XX
Ya habían pasado unas cuantas semanas desde que Sam y Dilan volvieron a su manada.
Para todos fue extraño ver que Sam y Dilan volvieron tan rápido de sus "vacaciones", pero cuando se enteraron de lo que había pasado en la manada del alfa Samuel entendieron el porqué de su vuelta tan repentina.
A nadie le sorprendió que Sam reaccionase como lo hizo, de hecho, muchos de los miembros de la manada comprendían perfectamente a Sam. Tener que ver como tú hijo era maltratado delante de tus ojos era algo que ningún padre podía tolerar.
Es por eso que nadie la juzgaba. Todos en la manada conocía a Sam y sabían cuáles eran los botones que no se debían de apretar con ella si no querías salir mal parado. Y como era de esperarse Dilan era el botón más grande y brillante, el hijo de Sam era intocable.
Podías meterte con ella, insultarla a ella o degradarla, pero, si tocabas a su hijo o te metías con el ... mejor que corrieras rápido.
Es por eso que nadie dijo nada, todos entendieron porque Sam reaccionó como lo hizo, no todos estaban de acurdo con su forma de proceder, pero todos entendían que después de lo que había vivido Dilan, Sam reaccionase como lo hizo.
Aun así, lo que sí que le sorprendió a la gente fue ver como Dilan rehuía a su madre.
Todos veían que a pesar del tiempo pasado la relación de Sam y Dilan no mejoraba, por el contrario, con cada día que pasaba ambos se distanciaban más y más haciendo que su relación fuera cada vez peor.
El pequeño se negaba a estar cerca de su madre. Dilan habia llegado al extremo de irse a dormir a un cuarto diferente dentro de la residencia de los centinelas, y aunque muchos de los chicos que vivían ahí quisieron meterse en medio y explicarle al pequeño porqué ellos habían tenido que irse de la manera que lo hicieron nadie tenía permitido ir a hablar con el chico. La misma Sam les había dejado bien claro que no quería que se metieran en sus asuntos.
Así que así estaban las cosas ... Sam y Dilan peleados, sin dirigirse la palabra. Lo que hacía que la preocupación de Sam por su hijo aumentara y que ella se deprimida. Esto a su vez hacía que Dilan estuviera triste y deprimido, lo que hacía que todos los miembros de la manada vieran como la relación de ambos se deterioraba poco a poco.
Todos estaban preocupados, pero al no poder intervenir entre ellos se tenían que conformar con mirar desde lejos y rezar para que la situación entre los dos se arreglase.
Ni siquiera Rouse, Mike, William o el resto de los amigos y conocidos del pequeño habían sido capaces de sacarle una pequeña sonrisa a Dilan. El cual no sonreía desde que había vuelto a la manada. Era como si algo le impidiera ser feliz.
La situación permaneció así durante un tiempo, pero llegó un momento en el que el mismo Jordán fue incapaz de permanecer al margen.
Preocupado por la situación en la que se encontraban Dilan y Sam, Jordán acabó metiéndose y les envió una carta a los padres de Sam hablándoles de la situación en la que se encontraba su hija y su nieto.
A todos en la manada les dolía ver a Sam y a Dilan tan distanciados, pero a pesar de eso se quedaron al margen y les permitieron solucionar su situación. Pero eso no pasó ... conforme el tiempo pasaba ellos solo se distanciaban cada vez más y más, así que al final Jordán se vio obligado a intervenir.
Jordán quería respetar la petición de Sam, él sabía que tarde o temprano ambos hablarían y solucionarían la situación, pero también sabía que si no hacía algo la relación entre ambos se deterioraría cada vez más y les resultaría cada vez más complicado hacer lo que debían para acabar con esa situación. Así que si, decidió intervenir, en contra de todo lo que creía y respetaba se metió en medio.
– Te dije que no te metieras Jordán – le recordó Sam cabreada.
Después de que Jordán enviara la carta a los padres de Sam esto no tardaron nada en responderla y enviarle una cara a su hija diciéndole que iban a ir a visitarlos y que querían que para cuando llegaran ella y Dilan hubieran solucionado todo.
– ... lo siento Sam – se disculpó él.
Ambos se encontraban en el salón de la residencia de centinelas, Sam había aprovechado que Stefan había llevado a Dilan a ver a Rouse y que estaban solos en la residencia para poder a hablar con Jordán.
Mientras hablaban Sam estaba recostada en el tresillo con los ojos cerrados y con uno de sus brazos cubriendo sus ojos. Por su parte Jordán hablaba con ella sentado en uno de los sofás individuales de la sala.
Sam suspiró cansada y abrió los ojos, se apartó el brazo de los ojos y miró al techo.
– Si os pedí que no os metierais es por algo Jordán – le recriminó sin mirarlo.
– Sam, sabes perfectamente que si os hubiera dejado por vuestra cuenta tardarías nunca encontrarías el momento para hablar con Dilan – Sam no dijo nada, porque incluso ella sabía que Jordán tenía razón. Si él no hubiera intervenido, Sam solo dejaría que el tiempo siguiera pasando.
– Aun así, no debiste de meterte ...
– Lo sé – le aseguró él.
