capítulo 6
En ese momento Sai dejó de pintar y giró a ver al rubio pero esta vez realmente extrañado— ¿soy un cambiante?
— Te lo acabo de decir. No eres humano, no lo has notado porque no has llegado a la madurez para cambiar. En los leones y cuervos, y cambiantes en general, la madurez llega a los 25 años… y por lo que creo tú eres un león, posiblemente tu pelaje será negro al ser tu madre un cuervo, aunque no estoy seguro. Nunca prestaba atención a las clases. No sé ni cómo me gradué. No soy bueno para darte información de ese tipo.
El moreno no le reclamó solo hizo un sonido dándole a entender que lo entendía. Su pincel continúo moviéndose en el lienzo hasta que habló— en un rato saldré, hay una conferencia de arte vendrá un artista que no había visto antes. Llegaré por la tarde, puedes prepararte lo que quieras para cenar. Aunque creo que deberías de dormir más. Tienes unas ojeras bastante grandes.
Deidara se giró dándole la espalda ya sabía que tenía unas ojeras enormes pero no le gustaba recordar por qué las tenía. Quería dejar de sentir ese dolor. Volvió a cerrar los ojos para ver si conseguía dormir al menos algo.
En otra parte, Sasuke se encontraba desayunando pensaba en por qué hizo aquello su hermano, siempre se habían llevado bien, incluso era muy protector con él. Se pone en pie para dejar la bandeja del desayuno, en la sala de comida no había mucha gente la mayoría estaban trabajando, eran ya las 11 de la mañana. Pensaba ir a hablar con el consejo de los cuervos, ellos le explicarían lo que había ocurrido porque es imposible que su hermano haya hecho eso por sí mismo, su hermano no era así. Antes de entrar a la sala se había duchado a conciencia para que el olor a zorro no se notara mucho en él. Sería peligroso si huelen quien es su pareja porque podrían tomarlo como un traidor. Después se lo explicaría a Naruto. Se encaminó a la salida más cercana, no había mucha gente por ese camino ja que era para las salidas de emergencia, mientras bajaba por las escales miraba que no hubiera cámaras de vigilancia, como la primer vez que se marchó seguramente si las habría así que tenía que ir con cuidado. Al llegar al final vio como había una cámara pero parecía no funcionar, se acercó sigilosamente para ver si seguía sus movimientos pero la maquina no enfocaba ni se iluminaba, seguramente estaba ahí de aviso o se encendería cuando hubiera alguna emergencia. Sin darle más importancia agarro la puerta y la rompió, porque estaba cerrada, no la tiró con una patada sino que tiró de ella con fuerza.
Shikamaru giró de su silla al observar como una de las pantallas se iluminaba era una de las cámaras de la salida de emergencia, esta se encendía cuando la puerta era abierta— que problemático —dijo con cara aburrida mientras veía como la pareja de su amigo salía por ella.
Sasuke comenzó a correr por encima de las ramas de los arboles tenía que llegar cuanto antes pero sabía que tardaría bastante, giraba su cabeza para ver si alguien le seguía. Por suerte parecía que nadie le seguía. Volvería para la hora de cenar, simplemente le diría que fue a dar una vuelta que necesitaba estar solo. Tampoco es que le tengan que controlar todo el tiempo, no hizo nada la anterior vez ni pensaba hacer nada ahora. Aun se seguía fijando si había alguien detrás de él por lo que no se dio cuenta de que había un obstáculo en frente de él. Se dio un gran golpe haciendo que cállese de la rama, se había chocado con algo blando y frío, su mirada se posicionó en el obstáculo que había bajado del árbol. Se trataba de una serpiente de dos metros y medio de altura que a diferencia de una normal esta se encontraba deforme ya que parecía tener parcialmente el cuerpo humano y la otra parte gruesa y larga como las otras. La mitad del cuerpo, parecida a la humana, se encontraba al aire acercándose a su cara.
