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El llanto de Lydia

UN GATO CONTRA SHINRA

Capítulo 9: El llanto de Lydia


El barco se alejaba cada vez más de Junon y todos empezaron a ponerse nerviosos.

―¡Cloud aún no aparece! ―gritaba Tifa una vez que todos se reunieron en la bodega.

―Tranquila ―le decía Percy, calmado―. Cloud está aquí en el barco.

―¡Qué! ―gritaron varios miembros del grupo.

―Mis sentidos no perciben aroma alguno de nuestro líder ―decía Nanaki.

―Recuerda que yo no soy un gato, sino un chico gato, mis sentidos están más desarrollados que el tuyo. Además, ¡soy más guapo que tú! ―dijo Percy con una pose entre arrogante y coqueta.

―Concéntrate, concéntrate ―le pidió Lydia.

―Este... Sí, yo soy más guapo por ser felino y...

―No, lo otro ―insistía Lydia algo impaciente.

―¡Ah, ya!... Cloud está en este barco... Y en cuanto a eso de: "nuestro líder", Nanaki. Tengo algo interesante que contarles ―les dijo con gesto malévolo.

―¿Qué sucede? ―le preguntó Aerith.

―Pues, que los latidos de corazón de nuestro amado y sobre babeado líder ―les soltó Percy viendo con atención a Tifa, Jesse y Aerith―, indican que se introdujo al barco sin importarle cual fue nuestro amargo y cruel destino.

―¿Qué quieres decir? ―le preguntó ceñuda Jesse.

―Para ser la única con un título técnico eras la más tonta.

―¡Percy! ―le gritó Lydia.

―Quiero decir, que Cloud no sabe que estamos en este barco...Nooo, lo único que le interesa es encontrar a Sephiroth él solo, y al diablo los demás, eso es lo que quiero decir ―terminó Percy con expresión de suficiencia.

―Eso no puede ser cierto ―le atajó Tifa.

Claaaro ―continuó Percy con rostro y voz burlona―, puedes preguntarle a Cloud cuando lo veas, el seguro pondrá su carita de ángel y te dirá que no es cierto. Uno puede ser bueno para mentir, pero sabes, ¡los latidos del corazón nunca mienten!

―Tú debes ser el que miente ―le dijo ceñuda Aerith.

―Podría mentirles a ustedes, pero jamás le mentiría a Lydia. Bueno, Lydia, pregúntame.

―¿Es cierto lo que dijiste respecto a Cloud? ¿Él entró solo al barco sin saber que nosotros estábamos aquí?

―Sí, él entró al barco sin saber que nosotros estábamos aquí ―le respondió Percy mirando fijo a Lydia.

―Tenemos que encontrar a Cloud ―dijo Tifa.

―¡Esperen un momento! ―gritó Wedge―, ¿no se acuerdan lo que les dije respecto a no estar todos juntos en un solo lugar? Si Cloud está en el barco ya hablará con nosotros uno por uno, así que no la arruinen.

―Wedge tiene razón ―dijo Biggs―, lo mejor es preguntarle por separado.

El grupo aceptó y se repartieron por todo el barco, cuando Cloud los encontró uno por uno, todos le soltaron el sermón y Cloud no tuvo otra que bajar la cabeza cada vez.

―No pude ir de prisa dónde ustedes, tuve que asistir al desfile ―se excusaba cada vez.

―Pero pudiste bajar a abrirnos la puerta después ¿no? ―le contestaban siempre.

―Y lo peor es que no puedo golpearte, porque llamaría la atención ―le reñía Barret, cuando en eso, sonaron las alarmas del barco.

―¿Qué haremos ahora?

―Wedge nos dijo que no fuésemos dónde los demás soldados, sino que nos reuniéramos en la parte de atrás de la bodega en caso de haber una emergencia.

El grupo se reunió en el sitio asignado por Wedge y se preguntaron qué era lo que estaba pasando.

―Escucho ruidos de pelea y disparos ―informó Yuffie.

―¿Qué haremos, Cloud? ―dijo Tifa.

―Creo que deberíamos...

―¡Tú cállate! ―le mandó Percy―, dime, Wedge, ¿qué hacemos?

―Si entramos ahora, lo único que lograremos es ser disparados por los soldados y quien sea que les esté atacando ―razonaba Wedge―, esperemos que la pelea cese. Díganme, ¿alguien entró a la bodega del fondo?

―Sí, yo lo hice ―dijo Yuffie.

