Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

-Tres-

Disclamer: Como ya sabéis ^^ ni los personajes, ni parte de la trama, ni los lugares me pertenecen a mí, sino a la prolífica imaginación de la gran Rumiko Takahashi que este año ha querido bendecirnos permitiendo que se hiciera un remake maravilloso de este anime que tanto adoramos *__* ¡Feliz Navidad Rumiko sensei!

.

.

.

Nota de la Autora: Aquí vengo para compartiros una nueva historia Rankane (por supuesto) con sabor navideño e invernal ^^ inspirándome en el tema escogido para esta noche tan especial. ¡Gracias a las maravillosas administradoras de la página "Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma" por su #Dinamica_Invernal #Calendario_de_Adviento! Espero que os guste. ¡Gracias por estar ahí, una navidad más!

.

.

.

24 de Diciembre: Abrazo.

.

.

.

Un Gesto

.

—Tres—

.

15 de enero. Lunes. Unas horas antes

.

Hacía exactamente una semana que las clases habían comenzado en el instituto Furinkan tras las breves vacaciones de invierno.

Era el tercer lunes de ese helado mes de Enero y hacía un frío del demonio. Desde el día uno (también lunes) había estado nevando, sin descanso, desde que el sol se ponía hasta el amanecer. La ciudad de Nerima se levantaba cubierta por un manto blanquecino, acuoso y resbaladizo que hacía muy complicado moverse por ella. La oscuridad del cielo y la escasez de gente paseando por sus calles creaban un escenario que a Akane Tendo le resultaba de lo más deprimente.

Era invierno, ¿qué se le iba a hacer? Pasado el brillo cegador de las navidades esto era lo que quedaba por delante hasta la llegada de la primavera.

Si al menos en el interior se estuviera mejor, ya habría sido algo. Pero, en su casa tenían ese enorme boquete en la pared que mantenía toda la planta baja en temperaturas bajo cero el día entero, y en el instituto no se estaba más a gusto debido a que la calefacción había estado apagada durante las vacaciones, de modo que el edificio se había llenado de ese mismo frío que mordisqueaba la piel sin piedad, ese aire helado que se pegaba a las mejillas y a las manos. Los radiadores tardaban horas en entrar en calor, los cristales de las ventanas amanecían congelados.

Allá a donde mirara veía a alumnos con varias capas de ropa sobre el uniforme, algunos se dejaban, no solo el abrigo y la bufanda durante las clases, sino hasta los guantes, cosa que les dificultaba mucho tomar apuntes.

¿Qué otra cosa podían hacer?

El frío es insoportable.

—Akane, ¿a dónde vas?

Sus amigas Sakura, Yuka y Sayuri formaban un pequeño corro, las tres pegadas a uno de los radiadores de la clase que, como todos los demás, funcionaban a plena potencia desde primera hora de la mañana, sin conseguir calentar del todo el enorme aula donde estaban.

Frunció los labios, al no saber cuál de las tres había preguntado. Andaba algo distraída esos días.

—Al baño —respondió, aunque no era cierto.

Y las tres asintieron con la cabeza, en perfecta sincronía, e igual de sonrientes.

—Date prisa en volver —le pidió Yuka, con su voz fuerte y rotunda, imposible de confundir con otra, así que descartó que hubiese preguntado ella—. Antes de que se acabe el descanso nos tienes que contar todos los detalles románticos de tus vacaciones.

Las jovencitas intercambiaron miradas entusiastas que después dirigieron, todas a la vez, al otro extremo de la clase, donde Ranma estaba hablando con sus amigos. Akane meneó la cabeza, en un gesto que no quería decir nada en realidad, y se escabulló lo más rápido que pudo.

No necesitaba ir al baño, pero sí caminar un poco y desentumecer sus piernas congeladas. Y también, alejarse de los incesantes interrogatorios a los que sus amigas la habían estado sometiendo.

Pero, ¿qué querrán que las cuente? Se preguntó, encogiendo los hombros y apretando los dientes. Fuera de la clase hacía todavía más frío que dentro, allí no había radiadores ni nada parecido para calentarse, pero lo soportaría.

