Cap: 1 La esperanza nunca muere
La esperanza nunca muere...
Narra Daniel
Una semana...
Una semana llevábamos en ese sufrimiento y las cosas no mejoraban ¿Si me culpo? En gran parte sí, pero sé que si ella estuviera consiente querría que no lo estuviera, ese pensamiento, ese leve momento en el que sientes que aquella persona a la que amas esta a tu lado, susurrando palabras de calma a tu oído, acariciando tu cuello, tus hombros y finalizando en tus manos...
Sé que de seguro es una sensación producida por mi subconsciente para calmarme y evitar la histeria, pero nada se compara al segundo en el que mi mente se imagina que se trata de ella.
(...)
Sentado y aburrido comienzo a repasar algunos hechos en mi mente
El doctor no deja que nadie pase a la habitación en la que ella se encuentra.
Los de la UDAP han rastreado nuestra ubicación en varias ocasiones, o eso es lo que creen ya que les hemos dejado rastros falsos, pero nada es fácil, nos hemos quedado estos días en un sótano que tiene el hospital en el que guardaban diferentes documentos, expedientes, informes financieros sin mucha importancia pero necesarios de guardar solo por si los llegasen a necesitar, equipos antiguos entre otras tantas cosas.
Al menos hemos podido quedarnos aquí gracias a un contacto de Paula. Pero nada es lo que era antes, el ambiente es muy tenso entre todos nosotros, si tan solo hubiera una forma de saber qué hacer para que despertara, un medicamento, una acción, solo pido en mis oraciones por una sola cosa. Una solución.
El doctor entra y todos nosotros nos reincorporamos expectantes.
— ¿Como esta ella doctor?— pregunte casi en un susurro-
A pesar de estar dolido, de saber que las probabilidades de que despertara de ese estado después de haber pasado una semana, según las estadísticas médicas eran pocas, aun tenía esperanzas.
— Sus signos vitales, sus órganos, todo su cuerpo está estable según los análisis médicos a los cuales la hemos sometido, pero desconocemos la causa de su estado, estipulamos que sea por traumatismo cráneo- encefálico, debido a que hay cierta similitudes, pero con sinceridad les digo que los exámenes no han sido concluyentes, no se han encontrado la razón especifica por la cual ella este en ese estado.
Todos nos desilusionamos ante la noticia.
—Los demás doctores y mi persona nos encargaremos de hacer un estudio más profundo para determinar la causa de su estado y si lo logramos, haremos todo lo que esté a nuestro alcance para encontrar una solución.
—Gracias Doctor Larry le agradecemos todo lo que está haciendo y le deseamos suerte en este difícil trabajo—Le dice Miriam muy decaída.
El doctor asiente con la mirada y cierra la puerta.
—¿Cuanto más creen que resistirá?— preguntó Lira.
—¿Por qué lo dices?—Contestó Miriam intrigada.
—Una persona no puede durar mucho tiempo en coma, son muy pocas las excepciones—Le contesta seria.
—Bueno... Solo nos queda esperar— le dice Miriam cortante.
—¡No!—Exclamó Carolina mientras se reincorporaba de entre las sombras del rincón en el que hasta este momento había permanecido tranquila—Ya me canse de esperar, si no hay una razón física por la cual Aleyda este en coma, debe ser resultado de la interferencia— expresó mirando con desdén a Miriam y acercándosele desafiante.
Ya veía por donde venia la conversación, estas mujeres llevan peleando sobre lo mismo durante siete largos días, por respeto yo nunca interferí pero esta vez no haría lo mismo.
—Ya sabemos que esto es resultado de la interferencia—interrumpí—. Pero volver a discutir sobre eso no lo arreglara— les solté mientras las separaba.
Ambas me miraron. Miriam retorno a su mirada seria y fría. A la cual creo que me he acostumbrado, y conseguí que el enojo de Carolina menguase, solo un poco.
—Correcto —Dijo ella cruzándose de brazos—. A donde trato de llegar es que deberíamos intentar volver a hacer la conexión, quizás así logremos hacer que Aleyda despierte.
—No, no lo haré.
—Miriam, se que te equivocaste, y no mentiré, claro que sigo molesta contigo, pero si no lo hacemos ella morirá —La interrumpe Miriam.
