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Capítulo 11

No tuve problemas con el hermano del señor Frederick, o quizás mi ánimo bajo por las malas noticias. Supongo que algo debí mostrar en mi comportamiento porque hizo comentarios generalizados y estuvo pendiente de mi por más de dos horas. Algunos minutos más tarde, el señor Doyle, me devolvió la llamada. Le dije que tenía un empleo con el hospital Frederick y que agradecía su preocupación, me hizo prometerle si necesitaba algo lo buscara y hasta me dio todos los números y direcciones de donde poder ubicarlo.

No me fui ese día, ni al siguiente, he durado en la clínica una semana más. El terror a perder a los niños me impedía algunas veces hasta bajarme de la camilla. Había sangrado un poco y ha hecho imposible mi salida. Hoy recibiría la visita del Sr. y la Sra. Frederick, hasta hoy hablarían conmigo.

Acomodo mi vestido y observo mi atuendo de la cabeza a los pies, parezco otra persona. Mi reflejo en el espejo del baño muestra a la misma Des, pero sin duda mi atuendo es diferente.

En mi cuarto mes de embarazo, no estoy segura de poder soportar vivir con alguien como Gregory Frederick. Me llamó únicamente un día después de partir y en a adelante solo ha compartido conmigo un par de mensajes y no es que quisiera su llamada, pero un poco de empatía no le caería mal.

Me habían cambiado de habitación y en la nueva había TV. Nunca creí que podría estar en esos programas de cotilleos (aunque de mala manera) o que necesitaría de ellos para mantenerme al día. Por ellos me mantenía al tanto de todo cuanto hacía, no estaba en el extranjero como imaginaba, era en el país y había sido captado por varias cámaras con chicas en clubes o restaurantes.

Apago el TV al ver que ha llegado mi visita e intento mostrar mi mejor rostro a la pareja que entra en ese momento. Llegaron tomados de la mano, algo que había notado era muy común en ellos, como también las miradas de amor compartidas entre ambos o cuando uno no miraba al otro.

—Hola cariño —saluda la señora Fiorella al entrar —¿Te ha Llamado Gregory?

—Más o menos —respondo.

No sé si deseo que me llame no sabría que hablar con él. He tenido tiempo no solo para estar al día en todo cuanto dicen de mí, también de él y del fracaso que es nuestro compromiso. No tiene sentido mentir, cuando nadie allá afuera lo está creyendo y el lleva una vida de soltero, a esa conclusión llegué.

Ambos besan mi frente y tocan mi vientre de manera paternal, su manera de verme me hace incomodar, parece que en realidad yo fuera importante para ellos. La experiencia me dice que no es así y que solo buscan limpiar la imagen de su hijo.

—No tienes que mentirnos —habla su padre serio — también tenemos detalles de todo lo que hace por fuera. Somos conscientes que no necesitas de este estrés... Aceptaremos la decisión que tomes.

Estoy por responder que no le veo problemas a que se divierta, cuando veo mi anillo. Yo debería estar celosa, enojada o por lo menos con mi orgullo herido. Realmente no sé cómo reaccionar, con Marcelo al comprobar su infidelidad simplemente me alejé, no le di posibilidad de segundas oportunidades. Con este hombre es distinto, porque no somos nada y debo admitir hice una promesa.

—No soy de hacer escenas, en base a lo que me cuentan —confieso, porque es importante ser sincera con ellos —el día que lo vea por mis propios medios, se habrá acabado, mientras que siga pensando es un hombre libre.

—Ese es tu pensamiento, la realidad es que él no tiene por qué hacer esas escenas. —insiste su madre y suelto el aire ofuscada. —está haciendo de ti el hazme reír y parece no ha aprendido nada.

Está enfadada e imagino como debe sentirse, pero no deseo meter en problemas al Sr. Gregory, no tengo porque sentir celos (aunque podría sentirlos un poco). Realmente no es nada mío, salvo el padre de nuestro bebé y es hora de poner punto final a esto. No obstante, esta es una buena oportunidad para librarme de esta locura.

