Capitulo 32
Capitulo 32
—Día 211—
El amanecer se asomaba, Shinra miraba con detalle al confundido Shizuo que parecía estar en un estado de reinicio, como si se tratase de una máquina. Los latidos de la bestia eran acelerados, el rubio parecía ansioso e incluso a la defensiva gracias a que desconocía dónde se encontraba. No parecía tener sentido alguno, y Shinra quería entender que era una actitud normal tras días en coma.
Entonces el científico estiró su mano con miedo, respiró profundo y tocó el hombro de su mejor amigo. La mirada que Shizuo le había dado, esa donde sus ojos brillaban en furia y sus pupilas se mostraban contraídas, le gritaron a Shinra que posiblemente estaba en peligro al estar a solas en esa habitación con la bestia más peligrosa de Ikebukuro.
Sí, Shizuo estaba conmocionado, estuvo al filo de la muerte y al ver a Shinra, aunque sea por un segundo, le hizo desconfiar por completo de su realidad. Pero no tardó en reconocer a su mejor amigo, al loco científico que por tanto tiempo había tenido a su lado para que le sacara de mil problemas y, ante la firme mirada del castaño, Shizuo entendió que podía recuperar la calma.
—Me alegra que hayas vuelto— comentó Shinra al ver como el rubio hacía un esfuerzo por relajarse ante su mirada—. No sabes cuánto nos habías preocupado— susurró al por fin dejar salir el aire de sus pulmones, ya teniendo en cuenta que Shizuo no le lastimaría.
Pero Shizuo, aunque había entendido cada palabra, se veía incapaz de responder o de formular alguna frase en su mente para contestar a la preocupación ajena. Aquello le hizo desviar la mirada, ver dónde se encontraba, deseaba preguntar porque tenía curiosidad, pero su voz incluso parecía haberle abandonado. Shinra notó aquella falla en Shizuo, comprendió que el rubio todavía no estaba listo para hablar.
—Creo que necesito darte un resumen de todo lo que pasó— comentó con algo de gracia, y la bestia volvió a mirarle, esta vez con más calma—. Luego de que te desmayaras, la señora Higurashi fue por ustedes. El muchacho que iba contigo, el científico, es sobrino de Higurashi, por suerte no lo mataste— rio ligero el castaño, buscando algo de diversión, pero Shizuo solo le miraba sin gesto alguno—. Esta cabaña le pertenece a Higurashi, y nos la prestó mientras acabamos con nuestros planes. Ella igualmente tiene cuentas que saldar con Fonikov, por lo que accedió a ayudarnos.
Shizuo asintió leve, un par de veces para que Shinra supiese que lo escuchaba a la perfección. Sin embargo, tras esa breve explicación del lugar donde estaba, la herida en su costado y el hecho de que recordaba poco, el rubio concluyó que todo lo que había pasado anteriormente había sido un gran problema, que no habían logrado hacer más que empeorar las cosas.
Su cabeza era un completo remolino de recuerdos sin rostro. Algo dentro de él había despertado, algo mucho más fuerte que él, y no sabía si podría controlarlo, o si quería hacerlo. La bestia volvió la mirada a la nada, necesitaba un rato para recordar todo lo que había pasado, pero habían cosas en su mente que se mostraban primero: un chico azabache entre sus brazos, un paseo por el parque, la taberna de Samuel.
—Han pasado días— Shinra habló para llamar su atención, casi leyéndole la mente—. Has de tener hambre. Iré por algo de comer— y tras dedicarle una sonrisa, el científico se dispuso a salir de la habitación.
Ciertamente, la casa estaría en silencio y todavía a oscuras. Todos los demás debían estar durmiendo, por lo que sería fácil para Shinra el ir a la cocina a buscar algo para darle de comer a Shizuo. De seguro, tras días en coma, el rubio debía tener hambre, sin contar el hecho de que Shizuo parecía diferente de como era antes.
