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Capítulo 15

Después de ese fin de semana prácticamente de locos en el que Izan pareció haber perdido la cordura y nos llevó a la casa de Austin y Bessie a la mitad de la madrugada, nos hemos alejado. Sé que habló con la madre de mis amigos, pero la verdad es que aunque el insistió en que tenía que decirme algunas cosas yo me negué rotundamente así que como siempre, terminamos molestos y ni siquiera nos dirigimos la palabra estando en casa; De eso ha pasado casi un mes. 

Entre la universidad, mi trabajo de medio tiempo que he conseguido para comprar una nueva cámara, apenas he tenido tiempo para estar en casa, pero todo parece que ha vuelto a la normalidad, ¿Matthew? después de que prácticamente llenó toda la casa de Izan de flores de diferentes especies decidí llevar la fiesta en paz con él y simplemente acceder a que todo estaba bien entre nosotros; supongo que es mejor así; Estando con él la vida suele parecer mucho más tranquila y menos ajetreada y la prefiero de esa manera. 

-¿Puedo llevarte a casa? -dice Austin quien se encuentra del otro lado del aparador. 
-Pensé que venías por una hamburguesa. -le sonrío 
-Si, pero también quiero llevarte a casa. 
-¡Gracias! ¿Y Bessie? 
-En casa con tarea... supongo por la cara que traes que no has descansado bien. -niego. 
-No... creo que si he dormido entre dos y tres horas cada noche las últimas tres semanas es mucho. 
-Ya puedes irte -dice el dueño de la cafetería -aquí tiene su orden -le dice entregándole una bolsa a Austin. 
-Gracias. 
-¿Me das cinco minutos iré por mis cosas? -le pregunto al ojiazul. 
-Adelante. 

Me dirijo hacia los casilleros que tienen en uno de los pasillos de la casona vieja, un estruendo seguido de un apagón de luz, cierro mis ojos con todas mis fuerzas, sé lo que sigue es una tormenta eléctrica esas que odio con todo mi ser. me aferro al mueble metálico que tengo frente a mi. 

 -quédate aquí -escucho decir a una voz infantil -no debes de aventar la pelota hacia la calle, espérame aquí yo iré por ella, -solo escucho unas llantas rechinar y el pequeño grito infantil, estoy totalmente segura que de mis ojos están saliendo lágrimas, tengo miedo mucho miedo. 
-Tú no crees en esto, si no lo ves no existe, ¡no existe! -me repito -no hay fantasmas esto no es real. -me digo una y otra vez, mientras más truenos llegan a mis oídos, no quiero abrir los ojos, pero tengo que ser valiente.

Tomo con mis ojos cerrados mi bolsa y busco mi celular, lo prendo enseguida y busco la lampara para iluminar aunque sea un poco mi vista, mi corazón se quiere salir de mi pecho, pero me apresuro hacia la cocina donde ya han prendido algunas velas, apenas y digo un ligero adiós corro hacia donde está Austin y me abrazo a él. 

-Sé que me estimas mucho pero... ¿Qué te sucede? 
-Odio las tormentas eléctricas. -escucho una ligera risa de su parte. 
-Bien, te puedo cuidar de aquí a que llegue a tu casa. ¿Está bien? -asiento. 

Austin me deja en la puerta de la casa, por el momento la lluvia ha dejado de caer, así que por estos instantes soy valiente y logro llegar hasta mi habitación, Adam y Alice se encuentran en el cuarto de él puesto que el cuarto de ella se encuentra abierto; Izan supongo que está en su habitación. 

Veo mi cama y parece llamarme a ir a encontrarme con Morfeo pero sé que tengo muchas tareas pendientes y que lo mejor es avanzar, tomo un suspiro y voy directamente hacia mi computadora para comenzar a editar algunas fotografías que tengo que entregar para el día de mañana. jugueteo un poco con mis labios al leer todas las especificaciones del tipo de fotografía que debo de entregar, recuerdo que en la memoria de la cámara seguramente tengo alguna de ese estilo. 

-Estas deben de funcionar -me digo a mi misma mientras observo la galería de imágenes encontrándome con las fotos de Izan el día del cementerio. 

Siempre me ha parecido que esas fotos dicen tanto, conociendo el detrás es aún más nostálgico y romántico, el como se siente culpable por haberla dejado sola, tan culpable que cree que ella puede seguir por aquí. 

Una figura en la fotografía me llama la atención, tallo mis ojos y le hago zoom a la imagen, ahí está, la chica rubia que tantas veces he visto cerca de él, detrás de algunas tumbas... dos golpes a la puerta me hacen brincar del susto. 

-¿Faren estás ahí? -pregunta Alice. 
-Si... 
-¿Puedo entrar? 
-Si... 
-Faren... mírate esas ojeras... debes de dormir un poco. -dice Alice entrando a mi habitación con una taza de café. 
-No puedo tengo que entregar unos trabajos -digo mientras ella me entrega la taza. 
-Te escuché llegar y decidí bajar a hacerte un café porque sé que te comprometes mucho con la universidad y con tu trabajo, pero de verdad... te ves demasiado cansada. 
-Lo estoy, no puedo mentirte, juro que veo mi cama y solo quiero quedarme dormida en ella, pero si no entrego mis trabajos tengo que decirle adiós a la beca y adiós a mis sueños y prefiero menos hora de descanso que no lograr lo que quiero. 
-Muy bien, cualquier cosa estoy a unas puertas de aquí. 
-¿Con Adam? -se sonroja y asiente, yo me río. 
-De hecho sería raro encontrarte en tu recamara -le guiño un ojo. 
-Bueno, te dejo para que te apures... -me da un beso en la frente 
-Oye Alice... 
-¿Si? 
-¿Conoces a esta chica? -le muestro la imagen, ella parece ponerse pálida y niega rotundamente. 
-No... 
-¿Segura?
-Totalmente... -muerde sus labios y sale prácticamente corriendo de mi recamara. 

Ruedo mis ojos y comienzo a indagar en las demás fotografías, sale en un par más, en una incluso parece que me mira fijamente, y justo es la foto en la que más lindo se ve Izan. 

¿Quién es? ¿Por qué parece persegui... el ruido de un trueno que incluso retumba en las paredes y los vidrios de la casona hace que me abrace a mi misma. Todo está bien mientras la luz no se vaya me digo. y pareciera que yo misma me eché la mala suerte cuando en ese instante la luz se va, y comienza a caer la lluvia estrepitosamente. Observo la pila de mi computadora... ¡Bien... no me vayas a fallar computadora! mientras tú tengas batería yo puedo sobrevivir en una tormenta eléctrica. 

Escucho la puerta abrirse, y logro visualizar una silueta... 

-¿Estás bien? -pregunta, reconozco la voz, incluso hasta su aroma. 
-Si, gracias. -respondo cortante. 
-Faren, no tienes que disimular conmigo, sé que odias las tormentas eléctricas, sé que estás muriendo de miedo. ¿Me dejas acompañarte? 
-No te preocupes, estoy bien, tengo que entregar unas ediciones así que ni siquiera tengo tiempo para sentir miedo. -digo muy segura de mi misma, aunque si, miento totalmente, estoy muerta de miedo; sobre todo después de lo que pasó en la cafetería. 

Me gusta decir que no creo en los fantasmas, porque mientras no los vea, no existen... pero entonces recuerdo el sueño que hace que odie las tormentas eléctricas, recuerdo todos aquellos seres que veía aparecer y desaparecer y entonces se me viene a la mente ese pequeño niño de ojos verdes que me observa tranquilamente mientras me dice que no debo de ir detrás de la pelota, pero lo veo como si él fuera mucho mayor que yo. 

-¿Faren? -pregunta Izan, levanto mi mirada y creo que él lo intuye porque corre a mí, abrazándome. 
-Tengo miedo Izan... 
-Lo sé... 
-No de la tormenta eléctrica. 
-¿Entonces Faren de qué? 
-De mis sueños -comienzo a llorar. 
-Faren... -susurra en mi oído, yo me acomodo entre su pecho y su hombro. -tranquila. 

Siento que hace a un lado la computadora y se recarga en la cabecera de la cama para llevarme hacia él, no me suelta en ningún momento. y sinceramente no quiero que lo haga, estas tres semanas me había hecho tanta falta su voz tan cerca de mi, su calor, su cuerpo abrazándome. 

-Te he extrañado tanto Faren, odio estar lejos de ti, odio que estemos tan cerca y a la vez tan lejos, pero entiendo tu postura; entiendo que creas que todo lo que pasa aquí es una locura, y entonces quiero solo darte tu tiempo y tu espacio para que todo se calme, pero si te soy sincero es que odio verte todas las mañanas sin que me dirijas la palabra, odio ver como estas semanas cada vez te ves más cansada por la universidad, por tu trabajo y porque llegas a hacer tarea. -siento como juguetea con mi cabello mientras me dice todo eso. 
-Pero no puedo perder mi beca, necesito comprar mi cámara tú sabes lo indispensable que es para mí. 
-Faren, puedo prestarte la mía, este semestre no estamos viendo fotografía, así que puedes tomar la mía; no quiero que trabajes, y no porque no me guste que ganes dinero, si no porque debes de enfocarte en tu carrera. 
-¿Por qué lo haces Izan? -pregunto separándome de él para medio ver en la oscuridad su rostro. 
-Porque te quiero... porque quiero que llegues lejos, porque se lo mucho que quieres terminar tu carrera, y lo mucho que te has esforzado por ella, así que señorita... ponte tu pijama y dormirás... yo me quedaré aquí a terminar tu tarea y te acompañaré hasta que la tormenta se acabe. 
-Iza -no me deja acabar de decir su nombre cuando su mano va detrás de mi cabeza para jalarme hacia él y sus labios van directo a los míos callándome y esta es la manera en que yo también entiendo que no quiero más días separadas de él, que estas semanas han sido una tortura, me separo de él para tomar un poco de aire, la luz de un trueno ilumina la ventana dejando en evidencia una silueta femenina. 

 

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