncir el ceño y girarme a verla—. No era un secreto para nadie que se llevaran muy bien, Azariel, su relación era linda, inocente y muy firme, que se desequilibrara cuando ella se fue no significa que haya desaparecido, solo no era su tiempo a lo mejor, igual, llevarse bien ahora es algo que tiene que ser sí o sí. Ese pequeño debe crecer en un buen ambiente, es algo que todos los niños merecen.

Junto mis manos y recargo mi frente en ellas, alargando un suspiro, ella tiene razón, Antonia es sabia. Este tema es una gran locura, lo acepto, pero para que tenga una solución debemos hablar Emma y yo largo y tendido.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro