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Capitulo 29.5

Capitulo 29.5


   "Ikebukuro era bañado con la luz del sol y el frío del rocío, los llameantes rayos entraron por las persianas e Izaya, siendo el primero en despertar, bostezó antes de estirarse. Los huesos de sus brazos sonaron, el muchacho de azabaches cabellos rio ligero ante ello y al volverse, no tardó en acurrucarse en el pecho tibio de la persona que dormía a su lado profundamente.

   El azabache sonreía con picardía, recordando la noche anterior y el hecho de que sus ropas terminaran regadas por toda su pequeña casa. Izaya agradecía la ausencia de sus hermanas, quienes estaban posiblemente disfrutando de un campamento que duraba una semana. Todo aquel tiempo libre de niñas era una gran señal para el de ojos carmesí, tiempo que no desperdiciaría.

   Pasados los minutos de haberse despertado, sintiendo pronto hambre y sabiendo que en cualquier momento el despertador sonaría, Izaya se sentó con cuidado en la cama. Una leve, baja y nerviosa carcajada salió de sus labios al sentir su espalda tiesa, adolorida con el simple hecho de estar sentado, y por segunda vez miró a la persona que le acompañaba en la cama, tranquilo y muy guapo mientras dormía.

   Con lentitud, evitando quejarse, el azabache tomó la primera camisa que vio en su camino para vestirse con ella. Aquella prenda le quedaba grande, y suponía que le pertenecía a su acompañante, pero no prestó atención en ello, se centró mejor en apagar la alarma y preparar algo de café, pues tendrían que ir al trabajo.

   Izaya estando en la cocina, ya sirviendo el café en sus respectivas tazas, sintió como una grandes manos invadieron su cuerpo con suavidad y delicadeza, siendo aquello algo que le hizo temblar. Esas frías manos se apoderaron de sus caderas hasta que éstas fueron rodeadas, y el azabache riendo pronto por la presión en el abrazo, estiró sus brazos hacia atrás en busca de rodear el cuello de su contrario.


—Te iba a llevar café a la cama— murmuró antes de besar la mejilla del joven más alto que, al parecer, aún tenía sueño—. Si quieres, podemos tomar una ducha, luego desayunamos. O podemos comer primero y luego ir a tomar un baño.

—O podemos quedarnos en la cama el resto de la mañana— el muchacho tenía su rostro recostado en el hombro del azabache—. Tom entenderá, puedes estar enfermo y yo tener resaca, algo por el estilo— las sugerencias eran divertidas para Izaya, quien no tardó en negar con su cabeza.

—Ya hemos faltado al trabajo dos veces esta semana, y he dado esa excusa— rio el azabache—. Y gracias a tu perfecta excusa, Tom te prohibió tomar por un tiempo— recordó el menor y su contrario gruñó, cansado—. En la tarde volveremos, o podemos ir a tu casa, lo que pase primero— bromeó con tranquilidad.

—De seguro tus amigos querrán llevarte de paseo otra vez— el muchacho de hermosos ojos ámbar por fin se irguió, denotando su mayor tamaño, soltando las caderas del azabache—. Y el idiota de Kadota querrá llevarte a beber o algo, o aún peor, irán al karaoke.


   Izaya no aguantó la risa, sus carcajadas eran fluidas y se tomaba el estómago gracias al dolor gracioso que atacó esa zona. El azabache miró a su pareja y éste, con los brazos cruzados, le miraba con seriedad mientras tomaba su taza de café. Izaya, solo con verle, volvió a reír, burlándose de la neutralidad ajena.


—Shizu-chan es muy celoso— rio alegre, y al volverse hacia su pareja, el menor enredó sus brazos alrededor del cuello contrario. Estando en dicha posición, intentó que el rubio fijara su mirada en sus ojos.


   Pero Shizuo se dedicó a mirar a otro lado en lo que le daba un sorbo a su café. Izaya empezó entonces a jugar, buscando su mirada hasta que el rubio, bufando, le miró y el azabache, con una sonrisa, le robó un beso juguetón. El rubio no dudó en corresponder, llegando pronto al roce de lengua y la posesión de sus caderas.


—Ya mañana tendremos el día libre, ¿Recuerdas?— Izaya tomó las manos ajenas para entrelazarlas con las suyas—. Eso quiere decir que esta noche tiene más horas, hay más tiempo. Así que tienes 12 horas para pensar qué quieres hacer conmigo— el azabache cambió su expresión rápidamente. Del chico divertido, pasó a algo más seductor.


   Shizuo rodó los ojos y se acercó a besarle por segunda vez, esa era una afirmación para el azabache, un gesto de tranquilidad por parte de la gran y peligrosa bestia de Ikebukuro."


   Su cuerpo estaba siendo sometido a un sinfín de juegos, pesaba y su espalda dolía como mil infiernos e Izaya, sin tener verdadero sentido de lo que estaba pasando, se dejaba hacer. Lo único que se mantenía en su mente era la orden de no quejarse, no emitir alguna queja. Lo peor quizá era el hecho de que no se había podido defender, y que cada vez habían menos posibilidades de que Shizuo le encontrara.

   Pensando en aquello, un cubo de hielo fue volteado sobre su cabeza. Nuevamente estaba atado a una silla metálica y el hielo, por irónico que sonara, quemaba su piel lastimada y llena de moretones. Algunas heridas sangraban, pero nada que pudiese matarle, y ese era el punto de los experimentos y el tormento del felino: No debían matarlo.


   "Izaya, viendo como Shizuo iba camino a cuidar a alguna hermosa y multimillonaria mujer, frunció su ceño en cuanto Tom, su jefe, le llamó a su oficina. El azabache chaqueó la lengua fastidiado, y al llegar a la oficina del castaño, éste le entregó una carpeta con varios documentos en ella.


—Hoy tendrás una misión muy importante, Izaya— comentó Tom al quitarse sus gafas. El susodicho alzó una de sus cejas, intrigado—. Hemos estado rastreando una empresa de fármacos muy conocida. Descubrimos que varios de sus productos se venden a grandes bandas terroristas y narcotraficantes. Han puesto en peligro a varias de las mafias a las que protegemos.

—¿Qué tengo que hacer?— Izaya leyó con rapidez los documentos, viendo varios nombres y una dirección a la cual ir. No tardó en llegar a la foto de una chica al final de la carpeta, la joven tenía 22 años y al parecer era una excelente hacker.

—Tienes que intervenir las comunicaciones directamente de la computadora de esa chica— Tom señaló la foto—. Así podremos vender la información y que otras personas se hagan cargo de ellos. Muchos de nuestros asociados tienen asuntos con esa gente y de seguro querrán hacer esto ellos mismos— Tom se refería a que los Dollars, por primera vez, solo robaría información. Los sicarios de la compañía no tendrían nada que ver.

—Se ve pan comido— El azabache rio—. ¿Hoy mismo?— Tom asintió—. Lo haré sin que nadie me vea, pero ¿Qué pasa si alguien me ve?— Tom rio ligero ante la tonta pregunta ajena.

—Sin testigos, Izaya— fue simple y directo—. Es una misión peligrosa, esa agencia no es tan novata como aparenta ser...— pero antes de que Tom siguiese hablando, Izaya ya se había puesto en pie.

—Tranquilo, hombre— el menor se encaminó tranquilo a la salida de la oficina—. Estás hablando con un experto. En la tarde tendrás la información— y con un ademán de mano se despidió de su jefe, el cual bufó ante la prepotencia del azabache. Sin embargo, no podía contradecirle, porque Izaya era un experto en todo lo que se le propusiera."


   Izaya se veía forzado a ver como un muchacho, castaño, delgado y con rasgos de gato, era torturado en una habitación frente a sus ojos. Ese chico era desconocido para sus ojos, pero el ver como sufría, como le hacían cortadas y le clavaban agujas en los brazos, era algo que perturbaba al felino azabache.


—¿Recuerdas cuando hicimos eso contigo?— Un hombre, con traje y a sus espaldas, hablaba como si le conociera desde hace tiempo—. Yo sí lo recuerdo, eras tan hostil, y al final logramos dominarte por un momento. Fue una perfecta mentira de tu parte.

—Prometí acabar con ustedes— Izaya aún se mostraba hostil, inquebrantable, pero internamente, recordaba el sufrimiento de las pruebas con las agujas, esas pruebas de las que había escapado—. Y sigo siendo fiel a esa promesa. Así esté aquí atado, no podrán contra mi.

