Capítulo 5
— ¿Y qué, acaso sí paseo por los barrios bajos no tengo derecho a caminar por el resto de la ciudad? —accediendo de mala gana a ponerse la chaqueta.
— Yo no te he dicho eso. Te he dicho que por qué estás por aquí, no que me parezca mal que estés por aquí —explicó con simpleza. Deidara no quería hablar con él, sus rasgos no le acababan de gustar, le recordaban al chico que le había marcado. Era algo frustrante, recordarlo en todo… — ¿quieres venir a ponerte ropa? Voy a mi… —no esperó a que él chico acabara de hablar para largarse. Aún era pronto no había nadie en la calle, solo se acercaría al bosque y huiría a alguna parte, tal vez fuera más al sur, así se podría olvidar rápido de Itachi… pero no quería. Qué pasaba ahora estaba marcado… ¿No podría esta con otra persona? ¿Sólo sería de él? Tendría que haber escuchado en las clases con el viejo pero nooo, él quería controlar el poder de sus manos y explotar cosas con arcilla… El rubio sintió tiradas de uno de su brazos era el chico raro— No quiero hacerte nada malo, solo quiero preguntarte algunas cosas —ya no estaba la sonrisa fingida así que le prestó atención— ¿Puedo dibujarte? Me pareces curioso. Te puedo pagar, necesitas dinero para vivir. Se tragó una respuesta insolente porque tenía razón. No podía irse a ninguna parte. No mientras el chico de cabello largos negros hiciera algo con aquellas marcas en sus brazos.
— De acuerdo voy contigo —accedió por el hecho de que empezaba a tener hambre y tenía la sensación de que aquel chico le insistiría —Pero no pienso hacer nada más que posar, nada —el chico de cabellos negros lo miró extrañado. Sí que entendió que se refería a que no quería tener relaciones sexuales con él, lo que no entendió es por qué lo decía, sí claramente le dijo que quería que posara.
Después de aquello ambos se dirigieron a la casa del chico llamado Sai. Ese día Deidara estuvo posando todo el rato. Al principio fueron bocetos de él mirando por la ventana, tomando un café o asiendo cualquier cosa. Para su desconcierte le pidió uno en el que estuviera desnudo.
— ¿Para qué quieres un desnudo? Para eso mírate en el espejo y haz un cuadro de ti —no es que Deidara fuera pudoroso pero no le apetecía que le estuviera mirando desnudo de arriba abajo como lo había hecho en los anteriores cuadros.
— Porque quiero ver cómo eres. Quiero ver si eres igual que un humano de verdad —soltó con voz neutral mientras acababa de rematar un boceto sin mirarle.
— Por supuesto que somos tan iguales como un humano. Hay algunos cambiaformas que son “demasiado altos” para vosotros o “demasiado corpulentos”. Pero en lo general somos iguales —explicó un poco mosqueado.
— Pero podéis cambiar a animales —insistió. Deidara se movió de la silla al sofá. Vestía con ropa de casa, sencilla. Una camiseta gris sin nada especial gravado en ninguna parte de ella y un pantalón holgado negro y unas pantuflas. Era cómodo y ya le había dicho que si quería salir tenía más ropa en el armario, más o menos tenía la misma talla por lo que estaba bien. Le miró a la cara, el muchacho estaba impaciente por aprender más y las preguntas cada vez se hacían más frecuentes.
— Sí genio, puedo convertirme en un halcón —con voz tranquila. Y eso era raro en él, el estar triste y hablar tranquilo, él no era así. A la mente le vino la cara de aquel hombre de cabellos largos y después miró al chico que estaba enfrente de él haciendo otro boceto en su libreta.
— Muéstramelo. Quiero ver como lo haces ¿Duele? ¿Qué se siente? Bueno tiene que doler ¿no? —cada vez que hablaba le recordaba a un niño pequeño, uno como él que fue a preguntarle al abuelo si dolía tanto como le había dolido a su “hermana”. Todo eso era el pasado. Ahora era mejor continuar. Ambos se miraron al mismo tiempo.