Estaba preparando la bandeja en la cocina, sirviendo un par de tazas de café y cortando unos sandwiches, cuando oyó un estrépito proveniente de la habitación donde Shizuo se encontraba. Sin pensar en la comida, Shinra volvió apresurado a donde Shizuo, y se topó con una pelea donde Shizuo dominaba a Kadota, quien al parecer no parecía tener fuerzas para defenderse. Shinra se vio impresionado, anteriormente, Shizuo y Kadota hubiesen tenido una ardua pelea, pero ahora, Shizuo no parecía hacer el más mínimo esfuerzo.
Shizuo le miraba sin expresión alguna y Kadota hacía lo posible por reincorporarse. En cuanto Shinra llamó la atención al tocar al puerta con sus nudillos, Shizuo se volvió a él y con el mismo semblante, soltó a Kadota, como si de una mosca cautiva se tratase. Shinra no supo qué decir en cuanto vio a Kadota recuperando su aliento, no podía entender por qué Shizuo había reaccionado o porque su fuerza había aumentado. Entonces miró con curiosidad al azabache.
—Pensé que estaba dormido— Kadota se defendió inútilmente, pues Shinra cruzó los brazos ante sus palabras—. ¿Qué?— Shinra podía llegar a ser intimidante con sus ojos achinados—. Quizá murmuré algunas cosas, pero nada no que fuese verdad— aunque había sido lastimado, Kadota no parecía tener miedo del rubio—. Pero no imaginé que despertaría tan pronto, supongo que hiciste un buen trabajo, Shinra.
Shinra terminó por suspirar. Con cautela se acercó a la bestia, que parecía inmutable, y tocó su hombro en busca de que le mirase. Shinra tomó entonces la barbilla ajena, algo extraño tenían los ojos de la bestia y no lo había visto antes; Shizuo no parecía molesto por el toque del científico, confiaba en el de lentes y en sus locas conjeturas.
—Necesito que traigas la bandeja que preparé en la cocina, ¿Podrías?— el científico volvió su mirada a su cuadernillo de notas y a la computadora que tenía en el escritorio, algo no estaba bien en el cuerpo de la bestia y era preocupante.
Kadota asintió, hizo lo que Shinra le pidió y volvió con la comida. Arrastrando la silla de ruedillas, Shinra tomó la bandeja con un agradecimiento y se acercó a Shizuo para ofrecerle la taza de café, cosa que el rubio dudó en tomar.
—Debes reponerte, Shizuo, no hay tiempo que perder, ¿Vale?— Intentó convencerle con comprensión, a lo que el contrario terminó por tomar la taza que le era ofrecida.
Y mientras Shizuo se disponía a comer, varias miradas curiosas cayeron en él, cosa que notó justo antes de darle una mordida a su emparedado. Se sentía confundido, porque una parte de él recordaba cada rostro y nombre, pero era como si todo estuviese distorsionado en su mente, como si de un momento a otro, esas personas no fuesen más que personas preocupadas por él sin razón aparente.
—Muchachos, no creo que mirarle tan detenidamente le haga bien en estos momentos— Shinra supuso que tanto silencio indicaba mayor audiencia—. Cuando esté en mejor estado, lo llevaré con ustedes. Ahora necesito hacerle varias pruebas, algo en todo esto no encaja— concluyó murmurando.
Y Shizuo vio como cada persona se alejaba del marco de la puerta, como le miraban en forma de despedida. El rubio solo podía verse en recuerdos con Shinra, podía verse en la secundaria con el científico, jugando con él, saliendo de peleas con quienes le molestaban, pero al resto, solo podía ver sombras y rostros sin figura.
Aquello resultaba aterrador para la bestia, le hacía pensar en que no debía confiar en nadie. Pero si estaba allí, vivo y comiendo, era porque estaba con personas que probablemente no le harían daño alguno.
(...)
En cuanto se supo del despertar de Shizuo, Erika pensó seriamente en cómo decirle todo lo que habían descubierto de las Instalaciones J.K. Sin embargo, en cuanto vio lo ido que el rubio estaba, la muchacha supuso que lo mejor sería esperar a que Shizuo y los demás estuviesen más calmados para retomar la misión de rescate.
