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XXVI

La cita de Sam y Dereck no fue nada fuera de lo normal, se la pasaron caminando por las calles de la manada mientras intercambiaban alguna que otra palabra, de hecho, el ambiente entre ambos era un poco tenso.

Ambos querían hablar con normalidad, pero cuanto más intentaban actuar normales más forzado se sentía todo.

– Dereck, esto no está funcionando – le dice Sam cansada de todo.

– Pero Sam ...

– No en serio, escúchame – lo corta ella – estamos forzando demasiado las cosas, es obvio que no funciona – le dice ella apenada.

– Sam por favor, no sigas ... – le pide Dereck desesperado.

– Te propongo algo – sigue hablando ella sin ni siquiera inmutarse por las palabras de su compañero – empecemos de nuevo. Hola, soy Sam, centinela de la manada – le dice mientras le extiende la mano y le sonríe.

Dereck tarda unos segundo en reaccionar, pero rápidamente se repone y estrecha la mano de su compañera. Ambos sienten perfectamente esa pequeña chispa en sus manos, signo inequívoco de que son almas gemelas.

– Mucho gusto, soy Dereck, beta del alfa – le responde con una sonrisa dulce.

Después de ese pequeño paréntesis todo fue mucho más tranquilo, Sam y Dereck estaban un poco más relajados, ambos conversaban sobre cualquier cosa que se les ocurriera. Mientras Dereck le hablaba a Sam sobre su adolescencia en la manada y del día en el que se fue de esta para buscar a su mate.

Sam por su parte intentó contarle a Dereck como fue vida que llevaron ella y Dilan en su antigua manada. Le habló sobre su niñez, sus padres y sus compañeros centinelas, no le comentó las dificultades que tuvo que pasar para ser aceptada entre los centinelas ni del acoso que recibió de algunas de sus compañeras de clases por no querer seguir los estándares de su manada. Y mucho menos le habló sobre todo lo que tuvieron que pasar ella y su hijo a lo largo de los seis años que vivieron en la manada de Samuel.

Esas eran sucesos que no quería recordar, para Sam era difícil hablar sobre todo ello. Ella había sido muy feliz en su antigua manada, había hecho muchos amigos y muchos recuerdos inolvidable, pero también es verdad que ella y su familia habían vivido cosas horribles.

Las dificultades que pasó para ser centinela, las burlas que recibían sus padres porque Sam no era como el resto de las chicas de su edad. El rechazo del resto de la manada cuando Dilan se convirtió en su hijo, el odio y el asco visibles en la mirada de sus amigas de la infancia cuando les presentó a su hijo, el desprecio de los cachorros de la manada hacia Dilan ... todos esos recuerdos que por mucho que quisiera borrar seguían hay, recordándole que no todo siempre podía ser perfecto y que en tan solo un momento todo puede cambiar.

– No puedo creer que le hicieran eso – le decía Dereck divertido después de escuchar una de las tanta historias que tenía Sam sobre las travesuras de su hijo – me hubiera encantado estar aquí para verlo – admitió mientras se reía.

– Conociendo a Dilan y a William no transcurrirá mucho tiempo antes de que hagan otra – le aseguró ella.

Las risas siguieron a lo largo de toda la tarde entre ambos, conforme más hablaban más atraídos se sentían entre ellos. Dereck se dio cuenta de que Sam era tal y como Jordán la describía, una mujer fuerte e independiente que lo daba todo por su hijo, y eso le fascinaba.

Sam por su parte se dio cuenta de lo tonta que fue, Dereck era el indicado, no solo porque fuera su mate, era porque al estar con él se sentía segura. Sentía que podía ser ella misma y expresarse tal y como quisiera, era agradable estar a su alrededor y no era solo porque fuera su mate, era más que eso.

Siguieron andando sin decir nada mientras intercambiaban alguna que otra mirada, actuaban de una forma muy patosa, ella lo miraba por usos segundo para después desviar su mirada. Y él sonreía como tonto enamorada.