―Descríbenos el lugar ―le pidió Wedge.

―...Ya veo ―dijo Wedge, luego de oír el reporte de Yuffie―. Bien, al entrar de seguro nos encontraremos con un monstruo ya que ningún soldado salió de la bodega, por tanto, la mitad del grupo ira a enfrentarse a él y la otra mitad subirá por las rampas de la bodega, de esta forma lo atacaremos no sólo desde abajo, sino también desde arriba. Lydia, Aerith, ustedes como siempre, encárguense de las curaciones.

―¡Wedge, eres el mejor! ―gritó feliz Percy―. Bien, creo que es hora de elegir un nuevo líder... ¡Yo voto por Wedge!

―No es el momento para eso ―le dijo Jesse ceñuda.

―Al contrario ―le contradijo Percy con pose coqueta y negando con el dedo índice―, pronto nos enfrentaremos en una batalla y será desastroso no nombrar un líder después del fiasco de Cloud ¿o quieren que Cloud y Wedge den órdenes contrarias al mismo tiempo?

―Cloud no es ningún fiasco ―reclamaba Tifa.

―Sí que lo es, casi nos morimos de aburrimiento como caballo en feria esperando al oxigenado en Junon ―le contestó Yuffie, con lo que ella y Percy chocaron palmas de forma cómplice.

―Suficiente ―les cortó Barret con tono serio―, ¿tú qué opinas Lydia?

―Tú eres muy confiable, Lydia ―le dijo Biggs―, tú decides.

―Señorita Lydia, concuerdo con la positiva apreciación de Biggs ―dijo Nanaki.

―Bueno, lamento que haya una votación en este momento, pero Percy tiene razón, sería desastroso tener dos líderes, votemos.

―¡Qué! ―dijo Tifa ceñuda.

―¡No, ninguna votación! ―le siguió Jesse.

―¡Esto es injusto! ―reclamó Aerith.

―¡INJUSTO! ―siseó Percy y se plantó delante de las tres mujeres con gesto feroz―. ¿Acaso fue justo haber hecho líder a Cloud, cuando Barret no cometió ni un solo error? ¿Acaso fue justo haber elegido a Cloud sólo por ser bien parecido?

Percy estaba furioso, sus cabellos empezaron a erizarse, lo mismo que su cola que se veía gruesa y como si estuviese hecha de miles de agujas negras.

―Percy, a mí no me interesa ser el líder, yo creo que Cloud debería seguir...

―¡Tú también te callas! ―le cortó Percy―. ¡Votación!

Las chicas con excepción de Lydia y Yuffie votaron por Cloud, pero todos los demás votaron por Wedge, a excepción de Percy, quien siguió insistiendo en votar por Lydia pese a que ella no se postulaba para ser líder.

―Bueno, creo que ya es hora ―sentencio Wedge y todos entraron a la bodega.

El grupo entró con cautela a la bodega y vieron los cuerpos de los soldados de Shinra, todos ellos en el centro. Luego, una sombra se acercó, y esta tomó forma tangible... Era Sephiroth.

Wedge no se esperaba esto, pero sabiendo que era el líder, pensó con calma y con un gesto de la mano ordenó que todos asumieran posiciones.

―Insectos..., insectos que vienen a perturbarme ―decía Sephiroth con tono aburrido―. Tengo que encontrar la tierra prometida...

Sephiroth alzó la vista al techo y empezó a levitar hacia este, cuando en eso desapareció.

―¡Dónde se fue! ―gritó Cloud.

―Creo que ahora tenemos otros problemas que atender ―dijo Biggs con ojos abiertos como platos y mirando al frente. El monstruo Genova estaba delante de ellos.

El monstruo era poderoso, pero no se enfrentaba a solo cuatro enemigos por vez, sino que todo un miniejército le atacaba a la vez y sin esperar turno alguno, eso, y la táctica de ser rodeado tanto por abajo como por arriba resultó en su derrota.

―¡Escucho pasos! ―gritó Percy―, son más soldados que vienen hacia aquí

―¡Deprisa, escondámonos en la bodega de atrás! ―ordenó Wedge.

El grupo se escondió con el tiempo justo ya que varios soldados entraron donde antes se desarrolló la batalla. Los soldados decidieron requisar todo el lugar, pero la alarma del barco les indicaba que ya se acercaban a Costa del Sol y decidieron ir a cubierta.

―Esperemos a que el barco atraque y salgamos a escondidas ―les instruía Wedge y todos asintieron.