¿Detalles románticos dicen?

Les había explicado una y mil veces que no había pasado nada romántico entre Ranma y ella durante las vacaciones. ¡Nunca pasaba nada romántico entre ellos! ¿Por qué se empeñaban en preguntarle? Sus amigas conocían, al igual que el resto de ese instituto de cotillas y chismosos, como era su relación con su prometido a la perfección. No había romance, ni nada que se le pareciera.

Pero, por lo visto, se morían por oír un relato apasionado de amor adolescente y les daba igual que les prometiera que no había nada que contar. ¡No querían creerla! Y de tanto insistir en lo mismo la estaban empezando a hacer sentir mal. Estaba harta de que le hicieran preguntas sobre su prometido y tener que poner excusas porque con la pura verdad no tenían suficiente.

¿Por qué no me dejan tranquila de una vez?

Aunque hubiese pasado algo entre Ranma y ella, ¿estaba obligada a contarlo solo para contentarlas? ¡Con lo nerviosas y chillonas que se ponían al hablar de esos temas! Antes de que terminara de contárselo, sus amigas ya habrían esparcido el rumor por todo el instituto.

Akane estaba muy frustrada.

Por lo general, regresaba contenta y descansada de las vacaciones, preparada para disfrutar al máximo de los últimos tres meses del curso. Era el momento de darlo todo para obtener las mejores calificaciones posibles. Y también, en cuanto el clima mejorara un poco, empezaría la época de las quedadas, los planes divertidos con sus amigas para aprovechar el tiempo antes de que las cambiaran de clase en Abril. Era el momento de esforzarse en las extraescolares y de organizar festivales. Akane siempre encaraba ese último período escolar con la energía renovada y mucha ilusión, pero esta vez no estaba siendo así.

No sé qué me pasa, se dijo ese lunes frío e irritante, mientras caminaba apesadumbrada por un enorme corredor helado. La actitud de sus amigas la tenía un poco de los nervios, pero no estaba segura de que fuera solo eso. ¿Quieren que les cuente cómo han sido de verdad las vacaciones?

Podría empezar por el terrible constipado que sufrió a mediados de diciembre y que se prolongó casi una semana entera, fastidiándole la nochebuena, por culpa de Shampoo. Akane estaba segura de que todo el ajetreo y los problemas que la amazona causó en su casa con la maldita seta marionetista fueron los responsables de lo mucho que tardó en recuperarse. Después, quizás, les gustaría conocer el divertido incidente con los fideos mágicos de Happosai, que la hicieron terriblemente fuerte y, también, provocaron que le saliera un espantoso bigote que, por mucho que trató de evitarlo, incluso Ranma vio.

¡Y para rematar las fiestas, tuvo otro encontronazo con Shampoo por año nuevo que le fastidió su vista al templo!

¿Cómo no voy a estar de mal humor si me he pasado las vacaciones enferma, hechizada por magia estúpida y me he encontrado con Shampoo tantas veces?

Con lo que le gustaba la navidad, Akane sentía que no había disfrutado de nada ese año. Para ella no era agradable encontrarse a la amazona de manera tan seguida, menos aun cuando se suponía que debería estar descansando o divirtiéndose.

No como Ranma, pensó con malicia. Seguro que él sí estuvo encantado con las visitas de...

Akane se detuvo cuando vio reflejado en una ventana el modo en que estaba frunciendo el ceño. Meneó la cabeza para borrarlo y se reprochó a sí misma haber pensado mal de su prometido. Era cosa de la costumbre, le aliviaba poder dirigir su mal humor contra él, como siempre, pero no estaba bien. Por una vez, estaba dispuesta a reconocer que no se había portado tan mal con ella durante esos desafortunados eventos, así que no sería tan injusta.

La verdad es que trató de librarse de Shampoo las dos veces, se recordó. Al final resultó ser cierto que el chico había sido hechizado por medio de esas horribles setas, por lo que no era su culpa actuar como lo hacía. Se esforzó por sacar a todos de la casa para que ella pudiera descansar y en año nuevo, la ayudó cuando le salió ese ridículo bigote. Ni siquiera aprovechó para burlarse de mí.