— Hay que aprender a relajarse y dejar que tu animal salga de dentro de ti. La primera vez olvidas que eres humano, sientes como un mareo constante… o como cuando te levantas de golpe y lo vez todo negro, no piensas en nada solo sigues tus instintos pero después tu mente vuelve dentro y te das cuenta de que tienes alas de que puedes volar… de que eres libre. Se siente raro pero te acostumbras. —recordaba la primera vez que cambio. Sai se quedó callado y solo asintió al oí r que calló— si cambio después estaré desnudo. —Se pudo de pie. Sai cambio de página a una limpia —Solo lo haré una vez. — Dejando que su animal interior saliera, si lo analizaba bien notaba como cada hueso se movía, no dolía, como su piel era estirada y después un poco de picor por el crecimiento de las plumas. Y voilá, transformación a halcón de 2 metros.
— Eres enorme —respondió un Sai con los ojos abiertos de la sorpresa. Deidara empezaba a creer que el chico no tenía expresiones —pero… ¿Por qué antes eras un halcón más pequeño? ¿Acaso puedes cambiar de tamaño cuando quieres? — al ser él humano no podía hablar con él mentalmente así que se transformó de nuevo a humano.
Se volvió a sentar en el sofá de antes— En realidad hasta hace poco creí que yo era el único cambiante que podía hacerlo— el chico continuaba con sus bocetos ¿acaso no le había escuchado? ¿Era el quien había preguntado? Algo molesto se sentó cómodo en el sofá sin importarle estar desnudo. Sus pies encima del sofá y el recostado a un lado. Se encontraba algo cansado tal vez dormir solucionaría sus problemas. Que gran error cometió, volvía a soñar lo mismo pero en distintas escenas: “Comiendo feliz con Itachi y después estaba completamente solo en el lugar”. Cuanto había dormido hasta entonces, nada. Se despertaba cada rato.
— ¿Los cambiantes duermen poco? —otra vez las preguntas. Se dio cuenta de que estaba tapado con una manta. No respondió solo dio un ligero gruñido—voy a salir un momento. Tengo unas llaves de repuesto en la puerta, cógelas si vas a salir y volver.
No le hizo caso y solo se quedó mirando el techo. Después se ducharía y si le apetecía saldría.
Unos kilómetros más lejos de donde se encontraba Deidara, concretamente en la coalición cánida de la alfa Kushina, había una alerta roja. Algunos de sus soldados estaban uniformados y listos para una expedición de riesgo. Ayer por la noche había habido una masacre en una de las villas pequeñas lejos de la ciudad y aunque no era parte del territorio de Kushina tenían que ir a averiguar si era alguien peligroso. Kushina estaba en primera fila para ir.
— Naruto que es lo que pasa —Sasuke se había dormido después de ir al hospital y al despertar y ver como Naruto se cambiaba con rapidez se preocupó.
— Mi madre me ha pedido que la acompañe a una expedición hacía el sud, parece algo urgente. No quiero tenerla enfadada porque llegué tarde. Voy a ver y enseguida vuelvo —dijo Naruto mientras se colocaba sus botas.
— ¿Hacía el sud? ¿Después de la ciudad Canto Rodado? —preguntaba Sasuke intentando no parecer interesado. Por su mente pensaba en su familia, a lo mejor les había pasado algo. Hace mucho que no los veía ni hablaba con ninguno. Seguro su madre estaría preocupada y enfadado con él por no enviarle ni una carta o llamarla. Y su padre, también seguro que su hermano. De repente se sintió mal consigo mismo porque sabía que su familia estaría preocupada por él.
— Sí, así es y parece algo —se acaba de poner la bota— serio. —se gira para dar un beso a Sasuke antes de irse pero este estaba de pie y acabando de cambiarse. El rubio le miraba mientras el otro se dirigía a la puerta.
— ¡Va! No decías que tu madre se molestaría contigo… —le llama desde la puerta. Naruto sin decir nada le siguió hasta el despacho de su madre.
— ¡Al fin llegas!—Naruto iba a quejarse de que ha tardado muy poco pero su madre se veía muy seria y no le apetecía ser el saco de boxeo para apaciguarla— Sasuke —lo mira al ver que también venía. Naruto se pone delante por mera mecanismo de defensa para su pareja pero Sasuke le aparta para mirar a la alfa— como supuse tú también vienes, ¿no?