—Eso dicen todos los que son como tu— el hombre de tranquilo entrecejo se quitó sus lentes por un momento—. Creen que pueden contra todo aquel que se les lance— comentó entonces, viendo como el muchacho al que maltrataban intentaba huir—. Pero luego se dan cuenta de que están en problemas, que nadie vendrá por ustedes, que van a recibir escarmiento por todos sus pecados.


   Izaya chistó, pero se le era obligatorio mirar como el chico finalmente era sedado. El castaño desconocido fue inyectado con una sustancia extraña y, estando inconsciente, empezó a temblar sobre la camilla. De su boca salió espuma, estaba convulsionando, estaba muriendo y algo dentro de Izaya se rompió.


—Muchos de ustedes son tan débiles como la hoja de un árbol— el hombre veía como el castaño era manejado por las manos de los científicos, veía como el experimento moría en medio de la prueba—. Al pasar del tiempo, terminan marchitándose, una existencia menos en este planeta lleno de escorias.


   El felino mordió su labio inferior, el dolor de ver a un posible compañero morir de esa manera tan cruel, le partía el corazón. Entonces de su frente se despegó la cinta que le obligaba a ver hacia el vidrio, dejó caer su cabeza con pesadez y ante la impotencia, un nuevo ataque de emociones provocó que el felino quisiera escapar de la tortuosa silla metálica.


—Y aquí es donde se prueba su verdadera fuerza, su verdadero instinto asesino. Si el instinto gana, la toxina se apodera de ustedes para que solo reine el instinto de matar, de ser armas— explicó el hombre al ver como Izaya intentaba zafar sus manos de la silla—. Sino, la debilidad gana y sus cuerpos son incapaces de adaptarse a la toxina, y este es el resultado de un experimento que no estaba listo para recibir su dosis, alguien que aún tenía algo de esperanzas, y que esas esperanzas le llevaron a la muerte.


   Izaya quería escapar, estaba centrado en zafar sus manos, pero pronto sintió una aguja clavarse en su cuello, otra dosis de calmante. Antes de caer dormido, el felino pensó que en cualquier momento, con tanta droga en su organismo, su cuerpo ó sería inmune al calmante ó no volvería a despertar por una sobredosis.


   "Al verse frente a una gran casa, el azabache verificó la dirección y tras ello, acomodó la capucha sobre su cabeza para seguir caminando en la acera. Habían cámaras en la puerta principal e Izaya sabía que debía ser más precavido, por lo que decidió dar otra vuelta a la zona en espera quizá de que alguna persona o vehículo entrara a la vivienda, esperaba a que abrieran las grandes rejas o tendría que cruzar el amplio jardín trasero.

   Después de unos minutos de haber comprado una lolipop, el azabache vio como un par de camionetas blindadas entraban se acercaban al lugar y con sigilo, se fijó en que entrarían al estacionamiento de la casa. Aprovechando la distracción de las cámaras y al ver a los guardias salir a vigilar, el azabache chistó antes de seguir su camino. Toó el camino largo a través del jardín y estando cerca de la puerta trasera, notó que un par de hombre grandes estaban tapando la puerta.

   Izaya bufó ligero y sacó entonces un pequeño control de su chaqueta. Oprimió el botón y una explosión se oyó a la entrada de la residencia, adonde los guardias corrieron. El azabache, al echarle un vistazo a la casa, dejó un par de micro-bombas en las paredes, bombas de humo que llamaban mucho la atención.

   Estando todos los guardias fuera de su vista, Izaya no dudó en moverse y meterse a la casa. Al estar dentro, detalló la casa con una sonrisa y caminó tranquilo, sabiendo que a esas horas solo habrían guardias en las afueras y que el dueño de la vivienda y su familia no se encontraban allí. El azabache dejó de admirar el lugar y subió las escaleras con sigilo, teniendo bajo su manga una pequeña pero letal navaja, su fiel navaja.

   En el segundo piso, revisó con cuidado cada habitación. Los bolsillos de su chaqueta se llenaron de armas e instaló en los sistemas de la casa varios de sus dispositivos, así desmantelaría la protección de la residencia y bloquearía inmediatamente las cámaras dentro de ésta. Izaya tendría libre manejo de la casa.