—Y si lo hacemos ella morirá también— exclamo seca y cortante, generando una chispa de furia en los ojos de Carolina—No lo hare y aquí se termina la discusión.
Miriam tomó una chaqueta y salió del sótano. Carolina se dirigió a Lira que aun permanecía callada y pensativa.
Ella ha sido bastante paciente con ambas, más que todos los demás, ella dice lo que tiene que decir de forma directa ni más ni menos. La he observado mucho esta semana. Todavía no entiendo porque. Me parece extraña, parece fría y callada pero es muy conversadora cuando considera que la conversación es interesante. Mi mente sigue discutiendo entre sí catalogarla como introvertida o extrovertida y solo llego a la conclusión de que no es ninguna de las dos, supongo que solo piensa más de lo que habla pero eso no quiere decir que no lo haga ¿verdad?
De repente la voz de Carolina hacia ella interrumpe mis pensamientos.
—Sabes que debemos hacerlo—le dice intranquila.
—Y tú sabes que si sigues siendo así de dura con ella no lo hará—contesta sumisa.
—¿Por qué no te encargas tu? Ya estas acostumbrada a lidiar con bestias—Le suelta con sarcasmo.
—¡No le digas así! —reclamo levantándose con ferocidad.
Su lenguaje corporal mostraba su enojo, pero ni si quiera le levanto la voz al decirle esas palabras. Me parece muy extraña es casi como si no pudiera hacerlo. Me parece como si fuera una botella de vino, a la cual no puedes quitarle el corcho y que sigue conteniendo ese vino que nadie puede sacar de su interior. Tal vez me equivoque y simplemente no es que no se exprese, solo que lo hace de una forma diferente o...
¡Ah no se! Espera... ¿Por que de repente esto me importa tanto?
Nuevamente su conversación de forma inexplicable me saca de mis pensamientos.
—Sabes muy bien porque debes ser tu quien le diga y solo tu podrás convencerla, pero no lo harás si no te convences a ti misma, si no la perdonas no conseguiremos nada- la miro intensamente clavándole la mirada.
Esa mirada... incluso a mi me asusto.
—Bien piénsalo.
Lira buscó su abrigo y salió del sótano. Dejando a Carolina muy pensativa.
Parecen dos niñas chiquitas -pensé-
Ella me miro por un instante y luego volteo ignorando mi presencia y se apartó en un rincón a entrenar.
Me acomodé en mi saco de dormir. Hoy era un día tranquilo, debido a que Julio había cancelado nuestro entrenamiento, ya que iría con Paula a despistar un poco a los de la UDAP dejándoles rastros falsos de nuestra ubicación.
Tome mis audífonos y me puse a escuchar música.
A veces eso me ayuda a desconectarme de todo, a relajarme, acomodar mis ideas.
Es como si despertara una parte de mí, que cobra vida en los versos de aquella canción.
Pero... Ahora era distinto, esperar... no funcionaba.
Estaba intranquilo. Bueno ¿Quién no lo está? Más no resistía ya estar así.
Debo hacer algo.
Aleyda está en coma por que la conexión de los elementos no está estable. Al igual que la relación entre Carolina, Miriam y Lira.
Meditando en todo esto se me ocurrió una idea, tal vez no sea muy buena pero podría funcionar.
Pero necesitaré ayuda.
(...)
—¿Y tú crees que funcione?
—Eso espero.
—Bien cuenta conmigo— contesto mi amigo estrechando mi mano.
—Conmigo también—sonríe la chica a su lado
—Excelente, ahora hablaré con Lira.
—Ok nosotros le avisaremos de esto al conserje—Me dice Paula.
—Perfecto, cualquier inconveniente me llaman.
—Ok— ambos se despidieron.
Bien todo va de acuerdo al plan, espero que Lira acepte.
(...)
—No te entiendo por favor explícame otra vez.
—Mira, la idea es, que Julio y yo nos disfracemos de agentes de la UDAP, y haremos creer a Carolina y a Miriam de que estamos secuestrándote. Y luego las encerraremos en uno de los cuartos de limpieza y colocaremos una cámara oculta en él, y solo las dejaremos salir cuando hayan resuelto sus diferencias.
—¿Y tú crees que haciendo las paces logremos despertar a Aleyda?— me dice con ironía.
