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Nos encontramos en un gran cráter en medio de la nada, todo lo que estuvo algunas vez a cercanías del mismo se redujo simplemente a cenizas, polvo y escombros. Pedazos de madera estaban regados en la tierra, algunos debajo de la misma, cristales rotos se incrustaban en el suelo mismo, una carreta estaba volteada y sin una de sus llantas, los caballos de la misma habían corrido desde que...aquella presencia... aumentó su aura.
Se preguntarán "¿Por qué nos encontramos en este escenario tan desalentador y sin vida? ¿Quién es el o la responsable de todo esto?", la respuesta es más simple de lo que se pueden imaginar. La responsabilidad de esto recae en...
La furia de una madre sobreprotectora...
En medio de toda esa destrucción, habían 2 presencias que resaltaban. Aunque no eran los únicos en el lugar, ya que 4 presencias extras se encontraban a una distancia un tanto lejana de las otras dos.
-Esto se fue al demonios, ni siquiera queda un terrero en el cual construir...-Susurró un dios lleno de polvo y escombros en toda su ropa.
-Mi-Mis tomates... tanto que me costó hacer que crecieran...-Comentó otro dios con avanzada edad en su apariencia ya que tenía una barba larga y de color blanco, mismo color que su cabello.
-No creo que sea el momento para eso viejo, tengo más miedo de que Alfia nos vea y dirija su furia a nosotros, no deseo ser molido a golpes, aunque tendremos una oportunidad de salvarnos y huir...-Respondió un gran hombre de cabello rojo y cicatrices en sus ojos.
-¿Oportunidad? ¡¿Cómo demonios crees que tendremos una oportunidad de huir de ella?!-Preguntó Hermes a Zald, quien había dicho lo anterior, con gran temor y volumen en su voz.
-Simple, si su mirada viene a nosotros después de derrotar a esa niña, al primero que golpeará será a Bell, eso nos debe dar el tiempo suficiente de irnos, lo siento Bell, pero serás la carnada, tuviste una vida buena-Contestó Zeus, mirando a su nieto.
-¡PERO SÓLO TENGO 15 AÑOS!-Respondió el peliblanco con un gran grito al Dios.
-Dije buena, no larga-Contestó el anciano, dándole poca importancia al miedo del niño. (Referencia).
-¡Tengo que hacer algo! ¡Ya van dos horas de combate y ni Aiz, y mucho menos mi madre, han cedido!-Dijo Bell, con preocupación, teniendo duda de si intervenir o no.
Exacto, las personas que estaban enfrascados en una batalla campal y larga, uno contra uno, eran ni más ni menos que Aiz, La princesa de la espada, y Alfia, la aventura apodada Silencio, pero... ¿Cómo inició esto?.
Dos horas antes.
-Me alegra saber que aprueba mi relación con Bell, señorita Alfia...-Dijo Aiz.
Alfia frenó en seco su avance al oír esas palabras.
Zeus se escondió detrás de Zald, quien se preparaba para lo peor.
En ese momento, Hermes estaba apunto de entrar pero escuchó eso y decidió dar media vuelta y correr lo más rápido que pudo lejos de ahí.
Bell por su parte golpeó su cara con la palma de su mano.
-Ha llegado el diluvio universal...-Susurró Zeus, resignándose a lo que venía.
-¿Qué sucede?-Pregunto Aiz, no entendía por qué de pronto todos se callaron.
-Niña...-Dijo a Alfia con un tono amenazante.
-¿Si?-Preguntó la peli dorada.
-¿Podrías repetir lo que dijiste hace un momento?-Pidió la peli plateada con sus ojos cerrados y una sonrisa macabra, Bell podía jurar que una de sus cejas estaba temblando como gelatina.
-¿Uh? Dije que me alegraba saber que aprueba mi relación con Bell, señorita Alfia...-Repitió Aiz, con un rostro confundido.
-Así que no escuché mal...-Dijo Alfia, aumentando su aura.
-¡Mamá! ¡Espera! ¡No la mates!-Gritó Bell, corriendo hacia ambas.
-¡¿EHHHHHHH?!-Gritó la princesa al oír implorando a su amado.
Cuando volteó a ver el rostro de su "suegra" supo lo que ocurría.
-¡TE LO DIJE BELL! ¡SI TRAES A UNA MUJER TENDRÁ QUE DERROTARME PARA QUE LA APRUEBE!-Gritó Alfia a todo pulmón.
-¡NO! ¡E-ESPERA MAMÁ! ¡AIZ! ¡CORRE! ¡CORRE!-Gritaba con claro terror en su rostro el joven peliblanco.
-¡GOSPEL!-Se escuchó salir de la boca de Alfia, explotando toda la casa de un solo golpe.