— Así es —dijo escueto el moreno.
Naruto comenzó a analizar a las personas que se encontraban en el lugar. Estaba su madre, su padre, su hermano mayor, el padre se su amigo Shikamaru, Shikaku; Ibiki, uno de sus antiguos profesor y encargado de los interrogatorios y el padre de su amiga Hinata. La cosa sí que parecía ser sería. Tenía una mala espina sobre eso.
— Y bien, ¿Por qué nos mandaste llamar? —soltó algunas palabras para probar suerte.
— Los halcones Hyuga nos han informado que ha habido una masacre por la noche del día de ayer. Al parecer todos eran de una villa, cerca del lago Luna. Creemos que fueron unos cambiaformas y que las personas que vivían en ese lugar eran también cambiaformas. Nos dividiremos en tres grupos e investigaremos el lugar. No sabemos si los asesinos siguen por esa zona.
Sasuke intentaba mantener una cara neutral, sabía que Ibiki le estaba mirando. Había oído alto y claro a la alfa, sin duda era donde vivía su familia y donde él había crecido. ¿Toda su familia había muerto? ¿Su hermano? Pero quien podría haber hecho todo eso. ¿Acaso algún cambiaformas había descubierto que en ese lugar vivían cuervos? ¿Y por qué los atacó? ¿Tanto era el odio que sentían hacía ellos? Nunca comprendería aquel nefasto odio. Por supuesto que él había odiado a los otros cambiaformas pero al cabo del tiempo había dejado eso de lado. Es eso a lo que llaman madurar, a respetar al otro aunque no se parezca a ti. ¿Por qué nadie enseña esos valores?
Sasuke había estado con los ojos abiertos todo el rato sin pestañar ahogado en sus pensamientos. Naruto por su parte había puesto el grito en el cielo.
— ¡¿cómo es posible que hayan atacado sin que nadie se diera cuenta?! —Sin duda se mostraba molesto— ¿Se puede saber en qué es lo que estaban pensando la gente?
— Naruto tranquilízate. Si no te calmas no irás —hablo la alfa con voz fuerte— se perfectamente cómo te sientes hijo, yo también siento impotencia. No entiendo porque si eran una colonia de cambiaformas… podrían haber venido a pedirme cobijo. Sin importar que cambiaformas fueran los habría ayudado. Pero ahora está hecho y lo que podemos hacer por ellos es averiguar quien fue y que no ocurra a otros cambiaformas.
El rubio solo asintió, no tenía sentido desquitarse la rabia con su madre. Para tranquilizarse miró a Sasuke pero este aunque intenta mostrar un rostro neutral podía ver como sus ojos estaban tristes y con furia. No quería demasiada renda suelta a sus pensamientos pero, parecía que su pareja tenía sentimientos por esa villa, ¿Podría ser que aquel lugar fuera el antiguo hogar de su pareja? Solo de pensarlo la rabia le entraba en ebullición. Cómo podían atacar a la familia de su pareja.
— cómo iba diciendo, saldremos en unos minutos. Cada uno con su equipo se dirigirá a la puerta trasera y marcharemos en coche —Todos en la sala asintieron— Hijo, tú y tu padre se quedaran al cargo —dijo mirando al chico de cabellos plateados —eso es todos. Avisen a sus equipos —mirando a los últimos ingresados. Ambos asintieron y salieron del lugar.
Mientras se dirigían hacia la sala de entrenamientos, donde seguro estarían sus amigos, se mantuvieron callados pero a poco pasos de llegar Naruto agarro a Sasuke y le abrazo haciendo presión contra la pared.
— ¿Qué haces Naruto? —preguntó el moreno al sentir el sorpresivo abrazo.
— Soy tu pareja, puedo notar tus sentimientos también no lo olvides —hablaba en el cuello del moreno. Sasuke levantó la vista. No quería que Naruto notara sus sentimientos, porque ni siquiera él sabía cómo se sentía. No llegaba a creer que posiblemente su familia esté muerta. No, no podía ser pero a la vez sentía terror de que fuera cierto.