.

.

Al atracar el barco, el grupo se escabulló al exterior y se quitó los uniformes de Shinra. Rufus, el presidente de Shinra, le recriminaba a Heidegger por su ineptitud y luego se marchó en helicóptero.

Uf, la temperatura ambiente es demasiado sofocante, mi hocico se está deshidratando ―ladraba Nanaki, quien comenzaba a jadear mientras sacaba la lengua.

―Busquemos por el lugar pistas acerca de Sephiroth, reunámonos aquí en tres horas ―ordenó Wedge―, vayan en parejas.

―¡Yo voy con Lydia! ―saltaba feliz Percy―. Tú, Wedge, ve con Tifa. Tú, Cloud, con Aerith; los demás acomódense como les plazca.

Aerith ni corta ni perezosa agarró el brazo de Cloud y se lo llevó por delante, el resto del grupo recorrió Costa del Sol buscando pistas.

Luego de tres horas, todos los miembros del grupo volvieron al muelle.

―¿No podemos tomarnos vacaciones en esta ciudad de arenas doradas? ―preguntó Yuffie.

―No vinimos a un viaje de placer ―le decía Biggs quien en ese momento llegaba con Jesse.

―¿Encontraron algo? ―preguntó Barret.

―Nada, tal vez Aerith y Cloud tengan noticias ―negó con la cabeza Biggs.

―Allí vienen ―señaló Lydia.

―Esos dos son los últimos en llegar, me preguntó qué cosas estarían haciendo ―decía Yuffie con una risa extraña.

―Seguro estaban haciendo eso, o tal vez eso otro, o tal vez aquello ―decía Percy mientras tenía la mirada fija en el firmamento y con una expresión rara en el rostro.

―Cloud es un caballero, jamás haría cosas pervertidas como esas ―les criticó Jesse.

―Seguro, Jesse, seguro ―le contestó Biggs con un tono de hastio.

―¿No entiendo de qué cosas nos críticas?, ¿pues de qué cosas crees que estábamos hablando? ―le dijo Yuffie con malicia.

―Es cierto, es cierto, aquí la única con mente sucia eres tú, Jesse ―le recriminó Percy.

―No... ¡Dejen de molestar! Biggs, diles algo ―se quejó Jesse.

―Pídele a tu Cloud que te defienda ―le cortó Biggs y se fue del lugar―. No puedo creerlo, toda la caminata, Cloud esto, Cloud aquello...

―No les hagas caso, Jesse, solo les alientas ―le aconsejó Lydia.

―¿Ustedes encontraron algo? ―preguntó Barret.

―Escuchamos de alguien que se parece a Sephiroth, el cual se dirige a Gold Saucer ―les respondió Aerith.

―También encontramos a Hojo ―les informó Cloud y Aerith puso los ojos en blanco.

―¡Qué! ―gritaron los presentes incluido Nanaki quien gruñó amenazador.

―¿Dónde lo encontraron? ¿Hablaron con él? ―les interrogó Lydia.

―Lo encontramos en la playa, pero al final no pudimos sacarle información ―les dijo Cloud.

―¿No quería decirles nada? ―preguntó Tifa.

―No, solo divagaba cuando nos respondía, al final, fue una pérdida de tiempo ―les explicó Cloud.

―¿Y dónde está ahora? ―volvió a preguntar Tifa.

―Le pedí a Cloud que lo dejara ir ―contestó Aerith adelantándose al rubio.

―¡¿Por qué hiciste eso?! ―le gritó Barret, pero Aerith sólo miró triste hacia un lado.

―Ya basta, la decisión de Aerith fue la correcta ―les dijo Wedge.

―Es cierto ―prosiguió Lydia―, recuerden que vamos tras Sephiroth en una carrera contra el tiempo, no podemos darnos el lujo de perderlo para detener a Hojo y luego ver que pague por sus crímenes ante un jurado.

―Mejor vámonos ―decía Yuffie―, el mapa dice que para llegar a Gold Saucer debemos pasar antes por un lugar llamado Corel.

Barret se tensó de tal forma al oír el nombre de la ciudad, que todos lo notaron.

―¿Barret? ―le preguntó Tifa.

―Bien, ya oyeron a Yuffie, si queremos llegar a Gold Saucer debemos primero pasar por Corel, ¡así que vamos! ―les gritó Barret con una mirada que dejó claro que no quería que le preguntasen nada.

