Capítulo 2
Doy los últimos retoques en mi falda y suelto el aire, no puedo evitar que mis manos suden y sienta nervios. Mi decisión puede meter en problemas a mi hermano, pero me prometo decir la verdad no negaré quien soy. De ser contratada será por mi potencial como enfermera y no por otra cosa.
Giro sobre mis talones y observo el bolso pequeño, el otro grande ¿Cuál es el más adecuado? Realmente no es una entrevista, porque solo iré a presentarme. Con un poco de suerte si salgo temprano pasaré a repartir mi currículo por los lugares de siempre. En el grande tengo todo lo que necesito en caso que me quede todo el día por fuera, pero el pequeño es más elegante.
—¡Vamos Des! Demuestra de que estas hecha —le digo a mi reflejo en el espejo.
Me he recogido el cabello, no me he excedido en maquillaje y mi vestimenta debe cubrirme. Nada de vestidos ajustados o faldas cortas, no vocabulario soez, no miradas fijas a los ojos. La lista que me dejó Harris es bastante extensa, pero valdrá la pena si al final de esta mañana uno de los dueños me recibe.
Me ha dicho que se casaba la noche anterior, pero tenía que ir a la empresa en la mañana y que al estar recién casado estaría de buen humor, algo que no lo creía posible, pero quería creer que sí. En cuanto a los dueños debo admitir que reconozco al propio es decir a Jasón Frederick, a sus hijos no. La razón es realmente fácil, no soy dada a los noticieros, revistas o programas de TV estúpidos. Quizás porque en casa nunca hubo esos lujos o porque a Brady no le gustaban tampoco, por lo que sea… Yo no lo hacía y punto.
Con el último suspiro de miedo saliendo de mis pulmones tomo el bolso grande, busco el papel dejado por Harris y salgo a la calle. Encuentro al salir el silencio propio de las ocho de la mañana, sacudo mi mano a la señora Julia que riega el jardín a esa hora.
—¿Vas a trabajar cariño? —me pregunta desde la salida.
—En búsqueda —le respondo —¿Rezara por mí? —pregunto y sonríe.
—Haré algo mejor criatura ¡Ven aquí! —y como si fuera una niña que le piden un helado camino apresurada cruzando la calle.
Me instalo frente a ella y cierro los ojos porque sé lo que hará. Recibir su bendición y protección, una que nunca tuve de pequeña pero que hoy por hoy de grande la señora Julia, mexicana como mi madre suele darme siempre que voy a una entrevista.
Una vez termina toma mi barbilla y me hace verla a los ojos, unos opacos por las cataratas como dice ella, pero que encierran mucha ternura y sabiduría.
—Te irá excelente, ya verás —me dice —regresaras a casa con algo más que un empleo… ten —dice dejando en mis manos la cadena con la medalla que suele tener siempre y que es el recuerdo de su hijo que murió en un combate en irán. —algo me dice que tú la necesitas más… ella te protegerá.
Confundida, pero con poco tiempo beso su mejilla y empiezo a avanzar, repitiéndole que se la daré al regresar y si consigo el empleo que asegura me darán, hasta reemplazaré la de plata por una de oro.
Tomo el taxi en menos tiempo de lo normal he empezado con el pie derecho, no puedo evitar pensar. Le doy la dirección al taxista y me dice que saldrá caro, creo que no ve con cara de tener esa cantidad.
—¿Cuánto es? —le pregunto y al recibir la cifra suelto una maldición —eso vale la mitad, debería dejar de ser ladrón —me quejo.
—Es la tarifa y si no le gusta ¡Bájese! Pero debe pagarme traerla hasta aquí. —explota y miro por la ventana.
—Son dos jodidas cuadras —le grito —¿Cuánto se supone que me va a cobrar? Viejo sin vergüenza, ni crea que va a mantener a su amante a mis costas. — frena abriendo la puerta.
—¡Bájese! No suelo llevar a prostitutas….
—Prostituta su abuela —digo ya afuera y pateando las llantas de su destartalado taxi. —hijo de puta, infeliz.
El sonido de mi móvil me hace buscarlo dentro de mi bolso y una vez miro la pantalla resoplo. Marcelo, mi jodido día no podía ser peor, de mal humor con dolor en las piernas por los tacones y con una vejiga que muy seguramente ya ha empezado a salir descuelgo el móvil mientras le pido parada a otro taxi.
—Te lo advierto —digo una vez descuelgo —lo que sea que quieras, la respuesta es no.
—Des—escucho su voz lastimera que me niego a que me envuelva.
—Disculpe ¿Podría decirme cuanto me lleva a Industrias Frederick? —le pregunto a un taxista que me ve con una sonrisa —y buenos días.
—Buenos días señorita, lo que marque —dice y sonrío.
—¿Qué harás alla?
—¿Qué deseas Marcelo? —pregunto y miro al taxista —Muchas gracias.
—Es un placer… ¿Entrevista de trabajo?
—Sí, y urge que me digan que si —confieso y escucho a Marcelo hablar.
—Que regreses nena ¿Qué sentido tiene discutir tanto? ¿No te aburres?
—Por qué me aburrí es que me niego a volver. —declaro—Estamos desde que tengo 20 saliendo, hemos peleado 10 veces o más, en cuatro años, si hemos vivido seis meses en paz es mucho… —hablo con la seguridad que me da saber que no volveré a caer porque lo juré en la tumba de mi hermana y no le doy oportunidad de hablar. —no volveré contigo, ni hoy, ni mañana, ni nunca no insistas. Sigue con tu vida de soltero, mientras yo edifico mi vida, me lo merezco.
Cuelgo y suspiro fuerte con la dicha de haber hecho lo correcto, Brady no creía en mí cuando le dije que esta vez estaba decidida a dejarlo. Las acusaciones de infidelidades nunca las presencie, siempre eran terceros quienes lo veían, él lo negaba y yo volvía. Me iba a cuidar a alguien por un tiempo y luego al regresar a la ciudad, flores y chocolates, serenatas y perdón mil veces… yo caía.
Hasta que vi mi reflejo en el cadáver de mi hermana, Casandra conoció al que se convertiría su verdugo a la edad de 17 años. Cuando tras una discusión con mi hermano por mi causa ella y mamá se fueron de casa. Charly como todos lo conocimos era un hombre cruel, mafioso, proxeneta y todos los calificativos peligrosos que un hombre pudiera tener. Era dueño de un bar, lugar en que le dio trabajo a mi hermana como barman oficio en que la adiestró.
—Llegamos señorita —me dice el hombre.
—Quédese con el cambio —le digo saliendo del lugar y yendo a recepción. —Disculpe, —le digo a la chica de recepción y tomo el papel dentro del bolso la oficina que me ha escrito Harris en la tarjeta. Intento comprender si es un dos o un cinco—la oficina del señor Frederick, oficina 305 —pido.
La mujer está al teléfono y quien sea detrás de la línea la está gritando. Me mira un instante y suspira aliviada, diciendo del otro lado que ya llegó.
—La están esperando —comenta y no tengo tiempo a decir que está equivocada.
—¿Es que cree que tengo tiempo que perder? —grita una voz detrás de mí y siento pena por quien sea están reprendiendo —¡Es con usted! —habla girándome y al hacerlo estoy frente al hombre causante de mi enojo la noche anterior.
—Disculpe, pero….
—No la disculpo —vuelve a gritar —Llevo media hora esperando por usted ¡No la disculpo! —insiste y su rostro esta rojo, furioso e histérico.
A ese pobre diablo le va a dar un infarto y allí mismo, pienso mirándolo divertida. Porque es obvio que no me dejara explicarme.
—Es que está en un error… —le digo sin poder contener la risa.
—¿Le parece gracioso dejar a alguien esperando?
—No, me parece chistoso que no me deje explicarme… vera usted.
—Llévenla en el otro auto —dice y dos gorilas me toman cada uno, por un lado —no compartiré espacio con alguien tan irresponsable— y se larga.
Me deja a mí en medio de dos enormes hombres que me llevan prácticamente a rastras.
—No soy a quien espera—le grito —¿Me está escuchando? No soy su jodida cita —grito hasta quedarme sin voz.
Se detiene un instante y gira hacia mí, por un momento he ignorado que lo dije en español y es algo que suele suceder cuando estoy enojada. Paso del español al inglés y luego al ruso, realmente mi cerebro es una mezcla extraña.
—¿Habla español, ruso ?
—Sí, pero…
—Entonces es usted y no me haga perder el tiempo. —comenta y pongo los ojos en blanco —¡Súbanla!
—Maldita sea mi suerte…
—Será mejor si no lo hace enojar o no encontrara empleo en todo el país —dice uno de sus guardaespaldas mientras me ayuda a entrar y cierra las puertas tras de mí.
Ignoro a donde me dirigen, me calmo diciéndome que si el necesita una interprete yo podría ayudarle y así ganaría puntos. Luego le explicaría que no era yo a quien debía insultar y apenado me daría empleo.
—¡Bien Des! —suelto y de nuevo vienen a mi mente los recuerdos.
Mi madre había vendido la virginidad de Cas, tal cual quiso hacer conmigo y con Brady, con ninguno de los dos lo logró. Con Cas sí y le quedo gustando eso de vender su cuerpo que siguió haciéndolo a escondidas de mi hermano y bajo el encubrimiento de mamá. Una vez lejos de casa y con un hombre que se dedicaba a eso, hizo de ese oficio el más antiguo de todos, su profesión.
Cas discutía con Charly, casi que todos los días y por cualquier cosa, cuando la disputa era grande le pagaba una cirugía plástica (era adicta a ella) y la convencía en volver, asi como Marcelo hacia conmigo. La última vez que escuché su voz fue una noche en que me llamó desde el hospital me dijo que estaba allí por embarazo.
Hoy por hoy, entiendo que nunca fui unida a mi hermana, quizás por su trabajo, su marido o que ella insistiera en que con Charly y mi físico ganaría mucho dinero. Siempre llegaba un par de días solo mientras conseguía a donde trabajar nuevamente, el suficiente para entender que debía alejarme de Marcelo o acabaría como Cas.
El punto es que ella no conocía su estado de embarazo, acostumbraba a usar esos corsés para resaltar su figura y ajena a que estaba esperando, siguió haciéndolo, tomando licor y drogandose. El bebé pagó el exceso de esas tres cosas, no solo nació con problemas cardiacos, sus extremidades estaban deformes, su hígado, riñón y hasta su cabeza no se desarrollaron como debían.
Desconozco los detalles, solo sé que en lo que estuve trabajando por fuera, Charly vendió todo e intentó sanar a su bebé, algo que era difícil según los médicos y en una de esas cirugías la primera o segunda el pequeño murió. Lo que pasó en adelante no se sabe con exactitud, a partir de la muerte de ese niño, nadie volvió a ver a mi hermana con vida.
Charly se mudó a un barrio lejos y decia que ella estaba bien. Fue a mi hermano quien en un error (imagino fue asi), le dijo que tenía problemas con Casandra, porque no se movía del TV y siempre tenía al niño en brazos. Me fui a verla una mañana a escondida de Brad y Janet.
Estaba muerta el día que fui y a juzgar por su aspecto llevaba mucho tiempo, ese día me vi a mi misma reflejada en ella. Prometí no caer en ese círculo vicioso en que mamá y Cas cayeron, Brady tenia razón, yo podía marcar la diferencia si quería. Su esposo la había matado, el hombre toxico que insistí en que dejara, aquel que aseguraba jamás la dañaría, lo hizo y para siempre.
Gregory
Me bajo de la limosina y veo a la mujer avanzar en mi dirección, una vez cerca de mí es lo suficientemente inteligente para no acercarse o verme a los ojos.
—¿Por qué el hidroavión? —pregunto molesto.
—No hay pistas de aterrizaje y es la única manera de llegar —me responde el capitán y miro a la chica.
—¿A volado alguna vez?—pregunto porque no lo parece a juzgar por cómo ve el avión.
—Lanzarme del tejado con la cobija en mi cuello y pensar que era super girl ¿cuenta? —ante su respuesta junto las cejas molesto y sonríe aun sin mirarme —No, supongo que no.
Puedo ver la risa de mis hombres mientras contemplan a la descarada mujer ¿De dónde la saco Matt?
—Andando —le digo avanzando primero que ella.
Son mis hombres quienes le ayudan a entrar y que parecen encandilados por la castaña. No tengo tiempo para pensar en que tan grande sea su trasero o que su cintura sea estrecha o sus piernas, solo pienso en que ese ruso no me va a querer atender por llegar tarde.
Una vez despegamos la veo mirar con curiosidad hacia abajo y sonreír, sus ojos brillan emocionado y se asemeja a una niña pequeña. Contesto algunos mensajes al productor del programa, mi padre se niega a dar vía libre al evento y sin eso es imposible seguir.
“Es el dueño Greg, sigue siéndolo hasta que él lo decida, sin su firma no podemos usar el nombre de la industria”
“Lo resolveré al volver “
Respondo en casi cuatro horas varios mensajes hasta que me quedo sin señal, cierro la laptop y miro a la chica frente a mí. Me encuentro sin saber porque, contemplando a la chica que responde un mensaje, molesta por lo que puedo deducir. El aparato tiene la pantalla partida y aunque su aspecto es limpio en nada se parece a la descripción que me dijeron.
Se supone era la hija de un importante empresario italiano, que estaba por abrir una sucursal de sus restaurantes en el país, amable, educada y de buena familia, miembro activo de una fundación sin ánimo de lucro para ex marines que fueron lesionados en combate.
No la conocia personalmente, pero sabía era una de las candidatas al programa. Se supone era la que ganaría, no miré su físico solo su currículo y exámenes de salud. Cuando leí los documentos que mi hermano me dejó esta mañana y supe que ella me acompañaría lo vi buena idea. El show solo era para confirmar que ella era la elegida, las demás se le darían regalos como premio de consolación, por lo que conocerla antes de entrar a ese programa lo vi buena idea.
—Debemos aterrizar señor —dice el capitán —hay una falla en el motor.
—¿Es broma verdad? —la escucho preguntar y el capitán sonríe —¿Hay cámara oculta o algo? Porque no le veo la gracia.
—Lo siento señorita, pero no duraré mucho tiempo —insiste y me mira —el señor sabe que estas cosas pueden suceder.
—Haga lo que tenga que hacer y usted deje de quejarse —la reprendo y la veo apretar sus labios.
—Planearé en esa isla, ustedes se bajan mientras yo….
—Yo de aquí no me bajo—vuelve a insistir y suspiro cerrando los ojos —usted arregla estas cuatro latas conmigo dentro —grita como si su voz ruidosa no fuera escuchada sin necesidad de levantar su voz.
—Señorita…
—Ella se bajará Lewis, no te preocupes—tal parece que yo soy el intérprete de ella y no todo lo contrario.
Se sostiene con fuerza en el sillón mientras mira hacia abajo con horror, no hay rastros de la chica que hace unos minutos me gritaba e insultaba. Una luz de recuerdos llega a mí, pero es interrumpida por el avión aterrizar y la voz del capitán.
—Estarán mas cómodos en la isla, no voy a demorar —dice, aunque sé que a quien intenta convencer es a ella.
—Será mejor si se quita esas zapatillas y escogió un pésimo atuendo —reniega molesta y sonrío una vez más, un mechón de sus risos se ha suelto de su bien elaborado peinado y me quedo viéndolo por unos segundos.
Se quita las zapatillas a regañadientes y se niega a recibir mi mano para que no caiga al agua una vez hemos aterrizado. Eso sí se queda en la playa cerca de Levis quien sonriente la mira de vez en vez, de ninguna manera me quedaré recibiendo ese sol infernal.
Miro la hora y son casi cuatro de la tarde, estoy debajo de una palma y aun así el calor es inmenso. A mi alrededor solo hay océano y verde, mucho verde, regreso de nuevo mi mirada a Levis y su lucha para que la chica no se queme y niego fastidiado.
—¿Tiene calor? Tenga aquí hay todo lo que necesita —le veo entregar un bolso enorme que recibe dudosa. —esto es para el señor ¿Podría entregarlo?
—Algo te traes, no sé qué carajos sea, pero algo te traes y te lo advierto. Donde sea que te escondas te voy a buscar y me las pagaras —entonces si empiezo a preocuparme y no por su amenaza, es que me doy cuenta que ella puede tener razón.
Una vez ella gira el hidroavión arranca y gira, me alejo de la palmera y avanzo a paso rápido, la chica hace lo mismo mientras maldice una y otra vez. Corre primero que yo y ya no hay dudas, es la misma chica de la noche anterior.
—¡Lo sabía! —grita molesta al ver como el objeto se levanta en el aire—¿Usted…?
—Ni lo diga, lo último que deseo es estar solo con una mujer tan corriente—me defiendo.
—Imbécil —explota y mira el sobre que en sus manos —por lo menos nos dejó en tierra y no nos lanzó al mar ¿Supongo que usted es Greg?
—Si ¿Por qué? —pregunto y mira de nuevo el sobre que me extiende
—Esto tiene su nombre y lo firma Jasón Frederick D’angelo. —se lo arrebato y rompo en pedazos saco la carta dentro de ella y empiezo a leerla.
“Querido Greg.
Realmente estoy muy preocupado por papá y mamá, verlos día a tras día intentar hacerte entrar en razón. He escuchado que deseas hacer un Reality Show, en búsqueda de esposa y me dije ¿Por qué ayudar? Matthew e Isabella, aseguran que tus motivos son estos.
Podrás verlas en vivo, competir, que tan entrenada están o como manejan el estrés, su nivel de cultura y competencia, etc. Tu lista de virtudes es muy exigente y me fue difícil encontrar una dama que las tuviera todas. Como imagino que nuestro hermano te lo ha dicho Zia Lorenzo, tiene 9 de 10 de lo que deseas por lo que esto es lo que va a suceder.
Estoy aburrido de tu ego, elaboré mi propio Reality y Zia está dispuesta a pasar contigo dos meses. Si no resulta se le pagará muy bien al final.
Nada saca lo peor de uno que estar aislado, solo y sin nada de lujos y de los tuyos (se de lo que hablo)
Estarán en situaciones extremas, tu como coprotagonista.
Podrás estar en contacto con la naturaleza y por ende contigo mismo.
Verás el comportamiento de la mujer bajo estrés, en situaciones extremas, sin maquillaje, solos y…
Tú serás el juez, al final si esto no resulta no te preocupes habrás ganado sabiduría y mis papás descasaron de ti dos meses.
Sin mas
J.F.
Arrugo la hoja de papel mirando a todo el lugar, la veo esculcar dentro de la enorme mochila ajena a mí, le arrebato el contenido de la misma y le pregunto.
—¿Quién eres?
—Imbécil —escupe furiosa —¿No debió preguntarme eso hace unas horas ? Le dije que no era yo a quien esperaba.
—¿Tiene apellido? —insisto—¿Imbécil qué? —pero se aleja ignorándome completamente, estoy casi seguro que no es ella con quien debería quedarme, pero de alguna manera su comportamiento me enoja en proporciones gigantesca.
—Soy Desiré Duffy e iba a hablar con Matthew Frederick…
—Es alérgica a algo —le interrumpo, mientras ella sigue caminando observando el lugar como si fuera la más experta.
—A las balas—responde y suelto el aire fastidiado —al veneno, las serpientes, alacrán, o cualquier cosa que sea venenosa y lo incluyo a usted. —dice —un animal muere arrancándole la cabeza, las que sea que tenga, en esa categoría también esta usted.
—Es mejor poner las cosas claras —le digo —como se dará cuenta fui víctima de una broma de uno de mis hermanos varones, un marine activo y con mucha imaginación —sigo y la veo buscar ramas pequeñas y dejarlas a un lado, ignoro lo que esa demente hace y continuo —no pienso rescatarla, no quiero su histeria, no pienso salvar su trasero cada que se meta en problemas y no quiero acosos de ninguna índole ¿Qué hace? —le digo al ver que traza una línea con las ramas que ha recolectado.
—De aquel lado es suyo y este es el mio — señala. —no se a que soy alérgica porque nunca he ido a un bosque. —me acaba de responder lo que le pregunte hace diez minutos y eso debería darme una idea de lo que será mi estadía con esta mujer.
—¿Es consciente que yo tengo la mochila con los víveres? —le pregunto alzando el objeto en mis manos. —¿Podrá sobrevivir? —se cruza de brazos y la veo sonreír antes de responder.
—¿Ha tenido que dormir alguna vez en la intemperie, sin luz, agua, lujos o comida? —pregunta —sé que no.
—¿Qué hay con eso?
—Que yo sí y muchas veces señor Frederick días seguidos... Se lo que es el hambre —responde.
Gira en búsqueda de más ramas y no sé qué mujer sea o porque ha vivido esas situaciones, por el momento solo me llama la atención su exuberante cuerpo.
—¿Practica algún deporte?
—No.
—¿Gimnasia, ciclismo, Pol dance, estríper? —insisto.
—No a ninguna, tampoco hago dieta —me aclara.
—¿Cómo logra ese cuerpo si no hace nada de eso? —insisto.
—Sexo —responde encogiéndose de hombros y perdiéndose en la maleza.
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