—Lo han obligado a comprometerse con una mujer que no le gusta —le recuerdo —esa noche... —callo un instante y lo pienso antes —fue un error, mi embarazo es la consecuencia y estoy dispuestos a afrontar, pero no podemos seguir Mintiendo.... Por lo menos yo no puedo mentirles ustedes no lo merecen.

—Desiré ...

—Déjeme terminar señora —hablo porque ya no puedo parar — les aseguro que la realidad de todo cuanto han dicho de mi es aún más escandalosa. El no gusta de mí, ni yo de él. Me parece injusto que lo obliguen a comprometerse con una mujer que solo le traerá vergüenzas. Que quieran quitarle lo que por tantos años ha luchado, es injusto. No soy nadie para opinar, pero un hijo no hace un matrimonio o hace cambiar al hombre que destruyó

—¿Lo estas justificando? —la voz de su padre es de indignación y al posar sus ojos en él, veo un brillo decepción en ellos.

—Solo les muestro la verdad —insisto —no discutiré con él sobre lo que hace no sólo por mis hijos, también por mí.

—¿Qué piensas hacer? —me pregunta y no sé qué responder —la anciana está viviendo en tu casa desde hace un par de días, pero ese lugar no es seguro.

—No podemos dejarte sola, por los niños y el peligro que representa para ti este embarazo. —Jasón Frederick, parece decepcionado más de lo normal y realmente estoy muy apenada por él —alguien podría hacerte daño solo por los niños que llevas.

—Tengo un dinero ahorrado y haré lo que los especialistas me digan, hasta que mi embarazo deje de ser peligroso —acepto y ambos respiran aliviados.

—Sabemos que lo que ocurre y no necesitas fingir ser la novia de alguien que no se respeta ni así mismo.

Ambos sonríen y toman mis manos, me quito el anillo y lo dejo en las de Fiorella, su madre. Observo mi mano y sonrió ante él alivio que me da saber que me he quitado la molestia de ese estúpido compromiso.

—No podemos hacer más que apoyarte —la voz de la señora Fiorella me hace alzar la mirada y mis manos. —¿Tienes un lugar en especial en donde llegar?

—Tengo a quien llamar —respondo y la persona que de momento me llega a la mente es Harris —Gonzalo me ayudó la primera vez en buscar un sitio, y creo que puedo abusar de él.

—Yo me encargo —el señor Jasón sale dejándome con su esposa.

La incomodidad de estar en la presencia de alguien tan importante e influyente me hizo guardar silencio. Me conocía lo suficiente como para saber qué diría o haría alguna tontería. No obstante, a mí miedo la señora Fiorella me demostró ser alguien accesible, y su esposo igual. Terminé escuchando y hasta riéndome de las anécdotas de ambos como amigos, novios y ya después como casados.

—Han sido más de cuarenta años de novios —habla él mirando a su esposa con adoración—cuento desde que la conocí cantando en ese parque, porque no pude sacarla de mi cabeza.

—No sé qué decirle, creo que me hacen querer algo igual —confieso sonriendo —pero tengo una voz horrible, solo serviría para vendedor en alguna plaza pública.

Ríen divertidos y una hora después reciben la llamada de Harris que hay un apartamento cerca de su edificio disponible, es independiente y en una zona segura. Entendí que el dinero puede lograr muchas cosas, pero la felicidad nunca será accesible a las personas a través del dinero. Ese día en las horas de la tarde le darían de alta y conocería al hermano gemelo del señor Gregory. El me llevaría a mi nuevo apartamento, porque sus padres tenían un viaje urgente que hacer.

En lo que queda de mi estadía allí, recibo las indicaciones, los doctores me dan un detalle muy explícito pero dedicado de mi situación y la de mi embarazo. Firmo el documento que asegura me negué a interrumpir el parto y al hacerlo veo en el mismo la firma del señor Frederick. Si bien, era consciente que mi embarazo no iba bien, jamás creí fuera tan delicado.

Con la pequeña maleta que la señora Julia me trajo ese día, y en donde tenía el único guardarropa que tenía espere a Matthew Frederick. Tenía que pasar por la casa en búsqueda de todo lo demás, me debatía entre decirle o no a él. Podría quizás pasar un tiempo con la señora Julia y en la noche irme en taxi. No quería ir a un apartamento sola a encerrarme y pensar en mis dudas existenciales. Sentada en un cómodo sillón, observé entrar a una copia exacta de Gregory Frederick.

—Buenos tardes —saluda al entrar —usted debe ser Desiré. —alzo una ceja al notar su sarcasmo, mientras lo observo escanearme de la cabeza a los pies.

—Si desea le muestro mis dientes —no puedo evitar responder y sigue en silencio —también tengo todas las vacunas, incluido la anti rábica.

—¿Es todo lo que trae? — responde ignorando mi protesta.

—Si.

Supe que era muy diferente a su hermano, una actitud totalmente distinta. Gregory siempre se quejaba de mí comportamiento o malas palabras, pero nunca vi en el gesto de despotismo y tanta superioridad como el que veía en su clon.

No fue mal educado sus preguntas eran cordiales y hasta decente. Hizo los comentarios que tenía que hacer, cuando debía, pero no se molestaba en escuchar las respuestas. No hizo pie por conocerme o saber de mí, quizás lo estaba comparando con su hermano Jasón que fue abierto en todo momento. Aunque la realidad era que buscaba una similitud con el padre de mis hijos más allá del físico.

—Será mejor si usa la silla de ruedas —habla al verme avanzar caminando a la puerta.

—¿Podría llevarme a casa de la señora Julia? —pregunto sin prestar atención a su comentario tal cual hizo él conmigo.

—No lo creo probable —responde señalándome la silla —señorita Duffy, por favor, la silla.

—Tengo todas mis cosas allá —le explico.

—Se las compraré nuevas —insiste. —siéntese por favor.

—Pero yo quiero las mías —refuto y suelta el aire molesto. —me siento en la silla, solo si usted promete ayudarme.

—No pienso negociar con usted sobre lo que evidentemente le perjudica. —habla ahora si de mal humor y no se molesta en ocultar su antagonismo —Imagino que sabe no puede llegar a ese lugar, tampoco es adecuado debido a su estado...

—Ahórrese el sermón —le advierto— mejor vamos a casa, le recuerdo que soy yo la que debo estar enojada con usted.

El clima está bastante cálido, huelo a libertad a comida en casa, cama y salida con Jaz o la señora Julia. Me ubico en la silla de ruedas una vez a las afueras de la clínica abre las puertas del auto y retiro sus brazos al ver que me va a alzar en brazos.

—No me toque —le advierto y solo me mira sin decir nada.

Se sienta a mi lado y arranca, el silencio que sigue es tan incómodo, es tanta la incomodidad y su rostro de piedra que terminé chateando con Jasón.

Le envié un mensaje diciéndole que mi chófer estaba enojado, que sería mejor si lo despedía. Ante la pregunta quién es el chófer le envío una foto, pero el flash me delata, la foto se fue con un Matthew mirándome con rostro asesino.

—¿Qué se supone que hace?

—Su hermano Jasón quiere saber quién es mi chófer —le respondo y bufa. —¿Me puede decir que cojones le pasa?

Tiene los nudillos blancos de tanto presionar el volante, con la vista fija en la vía. No tiene la más mínima intención de responder, así que decido leer los mensajes de Jasón. Su padre le quitará la presidencia a Gregory, luego que yo les dijera no me voy a casar. Confiesa que influyeron los escándalos de la prensa, porque teniendo prometida se ha dejado ver con chicas.

Envía una imagen de Gregory con una chica sonriente y en otra besándose. Contemplo la imagen por largo rato, la amplío en varios lugares y suspiro al darme cuenta lo parecido que son.

—Usted podría ser perfectamente el de la foto —le digo, pero no responde —la persona que la prensa ha visto con otra mujer... podría ser usted. —explico y sonríe negando.

—No sabe lo que dice ¿Cree que mis padres no nos saben diferenciar? —Sí y eso es lo que me hace dudar, pero son idénticos...—Gregory Retó a la prensa por usted, amenazó con llevarlos a todos a los juzgados si no cesaban de lo que llamó "calumnias" —su voz suena dura y es notable que se está conteniendo. —sabe que todo lo que dicen es cierto—continúa — la ha tratado como reina cuando usted se comporta como una...

—Cuide sus palabras señor Frederick, no estoy dispuesto a soportar un insulto más de ninguno de ustedes y menos de alguien que no tiene ni puta idea de que sucede. —grito exasperado —usted hizo la cagada del siglo y se largó de luna de miel, no sabe lo que ocurre aquí. Quizás se hace pasar por su hermano, para continuar con su vida de soltero y porque sabe no lo va a delatar.

Me mira de reojo y sonríe de forma irónica, mientras comenta que sabe lo suficiente para no quererme cerca. Lo escucho reclamarme que todo lo que su hermano está haciendo por mí, se las está jugando todo mi bienestar y yo lo único que debo hacer es fingir ser su novia.

—Vivirá una vida que ni en sueños se imaginó, contrato cuatro personas a su disposición y ¿Qué hizo? —continúa molesto —lo tiró de cabeza con mis padres.

—Usted debería tener bozal, maldito perro engreído —replicó molesta —porque todo esto ocurrió por su culpa, porque sus padres están aburridos de los escándalos.

Tomó aire para continuar y lo golpeo en los hombros porque toda esa situación con ellos me tiene hastiada. Me doy cuenta no solo que no voy al mismo lugar, sino que alguien nos sigue.

—¿A dónde vamos? —pregunto —nos están siguiendo —le digo y mira por el retrovisor y sonríe divertido, pisando el acelerador. —Deténgase.

—Irá al penhouse, se quedará allí y dirá que lo pensó mejor —el auto acelera y me sostengo de la silla asustada — él le ayuda a usted... y usted mujer terca e insensible se ayudará a sí misma.

—No puede obligarme a quedarme allí, cuando venga Gregory, me iré —suelto e intento pisar el freno —¡Baje la maldita velocidad! Si usted quiere morirse yo no...

Me mira molesto e intento abrir las puertas del vehículo sin importar que esté en movimiento, un auto se atraviesa en nuestro camino y lanzó un grito al darme cuenta que estamos a punto de chocar, pero el desquiciado frena rápidamente. Mi pecho sube y baja, la respiración se me corta y un leve mareo se apodera de mí. Hasta que las puertas del vehículo se abren y alguien me toma en brazos. Tengo los ojos cerrados y aunque ambos hermanos comparten hasta el perfume, su aroma es distinto.

—¿Qué mierda crees que haces? —lo escucho reclamar y apoyo mi cabeza en su pecho—¿Es que no me has visto? Te hice la señal de detenerte —siento su rostro en mi frente y de apoco me voy calmado.

— ¿Es diferente cuando es tu mujer verdad? —solo escucho sus palabras, porque sigo con los ojos cerrados. —Quizás ahora si me entiendas... te acabo de enseñar cómo se hace respetar un hombre.

—¿Intentando matarla?

Soy llevada en brazos y puesta dentro de otro vehículo con Gregory a pocos centímetros de mí, preguntándome si estoy bien. Lo estoy, pienso, pero solo afirmo sin decirle nada.

—Y yo soy la demente —murmuró cuando ya he encontrado la voz —pobre de mis hijos, los genes que tendrá.

—No suele ser así, se supone que es el de mejor humor...

—No quiero conocer al de peor temperamento. —Confieso y siento sus manos en mis cinturas.

—Se supone que soy yo... ¿Seguro estas bien?

—Sí, quiero ir a mí a casa...

—Iremos a mi casa entonces...

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