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-Dos-

Disclamer: Como ya sabéis ^^ ni los personajes, ni parte de la trama, ni los lugares me pertenecen a mí, sino a la prolífica imaginación de la gran Rumiko Takahashi que este año ha querido bendecirnos permitiendo que se hiciera un remake maravilloso de este anime que tanto adoramos *__* ¡Feliz Navidad Rumiko sensei!

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Nota de la Autora: Aquí vengo para compartiros una nueva historia Rankane (por supuesto) con sabor navideño e invernal ^^ inspirándome en el tema escogido para esta noche tan especial. ¡Gracias a las maravillosas administradoras de la página "Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma" por su #Dinamica_Invernal #Calendario_de_Adviento! Espero que os guste. ¡Gracias por estar ahí, una navidad más!

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24 de Diciembre: Abrazo.

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Un Gesto

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Dos

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15 de enero. Lunes

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—¿Mi ayuda? —repitió ella, extrañada—. ¿No querrás que sea yo la que hable con mi padre sobre esto?

—Eso no serviría de nada —declaró él. Se acercó a ella y por alguna razón, Akane se puso en pie con una clara mirada de sospecha en sus ojos castaños. O quizás no era eso, pero fuera lo que fuera se mezclaba con la oscuridad de esas otras emociones que la dominaban—. Cuando el tío venga a buscarme para seguir trabajando, tú podrías... —Vaciló un momento. ¡Odiaba pedir ayuda a los demás! Era lo mismo que admitir que no podía resolver solo sus problemas—. Si tú le dijeras que queremos pasar juntos un rato.

—¿Cómo?

La piel del rostro se le encendió, cosa que le alteró más.

—¡No pienses nada raro! —Aclaró a toda velocidad—. Pero ya sabes, nuestros padres intentan a menudo dejarnos solos.

>>. ¡Como si por eso fuera a fijarme en una mari...!

—Ranma —La chica hizo crujir sus nudillos y él se detuvo al instante.

—¡Quiero decir que...! —Se rascó la cabeza para evitar mover las manos de manera exagerada—. Si tu padre cree que vamos a pasar un rato juntos, me dejará en paz.

—¿Ah, sí?

—¡Estoy seguro! —replicó al instante—. Solo unas cuantas veces, por favor, hasta que se le olvide todo esto de la pared.

Akane meditó unos segundos esa idea. Mientras reflexionaba sobre ello, hubo un cambio en su semblante que él también notó. Sus ojos se aclararon, liberados de esa luz turbia del desánimo que los coloreaba de un tono apagado cuando ella estaba triste y recobraron su tonalidad suave y brillante. Sus rasgos también se ablandaron, los labios se alisaron, las arruguitas de la frente se borraron.

Y, sin embargo, lo que respondió fue:

—¿Y por qué haría eso por ti?

Ranma se quedó perplejo. Después de ver el cambio en su rostro creyó que ella le diría que sí. Su primer impulso fue, como de costumbre, el de enfadarse y arremeter a gritos contra ella pero se lo pensó mejor. Respiró hondo e incluso, esbozó una sonrisa.

—Porque eres mi prometida —respondió. La severidad regresó a la cara de la chica—. ¡Y porque somos amigos! —añadió a toda velocidad. Se balanceó sobre sus pies con cuidado—. Y porque sería un bonito gesto de tu parte.

—¿Cuándo has tenido tú un bonito gesto conmigo, Ranma?

—¡Sí, lo tuve! —exclamó, emocionado—. Cuando estuviste enferma, te estuve cuidando —Le recordó, contento y Akane se mantuvo en silencio—. Te preparé el remedio de mi familia contra los resfriados.

>>. Y traté de echar a Shampoo y a los demás lo antes posible, para que pudieras descansar.

La chica meditó sobre eso, casi vio en sus mejillas un leve rubor pero se desvaneció tan rápido que Ranma no estuvo seguro de qué podía significar.

—¿Seguro que no lo hiciste porque no querías abrazar más a Shampoo? —Akane sonrió—. ¿O fue porque te ponía celoso que yo abrazara a Kuno y a Ryoga?

—¡¿De qué iba yo a estar celoso?! —gruñó a él, al instante. Posó sus manos en sus caderas y le mostró, también, una sonrisa retorcida—. Aunque no parecías muy disgustada por eso.

—Ni tú tampoco con Shampoo.

¡Ella sí que estaba celosa! Pensó, aunque se cuidó de decirlo en voz alta. Esperó, fastidiado, a que pasaran unos instantes. No solo había aprendido lo que significaban un par de expresiones faciales de Akane Tendo, sino que Ranma sabía que cuando alguien le pedía ayuda ella siempre se prestaba a ello.

Aunque a menudo a él le trataba con más dureza que a los demás, decidió mantener la calma y hacer un nuevo intento.

—¿Me ayudarás sí o no?

La vio apretar los labios, como si luchara consigo misma, y después, menear la cabeza de un lado a otro con los ojos entornados.

—Te ayudaré —accedió por fin.

—¡Genial! ¡Gracias, Akane! No sabes...

—Pero con una condición —le interrumpió levantando un dedo—. Tú también tendrás que hacer algo por mí.

—¿Él qué? ¡Haré lo que sea si me libras de esa condenada pared!

Akane separó los labios pero una duda que relampagueaba al fondo de sus pupilas le impidió hablar. Alargó el silencio mientras se apretaba las manos y sus mejillas, ahora sí estuvo seguro, se iban coloreando más y más.

¿Qué...?

La voz del señor Tendo había dejado de oírse hacía ya un buen rato, pero un poderoso estornudo se dejó oír desde las profundidades de la casa e hizo que Ranma diera un respingo de pánico. Sintió un latigazo en sus extremidades, igual al que tiró de él para abrazar a los demás mientras la seta marionetista controlaba su cuerpo, aunque más leve. Sin embargo, sus brazos parecieron moverse un milímetro y él los pegó al cuerpo con fuerza.

Su rostro se contrajo un instante, pero el de Akane, sonrosado a más no poder, se orientó hacia él al decir una única palabra.

—Abrazo.

El chico parpadeó, confuso y nervioso.

—¿Eh? ¡No, el hechizo ya pasó!

—Lo sé —dijo ella. Su mirada revoloteó un momento por el techo y volvió a él—. Lo que digo es que... quiero un abrazo.

—¿Qué?

La chica se movió, nerviosa, por el cuarto, abriendo y cerrando los puños, sin atreverse a mirarle.

—¡No es que quiera que un abrazo tuyo, pero eres todo lo que tengo! —dijo después. Ranma volvió a parpadear, sin saber si eso le ofrecía alguna explicación más o solo era un intento por ofenderle. Ella siguió caminando y parloteando—. Es que... ¡Eres mi prometido y no se puede hacer nada!

>>. Por supuesto, no puedo buscarme otro novio para que me abrace, así que solo me quedas tú.

Sí, eso cada vez le sonaba más a ofensa. ¿Qué era eso de buscarse otro novio? Sabía que debía hacer algún comentario al respecto para mostrar su total falta de interés en tener a una novia como ella, pero la curiosidad le pudo.

—¿Y por qué necesitas a alguien que te abrace?

Akane se paró de golpe y le miró.

—Todos necesitamos, de vez en cuando, un abrazo —Le respondió—. ¿A caso tú no?

—Pues claro que no.

—¿Ni siquiera cuando estás triste?

—¡Yo nunca estoy triste! —afirmó él, sacando pecho—. Y si lo estuviera, no perdería el tiempo lamentándome. Me pondría a entrenar hasta sentirme mejor.

La chica se le quedó mirando, consternada, entre parpadeos lentos e incrédulos.

—Entonces, ¿nadie te ha abrazado para consolarte nunca?

Esa pregunta o quizás el tono con que fue hecha, le hizo sentir incómodo, aunque no supo por qué. Él se sentía orgulloso de ser una persona fuerte que no se dejaba llevar por el desánimo nunca. Puede que por el enfado, por la temeridad o el orgullo, pero no por la pena. ¿De qué servía? ¡Era algo bueno que nunca se deprimiera! No entendía por qué le miraba como si acabara de decir algo horrible.

¿Quién me habría abrazado, de todos modos?

Su padre desde luego no. Solo recordaba haber estado en brazos de su padre siendo muy niño, quizás porque no podía caminar tan rápido como él y necesitaba que le llevara.

¿Era tan extraño?

Se lo parecía a ella porque era una chica. Sabía que era normal consolar a las chicas con un abrazo, pero él era un hombre. Era distinto. ¡Solo de imaginar a su padre tendiéndole los brazos le daban ganas de reír!

—¿Qué importancia tiene? —murmuró él—. Si eso es lo que quieres por ayudarme, lo haré.

>>. T-te abrazaré.

Antes de ponerse más nervioso, avanzó un paso hacia ella, alargó los brazos y la apretó contra él, estirando la cabeza lo más que pudo y mirando al techo. Su cuerpo se tensó, pero resistió un par de segundos hasta que recibió un golpe en el costado que lo tiró al suelo.

Rodó, confuso y alzó la mirada hacia la chica. Akane aún tenía su puño en alto.

—¡Pero, ¿qué haces?!

—¡Pues abrazarte, bruta!

—¡No! No me refería a... —La chica se alejó de él y frotándose los codos—. Ahora no es el momento. ¡No estaba preparada! —Se detuvo, de nuevo—. Además, ¿eso era un abrazo?

>>. ¡Si parecía que estuvieras sujetando a un animal salvaje para que no huyera!

—¡Es que eres un animal! —Se quejó él, levantándose al tiempo que se frotaba el estómago—. ¿Era todo un truco? ¡Solo querías una excusa para pegarme!

—¡Claro que no! —rebatió ella—. ¡Es que ése no era el abrazo que quería!

—¿Hay más de un tipo de abrazo?

Entonces, oyeron el ruido de pasos que ascendían por la escalera en dirección al pasillo y de nuevo, la animosa y musical voz cascada del patriarca Tendo flotando hacia la puerta.

—¿Ranma-Kun? ¿Dónde te metes?

Ranma se estiró, mirando en todas direcciones de aquel pequeño cuarto, tal vez en busca de una salida rápida. Lo primero que vio fue la ventana, la única otra vía de escape al exterior. Sin dirigir una sola mirada más a la chica, trató de acercarse al cristal por medio de erráticas zancadas, pero Akane lo enganchó de la manga antes de que él se subiera a su escritorio y lo detuvo en seco.

Ni siquiera tuvo oportunidad de protestar por esa treta infantil por parte de su prometida, cuando el hombre abrió la puerta y se asomó al interior. Nada más ver al chico, afloró en su moreno rostro una sonrisa fresca y sincera.

—¡Ranma-kun! ¡Llevo ya un rato buscándote! —Le indicó, para después agitar la pesada y metálica caja de herramientas que llevaba en su mano derecha—. Es hora de que nos pongamos a trabajar, muchacho.

—Eh... —murmuró él, indeciso—. Es que yo...

—¡Vamos! ¡Que la pared no va a arreglarse sola!

¡Y nosotros tampoco la arreglaremos si tú no dejas de arruinar mi trabajo! Quiso gritar. Sí, en ese momento se olvidó de todas sus contemplaciones pasadas y deseó descubrir el juego sucio de su tío y si era posible, avergonzándole lo suficiente como para que le dejara libre de una vez.

Pero no fue capaz.

Ranma estaba agotado y harto de esa situación, pero no podía tratar mal al señor Tendo, pues él parecía genuinamente feliz pasando tiempo con él.

Hundió sus hombros, en actitud disgustada, y asintió con la cabeza.

—En realidad, papá —habló Akane, de repente—; ¿te importaría mucho si hoy Ranma no te ayuda?

>>. Es que habíamos pensado estudiar juntos esta tarde.

—¿Juntos? —repitió su padre, extrañado. Ranma permaneció en silencio, tratando de mantener una expresión que no dejara traslucir su sorpresa. La chica asintió a su lado, incluso volvió a tirar de su manga, enganchando los dedos a la tela para sostenerse.

—Sí, los dos juntos —recalcó, acercándose un poco más a él. No hizo falta ningún gesto más, pues ante eso el señor Tendo amplió aún más su sonrisa y sus ojos negros resplandecieron de alegría.

—¡Por supuesto, hijos míos, por supuesto! ¡Eso es lo más importante! —declaró sin tardar un segundo—. ¡Los estudios, quiero decir! Estudiar es lo primero —Asintió varias veces con la cabeza—. Y que paséis un rato agradable, claro; ya sabéis lo mucho que deseo que aprendáis a llevaros bien.

—Claro que sí, papá.

—Bien, bien —El hombre se estiró cuán largo era, agitando la caja como si de pronto no pesara nada—. Ya dejaremos las reparaciones para otro día, ¿eh?

Ranma sonrió aliviado, pletórico.

—¡Sí, por supuesto!

—¡Muy bien! —repitió Soun—. Pues iré a dar una vuelta con Genma, entonces —decidió, mucho más animado. Retrocedió de vuelta al pasillo sin soltar el pomo de la puerta—. Vosotros a estudiar.

>>. ¡Y nada de peleas!

—No, tranquilo.

—Voy a cerraros la puerta para que podáis concentraros mejor —comentó al tiempo que les guiñaba un ojo. Les lanzó una última sonrisilla que incomodó mucho a Ranma y se retiró.

La puerta se cerró y volvieron a oír el silbido, más ligero y musical que antes, descendiendo por las escaleras. El chico aguantó la respiración hasta que dejó de oírlo, y esperó un poco más, hasta escuchar cómo su tío se peleaba con el armarito de los zapatos de la entrada, cerraba la puerta principal y el chirrido del portón del dojo desgarraba la calma de la tarde con su aullido oxidado.

Entonces sí, Ranma suspiró.

—Gracias, Akane —le dijo después. Ella se encogió de hombros sin más.

—¿Qué harás ahora?

—Voy a ponerme a trabajar en la pared por mi cuenta —respondió él—. Con suerte, tu padre volverá aún de buen humor y no se fijará en que casi está acabada —Su prometida asintió, tomando asiento de nuevo y estirando la mano hasta el libro que había estado leyendo, pero Ranma no se movió de donde estaba—. Entonces, ¿qué hacemos con lo del abrazo?

—Olvídalo.

—¡No! Tú me has ayudado y yo debo hacer lo mismo por ti.

—¿Estás seguro? —inquirió ella, enarcando una ceja pero él asintió sin dudar—. Lo primero es encontrar un buen momento —Le explicó—. Cuando menos gente haya en casa y sepamos que no van a volver pronto o, quizás si están distraídos con algo.

>>. No es buena idea que nos vean.

—¡Claro! —convino Ranma, chocando su puño contra la palma de su mano—. Y necesitaremos un lugar tranquilo, al que no suelan acercarse.

—Eso será lo más difícil. En esta casa no existe ningún lugar seguro.

El chico frunció el ceño, pensativo, porque esas palabras le habían hecho recordar algo. Akane tenía razón en cuanto al trajín que había siempre en esa casa, a pesar de lo grande que era, no había ningún lugar que fuera privado al cien por cien. Cuando menos lo esperabas alguien podía cruzar la puerta sin llamar o incluso aparecer atravesando una pared.

No obstante, si se proponía encontrar un lugar seguro...

Tengo que pensarlo mejor se dijo. La primera idea que había tenido no le convencía, pero Akane acababa de salvarle, de modo que se tomaría como una responsabilidad urgente el encontrar una solución.

—No te preocupes y déjalo en mis manos —asintió con confianza—. Encontraré un sitio y tendrás tu abrazo.

—¿Estás seguro?

Seguía sonándole extraña aquella petición, más viniendo de ella, que era la chica menos femenina y cariñosa del universo. Aún le dolía el costado a causa del puñetazo que acababa de darle por ponerle un dedo encima, y es que Ranma tendría que estar loco para no tener todo esto en cuenta y albergar ciertas dudas al respecto. Eso sin contar sus propias reservas acerca del contacto físico. No era solo su reciente (y horrenda) experiencia con el asunto de la seta y los estornudos de Shampoo, sino también el hecho de que podía contar con los dedos de una mano las veces que había abrazado en su vida, y hasta le sobraría algún que otro dedo.

Pero, dejando todo eso a un lado, se había comprometido con ella. Habían hecho un trato y él debía cumplir, así como ella había hecho su parte.