— No digas estupideces. Venga vamos —lo aparto por los hombros dejando pasar el aire entre ellos, le gustaba estar mimoso con Naruto pero las próximas horas serían serias. Naruto le siguió al campo de entrenamiento y como supusieron ahí se encontraba su equipo. Suigetsu estaba teniendo una pelea de entrenamiento con Juugo, parecían estar en igual pero podría apostar a que el de cabellos naranjas no ponía toda su fuerza. Por otra parte el equipo médico de cada equipo sí que parecían darlo todo, tanto Sakura como Karin peleaban dándose golpes limpios. Karin intentaba darle un golpe debajo de la barbilla a su contrincante pero esta se aleja agarra su brazo y la tumba al suelo. Creyendo ya que la de cabellos rosas ganaría la pelea la pelirroja con dificultad se la quitó de encima. Cada una se pudo de pie y antes de que comenzaran a pelear otra vez Naruto las interrumpió.
— Chicas tenemos una misión. Prepárense. —Los chicos también lo oyeron y se pusieron en marcha— Sasuke, voy a avisar al resto de mi equipo. Te veo en la salida. —el nombrado asintió.
Ya en la entrada se encontraban tres equipos el de la alfa formado por ella, Madeko, madre de Sakura y por Tsume, la madre de Kiba, al equipo le faltaba una persona más, Minato. El segundo equipo era el de Naruto en este se encontraba Sakura, Kiba y Shikamaru. Y el último equipo, el de Sasuke en donde se encontraba Karin, Juugo Suigetsu y el moreno mismo. Todos los equipos ya sabían lo que tenían que hacer.
— Bien, nos vemos dentro de unas horas —dijo Naruto antes de separarse de él. Pero claro antes de irse había restregado su rostro en su cuello.
— Sí, nos vemos luego, pareja —dijo para que se marchara tranquilo. No quería que Naruto estuviera preocupado por él. Sabía cuidarse él solo, puede que se haya ablandado demasiado al estar emparejado pero no quitaba lo otro. Su equipo seria el que primero iría al lugar de los hechos para ver si alguien sabía algo. El equipo de la alfa iría la pueblo para ver si alguien sabía algo mientras que el equipo de Naruto iría por los barrios bajos buscando información.
Sasuke se alegró que le tocara ir, sería el primero en ir, vería con sus ojos si su familia había muerto. O al menos eso pensaba él porque el alfa Kushina encargó a Hana que siguiera a Sasuke por si decidía no contarles nada de lo sucedido. Después de todo solo hace 2 meses que comenzó a ser la pareja de su hijo y realmente sabía muy poco de él. Se sobreentendía que su familia había aceptado que su pareja fuera de otro tipo de cambiaformas y que le habían dejado marcharse y si añadimos su nombre y que tiene un hermano no sabía nada más de él.
Sasuke se mostraba impaciente por llegar a su casa, a su antigua casa. Seguro que su padre había protegido a su familia y aparte sabía que su familia era fuerte. Que no se dejaría vencer así como así por un par de bárbaros. Seguro que era eso, un gran grupo de cambiaformas armados habían entrado a arrasar a todo y a todos pero no con su familia.
Entre pensamiento y pensamiento ya había llegado a la villa. Vale, no estaba arrasada, pero no había actividad. Se posó en el suelo después de correr por los arboles el resto venía en el coche, miraba en todas direcciones. Había un ligero olor a sangre que salía de todas las casas cercanas. Su equipo colocó a cada lado de él.
— No parece haber vida aquí —dijo la única mujer en el grupo. Todos comenzaron a caminar hacía cada costaba buscando si ha habido supervivientes. Sasuke enseguida se dirigió a la que fue su casa disimuladamente. Su pulso se aceleró, todo parecía estar como siempre, la comida de su madre aún estaba en la mesa pero claro fría, tal vez fuera de la noche anterior. Con pasos sigilosos se encaminó hacia la parte de arriba primero a la que fue su habitación. Solo lo miró por encima al igual que la habitación de su hermano. Por último estaba la habitación de sus padres. Escuchó ruido en su interior, había alguien. Con cuidado miró por la ranura de la puerta. Podía ver dos cuerpos en el suelo. Eran sus padres. No había duda. Esa era la ropa de sus padres. Entro en la habitación, buscando lo que provocó el ruido no había nada así que se dirigió a sus padres.
