XXXVII
El leve crujir de hojas y el silencio del entorno fueron todos los indicios que necesitó Dilan, para saber que ya no estaba solo.
Una vez más, su desarrollado oído lo había ayudado. Había ocasiones en las que el minino lamentaba tener un oído tan sensible, pero, en muchas otras esta pequeña ventaja le era de mucha ayuda.
Y esta, claramente, era una de esas ocasiones, porque para el momento en el que a la nariz de Dilan le llegó el olor de los lobos, el joven ya había sido capaz de escuchar las pisadas de los cuatro lobos que lo acechaban entre los árboles.
Al principio, la mente del felino se bloque, el no tener la situación bajo control le puso nervioso, pero después de expulsar un poco de aire y de pensar con claridad, pudo organizar sus ideas y recordar los diferentes consejos que le habían dado tanto su madre como sus tíos cuando entrenaba.
"Atiende Dilan, si alguna vez el enemigo consigue cogerte con la guardia baja, lo más importante es correr" le dijo muy serio su tío William.
"Serás idiota, no es correr William, es poner distancia." Lo recordó Stefan mientras lo golpeaba amistosamente.
"Escucha Dilan, si conoces la zona, huye y busca un lugar que puedas manejar y te dé algo de ventaja. Encontrar un sitio seguro y trazar un plan de acción" le dijo su madre mientras lo miraba seria.
"No debes de actuar de forma apresurada, piensa con calma las cosas y evita los riesgos innecesarios" le aconsejó William serio.
"Es curioso que tú le digas eso William, cuando precisamente tú eres de los que actúan de forma precipitada" le recordaba Carlos el cual estaba presenciando uno de los muchos adiestramientos del felino.
"Vamos Carlos, no hacía falta que le dijeras eso" se quejó William.
"Dejando de lado eso, cariño, lo más importante es ser capaz de sobrevivir, no sirve de nada acabar con el enemigo de forma apresurada. Tienes que pensar con calma, traza un plan de acción y cuando hayas valorado los posibles riesgos que puedes tener, entonces es el momento. De nada sirva acabar con el enemigo si luego tú vas a ser incapaz de huir".
Así que Dilan, haciéndole caso a su madre y a sus tíos, se levantó tranquilo del sitio en el que estaba sentado, agudizo su odio al máximo, escuchando de esta forma como los lobos que lo observaban se paraban y reacomodaban sus posturas. Y antes de que alguno de ellos diera si quiera un solo paso, el pequeño minino salió disparado entre los árboles.
Realmente una parte de él esperaba que la carrera repentina hubiera desconcertado a los lobos y le diera el tiempo suficiente como para encaminarse a una zona que conociera lo suficiente como para poder trepar un árbol y huir. Pero siendo realistas, Dilan sabía que esa posibilidad era ínfima.
Eran cuatro lobos los que lo estaban siguiendo, cuatro personas tras su rastro, en un terreno desconocido y si a eso se le sumaba que estaba un poco cansado después de su anterior carrera ...
Dilan sabía que si por algún casual conseguía despistar a alguno de los lobos ese despiste no duraría demasiado tiempo, el extraviado rápidamente se reuniría con el resto de sus perseguidores y nuevamente empezaría el juego. Y aunque consiguiera despistar a alguno ellos, todavía tendría que hacerles frente a los otros tres.
Así que nada, a Dilan solo le quedaba encontrar algún lugar que le permitiera impulsarse lo suficiente como para agarrar alguna rama de alguno de los muchos árboles de su alrededor.
Mientras corría, Dilan vio unas rocas un poco elevadas y siguiendo un impulso, se dirigió hacia ellas, sabía que lo que estaba por hacer era una auténtica locura, pero aun así espero que por lo menos esas rocas le sirvieran de algo.
La carrera apresurada, la adrenalina que corría por su torrente sanguíneo y que el felino interno de Dilan estuviera en la superficie ayudaron lo suficiente al joven como para elevarse lo suficiente para agarrarse al tronco de un árbol y subir.
