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8.Bienvenida al mundo


🎵for love -10cm

🦋

El anuncio de que estaba embarazada fue un éxito, aún no pediría la baja en su trabajo y sus amigas estaban contentas de que finalmente dieran ese paso. Sana con su nuevo ascenso no había podido pasar mucho con ella en ese primer mes y hablando y discutiendo las cosas se les hizo más llevadero.

Eso sí, jamás fallaba para acompañarla a los chequeos médicos para comprobar que el bebé estuviera bien.

No obstante, extrañaba el calor de su esposa para dormir pues a veces la japonesa se quedaba en su oficina hasta el amanecer. Dahyun no entendía si su mujer se estaba haciendo adicta al trabajo o que ocurría, pero ya se estaba hartando.

Sana que no era nada tonta, ya había notado que la paciencia de Dahyun y por esto le había prometido ir a cenar para después una mostrarle una agradable sorpresa.

—Tengo miedo —exclamó Dahyun subiéndose en su coche para dejar que la mayor condujera.

—Te va a gustar, créeme —le aseguró para tapar los ojos de Kim con una venda —confía en mi, Dahyunnie.

—Con que te tomes esta semana libre es más que un regalo para mi.

Minatozaki rió nerviosa y aceleró con prisa, estaba impaciente por mostrarle a su amada la gran sorpresa que tanto esfuerzo, sudor, lágrimas y más le había costado.

Todo sacrificio tenía su recompensa y Sana estaba más que ansiosa por mostrársela a Dahyun.

—Vale, hemos llegado antes que nada no quiero que te enfades —pidió bajando del coche.

—¿Qué has hecho? —se quitó rápidamente la venda para mirar en frente suyo.

Dahyun no supo que decir porque primero tuvo que mirar varias veces y suponer que lo que pensaba era lo correcto.

¿Esa enorme casa seria suya? Kim negó con la cabeza para mirar a Sana que asentía con la cabeza sonriendo, a la espera de alguna palabra por parte de la menor.

—¡Es nuestro nuevo hogar! —gritó Sana abrazando a Dahyun que seguía congelada.—bueno por ahora lo pagaré como alquiler pero cuando reúna lo suficiente será nuestra cien por ciento...

—¿No es demasiado? Ni siquiera me has consultado nada, por algo trabajo para que nos repartamos los gastos.

Como la dejara seguir hablando, la japonesa sabía que acabaría en discusión por lo que se apresuró a hablar.

—Lo sé, es solo que...bueno ya hablaremos de cuanto me ha costado todo esto ¿no puedes celebrar mi sorpresa? ¿No te ha gustado?

Sana sentía que se le iba a salir el corazón por el miedo a que Dahyun se pusiera aún más furiosa.

No obstante, la coreana se lanzó a sus brazos besándola para agradecerle el gesto pues entendía las nobles y dulces intenciones de su esposa.

Ese sería su nuevo hogar, donde seguramente pasarían el resto de su vida si nada iba mal y dónde se criarían sus hijos porque sí, Dahyun tenía en mente una familia grande y no se sentiría satisfecha con solo uno.

—Me alegra que te haya gustado, ¿quieres verla?

—Vamos —sonrió Dahyun enlazando su mano con la de su mujer.

La casa estaba demasiado bien, en la planta baja tenía una enorme sala de estar en la que la menor ya estaba planeando cómo iría la televisión, el sofá, las estanterías...

Le fascinó la cocina y lo amplía que era, aunque lo que más le gustó fue el jardin lo veía genial para preparar alguna que otra barbacoa y espacio libre donde podrían condecorar con alguna que otra cosa. Incluso la idea de construir piscina rondaba en su mente.

En la segunda planta habían cinco habitaciones, una que estaría destinada como oficina y despacho de Sana para cuando trabajara en casa. Después habían cuatro habitaciones, la del bebé, la del matrimonio y dos restantes que colocarían como habitaciones de huéspedes por el momento.

—¿No falta el garaje? —preguntó curiosa la coreana.

Sana rápidamente negó con la cabeza, cosa que le llamó la atención sabiendo que había algo más que le parecía querer ocultar.