Los últimos días había estado encerrada en un cuarto lleno de computadoras, la Señorita Higurashi tenía a la mano tecnología avanzada, donde pudo decodificar cada archivo encriptado de las instalaciones J.K. Pero lo que había encontrado, seguramente alteraría a todos en la cabaña y Erika sentía que esperar un poco más era lo mejor.
Al ver a Shizuo, su estado y su mirada, Erika supuso que el rubio no volvería a ser como antes, sintió profundamente que algo dentro de la bestia se había quebrado y era triste el tener que agrandar su sufrimiento mostrándole videos que no eran aptos para cualquiera.
La joven muchacha, sin embargo, seguía investigando porque algo faltaba en toda su ecuación. Y fue entonces que se topó con aquello que apretujaría su corazón: Walker. Su querido amigo Walker estaba entre las personas que trabajaban en las instalaciones J.K, el chico que por tanto tiempo había amado, estaba entre la lista de los malos.
Seguía sin tener sentido, muchas cosas de las que estaban pasando, tenían sentido. Walker había desaparecido, pero para Erika era imposible el hecho de que la traicionara, que traicionara a sus amigos. Y es que Erika era muy curiosa, estaba feliz por saber que Walker seguía con vida, pero se negaba a la idea de que fuese de los malos.
Eran demasiados archivos, tantos que dos días no eran suficiente para su investigación, o quizá no podría hacerla sola. Pero el único que podía ayudarla era Shinra, quien sabía del manejo de información, y ahora el científico estaba ocupado con la salud alterada de la bestia de Ikebukuro.
Desde la perspectiva de la joven, sus vidas cada vez se estaban volviendo más intensas, llenas de más estrés, y esperaba con toda su alma que las cosas volviesen a la normalidad.
(...)
Luego de nuevas investigaciones, Shinra se vio frustrado al no encontrar nada en la sangre de Shizuo, nada aparte de la toxina que se le había transferido con la daga que Izaya le había clavado. Para el castaño, era imposible la creación de un veneno tan potente como para casi matar a Shizuo, quien tenía una resistencia muy alta, y podía llegar a preocuparle.
Pero al mismo tiempo, esa misma toxina había elevado los niveles de fuerza y velocidad de la bestia, y quizá había disminuido sus capacidades humanas. A partir de esa idea, la de querer deshumanizar a un hombre, Shinra empezó a verle sentido al trabajo que Fonikov hacía, y resultaba más peligroso de lo que esperaba.
—¿Qué piensas tanto, muchacho?— La señorita Higurashi, quien había sido muy atenta con ellos, se mostraba curiosa bajo el marco de la puerta. Tan temprano, y la mujer parecía un modelo con su ropa de dormir, todo un encanto.
Shinra se volvió a ella, pensando en qué contestar, pero no se permitiría mentirle a la mujer que tanta confianza les daba al dejarles quedar en su cabaña.
—Señorita Higurashi, ¿Qué ocurrió entre usted y Fonikov?— Fue curioso, y notó de inmediato como la mujer tensaba su quijada por tan abrupta pregunta—. No está obligada a responder pero... necesito atar cabos sueltos en esta investigación y sé perfectamente que no nos está ayudando solo por generosidad— fue muy directo, y luego de haber hablado, Shinra tragó en seco.
—¿Quieres la versión extendida?— La mujer parecía dispuesta a conversar sobre un asunto que no había podido liberar con nadie—. Porque supongo que tendrás muchas cosas que hacer con este muchacho— comentó en cuanto se sentó en la cama, donde Shizuo ya dormía nuevamente.
—La escucharé con atención, señorita— Shinra se dispuso entonces. Acomodó su bata y se sentó mejor en la silla, y la dama frente a él le dio un sorbo a su taza de café antes de empezar la que sería la historia de cómo se volvió la mujer más temida de la mafia.
---Continuará---
Buenas, buenas, mis bellas galletitas.
Espero sus comentarios siempre, y agradezco mucho que sigan leyendo esta historia tan enredada, porque les aseguro que se vienen cosas mejores y merecen que todos los días esté actualizando.
Los quiero mucho. Tomen agua, coman bien y quédense en casa.
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