IV
Al día siguiente Sam llevó a Dilan en la escuela, cosa que alegró profundamente al pequeño, porque había pasado un tiempo desde la última vez que su madre lo había traído a la escuela.
Por regla general Dilan iba solo a la escuela, pero había días especiales en los que iba a la escuela acompañado con sus abuelos o con su madre, y hoy resultaba que era uno de esos días.
Al llegar a la escuela madre e hijo permanecieron apartados mientras el resto de niños entraban al edificio, Dilan y Sam se dieron un beso y un fuerte abrazo a la vez que le deseaban al otro un buen día.
Cuando se separaron Sam fue capaz de ver a lo lejos a Marcos y a Samuel, dos de los cinco niños que habían agredido a su pequeño. Los dos niños caminaban con una sonrisa hacia la escuela, despreocupados, sin ser consciente que cierta mama oso los vigilaba desde lejos.
Sam tuvo que hacer un gran esfuerzo para no ir a por los niños, tanto su loba como ella quería atacar a los niños, pero ella era un poquito más racional que su loba. Si atacaba ahora solo conseguiría complicar las cosas para cuando fuera con el alfa, primero tenía que hablar con él y luego vería lo que haría con esos dos.
Apartó la mirada de los niños y abrazó una vez más a Dilan, cuando dieron por terminado el abrazó Dilan empezó a encaminarse a la puerta, pero a cada paso que daba se volvía para comprobar si su madre todavía seguía allí, era una imagen dura de ver. Porque Sam podía ver como los ojos de su hijo se entristecían conforme más se acercaba a la institución.
Al ver eso a Sam se le formó un nudo en la garganta, su pequeño estaba aterrado de pisar el colegio, su simple actitud demostraba que no quería entrar al edifico. Y saber que ella no podía hacer nada por quitar esos miedos la mataba por dentro.
- Solo aguanta un poco más cielo – le susurró al aire al ver como su hijo entraba por fin en el edificio.
Abatida Sam se da la vuelta y se encamina con paso decidido a la mansión del alfa.
Hoy lo arreglaría todo de una vez, si no ...
Ninguno de los guardias que patrullaban el perímetro de la mansión del alfa se molestó en preguntarle a Sam el motivo de su visita. Todos ellos estaban demasiado acostumbrados a verlas por allí, ya que ella era la que por regla general solía realizar los reportes sobre la situación en las fronteras de la manada.
Sam saludó con la cabeza a algunos conocidos y siguió su camino sin detenerse.
Al llegar a la entrada de la mansión, ni se molestó en llamar, entró y fue directa al despacho del alfa.
Llamó a la puerta y esperó a que este le permitieran entrar.
- Adelante – antes de abrir la puerta Sam inspiró un poco de aire, ver a los dos agresores de su hijo la habían alterado demasiado, debía tranquilizarse si quería conseguir algo. Cuando se encontró un poco más tranquila abrió la puerta.
- Buenos días alfa – lo saluda respetuosamente.
- Buenos días a ti también Sam – le devuelve el saludo sonriente – ¿en qué puedo ayudarte?
- Vengo para hablar sobre la agresión que sufrió mi hijo – fue directa al punto. A Sam no le gustaba andarse por las ramas, con los años había aprendido que era mejor ir al punto de la cuestión, cuanto antes terminaran mejor.
- ¿Es en serio Sam? – le preguntó cansado – ¿otra vez vienes para quejarte del comportamiento de alguien para con tu hijo? – la actitud le cambió radicalmente, de estar jovial y alegre, pasó a estar totalmente aburrido.
Sam tuvo que hacer un gran esfuerzo para no rechinar los diente, la actitud que estaba teniendo su alfa estaba haciendo que la poca paciencia que le quedaba desapareciera rápidamente.
- Con todo respeto alfa, sabes muy bien porque he venido – el enfado de Sam comenzaba a ser cada vez más palpable, y a pesar de eso la actitud de su alfa seguía siendo la misma.
- Sam, ya hemos hablado esto, – el tono de voz que usó el alfa fue el mismo tono de voz que se usa cuando un niño pequeño no entiende algo – los críos a veces son demasiado idiota – le resta importancia al asunto – tú mejor que nadie sabes cómo reaccionan los niños cuando alguien es diferente. Te recuerdo que cuando anunciaste que querías ser centinela más de la mitad de la manada se burló de ti, recuerdo que algunos de ellos incluso intentaron convencerte a las malas para que cambiaras de parecer.