   Fue pronto que llegó a una habitación juvenil y no tardó en ver las fotos de la joven de los documentos. Estaba en la habitación de la chica a la que le robaría la información. El azabache sonrió victorioso y tomó su pendrive maestro para conectarlo a la laptop de la chica, luego conectó el decodificador para saltarse las contraseñas y mostrar todos los archivos ocultos de las computadora. Fue fácil para el azabache ver toda la información en un par de minutos.

   Al tener lo necesario en su pendrive, el muchacho lo guardó en su chaqueta, pero al ponerse en pie para irse, oyó la puerta a sus espaldas. La chica, dueña de la habitación, le miró y no tardó en llevar su mano a la mesa de al lado, donde tenía un arma guardada.


—¿Buscas esto?— Izaya sonrió ligero con una 45 en su mano y la chica se quedó quieta—. Tranquila, preciosa, me iré tranquilo y no tendrás que saber por qué estuve aquí— el azabache no vio oposición en la joven, así que pasó a un lado de ella.

—Devuélveme el pendrive y te dejaré ir— la chica sonó fría y con un altanero acento ruso, le había tomado del brazo para detenerle—. No le tendría miedo a un debilucho como tú— vociferó."


   En cuanto el felino recuperó el aliento, se vio rodeado por varios hombres y al fijarse mejor, notó que estaba dentro de una cabina cristalizada, sentado en una silla y conectado a varios cables y máquinas extrañas. Esta vez no llevaba ropa y en ese momento fue que pudo ver su cuerpo marcado y con heridas en carne viva.


—Probaremos qué tan bien asumes las drogas, Orihara— se burló una voz detrás de las paredes de espejos—. Prueba #1


   Izaya no sabía qué le estaban inyectando a su cuerpo, solo sabía que pesaba, que la sensación de fiebre había vuelto y que los mareos no le dejaban centrar la mirada en algún punto de la nada.


   "Por algún motivo, Izaya se vio envuelto en una breve pelea con la chica y esta terminó cayendo por encima del barandal, llevándola a morir al estrellarse contra el piso. Por el portón principal no tardaron en entrar varios hombres y entre ellos, el que parecía ser el Jefe. Ese hombre frío semblante vio el cuerpo inerte de la joven y al acercarse a tomarla entre sus brazos, dio la orden de fuego contra Orihara.

   El azabache maldijo y corrió de nuevo hacia la alcoba. Allí vio a Shizuo esperando entre los arbustos, el rubio entonces se aproximó a la casa y abrió sus brazos, siendo esto el indicativo para Izaya de que saltara.

   Shizuo entonces le atrapó con facilidad y al fijarse en la ventana, logró ver al posible Jefe con sangre y un arma entre sus manos. Éste no tardo en disparar, e Izaya y Shizuo no tardaron en correr lejos de la vivienda que pronto se llenó de guardias vestidos con trajes negros. "


—Joven Orihara, ¿Qué se siente volver a estar entre estas paredes?— Nathaniel volvió a aparecer, e Izaya supuso que habían pasado días de tortura cuando solo habían sido unas cuantas horas—. Heiwajima al parecer se está tardando en llegar.

—Tu problema es conmigo— Izaya comentó con la garganta adolorida, cansado y mirando al techo—. Haz conmigo lo que desees, pero deja al resto en paz. Yo soy de quien quieres vengarte, ¿No es así?


   Y Nathaniel le miró con seriedad.


—Usted, joven Orihara, acabó con lo que yo más quería— el hombre juntó sus manos, mirando a la nada en aquella blanca y vacía habitación—. Aparte del dolor que causaré en ti, mi plan está en acabar con lo que más amas en este mundo. Que veas como la sangre de tus seres queridos corre por tus manos y que recuerdes que todo fue tu culpa, por haberte metido con quien no debías. Haré de ti una máquina que solo yo podré controlar y haré que acabes con todo a tu paso, sin que yo tenga que meter mis manos al fuego.


   Izaya se tensó ante la idea y Nathaniel se volvió a mirarle. Entonces chasqueó los dedos y una compuerta se abrió en el techo para darle paso a una plasma que se detuvo justo frente al felino, que se vio curioso y aterrado ante ello.


   "El sol se escondía cuando Shizuo, en la azotea de uno de los tantos edificios de Japón, disfrutaba de la vista junto a Izaya. Ambos reían, el azabache más que el rubio, para terminar aquella alegría con una lluvia de besos.


—Te amo tanto, pulga— rio el rubio, dejando de lado su ceño fruncido para sonreírle al muchacho de oscuros cabellos—. Quiero que siempre estés conmigo. Eres esa calma que necesito a diario, eres esa droga que estoy dispuesto a ingerir.

—No digas ese tipo de cosas, Shizu-chan— el menor rio enternecido y se abrazó al contrario—. Yo quiero estar siempre con Shizu-chan, siempre tener sus brazos para que me salven de todo peligro—. Shizu-chan estará siempre conmigo, ¿Cierto?— Y el susodicho, con una sonrisa ladina, asintió antes de besarle con dulzura.


   Pero en cuanto el cielo se empezó a oscurecer, Izaya dejó de sonreír por un instante. En ese instante, se acomodó y miró a Shizuo, quién le miró con curiosidad al ver la seriedad del azabache. El cuerpo del menor se desplomó sin previo aviso y una docena de hombres no tardaron en llenar la azotea en la que se encontraban.


—Izaya, concéntrate— Shizuo no tardó en preocuparse y ante la compañía, intentó que el azabache reaccionara, hablando con firmeza—. Todo estará bien. Concéntrate en mi, solamente en mi, y todo estará bien— le dijo con esperanza de que saldrían ilesos de aquella emboscada.


   Shizuo se puso en pie, preparado para dar pelea, Izaya pudo ver como el rubio evitaba que cualquiera se acercara a su persona, y odiaba estar tendido en el suelo sin poder ayudarle. Sin embargo, una lluvia de dardos atacaron el cuerpo del mercenario y éste cayó de rodillas, viéndose confundido ante el adulterado calmante que había logrado entumecer su cuerpo.

   Izaya vio entonces el cuerpo de Shizuo a un lado, inconsciente, y pronto se fijó en como alguien se acercaba a él para detallarle con seriedad. Un hombre que había visto antes, un hombre que buscaba venganza.


—Mire lo que causa, Orihara Izaya— ese hombre que le nombraba, había agarrado la cabeza de Shizuo con desdén, halando sus hermosos cabellos dorados—. Llévenselos a las Instalaciones, allá les atenderemos como merecen— y el azabache pronto sintió como era subido en un helicóptero y a su lado, vio como Shizuo permanecía inconsciente, con varias heridas en su rostro."


—Quiero que preste atención a este video que le voy a mostrar, joven Orihara— Nathaniel agarró un control que había en una mesa al lado de él y prendió la gran pantalla.


   En la pantalla se presentó una habitación y en ella había un muchacho sentado en una silla metálica, igual que en la que estaba Izaya. El felino por un momento quiso desviar la mirada, supuso que sería otro muchacho desconocido a punto de sufrir, pero al ver mejor el vídeo, pudo notar que el personaje que estaba en la silla era Shizuo.

   Izaya no entendía cómo o por qué había un video de Shizuo, y sobre todo, no quería ver como lo lastimaban.


—¿Cómo?— Izaya apenas pudo formular ante la impresión de que tuviesen a Shizuo, de que lo hubiesen capturado tan rápido.

—Cierto que ustedes no recuerdan— Nathaniel lo pensó un momento, con neutralidad y aún mirando la pantalla—. Esto fue hace tiempo, antes de que escaparas, pero eso es algo que no recuerdan, ni usted, ni el joven Heiwajima.

   En el video Shizuo intentaba liberarse de las ataduras de la silla, pero cuando estaba por romper el metal, un hombre venía y le proporcionaba una descarga eléctrica. Cabe destacar que al rubio le había bañado con agua fría y al hacer contacto con la electricidad, el impacto era mucho más fuerte.

   Izaya se sentía mal, su cabeza daba vueltas, odiaba ver a Shizuo en esa situación, pero le parecía haberla visto en otro lado. Entonces, de forma inesperada, se vio a sí mismo en el video, igual en una silla frente a Shizuo. Al parecer, ambos estaban cautivos juntos, y el único que era maltratado era Shizuo.

   Pero Shizuo así lo había vociferado, que dejaran a Izaya y le lastimaran a él. En el video, el azabache no tenía orejas de gato ni cola, o sea que todo aquello había pasado antes de que experimentaran con él.


