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Capítulo 15

Cumplí veinticinco años, mi vida debía continuar, mis padres no estaban dispuestos a que siguiera sumergido en la falsa felicidad y no iban a permitir que me casara con cualquier mujer que se me cruzara en el camino. Por eso arreglaron una boda con la hija del dueño de una empresa que se dedicaba a manipular inteligencias artificiales, sería un evento grande que me llenaría de "nuevas oportunidades para expandir el negocio familiar" Y como me había dado por vencido en el amor, como nadie lograba llenar el hueco que dejó Jimin en mi vida acepté.

Ella era hermosa, ¿su nombre? Hyung Jung su cabello café ondulado hasta los hombros, pecas discretas en sus mejillas ruborizadas, labios color melón, ojos avellana, piel blanca y pálida, era muy delgada y elegante. Un día antes de nuestra boda nos reunimos en el café donde nos conocimos para charlar acerca del trato matrimonial.

—Serán bienes separados —dijo con frialdad, lo que tenía de hermosa lo tenía de desalmada.

—Por supuesto.

—No hijos, ¿estás de acuerdo?

—Claro.

—No quiero que desarrolles sentimientos hacia mí, nos casaremos para darle el gusto a nuestros padres y para aumentar el precio de las acciones de las empresas de nuestras familias.

—No podría estar más de acuerdo contigo. —Tomé la tasa de mi café para beberlo, estaba amargo en extremo.

—¿Algo que quieras agregar? —Alzó las cejas mirándome con profundidad.

—Si en un futuro piensas tener alguna pareja no pienso oponerme, siempre y cuando me respetes en público lo aceptaré.

—Perfecto, entonces así quedamos. ¿Cierto?

—Sí...

—Terminemos el café y cada quien por su lado.

Asentí con la cabeza, con mis piernas cruzadas bebía el café cuando miré acercarse a la barra a un rubio que llevaba boina negra y abrigo rojo, sus rasgos parecían delicados y se me hizo muy familiar, ¿Jimin?

Sonreí mirando al suelo porque era evidente que no se trataba de él. <<Vas a casarte mañana, deja de pensar en tonterías>>, pensé apretando los labios.

—¿A quien viste? —preguntó Hyung Jung girando la cabeza para ver al rubio que acababa de comprar un café para llevar.

—A nadie... —Ella se llevó ambas manos a los labios.

—¡Te gustan los hombres! Ya decía yo que eras tan perfecto como para no tener pareja, ¿te gustó el rubio? ¿Quieres que le hable?

—Eres mi futura esposa, no creo que quieras hacer eso. —Chasqueé la lengua.

—Creo que lo conozco, iba en mi escuela... —murmuró estirando el cuello.

El rubio salió de la cafetería, afuera estaba nevando así que el frío del exterior provocó que saliera humo de su café.

—Ahora resulta que conoces a medio mundo —dije bebiendo mi café que todavía me sabía amargo.

—¡Park Jimin, su nombre es Park Jimin! —gritó como si hubiera ganado un número de lotería.

Me quedé estático, ¿Ese rubio que pasé por alto es Park Jimin? ¿Mi Park Jimin? ¿El chico que he estado buscando todos estos años? Sentía que el corazón se me salía del pecho cuando tomé las manos de Hyung Jung apretándolas con fuerza.

—¿Tiene ojos azules, hoyuelos encantadores y un diente chueco? —cuestioné con mis ojos llenos de esperanza.

—Nos seguimos mutuamente en Instagram, es él.

Sacó su teléfono entregándomelo. Cuando miré las fotos de Jimin contuve las lágrimas ¡Era él! Justo un día antes de arruinar mi vida para siempre lo había encontrado. Salí corriendo de la cafetería sin mirar atrás, chocando con las personas que iban entrando, ignorando todo a mi alrededor para buscar al chico de abrigo rojo con boina que llevaba un café caliente en las manos. Escaneando con la vista encontré un puesto de donas, a Jimin le gustaba beber café y acompañarlo con donas, quizás estaría ahí adentro.

Me dirigí al local con valentía, cuando iba a abrir la puerta para entrar él salió sosteniendo el café en una mano y la bolsa de papel café con donas en la otra. Lo miré a los ojos, él me miró a los míos.

Fue un momento mágico, llámenlo destino, casualidad, ayuda de los dioses, pero yo era el hombre más feliz del mundo.

—Mmm ¿Vas a entrar? —preguntó soltando una risita que llenó mi alma de calor, de alegría.