- ... – Sam no dice nada y deja que el alfa continúe hablando.
- Además, es normal que los niños se peleen entre ellos. Cuando yo tenía la edad de Dilan siempre estaba metiéndome en peleas. Son solo cosas de críos – la actitud desinteresada que estaba manteniendo el alfa junto a su tono burlón hizo que Sam explotase.
- ¡Mi hijo no merece ser tratado como una plaga!, alfa – Sam está tan cabreada que incluso el alfa no puede evitar tragar saliva nervioso al comprobar la magnitud de su enfado. – Puedo entender que los niños se peleen entre ellos, como usted bien ha dicho nosotros dos somos el vivo ejemplo de las peleas de niños, pero lo que no toleraré, bajo ningún concepto, es que a mi hijo lo traten como lo están haciendo.
Sam cierra los ojos e inspira un poco de aire, necesita calmarse o acabara atacando a su alfa, cosa que no le beneficiara en nada.
- He intentado entender a los niños – le asegura mientras intenta mantener su enojo a raya – les he dado tiempo para que conozca a Dilan, les he dado tiempo para que vean el maravilloso chico que es y les he dado tiempo de sobra para que cambien, pero, en lugar de cambiar, se han dedicado a torturar a mi pequeño.
Tanto Sam como su loba están cabreadas y se les nota, el color de los ojos de Sam ya no es el suyo ahora sus ojos están mucho más oscuros. Su loba está en la superficie, y Sam está haciendo un esfuerzo titánico para mantenerla bajo control.
- He tenido que ver el maltrato hacia mi hijo por parte de muchos miembros de tú manada, se apartan de él, lo insultan e incluso abusan de él. Me he callado pensando que solo eran cosas de niños, pero ya no más – le asegura con un tono amenazante – o haces algo con esta situación o te aseguro, que seré yo la que haga algo.
El alfa se queda callado mientras procesa las cosas dichas por Sam.
Él, mejor que nadie, sabe que muchos miembros de la manada están disconformes con que Sam adoptara al gato. Muchos se han ido a quejar diciéndole que un gato no debería estar entre lobos, pero él siempre ha hecho oídos sordos a la situación. Pensando que con el tiempo esas personas se cansarían y dejarían el tema.
Pensó que con el tiempo las cosas cambiarían, que esos miembros que iban a quejarse del pequeño cambiarían de parecer y lo acabarían aceptando.
Incluso cuando Sam vino echa una furia después de que se enteró de la primera agresión que recibió Dilan, él había conseguido tranquilizarla y asegurarle que solo eran cosas de niños, pero nunca pensó que estas personas llegarían a estos extremos.
- Sam, cuando adoptaste al pequeño ya te advertí que las cosas no serían fáciles – le recuerda tranquilo.
- Lo sé, – le corta – y te aseguro que las cosas no han sido nada fáciles. Pero esta situación ya ha superado mis límites. – Sam suelta un poco de aire para relajarse – ayer mi hijo no fue a la escuela por culpa de la paliza que le dieron sus compañeros el día anterior, estaba muy mal. Y te aseguro que ni siquiera pude llegar a curar todas sus heridas – una lágrima traicionera cae por sus mejillas al recordar el estado en el que llegó Dilan – ese mismo día, cuando volví de mi guardia me encontré a mi pequeño llorando en la cama con nuevos golpes. ¿En serio crees que te estoy mintiendo cuando te digo que si no haces algo lo haré yo?
Sam ya no está para bromas, está cabreada y no está dispuesta a dejar pasar esto.
El alfa intentó convencer a Sam de que todo se solucionaría, asegurándole que hablará con los miembros de la manada y que todo cambiará. Pero ella sabe que eso no es verdad, daba igual lo que el alfa les diga, en el momento en el que se dé la vuelta volverán a las andadas.
La discusión sigue por un rato, pero al final Sam se da cuenta de que no llegaran a nada, necesita un cambio, y aunque una parte de ella se resiste al cambio sabe lo que tiene que hacer.