— Hola — siseó el ser— ¿Qué haces tan alejado de tu casssa? —el tipo era asqueroso ahora que lo miraba bien notó como sus escamas eran de un color verde mohoso y que sus ojos de color amarillo le repugnaban por la mirada que le hacía. ¿Qué hacía un cambiaformas serpiente en el territorio de los zorros? ¿Acaso había venido a invadirlos? Sasuke se puso en combate listo para atacar, si ese era el caso tenía que ir a avisar a la alfa.
— ¿Quién eres? —Si conseguía algo de información podría ayudar— Este territorio pertenece a la alfa Kushina de la coalición de los zorros. Tú no tienes que estar aquí —Impregnando sus uñas con el veneno de su estuche portátil se acercó un poco a él listo para atacar si no respondía a sus preguntas.
— Yo también te tendría que hacer esa pregunta, cuervo —hace un siseo— que huele a zorro— Sasuke esperaba cualquier movimiento para atacar. Escuchó un rugido que venía detrás de él, reconocía ese rugido, giró un poco para ver cómo se acercaba un zorro gigante de pelaje anaranjado— nos vemos pronto cuervo —dijo aquella misteriosa serpiente mientras se deslizaba alejándose con una velocidad anormal para su tamaño.
El zorro continúo siguiendo a la serpiente— Mierda— comienza a correr tras el zorro. Sin importarle mucho su ropa se transformó en cuervo, en pocos aleteos llegó a la altura del zorro. El cánido buscaba desesperado la serpiente, mordía los troncos de los arboles como si eso le ayudara a localizar a la serpiente— ¡Juugo, cálmate! —fue la orden clara del cuerpo que se había trasformado en humano. Le coge del pelaje haciendo tambalear. El zorro le rugía intentando morderle sin éxito. Sasuke le tumbó del todo y el zorro se quedó quieto. Hizo pequeños quejido y se transformó en humano. Sasuke se sentó a su lado al ver que ya estaba controlado. Unos aleteos le llamaron la atención. Un ave de color blanco volaba en su dirección— ¿Suigetsu? — el ave aterrizó dejando primero a una mujer en el suelo.
— Ahg, que viajecito me duelen los brazos —se quejó la mujer mientras estiraba sus brazos. El cuervo de color blanco se transformó en un chico, este también parecía molesto por él viaje.
— Dímelo a mí que estuve soportando el peso de una bruja —la mujer enseguida le golpeó con la mochila que llevaba.
— ¿Qué hacéis aquí? ¿Cómo sabéis que he salido? ¿Quién más sabe dónde estoy? —preguntó el moreno.
— Que pasa pretendes que me muestre desnuda ante vosotros, ¡ja! Nunca —Karin hizo caso omiso a lo que decía el moreno.
— Eso es una excusa barata, ¿acaso nunca te transformas al estar en una batalla? —continuaba el otro mientras se ponía ropa.
— Parad y respondedme las preguntas— exigió el moreno harto de las continuas peleas de ambos.
— Sasuke, Sasuke. —Al fin uno de los tres les presta atención—Nadie sale de la coalición sin que Shikamaru lo sepa y digamos que me gusta ver las cámaras.
— Cotilla —susurró Suigetsu poniéndose unos zapatos. Karin le escuchó y le tiró una zapatilla que había dentro de la mochila.
— Hemos venido por nuestro propio pie —continuó la mujer hablando— no sé quien más lo sabe. Pero seguramente Shikamaru se lo está diciendo a la alfa en este mismo instante. Aunque ya deberías saber que si vas a salir porque tienes que encargarte de algo nosotros estaremos contigo, porque nosotros
— Siempre seremos un equipo —Suigetsu le susurró cerca del oído de la mujer— Lo estuvo repitiendo mientras veníamos —se ríe de la chica— ella quiera que te sientas integrado y que confíes en nosotros.
Karin esta vez simplemente le ignoró— dicho esto. ¿A dónde nos dirigimos, Sasuke? —Karin se recolocaba la mochila en la espalda. Mientras Sasuke se ponía la camiseta hizo una pequeña sonrisa para que ninguno lo viera.