Ranma intentó hasta el final convencerla para que se tomara el antídoto, incluso subió hasta lo alto de ese árbol para buscarla. Cuando, por fin, accedió a tomarse el remedio, él la había sonreído de un modo tan dulce... Estaba segura de que solo le sonreía de esa manera a ella, a nadie más.

Ahora ya vuelves a ser la Akane de siempre.

Me alegro mucho.

Su prometido no solía ser tan amable y por eso le estaba agradecida.

Además, Ranma tampoco ha tenido un buen comienzo de trimestre, se dijo, resoplando. No es justo que yo también le culpe de cosas de las que no es responsable.

Echó a andar de nuevo y al doblar una esquina, Akane vio a un par de chicas cogidas del brazo que venían hacia ella. No las conocía, debían ser de otra clase, pero notó que una de ellas llevaba una manta doblada bajo el abrigo que sobresalía un poco, a pesar de que su amiga caminaba pegada a ella con la clara intención de tapar la prenda con su cuerpo. Akane cruzó su mirada con la de esa joven, era delgada y tenía un rostro muy blanco, le hizo un gesto para avisarla y ésta, en seguida, cubrió del todo la manta con el borde de su abrigo.

Bajó la cabeza al pasar a su lado.

—Gracias —le susurró. Akane asintió y siguió avanzando, despacio, sin saber a dónde más dirigirse.

Al final se detuvo en un rincón, apoyándose en la pared y se cruzó de brazos para darse calor.

En ese momento, de los altavoces recién instalados por todo el recinto escolar, salió un chorro de voz escandalosa y chillona:

Good morning, my students! Al habla vuestro director. Recordar ir esta tarde a animar a los miembros de nuestro maravilloso club de lucha en sus arduos entrenamientos.

El gimnasio donde entrenaban esos chicos era una de las zonas más frías del instituto. No iría nadie a verlos, y no solo por eso, sino porque nadie soportaba a los idiotas del club de lucha.

¡Recordar que todos debemos elevar el espíritu escolar del Furinkan!

Debido al anuncio, varios alumnos habían sacado la cabeza por las ventanas de sus aulas para escuchar. Cerca de ella, un par de chicos cuchicheaban con mala cara.

—¿Espíritu escolar? —Decía uno de ellos, agitando el puño—. ¡Está loco!

—Dijo algo parecido cuando quiso raparnos la cabeza a todos... ¡Claro que está loco!

Esa había sido otra de las sorpresas de la vuelta a las clases.

Por lo visto, el director que se había marchado hacía tres años a los Estados Unidos en busca de nuevas tácticas educativas, estaba de regreso. Y no era un hombre cualquiera, sino un tipo ridículo, irreverente y que vestía solo camisas hawaianas de colores llamativos que había revolucionado el colegio con sus técnicas absurdas, su obsesión por los cortes de pelo y su apariencia estrambótica. Se trataba nada más y nada menos que del padre de Kuno y Kodachi, lo cual, explicaba su comportamiento sin sentido.

This Week el castigo por infringir el reglamento de normas del instituto Furinkan será limpiar todos los toilets de la escuela.

¡Paso a leer la lista de infractores!

Akane apretó la mandíbula intuyendo lo que seguía.

¡Ranma Saotome!

Has incumplido la norma sobre la hora de llegada al centro y también la norma sobre el peinado autorizado para los chicos del Furinkan. ¡Quedas castigado!

¡No hay más infractores!

Ese hombre la había tomado con Ranma desde el primer momento y no había dejado de hacerle la vida imposible. Todos los días le perseguía para intentar cortarle la trenza, le imponía castigos que no merecía y le nombraba infractor en cada uno de sus absurdos anuncios. Aunque el chico nunca se quejaba y parecía tomarlo con humor, Akane sospechaba que estaba harto de esa situación y a ella le dolía no saber cómo ayudarle.