La presencia del felino de Dilan se notaba gracias al cambio en los ojos del muchacho, además, en el momento en el que el joven consiguió estar entre las ramas ya no se movía de la misma forma. Los pasos de Dilan eran más silenciosos, y, además, sus movimientos eran mucho más fluidos y elegantes.
Una vez entre las ramas, Dilan no se quedó quieto, y se movió entre las ramas de los arboles buscando tener una buena distancia del árbol al que había subido.
Sabía que cuando sus perseguidores llegaran a este rápidamente lo buscarían entre las copas de los árboles circundantes, así que decidió seguir poniendo distancia entre él y sus perseguidores.
En el momento en el que estuvo a una distancia prudente del árbol, el felino pensó que el mejor movimiento que podía hacer era rehacer el mismo camino que había tomado para huir, pero esta vez en vez de hacerlo desde el suelo, lo haría sobre la copa de los árboles.
Dilan dudaba que a alguno de sus perseguidores se le ocurriera que el minino haría eso, lo que le facilitaría las cosas para su huida, siempre y cuando el viento siguiera soplando hacia el mismo lugar. Por eso, en el momento en el que Dilan vio como los cuatro lobos corrían hacia el árbol que él utilizó contuvo su aliento y paro sus pasos.
– ¡Mierda!, lo hemos perdido – grito Marcos frustrado.
El resto de jóvenes no dijo nada, se dedicaron a mirar los alrededores en busca del joven, el cual, claramente ya no encontraba en ese lugar.
– Bueno, hemos hecho lo que hemos podido, ¿por qué no dejamos las cosas como están y nos vamos? – le propone Raul, el cual no se encontrada del todo cómodo con la situación.
– ¿En serio Raul? ¿Vas a rajarte ahora? – se burla de él, Samuel.
– Vamos tío, este asunto realmente no tiene nada que ver conmigo – le recuerda él – es Marcos el que quiere vengarse de Dilan.
– Ja, vengarse es poco, voy a asegurarme de hacerle lamentar lo que me hizo – les asegura el aludido mientras sonríe malévola.
– Bueno, a mí me da igual lo que le hagas siempre y cuando lo dejes lo suficiente consciente como para que pueda divertirme con él – le dice Samuel, el cual bostezaba aburrido por la situación.
El joven llevaba tiempo sin encontrarse con el felino y siendo realistas, quería probar si todavía disfrutaba viendo la mirada suplicante de Dilan.
– Sigo sin entender ese fetiche tuyo Samuel – le asegura Alan asqueado – ¿por qué tan obsesionado con Dilan? Realmente no tiene nada especial.
– Es lindo – le responde Samuel todavía aburrido – siempre ha sido lindo, pero lo que más me molesta es su actitud. No sé qué mierda tiene, pero simplemente no lo soporto, quiero verlo humillado y suplicando por clemencia – les confiesa mientras sonríe divertido al imaginarse la imagen de Dilan golpeado.
Raul traga saliva al ver la mirada de Samuel y como Marcos sonríe y asiente divertido. Durante su infancia Raul, nunca se cuestionó las cosas que le hicieron él y sus amigos a Dilan, le parecía divertido molestar al tierno gato y ver como reaccionaba, pero ahora ... ahora que había crecido y fue consciente de las cosas que le dijo e hizo a Dilan ... ya no estaba tan seguro.
– Bueno, será mejor que nos dividamos, – sugiere Samuel – Dilan no puede estar muy lejos – les dice mientras gira su cuello – él primero que lo encuentro será el primero en divertirse.
– No te adelantes Samuel – lo corta Mateo molesto – primero voy yo, y luego, si quieres, lo rematas tú.
– Eso será si lo encuentras antes que yo – le asegura divertido, para justo después salir corriendo en una dirección.
– Lo que sea ... – espeta molesto mientras ve como Samuel se aleja – si alguno lo encuentra, que avise – les exige Mateo.
Alan no dice nada, se limita a asentir conforme, pero Raul, por su parte se queda callado mientras desvía la mirada, a pesar de que la actitud de Raul molestaba un poco a Mateo, no le tomó mayor importancia y se fue por la dirección contraria a la tomada por Samuel.