Después de que Jordán dijera eso ambos permanecieron así hasta que Sam decidió sentarse en el sofá.
– ¿Cómo vas a abordar el tema? – le preguntó curioso.
– Todavía no lo sé – le confesó. Sam sonrió triste y lo miró a los ojos – es la primera vez que Dilan y yo peleamos, no tengo idea de cómo solucionar la situación – admitió.
Jordán le sonrió comprensivo.
– Solo dile la verdad Sam – le sugirió él.
– ...
– Lo digo en serio Sam, es mejor que él sepa el motivo real. No es bueno, ni sano que siempre trates de protegerlo. Ya no vivís en esa manada – le recordó él – además, Dilan ya no es un niño tímido y al que tienes que proteger de todo.
Sam quiso intervenir, pero Jordán no la dejó hablar.
– Desde que vivís aquí has visto como Dilan, poco a poco se ha ido haciendo más fuerte e independiente. Antes ni siquiera gastaba bromas – le recuerda él.
Sam sonríe un poco al recordar alguna de las trastadas que ha hecho su hijo.
– Tienes que admitir que fue divertido ver a William con el cabello verde – una pequeña sonrisa se forma en la comisura de la boca de Sam cuando recuerda el estropicio en el cabello de su compañero.
Logan sonríe contento al ver ese pequeño toque de diversión en la cara de Sam.
– Si – concuerda con ella – fue divertido ... – Jordán también sonríe al recordar la cara de horror y el grito que dio William cuando vio su pelo verde después de su ducha. – Todavía me pregunto de dónde sacó la idea de mezclar el colorante con el champú.
– Seguro que de alguna de las películas que ha visto junto con Stefan y Mike – le responde ella.
– Aunque tienes que admitir que eso no fue nada si lo comparamos con la vez que a tú hijo le dio por echarle picante al café – le recordó Jordán.
Sam no pudo aguantar más y acabó riendo por culpa del recuerdo de ese día.
Ella todavía se preguntaba por qué Dilan hizo eso, porque en serio ¿quién en su sano juicio le echa picante al café?
Aunque ella no negará que el resultado de la pequeña broma fue bastante divertido, ver cómo se le cambiaba la cara a los pobres incautos que se sirvieron café esa mañana fue épico. Incluso Carlos había caído en la pequeña broma de su hijo.
– Todavía me rio al recordar la cara que hizo Carlos – confiesa.
Gracias al comentario de Sam, Jordán acaba recordando la cara que hizo del jefe de los centinelas y le es inevitable no reír.
Poco a poco las risas de ambos se van calmando y el silencio se vuelve a instaurar en la sala.
– Entiendes ahora mi punto, ¿no? – Sam solo asiente – sabes tan bien como yo que Dilan ya no necesita que estés constantemente preocupada por él Sam. Simplemente dile la verdad – le aconseja.
– ... lo haré – acaba cediendo.
Jordán se le acerca y aprieta su hombro en señal de apoyo. Después de esto, Jordán da por terminada la charla y se va, dejando a una muy pensativa Sam.
El resto de la tarde se la pasó ordenando y arreglando las zonas comunes, ella solo estaba haciendo tiempo hasta que llegara Dilan.
Sam iba a hacerle caso a Jordán, hablaría con Dilan y le explicaría todo, no se callaría nada. Le explicaría todo lo que quisiera saber e intentaría que todo volviera a la normalidad.
El sonido de la puerta hizo que Sam se tensara automáticamente, terminó de acomodar lo que tenía entre las manos y se volvió para hacerle frente a su hijo.
– ... Dilan – lo llamó cuando este paso por su lado, por acto reflejo Dilan se paró y espero a que su madre siguiera hablada – ¿podemos hablar? – le preguntó dudosa.
Dilan asiente sin girarse y se encamina hacia uno de los asientos de la sala.
– ¿De qué quieres hablar? – le pregunta desinteresado desde su sitio.
Sam tiene que coger un poco de aire para calmarse, está nerviosa, la forma en la que Dilan la trata no es como antes y eso solo la hiera a ella y a su loba.
– Q-Quería explicarte porqué hice lo que hice – le dice ella, visiblemente incómoda.
Dilan no dice nada, se dedica a mirar a su madre con apatía.
El silencio de su hijo solo hace que la incomodidad de Sam aumente, pero se fuerza a seguir adelante.
– ¿Recuerdas lo qué paso ese día? – le pregunta ella. Dilan asiente sin apartar los ojos de ella.
Superada por la situación Sam desvía la mirada, pasa una mano por su cara y toma aire mientras organiza sus ideas.
– Nos fuimos por mi culpa cariño – admite sin más.
Sam ha decidido seguir el consejo de Jordán, no va a seguir ocultándole cosas a su hijo. Como él le ha hecho ver Dilan ya no es un niño que necesita de su protección constante.
El silencio se instala en la sala hasta que Dilan suelta un suspiro.
– Mamá – la llama desde donde está – no soy tonto – le asegura – sé que nos fuimos por lo que hiciste – las palabras de Dilan hacen que Sam lo miré sorprendida.
