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3.Traumas

Faltando meses para que entrara a la universidad su madre le anunciaba que se mudaría al extranjero con sus hermanos. Sana en un principio lo entendió, la mujer estaba tan harta de su vida en esa ciudad la cual le traía recuerdos atroces y sentía por una parte que era su culpa.

La señora Minatozaki necesitó terapia tras el incidente de Sana, terminó prometiéndole que sería completamente responsable de ella y que le enviaría el dinero, a parte de que su padre tenía también la obligación con su educación.

Sana no recuerda muy bien el día de su despedida, de hecho ni siquiera quiere recordar como se despedía de sus dos hermanos pequeños entre lágrimas.

Las cosas se le complicaron un poquito a Sana, sobretodo cuando cumplió los veinte. Su madre había empezado a ignorarla al igual que su padre. La habían dejado sola a la deriva y debía de empezar a trabajar por su cuenta.

Por suerte siempre contó con sus amigas que estuvieron para ella en momentos como esos. Sobretodo Momo, que la invitaba a su casa en todas las vacaciones para que no la pasara sola.

El día de su cumpleaños número veintitrés, fue a visitar la tumba de su abuela como de costumbre. Esta vez sola, pues no le gustaba mucho o más bien se entristecía más de los normal en ese día.

Lo que no se esperó para nada fue ver a su madre con unas gafas y vestida de negro ahí, pensó que estaba soñando, pero cuando la señora Minatozaki le sonrió algo débil supo enseguida que era ella.

—¿Tienes tiempo para tu madre? Por tu cumpleaños puedo invitarte a cenar algo.

Sana dudó, pero se sintió completamente sumisa con la idea de pasar tiempo con su señor madre, incluso si era un sueño. Quería verla.

—Tendrás muchas preguntas. Yo solo tengo como respuesta un lo siento.

—Tampoco es algo nuevo, ni tú ni mi padre os importó criarme —suspiró Sana dándole un trago a su bebida.

—He tenido problemas con el alcohol Sana. Volví a beber, por eso dejé de enviarte dinero estaba en rehabilitación.

Minatozaki tragó saliva. Por lo poco que sabía, o recordaba, su madre tuvo problemas con la bebida desde que ella nació. No fue hasta que nacieron sus hermanos que pareció controlarse.

Sana rió para sus adentros. Sus primeros años de vida habían sido una mierda.

—¿Y los niños? Los abandonaste como a mi.

—No, han estado con una tía por parte de tu padre. Quizás él se mude con los niños pronto, quiere la custodia.

—Y tú que harás —inquirió sirviéndose más.

Por alguna razón todo aquello le estaba acelerando el corazón, de la peor manera era como si no pararan de caer malas noticias. Era demasiado para ella.

—Quería decirte unas cuantas cosas antes de irme —inició dándole una mirada con tristeza a su hija —yo nunca quise tenerte, tu padre me obligó a quedar embarazada tan joven. Cuando naciste te di la espalda dos días, pero la culpa me comía la cabeza.

Sana simplemente se quedó en silencio, esperando a que continuara. La mujer nunca antes se había abierto tanto con ella antes.

—Sentí que todos mis sueños y metas se fueron cuando te tuve. Te echaba la culpa de todo. Supongo que por eso siempre fui tan dura contigo, lo siento. Pero me empece a acostumbrar a ser madre y con el nacimiento de tus hermanos empecé a amar más ser madre —explicó bajando la mirada —¿quieres un consejo Sana? No tengas hijos.

—¿Eso es todo lo que tienes que decir? —contestó Minatozaki levantándose de su asiento —me dejas sola, no contestas a mis llamadas en años y ahora sales con que ¡nunca quisiste tenerme! ¡Vete a la mierda!

—Lo siento Sana, espero que un día puedas llegar a...

—¿Perdonarte? No mereces ni que te llame madre.

—Tengo otra cosa que decirte, Sana, por favor.

—No quiero escuchar más. Nada más de ti.

Dicho esto, Sana tomó su abrigo y aceleró el paso sintiendo un dolor inmenso en su pecho. Se sentía enfadada, pero también dolida.

Siempre pensó que su madre la quiso, al menos un poco. Era cierto que tenía favoritismo, pero nunca llegó a pensar que lo hacía por pena o mucho menos por obligación. Eso era lo que le rompía el corazón.

No bastaba con el sufrimiento que ella misma se propinaba culpándose por el dolor de su mamá, le dolió aún más enterarse que incluso su propia madre lo hacía.

La culpaba a ella de sus desgracias.

Ese día, Sana volvió a su apartamento destrozada. Se paso la noche llorando sola hasta que llegó Dahyun y al verla acurrucada en el sofa tan quieta se preocupó enseguida.

—Amor —pronunció sentándose a su lado con sutiliza —¿qué ha pasado?

Dahyun tomó el rostro de la japonesa entre sus dos manos fijándose lo rojos e hinchados que tenía los ojos. Su corazón se partió a la mitad al verla tan vulnerable.

—¿Algo malo?

Sana asintió rompiendo en llanto para sentir como enseguida Dahyun la envolvía entre sus brazos apegándola a su anatomía.

La japonesa sollozó y la abrazó con fuerzas ocultando su rostro en el hombro de la menor. Sentía que podía volver a respirar.

—Quedémonos...quedémonos así un buen rato —pidió Sana aferrada a la coreana que asentía abrazándola con fuerzas.

Era lo único que necesitaba en ese momento.








🔅🔅















Unos meses más tarde se enteró de la muerte de su madre. Se lo anunciaron en llamada como si nada. Tuvo que salir corriendo del trabajo, aún con su traje negro puesto hacia el lugar para asegurarse de que no era una broma.

Cuando llegó al lugar no pudo evitar sentir rabia y tristeza mezclada. Rápidamente algunos familiares se acercaron a darle sus condolencias.

No obstante, Sana apretando los puños miró entre lágrimas la foto de su difunta madre.

—¿Por qué has muerto? ¡No es justo! Por qué has traído al mundo a tus hijos, ¿solo para sufrir? ¡No tienes derecho a morir! ¡Tienes que vivir! —bramó a todo pulmón mientras era sujetada.

Le ardía la garganta de gritar con tantas fuerzas.

—Muestra algo de respeto, como se nota que no has madurado —su padre la fulminaba con la mirada.

Junto a el hombre estaban Sunmi y sus dos hermanos pequeños confundidos y asustados. Dongpyo y Chaewon lucían mucho más mayores, pero seguían siendo unos niños.

—¡Sana! ¡Llévanos contigo! Queremos vivir contigo —rogó Chaewon aferrándose  a su hermana mayor.

La japonesa tragó saliva. No sabía si podía hacerse cargo de ellos, tendría que consultar antes a Dahyun. No era algo que pudiera elegir sola, sabía que Kim no se negaría.

No obstante, no era fácil criar a unos niños. Tendría que trabajar el triple y ocuparse de ellos. Era demasiado joven para empezar, era una responsabilidad mayor. No estaba a la altura.

—Por favor, extrañamos vivir en casa —asintió Dongpyo abrazándola.

—Mocosos...yo no sé si...—Sana no era capaz de formular palabra.

—Es suficiente. Hemos venido a dejar unas flores. Vámonos —espetó su padre.

Una mujer apareció a su lado. Sana pudo detectar al instante que sería abogada por la mirada que tenía. Sabía reconocerlos.

Esta de posicionó a un lado de la familia haciendo una reverencia.

—La ultima petición de su madre fue que su padre fuera quien cuidara de sus hijo —explicó para ver a la hija mayor —¿Va a objetar algo señorita Minatozaki?

Sana miró a los dos niños expectantes para después bajar la cabeza y negar.

—No. Estoy de acuerdo.

—Pues voy  a cambiarles el apellido. Me volví loco al dejar que llevaran primero el apellido de su madre —hablaba en voz alta  arrastrando consigo a sus hijos.

Dongpyo pataleaba siendo cargado por el
hombre mientras que lloraba, al igual que Chaewon que era tomada de la mano por Sunmi.

La mujer ni le dirigió la palabra a Sana. Solo hizo una reverencia.

Minatozaki presa del dolor y la culpa miró hacia otro lado marcando el numero de su mejor amiga para que la fuera a recoger. No se sentía en condiciones para conducir.







📽📽












Después de ese día, Sana se encerró en su estudio. Negándose a salir o a comer, esto claro que preocupó a Dahyun, sinceramente no sabía cómo habría podido llevarlo si no fuera por Momo quien siempre le echaba una mano.

Hirai pensó que ya había llegado a su límite, por lo que acabó forzando la puerta para obligarla a comer.

—No quiero.

—Vas a terminar haciendo que te golpee —amenazó Momo. —salgo agotada de trabajar para venir a verte y Dahyun no pega ojo pensando que vas a hacer algo que no deberías.

Sana levantó la mirada encontrándose con Momo llorando. La japonesa mayor parecía estar realmente sufriendo por su mejor amiga.

—Como mañana sigas así llamaré a Jeongyeon y Jihyo y te llevaremos atada si hace falta a terapia —dijo sorbiendo su nariz.—mira a tu mujer por Dios, Sana. No te digo que no estés mal, tienes todo el derecho de estarlo. Solo no nos alejes, es peor.

—Lo siento...lo siento Momo, lo siento Dahyun —susurró dejando las lágrimas caer.

La coreana que observaba todo desde el marco de la puerta negó con la cabeza para acercarse a abrazar a su esposa.

—No es tu culpa. Nada de esto es tu culpa Sana. No siempre podrás responsabilizarte de todo —acaricio su mejilla para después besar su frente.

—Voy a traerte algo de comer —se levantaba Momo.

Más bien iba a darles algo de espacio a la pareja.

Sana se abrazó a Dahyun que rápidamente sobó su espalda para consolarla, la japonesa sentía que no se merecía a semejante ángel con tanta paciencia.

—Pensarás que soy patética —suspiró Sana.

—Pienso que eres muy fuerte —negó Dahyun sonriéndole —y también pienso que no debes de encerrarte, soy tu esposa, te voy a apoyar y voy a estar para ti en los mejores y peores momentos de lo que nos queda de vida. Al igual que tú para mi.

—No lo dudes. Ya tienes una parte de mi corazón contigo, Dahyunnie.

La mencionada acercó su mano y limpio con delicadeza las lágrimas de las mejillas de la mayor para después darle un corto beso.


☎️

2/3

Por si no se ha entendido todo esto pasa muchísimo antes al capítulo anterior y un poco después de la boda del SaiDa.

es un mero borrador asiq nose si tiene errores

Pregunta:

-¿Debió Sana de hacerse cargo de sus hermanos?

-¿Hizo bien tratando así a su madre?

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