– Deberías disimular un poco – le sugiere Alan, quien ya se había dado cuenta de que Raul realmente no quería estar allí.
– Estoy empezando a creer que realmente no debería de estar participando en esto – le confiesa este mientras se rasca la cabeza y mira hacia otro lado.
– Bueno ... todavía estas a tiempo – le dice Alan mientras se apoya en un tronco y lo mira – puede huir y hacerte el desentendido – le sugiere mientras se encoge de hombros – nadie te obliga a permanecer aquí – le recuerda desinteresado – bueno, no que es lo que arras tú, pero yo me voy a buscar, ya verás tú lo que haces.
Dicho esto, Alan se despega del tronco en el que se había apoyado y también desaparece entre los árboles, dejando atrás a un muy confundido Raul.
¿Debía parar con esto o debía seguir acompañando a sus amigos? Se preguntó el joven ¿Realmente quería hacer aquello? ¿Era realmente necesario todo eso? Raul empezando a tener dudas de todo, él nunca cuestionó el comportamiento de sus amigos, pero esta vez ... él realmente no creía que lo que estaban por hacer estuviera bien.
Vale, sí, Dilan era un gato y siempre lo habían molestado por ello, sus padres, al igual que todos siempre le dijeron que no debía juntarse con el minino, pero ... realmente tenía que hacer eso. ¿Era realmente necesario? Es más ... ¿valía siquiera la pena?
Frustrado consigo mismo y lamentándose de su cobardía Raul siguió con el plan trazado por sus amigos, se había metido en esto y ya solo quedaba seguir hasta el final.
Dilan, que había estado escuchado toda la conversación de los lobos sonrió divertido, parecía que no todos en esta manada estaban podridos. Se dijo para él mismo.
Le daba pena la pobre determinación e independencia de Raul, pero eso le beneficiaba, si él llegaba a ser el lobo que por algún casual lo encontraba sabía que podía hacer que el joven no informara a sus amigos. Los cuales le había demostrado que seguían siendo el mismo grupo de niños idiotas que se dedicaban a molestarlo de niño.
Todavía sobre las ramas de los árboles, el joven felino sigue con su camino, y aunque aún estaba lejos de casa, supuso que si volvía hasta el punto de partida no tardaría más de diez minutos en volver a la casa de sus abuelos.
Y efectivamente una vez llegó al punto de partida no tuvo problemas, no había rastro de ninguno de los cuatro lobos, por lo que aprovecho el momento y descendió de un salto de las copas de las arboles.
Permaneció unos segundos en silencio, agudizando su oído todo lo que daba para asegurarse que ninguno de los chicos estaba cerca, pero como no escuchó ningún ruido de pasos o un crujido innecesario de las hojas o las ramas, supo que no tenía que temer.
Relajando su postura y sus sentidos, Dilan emprende con paso tranquilo el camino de vuelva. Pero como siempre pasa, el destino no quiso jugar limpio y le dificultó las cosas al minino. El cual, al verse nuevamente alejado de los cuatro jóvenes ya no estaba tan alerta, lo que hizo que la presencia de su gato interno despareciera y que el cansancio nuevamente lo golpeara.
No había recorrido tan siquiera un tercio del camino, cuando una joven se interpuso en el camino de Dilan.
– Hola – lo saluda la joven con voz plana y sin emoción alguna.
La reacción del minino fue rápida, en un instante volvió a su postura tensa y su estado de alerta, aunque esta vez Dilan sabía que necesitaba correr iba a tenerlo complicado. Estaba agotado.
– Hola – la saluda, desconfiado mientras se mueve para poner algo de distancia entre ellos – ¿necesitas algo? – le pregunta por pura cortesía.
– Pues la verdad es que sí – le dijo la joven mientras le sonreía – me gustaría que dejaras de dar vuelvas alrededor de Logan. Sinceramente, me irita tu presencia – le confiesa la joven mientras le sonreía falsamente.