— Vamos a hablar con unos viejos cascarrabias. Me tienen que dar un par de explicación —todos ya estaban vestido y listos para continuar.
Sai aún se preguntaba sobre los cambiantes, le resulta difícil pensar que él también era uno de ellos. Tal vez por eso su padre le enseñó a dibujar leones y su madre se reía cuando lo hacía. Pero, ¿Por qué no le dijeron nada? ¿Acaso él no tenía que aprender sobre esas cosas? Como… ¿Cómo se tenía que transformas? Eso lo tenía intrigado. Deidara solo le había dicho que tenía que estar en paz con su animal y todo saldría bien. Realmente eso no funcionaría bien si ni siquiera podía comunicarse con él. ¿Cómo se tenía que comunicar con él? Un olor extraño le llegó a la nariz. Se giró para mirar al lado. Había un chico de cabellos rojos cortos, parecía joven, no tenía ninguna imperfección en el rostro.
— ¿Qué eres? —preguntó directo. El chico se giró para verle mostrando sus ojos café ceniza. El pelirrojo lo olisqueo, haciendo una mueca alejándose un poco de él
— Soy un puma, niño. No deberías acercarte a alguien así. Sobre todo si es un posible enemigo —le mostró los dientes y sus ojos se volvieron felinos.
Sai se sintió amenazado pero no retrocedió— ¿Cómo se puede saber qué tipo de cambiante es cada uno? —preguntó el moreno. El pelirrojo le miró con una ceja enarcada.
— ¿Acaso no lo has aprendido en la escuela B?
— ¿Escuela B?
— Sí, las clases para teriantrópos, es decir, cambiaformas como lo dicen aquí. —El pelirrojo le miro con una cerca enarcada— Vamos, afuera te lo explicaré más claro. Me parece que eres algo nuevo en esto —el pelirrojo le indicó que le siguiera. El chico ya no le parecía una amenaza, más bien tenía curiosidad y era peligroso dejar a un cambiaformas sin conocimiento sobre sí mismo.
Deidara no podía dormir así que decidió salir de la casa, hace mucho que no había salido y tenía que volver a buscar a su amiga, no es que quisiese encontrarse con aquel cuervo, lo que quería era a su amiga, sana y salva. Como el buen amigo que era. A quien quería engañar, quería encontrarle. ¿Por qué no venía? Si el muy puto le había marcado era por algo. Nadie va por ahí marcando a la gente. SE dirigió al local donde obtenía siempre información y donde antes trabajaba su amiga. El local estaba más ordenado que la última vez que lo vio pero continuaba siendo un desastre. Enseguida vio al dueño en la barra atendiendo a cambiantes borrachos que seguramente también venían a disfrutar de las putas. Se acercó a la barra y aunque alguno que otro le llamaba para estar con él los ignoró.
— Rubio, cuanto tiempo —Deidara le saludó con la mano —acércate —le señalo el anciano— nuestro protagonista obedeció— creo, que deberías irte algunos días de la ciudad —comenzó a hablarle cuando ya lo tenía cerca al otro lado de la barra— vinieron unos preguntando por ti, no tuve más remedio que decirles que estabas buscando a los cuervos por la número 22 —Deidara soltó una maldición. Eso significaba que ya iban tras él, pensaba que le sucedía lo mismo que a Pakura. Que Itachi lo estaba buscando. En cierta parte lo reconfortaba y por otra lo asustaba— era un chico de rubio con pelo corto, una muchacha, otro chico que no paraba de olerlo todo y otro más que parecía que no era una amenaza pero daba miedo —el viejo narraba. Deidara le miró extrañado. Esos no eran cuervos.
— ¿Qué tipo de cambiantes eran? —no pudo evitar preguntar, se encontraba nervioso. Acaso su abuelo lo estaba mandando buscar por las muertes de los habitantes de su nido. No podía ser, si en los meses que estuvo fuera se estuvo cambiando de sitió para que no lo vieran. Lo más seguro es que al verlo frecuentar el bar se lo habrían contado, ya no tenía que volver, se tenía que buscar otro punto de información. Incluso puede ser que alguno se encuentre en el bar. Deidara pasa la vista por los que estaban en el bar, todos le parecían sospechosos. Capaces de vender a sus propias madres por algo de dinero y pagar sus vicios.