Y ahí estaban dos cuerpos inertes. Sin movimiento, no estaban vivos… ¿Dónde está el gran poder de un Uchiha? ¿Tantos eran los que los atacaron que no pudieron salir ni siquiera de la habitación? ¿Y dónde está su hermano? ¿Estará muerto en alguna parte de la pequeña villa? La rabia y tristeza se agolpaban en su pecho, nunca había sentido algo así. ¿Cómo se explica esto? ¿Cómo se explica el miedo? Lo único que le quedó en claro es que ya no tenía familia, no tenía a ninguno de ellos. ¿Y ahora que hacía? Se sentía como un niño otra vez. Se sentía como si otra vez se hubiera perdido en el bosque solo que esta vez sería verdad que no vería nunca más a su familia. Ni que su madre le prepararía un rico tazón de leche con chocolate por haber vuelto a casa. Claro porque ella pensaba que lo hacía como una prueba de valentía pero en verdad es que se perdía en el bosque.
Había caído de culo de la impresión al ver a sus padres pero ahora se les quedaba viendo, ¿Qué hacía?, ¡¿Qué hacía?! ¿Se marchaba sin más? ¿Le contaba a la alfa que era su familia la que había muerto? ¿O era un movimiento innecesario? Le harían preguntas sobre porque habría alguien que atacar a su familia y que respondería él: “somos cuervos. Es razón suficiente”. Estaba claro que contestaría eso.
Aprovechando que no había nadie comenzó a llorar, ¿Es que creían que no lloraría? Seguro que mucha gente sí. Siempre ponía una cara neutral ante todos excepto con sus padres. No podía… no podía ser verdad. Sasuke se puso en posición fetal ocultando su rostro con sus rodillas. Sollozaba y algún que otro gemido salía de él. No sabía cómo llevar eso. Cuando se tranquilizara buscaría a su hermano. Y los enterraría. Pediría al equipo que no dijeran nada…
— No… llo…res — como si se tratase de un muelle Sasuke sacó la cabeza de sus rodillas. Era la voz de su madre. A gachas y con prisas se acercó a ella. ¡Sí! ¡Estaba con los ojos abiertos, estaba viva!
— Maa… —dijo entre sus llantos. La cuna en sus rodillas pro al ver que su rostro mostraba un quejido no la movió más— ¿Cómo? ¿Quiénes fueron?
— shhh, hijo —su madre le acarició la mejilla— tranquilo —Sasuke se agachó abrazándola, el cuerpo de la mujer estaba helado. Tenía una puñalada en donde estaba su corazón ¿Por qué no estaba muerta? — Tengo… un gran… poder de… sanación —dijo mientras le quitaba lágrimas de los ojos— intenté ayudar a tu padre... pero no quiso. Quería que te dijera algo… —cada vez que acababa de hablar su voz se hacía más suave y aguda, casi afónica. Sasuke intentaba que se calmara pero la mujer continuaba hablando— no le odies. Él te ama… tanto como lo hago yo… y tu padre… Lo hizo porque es fiel al nido… perdónale.
— Mamá tranquila, por favor deja de hablar. Hay una compañera en el equipo que es médico la llamaré y te curará y estarás bien…
— Shhh… yo no podría vivir tu padre…—respira profundamente— no podría soportarlo… no quiero ni pensarlo —coge con ambas manos la cara de su hijo y le besa la frente— por favor hijo perdónale…
Sasuke apenas la podía oír ya pero sabía que seguía repitiendo “por favor perdónale” ¿Perdonar a quién? ¿Quién le ama como sus padres? Sus ojos se elevaron. Estaba claro quién era, la única persona que no estaba en la habitación y que faltaba, su hermano mayor.
Tsume había estado observando cómo Sasuke había entrado en la casa, podía olor que había dos cuerpo dentro de esa casa uno vivo y otro muerto. Le sorprendió el olor que tenía Sasuke durante todo el proceso, era un molino de sentimientos, cambiaban cada rato. Notó como agarraba una de las personas con desesperación. Lo de su olfato era algo divino. Podía oler claramente los sentimientos y posición de una persona. Pero para su desgracia no podía oírlos desde ahí. Notó como el chico salía de la casa. Su cara se mostraba neutra pero los sentimientos en él los olía claros: rabia y tristeza. Mala combinación. El equipo se estaba reuniendo en el centro por lo que decidió que era hora de largarse.