—Gracias a sus ansias por protegerle, fue muy mal herido. Llegó un momento en que su cuerpo, luego de tantas heridas, dejó de regenerarse con la rapidez de antes— Ambos veían el video y llegó un momento en el que Shizuo escupió sangre, pero siguió luchando por escapar—. Y todo ¿Para qué? Al final tendría que olvidarte.


   "Izaya estaba sentado, sus manos atadas y su cuerpo debilitado. Al abrir sus ojos, se vio frente a una pared de vidrio y tras ella, Shizuo estaba en sus mismas condiciones, pero despierto. Varios hombres empezaron a llegar a la habitación donde Shizuo estaba y éste, sin miedo, les insultó con furia.

   Luego de haberle proporcionado un sinfín de golpes y descargas, se le dio una última oportunidad.


—Pide perdón, deja que nos hagamos cargo de Orihara y serás libre— le sugirió uno de los hombres que tenía una pistola eléctrica, el cual estaba recargando dicha arma. Pero solo recibió una mirada de clara furia del rubio.

—Hagan lo que quieran conmigo, porque cuando me libere, no voy a tener piedad con ustedes— vociferó, sin saber que Izaya estaba al otro lado de la pared, viéndole y llorando por él—. No saben con quiénes se metieron, y si le hacen algo a Izaya, sabrán lo que soy en realidad.


   Pero la electricidad azotó su cuerpo y tras horas en ello, apareció Nathaniel a espaldas de Izaya.


—Será mejor que se despida de él— le comentó, e Izaya tembló en su asiento—, porque cuando termine el proceso de borrado de memoria, y las pruebas de sangre, él no sabrá quién es usted— continúo el hombre sin siquiera mirarle e Izaya, volviendo su mirada a su amado Shizuo, gritó para que le dejaran en paz.


   Entonces volvieron aquella sala algo similar a una cabina de pruebas científicas, le conectaron cables e inyectaron suero. El rubio quería zafarse de tantas máquinas, pero su fuerza lentamente fue anulada.


—No le hagan daño— lloriqueó el azabache—. Él no tiene la culpa de nada.

—¿No se supone que usted, joven Orihara, es un asesino a sangre fría? No le será problema ver como todos sus recuerdos mueren, agradezca, en cambio, que no le mataremos— y tras ello, un agonizante grito salió de labios de Shizuo en cuanto su mente empezó a ser borrada. Aquel proceso era doloroso, todo para quitar cualquier rastro de evidencia, para borrar aquello que ellos querían borrar: Izaya Orihara.


   Izaya pronto vio como el rubio caía inconsciente y como lo trasladaban a otra habitación desconocida para su mente. El azabache se vio sumido en la desesperación y ansiedad, pero el saber que dejarían libre a Shizuo, de cierta forma calmaba su preocupación. Lo que dolía en realidad, era que ya no le volvería a ver, porque ya el rubio no le recordaría.


—Pero no se preocupe, Joven Orihara— Nathaniel se apartó de su lado y varios hombres con batas entraron a la habitación—. Usted pronto también olvidará todo, y será perfecto para nosotros."


   Su cuerpo ardía e Izaya no sabía qué hacer con ello, sus lágrimas desbordaban de sus ojos, odiaba que su cuerpo temblara y que los demás le viesen así. Sin embargo, ese dolor que se acumulaba en sus pulmones, cada vez engrandecían el deseo de acabar con todos aquellos que estaban jugando con él como si se tratase de un juguete.

   Un sinfín de vagos recuerdos volvieron a su mente tras ver el doloroso video donde Shizuo era lastimado, la culpa en su pecho crecía y todo este tiempo, el felino entendió porqué las voces en su cabeza lo jodían tanto. Gracias a él, todo aquello le había pasado a Shizuo y gracias a él, el amor de su vida lo había olvidado.


   ---Continuará---

   Muy buenas, mis Galletitas.

   Asimilo que este Capitulo pudo ser confuso y demasiado largo, pero aquí, como verán, se explicó "brevemente" lo qué pasó antes de que Izaya y Shizuo se encontraran. Espero que les haya gustado y pues, verifiquen sus teorías y signa dándolas, porque aún no termina la historia.

   ¿Será que Nathaniel logrará su cometido? ¿Será que Shizuo llegará a tiempo? ¿Será que Izaya podrá soportar la presión, la culpa y la desesperación? Ó ¿Esto será lo que le lleve a su fin?

   Dejen aquí sus teorías.

   Mil besos, les amo.

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