No dije nada, me hice a un lado pareciera que me comieron la lengua los gatos, lo miré marcharse en medio de la nieve. Jimin se veía todavía más atractivo, sus rasgos ya no eran tan infantiles, era todo un hombre ¿Esperé tanto por él y así reacciono al tenerlo cara a cara? Él pareció no reconocerme, eso significaba que me había olvidado ¿no?

Haciendo a un lado mis pensamientos avance con pasos largos hacia él tomándolo del abrigo para que girara su cuerpo al mío. Dejó caer la dona al suelo mirándome con el ceño fruncido ¡Dios, extrañaba tanto sus gestos!

—¿Park Jimin, de la familia Park distribuidora de textiles? —Me miró de arriba a abajo.

—Sí... —Miró la dona en el piso— Hiciste que tirara mi dona y era mi favorita.

—Mientes, tu favorita es la que está cubierta con chocolate blanco y coco por eso siempre la llevas a casa y la comes acostado en la cama mientras ves series. —Aseguré, él entrecerró los ojos.

—¿Quién eres? —preguntó titubeante.

—¿No me recuerdas? —Negó dando un paso hacia atrás.

Suspiré, no me recuerda pero podríamos iniciar tan siquiera una amistad, ¿no?

—Tu rostro... —Pareciera que quería leerme la mente— Se me hace familiar, ¿nos hemos visto antes?

—Me temo que sí y no. Es una pregunta muy difícil de contestar, pero digamos que no eres un producto de magia y eso me alegra bastante. —Sonreí.

—Desde los dieciocho años me he estado preguntando eso... —Carraspeó la garganta mirándome a los ojos— ¿De casualidad tu nombre es Jeon Jungkook?

Sonreí de oreja a oreja sin lograr contener la felicidad en mi pecho. No pude evitarlo así que lo rodee con mis brazos, era mi Jimin de eso tenía la certeza y no iba a dejarlo ir.

—¿Quién eres tú? —preguntó en medio del abrazo.

—El hombre que creyó haberte perdido —contesté.

Jimin se apartó de mí carraspeando la garganta. Sabía que hice mal en abrazarlo porque nadie va por las calles de corea abrazando a extraños.

—¿Puedo preguntar algo atrevido? —cuestionó.

—Lo que quieras.

—¿Soy... —Bajó la mirada ruborizándose— Tú muñequito?

—¡¿Me recuerdas?! —grité emocionado.

—¡Por supuesto! ¡¿Por qué tardaste tanto en encontrarme?! ¡Dijiste que me buscarías en los lugares más recónditos del planeta! Siempre creí que ese sueño recurrente era algo especial. Pero ahora que te veo frente a mí supongo confirmo la teoría.

—¡Jimin, me recuerdas, no puedo creerlo! —grité tomándolo por la cintura dando vueltas en círculos.

Cuando lo bajé estábamos riendo y Hyung Jung apareció tocándome el hombro con una mano mientras estiraba la otra.

—Mi teléfono, te lo llevaste.

—¿Hyung Jung? —preguntó Jimin reconociendo a su antigua compañera.

—La que viste y calza.

—¿Mañana te casas, no? Me dijo mamá que nos invitaste a la boda —dijo Jimin.

—Oh... —Hyung Jung me miró a los ojos con complicidad— La boda se canceló, resulta que todo estaba arreglado por nuestros padres. —Encorvo los hombros.

—¿Y cómo se conocen? —nos preguntó curioso.

—Que Jungkook te lo diga, tengo prisa primores. Mis padres no toleran este tipo de noticias. —"Yo me encargo" gesticuló para que solo yo lograra verla.

Ella se dio la media vuelta y se marchó. De verdad estaba agradecido con aquella mujer, si hubiera sido otra no permitiría la cancelación de la boda para no ser avergonzada.

Tomé la mano de Jimin que por cierto estaba fría y lo arrastré conmigo hacia mi automóvil rojo, le abrí la puerta, le abroché el cinturón y le di un beso largo y apasionado tomándolo desprevenido. No iba a separarme de su lado nunca más y tenía que dejárselo bien claro.

—No hacen falta las formalidades, Jiminah. ¿Estamos juntos, no? —El sonrió ruborizado.

—Juntos en esta y en miles de realidades alternativas más.

Sonreí cerrando la puerta para subir al asiento del piloto. Conduje el automóvil por las calles de Seúl sintiendo que la felicidad eterna me acompañaba.

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