— El chico rubio y la chica eran cambiaformas zorros y el que lo olisqueaba era un lobo o de ese tipo y el otro era un felino —el anciano le contaba tranquilo mientras servía bebidas fuertes que olían como la gasolina.
“Zorros” Eso era, quienes lo buscaban no eran ni su viejo ni Itachi sino las personas del lugar donde despertó al día siguiente de ser marcado por Itachi. Lo que no entendía era porque lo buscaban si no les hizo nada incluso le dejaron marcharse, aquel cuervo que estaba con ellos le hubiera alcanzado estando en la condición que se encontraba en ese momento. Recordaba a la chica hablar algo sobre él, pero no lo recordaba con claridad. Todo daba igual lo que quedaba en claro es que tenía que cuidar sus espaldas y que Itachi no le estaba buscando y ambas cosas le cabreaban en sobremanera. Salió del local, el viejo no sabía nada más. Pensaba en volver a la casa de aquel chico raro, ya estaba anocheciendo eso era lo mejor que podía hacer.
Sus pies se pararon, sabía que tenía que haber ido a cenar, pero ahí estaba corriendo por las ramas de los árboles de aquel espeso bosque que quedaba a pocos kilómetros de donde suponía que era la casa de su pareja, y esta vez no se arrepentía de llamarlo pareja. No pensaba en querer en nadie más. Ya sea porque los sueños que tenía lo trastornaban o porque no quería pensar en tener otro tipo de parejas, Itachi era suyo. Estaba a salvo con él, esa era la sensación que tenía cada vez que soñaba y eso que a él nunca le gustó que le protegieran, siempre se sintió lo suficientemente fuerte para defenderse solo.
Al pasar unos árboles más vio como la villa se hacía presente, no había gente por las calles, no veía ni un alma. Eso no le importó y continuó su paso por aquellas casas, pasaba por los techos mirando de vez en cuando dentro de las ventanas parecían casas fantasmas. Las luces estaban apagadas. Se concentró para ver si podía captar el más mínimo olor. Todo olía a naturaleza. Su cabeza giro hacía el lago, la luna ya se notaba con más claridad. La imagen de la luna era bella, le recordaba al color de la piel de Itachi. Realmente lo ataría a él. Dejando de mirar el reflejo continuó caminando. Recordó a donde el cuervo lacayo le llevó, se dirigió al lugar a pesar de que estaba más alejado fue con calma.
Sasuke había llegado a donde vivía antes, bueno más o menos, se encontraba en la montaña que estaba justo al lado de donde vivía incluso había alguna que otra casa por las montañas. No le hizo falta transforma en ave para llegar a donde estaban los consejeros a pesar de que el lugar era una cueva en el acantilado. Le pidió al equipo que se quedara cerca pero que no entraran si no era necesario, todos asintieron nos les interesaba interrumpirle si con ello su amigo conseguía información. Sasuke entró dentro de la cueva, aunque parecía que se veía el final, no era más que un mero holograma, continuó caminando. Había un largo pasillo, caminó por el hasta encontrarse en una habitación con una mesa en forma de boomerang con sillas al otro lado.
— Llamo al consejo —dijo Sasuke con voz potente, se hizo eco en la sala. Varias sombras aparecieron, se sentaron posaron rápidamente en las sillas. Aquellas sombras se transformaron en los que eran los consejeros de los cuervos. El último en volverse visible fue el jefe mostrando ya su canoso pelo blanco debajo de un sombrero que le cubría la cara.
— Sasuke… creí que te habías ido con tu pareja —dijo el hombre más anciano.
— Así es, estoy muy feliz de haber encontrado a mi pareja de vida la desgracia ocurrió cuando decidí venir a ver cómo estaban mis padres y los encontré muertos al igual que todos mis familiares. Exijo saber qué es lo que ha pasado, qué es lo que ocurrió para que pasara esa masacre —demandó Sasuke.
