Epílogo
Recorrimos distintos países del mundo, disfrutamos comidas, culturas y nuestros cuerpos de maneras nunca antes imaginadas. Éramos un par de adultos felices, realizados que se amaban y complementaban de una manera única. Jimin no recordaba mucho acerca de la realidad en la que el hada nos conectó pero yo le ayudaba a recordar las cosas más importantes. Replicamos nuestras primeras veces en la cama el mismo día que se lo presenté a mis padres que por cierto quedaron encantados con la dulzura de mi Jimin, después me tocó a mí conocer a la familia Park que también parecían aceptarme, y aunque no quisieran tenían que acostumbrarse a verme porque le pedí matrimonio a Jimin en Paris y nos casamos en Las Vegas. Claro que después lo hicimos oficial en un documento aquí en corea. Los dos nos mudamos a una mansión elegante, cuna de nuestras pasiones que nos obsequiaron nuestros padres en conjunto.
Penetraba a Jimin tan deliciosamente escuchando cada uno de sus gemidos con atención, no podía soportar perderme alguno porque su hablar, su andar y cada una de sus expresiones me parecían magníficos ya que al estar tanto tiempo separados no estaba dispuesto a perderme de cualquier cosa que hiciera.
—¡Más, dame más fuerte! —gritaba deseando más de mi cuerpo.
Sonreí de lado para después acercar mi lengua a su boca, Jimin estaba de frente hacia mí, devoré sus labios, su lengua y casi toco su garganta. Comencé a moverme más fuerte y rápido. Si lo hacía con más fuerza podría partirle la espalda pero él estaba disfrutando ¿y quién era yo para evitar que llegara al clímax?
—¡Muñequito, me voy a correr, necesito que termines primero! —le murmuré en el oído.
—¡Hazlo, córrete! —me contestó jadeante.
Y como todo ser dominado por el amor de su vida lo obedecí. Llegué al orgasmo tan rico que no noté cuando él también había terminado. Nos tumbamos en la cama, Jimin encima mío abrazándome con fuerza y embarrándome su esencia en el estómago, yo estaba devastado, cansado, pero satisfecho. Incluso podía sentir mis mejillas rojas.
—Quiero adoptar —soltó de la nada llamando mi atención.
—¿Qué quieres, un perrito? —Alcé las cejas.
—Un niño... O una niña, lo que sea es bienvenido.
—Jiminah, quiero que todo mi universo seas tú y nadie más.
—¿Y nuestra fortuna quién se la va a quedar cuando muramos? ¿El gobierno, un extraño?
—Buen punto... —Acaricié un mechón de su cabello— Podemos intentarlo en un par de años.
—¡Sabía que dirías que sí! —Me abrazo con fuerza besando mis mejillas.
Al caer la noche nos sentamos en el balcón bajo la luna llena mirándonos el uno al otro, Jimin llevaba puesta una bata de seda que dejaba ver su abdomen y el boxer blanco que le combinaba. Yo llevaba una color carmesí que combinaba con mis bóxers del mismo color. Parecía una escena sacada de película, ya saben un par de enamorados con vestimenta espectacularmente pasional, sentados en el balcón siendo iluminados únicamente por la luna y oliendo la fragancia del otro.
Me acerqué a tomar la mano de Jimin depositándole un beso que tronó porque se lo di con mucho, mucho amor.
—Te amo.
Me dijo con sinceridad, creo que lo que sentimos el uno por el otro es la definición de amor. Estoy completamente seguro de que haríamos cualquier cosa para mantenernos juntos por siempre.
—Te amo más, mi vida —le dije tomándolo por la cintura para pegarlo a mi cuerpo, pude sentir su piel erizarse.
—Y pensar que nuestro amor surgió a causa de lo que nos separó, me refiero al hada...
—Es de lo único que podría estarle agradecido, de traerte a mí, pero no quiero hablar del hada. Prefiero enterrar ese recuerdo.
—Es un recuerdo memorable, tú y yo sabemos que las hadas existen...
—Será nuestro secreto. —Besé sus labios saboreando con mi lengua.
—Bien Jeon, será nuestro secreto.
Se separó de mí mirándome a los ojos, sus ojos centellearon en un color amarillo, casi fantasioso. Yo lo volví a besar.
Ciertamente lo que dijo Jimin era cierto, toda nuestra historia de amor y pasión inició gracias al hada en mi jardín, por eso a pesar de sus malos actos no me arrepiento de haberlo conocido.
🧚🏼♂️Fin🧚🏼♂️
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