Por supuesto que el director estaba mal de la cabeza, a esas alturas ya nadie lo dudaba, y no era solo porque quisiera imponerles un corte de pelo reglamentario a todos, sino porque había tenido otra ocurrencia mucho más peligrosa.

Había creado el nuevo Club de Lucha del Instituto Furinkan.

No estaba muy claro cuál era la disciplina que seguían esos luchadores, porque el director era, también, el entrenador del equipo y les estaba transmitiendo enseñanzas traídas de América. En poco tiempo había reunido a un grupito muy variopinto de chavales que habían sido rechazados de otros clubes y que tenían muy mala actitud. De por sí eran jóvenes violentos y furiosos, a los que el entrenador alentaba, además, a ser crueles y agresivos con el resto de los alumnos, con el fin de convertirse, más que un club cualquiera, en una comunidad con identidad propia. Para ello, les había hecho aprender sus lemas estúpidos y les obligaba a tener una apariencia común bastante llamativa, lo cual resultaba muy útil a la hora de esquivarlos.

A nadie más en el Furinkan le gustaba tener nada que ver con ellos porque siempre estaban causando problemas.

Y es que eran, básicamente, una pandilla de agitadores de la peor calaña que actuaban como un mini ejército a las órdenes de ese director psicópata, y cuando él no estaba delante, se desquitaban molestando y acosando al resto de los alumnos. Y más, en concreto, a las chicas que, para huir del frío de ese enero gélido, se llevaban mantas a la escuela con las que calentarse las piernas durante las clases.

Los miembros del club de lucha se dedicaban a acosarlas y molestarlas todo el tiempo, esa era la razón por la cual tenían que tratar de ocultar las mantas cada vez que cambiaban de clase. Si uno de esos bravucones veía una de esas prendas, su propietaria tendría graves problemas.

Panda de ignorantes. Akane los despreciaba con todas sus fuerzas.

El director obligaba a las chicas a seguir usando el uniforme oficial, que iba con falda y leotardos, a pesar de las bajísimas temperaturas, y sus esbirros de pacotilla las acosaban cuando ellas intentaban no acabar congeladas.

¡¡No era justo!!

¿Qué clase de luchadores son esos que disfrutan aterrorizando a las chicas? Desde luego, no esperaba que alguien como el nuevo director les hubiera enseñado los verdaderos valores que se transmitían a través de la disciplina del deporte.

Esos chicos eran simples abusones y su presencia había enrarecido el ambiente en el instituto, creando un estado de alarma constante. Akane percibía una tensión que vibraba en el aire, como el agua cuando está a punto de empezar a hervir. Todos estaban nerviosos, inquietos, allí encerrados a causa de las nevadas, sin poder descargar esa energía reprimida con sus actividades deportivas al aire libre.

¿Sería eso? ¿Un exceso de energía mal dirigido hacia ellas?

La verdad es que no le interesaba descubrirlo, fuera cual fuera la razón, eso no justificaba que las fastidiaran todo el tiempo.

¡¡Los chicos son tan idiotas!! Apretó los párpados hasta que los ojos le ardieron y resopló. Aunque eso no es algo nuevo para mí.

Ella había sufrido, en sus propias carnes, la idiotez de los chicos de ese instituto, todas las mañanas, durante mucho tiempo.

Justo cuando recordaba esos tiempos de peleas lejanos, Akane oyó un grito que se extendió a lo largo y ancho de aquel pasillo y que tensó todos los músculos de su cuerpo. Levantó la vista, pasmada, el tono de ese chillido era de indudable pánico y no había sonado muy lejos. Tuvo un mal presentimiento y no se lo pensó un instante, echó a correr por el mismo camino hasta doblar la esquina en sentido contrario.

La escena que se encontró era tal y como se la había imaginado.

Eran dos tipos mayores, por lo menos de un curso superior al suyo y llevaban el pelo rapado de manera idéntica al resto de integrantes del Club de Lucha del Furinkan, por eso fue que ella los identificó como tales en seguida. Antes de que la vieran a ella, se ocultó en el borde de la pared y desde allí, repasó el aspecto de esos tipos. Uno de ellos era alto y fornido, de enormes hombros y espaldas anchas, mientras que su compañero era más bajito y fibroso.

