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XXV

– ¿Lo dices en serio? – le pregunta con voz entrecortada.

Incapaz de pronunciar palabra, Sam simplemente asiente mientras mira el suelo.

Se siente tonta, todo este tiempo tuvo la respuesta de sus problemas, pero no fue hasta que su hijo la reprendió que no quiso ver lo tonta que estaba siendo.

¿Por qué se había comido tanto la cabeza si ni quiera sabía cuál iba a ser la reacción de Derck?

¿Por qué se empeñó en recrear el peor escenario posible si ni siquiera le había explicado a su mate su condición?

Había estado comiéndose la cabeza solo para nada, lo único que consiguió fue desanimarse y hundirse antes de tiempo.

Sam todavía no le había explicado a Dereck nada sobre su situación, y eso era una de las cosas que más le preocupaban a Sam. Pero toda esa preocupación de Sam voló lejos en el momento en el que vio la reacción de Dereck por el simple hecho de que le pidió una cita.

Gracias a la reacción de Dereck, Sam se dio cuenta de que había actuado como una autentica tonta.

– An-Antes de que tomes tú decisión debería saber que ...

– Si – la cortó Dereck.

– ¿Eh? – Sam levantó su mirada para ver a Dereck confundida.

– Dos sí, me muero por tener una cita contigo Sam – le confesó.

Sam estaba acostumbrada a tratar con hombres, es por eso que ya se había vuelto bastante inmune a los encantos que estos tenia, pero cuando vio la sonrisa que Dereck y el pequeño sonrojo en las orejas de este se dio cuenta de lo equivocada que estaba. Ella no estaba preparaba para ver esa faceta de su mate.

La sonrisa dulce que Dereck le dedicaba, acompañada de ese brillo de ojos hizo que los pensamientos de Sam volaron lejos, dejándola en blanco y sin saber que decir o que hacer. Simplemente se quedó mirando a Dereck, el cual le sonreía enamorado.

– Iré a recogerte a tú casa a las seis.

– Vale ... – le responde embobada.

Satisfecho con la respuesta de Sam, Dereck se da la vuelta dispuesto a irse, pero no lo hace, para en seco, se voltea y mira a Sam, dubitativo. Al final se le acerca a Sam y besa suavemente la mejilla de esta.

– Nos vemos a las seis, Sam – le susurra al oído.

Antes de que ella pudiera reaccionar Dereck se aleja, dejando a Sam clavada en el sitio.

El escalofrío que sitio la joven loba en el momento en el que Dereck le susurró en el oído la dejó ida, Sam nunca pensó que la cercanía con su mate podría tener tanto efecto en ella.

Cuando por fin fue capaz de moverse, lo primero que hizo nuestra joven loba fue subir su mano y acariciar con la yema de sus dedos el lugar donde segundos antes Dereck había colocado sus labios.

Fue un toque tan efímero ... se lamentó Sam.

Con las mejillas sonrojadas mira el lugar por la que ha ido Dereck y suspira.

– Nos vemos a las seis – le responde antes de darse la vuelta y encaminarse hacia su casa.

Sam se encontraba tan metida en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta de que durante todo el tiempo que ella y Dereck hablando, habían estado siendo observados por alguien más.

– Elegiste bien Sam – asegura el desconocido justo antes de darse la vuelta y transformarse en lobo.

El ensimismamiento de Sam era tan grande que ni siquiera percibió el sonido que hicieron las ropas al desgarrarse.

El beso en la mejilla que le dio Dereck había hecho que la mente de nuestra joven loba se fuera de viaje.

Sam se encontraba tan atontada que ni siquiera se dio cuenta de cuando llegó a su casa y entro por la puerta. Es por eso que se llegó un gran susto, al darse cuenta de que su hijo se encontraba tumbado en el sofá de la sala.

– Hablaste con él verdad – afirma con tono burlón.

Avergonzada Sam se muerde el labio y asiente con la cabeza.

Dilan le sonríe a su madre y se estira sin cambiar su posición.