– ¿Lo sabía? – Dilan asiente a la pregunta de su madre y le sonríe dulce al ver la mirada acusadora de su madre.
– Al principio no entendía porqué teníamos que irnos, yo solo quería estar con los abuelos – le asegura mientras desvía la mirada y hace una pequeña mueca – ... yo solo pensaba que pasaría lo de siempre – admite mientras sus ojos empiezan a aguarse – pensé que el alfa Samuel solo te reñiría un poco y que después volverías con nosotros y pasaríamos nuestras vacaciones con los abuelos ... – confiesa con las lágrimas a punto de caer.
Los segundos pasan y las lágrimas de Dilan empiezan a caer por sus mejillas, lo que hace que Sam se le acerca y lo abrace con fuerza.
Había pasado un tiempo desde que ambos habían estado en esa situación, al principio los dos sintieron un poco de incomodidad, pero con el pasar de los segundos todo rastro de incomodidad se borró y volvió ese sentimiento tan familiar que ambos habían extrañado.
Dilan escondió su cabeza en el cuello de su madre y Sam abrazo a su hijo mientras repartía suaves caricias por la espalda de este.
– Y-Yo creí, creí que ... – la voz de Dilan se corta por culpa del llanto lo que hace que se aferre con más fuerza a su madre mientras solloza – pensé que ...
– Shuuu – lo corta Sam – no hace falta que te expliques cariño – le asegura ella mientras lo separa de ella y lo mira – fue mi culpa por no explicarte. Tendría que haberte dicho que pasaba, de esta forma nos habríamos ahorrado todo esto.
Dilan sonríe triste y asiente dándole la razón.
– A partir de ahora te explicaré todo lo que quieras saber cariño – le asegura ella – da igual lo que sea, responderé todas tus preguntas – Dilan asiente conforme con la afirmación de su madre y le sonríe.
Madre e hijo se sonríen mutuamente cuando se dan cuenta de que la situación entre ambos vuelve a estar bien.
– Te dije que lo arreglarían – le susurra William a Stefan mientras mira la escena.
– Shuuu, ¡cállate idiota!, nos van a descubrir – le reprende Stefan.
– ¿Por qué me insultas? – se queja William – de todas formas, estoy seguro que Sam ya nos ha escuchado. Te recuerdo que esa mujer tiene un súper oído.
– No te estoy insultando, solo estoy diciendo la verdad – se defiende Stefan – de todas formas, ese no es el punto. Si Sam ya nos ha escuchado ¿entonces por qué seguimos susurrando? – le pregunta Stefan susurrando.
William solo se encoge de hombros mientras hace un mohín.
– No tengo idea – admite mientras también entre susurros.
Sam y Dilan, los cuales se habían enterado de toda la discusión acaban riéndose por culpa de la situación.
– Lo ves, ya nos has descubierto cabeza de chorlito – lo recrimina Stefan todavía entre susurros.
– Espera, ¿y si nos vamos? Todavía no nos ha visto – le sugiere un muy seguro William.
Stefan se da con la palma de la mano en la frente y niega con la cabeza por la estupidez dicha por su amigo.
– William, hay veces en las que me pregunto si todos los golpes que te has llevado mientras entrenamos has acabado dañando tú cerebro – le confiesa Stefan.
– Que va hombre, sabes mejor que nadie que tengo la cabeza muy dura – le recuerda William.
Stefan solo niega con la cabeza mientras se pregunta si debería llevar a su amigo con algún especialista.
– Dejar vuestros intentos de espías y venir aquí si no queréis que acabe yendo yo a por vosotros – los acaba amenazando Sam desde su posición.
William y Stefan entran en el salón con una sonrisa nerviosa, y Sam solo niega con la cabeza mientras Dilan se ríe.
– La próxima vez que queráis espiar una conversación ajena os sugiero que lo hagáis en silencio – les dice ella mientras una sonrisa tira de sus labios.
Setfan sonrie incómodo mientras que William se sonroja avergonzado.
– No te preocupes, la próxima vez que quiera escuchar algo a escondidas solo dejaré a William y me iré a espiar por mi lado – le asegura Stefan.
– ¡Oye! – se queja William – ¿y tú te haces llamar mi mejor amigo? ¿piensas abandonarme y disfrutar toda la diversión tú solo? – le pregunta indignado.
– William nos es para ofender, pero ... siempre nos acaban descubriendo porque no puedes evitar llamar la atención – le recuerda Stefan.
– No es mi culpa, me sale automático – le defiende William.
Sam solo niega con la cabeza divertida mientras ve como Stefan y William se recriminan cosas sin sentido.
Su mirada acaba recayendo sobre su hijo, el cual mira con adoración a William y a Stefan mientras se ríe de su absurda discusión.
Sonríe tranquila y alza una de sus manos para acariciar la cabellera de su hijo.
– Me alegro de haber hablado contigo cariño – admite con una sonrisa, Dilan le sonríe a su madre mientras asiente.
– A mí también – le asegura él – por cierto, mamá, ¿puedo volver ya a nuestro cuarto? – le pregunta con duda.
Sam le sonríe cariño mientras asiente.
– Estaba esperando a que me lo pidieras ...
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