El grupo se encaminó a las montañas del noroeste y llegó a una línea ferroviaria la cual siguieron.

―Miren, allí hay una vieja locomotora de carbón ―les señaló Lydia.

―Tiene un par de vagones ¿crees que podamos echarlo a andar? ―preguntó Percy.

―Esas viejas máquinas son fáciles de operar ―decía Barret―, el problema son los frenos, tal vez ya estén gastados.

―¿Qué hacemos, Wedge? ―preguntó Biggs.

―Lydia tiene razón, estamos en una carrera contra el tiempo, pero no creo que debamos tomar el tren, así que iremos a pie ―decidió Wedge.

―¿Por qué no? ―preguntó Yuffie―, nos tomaría una eternidad ir a pie.

―Miren el mapa ―les dijo Wedge―, Corel está justo finalizando las vías, si algo malo sucede, pondremos al pueblo y a las personas que viven allí en peligro. Recuerden que nuestro objetivo es proteger a las personas.

Todos en el grupo estuvieron de acuerdo y marcharon siguiendo las vías del tren, pasado un buen tiempo, escucharon el piar de unos polluelos.

―Parecen polluelos ―dijo Cloud.

―De donde vengo se les llama comida ―dijo Percy.

―¡¿Cómo puedes decir eso?!, pobres polluelos ―le recriminó Aerith.

―Aerith ―la tranquilizó Lydia con calma―, recuerda que Percy está hablando de su época en que no era nada más ni nada menos que un gato doméstico.

―¡Es cierto! no me juzgues con patrones humanos ya que en la naturaleza no existen los malvados, todo se trata de sobrevivencia. No como ustedes, humanos, que se comen unos a otros para satisfacer su maldad, ¿acaso no recuerdas lo que hizo Shinra con el sector 7 en Midgar? ―le criticó Percy haciendo que Aerith se callase.

―Tranquilos..., tranquilos ―trataba de calmar los ánimos Lydia.

―Yo quiero ver los polluelos ―dijo Tifa y se adelantó hacia la fuente del sonido.

»¡Qué lindos! ―dijo Tifa al subir por una pendiente y descubrir el nido con los polluelos.

―¡Escucha como pían! ―decía feliz Aerith.

―Deliciosos ―dijo Percy y sucedió lo mismo que en fuerte cóndor.

―¡Oye! ―le recriminó Percy a Jesse.

―Tranquilízate, cuando lleguemos a Gold Saucer, te compraré alitas de pollo ―le prometió Lydia, y Percy se puso feliz.

―Con mucho picante, deseo babear a gusto con el picante, deseo que mi lengua se convierta en lava ―decía el chico gato.

―¡Miren, debajo del nido hay Materias! ―gritó Yuffie emocionada―. ¡Tomemos las materias!

―¡NOOO! ―gritaron las otras cuatro chicas.

―Es cierto, no podemos realizar tal acción o destruiríamos la integridad física del nido ―decía Nanaki, pero los ojos y el hocico le traicionaban ya que miraba a los polluelos con ojos abiertos como platos y babeaba mucho.

―Vámonos ―le dijo Percy, llevándoselo del lugar, pero luego el canido empezó a moverse nervioso y llorar por no saborear a los polluelos.

―Te entiendo, Nanaki, créeme ―le tranquilizaba Percy quien tenía lágrimas al borde de los ojos y se humedecía los labios con su lengua.

―¡No entiendo por qué a las mujeres les interesa este tipo de cosas cursis! ―se quejaba Yuffie enojada por no haber tomado las Materias.

Los hombres del grupo estaban de acuerdo con Yuffie, pero Wedge, miró el nido y luego acarició a los polluelos.

―Vámonos, yo pienso luchar no sólo por las personas, sino también por todas las criaturas vivas del planeta, por eso fue que me uní a Avalancha en un principio ―dijo Wedge y empezó a marchar por las vías del tren dándole un aspecto genial.

―Un hombre entre hombres ¿eh, Lydia? ―ronroneó Percy orgulloso de su amigo.

.

.
El grupo llegó a Corel, el cual, más que un pueblo, parecía más bien un campamento lleno de gente sucia y hambrienta.

Los niños corrieron dónde el grupo para pedirles limosna, pero al ver los ojos mako de Cloud y su indumentaria, corrieron de vuelta asustados. Varios hombres les cortaron el paso y parecía que se dirigían a Cloud para increparle por venir con esa indumentaria de Shinra, pero en vez de eso, se dirigieron dónde Barret y le recriminaron su presencia en el lugar.

