Manhattan Vs. Bronx
Gregory
Matt y yo nos quedamos sentados en la silla observando a mis padres salir de la oficina, tras haberse acabado la reunión. No puedo creer que nos estén extorsionando de esta manera.
¡Tenemos que casarnos!
—Creo que mi vida de soltero se acaba —habla mi hermano levantándose y alzó una ceja irónica —Aryana ¿La recuerdas?
—Pensé que me ayudarías a que desistieran—le comento y sonríe. —¡Cobarde!
Me señala la puerta cerrada y me recuerda lo enojado que estaban. Matt no era tan exigente a la hora de buscar pareja, yo era distinto. Siendo gemelos compartimos casi que los mismos gustos, menos las mujeres, una curiosidad que muchos no creen. La experiencia me obliga a tener cuidado a la hora de buscar pareja y no digo que no la haya buscado, pero no he tenido suerte.
Ante mi turbación mi hermano avanza hacia el bar y sirve dos bebidas, mientras yo sigo inmerso en mis pensamientos. Necesito una esposa, pero no cualquier mujer.
—¿De qué manera crees que pueda saber todo de una mujer antes de comprometerme? —ante mí pregunta gira un instante con el vaso en una mano y la botella en otra —gustos, defectos, educación, belleza, manejo de estrés y/o posibles problemas psicológico.
—En la policía sabrás si tienes anotaciones judiciales, que en realidad es lo único que me importaría a mí. Viviendo con ella, observando sus gustos, viéndola recién levantada o en sus días. —comenta de buen humor y me contagia como suele suceder —lo demás Greg, lo haces sonar a casting ¿Recuerdas ese programa en dónde te buscaban pareja?
—¿Cupido... algo? —digo y sonríe —No estaría tan descabellado...
—Eso sería caer bajo, Greg y papá no te lo perdonaría —me dice e ignoro su voz, pues mi mente empieza a buscar dentro quien puede ayudarme "Enrietta" es perfecta.
—Solo estoy buscando una manera correcta de encontrar una mujer —le digo —que tenga todas las virtudes que deseo, para ti es fácil, tienes a Aryana. Yo no he encontrado a ninguna que sea medianamente interesante.
—Si fueras normal, cortejaras como es debido, no la llenaras de lujos y quizás no te vieran como una chequera abultada. —sirve ambos vasos deja uno en mis manos y vuelve a sentarse frente a mí —que es en últimas las razones por las que has terminado con todas a solo días de empezar a salir. Desde Madi, no tienes una relación común y parece que cada vez aumentan tus exigencias.
No le respondo y llevo la bebida a mis labios, mientras contemplo los pro y contras de un programa de esa naturaleza. La publicidad sería buena, aunque no la necesite estaré viendo a la dama sin problemas y veré su comportamiento en vivo. Matt termina yéndose de la oficina al verme inmerso en mis pensamientos y me advierte que lo estoy por hacer es una mala idea.
(...)
—¡No! ¿Me estas escuchando? ¡No! —habla en tono enérgico papá, al descubrirme con los documentos de las mujeres del programa.
No tuve otra opción más que decirle que la idea vaga hasta hace unas semanas se ha materializado. Enrietta me dio la idea perfecta, el programa era solo pantalla porque ya la ganadora sería escogida previamente según los registros entregados por ellas mismas y posterior investigación.
—Papá, me dijiste que escogiera esposa...
—¿Por qué no puedes cortejar como cualquier hombre? —me dice mientras apoya dos dedos en su frente y golpea fuerte— ¿Qué hay de malo en eso? ¿Por qué no puedes salir con alguien? Tienes un maldito año ¡Gregory! —insiste y avanza hacia la salida de la oficina, se detiene sosteniendo el picaporte —Mientras yo sea el dueño de esta empresa, no permitiré que hagas un circo con ella... Espera que muera y luego haces lo que se te dé la gana. ¡Antes no!
Sale del sitio enojado y sonrió al ver su histeria, una vez se dé cuenta de la popularidad que tiene el programa se le pasará el enojo. Como no estoy dispuesto a soportar más reclamos y que se sume mi madre decido esa noche dormir en el penhouse. También porque ese otro día se casaba mi hermano y sería puesto como ejemplo, mientras yo señalado por mi idea de conseguir esposa.
Eran casi las diez de la noche cuando subí al lujoso y solitario lugar. El sitio era perfecto para estar lejos de todo, que era lo que necesitaba en ese instante.
Nada de esto hubiera pasado si tan solo Madison fuera una buena mujer o si las que le siguieron adecuadas y no las típicas cazadoras de ricos. Me quito la chaqueta y la dejo en uno de los muebles, a mi paso en búsqueda del bar me encuentro con el decorado de su antiguo dueño. El lujo abunda en todo el lugar y cualquiera se sentiría feliz por ver tanto poder, lujo y elegancia, pero yo no.
Sentía que algo faltaba…
Ajeno a todo lo que me rodea y entendiendo que nada de este lujo llena mi corazón destrozado hace años, con la bebida en mis manos me dirijo a la terraza del lugar. Creo que es hora de independizarme, salir de las faldas y pantalones de mis padres. Este es un sitio para vivir, seguro, tranquilo y sin ruidos. Observo la ciudad ante mí mientras pienso que, en medio de esos rascacielos, edificios de lujo se esconde mi futura esposa y sonrió aliviado.
—No pedí compañía —aclaro al sentir las pisadas —Creí decirte que podrías irte Jedrek —hablo al jefe de seguridad sin girar.
—Enrietta envío los últimos documentos, subirá en unas horas para ponerse de acuerdo contigo...
—Gracias... Puedes retirarte. —digo sin mirarle e inmerso en la belleza que es a esa hora de la noche la ciudad y todo el lugar en el que estoy.
¿Qué hay mejor que todo esto? Pienso un instante y la respuesta aparece de la nada.
Una buena compañía....
Desiré
Era sábado y al mirar por la ventana y puedo ver a todos mis vecinos empezar a organizar su barbacoa, piscinas y demás. Mi casa era la última y la más humilde (por no decir miserable de todas). Aunque era mejor eso, que vivir en la calle, un sitio que llegué a conocer en muchas ocasiones y del que quizás les hable más adelante.
Vivir en esa parte del Bronx el sitio en donde solo estas a salvo si eres de allí tenía sus ventajas. Sobre todo, en esa zona, era un callejón con unas veinte casas cuyos dueños nos conocíamos desde pequeños. Bastaba sólo lanzar un grito, para que la señora Julia, cruzará la calle o el señor Smith llegara con un bate.
—Bueno Des, a organizar tu espacio, tienes dos meses para demostrarle a Brady que puedes y que Marcelo no tiene que ver con la decisión de quedarte —hablo en voz alta en la sala de la humilde casa
Mis vecinos fueron una de las razones, por las que Brady, (mi único hermano vivo) me permitió quedarme y vivir sola en la casa que mi madre nos dejó o de la Brady el hechó hace años. La mayor parte del tiempo de la edad adulta la he pasado trabajando por fuera, soy enfermera de profesión y mis trabajos siempre han sido cuidando ancianos.
Avanzó hacia el estéreo y salen de él los primeros acordes de It's my life, la canción de Bon Jovi, que amo y que representa todo lo que soy y estilo de vida.
Me he mantenido en pie, por más que la vida me ha sacudido tantas veces, y ha pateado el trasero. Brady y yo, hicimos una promesa, la de no dejarnos vencer, no ser como mamá y seguir a delante pese a toda la mierda que nos rodea. Hemos perdido a Cas mi hermana meses atrás, aunque llevaba nuestra mucho tiempo.
Cómo se podrán imaginar, no éramos muy unidos y es que en este ambiente en el que nos tocó vivir cada quien hizo lo posible por salir adelante. Aunque tengo que ser sincera, yo tuve ayuda de Brad.
Observo las imágenes en las paredes, todas las fotos son de Brady y mía. La canción me aleja de mis recuerdos y empiezo a limpiar la casa mientras bailo ante los acordes de la canción. El toc, toc de la puerta me detiene y por un instante me veo rogando, no sea Marcelo mi ex novio a quien he estado ignorando por mucho tiempo sus llamadas y mensajes. Tras asomarme por la ventana me doy cuenta que son dos hombres en un vehículo, que reconozco como el que manejaba Charly (mi cuñado).
Abro la puerta mostrando la mejor de las sonrisas, consciente que quizás pueda tener problemas con el hombre que tengo en frente. Él junto con mi hermana fueron víctimas de Charly. El escoces rubio de ojos azules, luce bastante delgado, sus pómulos están sobresalidos y su piel pálida. Quien lo acompaña es casi tan alto como él, de piel morena y ojos risueños que me observa intrigado.
El rubio dice algo, pero la música me impide escuchar, por lo que pido excusas.
—Lo siento, espere...
Giro sobre mis pies y le bajo el volumen al estéreo regresando de nuevo a ellos. Se presenta como Gerald Doyle, el ex jefe de Charly mi cuñado y su compañero es Gonzalo Harris, su escolta y amigo. Necesitan saber su paradero, porque luego de ser encontrado casi al borde de la muerte y que la policía halló el cadáver de la esposa de Charly (mi hermana), no se sabe de él. Continúa su relato, narrando cómo fue intoxicado poco a poco y alejado de su familia y amigos en esta ciudad. Charly tenía un poder de convencimiento único, por lo que no me sorprende lo que escucho.
—Sé que usted estuvo secuestrada con él —sigue diciendo y no dejo de ver en lo mal que se ve —necesito saber todo lo recuerde de esos días con él.
Muerdo mis labios que decir lo que pasó ese día al detalle no me es posible, metería en problemas a mi hermano. Solo un puñado de personas saben que fui herida por ese miserable y solo yo, lo que fueron esos días de cautiverio. A regañadientes me hago a un lado dándole espacio para que entren
—Disculpen el desorden —me excusa —mi hermano se fue de la ciudad, debería haberme ido con él, pero quiero librar la última batalla.
Lo observo mirar todo el lugar con curiosidad, mientras su compañero no deja de verme e imagino es mi ropa. Alzo una ceja molesta ante su mirada, pues estaba vestida para no recibir visitas y en respuesta me muestra su mejor sonrisa, pero sigo sin dejarme fiar de él.
—No se preocupe—habla el moreno, mientras yo no dejo de ver al rubio que ve las fotos dispuestas en la pared.
—Aun no tengo nada claro, pero me dieron dos meses para intentarlo, sino me tendré que ir —les digo sonriente.
—Puede que en los Frederick tenga esperanzas, tienen un hospital. — dice el Moreno y su comentario llama mi atención rápidamente —si no es allí y no le importa trabajar en algo distinto, están necesitando personal para un programa que tiene la empresa.
Me explica que trabaja en la multinacional petrolera, pero que está de vacaciones y ayuda a la sobrina de su jefa, me entrega una tarjeta que firma en su respaldo. Pide que busque a Matthew Frederick, el encargado de los ingresos del personal en el área de la salud y un programa de TV, del que asegura no tiene idea.
Mi vida empieza a cambiar, lo siento en los huesos y solo por eso decido ayudarlos.
—Solo por esto, le diré todo lo que desee, pero les advierto que no es mucho —les aclaro guardando la tarjeta —lastimosamente no sé dónde está ese infeliz, pero Brad está seguro que Hayden lo protege.
Y le narro lo que hasta el momento se o mi hermano me ha contado sobre ese hombre, evito narrar aquello que ha pasado y que puede meter en problemas a Brad. Pienso que las confesiones le afectaron, porque el escocés acabó desmayándose.
Lo que siguió digo que fue producto de la suerte, el teléfono de la casa suena y es el oficial a cargo del caso de mi hermana, quien me dice vieron a Spike (o Charly) en el bar que era de su propiedad. Aquel que le vendió a Brady, supuestamente para pagar las operaciones de su hijo. Mi hermano recibe un dato parecido, así que deciden él y escolta del escocés ir por él.
Fueron las tres horas más afortunadas de mi vida, porque al irse los hombres tenía dos posibilidades de trabajo, una con los Frederick, que Brad me prohibió aceptar y la otra en la empresa que ese escocés tenía en este país. Tenía muchos sueños, uno de ellos era salir de esa casa, comparada con dinero maldito. Conseguir un apartamento pequeño, con jardín y tener mascota, quizás un perro o gato.
No aspiraba al lujo, porque había aprendido a ser feliz en medio de lo básico. Si este llegaba quería producto de mi trabajo duro y esfuerzo. Observo ambas tarjetas, la que está firmada por Harris, la del escoces y sonrió victoriosa.
—Todo será diferente Des... Ya verás —hablo en voz alta observando el sitio que fue mi hogar por mucho tiempo.
La vieja mesa de comedor con un mantel de cuadros rojos y blancos, en cuyo centro reposa un florero con rosas marchitas que muy seguramente Brady le trajo a Janet su esposa. Completan el deprimente cuadro un frutero de plástico gastado por la luz del sol que recibe de la ventana. Piso agrietado, paredes que necesitan pintura, pero que están llenas de todos los recuerdos felices que Brady se esforzaba que yo tuviera.
A Brady le ha gustado vivir en este lugar, en donde es conocido por todos y maneja un bajo perfil. Es lo que suele decir, sin embargo, yo pienso que lo hace como una manera de auto lastimarse por que no se perdona lo que hizo con mamá. Ha vendido todo cuanto posee, para pagar su libertad y sólo dejó la casa de mamá.
Un lugar que me causa escalofríos y el que no he vivido completamente desde los 18 años... Una época que odio recordar....
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