La escena era tierna de ver, muchos que los vieron sonrieron felices por ambos, felices porque por fin hubieran decidido darse una oportunidad.

– Te dije que no tenías por qué preocuparte – le decía Rouse a Dilan, quien miraba a su madre con el ceño fruncido – ves, todo va bien en su cita – le decía la joven loba mientras se llevaba un trozo de tarta a la boca.

– Ah – suspira el pequeño – tenías razón – reconoce Dilan volviéndose para mirar a su amiga.

Rouse miró a Dilan durante unos segundos, analizando el comportamiento de su amigo.

– Sé que te preocupas por ella Dilan, pero ya hiciste todo lo que podías hacer – le dice ella mientras coloca su mano sobre la mano de su amigo – le diste el empujón que necesitaba para ir a hablar con Dereck, ya no tienes que hacer nada más. Simplemente espera y veras como se van dando las cosas.

Dilan hace una mueca con su boca mientras aparta la mirada

– No es fácil Rouse – admite – mamá tiende a ponerse siempre en el peor escenario eso me preocupa.

– Bueno, lo único que podemos hacer es estar ahí y apoyarla si lo necesita – le recuerda la joven loba.

Dilan le sonríe a su amiga para segundos después volver a mirar a través de la ventana de la tienda y ver como su madre y Dereck se vas por una de las calles.

– Solo quiero que todo vaya bien ...

Rouse le sonrió a su amigo mientras seguía comiendo su pedazo de tarta.

Ella entendía que Dilan estuviera tan preocupación por su madre, después de todo siempre habían sido él y su madre, pero al mismo tiempo pensaba que su amigo se preocupaba de más.

A fin de cuentas la madre luna es sabía, si ella juntó a Sam y a Dereck por algo sería.

Mientras ambos jóvenes pensaban en sus cosas, Sam y Dereck seguían metidos en su burbuja personal sin ser consciente de todo lo que tenían a su alrededor.

Todo iba estupendamente hasta que sin darse cuenta se acercaron al escaparate de una de las tiendas de la manda.

Era una tienda de fotografías, en el escaparate se podían ver diversas fotos, fotos de niños, fotos de viajes, parejas en su boda ... en definitiva, un montón de fotos. Pero la que llamó la atención de Sam fue la foto de una pareja, un hermoso lobo marrón recostado en el suelo mientras rodeaba a su compañera, la cual estaba en su forma humana y acariciaba con ternura su vientre levemente hinchado mientras miraba con amor al lobo.

La foto era el reflejo del futuro que Sam siempre quiso.

Dereck, el cual también se encontraba mirando la foto expuesta, no pudo evitar imaginarse a Sam en la misma circunstancia. Sam con una pequeña barriga a la cual le hablaba y le contaba cosas sobre cómo había sido su día.

Vio a Dilan acariciando la barriga de su madre y a Sam mirándolo con amor, y simplemente esa escena fue suficiente como para hacerle acercarse a su compañera y abrazarla por detrás.

– Espero que me permitas permanecer a tu lado para que algún día seamos nosotros los que nos hagamos estas fotos con nuestros hijos – le dijo dulce.

Sam vio a través del reflejo del escaparate como los ojos de Dereck brillaron con esperanza mientras se imaginaba todo, y eso fue lo que hizo que el nudo en su garganta le impidiera respirar.

Cerró los ojos para no tener que enfrentarse a la mirada llena de ilusión de su compañero y sintió como la primera lágrima caía por su mejilla.

Le iba a costar tanto decirle a Dereck que ese futuro que él imaginaba nunca se iba a hacer realidad.

Armándose de valor se volteó para hacerle frente a su compañero.

– Eso ... eso no va a pasar – le dijo con la voz rota mientras evitaba su mirada y juntaba sus labios.

El cambio tan repentino en la actitud de Sam descolocó a Dereck, hasta hace tan solo unos segundos ambos estaban bien, pero ahora, de repente su compañera estaba triste. Sin saber muy bien que hacer optó por acercarse a su compañera y la abrazó.