El equipo de Naruto consiguió algo de información. Un local había sido atacado por un par de cuervos el día anterior. Lo más posible es que alguno se enfadara de demás y buscaran venganza pero al parecer el señor del local dijo que a sus clientes no les importó volver otra vez por la noche. Sakura preguntó por el rubio, al principio el señor les miró dubitativo pero hablando un rato con Shikamaru obtuvieron la información. Al parecer el rubio que encontró Kiba en la carretera era el mismo que describía el tipo del bar. Dijo que el chico se llamaba Deidara y que venía de vez en cuando para hablar con las chicas, se mofó de él porque solo veía a hablar y no a fallárselas. Y la última información es que él chico le había preguntado sobre donde vivían los cuervos porque habían secuestrado a su amiga. Él le dijo que no sabía nada y se marchó. Eso fue lo último que les dijo porque comenzó abrir aquel lugar que podía ser cualquier cosa menos un bar.
Tsunade por su parte, habló con algunos cambiaformas que vivían en la ciudad y preguntó por si había algún rumor sobre lo ocurrido en aquella pequeña villa pero al parecer en la ciudad nadie se había enterado de nada. Parecía que borrar una villa del mapa era fácil para los humanos. O es que a lo mejor estos no sabían de la existencia de dicha villa. Podría hacer cualquier cosa, aunque eso le beneficiaba no tenía que dar explicaciones a los humanos. Ya que tendría que hacerlo por ser la alfa.
Como lo habían dicho 2 horas después los otros dos equipos llegaban a la pequeña villa junto al lago Luna. Kushina había recogido a Tsume cuando estaban a varios kilómetros de distancia ella le había comentado sobre lo que había olido. Kushina se preocupó por el comportamiento del azabache. Seguramente era un familiar a las puertas de la muerte. Pero ahora vería si Sasuke confiaba en la coalición. Vería si contaba sobre aquella villa. Naruto ya estaba cuando ellas llegaron. Los grupos estaban juntos hablando. Naruto y Sasuke parecían hablar sobre algo por lo que enseguida se acercó a todo el grupo para que lo oyera.
— Muy bien chicos y chicas, espero que hayáis recogido información. Comenzaremos cada uno. Primero nosotras. Al parecer los humanos no se han enterado de nada sobre lo ocurrido en esta zona. Lo más posible es que los de la villa no subieran mucho a la ciudad — finalizando su explicación comenzó a hablar Naruto sobre lo que les contó el señor del bar. Le prestó atención pero ahora le tocaba el turno de Sasuke.
— No hemos encontrado ningún superviviente —por la mente de Kushina ya se ponían las alarmas porque su nuero confiaba en su coalición— tenía razón, las personas que vivían aquí eran cambiaformas —le tomó atención. Sasuke estaba mirando a un punto fijo pero a ninguna parte— eran cambiaformas cuervos, concretamente es donde yo me crie —a la vez que decía aquello su mirada se posó con la de la alfa.
Por una parte Kushina se alegraba de que Sasuke confiara algo más en ellos pero sabía que no les había dicho todo, por ahora eso le bastaba— ¿quieres que vayamos a casa? —le preguntó.
— primero quiero enterrar a mi familia —dijo el moreno mientras se dirigía a una de las casas. Naruto fue tras él. Sin duda Sasuke necesitaba estar cerca de su pareja. Una ancla, su ancla. De la misma forma de que Minato lo fue para ella cuando vio gran parte de su manada morir y sobre todo a sus padres.
— Dejémosles solos —dijo mientras se dirigía al coche donde vino.
Dentro de la casa Naruto abrazaba a Sasuke y este apretaba más fuerte el abrazo. Sasuke no soltó ninguna lágrima, sabía que si dejaba caer alguna no pararía. Podía escuchar el “estoy aquí”, “siempre lo estaré” de Naruto. Luego contaría a la alfa sobre su hermano. Pero lo que le había interesado es que aquel chico rubio seguramente había venido a este lugar. Era la pareja de su hermano, tenía su lógica. Lo buscaría mañana. Cuanto su mente estuviera más tranquila y no zumbara por las ganas de llorar. Le dio un beso a Naruto y le pidió que le ayudara.