— No tienes derecho a demandar nada a este consejo. Tú ya no perteneces a este nido —dijo el consejero que se sentaba a la derecha del más anciano. Antes de que continuara hablando de demás el jefe levanto la mano para silenciarlo.
— Es cierto que ya no perteneces a este nido —Sasuke mostraba un rostro enfadado— pero también son tus familiares y necesitas saber la verdad —el más joven relajó sus facciones aunque no por ello estaba menos enfadado.
— ¿Por qué ocurrió aquello, abuelo? —utilizó el mote cariñoso con el que le llamaba de pequeño porque sabía que el anciano le tenía cariño, no le ocultaría las cosas, él no.
El anciano le narró todo sobre la revolución que tenían planeados los Uchiha, de cómo el clan quería eliminar a todos los cambiaformas del territorio quedándose como amos todo poderos y que su padre era el cabecilla de todo aquello. Cómo mandaron a Itachi, su hermano, a que los eliminara ya que no podían llegar al dialogo con el clan. Itachi, estuvo vigilando a todo el clan y enviando informes regularme. Les contó que su única petición fue no eliminar a su hermano ya que él no sabía nada. Y era cierto su hermano siempre le habría sobreprotegido, pensándolo más, incluso le protegía de sus padres. Ellos le hablaban sobre la superioridad del clan pero su hermano siempre les decía que todos eran igual y que por ser Uchiha no tenía que ser siempre mejor que todos se acaban manchando las manos por igual. Nunca entendía las palabras que le decía su hermano porque le parecían estupideces. Su hermano siempre quiso la paz y sabía que el clan querría acabar con todos los cambiaformas del lugar y no se quedarían quietos. Realmente todo le parecía una película de ciencia ficción, una espeluznante y trágica. ¿Cómo pudo su hermano tomar tal valor para matar a aquellos con los que hablaba cada día? ¿Cómo le sentó hacer aquello?
— Ahora que sabes eso, ¿Qué es lo que harás último Uchiha? —preguntó el anciano de todos. Toda la sala se quedó en silencio, esperaban la respuesta del joven, este se encontraba saturado con la información que le acababan de dar pero sabía que no tenía decir que es lo que iba a hacer. Puedo que no le estuvieran diciendo la verdad, puede que lo que los ancianos y los otros cuervos quieren es los ojos de los Uchiha, su padre muchas veces se lo dijo, que lo primero que tienen que hacer los Uchiha cuando mueren es quemarles las ojos para que no caigan en malas manos y cuando enterró los cuerpos de sus familiares encontró que muchos de ellos les faltaba uno o ambos ojos. Puede que el abuelo le dijera la verdad, pero sería la verdad que él sabe. Nunca se fio de los consejeros, sobre todo de ese tal Danzo.
— Me iré con mi pareja —dijo sin una pizca de sentimiento en la voz. Los ancianos murmuraron entre ellos.
— ¿Realmente es eso lo que harás Uchiha? ¿No buscarás venganza? —preguntó la única mujer presente en la sala.
— Así es, no buscaré venganza, la única venganza que hay es la pesadez en la conciencia de mi hermano por haber matado a sus familiares. Tarde o temprano aquello le llevará a la muerte —su voz no temblaba en absoluto. Tenía que actuar ante aquellos ancianos. Luego se preocuparía de buscar a su hermano y pedirle unas correctas explicaciones.
— Sí es así como piensas, nos complace. No nos gustaría ver como peleas contra tu hermano a pesar de que lo hizo con una buena causa. Aunque su desaparición nos llevó a una gran sorpresa. Supongo que es como suponías y que tiene cargo que conciencia —El anciano lo decía mientras todos se volvían de nuevo una sombra oscura contra la pared.
El Uchiha abandonó aquella cueva a paso calmado, respiraba con tranquilidad. Sus compañeros se encontraban a pocos metros del comienzo del bosque. La pelirroja miraba a todas partes, parecía nerviosa.