Extrañado por el comentario de la joven, Dilan para su acción.
– No te sigo ...
– O cariño, claro que me sigues – le asegura Sofía, que ya para ese momento había dejado su postura y se le acercó un poco. Dilan rápidamente reacomoda su posición con respecto a la de la joven – te la pasas dando vuelta a su alrededor. No lo rechazas, pero tampoco lo aceptas ... siendo sincera, esa actitud me enferma. No entiendo que mierda es lo que te ha hecho tenerlo a él como tu destinado, pero seamos francos. Tú no te lo mereces, ni siquiera sois de la misma especie, es más, si lo que quieres es divertirte vete a follar con cualquier otro – le dice la joven, quien para ese momento ya no sonreía en nada.
Dilan, que no estaba entendiendo nada de lo que la joven le decía simplemente la miraba y reajustaba la distancia entre ellos con cada paso que ella daba.
– No entiendo que estás diciendo – intento decirle él tranquilo. Dilan aún no sabía cuánto tiempo iba a seguir funcionando su estrategia de huida, pero no quería quedarse para averiguarlo – no entiendo lo que estás diciendo, pero solo te aseguro que no hay nada entre Logan y yo. Él solo quiere que lo perdone por algunas cosas de nuestra infancia, no hay nada ...
Sofía se ríe divertida a la par que molesta mientras niega con la cabeza.
– ¿Es en serio Dilan? – le pregunta ella divertida – ¿me estás diciendo que ni siquiera has sentido la conexión con tu mate? – le pregunta ella al principio divertida, pero conforme más se acercaba al final de la frase la molestia fue más y más palpable – ¿ni siquiera te has dado cuenta de la forma en la que te mira? – le preguntó cabreada.
Dilan trago fuerte al escuchar las palabras de la joven.
Sabía que era verdad, en el fondo, él sabía que lo que sentía cuando el lobo se le acercaba no era normal, además, el solo imaginar que el lobo dejara de perseguirlo lo hacía sentir mal.
– No entiendo lo que ... – intentó decirle con voz temblorosa, pero fue cortado por Sofía.
– ¡No me jodas Dilan! Sabes que Logan no mira a nadie como te mira a ti – le grito cabreada la joven – ... él nunca me miró así – confesó con dolor Sofía mientras bajaba su mirada, dolida.
Porque si, a pesar de que ella sabía que no iba a ser correspondida, y aunque sabía su destino eso le dolía.
– Mira, no sé quién eres, pero ahora mismo no es un buen momento – intentó razonar con ella Dilan, el cual empezaba desesperarse – podemos hablar de esto luego, pero ahora tengo que irme.
Le dijo el joven, el cual empezó a caminar hacia la casa de sus abuelos mientras rodeaba a la joven.
– ¡Y lo que más me jode es que ni siquiera me estas prestando atención! – gritó Sofía furiosa.
Para el momento en el que Dilan quiso seguir con el camino fue demasiado tarde, levantó su cabeza y maldijo por lo bajo, acababa de llegarle el sonido de las pisadas de alguien más.
Seguramente alguno de esos cuatro había corrido en esa dirección tras escuchar los gritos de la chica. Molesto, Dilan cierra los ojos y gruñe.
– No me importa una mierda lo que quiera, pero no voy a quédame aquí para averiguarlo, tengo cosas más importantes que hacer que hacerle frente a una chica que no acepta el rechazo del chico que le gusta – le dijo ya sin nada de tacto – si tanto te gusta, adelante, confiésate, recibe tu rechazo y sigue con tu vida, pero deja de joder al resto y culparlos por tu desdicha.
Le dijo Dilan cabreado mientras pasaba por el lado de la joven y corría todo lo que podía mientras sentía el cansancio en cada fibra de su cuerpo.
Había perdido un tiempo muy valioso mientras discutía idioteces con la chica a la cual ni siquiera conocía.
Necesitaba poner distancia antes de que lo encontraba pensaba el gato, quien no sabía que con ese último comentario había sentenciado su futuro.
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