Al llegar devuelta a la coalición. Kushina le dio permiso para descansar y que si quería lo contaría mañana. Y dicho eso se dirigió a su habitación necesitaba dormir. Naruto ya se encontraba en ella esperándole. Solo para dormir, hoy solo para dormir. Aunque quería tener la mente en blanco, no le pareció correcto utilizar a Naruto.
El jodido frío de la mañana le helaba los huesos, el dolor de espaldas que tenía era insoportable, jodidas mañanas de otoño con sus jodidos cambios de temperatura. ¿Cómo era posible que por la noche hiciera tanta calor y ahora tuviera un frío de narices? Y para acompañar el sofá era de lo más molesto. Aunque para ser sinceros no es solo por eso que se levanta de tan buen humor, la razón era que aquel sueño se volvía a repetir. Aquel sueño de las dos últimas noches. Estar en un lugar a gusto con Itachi, ya se había acostumbrado a llamarlo así en sueños, sentir aquella paz con él y poco después ser interrumpido por la más penumbra de las oscuridades. Se repetía varias veces durante la noche. Ya he puesto que era jodido, pues eso, era muy jodido. ¿Eso era estar marcado o acaso él era un caso especial?
La puerta de entrada se abrió. El chico de nombre Sai entro por ella con un chándal, había vuelto de correr. Al parecer el chico lo había estado siguiendo porque le resultaba curioso, no entendió muy bien todo lo que dijo. Era un tipo raro, aunque le vino bien que se toparan así consiguió un techo. Aunque no pensaba quedarse mucho tiempo. Ayer al final no salió, se puso la meta de levantarse e ir al bar de cambiaformas a por información.
El chico moreno apareció por la puerta diciéndole un buenos días. Ese día no le pidió posar al parecer acabaría los bocetos que hizo el día anterior. A él no le importaba pero estuvo de acuerdo, por no estar solo le siguió a la habitación donde estaba pintando los cuadros. El chico no tenía muchos temas de conversación por lo que se aburría con rapidez.
— Al volver de correr me topé con un tipo raro —dijo mientras daba pinceladas en uno de los cuadros, concretamente uno en el que él estaba desnudo.
— ¿Más raro que tú? Cuéntame que hizo ese tipo raro — se echó en el sofá de esa habitación llena de cuadros. La mayoría eran de arte abstracto o eso supuso él pero había algunas en las que había animales como una ardilla comiéndose una nuez en un árbol o un perro y una señora voluminosa esperando en una parada de autobús. También había de personas, posaba la miraba por cada una, él chico pintaba bien, bastante bien.
— Me miró de una forma extraña creí que me quería atacar pero simplemente me dijo “no te acerques a lo que es mío felino” y se pasó de largo ¿A qué es raro? —el rubio se le quedó mirando un momento. ¿Felino? Y ¿algo que no se acercara a lo que era de él? La mente le vino varias teorías. Probaría suerte con la primera.
— ¿Cómo son tus padres? — le preguntó. El moreno se giró a verle extrañado pero le señaló un cuadro cerca de una mesa. Cómo lo suponía el hombre se veía en la imagen era un león y la mujer que estaba al lado era un cuervo. Nunca fue bueno detectando a mestizos— ¿Cómo era el chico raro? — le hizo otra pregunta.
— Te lo dibujaré — dijo como respuesta. Agarró su libreta de bocetos y comenzó a rallar. Impaciente el rubio intentaba mirar de reojo, pero solo pudo verlo cuando ya estaba acabado. Y sin duda era él. Su pareja, Itachi. Venía a por él. El rubio no sabía si sentirse contento o con miedo. Pero no lo exteriorizo y se volvió a echar en el sofá.
— Me dijiste que este año cumplías 25, ¿no? — El moreno asintió mientras volvía a su cuadro —sabes, creo que ya sé porque olías a humano, felino —le miró altivo— eres un cambiante, amigo.
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