– Me alegra saber que hablas con él mamá – le dice mientras cierra los ojos y bosteza – además, es divertido verte actuar como una quinceañera enamora. Esta todo sonrojada – le dice divertido.

– ¡No esto sonrojada!

– No, claro que no – ironiza Dilan – solo te quemaste las mejillas con el sol ¿no? – se burla.

Sin saber cómo responder a esto Sam simplemente opta por callarse e ir a la cocina.

– ¿Ya comiste? – le pregunta intentando cambiar de tema.

– No intentes cambiar de tema mamá – le dice mientras se sienta – aunque bueno, ya me he burlado bastante por hoy. Y respondiendo a tú pregunta, sí, comí en la casa de Mike – le responde mientras se despereza.

– Fuiste a la casa de Mike después de ponerme en mi sitio – le pregunta mientras vuelve con un sándwich.

– No, al principio fui a ver a Rouse, pero estaba ... ocupada – Dilan tose y desvía la mirada, acción que no pasa desapercibida para Sam – así que al final opté por ir a la casa de Mike, y bueno, ya sabes cómo se pone la madre de Mike si te ve a la hora de la comida por su casa ...

Sam se sienta en el sofá y mira detenidamente a Dilan mientras muerde su sándwich.

– Con que ocupada ...

La respuesta de Dilan es automática, Sam puede ver perfectamente como las mejillas de su hijo adquieren color en tan solo unos segundos.

No hay necesidad de indagar en el tema, porque gracias a lo habladora que es Amely y los pocos filtros que tiene Stefan, el cual era igual o peor que su madre, Sam y casi cualquier miembro de la manada ya estaba enterados de que la pequeña Rouse se acababa de emparejar con su mate, Luis.

Además, estaba el hecho de que ambos jóvenes portaban el olor del otro y que la mordida en el cuello de ambos eran bastante recientes. Así que si, Sam podía intuir perfectamente cuál había sido la ocupación de Rouse en el momento en el que Dilan fue a su casa para pasar tiempo con ella.

– La próxima vez olfatea el aire – le aconseja divertida.

Dilan asiente todo sonrojado sin añadir nada, acción que hace reír a Sam.

– Siempre has tenido el don de la oportunidad mi vida – le dice entre risa.

Las risas de Sam hacen que Dilan se sonroje todavía más si cabe y evite la mirada de su madre.

Cuando por fin Sam consigue tranquilizarse mira a Dilan, el cual todavía rehúye su mirada.

– Por cierto, Dereck y yo hemos quedado para vernos a las seis – le informa después de meterse el ultimo pedazo de sándwich.

Las palabras de Sam son el detonante que necesita Dilan para despegarse del sofá.

– ¡¿Habéis quedado?! ¿¡Te ha pedido una cita!? – le pregunta muy emocionado – ¡por qué no me has dicho esto antes! – le recrimina el pequeño – ¡Esto es fantástico!, ¿a qué esperar? ¡Tienes que empezar a arreglarte mamá! – le dice mientras la coge de la mano e intenta tirar de ella.

– Dilan, tranquilo, es solo una salida – le responde ella todavía sin despegar su culo del cofín – no hay que dramatizar tanto. Daremos una vuelta por la manada y ya, con unos vaqueros limpios y una blusa voy bien, no hay necesidad de arreglarse de más – le dice tranquila.

– ¿¡Cómo puedes estar tan tranquila mamá!? ¡Vas a tener una cita con tú mate! Se supone que la que deberías de estar emocionada y todo estresada – le reprende el pequeño. – Dios, no entiendo como esto no te afecta, si yo estuviera en tus zapatos estoy seguro que estaría sufriendo un ataque de nervios – le asegura.

Sam junta sus labios con fuerza para no sonreír, pero le es imposible, ver a su hijo tan nervioso por el simple hecho de que ella valla a tener una cita le resulta enternecedor.