– ¿Por qué dices eso Sam? – le decía mientras la estrechaba contra él y liberaba su aroma en un intento por tranquilizarla.

Sam era incapaz de pronunciar palabra, sabía que lo que estaba por decir podía hacer que todo terminara, pero sabía que Dereck debía de saberlo.

Sam cerró los ojos e intentó disfrutar del abrazo que le estaba dando su compañero.

– Ese futuro que te estas imaginando no va a suceder Dereck – le decía ella con la voz rota.

– ¿Por qué dices eso Sam? – le decía él mientras la estrechaba más contra él – nada está escrito en piedra. Puede que no pasé en un futuro cercano, pero ...

– No Dereck, no lo entiendes – le dijo Sam mientras levantaba su mirada y miraba con los ojos aguados y destrozados a su compañero – soy estéril – susurró – yo ... yo no puedo darte hijo.

Le confeso mientras las lágrimas salían sin control por los ojos de Sam.

Tras escuchar la confesión por parte de Sam, Dereck se quedó congelado, vio cómo su compañera se deshacía en lágrimas mientras se disculpaba.

– Lo siento, lo siento, lo siento ... – se disculpaba mientras lloraba.

Sin dudarlo tan solo un segundo Dereck se abalanzó sobre Sam y la abrazó como si su vida dependiera de ello.

– Perdón por esto Dereck – le decía ella entre lágrimas – no mereces esto, te mereces ... te mereces todo y yo ... yo – las lágrimas de Sam no paraban y mientras ella se disculpaba y lloraba desconsolada Dereck solo podía sentirse el peor ser del mundo.

– Tú no tienes culpa de nada Sam – le aseguraba el mientras la abrazaba – eres perfecta tal y como eres. No necesito más cachorros, me vasta y me sobra con Dilan – le aseguraba él.

– Pero tú dijiste ... dijiste.

– ¡Lo retiro! – grito fuerte,– lo único que yo necesito para ser feliz – le dijo mientras aflojaba su agarre sobre ella y la miraba a la cara – es a vosotros dos – antes de que Sam pudiera decir nada Dereck se abalanzó sobre los labios de esta y la beso.

Fue un beso robado, un beso suave y dulce, que hizo que las lágrimas de Sam pararan.

– Sam, puedo renunciar a no tener cachorros contigo, puedo renunciar a no verte con una tierna panza de embarrada – le dijo mientras le sonreía suave mientras se imaginaba a Sam con esa pequeña pancita que ahora sabía que nunca llegaría a ver – puedo renunciar a una y mil cosas si con ello os tengo a Dilan y a ti conmigo – le aseguró dulce.

Sin saber que decir Sam mira los ojos de su compañero y en ellos se ve reflejad. Dereck le está diciendo la verdad.

Siguiendo sus instintos Sam junta sus labios con los de Dereck y lo besa mientras siente como nuevas lágrimas caen por sus mejillas.

Era un beso desordenado en el que Sam y Dereck transmitían emociones totalmente diferentes, Sam besaba a Dereck con necesidad agonica, sufriendo por no poder darle a su compañero aquello que él más anhelaba. Y Dereck besaba a Sam con cuidado, temiendo romperla si ejercía demasiada presión.

Este beso transmitía las cosas que ambos no fueron capaces de decirse.

Fue un beso bastante desastroso, pero a pesar de eso a ambos le supo a gloria, los dos necesitaban este beso, que, a pesar de no haber sido perfecto y hizo que ambos se sintieran mejor.

Dereck y Sam siguieron besándose hasta que poco a poco el aire se fue agotando, ambos adultos olvidaron respiran mientras se besaban, así que al final tuvieron que separarse.

Ambos mates se miraron a los ojos viendo como poco a poco una bonita sonrisa aparecía en el rostro del otro. Sintiendose completos y relajados retomaron su camino y siguieron con el paseo, pero con la diferencia de que ahora iban agarrados de las manos.

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