Barret les pidió al grupo que no interviniesen y decidió recibir las críticas, incluso le escupieron y le dieron un golpe en la cara.

―Barret... ―le dijo Wedge, pero al parecer Barret no quería hablar y continuaron su marcha hacia Gold Saucer, el cual estaba a tiro de piedra de Corel, o al menos el teleférico de acceso a la ciudad flotante.

Tifa insistió de nuevo y Barret les contó su triste o mejor dicho, horrible historia, de cómo Shinra asesinó a la mayoría de los integrantes de su pueblo, hombres que se ganaban la vida extrayendo el carbón. Shinra pensó que lo mejor era acabar con la competencia de la energía mako e inventaron una historia en la cual Barret era el culpable del desastre.

Todos los presentes miraban con gesto grave al gigante o tenían lágrimas al borde de los ojos o incluso voltearon el rostro.

―¿Por qué no les dijiste a las personas de Corel lo que nos contaste? ―le preguntó Wedge con la boca seca.

―Porque de cierta forma es mi culpa, yo convencí a mi mejor amigo, el líder del pueblo, de permitir el ingreso de Shinra, nos ofrecían prosperidad y nosotros siempre fuimos pobres... Por mi culpa perdí a mi esposa, a mi amigo, pero Marlene, su hija..., al menos pude rescatarla a ella y llevarla conmigo a Midgar.

Lydia lloraba, no pudiendo dar crédito de lo malvado que podían ser los hombres, y era a ella a quien insultaban por ser gótica, cuando los verdaderos demonios recorrían el mundo con máscaras de hombres respetables.

―Lydia... ―le dijo Percy y luego la abrazó para alejar la pena de su corazón o al menos mitigarla.

El grupo entró al teleférico y subió en silencio hacia Gold Saucer.

.

.

Gold Saucer, la ciudad flotante, era un enorme, gigante campo de atracciones, donde habían innumerables eventos para entretención de los visitantes con los recursos necesarios para costearlos. El lujo y el glamur se hallaban omnipresentes por todas partes.

Tanto en Midgar como en Junon, había marcados contrastes entre la ciudad inferior dónde vivían los pobres y la ciudad superior dónde vivía la gente más acomodada, pero aquí, en Gold Saucer, la diferencia era mucho más abismal. Abajo, en Corel, la situación era tan mala, que hacía ver las ciudades inferiores de Midgar y Junon como zonas residenciales, y aquí, en Gold Saucer, todo parecía tan glamoroso.

Lydia no podía comprender tanta diferencia, parecía tan irreal, tan abstracto, tan cruel.

―¿Qué estamos haciendo? ―murmuró Lydia―. ¿Luchamos para salvar el planeta? ¿Luchamos para salvar esto?

―Lydia... ―se le acercó Wedge―. Sé que el mundo está lleno de sangre y dolor, pero también hay buenas personas como Marlene, Priscila y los demás, nosotros luchamos para protegerlos, puede que no nos guste el mundo en el que ellas se criarán, pero es el único mundo que ellas y los demás tienen para vivir, es por eso que estoy dispuesto a dar mi vida para proteger el planeta.

―Tienes razón, disculpa, resulta que no me había sentido tan vulnerable desde que acepté casarme con Beetlejuice para salvar a mis padres..., pero luego ellos, cuando regresó el fantasma, no dudaron en que me casara de la noche a la mañana con tal de ganar dinero... ¡Oh, Percy! ―se agachó Lydia sujetándose la cabeza al mismo tiempo que lloraba y Percy fue rápido a abrazarla.

―¡Ya todo eso pasó! ¡Ya no tienes de qué preocuparte! ¡Yo siempre estaré a tu lado para apoyarte y amarte! ―le dijo tierno Percy con lo que luego la besó dándole todo su amor.

Lydia abrió mucho los ojos con el beso y luego los cerró correspondiendo este.

―Disculpa, soy un tonto ―dijo Percy luego de terminar el beso.

―No, no lo eres, solo un tonto no se preocuparía por la persona que ama, solo un tonto no sufriría si la persona que ama estuviese sufriendo, solo un tonto no besaría a la persona que ama para reconfortarla ―le agradeció Lydia con una sonrisa tan hermosa, que aclaró las dudas del grupo, si es que estos tuviesen alguna, de proteger el planeta.

CONTINUARÁ...

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