Capítulo 29
No había sido posible contactar a Brady, Hermes no lo encontró en el lugar que se supone estaría, sumado a eso y como si mi vida ya no hubiera suficiente estrés la prensa acosaba, mis padres presionaban para que viviera con ellos, Des y las niñas seguían delicadas.
Por más que intento concentrarme en los negocios, me es imposible, Brad puede que esté muerto y su familia igual ¿Cómo se supone que le diré a Des eso? Y aun no le cuento que es un hecho, la posibilidad de tener hijos se ha reducido en ella en un 15 por ciento.
Fastidiado lanzo los documentos en el escritorio e inclino mi cuerpo hacia atrás cerrando los ojos llevándome las manos a mi cuello
—¿Dónde cojones estas Brady? —pregunto a la nada.
—Señor Gregory, dos agentes lo buscan —la voz de la asistente me hace quitar las manos de mi rostro.
¿Ahora qué?
—Que pasen —ordeno, acomodando mi saco y corbata.
Dos figuras vestidas de civil en trajes sencillos ingresan a la oficina, me incorporo y saludo a cada uno sin prestar mayor atención a sus nombres. Les indico sentarse y lo hacen, son dos hombres cuyas edades están entre los 40 o 50 años. Uno delgado y alto, joven y de aspecto descuidado, su compañero es un poco mayor, con sobrepeso y calvo.
—¿En qué puedo ayudarlos? —les pregunto y ambos sonríen.
Meses atrás, yo hubiera recibido la visita sin miedos, con café y hasta galletas. Teniendo en cuenta la clase de cuñado que me gasto y su desaparición, tengo todo el derecho de estar cabreado. Tomo la pluma en mis manos que muevo adelante y atrás sin despegar la mirada de ambos hombres.
—Lamentamos lo de su esposa e hijas —se excusan y asiento—hemos encontrado entre ese suceso y el accidente que usted protagonizó hace algunos años conexiones — vuelvo a afirmar, porque ya lo veía venir y el tipo continua—hubo que abrir ese caso, usted y su esposa señalan al señor Jedrek Levenev como la persona que, junto con su hermano dañó a su mujer—sigue diciendo el mayor de ambos con deficiencia capilar como diría mi esposa.
—Somos los agentes encargado de su caso estuve mirando y la muerte de Salomé estuvo rodeada de errores... lamento decir que de parte nuestra—continúa diciendo el otro—necesitamos que nos responda algunas preguntas ¿Recuerda esa época?
¿Qué si la recuerdo? Pienso con ironía, no hay un maldito día en que no lo recuerde, sobre todo luego que Jedrek me dijera aquello. Sin dudas, tuvo razón al decir que, de estar sobrio, mis acciones hubieran sido distintas o eso quiero creer.
—Desafortunadamente sí —respondo —¿Qué desean saber?
El mayor se cruza de piernas y junta sus manos, mientras que el más joven solo me ve detenidamente sin decir nada por unos minutos.
—Sabemos que su hermano entró a la marina al día siguiente del funesto —empieza a decir y asiento.
He mentido tantas veces sobre lo mismo, que terminé creyendo la historia que era yo quien manejaba. Les explico lo mismo que a todos en aquella época, era la despedida para mi hermano, no tomó, Matt y yo sí, mi gemelo se fue con una bailarina y yo me negué a soltar las llaves.
—Asi que el entró con usted a ese vehiculo, pese a estar borracho —sigue por mí el agente y asiento moviendo la pluma —si yo tuviera un hermano cuya carrera se viera comprometida por un error hiciera lo posible por arreglarlo, aunque ello signifique ir a prisión.
—Me alegro que existan hermanos como usted —respondo en calma y lo veo sonreír —pero no veo a Jasón dañando su vida por mí, tenia solo 18 años y aun le temia a ser castigado con encerrarlo en el cuarto sin tv o video juegos. —explico para que entiendan el tamaño de la inmadurez de mi hermano en esa época.
Sonríen ante mi respuesta y me piden el detalle de lo que siguió luego de salir de ese club y suelto el aire. Siempre dijimos todo tal cual sucedió, lo único que cambió fue quien conducía, el resto se dijo tal cual ocurrió.
Habían pasado media hora, yo me burlaba de mi hermano por que no tomó ni se fue con esa chica que el gustó por miedo a ser reprendido por mis padres. El auto pasaba cerca del Bryant Park, me descuidé por ir burlándome de mi hermano.
—La figura oscura salió de unos arbustos, frené en cuanto la vi—les digo y ambos me observan atentos —nos bajamos del auto, le dije a mi hermano que llamara a una ambulancia, mientras yo la revisaba. —hago una pausa para detallar lo mejor que puedo a estos dos y prosigo —tenía un golpe en su ojo derecho, descalza tobillos lacerados y marcas en el cuello. Pensé que era algo leve y se había desmayado producto del estrés. Creímos que había sido asaltada, porque todas sus marcas hablaban de algo así. No había bolsos o ropa de valor y solo un permiso de conducir a nombre de Salomé Rubio.
Preguntan si no vimos extraño la llegada de las ambulancias tan rápido o el cambio de forense y hasta de reporte de muerte. Niego porque en aquella época yo solo quería salir de ese conflicto y que Jasón no metiera la pata o hablara de más.
—No era mi trabajo cuestionarme, era de ustedes —suelto ya molesto —mi deber era decir la verdad y la de ustedes corroborarlo.
—Ese es el problema señor Frederick, que quizás fallamos porque no nos dijo la verdad —y mis cejas se juntan.
—¿Cuál es la verdad según usted? —exijo saber —¿Qué fui acusado de matar a alguien que murió en un ambulancia? O ¿Qué convivimos con el esposo de Salomé Rubio por años?
Si se incomodan por mis preguntas lo saben disimular y se limitan a verme en silencio, aceptando algunos minutos después que si hubo fallas en las investigaciones. Lo difícil es que logren traer a Jedrek a este país o que esta investigación avance. Conozco a Jedrek y de quien es hijo, los alcances de su poder en este país y nunca permitirá que su hijo sea señalado como asesino.
—¿Su hermano está en el país? —pregunta con algo de picardía en su voz y lo observo sin decir nada un instante —lo pregunto por que se aun está en la fuerza.
Le digo que esta de licencia por estudios y que puede encontrarlo en la casa. Ambos sonríen diciendo que hablaran con él, pero que los detalles los tengo yo, en las investigaciones, Jasón no habló mucho.
—Usted lo dijo, se fue a la armada al día siguiente y pedía permiso solo para dar declaraciones. En sus documentos debe reposar, las más de una docena de veces que tuvo que ausentarse por declarar —digo ya enojado.
—Gracias por su tiempo —es todo lo que dicen antes de irse.
(...)
Aun sin noticias de Bradley regreso al hospital, me las he arreglado para dividir mi tiempo entre la empresa, el hospital y el cuarto de las niñas. Me bajo del vehículo en el sotano del hospital y una figura que sobrepasa a todos, en una cabeza camina en mi dirección. La reacción de mis hombres es rápida, pero al ver de quien se trata alzo una mano para detenerlos. Gino Doyle, viene hacia mí solo y lo primero que recuerdo es que tenemos una disputa aplazada.
—Frederick —saluda simplemente he inclino la cabeza —mentiría si te digo que me es grato verte.
—Lo mismo —respondo —¿El cielo es muy pequeño para ti? —pregunto burlón y no parece molestarle mi comentario, de hecho, lo disfruta —¿Necesitas mortales para ser sacrificados o vírgenes para chupar su sangre para seguir siendo inmortal?
—Vez muchas películas Frederick —me comenta en calma—falta que me recibas con estacas y tu cuello con collares elaborados con ajos. —continúa diciendo sonriente.
—¿Qué carajos quieres Doyle? —pregunto hastiado odio todo el comportamiento de ese hombre y ese aire de ser superior.
Tiene ese puto gesto de genialidad y prepotencia que suelo odiar en todos los individuos, él parece saberlo, pues la amplia aún más al ver que lo observo molesto.
—Tú no tienes nada que yo desee Frederick— responde, estoy por replicar cuando alza su mano para interrumpirme —me encontré a tu cuñado, cuñada y sobrino—habla tranquilamente.
Mi mirada va del vehículo al tipo cuyo comportamiento parece el de un dios, mientras pienso que se han creído la mentira que son ángeles. Quizás por su físico y estatura porque casi todos tienen el mismo porte. Alzo una ceja en búsqueda de respuestas y se limita a alzarse de hombros indiferente.
—Hice un viaje a Moscú y me lo encontré por casualidad...
—¿Pretendes que te crea? —sonríe en respuesta y se alza de hombros.
—Me importa muy poco si me crees o no—habla abriendo sus brazos. —cuando mi ser gire en torno a tu opinión, me pego un tiro. —sentencia.
—¿Dónde están? —exijo saber y sonríe. —¿Pretendes que te ruegue?
—Con que te disculpes con mi prima Belliz —guarda silencio y parece pensar lo que sigue —nuestra prima, me conformo.
Pagaré caro haber insultado a la hija del Antonio y Belliz. Antonio era primo de mi madre y Belliz era tía de ese infeliz. No soy de viajar a Piamonte, porque no me las llevo bien con los hijos del tío Alessandro y mis hermanos tampoco. Eso y que no nos gusta que nos quiera manejar a su antojo, porque somos más Frederick que D'angelo. Por lo que no conocia a mis primos, aunque si he oído hablar de ellos. Belliz Turner, era la chica que acompañaba a Harris y a quien confundí con una meretriz. Presenciando la escena mi padre, eso y la foto mia con esas mujeres sellaron mi sentencia a muerte.
—Fue un error, no suelo ir a Piamonte—me atrevo a excusarme aun a sabiendas que no le importara mis excusas y menos las escuchara —¿Dónde están Frederick? —insisto.
—Atlanta —Responde —no pude traerlos acá desconozco ese mundo criminal, —me insulta, lo sé, pero intento rescatar que Brad y su familia están a salvo —esto no cambia nada la deuda que tienes conmigo.
Aprieto las manos con fuerzas y retengo la respiración, soy consciente que me está provocando. No existe nadie en este mundo con poder y dinero que no tenga vínculos con la mafia y estos payazos no son la excepción. Por más que ellos digan que no están mezclados deben estarlo, aunque lo nieguen.
Cuando se refiere a deuda, habla de cobrar según él, la ofensa de la que fue víctima su prima. Un comportamiento anticuado puesto que me he excusado de todas las maneras posibles, pero que él no parece importarle esas excusas.
—Cuando quieras y en donde decidas Gino —le aclaro.
—Un Doyle siempre cumple lo que promete —saca algo de su bolsillo y me lo entrega, observo que es la dirección y nombre de un hotel — esto fue solo un favor que debía y que en nada tiene que ver contigo.
Ni siquiera me tomo el tiempo de entender lo que ese miserable quiere decir, pues me concentro en que buscar a la familia de mi esposa a salvo. Envío un mensaje a los míos diciéndoles que tengo un viaje que hacer urgente, pero que regresaré hoy mismo.
Des
La sorpresa del momento era que Isabella había accedido a tomar por fin, el cargo que debía ocupar en la empresa de su padre y cuyas oficinas estaban fijas en Londres. Ello significaba que Emma estaría más tiempo en casa y hasta estaba pensando en radicarse del todo en el país. Ambas noticias llenaban de alegría a sus padres, quienes veían en ambos gestos, muestras que sus hijas habían madurado y dejarían el pasado atrás.
Si bien, no tengo idea del porque Emma no vivía del todo en su país natal y solo se sabía que era por un escándalo que involucraba a la prensa. Me alegraba saber que mi hija había logrado unir a las dos chicas y a sus padres, quienes sonrientes tomaban en brazos cada uno a mis bebés.
—Vendré seguido, no crean que vivir en Londres será un impedimento para verlas crecer —murmura Isabella tomando a Allison en brazos —necesitaran una tía loca que las consientan.
—Ya tiene una madre que hace eso con destreza, Isabella ¿Crees que es necesario de tu ayuda? —recrimina su hermano Matt.
—Estoy aquí —le recuerdo y se alza de hombros —no te respondo como se debe, por respeto a tus padres...
—Por nosotros no te preocupes, estamos de salida —ambos sonríen mientras besan cada uno a su tiempo mi frente y me permiten despedirme de mis hijas unos minutos.
Es la parte más dolorosa, ellas solo se le permite estar un tiempo conmigo, pero que sus abuelos aprovechan de esa hora para visitar.
El resultado...
Solo puedo tomarla en brazos un rato, mientras las alimento y luego veo con anhelo como pasan de brazo en brazo. Eso solo demuestra que son amadas y aunque se, debo agradecerlo, me gustaría compartir más con ellas. Han pasado tres días desde que desperté, tiempo en el cual he visto a Gregory en pocas ocasiones. Mi mayor temor es que mis hijas tengan un padre siempre ausente, ya que el trabajo de Greg, ocupa casi toda la mitad de su tiempo. Constantemente pienso en que si estaré a la altura de todos ellos y me digo que será difícil.
Por lo complicado de mi embarazo, yo no pude estar presente en la vida social de los Frederick, pero hoy día no hay excusas. El recuerdo de la primera y única vez que salí a un evento llega a mí, cada que pienso en ello haciendo que mi piel se achine.
—Te dejaremos descansar —hablan al tiempo luego de unos cinco minutos.
—Gregory pide excusas —comenta Emma —tuvo que encargarse de algo urgente.
Pienso que no hay nada más urgente que estar con sus hijas, pero no soy yo quien tenga que decirle a Greg, las prioridades que debe tener. Una vez sola, suelto el aire resoplando mientras detallo la soledad a mi alrededor. Siempre es así, paso de tener la habitación llena, con risas y mis hijas, luego se van. Greg llega unos minutos y se va, regresa en la noche demasiado cansando como para tener una conversación conmigo y yo no tengo el valor para molestarlo.
—¿Se puede? —comenta una voz que conozco muy bien y alzo la mirada hacia la puerta.
Sonrío al ver a las dos mujeres que están en la entrada y que solo se animan a entrar al ver que abro mis brazos. Son la señora Julia y Jaz, quienes llevo casi cinco meses sin ver, tenerlas allí es como haber encontrado una parte de mí que estaba perdida en algún lugar.
Por ellas supe que Gregory había ido personalmente a buscarlas, solicitando a la anciana que viniera a verme, ya que era la persona más cercana a mí de momento.
—Tenemos que aceptar estábamos equivocadas —comenta la anciana tras los abrazos, lagrimas respectivas —es un buen hombre y te quiere. Solo así se entiende que ayudara a esta anciana con un hogar y ubicara a mi sobrina.
—¿Bromea? —pregunto y Jaz niega.
—Le ayudará con la visa de trabajo—explica ante la impotencia de la señora en explicarse —será recepcionista en el hospital de su hermano.
Ya no estará sola, dice la anciana pues su sobrina era lo único que le quedaba de familia. Eran tres hermanos dos de los cuales habían fallecido, uno de causa natural y otro en manos de un asalto. Quedó solo su sobrina de 24 años a quien por problemas económicos le fue siempre difícil venirse a vivir con su tía.
La tarde se hizo corta, pues la dedicamos a recordar de nuestro pasado. Me encontré con situaciones divertidas que había olvidado y que ambas me hicieron recordar. El pobre Brady le tocó lidiar con una adolescente inquieta con la facultad de meterse en problemas única.
Cuando anuncia que el tiempo de visita ha terminado, ambas dicen que antes de irse irán a conocer a mis hijas. Esta situación es lo más parecido a una cárcel, tengo horario de visita y al final de ella estoy sola.
(...)
—Te extrañé —escucho decir a una voz muy conocida para mí y me niego a abrir los ojos, pues temo sea un sueño —sé que estas despierta nena...
Me digo que los sueños no suelen ser tan reales, las caricias no se sienten tan nítidas y ese olor inconfundible a mi hermano. Abro los ojos encontrándome con el celeste de los suyos, que me ven sonrientes. Viene vestido de negro, camisa pantalón y chaqueta, es un color que por más que desee nunca voy a poder quitarle.
—Lo siento mucho —se excusa al ver que lo miro sin decir nada —sé que te fallé, pero tenía que alejarme de ti, era por tu bien. Daría mi vida para que seas feliz, pero mi cercanía era destructiva.
Alzo una de mis manos y las apoyo en su mejilla, para asegurarme que no es un sueño. Descubriendo que es real, abro los brazos y me pego a él con tanta fuerza sin poder contener el llanto. Prometió venir cuando diera a luz y allí estaba, a no permitir que callera en peligro y lo cumplió, a ser en mi vida mucho más que un hermano y no me defraudó. No tengo como señalarlo, porque Brady dejó todos sus sueños por ayudarme a construir los míos.
Aún recuerdo las veces que lloraba cuando estudiaba enfermería y le decia que ya no quería continuar. Se quedó en muchas ocasiones a mi lado, hizo café cargado y hasta me leyó por mí, pues decia que quizás escuchando otra voz podría memorizarla.
—Te quiero —le digo sin poder contener mis lágrimas —gracias a ti soy lo que soy, no podría juzgarte.
Nos alejamos uno del otro y me ayuda a bajar para sentarnos juntos en el sillón. Me cuenta que tuvo problemas con Jedrek al regresar a Moscú. Meses atrás, se corrió el rumor que yo estaba en peligro porque alguien había comprado la deuda de Marcelo y que quien sea estuviera conmigo peligraba. Asustado al darse cuenta que Greg y yo estábamos en peligro, llamó a Gregory y le contó lo que escuchó.
—Era una manera de saber si era o no leal —me dice tomando mis cabellos y haciendo trenzándolo como cuando era pequeña. —Jedrek sabía que se lo diría a en ese entonces tu prometido y tenía la solución a ese supuesto conflicto.
Casarnos, pues así era la manera que su padre me protegiera. Al ser su esposa, me convertía también en el talón de Aquiles de Gregory, una manera perfecta de vengarse de la muerte de su esposa.
—¿Se casó conmigo solo por eso? —pregunto y Brady niega.
—¿Dudas en este punto de lo que siente? —me reprende molesto y junto las cejas con enfado. —de todo el peligro que te ha evitado y lo que ha hecho, no solo por ti, por mí o la señora Julia ¿No te dicen nada?
—Es lo que estás diciendo —me quejo y resopla —no llega a verme solo algunos minutos...
Brady toma mis manos y me dice que está preocupado por mí, tiene cosas que decirme, teme que al hacerlo sufra. Eso, la empresa, su negativa a vivir con sus padres, la desaparición de él y su familia por unos días, lo tenían estresado.
—¿Qué tiene que decirme? —pregunto —jamás me has mentido Brady, no empieces ahora.
Sonríe tomando mi mano, comentado que no es tan perfecto y leal como el desearía. Se incorpora, abre la puerta llamando a alguien y quien entra es Gregory, cabello revuelto y corbata suelta en su cuello. Se sienta al otro lado quedando en medio de los dos hombres de mi vida, cada uno de ellos luce fatal.
—Tenemos dos noticias que darte —empieza a decir Brad y asiento observando mis manos ser tomadas por cada uno —una buena y otra mala o casi mala —corrige.
—No me importa el orden, solo díganlas.
—Tu parto, el sitio, el golpe recibido —empieza a decir Gregory y un sudor frio recorre mi cuerpo —saliste dañada cielo no podremos ser padres... lo siento cariño.
—Un quince porciento —habla Brad y me hace verlo —no es un 0, es un 15.—insiste.
Guardo silencio mirando la mano que tiene sostenida Greg. Siempre dije que no saldría más embarazada, este parto sería el único. No es lo mismo cuando tomas la decisión a que te obliguen a tomarla.
—¿Cuál es la buena? —me atrevo a preguntar, desechando los pensamientos negativos que se agolpan en mi mente.
Lo que escucho anula todo lo malo que pudo ocasionar el no tener hijos. Él estaba a pocos pasos de estar fuera, Gregory le enviaría al lugar que despreció Jedrek y me digo que eso fue obra del destino.
—Tengo que hacer un par de llamadas y reuniones, —dice Gregory llevándose mis manos a sus labios —el quizás no pueda salir de allí, pero siempre podemos visitarlo—continúa.
—Y hay muchas maneras de tener hijos —comenta mi hermano —cualquier cosa puede pasar.
—De todas maneras, no quería salir embarazada en mucho tiempo —les digo y ambos sonríen. —quiero disfrutar de mis hijas...
—¿La pasaste mal ? —resoplo a mi hermano quien besa mi frente,
No hay nada oficial y de pronto, Brady solo está prófugo del grupo, no obstante, ambos me prometen que es cuestión de tiempo para que todo sea un hecho. Sigo teniendo el dolor de lo que esa noticia me causa, pero supongo que no todo en la vida tiene que ser perfecto y algo oscuro siempre tiene que haber en mi vida.
—Todo se va a resolver, no tienes por qué temer —me dice Greg y asiento en silencio.
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