—Deja de bromear ¿hay otra sorpresa? —sonreía ilusionada imaginándose un piano o un oso de peluche enorme.

La mayor no fue lo suficientemente rápida como para detener a Dahyun que se quedaba sin palabras al ver el Porsche negro aparcado en ese garaje, ahora todo le empezaba a encajar.

Por eso Sana tenía una llaves nuevas, que no pudo reconocer. De ahí el excesivo bueno humor, ¡la desgraciada se había cogido un coche nuevo!

—¡Mina y Momo insistieron en regalarmelo! Ósea, Momo dijo que ya hora de que me comprara un capricho y me ayudaron a elegirlo...

—Dile a Momo que no vuelva a hacer esto, no sin antes consultármelo Sana —suspiró Kim.

Dahyun se acercó para comprobar que tenía de especial para costar tanto, pero Sana se interponía entre ella y su coche nuevo.

—Ten cuidado con él —la alejo rápidamente del coche.

La menor no se podía creer lo que estaba viendo.

—Oh, no me digas que vas a estar tan pesada como Mina y su coche.

—¿Qué? —frunció el ceño ofendida —Mina que se meta su Aston Martin por el culo, mi Porsche le gana.

Sana ya se estaba imaginando echándole una carrera de coches a Myoui, el sonido de las llantas derrapando y cómo no su victoria.

—¡Tú, Mina y Jihyo tenéis un problema con los coches!

—Créeme el mercedes de Jihyo no le hace competencia a mi campeón.

—Habla de coches con ella —le dio un leve empujón rodando los ojos.

Antes de que salieran del garaje Minatozaki aprisionó a la coreana atrayéndola a su anatomía para lamer su lóbulo, causándole escalofríos en la espalda.

—Vamos a empañar los cristales de mi nuevo coche...











😎😎













Tal y como le prometió Sana, dejó de trabajar tanto para complacer sus antojos y ayudarla a pasar su embarazo. Al principio era algo desastroso pues Minatozaki nunca había visto a Dahyun con tantos cambios de humor y peor aún constantes.

Era como si buscara alguna excusa para discutir, pero después del enfado venía la tristeza y Kim se ponía a llorar sintiéndose culpable por pelear con su esposa.

Sana siempre la abrazaba y le prometía que la entendía. Cuando tenia que trabajar, se aseguraba de que su mujer no estuviera sola en casa, bien la llevaba a casa de sus suegros o que pasara tiempo con sus amigas.

Así fue su primer trimestre, pero ya había llegado su segundo trimestre, exactamente en su semana número 19 y por lo que les habían dicho, empezaría a sentir a su bebé moverse.

Bebé que sería una hermosa niña y Dahyun y Sana seguían peleándose por qué nombre ponerle.

—No le vamos a poner Betty Boop a nuestra hija, Sana —se negaba la embarazada sentada en el sofa junto a su madre.

—Yo digo que le pongáis Jennie, mira lo bien que le ha ido a tu prima es modelo Chanel —sonreía la señora Kim cortando manzana para que su hija comiera.

La familia Kim estaba allí para ayudar al matrimonio a terminar de mudarse, pues entre el trabajo de la japonesa, el embarazo, las citas médicas y una larga lista de cosas, no habían terminado de mudarse del todo.

—Pero tener dos jennies en la familia...—suspiraba Sana terminando de meter algunas cosas en la caja.

—Tenéis que ponerle el nombre ya, escucha todo lo que decís —negaba con la cabeza el señor Kim —Minatozaki, céntrate.

—Pobre bebé, que le esperará a mi sobrina Sunghoona —suspiraba el hermano de su mujer apilando las cajas.

—¡No le vamos a poner así! —gritó el matrimonio.

Tras terminar de empacar lo restante y apilar alguna que otra caja Sana se sentó en el suelo viendo a la familia Kim turnándose para tocar el vientre de su mujer.

Todos querían sentir al bebé dando patadas, aunque eran muy pequeñas o casi no se notaban.

—Podríamos ponerle Yunjin y de apodo Jinni —soltó Sana perdida en sus pensamiento.

Más bien lo había pensado en voz alta.

—¡Ha dado una patada! ¡Esta vez si que lo ha hecho! —bramó Dahyun.

—¡Cariño graba esto! ¡Mi nieta está dando patadas! —gritaba la señora Kim.

El hombre apresurado golpeaba a su hijo para que se ocupara de grabar mientras que madre e hija sentían las pataditas dadas.

—¿Qué haces ahí parada? ¡Ven a sentir a tu hija! —tiró de su brazo el hombre acercándola a su hija.

Sana se había quedado como una estatua y tímidamente palpó el vientre de su mujer, intentando sentir a su hija mientras que miraba tímidamente a Dahyun que la alentaba a hacerlo.

Kim posó una mano sobre la de su esposa para guiarla donde sentía las patadas.

—Llámale de nuevo así, le gusta oírte hablar —sonreía Dahyun con lágrimas en sus ojos.

Por alguna razón se sentía profundamente emocionada.

—Yunjin, soy mamá —volvió a hablar —te gusta ese nombre ¿verdad?

Esta vez Sana pudo sentirlo, sentir los movimientos de su pequeña hija viendo a los ojos a Dahyun que asentía. Era un sentimiento inexplicablemente, increíble.

La japonesa tuvo que contener las lágrimas mientras que apretaba la mano de Dahyun con fuerza.















👑👑














Era la sexta o séptima ronda de esa noche, cuando sus padres se marcharon  la coreana se puso por completo en modo celo con su esposa quien no tuvo más remedio que complacer sus deseos.

Al principio pensó que esto era una ventaja, pero el deseo sexual de Kim no hacía más que incrementar y Sana tenía agujetas en sus brazos e incluso dedos. Le dolía la cadera de una manera brutal.

Si hasta había dejado de ir al gimnasio porque ya lo tenía en casa, todas las noches antes de dormir.

—Buenas noches...—murmuraba Sana cayendo boca abajo sin apenas energías.

Solo quería dormir sus ocho horas para no despertarse de malhumor.

—Buenas noches —respondió Dahyun intentando buscar una posición cómoda.

Minatozaki estaba ya entrando en un sueño profundo, cuando sintió un pequeño golpe en su espalda que la alarmó por completo.

—¿Si Sohee? —masculló adormilado

—¿Quién es Sohee? —preguntó frunciendo el sueño —¿Por qué estabas soñando con ella? ¡No soy suficiente para ti! ¡Vete de mi cama y vete con ella!

Comenzó a lanzarle y a golpearla con las almohadas que Sana tuvo que detenerla como pudo.

—Es mi clienta, es mi clienta —intentó calmarla —está casada, por favor. Te la presenté el otro día.

—Es verdad, su hijo era adorable —sonrió como si nada para darle un beso en la mejilla a la nipona.

—Da igual Dahyunnie, ¿pasa algo? —sonrió algo agotada.

—Me apetece batido de plátano, pan con chocolate y sandía con nata.

Ahí estaban sus antojos raros a media noche. Aunque nunca faltaba la sandía dentro de sus extrañas combinaciones.

—Ya vuelvo con todo lo que me has pedido —le guiñó un ojo antes de darle un beso al vientre de su esposa.

Sana se arrastró a la cocina como pudo para buscar las combinaciones que le había pedido Dahyun. Se tuvo que dar una pequeña bofetada para no quedarse dormida mientras lo preparaba.

Dahyun se sentía algo mal, es que no podía controlarse. Tras comer lo que su cuerpo le pedía o más bien ¿su bebé? Dejo finalmente que la japonesa durmiera para oírla madrugar al día siguiente.

Ella se despertó dos horas más tarde para asistir a las clases de madres porque sí, había empezado a ir por recomendación de Chaeyoung y Tzuyu que estaban a menos de un mes para que naciera su hija.

Se llamaría Sullyoon, una mezcla creada por Chaeyoung proveniente de  Seol y de Yoona.

Después estaban Mina y Momo, que se habían unido hace poco por pura curiosidad pues Hirai a penas llevaba un mes y dos semanas.

—Bro, ¿Hoy tampoco has traído a Sana? —preguntaba Chaeyoung a su mejor amiga sentándose junto a su mujer.

—Me dijo que estaba hasta arriba de casos—dijo Tzuyu recordando la última vez que hablaron.

—Su esposa es más importante ¡su bebé! Bro dile que venga, Tzuyu está aquí ¡hasta Mina que tiene una empresa!

Myoui que escuchaba la conversación atentamente rápidamente se excusó.

—Yo soy mi propia jefa.

—Sí, igualmente siempre estás ocupada —frunció el ceño Momo.

Aún así, Momo no se podía quejar acerca de lo dulce y atenta que estaba siendo con ella Mina y lo mismo podía decir Chaeyoung de Tzuyu.

—Ya...pero la he visto tan cansada esta semana. No puedo pedirle más.

—Sí que puedes. Si le dices que la necesitas Sana dejaría todo de lado por ti —le sonrió Chaeyoung.

Todas miraron a Momo, esperando que le dijera algo para alentarla pues siempre que se trataba de Sana, por alguna razón Dahyun escuchaba más a Hirai.

—Dahyun, se que te gustaría que Sana fuera bueno...más enterada de esto, pero empieza por decirle las cosas porque...

—Su cerebro no le permite pensar. Es tonta —concluyó Mina.

Tzuyu soltó una carcajada y Chaeyoung le hizo un gesto de silencio mientras que Momo regañaba a Mina por sus comentarios hacia la japonesa faltante.

—Se lo voy a sugerir.

Y cuando dijo que se lo iba a sugerir no pensó que se lo fuera a contar llorando como se sentía sola por ser la única madre sin pareja. Quizás estaba exagerando, quizás un poco mucho.

No obstante, eso no quitaba importancia al hecho de que le era difícil y eso Sana lo entendió enseguida cediendo algunos de los casos pendientes que tenía para acompañar a su mujer.

—¿La acompañas como su esposa?

—¿Es tu mujer?

—¿Eres solo su amiga?

Varias chicas rodeaban a la japonesa bombeándola con preguntas, se notaba que estaban en esa época con sus hormonas alborotadas por cómo se comían a Sana con la mirada.

¡Eran una víbora eso es lo que eran! Ahora Dahyun se arrepentía, se arrepentía profundamente de haberle dicho que trajera su ropa de deporte, dejando sus piernas y brazos definidos a la vista.

Eso solo se lo comía ella, Kim Dahyun.

—Es mi mujer, Kim Sana —espetaba la chica de tez pálida tomando el brazo de SU mujer.

—¿Ahora soy Kim Sana? —preguntó con una sonrisa traviesa.

—Cállate, que ya va a empezar la clase.

Primero hicieron unos cuantos ejercicios de yoga prenatal, Dahyun aprovechaba para dejar besos en el cuello o mentón de Sana que sonreía cada vez lo hacía.

En el proceso Sana se burlaba de Mina y Mina de ella, aunque algunas veces se reían de Tzuyu por lo graciosa que se veía teniendo que casi arrodillarse para llegar a la altura de Chaeng.

Para finalizar hicieron unos cuantos ejercicios para prepararse para el parto y el terror se hizo presente en el cuerpo de Sana. De solo imaginarse en la situación se mareaba.

—Adiós señorita Kim Sana —se despedían las mujeres de Minatozaki con la clase acabada.

—¿Cómo que Kim? —repitió Tzuyu.

—¿Kim Sana? —frunció el ceño Momo viendo a su mejor amiga —¿Desde cuando eres Kim?

—Eso mismo me preguntaba yo...—reía la japonesa viendo a su molesta esposa.

—No te pega nada ese apellido —bufó Mina.

—Igual me queda mejor Myoui, ¿le preguntamos a tu madre?

Tzuyu y Momo rápidamente tuvieron que intervenir para que no pelearan las dos niponas.

Por otro lado, Chaeyoung y Dahyun charlaban sobre cómo llevaba el embarazo Son estando en su última etapa.

—Estoy más que lista...Nayeon me ha dado muchos consejos para que no me ponga nerviosa —explicaba a su amiga —bro, en cuanto menos lo pienses vas a tener que estar abriendo tu vagina para que una cabeza salga de ahí abajo.

—Dios. Bro si lo dices así me da más miedo ¿no vas a preferir cirugía para que...?

—Si veo que se me complica pues tocará —se encogía de brazos.

No tuvo tiempo de replicarle a su amiga pues Tzuyu la sujetaba por los hombros para marcharse.

—Vámonos antes de que te contagie los celos.

—¡Eh que yo no soy celosa! —le gritó a Chou que le sacaba la lengua.

A ella tampoco es que le faltara mucho, sentía algo de miedo pues era su primera vez y no sabía si su cuerpo iba a aguantar tantas horas de dolor y de...solo la idea la asustaba.

Aunque la idea de que Im, gran llorona, Nayeon hubiera parido y estuviera considerando tener otro en un futuro lejano le hacía sentir que realmente valía la pena ese sufrimiento para un gran mayor y ese era sujetar a su hija entre sus brazos.












😗😗









Todo había pasado tan rápido que Sana sentía que iba a vomitar, la señora Kim intentaba calmarla dándole palmaditas en la espalda y el señor Kim estaba cruzado de brazos moviendo la pierna frenéticamente.

Avisaron de algo, por lo que la madre de Dahyun ingresó a la sala por petición de esta.

Lastimablemente  sus amigas no podían asistir por obvias razones. Tenían sus problemas y vidas, pero todas estaban atentas a cualquier indicio del SaiDa.

El NaJeong estaba lidiando con Haewon a quien le habían empezado a crecer los dientes, Jihyo y Sejeong tenían dificultades pues las gemelas Kyujin y Jiwoo habían enfermado recientemente.

Momo estaba embarazada y no podía presentarse allí como si nada, Mina cuidaba de esta y por último Chaeyoung y Tzuyu ya estaban en su hogar con la recién nacida Sullyoon.

—Señorita Minatozaki, ¿Desea pasar para ver a su mujer?

—Emm —Sana dudo para después ver que el padre de su esposa le hacía una señal de que siguiera a la enfermera —Quiero pasar a verla.

Se colocó la indumentaria requerida para pasar a ver a Dahyun quien estaba abierta de piernas, sudores fríos recorrían el rostro de la chica mientras que sujetaba con fuerza la mano de su madre tomando aire e intentando empujar.

Aquella imagen y el hecho de que le pudiera pasar algo malo durante el parto le revolvió por completo el estómago a Sana. Quien se tambaleó aún más al ver la sangre y los guantes del médico.

—¡Mamá puedo hacerlo pero coge a Sana porque se está desmayando! —gritaba del dolor Dahyun apretando su mandíbula.

Y era cierto. Estaba apunto de desmayarse pero tenía que mantenerse firme.

—¡Qué haces aquí!

—¡Apoyarte! ¡No sé que hacer! —decía Sana acercándose.

—¡Pues vete! ¡Vete!

—¡Solo quiero ayudarte! Oh mierda, eso como se puede abrir tanto...

—¡No me ayudas!—exclamó entre llanto y dolor.

Dahyun sentía que se le iba a dar la vida en ello y Sana fue sujetada por varias enfermeras al ver que se caía hacia atrás.

—Empuje una vez más Kim Dahyun —avisaba el medico.

—¡Vamos Kim Dahyun! —repitió Minatozaki con los ojos entrecerrados.

—¡Esto no es un jodido partido de fútbol! ¡Mierda Sana! ¡La próxima vez llévalo tú!

La discusión se paró por completo. Todo el mundo se detuvo para las dos madres al oír el llanto de un bebé. Eso significaba que ya lo había hecho. Dahyun había dado a luz a Minatozaki Yunjin.

Ese diecinueve de agosto, en una calurosa madrugada nacía la hija tanto de Sana como de Dahyun.

Como el protocolo lo indicaba, tanto la señora Kim como Sana tuvieron que abandonar la zona teniendo que esperar un rato más para que los profesionales comprobaran que todo había ido como debía y que ni Dahyun ni la pequeña Jinni o Yunjin hubieran sufrido algún accidente durante el parto.

—¿He llegado tarde?

Sunghoon corría por el pasillo del hospital aproximándose a su familia.

—Ha ido bien, ha ido todo bien —explicaba la señora Kim a su marido e hijo —nuestra Dahyun lo ha hecho bien.

—¿Y a esta que le pasa que no habla? —gruñó Sunghoon señalando a la japonesa.

Sana estaba retraída mirando por la ventana, viendo que aún no se alzaba el sol pero ya había indicios de que no faltaba mucho para ello.

—Déjala —regañó el señor Kim. Sentía empatía por la chica.

Estuvieron media hora o más esperando hasta que finalmente les dieron la señal de que pasarán.

Y Sana al pasar a la sala donde se hallaban su esposa e hija no pudo evitar sentir su corazón estrujarse de tanto amor y euforia  que sintió viendo a Dahyun con la pequeña Jinni reposando sobre ella.

Caminó con las rodillas temblando y cuando estuvo a unos pocos centímetros de Dahyun que le sonreía asintiendo con la cabeza para que se acercase a cargarla, no aguantó más.

La nipona cayó de rodillas enlazando su mano con la de su mujer tomándola con ambas manos para llorar desconsoladamente sintiendo las caricias de Kim en ella.

—Gracias, de verdad muchas gracias Dahyunnie. Gracias por darme a Yunjin y por ser mi esposa.

—¿Qué estás diciendo? Me vas a hacer llorar —se mordía el labio la menor intentando ser fuerte. —háblale, ahora puede escuchar mejor tu voz.

Sana con las manos temblorosas se limpió las lágrimas, cargando entre sus brazos a su hija. Su propia hija. Tendió una de sus manos para acariciar con la mayor delicadeza del mundo el rostro de su recién nacida.

Era tan pequeña y adorable que sentía que volvería a llorar.

—Hola Yunjin, bueno Jinni, esta soy yo tu mamá ¿recuerdas mi voz? —empezó a hablarle con un tono suave y dulce —Soy yo, mamá. Y ahí está tu mami que ha hecho un trabajo muy bueno dándote a luz, ¿a qué es hermosa? Para mi la que más, tú y yo tenemos muchas cosas por hacer, primero visitaremos a mi mejor amiga Momo, se va a morir al verte de lo adorable que eres y también a tus tías que se mueren por conocerte —rió imaginándose la situación —pero bueno aquí al otro lado tienes a tus abuelos que también te quieren mucho y a su lado al pesado de tu tío...¿quieres conocerlos?

Caminó lentamente de no hacer ningún movimiento brusco para dejar que los padres de su mujer la tuvieran en sus brazos, Sunghoon parecía preferir solo observarla.

—Papá no llores tú también —sollozó la menor de los Kim.

Y había podido aguantar las lágrimas con Sana, pero al ver a su familia entera emocionada y entre lágrimas no pudo contenerse más.

—No estamos llorando, nos sudan los ojos —se negó Sunghoon con un nudo en la garganta.

—Dios ha oído mis plegarias, mira lo bonita que es...—decía con completo orgullo si madre —quiero cuatro nietos más.

Esta frase hizo reir a todos, mientras que la mujer le entregaba de nuevo su hija a los brazos de Dahyun quien admiraba a su bebé sin poder creerse que por fin tenía a su hija con ella.

—Felicidades Minatozaki —sonreía el hombre estrechándole la mano con fuerza.—ahora tienes una familia a la que cuidar.

—Sí, gracias señor Kim.

Dahyun sonrió contenta por la interacción entre su mujer y su padre. Era la primera vez que lo veía sonriéndole a Sana.

—Cuidare de Dahyun y de Jinni...—susurró para si misma viendo a ambas descansar.

Haría hasta lo imposible por cuidar a su familia de todo lo malo del universo. Ahora que era madre, tenía un muy largo camino que recorrer tomada de la mano eso sí, siempre de Dahyun.



🙂
más tarde lo edito y reviso errores <3

hago maratón???
de cada familia y su rutina etc??

Sana está siendo demasiado feliz)? 🧐

Ahora sí se viene lo bueno.

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