*PUUUUUUUUUUM*
-¡Espera mamá! ¡No le hagas dañ...!-Trataba de decir Bell, poniéndose en medio del camino de su madre, pero fue recibido con un fuerte golpe en el rostro, el cual lo mandó a volar de un lado, rodando por todo el suelo.
-No te metas Bell...-Dijo Alfia con un tono de ultratumba y una tan fría como amenazante.
Paso a paso avanzó hacia Aiz, nadie más que Bell tenía el valor de hacer algo por detenerla. La princesa de la espada seguía de pie, con una mano en el mango de su espada, lista para desenfundarla en cualquier momento de ser necesario, aunque lo menos que ella quería hacer era tener que luchar con la madre de su novio en el primer día de conocerla, Aiz no sabía mucho sobre la forma de tratar con los familiares de su pareja, pero estaba segura de que una batalla campal con la madre del mismo no era exactamente una buena señal ni un buen inicio.
El avance de la peliplateada seguía, sin ser interrumpido, la presión del ambiente aumentaba mientras más cerca se encontraba de la princesa de la espada.
-¡Espera mamá!-Volvió a insistir el peliblanco, poniéndose nuevamente en el camino entre ambas. Al parecer era el único con el suficiente valor de hacer algo para detener la batalla.
-¡TE DIJE QUE NO TE ME...!-Iba a gritar Alfia, lanzándole un golpe como el anterior, pero fue interrumpida a media oración.
-¡NO PERMITIRÉ QUE LE HAGAS DAÑO! ¡NO PERMITIRÉ QUE OBLIGUES A AIZ A LUCHAR!-Gritó Bell con gran decisión, mirándola a los ojos con un rostro serio y determinado.
Esto causó cierta sorpresa en su madre y en su pareja, quienes no estaban acostumbradas a ver de esa manera a su hijo y novio respectivamente.
-No... Bell-Dijo Aiz, posando su palma en el hombro del chico.
-¿Eh?-Dijo Bell, sin entender a qué se refería.
-Ella dijo que si la derroto, podré obtener su permiso ¿No es así?-Preguntó la princesa de la espada, dirigiendo sus ojos a Alfia, ella sólo asintió ante el comentario.
-¿Aiz? ¿Qué tienes planeado hacer?-Decía el peliblanco. Él tenía un presentimiento muy malo sobre eso, deseaba equivocarse a toda costa pero... su presentimiento estaba acertado.
-Bell... desde que te conocí... desde que comencé a sentir amor por ti... nunca me consideré alguien digna de ti...-Dijo Aiz, mirando a los ojos a su pareja.
Esto tomó por sorpresa a Alfia y al propio Bell, quienes no esperaban esa declaración.
-¿Qué quieres decir?-Preguntó el joven.
-Tú, siendo alguien tan puro... yo, con la llama oscura dentro de mi... no quería contaminarte... pero, me diste un motivo para seguir-Declaró Aiz, abrazando a Bell, para después pasar hacia adelante, dejándolo atrás.
-Es por eso que... si tengo que pasar esta prueba para ser aceptada y probar que soy digna ahora...-Dijo la princesa de la espada, sacando su estoque.
-¡LO HARÉ!-Finalizó, apuntando a la peliplateada con su arma.
Alfia la veía con un rostro serio, sin asomo alguno a lo que pensaba de todo esto, aunque era claro que debería tener una opinión.
-P-Pero...-Trataba Bell de decir algo pero su madre lo interrumpió.
-Ya la oíste... ella aceptó pelear, así que no tienes nada que hacer aquí...-Expresó la madre, apuntando en dirección de Hermes, Zald y Zeus. Ella quería que se fuera con ellos.
-Bien...-Dijo el muchacho, él sabía perfectamente que no tenía sentido tratar de evitarlo, era inevitable desde el momento en que decidió tener una pareja.
Bell se alejó del campo de pelea, posándose junto a su abuelo, Tio y Hermes.
Ambas mujeres se pusieron en posición de combate, ninguna tenía pizca de duda dentro de su ser.
-¿Estás seguro de esto niña?-Preguntó Alfia.
-Si viví muchos años luchando sólo por querer obtener venganza, con más razón pelearé por poder estar con la persona que amo-Contestó Aiz, mientras un viento color esmeralda recubría su cuerpo.
-Esta fue tu decisión, no lo olvides-Advirtió la peliplateada.
Y así... la batalla dió inicio.
De vuelta a la actualidad.
La pelea entre ellas dos había sido feroz, una demostración de poder puro en su máximo esplendor, ambas se encontraban heridas, una nivel 7 capaz de romper la barrera del nivel, una nivel 8 con sangre de espíritu, es un combate que cualquiera pagaría por ver.
Aún si decimos que la batalla estaba igualada... el resultado estaba apunto de definirse.
