*Les seduce con Azariel en modo vaquero wapo*

Por cierto, hice este edit wonito  del capítulo anterior ❤️

Se les quiere mucho por acá, gracias por leer esta historia. 

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AZARIEL

Al llegar a la finca, Emma es la primera en bajar para ir a la cocina a saludar a Antonia, diciéndole que la extrañó mucho, que las invitaciones ya fueron mandadas a hacer y que pronto las estaremos entregando.

—¿Cómo se portó? —Ernesto aparece por la salida de servicio, quitándose su sombrerillo de paja. Se dirige a mí, sonriendo.

—Es buena chica —Miro a Emma que, achicando los ojos, pone sus manos en sus caderas—. Sí hace caso... si le tienes el refrigerador lleno de jugos de varios sabores.

Ernesto suelta una carcajada.

—Es bueno que la consientas también. —Se le acerca a ella y la abraza—. ¿Cómo has estado, mija? ¿Te has sentido bien?

—Sí, ya tuve mi segundo chequeo, Azariel esta vez no se desmayó cuando vio a los gemelos.

El viejillo se ríe otra vez.

—Muy bien, eso es bueno.

Antonia menciona de repente que hizo comida para nuestra llegada y pronto nos pasamos a la mesa del comedor, Ernesto al principio se negó a comer en la mesa principal, pero Emma hizo esos pucheros que ha estado haciendo en las últimas semanas y lo convenció de tajo.

Comemos entre conversaciones sobre los preparativos para el aniversario. Emma sugiere algunas ideas y las aprobamos de manera unánime, aportando también las nuestras.

Este año, aunque no lo admita en voz alta, me va a partir el corazón.

A mamá le encantaba esta celebración. De hecho, se enamoró perdidamente de Elías en el aniversario diez. Ella llevaba casi cinco años trabajando para él como su sirvienta y esa noche bailaron mucho, bebieron e incluso continuaron la fiesta en la cocina cuando todos ya se habían ido a dormir. Hablaron mucho y ella, que tenía meses encantada con él, se atrevió a besarlo. Recuerdo haber salido de la habitación de nosotros para tomar agua y los vi, tenía ocho años. Cuando descubrieron que yo estaba ahí, mamá se sintió muy avergonzada que llorando se disculpó, casi nos íbamos de la casa porque ella deseaba renunciar dado que había cometido una falta de respeto con su jefe y lo había arruinado todo.

—¿Recuerdas cuando nos íbamos a ir de la finca mi mamá y yo cuando éramos pequeños? —Inquiero a Emma, cuando entramos a su habitación. Pongo su maleta en el suelo cuando se gira a verme.

—Sí, ¿cómo olvidarlo? Lloré tomando la pierna de Inés, pidiéndole a mi papá que le dijera que no se fuera.

—"Dale más dinero para que no nos deje" le dijiste.

Ambos nos reímos. Ella se sienta en la orilla de la cama y me extiende la mano para que me ponga a su lado.

—Supongo que no lo vi, pero para mí en ese entonces Inés era como la mamá que necesitaba —comenta, recargando su cabeza en mi hombro.

—Mamá era maravillosa.

Asiente y suspira.

—Esa vez, cuando estábamos por irnos, Elías le pidió hablar un momento a mi mamá, ¿recuerdas también?

—Oh, sí, tú y yo nos quedamos en la sala, llorando porque las maletas estaban hechas, ellos hablaron en el despacho.

—Pues ese día se declararon su amor, por eso nos quedamos.

Se levanta de mi hombro, y, cuando pienso que se indignará porque la relación de nuestros padres inició justo ocho años antes de que se lo dijeran a ella, y más porque yo también fui parte del secreto, me mira, sonriendo.

—¡Se declararon su amor un día después del aniversario! —Da un salto, terminando sentada en mis piernas, abrazándome—. Celebremos el aniversario ese día, por favor.

Hace ese puchero de nuevo. Mi sangre comienza acumularse en un solo lugar, pero intento reprimirme cuando hablo.

—Ya mandamos a hacer las invitaciones, Emma. —Su puchero se intensifica—. Vale, llamaré al chico de la imprenta para cambiar la fecha... si me regalas un beso justo aquí.

Con mi dedo índice, le indico mi mejilla, pero, cuando ella se acerca aceptando el trato, me giro para besarla pero en la boca. No la había besado desde esta mañana, tenía que aprovechar.

Me mantengo ahí, comenzando a intensificar el beso.

—Azar, aún nos falta una semana.

Me separa y se aleja a acomodar las cosas de su maleta. Yo trato de tranquilizarme porque de otra no tengo.

—Mejor cuéntame más de nuestros padres.

—¿Qué quieres que te cuente?

Deja un par de prendas en un cajón y vuelve conmigo, sentándose a mi lado.

—¿Cómo hacían para esconder tanto tiempo su relación de mí? —No parece molesta ni algo por el estilo—. Digo, jamás lo noté a grandes rasgos, porque sí llegué a notar que eran más unidos, pero es evidente que me perdí de muchas cosas.

—Bueno, comenzamos a ir a la escuela del pueblo, la casa quedaba sola para los dos.

—No seas obsceno. —Me da un manotazo—. Ahora que lo recuerdo, incluso Inés y tú cambiaron a la habitación de enfrente, la que ahora es tuya, ¿no?

—Solo yo cambié a esa habitación, creo que tampoco notaste cuando mamá se iba a la de ellos. —Suelto una risita—. A mamá le daba miedo que lo supieras, yo le decía que la querías y que hablaran bien. Aunque debo admitir que cuando crecimos compartí ese sentimiento tuyo de no querer ser tu hermanastro.

—Fue egoísta, ¿no? —Su voz flaquea—. Mentir en ese momento fue lo más lógico que vi, dejé a papá pensado que mi único deseo era que volviera con mamá cuando entre ellos jamás hubo una relación sincera, a ella siempre le interesó el dinero, ni siquiera me quería a mí.

La veo solo para confirmar que ha comenzado a llorar.

—Tal vez no puedo remplazar eso jamás Emma. —La abrazo y le beso la sien—. Pero te amo. También lo hacen Antonia y Ernesto, y por supuesto que nuestros hijos amarán lo maravillosa madre que serás. Nos tienes a nosotros, siempre nos tendrás.

—Gracias. —Llora más fuerte ahora pero corresponde a mi abrazo.

Yo se lo dije a Ernesto, nosotros le vamos a quitar todo lo malo que lleve encima, y le vamos a enseñar cuánto la amamos, no necesita de esa mujer oportunista.