– ¿Por qué sonríes? – le cuestiona indignado el pequeño – se supone que la que tiene una cita con su mate eres tú. Tú eres la que debería de estar nerviosa pensando en lo que te vas a poner o pensando en cómo va a actuar. Y en cambio, están aquí, tan tranquila, apalancada en el sofá de la sala usando la misma ropa que tenías esta mañana. Espera, no me digas ... no me digas que fuiste a hablar con Dereck mientras usabas esa camiseta mamá.

– Ehm ... ¿sí? – le responde dubitativa.

Sam no entiende muy bien todo el melodrama que está haciendo su hijo.

¿Acaso importaba tanto como iba vestida? Se preguntó a sí misma.

Dereck ya la había visto a Sam con esas pintas anteriormente, y si no salió corriendo después de verla llena de barro y suciedad nada más terminar con los entrenamientos, Sam dudaba mucho que eso importara ahora.

– ¡Dios! ¿Cómo se te ocurre mamá? – le recrimina Dilan entre lamentos – ¿Por qué tenías que ir precisamente con la camiseta más fea de todo tu armario? – se lamenta el pequeño.

– Dilan, tranquilo, es solo una salida – le recuerda.

– ¡No es solo una salida! ¡Es tú primera cita con Dereck! Tienes que estar perfecta mamá, tienes que dejarlo sin habla, tienes que ...

– Dilan – lo corta imaginándose cuales iban a ser las palabras de su hijo – esas cosas que dices solo pasa en películas y en libros – le recuerda ella – entiendo que quieras que todo salga bien entre Dereck y yo, pero no hay necesidad de forzar nada. Todo va a salir bien – le asegura ella.

Dilan, a pesar de que todavía estaba preocupado por su madre, acabó asintiendo.

Aun así, consiguió convencer a Sam para que se pusiera uno de los tantos vestidos que tenía olvidados en el armario en lugar de los vaqueros desgastados que usa siempre que podía.

Cuando por fin llegó la hora de la cita y llamaron a la puerta Dilan salió corriendo hacia esta como emocionado, siendo seguida por su madre, la cual rodaba los ojos y suspiraba cansada del comportamiento de su hijo.

– Quiero que a las doce esté aquí – le decía Dilan con un tono de vos muy serio a Dererck.

Ver a Dilan actuar tan serio y posesivo con ella, le produjo ternura, diversión y nostalgia a partes igual. La escena le recordaba mucho a la primera vez que ella salió con un "amigo". El padre de Sam actuó exactamente igual a Dilan, intimidó al chico con la mirada y dejó salir su aura dominante, aunque en el caso de Dilan era más bien su aura de gato, la cual solo hacía que quisieras cogerlo, colocarlo en tu regazo y acariciarlo mientras lo escuchabas ronronear.

– Tranquilo fiera – intervine Sam divertida – volveré a casa con tiempo de sobra – le asegura ella mientras acerca a Dilan y le deja un beso en la cabeza.

Dilan no dice nada, sigue amenazando a Dereck con la mirada mientras abraza a su madre y deja impregnado algo de su aroma sobre ella, con un vago intento de marcar territorio. Esa acción hace sonreír a Sam, Dilan a veces podía ser tan adorable.

– Si te aburres estando solo en casa puedes llamar a Rouse. Estoy segura que hace tiempo que dejo de estar ocupada Dilan – le sugiere divertida.

– ¡Mamá! – se queja el joven gato mientras las mejillas de este adquieren nuevamente color.

Sam se aleja de su casa mientras se ríe divertida.

– Nos vemos a las doce – le dice a Dilan en voz alta sin volverse.

Mientras Sam se alejaba entre risas Dilan puede ver perfectamente la forma en la que Dereck mira a su madre.

Dereck mira a Sam maravillado, se nota que la quiere, además la sonrisa dulce, pero discreta que tiene en la cara mientras ve a Sam reírse escandalosamente le hace saber a Dilan que todo irá bien entre ellos dos.

A pesar de la vergüenza y el bochorno Dilan sonríe feliz, suspira tranquilo, entra a la casa mientras piensa en qué cosas hará para distraerse esa tarde.


Perdón por ilusionaros, solo estaba corrigiendo y cambiando algunas cosas, no es un capítulo nuevo (^^ ;)

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