Alfia estaba de pie a unos metros de Aiz, ella se encontraba llena de heridas en todo su cuerpo y con su brazo izquierdo dislocado, aunque... Aiz no estaba mejor, heridas abiertas, costillas rotas, ligeras fisuras en los huesos de su pierna izquierda y un gran temblor en sus manos por todos los impactos recibidos con su espada que tenían como objetivo bloquear el daño.
La princesa de la espada seguía de pie a duras penas enfrente de ese monstruo, sin perder de vista su objetivo, aunque... se dió cuenta de que... no ganaría.
En un movimiento rápido, casi imperceptible, un gran golpe se dirigía hacia ella.
-¡GOSPEL!-Gritó Alfia, lanzando su ataque.
*CLAAAAAANCK*
El golpe del puño con el metal de la espada no se hizo esperar, pero el impacto entre ambos fue ganado por la fuerza de ataque que por la resistencia de defensa.
Aiz salió disparada hacia atrás, trataba de frenar su avance con sus piernas, derrapando con la tierra y levantando una gran cortina de polvo.
Ella sentía que su respiración se agitaba y, aunque su espíritu seguía de pie... su cuerpo estaba cediendo.
-Esto se acabó... debo admitir que eres más fuerte de lo que esperaba-Expresó Alfia, caminando hacia Aiz, quien se había inclinado por el temblor y dolor de su pierna herida.
-No... no me rendiré...-Susurró la rubia, intentando ponerse de pie.
Alfia frenó en seco al oír eso.
-Yo... estaba rota...-
-Solo con deseos de venganza dentro de mi...-
-Sin fijarme ni tomarle importancia a las personas que me rodeaban...-
-Centrándome sólo en un objetivo...-
-El cual quería alcanzar como diera lugar...-
-Sin importar a quienes tuviera que usar o lo que tuviera que hacer...-
Dijo Aiz, pausando su discurso poco a poco por la falta de aire y la tristeza de recordar su forma de ser.
-Eso sólo me da más motivos para alejarte de B...-Iba a decir la peliplateada, pero fue interrumpida.
-¡PERO LLEGÓ BELL A MI VIDA!-
-Me dió la calidez que necesitaba...-
-El amor que creí que sólo mi madre podría darme...-
-Yo... estaba equivocada...-
-Hace mucho tiempo que dejé de estar sola...-
-Pero yo me encerré en mi único deseo, mi única meta...-
-Bell me abrió los ojos...-
-Me mostró que el mundo no sólo puede ser oscuro...-
-Me mostró que no todo es malo...-
-Me dió la luz que tanto necesité...-
Todo eso era dicho por Aiz, sonriendo con alegría, al cual era producto de ver a Bell en su mente, recordando todo lo que él le dió, lo que hizo por ella, él le devolvió la felicidad que creía perdida.
Alfia permanecía en silencio, expectante a la resolución de su rival.
-¡BELL ME SALVÓ DE MI MISMA!-Gritó Aiz, poniéndose de pie, lista para hacer su último esfuerzo.
-Aiz...-Bell la nombró, viéndola directamente desde donde estaba, sintiendo como un cálido sentimiento se hacía más grande dentro de su pecho por aquellas palabras.
-Fue como si le hubiera inyectado color a mi vida... Él solo cambió mi vida...-Agregó la princesa de la espada. (Referencia).
-¡ES POR ESO QUE NO ME RENDIRÉ!-
-¡NO IMPORTA EL RIVAL QUE TENGA QUE ENFRENTAR!-
-¡SI GANANDO PUEDO SEGUIR JUNTO A BELL! ¡LO HARÉ TODAS LAS VECES QUE SEAN NECESARIAS HASTA GANAR!-
-¡TEMPESTAD! ¡ARIEL!-Gritó Aiz, haciendo que el gran viento color verde rodeara nuevamente todo su cuerpo.
-¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!-
El grito de batalla fue lanzado por la pelidorada, lanzándose en su último ataque.
Alfia hizo lo mismo, atacó en dirección a Aiz.
Ambos poderes estaban apunto de chocar.
-¡ESTO ES MALO! ¡DEBEMOS DETENERLAS!-Gritó Bell al ver que ambas estaban poniendo toda la fuerza que les restaba en ese golpe.
El peliblanco quiso ir a detenerlas pero fue frenado por Zald.
-No... observa, Bell-Dijo Zald, con un rostro serio, al igual que Hermes y Zeus.
-P-Pero...-El peliblanco quería llevar la contraria al consejo de su tío, quería intervenir para que ni Aiz ni su madre salieran heridas.
-Bell, en serio, el subir de nivel tan de prisa te ha limitado mucho-Agregó el pelirrojo, Interrumpiendo a su sobrino.
-¿Qué quieres decir?-Preguntó el joven.