Habían arrinconado a las dos chicas con las que se había cruzado hacía unos minutos. En un descuido de éstas, debían haber detectado la manta que escondían y ahora las estaban molestando con total impunidad, pues no había nadie más cerca.

Akane, con sigilo, se aproximó hasta una de las fuentes agua que quedaba a escasos metros de ellos y volvió a ocultarse. Debía analizar bien la situación antes de hacer nada.

El bajito había agarrado un extremo de la manta, mientras que la chica del rostro blanco tiraba del otro hacia ella. Estaba asustada, eso era evidente, sus ojos oscuros estaban clavados en el suelo mientras que ese chico le escupía palabras hirientes. El más grande, sin embargo, no intervenía en la fechoría, salvo porque usaba su enorme cuerpo para bloquear la salida del pasillo.

La amiga de la chica de la manta estaba a su lado, le tocaba en el hombro y trataba de razonar con ella.

—Venga Mika, dales la manta y que nos dejen tranquilas.

Pero la otra no reaccionaba a esas palabras, y tiraba de la prenda como si la vida le fuera en ello, a pesar de que sus ojos, cristalizados de lágrimas, se mantenían ausentes.

—Suelta la estúpida manta —Le exigió el chico, dando unos tirones tan fuertes que la pobre chica se tambaleaba ante cada uno de ellos—. Los miembros del club de lucha tenemos autorización del director para requisar todas las mantas que veamos.

—Eso es mentira —cuestionó la otra, con aire furibundo. Fruncía el ceño, en apariencia sin problema alguno en encarar a esos dos matones—. En lugar de molestarnos, ¿no deberíais estar entrenando o algo?

—No necesitamos entrenar —Le respondió el más alto extendiendo su brazo y apretando el puño en un bobo alarde de fuerza que no impresionó a nadie—. No tenemos rival en Nerima.

—No tenéis rival porque nadie más hace esa lucha absurda vuestra.

—¡Suéltala! —El otro chilló, estaba perdiendo la paciencia. Su víctima era pequeñita y delgada, debió pensar que no le costaría tanto esfuerzo arrebatarle la prenda como le costando en realidad. Se acercó más a ella y le clavó sus ojos amenazantes—. ¿Quieres tener problemas con el Club de Lucha?

—No...

—¿Y con el director? —insistió él—. Según el reglamento las mantas están prohibidas en el instituto.

—¡Eso también es mentira! —replicó la segunda chica, y en esta ocasión, el bajito la miró, furioso.

—¡Cállate!

—¡Cállate tú! ¡Huelo tu apestoso aliento desde aquí!

—¡Eh! —Se metió el grande, de nuevo. Tenía unos ojos diminutos en el centro de su enorme cara, redonda como la luna llena, parecía que parpadeara más despacio de lo normal, pero a pesar de todo, la chica retrocedió cuando éste se volvió hacia ella—. ¿Qué le has dicho a Ryu?

Akane rechinó los dientes, indignada. ¡Tenía que hacer algo! No podía quedarse de brazos cruzados viendo como esos dos idiotas molestaban a esas chicas.

—He dicho que huele mal —respondió ella y lo hizo mirando a su oponente y sin vacilar.

El bajito soltó una risita arrastrada.

—¡Dale una lección, Ken! —animó a su amigo.

.

.

.

Hola amigos y amigas,

¿Qué tal va el 2025? Yo he estado algo liada, por eso he tardado tanto en actualizar, pero aquí está el nuevo capítulo. Sé que muchos habéis estado teorizando acerca de las razones de Akane para pedirle un abrazo al bobo de su prometido, jeje, bueno, en los próximos capítulos se irá desvelando todo.

Como veis, ya han aparecido los principales villanos de este fic.

Gracias por todo vuestro apoyo ^^ Nos vemos pronto por aquí o quizás con algún nuevo Oneshot, aún no lo sé. ¡Pero nos veremos! Gracias por todo.

¡Besotes para todos y todas!


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro