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Capitulo 22

Capitulo 22

—Día 196—


   Tras una noche de intensa medicación y una mañana que despertó su sistema, Izaya abrió con pesadez sus ojos para percatarse de que todo lo que había ocurrido, no había sido uno de sus malos sueños. Su mente, sin embargo, trajo de vuelta todo momento del día anterior, para sacar la conclusión de que le habían secuestrado, que posiblemente habían lastimado a Shizuo y que ahora estaba en un sitio que no conocía.

   Izaya sabía que algo le habían dado para que durmiese profundamente, podía sentir su cuerpo pesado y sus músculos dolían debido a que no se había movido en mucho tiempo, pero con cuidado intentó sentarse en la cama para analizar su mala situación. Respiró pausado, el felino necesitaba calmarse y buscar la solución al problema en el que estaba, intentó detallar el lugar donde se encontraba, pero todo parecía normal y tranquilo.

   Quizá se sentía calmado gracias a las medicinas, pero su mente y corazón estaban tan conectados que el azabache sabía que estaba molesto y asustado, quería tener una navaja en manos para hacer magia con ella y deshacer a añicos a las personas que le secuestraron, quería tenerles en frente para gritarles y maldecirles. Entonces Izaya recordó las palabras de su secuestrador, recordó el hecho de que sus hermanas podían estar en ese lugar y que probablemente estaban en peligro, como él.

   El azabache solo podía imaginar que todo a su alrededor era maldad, que estaba en peligro y en que debía defenderse como su cuerpo le permitiese. Pero cuando estaba preparado para salir de la cama en la que se encontraba, escuchó como el cerrojo de la puerta era quitado y como la puerta empezó a abrirse. Izaya optó por volver a dormir, fingir y escuchar lo que sus secuestradores planeaban hacer con él. Quería atacar, pero debía esperar.


—Él sigue dormido— comentó una voz neutral, casi cansada y preocupada—. Le inyectaste demasiado somnífero, podría enfermarse. Has perdido por completo la razón de por qué le trajimos con nosotros.— El que hablaba cada vez se oía más molesto, pero tenía una gran capacidad para mantener su voz calmada.

—Era mejor que durmiera— contestó con serenidad el otro muchacho, ciertamente fastidiado—. Yo hablaré con él para...

—Tu te quedarás callado— interrumpió sin titubear el otro, Izaya quiso reír por la interrupción, pero se negó de inmediato—. Yo hablaré con él, le explicaré, porque tu eres un asco con las palabras. No somos malas personas.


   Fue, sin embargo, que Izaya sintió que todo el momento de diversión había acabado. Abrió los ojos y miró con detenimiento a sus secuestradores, y en lo que éstos se aproximaron a atraparle, el azabache se convirtió en un gato negro. Los presentes no se vieron impresionados, pero Izaya no reparó en ello y se escabulló de entre las manos que querían agarrarle. Como se podía imaginar, el felino era ágil y escurridizo, sus ojos lo hacían ver intimidante y misterioso.


—Izaya...— un muchacho, contemporáneo con la edad de Izaya, acercó su mano al gato negro para bajarle del gran estante a donde había trepado. El joven tenía el cabello peinado en largos mechones castaños y llevaba puesta una camiseta negra, con las manos al descubierto.


   El felino, a pesar del tono suave del desconocido, rasguñó su mano sin miramientos. De acuerdo a su voz, Izaya identificó al susodicho como "el que quería darle buenas explicaciones". Quizá tenía buenas intenciones, pero Izaya nunca caería ante una dulce voz, menos cuando era perteneciente a alguien que le secuestró, que le alejó de la persona que le hacía feliz, que le quiere mantener sin comunicación.


—Sé que debes estar molesto con nosotros, Izaya— comentó el otro muchacho, uno que mostraba un semblante preocupado y que escondía su cabello bajo una gorra de ladrón. Izaya le identificó como el chico que le amenazó en primer lugar, el que le nombró a sus hermanas y le distrajo—, pero somos tus amigos, queremos hacer lo mejor por ti.


   Y el gato, mostrando sus afilados dientes, empujó un jarrón al piso, causando que el par de presentes se alejaran del estante. Izaya no podía ver en ninguno de los chicos algo que le indicara que querían ayudarle, no había pizca alguna de que ellos eran buenas personas, ni siquiera confiaba en la preocupación de ambos, se negaba a creer en ellos.


—Necesitamos explicarte qué ocurrió, Izaya.— El de cabello largo habló— No todo es como tu lo imaginas.


   Y el felino, solo en sus pensamientos, se burló de la frase del humano que ahora cruzaba sus brazos. Con agilidad y elegancia caminaba de un lado a otro para evitar que le atraparan, sus orejas permanecían dobladas hacia atrás, pues se sentía amenazado y esperaba utilizar sus garras en cualquier momento. Miraba con intriga los rasgos de cada muchacho, buscaba alguna debilidad. Sabía que ellos no eran parte de los hombres de traje, era claro, pero quiénes eran entonces.

   Los humanos dejaron de insistir en atraparle. Izaya observó atento cada movimiento ajeno, entre los mayores hablaban en susurros cosas que él no lograba escuchar, le miraban de vez en cuando como si fuese un reto bajarle del estante. Izaya se sentía, de algún modo, un verdadero problema para esos muchachos y eso le hacía sentir emocionado, ciertamente malévolo.

   Sin embargo, el azabache pronto vio como uno de sus secuestradores abandonó la habitación con notorio fastidio, precisamente el chico que escondía su cabello bajo una gorra. El otro joven, el de largos cabellos, se había quedado en la alcoba con una inexpresiva mirada, una mirada que estaba clavada en el gato que no quería ser sorprendido de ningún modo.


—Chicas, entren.— Izaya, que alzó sus orejas con curiosidad, miró sin titubear la puerta que recién estaba siendo abierta. Sus ojos carmesí, filosos, esperaban alguna mala broma detrás de la puerta, esperaba algo malo, pero todos sus pensamientos rápidamente se evaporaron.


   Ante su carmesí mirada y unas orejas alzadas, el felino reconoció al par de gemelas que entraban a la habitación con cierta emoción. Las niñas, porque eran chicas que no pasaban de los 14, se mostraron alegres al ver al felino que evitaba cualquier contacto y éste, viendo que ellas poseían orejas y colas gatunas igual a él, se mostró curioso ante la idea de lanzarse a ellas, fue como un sentimiento que le gritaba que las abrazara. Sin embargo, los otros chicos seguían en la habitación, e Izaya no se arriesgaría.


—Izaya, tal vez a nosotros no nos recuerdes, pero estoy seguro de que las reconoces a ellas.— Comentó el de largos cabellos castaños tras sobar el puente de su nariz. El muchacho era detallista, para él era fácil notar la intriga del felino que había dejado de verle.


   El muchacho suspiró rendido, cansado y se volvió a las niñas para sonreírles. Después, tras peinarlas un poco con cariño, le indicó a su compañero que saliese de la alcoba junto a él, a lo que el otro no pudo discutir para negarse. En cuanto ambos salieron y cerraron la puerta, las niñas se acercaron al estante desde donde Izaya las observaba, saltaron en busca de bajarle, pero aún eran muy bajas para alcanzar al animal.

   Izaya maulló, ellas se apartaron del estante y el gato saltó hasta caer en el suelo. El felino las miró con detalle, ladeó la cabeza para ver cada rasgo de las menores y corrió a meterse en un closet que estaba allí, cosa que preocupó a las pequeñas chicas. Pero éstas, al verle salir como un humano y vestido con una bata negra, perdieron todo mal sentimiento.

   El azabache se veía serio, miraba a las pequeñas con misterio hasta que se acercó a las ellas. Estas le miraron con admiración y el azabache pronto pudo ver como los ojos de las jóvenes se empezaban a cristalizar, cosa que le enterneció y le revolcó el corazón. Izaya no pudo evitar agacharse ante ellas, arrodillarse par estar a la altura de las gemelas, todo para dedicarles una pequeña sonrisa.

   Posó cada mano en una de las mejillas de las niñas, ellas bajaron la mirada en busca de que el tacto nunca terminara, e Izaya, mordiendo su labio inferior, las atrajo rápidamente hacia su cuerpo para abrazarlas. El mayor se negaba por completo a llorar frente a las castañas, se negó a parecer débil, así que simplemente mantuvo el abrazo con las pequeñas que no querían apartarse de su lado.


—Mairu, Kururi— las nombró finalmente, y las niñas estallaron en llanto, cada una en su hombro y aferrándose a las ropas que llevaba puestas—. Pequeños monstruos, me alegra mucho que estén bien.