- Por favor para – corta a su alfa mientras intenta convencerla por enésima vez de lo mismo – ambos sabemos que esto no nos llevara a ningún lado – Sam emplea un tono cansado mientras habla – nada va a cambiar – asegura ella triste.
- Sam ...
- Alfa Samuel, – lo corta otra vez – le informo de que oficialmente voy a dejar la manada. Estaré aquí un tiempo mientras busco una nueva manada para mí y para mi hijo, le aseguro que no será mucho tiempo. Si me permite – Sam se despide de su ahora ex alfa y se da la vuelta dispuesta a abandonar la habitación.
- Detente ahora mismo Sam – el tono del alfa ha cambiado, ahora usa un tono mucho más duro, no está usando su voz de alfa, pero aun así esta tiene el mismo efecto – ¿eres consciente de lo que acabas de hacer? ¿Sabes a lo que te estas exponiendo? – le pregunta con el mismo tono duro.
- Si – le asegura sin volverse.
- ¡Por dios Sam! ¡Lamento decirte esto, pero da igual a donde vayas, siempre trataran de la misma manera a tú hijo! – le grita, ahora es él el que está enfadado.
- ¡Eso no lo sabes! – le grita ella mientras se vuelve.
- Por dios Sam, ¡reacciona! ¡Tú hijo es un puto gato! ¡Es el único gato de la manada! ¡Qué coño esperabas! ¡Que todos los trataran bien! ¡Joder Sam, sabes que está en nuestro instinto! – vuelve a gritarle.
- ¡Eso no es verdad!, si estuviera en nuestro instinto, entonces yo también lo trataría igual que el resto de cabrones que hay en tú manada – Sam no grita, pero su tono duro hace el mismo efecto que los gritos del alfa.
- Maldita sea Sam, no voy a permitir que dejes la manada – le asegura – no voy a dejar que mi mejor centinela se marche por esta gilipollez.
- ¡No es una gilipollez! ¡Es mi hijo de lo que estamos hablado!
- ¡Y qué Joder! Sam, tú hijo no es más importante que el resto de miembros de la manada. Él ni siquiera debería ser un miembro de esta manada – el alfa está ahora mismo tan molesto por la actitud de Sam que ni siquiera es consciente de lo que está diciendo, pero ya no hace falta que diga nada más, con esto ya lo ha dicho todo.
El dolor que se refleja en los ojos de Sam después de escuchar que el mismo alfa al que respetaba no considera a su hijo como un miembro de la manada es suficiente para que tome su decisión.
- Hablaré con algunos miembros para que vigilen a tú hijo Sam – le dice cuando está un poco más tranquilo, aun no se da cuenta de lo que ha dicho. El silencio de Sam le hace creer que ella ya ha abandonado su idea de dejar la manada – por hoy tienes el resto del día libre, hablaré con Jonh para que te releve.
- Como usted ordene alfa – Sam tiene que controlarse para no pronunciar con burla la última palabra.
- Retírate – Sam no se molesta en mirarlo, se vuelve y sale de la sala dando un portazo. El alfa gruñe, pero no se molesta en ir a por ella.
Después de esto Sam sale de la casa del alfa echa una autentica furia, se encamina a su casa. Necesita hablar con sus padres, el alfa no ha querido ayudar, pero ella ya está decidida. Va a dejar la manada y no hay posible discusión, ha intentado razonar con el alfa, pero no ha servido de nada. Es hora de tomar cartas en el asunto.
Al llegar a la casa se encuentra con sus padres, ambos no tardan en darse cuenta del estado de su hija, rápidamente le piden a Sam que les cuente lo que pasa y ella no tarda nada en cortarles toda su conversación con el alfa. No omite nada, ni una sola palabra.
Ambos padres muestran su decepción ante la actitud de alfa, ninguno de los dos pensó que el alfa Samuel podría llegar a ser esa clase de hombre.
Ahora Sam estaba mucho más tranquila, así que habló con sus padres sobre el plan que tenía en mente.
- Voy a dejar la manada y voy a buscar una nueva manada para mí y para Dilan – les asegura.
- Sam, no sé si existirá una manada que no trate a Dilan como lo tratan aquí – interviene su madre.
- Pero – Mateo y Teresa intercambian una mirada y sonríen cómplices. – Tú madre y yo vamos a ayudarte a encontrar la – le asegura su padre.
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