— ¿Quieres dejar de hacer eso Karin, pareces un perro enjaulado? —dijo Suigetsu tumbado contra un árbol al lado de Juugo y sus animales.
— No puedo, es que, lo estoy sintiendo, lo estoy sintiendo. Siento como alguien ha estado en aquella pequeña villa y después se fue hacía un punto inconcreto —ha estado, ha estado. Es un halcón, pero no es de por aquí, aunque está marcado. Sí, está marcado por alguien que tiene un aroma parecido a Sasuke —ladraba la chica.
Sasuke le había pedido que estuviera atenta a cualquier movimiento u olor pero las capacidades de la chica le superaban. La pelirrojo tenía las pupilas en línea indicando que estaba en mitad de su transformación a zorro.
— Karin tranquilízate e indícame por donde está —la muchacha no le respondió solo se giró hacia el interior del bosque y comenzó a correr. Los hombres la siguieron. Pronto escucharon unos pasos, eran lejanos pero contundentes. Se trataba de un halcón, no había duda.
Pronto encontraron lo que parecía ser un edificio militar, ya sea por la infraestructura o porque ahí fue donde había entrenado cuando tuvo su primer cambio. Entrando en el edificio, oyeron que no había nadie. Eso le resultó extraño ya que por esta época el equipo estaba entrenando a los novatos y después irían al segundo edifico que era uno similar pero con más equipo de preparación.
Escucharon la respiración de alguien corriendo atreves de los pasillos, aquel pájaro estaba jugando con ellos. Se dividieron en dos para buscar mejor, Karin iba con Sasuke y Juugo y Suigetsu juntos, Sasuke y Karin habían llegado a las habitaciones del lugar donde Karin le había dicho que olía con más intensidad. Si él también podía oler al pájaro, entraron de golpe a la habitación. La luz estaba prendida pero no había nadie en el interior. La pelirroja se acercó al marco de la única ventana que había, sacó la cabeza viendo si por donde se habían ido. Porque sí ahora olía dos olores una hembra halcón y el halcón de antes. Tanto ella como Sasuke salieron fuera.
— ¿Dónde está mi hermano? —preguntó el moreno en voz alta.
— Acaso te parezco un adivino para saberlo —respondía Deidara — Pakura, ¿puedes transformarte? —preguntó susurrando a la muchacha que llevaba en brazos. Fue un alivio encontrarla aunque en un principio pensó que estaba muerta pero no estaba viva y consiente aunque medio adormilada. Le preocupaba lo que los cuervos le hayan podido hacer — Pakura, responde.
La muchacha negó con la cabeza— me encuentro demasiado mareada para hacerlo… —dijo como pudo.
Notó como la pelirroja de antes asomaba la cabeza por los arboles cercanos, seguramente los olía ya que no estaban muy alejados, lo único que podía salvarles era salir volando, literalmente.
— Eres su pareja, él nunca se alejaría de su pareja —Deidara chasqueó la lengua, aquello le había dolido de cierta forma. Cambio a halcón al mismo tiempo que los otros se acercaban a donde él estaba, puso a Pakura a su espalda antes de transformarse, era lo suficientemente grande para que ella cupiera en su espalda. Comenzó el vuelo, sabía que el cuervo intentaba alcanzarlo. Como anterior mente ocurrió con su pareja agarró un vuelo alto y descendió rápidamente haciendo un gran distancia entre ambos, a los pocos minutos dejó de sentir el aleteo del cuervo. Más tranquilo descendió el ritmo de su vuelo, enseguida llegó a la ciudad y aterrizó encima del tejado del edificio donde se alojaba. Pakura llevaba las llaves que Sai le había dado. Estaba agotado, ya no podía con su alma. Añadiendo la falta de sueño, vivir para él se hacía más complicado.
Al llegar a la puerta del apartamento a punto de abrir la puerta, la abrió otra persona. Era un pelirrojo de ojos castaños. Lo miraba de pies a cabeza y a la chica que llevaba en el brazo.
— ¿Quién eres? —preguntó, no tenía fuerzas para enfrentarse a otra cambiaformas y menos en este estado.
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