¡Tampoco iba a quedar como un cobarde por un bobo abrazo!

Volvió a mirarla, adoptando una postura aguerrida. Se fijó en que aún quedaba un leve rastro de esa desconocida tristeza silenciosa al fondo de sus ojos y eso, acabó de convencerle.

—Sí, estoy seguro —respondió.

Akane sostuvo su mirada por unos instantes y de pronto, dibujó una pequeña sonrisa que aceleró el corazón del chico.

—De acuerdo.

Ranma abandonó la habitación con suficiencia, caminando erguido y con un movimiento de brazos bastante bravucón. Mantuvo esa pose hasta que se encontró a solas en las sombras del pasillo y la puerta de su prometida se cerró tras él. Respiró hondo y entonces, su torso se echó hacia atrás hasta quedar su espalda apoyada en la madera.

De pronto, perdió sus fuerzas.

¿Qué será lo que le pase? Se preguntó. Aún estaba sorprendido porque hubieran estado hablando de abrazos y consuelo; no era de lo que solía hablar con ella. Un mes atrás, Akane le había molido a palos cada vez que él no podía evitar abrazarla a causa del hechizo y ahora, en cambio, ella le pedía un abrazo.

¿Por qué? ¿Qué había cambiado?

Aún no estoy seguro de que no sea todo una trampa.

Se metió las manos en los bolsillos y se dirigió a las escaleras. Bajó los escalones sin necesidad de encender la luz, imbuido en sus pensamientos. Aun siendo un buen observador, fallaba un poco al interpretar lo que veía en el comportamiento de los demás. Sobre todo si se trataba de chicas.

—Abrazar para consolar —repitió en voz baja. Eso era lo que ella había dicho, y aunque a él le resultara una idea un poco tonta, se preguntó si no sería eso lo que Akane quería. ¿Qué él la consolara? Con lo orgullosa que era ese marimacho no le encajaba y sin embargo, tenía esa mirada de pena.

Podría ser que estuviera triste por algo y necesitara consuelo.

Pero, ¿por qué querrá el mío? Se preguntó, entonces. Ella tenía hermanas y un padre, también amigas que estarían encantadas de abrazarla.

¿Por qué se lo pedía a él en concreto?

¡¿Será que se ha enamorado de mí al fin?!

Ranma se detuvo, sorprendido por sus propias conclusiones, al llegar al piso inferior. Si Akane se había enamorado de él tenía sentido que quisiera que la abrazara. Por supuesto él sabía que era irresistible, tenía el encanto Saotome de su lado, su gran habilidad en la lucha y por algo había varias prometidas tras él, ¿verdad? Solía pensar, además, que los exagerados y violentos celos de Akane eran el modo en que ésta expresaba su afecto, pero tal vez ya se había cansado de eso y estaba preparada para mostrar sus sentimientos de otro modo.

De un modo menos doloroso para él.

Sin darse cuenta, sonrió. Echó a andar y sus pies tropezaron con la caja de herramientas que su tío, por alguna razón, había dejado en el suelo justo al pie de la escalera. Cayó sin remedio y su cara de fanfarrón se estampó contra el suelo.

— ¡¿A quién se le ocurre dejar esto aquí en medio?!

En realidad, el golpe le vino bien.

No era el momento de distraerse con tonterías románticas, tenía mucho trabajo por delante: una pared que levantar, un lugar privado y solitario en esa casa que encontrar.

¡Y todo sin que nadie le descubriera!

Así que quiere que la abrace, pensó, sin embargo, mientras se remangaba, a pesar del frío del comedor, y abría la caja de herramientas. Volvió a sonreír de manera socarrona, anticipando que ese trabajo se le iba a hacer fácil y ligero.

Seguro que se ha enamorado de mí.

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Hola amigos y amigas,

Por aquí os dejo el capítulo dos de este nuevo fic *__* En el que ya se ve que se está forjando un pacto entre los prometidos para ayudarse, jeje, ¡y qué extraña petición la de Akane, ¿verdad?!

Nos vemos pronto ^^ Espero que estéis pasando unas maravillosas fiestas.

¡Besotes para todos y todas!

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