—Su elemento representa la unidad de los portadores y de los elementos de la tierra. Si está en coma puede significar qué el elemento ya reconecto de manera temporal la conexión entre la Tierra y Airea. Pero no despierta, porque la relación de los elementos entre si no es la correcta.
—Me parece estúpido, lo veo demasiado fácil.
—La relación entre las personas no son nada fáciles, y puede parecer tonto pero si realmente fuera tan ¨Estúpido¨ como dices entonces ¿Por qué les afectaría tanto? Si fuera una bobería no les afectaría ¿No crees?
Ella me miro sorprendida, mientras reflexionaba.
—Bueno supongo que no perdemos nada con intentarlo, además si funciona por lo menos dejare de soportar a la Hulklina y a Miriam cascarrabias.
Reí ante el comentario.
—Apoyo lo de Miriam cascarrabias, pero Hulklina ¿en serio?—Pregunto con ironía.
Pero es que ósea. ¡Qué patético! ¿Cómo se le ocurrió?
—Va pues— ríe—. ¿Y eso que tiene?
—Que ella se pone roja cuando está molesta no verde.
Ella vuelve a reír.
—¿Verdad que si?—Sonríe—. Cuando se enoja arruga la nariz y se pone roja como tomate.
—Cierto—Sonreí—. Y Miriam se tensa como piedra, y además creo que es solo cuestión de tiempo para que esa vena salga disparada de su frente.
Ambos reímos a carcajadas. No parábamos de reír, de hecho ya me dolía el estomago pero igual no me detenía.
—¿De qué se ríen?—Inquirió Miriam con seriedad mirándonos a ambos posicionada en frente de la puerta.
Ambos nos mirábamos y aguantamos la respiración, tragándonos la risa que luchaba con ansias por salir.
—De nada importante—Le suelta Lira.
Miriam enarcó una ceja y me clava la mirada.
¿Ahora qué hago? Estoy luchando contra la risa y ahora tengo que luchar con la mirada de esta vieja. No puedo desviarle la mirada, seria evidente que trato de evitarla.
Al mirar como su vena se marcaba en su frente volví a tener otro ataque de risa interno, me esforcé pero sé que no resistiría demasiado. Mordí mi labio. ¡Augh! no debí hacerlo.
¿Por qué lo hice? Me digo arrepentido.
De pronto Lira me jalo por el brazo y tomo nuestras chaquetas.
—Ten—Me dice mientras me la arroja.
—Gracias—Sonrió y abro la puerta.
Salimos ignorando por completo a la muy confundida persona que dejamos en el sótano.
—¿Tú crees que escucho algo?— pregunté.
—Descuida- me sonríe—Si hubiera escuchado algo ten por seguro que nos lo habría dicho.
—Por suerte para nosotros—Sonreí.
—Y también para su vena.
Ambos volvimos a reír.
Después de un rato de risas y carcajadas nos callamos al pasar enfrente de algunos doctores que tenían la mirada clavada en nosotros. Debo admitir que ese fue un momento raro e incomodo.
—Espero que esta ideota tuya funcione—Me susurra al oído—.No sé cuanto más aguante estar aquí.
—¡Oye no me digas idiota!—Reclamé.
—Yo no he dicho nada—Me dice colocando la clásica cara de Yo no fui.
—¡Aja si! y yo nací ayer—Le suelto con ironía.
—Claro que naciste ayer—Le dijo ¿siguiéndome la corriente?
—Yo estaba allí, te veías tan lindo con esos cachetitos rosaditos— prosigue pellizcando mis mejillas.
Y yo como un idiota dejando que lo haga.
¡Aguarda me dije idiota! ¿Ósea? ¿Ella acaba de ganarme? ¡Ah! Odio que pase esto- Bufe para mi mismo-
Ella ríe y se queda mirándome.
¿Ahora que dije? ¿Que tengo cara de payaso ahora? ¿O un cartel que diga ríete pegado en mi frente? ¡No! ¿O sí? -pase una mano por mi frente aliviado- ¡No lo tengo!
Ella aún sigue mirándome pero su risita tímida se transformo en una carcajada estridente.
—¿De qué te estás riendo?—Pregunté un poco más serio.
Ella ríe suavemente, trayendo a mi memoria a Aleyda, eso volvió a deprimirme.
—De nada—contesta con suavidad.
La miré y recordé algo que me había dicho.
—Me dijiste que no sabes cuánto más aguantarías aquí—Le solté— ¿Por qué lo dijiste? ¿Acaso no te gusta el olor a clínica?—Pregunté con ironía.
—No en realidad pero no se trata de eso.
—¿Entonces de qué? —Pregunté nuevamente.
—Es solo que este lugar es asfixiante, siento que las paredes tienen oídos, atentos a cada palabra—Dijo en voz baja.
—Por eso me sacaste del sótano—ella me mira—No querías estar sola.
Asintió ante mi comentario.
—Así es, cuando camino sola en un hospital siempre escucho pasos detrás de mí, el ambiente suele ser muy pesado, o al menos así es como yo lo siento, y no es algo que me agrade.
—Eso explica porque siempre estabas en el sótano, o afuera del hospital, no te gusta estar por los corredores.
—Exacto.
Ella abrió la boca para decir algo pero la cerro rápidamente. Parpadeo un par de veces y miro a todos lados, luego a sus zapatos y jugueteó con sus manos.
Era como si su mente estuviera procesando lo que iba a decir. Se veía nerviosa.
¿Por qué lo estaría? No le he dado ninguna razón para estarlo ¿o sí?
—Puede sonar muy inmaduro pero... ¿No te ha pasado que caminas solo por una parte cerrada y sientes que las paredes te están vigilando?— Preguntó seria.
—Honestamente no—contesté encogiéndome de hombros.
Ósea tenía una idea en la mente de lo que me estaba diciendo pero nunca me ha pasado en realidad.
Ella baja la mirada con desaire y sigue caminando. Quedando en silencio. El ambiente era incomodo.
—¿Quieres ir por un sándwich con crema de maní a la cafetería?— pregunte, no por que tuviera hambre si no para conseguir que hablara.
Ella niega con la cabeza.
—Soy alérgica al maní—Contesta seria y sin despegar la mirada del piso.
Lo arruine definitivamente. Bueno ya nada puede ser peor ¿no?
De pronto la luz de aquel corredor en el que nos encontrábamos comenzó a titilar rápidamente, finalmente las lámparas se apagaron dejándonos a oscuras.
¡Perfecto! ¿Por qué cada vez que piensas que no puede pasar nada peor todo empeora?
Narra Lira
—¿Estás bien?—Le pregunto.
—Si y ¿tu?
Su voz se escucha lejos, pero lo siento cerca, debe ser efecto de la oscuridad, la cual no me da ninguna buena espina
—Estoy bien—Le contesto.
Saque mi linterna, estaba algo trancada así que la golpee con mi mano un par de veces. Al prenderla note que aquella luz fulgurante que desprendía estaba centrada en todo el rostro de Daniel.
—¡Oye!—Se quejo mientras cerraba los ojos bruscamente cubriéndolos a la vez con sus manos.
—Lo siento—Dije apartándola linterna rápidamente.
Me quedé observándolo esperando que sacara su linterna. Pero el estaba quieto, mirando a todas direcciones pero quieto.
—¿Y tu linterna? —le pregunté.
—En el sótano.
¡Por favor! ¿De que te sirve la linterna en el sótano? lo lógico es que la tengas a la mano ¡Que patético!
—Considerando la situación en la que estamos no deberías dejar algo tan importante en el sótano—le solté— Dime que al menos trajiste un arma.
—Obviamente—Contestó como si fuera obvio.
—Bien, camina. No quiero pasar otro segundo aquí—Dije cortante.
Ambos seguimos caminando pero de pronto escuche un ruido detrás de nosotros.
—¿Escuchaste eso?—Pregunté seria.
—No he escuchado nada—Me dice tranquilo.
Giré la linterna en dirección al ruido y vi pasar una sombra
—¡¿Viste eso!?—Pregunté.
—Yo no vi nada—Contesta serio— Estas demasiado paranoica —Me dice con ironía.
—¡Yo no estoy paranoica!—Le reclamé con voz suave—Tu eres el que está ciego y sordo—Bufó.
Escuche un golpe fuerte y un rechinar que parecía ser de la suela de un zapato.
Comencé a correr en dirección al sonido.
—¡Oye! No me dejes solo en la oscuridad—Reclamó Daniel corriendo detrás de mí.
—¿Acaso te asusta? —Pregunté mientras corría.
- Para nada —Gruño ofendido—. Solo que no quiero matarme tropezándome con...— le tapé la boca en un rápido movimiento.
— ¡No hagas ruido! Sígueme y mantente alerta.
El asintió con la mirada y seguimos corriendo.
¡Yo se que escuché algo, yo no estoy loca!
Seguimos avanzando, no había nada anormal, pero yo no estaba tranquila, no tenía miedo, pero tampoco estaba tranquila.
—Esto es raro—Susurra Daniel— Todas las luces están apagadas.
—Probablemente es una falla de energía—Me limité a decir.
—Eso es grave, podrían dañarse los aparatos del hospital.
De pronto escuche un gemido de dolor que provenía del siguiente pasillo. Corrí hacia el pero Daniel me sujeto con fuerza empujándome a la pared.
¿Qué le pico ahora a este? ¡Luego dice que yo soy la paranoica!
Estaba a punto de reclamarle pero coloco su mano en mi boca.
—Ponte esto—Susurro quitando su mano de mi boca y entregándome una máscara—. Ahora que la UDAP nos busca no podemos arriesgarnos a que si uno de ellos está allí, reconozca nuestros rostros.
Asentí y me la puse rápido. Escuche nuevamente ese sonido del rechinar de la suela de un zapato y me asomé con la linterna.
Avance por el pasillo rápidamente y observe casi al final cerca de las escaleras un letrero de advertencia que decía: Cuidado piso mojado.
Mientras me acercaba corriendo al pasar por las escaleras alguien choco contra mí y ambos caímos al piso.
De pronto todas las luces del hospital se prendieron. Lo mire y el cargaba una máscara igual que yo pero no era Daniel, habría identificado esos ojos en pocos segundos. No sabía quién era, pero lo que sé es que se asusto mucho al verme y se aventó a las otras escaleras bajando a planta baja.
—¡Hey!—Gritó Daniel persiguiéndolo y corriendo velozmente atrás de el.
Me reincorporé y sabia que Daniel necesitaría ayuda para atraparlo, pero yo no corría tan rápido, así que pensé en un narciso que estaba plantado en una pequeña tienda de regalos que había en el hospital, y me tele transporté allí, pero al intentar salir la puerta estaba asegurada.
¡Claro! Me golpee la cabeza por no haber pensado en eso. ¡Qué torpe!
Ahora estaba encerrada en una tienda del hospital, eran menos mis posibilidades de poder... (Me interrumpí a mi misma) ¡Ya lo tengo!
Me transforme en un ratón y salí por debajo de la puerta. Y justo a tiempo el chico misterioso se aproximaba. Trepe por la pared y al estar cerca me aventé directo en su cara, el comenzó a sacudirse y a gritar como una niña.
Si pensaba que sentir un ratón encima era desagradable, pues caminar sobre su cuerpo también fue muy desagradable, despedía un olor horrible.
¿En serio no conoce para que sirve el jabón?
Finalmente se agito tanto que logro dispararme a la pared. Vi pasar a Daniel detrás de él y se me ocurrió tomar otra ruta para acorralar al chico.
Me transforme de nuevo en mi forma humana y corrí tan rápido como pude. Lo veía estaba a punto de atraparlo cuando de pronto veo a Daniel corriendo cerca ya estaba a milímetros y no podía frenar y...
¡Pum! Los dos caemos al suelo justo en frente de la salida del hospital. El chico nos mira en el suelo.
—¡Ja!—Sonrió y se fue corriendo.
Daniel se levanto he intento seguirlo pero ya era tarde, lo habíamos perdido.
En serio esto es típico que pase cuando el bueno se les escapa a los malos que son unos tontos estúpidos que chocan dejándolo escapar a último minuto, y ahora nosotros éramos los estúpidos solo que los buenos perdieron ¡Que rabia! Ahora me siento estúpida.
Y sin mencionar que ese golpe no fue nada ligero.
Daniel se acerca algo desilusionado.
—Solo diré una cosa—Le suelto seria— Augh—dije sobando mi cabeza.
El sonrió levemente y después su rostro se ensombreció.
¿Qué me pasa? Un chico que pudo haber sido de la UDAP se escapo, y yo estoy aquí echando chistes.
—¿Tienes idea de quién era?—Me pregunta serio.
—No—Contesté decaída.
—Debemos averiguarlo.
—¡Y yo sé donde podemos comenzar!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro