Capítulo 22
Los días que siguieron fueron en una calma regular, intenté cuidarme en casa y no tentar a mi suerte. El jardín de la azotea ya estaba terminado, un sitio tan frío se había convertido en el mejor lugar para estar. Ocupó una tercera parte del inmenso sitio para ello, que hiciera eso por mí hizo que me gustara aún más. Porque sí, era una verdad que ya no podía ocultar, quería al pitufo gruñón y todo indicaba que era correspondida.
Una mujer sabe cuándo es amada, hay detalles que te llevan a darte cuenta de ello y aunque algunas veces necesitamos oírlo, en mi caso podía esperar a que él se sintiera cómodo. Lo conocí antes y ví el comportamiento hacia los demás, el trato a su familia y hasta amigos. Hacia mí el comportamiento era distinto últimamente y en todo momento me hacía sentir especial.
Siento el peso en la cama y el olor a su colonia de afeitar, sonrío al sentir una de sus manos cubrir mi espalda mientras la otra entrelaza la que tengo encima de mi cabeza.
—Llegas tarde hoy—le alcanzo a decir adormilada y sus labios van directo a mi mejilla.
—Tuve que esperar a Jedrek —me responde y lo que sigue es un silencio extraño.
Soy consciente que Brady ha metido a los Frederick en problemas, pero también que mi hermano entró a ese mundo por matar al hombre que intentó dañarme.
—Disculpa por todo lo que mi hermano y yo hemos ocasionado—hablo al fin y giro para buscar su rostro encontrándolo observándome serio —he causado muchos prob...—apoya su dedo índice en mis labios y el pulgar a la parte inferior del mismo y presiona para que guarde silencio acto seguido sonríe.
—No es tu culpa linda, nada lo es —apoya una de sus manos para mantener su cabeza en alto.
Se incorpora de la cama y me obliga a mi hacerlo, sonríe mientras me ve mirarlo con sospecha y me lleva a la terraza de su habitación. Desconozco si el sitio del apartamento del dueño fue ubicado a propósito o si todo fue una serie de coincidencias, pero desde ese lugar se podía el puente de Brooklyn.
Había que admitir a cualquier hora del día la vista era hermosa, pero en la noche superaba todas las expectativas. Imaginaba a su dueño en pie, observando el mundo a sus pies y ver lo diminuto que son las personas desde esa torre tal alta. No llegué a conocer [a1] Epson Frederick, pero si algo aprendí sobre él era su buen gusto y el ego.
—Espero por tu propio bien que sea importante... —hablo girando una vez me deja en la terraza y las palabras quedan atascadas en mi garganta.
Veo todo tan irreal y en cámara lenta que debo sacudir la cabeza para verificar que no sea un sueño. Su rodilla se dobla lentamente, mientras en sus dos manos sostiene un estuche con un anillo de matrimonio.
—Caden Desiré Duffy León —empieza a hablar y apoyo mis manos en los labios soltando un sollozo al darme cuenta lo que está sucediendo —sé que estamos pasando tiempos difíciles y quizás en algún momento alguno de los dos o ambos queramos rendirnos, te garantizo hacer todo para no ser yo el que tiré la toalla y volverte conquistarte todos los días y garantizar que no seas tú quien lo haga ¿Te gustaría ser mi esposa?
—¿Eres consciente que es para toda la vida? —le recuerdo y mira a un lado a otro, para sonreír después y asentir.
¿Qué cojones se dice en estos casos? Tengo a un hombre y no cualquier hombre, al gran Gregory Frederick de rodillas, mostrándome esa sonrisa que solo le brinda a su familia y que hoy es para mí. Casi al borde del desmayo afirmo sin dejar de llorar y reír, soy un cumulo de sentimientos contradictorios que no logro controlar.
Retira el que llevaba e ingresa el otro, son en resumen bastante parecidos, salvo el tamaño de la piedra, pues en este es más grande. Una vez lo hace se incorpora y saca del bolsillo de su pijama una cadena en donde ingresa el viejo anillo e inclino la cabeza sin entender.
—Date la vuelta —me dice y obedezco, descubro que deja en mi cuello la cadena con la joya.
La tomo con en mis manos y sonrío porque de alguna manera este anillo conservara muchos recuerdos para los dos. Me abraza por la espalda y seguimos contemplando la noche, pasan varios minutos antes que sienta su mano entrar al valle de mis senos y sus labios húmedos en mi cuello.
—¿Cuándo...? —pregunto y las palabras no salen de mi garganta al sentir sus avilés manos masajear uno de mis senos.
—En mes —responde tomando mi rostro y haciendo que reciba sus labios —no pudo ser menos tiempo, yo quería que fuera hoy. —se queja y ahogo una risita al escuchar su voz de protesta. —no te rías.
Pero me es imposible no hacerlo, en respuesta gruñe ofendido y pellizca mi pezón. En el embarazo están bastante sensibles y ese gesto hace que se mezclen el placer y el dolor. Soy llevada en brazos a la cama y amada de una manera que nunca creí merecer. La delicadeza en besarme y acariciarme me hizo ver lo importante que era para él, sus envestidas eran lentas, se notada el esfuerzo que hacía para controlarse y prometí amarlo como se debe.
El despertar a la mañana siguiente lo fue con el recibimiento de un ramo de rosas rojas, acompañado de una cesta de frutas. Con una nota diciendo que su madre y hermana pasarían por mí para los preparativos de la boda.
En adelante los días que siguieron no me dejaron mover un dedo y no hice otra cosa más que dormir y escribir mis votos matrimoniales. La nube negra de todo fue quizás que la tal Enrietta era la única de la prensa que estaba invitada y quien tendría la exclusiva de la boda.
La boda seria en la mansión de sus padres, por lo que dos días antes nos pasamos para ese lugar, para evitar el traslado después. El nerviosismo era rutina desde que le acepté, siempre me preguntaba si era lo correcto, si no había un motivo externo para que él se casara conmigo.
Justo un día antes de la boda en las horas de la tarde empecé a escuchar ruidos en la planta baja. Eran de júbilos, risas y muchas voces masculinas, sobresalía la de Matt quejándose que no estuvieron en su boda.
—¿Se puede? —una voz masculina me hace alzar la vista del libro que leo y me encuentro con un hombre mayor, de cabellos plateados y sonrisa genuina —¿Des verdad? —me pregunta y noto que sigue en la puerta.
—Pase, —digo y sonríe — soy Desiré Duffy —me presento extendiendo mi mano que toma con actitud ceremoniosa.
—Omat Bradford —saluda.
No es como lo dice, es todo el que encierra un aura de misterio y poder. No puedo dejar de mirar sus ojos oscuros, que me observan detenidamente como si fuera capaz de ver en mí los misterios más ocultos.
—El tío de Gregory, —recuerdo al fin —me habló de usted, gracias por venir a nuestra boda. Me han dicho que odia salir de Londres—se ubica en la silla del frente sin tomar mi mano y sonríe.
—No vine a la boda, aunque tengo que admitir esa fue mi excusa —alzo una ceja intrigada y vuelve a sonreír —vine a conocerla, quería verificar si es en realidad es mágica.
Miro la mano que aún me sostiene y luego a él, me habían dicho que era un tipo extraño, nunca que eran en niveles peligrosos. Creo nota mi nerviosismo porque tras besar mi mano la suelta y apoya sus manos en la silla.
—No creo tener algún poder, salvo que reír se considere uno —o burlarme de mis problemas, pienso dejando el libro a un lado y observando el hombre. —¿Sabe? Usted tiene esa mirada de gente de mil siglos.
—¿Has conocido a alguien asi? —me pregunta y afirmo.
—A usted —respondo sin dudar y ríe.
Varias arrugas se forman en sus ojos al hacerlo, tiene el peso de los años y no miento al decir que tiene la apariencia de alguien que ha vivido mil siglos. Tras preguntarme si puede tocar mi vientre lo hace, apoya una mano, luego la otra y de la nada su rostro sonriente desaparece.
Dicen que los ojos tienen el poder de mostrarte todo sobre una persona, yo fui capaz de ver el dolor reflejado en ese rostro, tuvo que acercar la silla para tocar mi vientre. Estuve a centímetros de esos ojos oscuros y logré ver el padecimiento en ellos. Retira sus manos de mí y suelta el aire. En algún momento tuve la certeza que se iba a desmayar, se apoya de nuevo en la silla cierra los ojos y luego los abre.
—Eres de confiada Desiré—dice sin retirar su mano y guardo silencio, porque no es pregunta— Te es difícil ver la maldad en los demás y por eso te han hecho daño. No todo el que te miente es malo, ni el que te sonríe y brinda su mano para levantarte, es bueno. ... recuerda hay corderos disfrazados de ovejas —responde. —creo que necesito un descanso.
Se despide y se va sin decir nada solo una inclinación de cabeza antes de cerrar la puerta tras él. En la noche le hice el comentario a Gregory de lo sucedido y me dijo que no me fijara en esos detalles, su tío solía ser misterioso y con los años lo era aún más. Yo seguía teniendo esa intranquilidad, pero en la mañana lo vi tan calmado y riendo que me dije eran solo ideas mías.
(...)
—¿Tienen sus propios votos? —nos pregunta el sacerdote y ambos nos miramos, cómplices.
—Los tenemos —hablamos al tiempo y él nos mira.
—¿Quién empieza? —pregunta y ambos nos señalamos, lo que ocasiona risas en el improvisado altar.
Un puñado de amigos estaba en el lugar, conocí a una parte pequeña de la familia, porque los hermanos de la señora Fiorella no lograron llegar de Italia y solo tres de los Bradford estaban allí. Raymond, Dylan y Omat, se acercaron y presentaron, fueron corteses, pero se alejaron de mí el resto de la velada.
—Empezaré yo entonces.
Gregory saca una hoja del bolsillo de su chaqueta cuidadosamente doblada y el silencio que sigue es perturbador. Mi corazón late sin control, porque no sé si lo que he escrito esta al mismo nivel de los suyos. ¡Vamos! Soy loca y tiene mi toque esos votos. Carraspea mirando en mi dirección una última vez y no puedo evitar verlo y darme cuenta lo hermoso que ve vestido así.
¡Y es todo tuyo Des! Parece decir mi sonrisa, una que me devuelve antes de iniciar.
—Aunque no pueda cambiar tu pasado, sí puedo prometer que estaré en tu futuro para celebrar tus triunfos como si fuesen los míos propios y sujetarte fuerte si en algún momento llegas a tropezar. —empieza a decir y mi piel se eriza ante las primeras líneas, al tiempo que mis manos sudan, con la certeza que no podré superar esos votos —Prometo hacer las cosas que ninguno de los dos quiere hacer, si realmente no quieres hacerlo más de lo que yo no quiero hacerlo. Aprender a cocinar y cocinarte algo más que ensaladas. —todos ríen ante eso y una parte de mi esperanza se ilumina, él le puso un poco de humor y yo mucho ¿Cuál es el problema? —guarda silencio doblando de nuevo el papel y me mira con una sonrisa — Siempre voy a amarte, no importa las locuras que digas o las tonterías que hagas, lo cual será algo difícil porque sueles ser muy ... "Des".
Muerdo mis labios al escuchar las risas de todos y estiro la mano para que Emma me de los míos. Mi letra es tan desordenada como yo y temí escribir algo que luego no lograría entender, por lo que tuve que buscar ayuda. Desplego la mía y las risas vuelven esta vez mas fuerte al darse cuenta que la hoja es extensa.
—¿Debo estar preocupado? —me pregunta y le doy mi mejor sonrisa —porque lo estoy cielo y... mucho.
—No seas cobarde Frederick —susurro
Justo en el instante un monaguillo instala el micrófono en mis labios, parece que ser el bufón de los Frederick, será mi especialidad en adelante. Escucho la voz de la esposa de Matt, preguntarle.
— ¿Por qué no hicimos eso?
—Por qué no me casé con Des...Por fortuna— entrecierro los ojos para que se dé cuenta que lo escucho y se alza de hombros.
—¿Lista? —la voz desesperada del sacerdote me trae a la realidad y asiento.
—Yo Desiré Duffy León Prometo, dos puntos —digo alzando mi mano y su ceja rubia se arquea divertida —no dormirme cuando pongas tu serie favorita. Aguantar tus extraños gusto musicales cuando vayamos en el coche. Ver las pelis de terror que tanto te gustan y yo odio. —continuo y las risas empiezan a ser cada vez más evidente —No enfadarme si tu hermano gemelo critica mi estilo de vestir, hablar, reír, comer, y hacer todo lo posible para nunca, pero nunca confundirlos. Estoy dispuesta hacer lo que sea para que te den ataques de risa porque te hace falta reír. Escucharte con atención, aunque las cosas que digas carezcan totalmente de lógica y sentido para mí. Nunca voy a decir 'te lo dije', sin importarme que te hayas equivocado o si de verdad te lo había advertido. Amarte pese a tu mal temperamento y al hermano que tienes —le digo señalando a Matt y esta vez las risas no son disimuladas.
Cierro el papel y veo que me mira sin decir nada, mientras muerde sus labios para no reír allí mismo. Me siento satisfecha al ver que empieza a reír y su rostro se torna rojo, no sé si los aplausos son adecuados en ese instante, pero todos aplauden.
—Felicidades, va la primera risa de casados —comenta el sacerdote y sonrío con satisfacción entregando el papel a Emma.
La bendición nos llega con todos riéndose de Gregory que no deja de reír, incluso cuando me besa. Tendré bastante material para contar a nuestros hijos pienso al dar media vuelta tomados de la mano, encontrándome de frente con el rostro de Jedrek quien nos ve en silencio, en sus labios surca una sonrisa despectiva y un gesto de despotismo que me hacen retirar la mirada de la suya.
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