   

   Las niñas, sin embargo, no lograban decir nada aparte del nombre de su hermano mayor, su querido hermano mayor. Ellas seguían siendo niñas, seguían siendo frágiles e inocentes, eran las pequeñas que ocupaban parte del corazón de Izaya. Entonces se apartó por un momento del abrazo, el mayor miró a cada niña y besó sus frentes mientras limpiaba sus lágrimas. Sonrió, como siempre hacía cuando ellas estaban tristes, buscó verlas sonreír, se carcajeó al ver por fin sus tiernas sonrisas.


—¡Te extrañamos, hermanito!— Gritaron al unísono al volverle a abrazar.

—También las extrañé mucho, monstruos.— Les sonrió el mayor, aún evitando llorar frente a los rostros empapados de las menores.

—Pensamos que nos habías olvidado— comentó pronto la niña de largos cabellos castaños, esa que poseía unos grandes lentes e intentaba guardar sus lágrimas—. Cuando te persiguieron, pensamos que no te volveríamos a ver, que te habíamos perdido.

—Ellos nos encontraron— se apresuró a decir la otra niña, la de cabellos cortos—. Nos dijeron que te buscarían, que nos cuidarían. Ellos son buenas personas.

—Ahora no me interesa si son o no buenas personas— dijo sin miramientos el mayor, y las niñas por un instante se sintieron regañadas—, solo me importa que las tengo otra vez conmigo. ¿Las han lastimado? ¿Les han tocado?— Izaya no pudo evitar preguntar y verlas con mayor detenimiento. Las gemelas negaron.

—¿Es cierto que tu has estado mal?— Mairu, la pequeña que llevaba lentes y el cabello largo en una hermosa trenza, frunció su ceño—. Nos dijeron que estabas con un monstruo, que te lastimaba y te hacía llorar. Ellos querían salvarte de él, porque tu saldrías lastimado.

—¿Es cierto?— La otra nena, la de cabello corto, se vio aterrada— . Quédate con nosotras, hermanito— Karuri, que no aguantaba sus sollozos, le rogó a su hermano—. Él no podrá lastimarte, no te encontrará. Estarás a salvo aquí, con todos nosotros.

—Niñas, ¿conocen a la persona de la que tanto hablan?— Preguntó con nostalgia Izaya, porque estaba feliz por estar con las niñas, pero su corazón lloraba por volver estar al lado de Shizuo. Las chicas negaron—. Esa persona, para mí, es la mejor persona del mundo— Las menores se vieron confundidas—, pero mientras no le conozcan, no pueden juzgarle ni pueden asegurar que lo que les han dicho, es verdad.— Y ellas, con mimos del mayor, aceptaron no hablar más del tema.


   Así, tras un momento a solas y hablando de todo lo ocurrido, Izaya solo estuvo feliz por el hecho de que sus hermanas nuevamente estuviesen con él, que estuviesen bien y que le recordaran. Ellas habían pagado por los errores cometidos por el azabache, ellas habían caído en una trampa por ser familia, pero ahora Izaya solo quería olvidar todo aquello para estar con ellas, para sacarlas de allí y volver con Shizuo.

   Por otro lado, la pregunta era... ¿Quiénes eran esos chicos que cuidaron a sus pequeñas hermanas? ¿Qué querían de él? ¿Por qué molestarse tanto? Izaya no podía confiarse en la buena voluntad de los demás, menos cuando ya le buscaban. Y entonces apareció otro problema en su mente, otro que bajó por completo su felicidad y que le dieron mayores ganas de salir de ese lugar.

   Si le encontraban a él, se llevarían a sus hermanas también.


   ---Continuará---

   ¡Hola, amores! Perdonen que el Capitulo sea tan corto, pero espero que les haya gustado y conmovido el reencuentro de Izaya con sus hermanas. ¿Ya votaron? ¿Ya comentaron?

   Galletitas, tengo metas para este mes y necesito que me ayuden... Por lo menos, con un Capitulo más -el capitulo 23- espero llegar a los 2.7 votos a finales de mes. Sería hermoso, ¿Me ayudarías? ¿Quieren saber más? Las invito a formar parte de "Pastelería Yaoi. Mitzuki-Chan Wattpad", grupo de Facebook.

   Besos, las amo.

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