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5.No digas que no

La mujer se cruzó de piernas tirando los dados para después mover la respectiva ficha a su lugar. Le encantaba pasar la mañana chismorreando en la entrada de su jardín con sus amigas y con la radio puesta para enterarse de las últimas noticias.

Y no solo noticias globales, los chismes del barrio eran importantes y la señora Kim se entretenía oyendo de cómo sus amigas se enteraban de todo. Era divertido criticar las desgracias ajenas.

—Mi querido hijo por fin va a tener el segundo bebé —explicó una de las señoras.

—¿Segundo? ¡Mi hija ya va por el tercero! Tener nietos es lo mejor, siempre que nos visitan la casa se ilumina —concordó otra de sus amigas.

—¡Basta! Me ponéis celosa, mi Dahyun sigue sin hacerme caso...—resopló la señora Kim.

Llevaba un buen tiempo pidiéndole ese deseo, incluso en el  día de su cumpleaños con Sana delante le dijo que quería de regalo nietos, muchos nietos. El mismo día la japonesa casi se ahoga comiendo tarta al oírlo.

Sentía que se iba a morir sin conocer a sus nietos o que no podría experimentar la sensación de ser abuela.

—Pero ya sabes que tu hija es más lenta para esas cosas...¡además ya tienes bastante suerte! Su esposa es guapísima y apuesta —intentó animarla su amiga.

—Tiene razón, Dahyun es buena chica y se ha ganado la lotería con tu yerna, es guapa, es amable y abogada. Estoy celosa...

—Es verdad. Siempre que le pido que vengan a comer convence a Dahyun para venir y me trae regalos siempre que lo hace —rió sintiéndose mejor.—imagínate la bella genética que tendrán mis nietos.

Y hablando de eso, las tres mujeres vieron como un coche blanco pitaba en su dirección, pegándoles un buen susto.

Era el coche de Dahyun.

Su hija estaba sentada de copiloto mientras que Sana conducía, asomándose por la ventana saludando sonriente a las tres mujeres mayores.

—Ves, Kim Miran —ese era el nombre de la señora Kim, madre de Dahyun— Dios te ha escuchado.

Y hablando De Dios, la pobre Dahyun se había mareado tanto en el coche que había entrado corriendo a su hogar siendo perseguida por su madre preocupada, pues su hija siempre saludaba a sus amigas y la abrazaba.

—¿Por qué no me has avisado que vendrías? —preguntó tocando a la puerta de su propia habitación.

—Mamá...—Dahyun tenía una mirada triste.

Su madre rápidamente reconoció ese tipo de estado en su hija, solo mirándola podía sospechar que algo andaba mal. Era como si llevara algo adentro y no pudiera con él.

Podía reconocer esa mirada de culpa. Seguía teniendo esos ojitos de cachorrito abandonado, le recordaba a cuando de pequeña no quería mostrarle sus exámenes.

—Voy a cerrar la puerta, no quiero que nadie escuche.

—¿Qué pasa cielo?

—¿Papá no está?

—No, se ha ido a pescar temprano no tarda en volver —intentó tranquilizarla sobando su espalda —y Sana no creo que entre en un buen rato esas dos la tienen ocupada.

Dahyun comenzó a jugar con sus manos nerviosa, no tenía la valentía para mirar a su madre a los ojos.

—Mamá yo...estoy embarazada.

Aquello tomó por sorpresa a la señora Kim que abrazó emocionada a su hija, su alegria era tan inmensa sentía que se había ganado la lotería.

—¡Gracias Dios! ¡Gracias! ¿Por eso habéis venido? Felicidades, hija. Tu padre le costará al principio, pero luego...

—No mamá —cortó, no dejándola hablar —se suponía que solo vendría yo pero Sana ha insistido.

—¿Y qué hay de malo? ¡No puede ser! ¿El hijo no es de...? —la mujer sentía que se iba a desmayar.

Dahyun rápidamente negó tomándola por los hombros para esta vez ser ella quien relajará a su madre.

—No, mamá, Dios no. Jamás haría eso. Lleva solo el ADN de las dos, el problema es que...—la chica bajó la cabeza para soltar un sollozo —no sé cómo decírselo a Sana, creo que ya no quiere tener hijos.

La pobre muchacha rompió a llorar, siendo reconfortada en los brazos de su madre, quien la abrazaba con fuerza dejando que llorara cuanto quisiera.

Necesitaba soltar toda esa desesperación con la que había cargado desde que se enteró de que estaba embarazada.

—Cariño, sé que tienes miedo, pero tienes que decírselo. Yo estaré aquí apoyándote, diga lo que diga aquí me tendrás —dijo limpiándole las lágrimas —como tu madre te digo yo que no creo que Sana reaccione mal. Es un poco nerviosa con todo, pero esa chica te ama y vela por tu bien.

—Se lo diré después de comer entonces —se decidió sonriéndole a su madre —¿Sana sigue fuera?

Madre e hija fueron al patio de su jardín, observando a la japonesa manteniendo una charla con las dos mujeres mayores que parecían fascinadas con su presencia.

—Te veo algo más cansada, no dudes en pedirme lo que necesites Sana. Puedo prepararte lo que quieras.

—Calla, calla. Deberías probar mi comida. Ven a mi casa a comer algún día, no seas tímida —dijo la otra mujer.

—No hace falta, gracias por la invitación —negaba algo timida.

—¡Dejadla en paz! Anda pasa Sana, aléjate de estas dos brujas —la tomó del brazo la señora Kim oyendo quejas por parte de sus amigas.—se acabó el cotilleo mi hija y su mujer tienen que comer.

Dahyun cruzada de brazos se despidió con la mano de las dos señoras para luego darle una mala mirada a su esposa y rodar los ojos.

Sabía que la nipona era atractiva y era un imán de mujeres. Pero ya era pasarse que hasta las amigas de su madre, sus vecinas casas con hijos y todo le coquetearan o así lo sentía Dahyun.

Sentía que no podía quitarle los ojos de encima ni un segundo porque ya tenía a tres chicas pidiéndole su número de teléfono o redes sociales.

—Son las amigas de mi madre, enserio Sana —espetó fingiendo estar enojada.

—¡Solo estaba siendo amable! —suspiró excusándose.

Sana tímidamente abrazó a su esposa por la espalda enredando sus brazos pro la cintura, aprovechando que su madre no las estaba viendo.

Dahyun notó las acciones de la mayor y se giró un poco esperando el beso de la japonesa.

—¿Papá? —llamó la menor al ver a su padre sentado en el sofa leyendo el periódico.

No sabía en qué momento había llegado o desde cuándo estaba ahí.

—¿Señor Kim? —se asustó Sana soltando a Dahyun de inmediato.

Como la viera abrazando a su princesita la mataría ahí mismo. Incluso después de haberse casado, Sana seguía teniéndole miedo a su suegro.

—¿Cuándo has llegado, cariño? —preguntaba esta vez la mujer mayor.

—Hace poco, he entrado por la puerta trasera —explicó sin despegar sus ojos del periódico.

El hombre vio como la pareja iba a la cocina a ayudar a su esposa a cocinar. Quizás el se acercaría a echar una mano después. Se quedó mirando a su hija sintiendo algo de impotencia para luego ver a Minatozaki.

¿Por qué estaba tan serio y malhumorado? Quizás, si no se hubiera quedado escuchando la conversación de su esposa e hija, no lo estaría tanto.












🙃🙃











Por alguna razón Sana se sentía incómoda, quizás era por las miradas continúas del señor Kim o quizás porque Dahyun no paraba de mover la pierna como si estuviera muerta de los nervios.

La única que intentaba hacer las cosas más llevaderas era la madre de su esposa, quien le preguntaba a Minatozaki sobre sus últimos casos y si no le había resultado pesada la semana.

Todo fue a peor cuando la mujer se levantó con la excusa de que le daría el mejor postre del mundo por su visita sorpresa que le había alegrado el día.

—Dahyun, ven a ayudarme —llamó a su hija que rápidamente se levantó.

La japonesa le rogó con la mirada que no tardará mucho pues sentía que su padre la iba a matar allí mismo como respirara o hiciera una de sus tantas tonterías.

—Bueno...¿cómo se pesca? ¿Con un pescador? —fue lo primero que soltó de lo nerviosa que estaba ante la mirada del adulto.

—Con una caña de pescar, ya te llevaré a ti y a Sunghoon cuando pueda —le aseguró el hombre estando completamente serio.

—Sí, eso sería genial.

"Eso será horrible, será mi muerte, seguro me van a ahogar en el mar y harán que fue un accidente" pensó sonriendo falsamente hacia su suegro que seguía mirándola fijamente.

—¿Tú ya quieres tener hijos? —preguntó de la nada el mayor.—Qué harías si Dahyun estuviera embarazada.

—Ehh, pues no sé, la verdad yo —ni siquiera pudo terminar de hablar.

El señor Kim se había levantado de su asiento con intenciones de tomarla por el cuello de su camiseta, Sana había sido rápida y lo había esquivado asustada.

Encima, volvían Dahyun y su madre que rápidamente se interpusieron sin saber lo que había pasado.

—¡Cómo que no sabes! ¡Lo tienes que tener claro y hacerte responsable de lo dices! —gritó su padre siendo sujetado.

—¡Baja la voz! ¿Qué te pasa? —frunció el ceño la mujer mayor.

—¿Qué pasa? ¡Pues que está idiota no quiere hacer frente a sus problemas! ¡Cumple con lo que me dijiste! Dijiste que cuidarías y amarías a mi querida y única hija —seguía gritando mientras señalaba a la asustada japonesa.—¡Tu esposa está embarazada idiota y no te das ni cuenta!

La pobre nipona que no entendía ni la mitad de lo que ocurría miraba a su mujer confundida, escondiéndose tras ella que se molestó al oír aquello.

Hasta se le había puesto la cara roja de la rabia por las palabras de su padre hacia su querida japonesa.

—¡Papá! No te atrevas a ponerle la mano encima a Sana, ¡es nuestra relación no te metas! Ya no soy una niña.

—¡Pues díselo! ¡Díselo! —metió prisa el hombre.

Ignorando los gritos de sus padres que comenzaban a discutir, Dahyun tomaba con sus temblorosas manos las sudadas de Sana, seguramente del miedo y la tensión.

Se sentía de lo peor teniendo que decírselo de esa manera y no para nada como lo había estado planeando.

—Sí que había funcionado Sana.

—Espera...¿entonces al final sí? —palideció Minatozaki.

—Sí, estoy embarazada.

La familia Kim guardó silencio, Dahyun se quedó mirando a Sana que simplemente acarició la mejilla de su esposa para después sonreírle dulcemente.

La extranjera soltó un largo suspiro para después esbozar una sonrisa.

—Dahyunnie eso es...

—¿Si?

—Bueno.

"No ha reaccionado tan mal" pensó la menor de los Kim sonriendo a la espera de alguna palabras mal.

No obstante, no tuvo tiempo de hacer otro comentario pues su rostro se había puesto más pálido y de un momento a otro se derrumbó sobre el sofá de golpe, desmayándose.

—¡Sana! —chilló asustada —¡Sana despierta!

Sin poder contenerse, la coreana comenzó a llorar sobre el desmayado cuerpo de su esposa.

—¡No respira! —bramó desesperada.

—Pues claro que no respira hija, si la estás aplastando quítate de encima —la apartaba su madre —mejor ayúdame a ponerla en el sofa.

El hombre se acercó a ayudarle, pensó que sería lo mínimo que podía hacer al ver lo asustada que estaba su hija y por los lagrimones que salían de esta. Lucía ansiosa.

—No está muerta Kim Dahyun, deja de llorar —regañó su padre.

—¡Es tu culpa!

—No contestes a tu padre niña.

—No soy ninguna niña —respondió molesta.

Era la primera vez que Dahyun se enfrentaba a su padre, estaba dejando sorprendida hasta a su propia madre la valentía que estaba teniendo al hablar con él y más de esa forma tan agresiva.

La señora Kim suspiró yendo a por un vaso de agua para su nuera oyendo a padre e hija discutir. Echándose la culpa.

Como si no fuera suficiente con lo que ya estaba montando, se abría la puerta dejando ver a un joven alto, Sunghoon entraba sonriente y alegre sin tener ni idea de lo que ocurría en la casa de sus padre.

—¡Sorpresaaa! El hijo favorito ya está aquí para comer, me he escapado del trabajo —decía entrando con los brazos abiertos.

—¿Sorpresa? Tu hermana está embarazada —soltó el señor Kim con el ceño fruncido.

—¿Qué? ¡Donde mierda está la imbecil de Sana! —gruñó apretando los puños.—duele mamá

Gimió de dolor el chico siendo tirado de la oreja por su madre mientras que golpeaba su espalda también. No era el momento de hacer bromas y ya suficiente tenía con el show montado.

—Tu hermana está llorando pedazo de insensible. Ayúdala.

—Soy médico, tranquilidad —hizo el ademán de ir a la cocina para volver con otro vaso de agua fría.

Sunghoon vertió el contenido del vaso en el rostro de la inconsciente japonesa, ganándose los gritos tanto de su hermana como de su madre. Su padre soltó una pequeña carcajada mientras negaba con la cabeza.

No había funcionado tampoco.

—Sana, Sana, despierta —intentaba despertarla entre lágrimas golpeando su mejilla.—Vas a llegar tarde.

La llamada, abrió los ojos lentamente acomodándose en el sofa para levantarse con cuidado teniendo la mirada de toda la familia Kim sobre ella.

Se sentía perdida y algo mareada aún.

Más bien era como si un camión le hubiera pasado por encima y luego hubiera salido de fiesta durante dos días.

—He tenido un sueño rarísimo —fue lo primero que dijo para luego ver a su alrededor.

Ahí fue cuando se dio que no había sido un sueño ni ninguna pesadilla, era una realidad.

—¿Quieres ir a casa para hablar tranquilamente? —le preguntó Dahyun enlazando sus manos.

Sana asintió con la cabeza tímidamente, estaba algo avergonzada.

—Las manos donde pueda verlas Minatozaki —espetó Sunghoon recibiendo una mala mirada de la pareja.

—No hemos terminado nuestra conversación —señaló el señor al SaiDa.

Sin embargo, la señora Kim volvía con una escoba de la cocina para amenazar con ésta a los dos hombres alejándolos del joven matrimonio.

—Nadie va a arruinar mi sueño de ser abuela ¡así que cuidado!

Ambas se miraron soltando una risita al ver a los dos tan asustados como la actitud de la mujer, hicieron una reverencia como disculpa pues tenían prisa.

Tenían mucho de lo que hablar.









❤️‍🩹❤️‍🩹








Al llegar a casa se habían sentado en el sofa y Dahyun había insistido en buscar algún indicio de herida o golpe en la anatomía de Sana, aunque ésta dijera que no sentía nada la menor volvía a dejarle en claro que de todos modos irían al médico.

Nunca se sabía cuando se trataba de un golpe en la cabeza. Dahyun era bastante precavida con aquello, la protagonista sabía de sobra lo cuidadosa que era.

Sana se quedó viendo en silencio a Dahyun, quien parecía intentar querer leerle el pensamiento mientras sentía las caricias por parte de la japonesa en su rostro que le sonreía débilmente.

—¿Ha sido duro? —preguntó de la nada.—Lidiar con la notica del embarazo, trabajar, cocinar, limpiar...

De la nada, Sana hizo un puchero, sus ojos brillaban mientras sus lágrimas comenzaban a deslizarse sobre sus mejillas.

—Lo siento Dahyunnie, te he dejado sola —sollozó colocándose de rodillas —deberías de haber dejado que tu padre me matara.

—No digas eso Sana, no vuelvas a decirlo. No tenias ni idea. No tienes la culpa de nada ¿recuerdas lo que dijimos? A veces no todo depende de ti —se negó jalandola hacia su anatomía para abrazarla —no llores, no has hecho nada malo. Si tú no quieres que tengamos...

—¡No! ¡Si quiero! ¡Quiero tener un hijo y comprar una casa y tener otro perro! —dijo con cierta impotencia —pero también tengo tanto miedo a fracasar, a fracasar como esposa, como madre Dahyun...

—Te gusta cargar con todo tú sola, yo no tengo ni idea de cómo es ser madre y estoy segura de que cometeremos errores, pero es algo normal —explicaba con calma acariciando los nudillos de la mano de su esposa —lo importante es aprender de ello y que nuestro bebé crezca rodeado de amor. Estoy segura de que tienes mucho que darle ¿no?

Sana asintió levantándose y buscando pañuelos tanto para ella como para Kim.
Algo más calmada besó la frente de su esposa que la miraba aún un poco preocupada por su veredicto final.

—Sí. Aunque No tengo solo amor solo para nuestro bebé, para ti también —aseguró haciendo levantar a su mujer del sofá de la felicidad.

La coreana abrazó con tantas fuerzas a su amada que temió que se volviera a desmayar. Sana por otro lado le sonreía emocionada con la idea. Tenía tantas preguntas y tantas dudas. Sabía que sería un camino largo y que los nueve meses no serían para nada fácil.

No obstante, mientras que estuviera Dahyun ahí para ella todo se le haría más fácil.









🚔
A MENOS DE UNA HORA DE NAYEON SOLO ESTO ES UN REGALO POR MI FAV

en fin

PREGUNTAS:

-Podrá el Saida con el desafio de ser madres??

vamos Nayeon

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