-Lo sabrás cuando suceda-Respondió Zald.
De vuelta a la batalla.
-¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHH!-
-¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHH!-
Tanto Aiz como Alfia se acercaban a la resolución de su ya demasiado prolongada batalla.
A unos escasos centímetros de golpear con su objetivo, la princesa de la espada gritó algo que sorprendió a Silencio.
-¡TEMPESTAD! ¡AVENGER!-El viento verde que antes la rodeaba se vió superpuesto por una ráfaga oscura de aire.
Alfia no dejó pasar eso como si nada, su mirada estaba inyectada en sorpresa pura.
"Ella planeó usar esto como último recurso..." pensó.
La fuerza de Aiz aumentó exponencialmente al igual que su velocidad y reflejos.
-Yo... ¡YO QUIERO GANAR!-Finalizó la pelidorada, lanzando con gran rapidez una estocada directa a Alfia. (Referencia).
-¡ATARAXIA!-Gritó la peliplateada, creando una armadura que rodeaba su cuerpo completo, la cual es capaz de bloquear la magia.
La espada chocó con esta misma pero algo sucedió para sorpresa de ella.
La espada... ¡Traspasó la armadura!.
-No es posible...-Susurró Alfia.
*SLAAAAAAAASH*
El corte fue dado y la sangre comenzó a brotar.
Aiz lo había logrado, había conectado su ataque.
Aunque no fue donde esperaba...
-¡GOSPEL!-Antes de poder siquiera celebrar, la magia de Alfia fue conjurada.
*PUUUUUUUUUUUUM*
Una gran onda expansiva naciente de donde ellas dos estaban, se esparció por todo el lugar, llegando incluso a empujar a Bell, Zald, Zeus y Hermes.
-¡AIZ!-Gritó a Bell tan pronto el viento dejó de chocar con su rostro.
El polvo seguía levantado pero se pudo apreciar a las dos en el campo de batalla.
Aiz estaba tirada en el suelo, Alfia hincada por el cansancio y sus heridas.
Esta última se puso de pie y, con la energía que le quedaba, caminó hacia la princesa de la espada.
Bell quería ir en el auxilio de su amada, sin embargo, Zald volvió a impedir su paso.
Después de algunos segundos, Silencio se plantó de pie al lado de Aiz, mirándola hacia abajo.
-¿Piensas seguir con esto?-Preguntó.
Ella sabía que la chica aún seguía con vida y consciente, aunque el daño estaba hecho.
-Yo...-
-Yo dije que seguiría todas las veces que fueran necesarias...-
-Yo amo a Bell...-
-Estaré con él aunque todo el mundo esté en contra...-
-No importa cuanto tenga que pelear ni cuantas derrotas sufra...-
-Solo necesito ganar una vez...-
Decía Aiz, intentando ponerse de pie aunque a duras penas podía. Se apoyó de su espada para levantarse.
-Entiendo... entonces no hay nada más que hacer-Dijo Alfia, levantando su brazo.
-¡NO! !NO LO HAGAS MAMÁ!-Gritó a Bell, corriendo y empujando a Zald.
Aunque... grande fue su sorpresa cuando, por su gran velocidad, llegó a donde estaban las dos.
Alfia... le había extendido la mano a Aiz...
-Luchaste bien, me sorprende lo fuerte que te hiciste desde la ultima vez que nos vimos-Dijo la peliplateada.
-¿Q-Qué?-Preguntó Aiz, viendo de manera atónita la mano extendida, para después mirar al rostro a la mujer, donde sus ojos chocaron y pudo notar... ¿Una sonrisa?.
-Durante toda la batalla no dudaste ni por un segundo en seguir peleando... si estás dispuesta a llegar a tales extremos por mi hijo, es posible que no seamos tan diferentes-Expresó Alfia.
-Te apruebo, Aiz Wallenstein-Agregó, levantándola del suelo.
-Mamá...-Alcanzó a decir Bell, sorprendido por el desenlace.
-Bell ¿En serio creíste que mataría a la persona que elegiste? Me ofendes, mi intención con esto era ver únicamente hasta donde estaba dispuesta a llegar por ti, hasta donde llegaba el amor que ella te tiene y debo admitir que superó mis expectativas-Dijo la peliplateada, acercando a Aiz hacia Bell.
"Sinceramente si te creo capaz mamá" pensó Bell mientras cargaba a Aiz en sus brazos como una princesa de cuentos.
-Entonces eso significa que te quedarás conmigo, a Aiz-Preguntó el muchacho a su amada.
-Por supuesto que me quedaré contigo. Sin importar lo que suceda. Por siempre y para siempre-Contestó la dulce y linda rubia. (Referencia).
-Te amo-Dijeron ambos al unísono, uniendo sus voces, uniendo sus corazones.
-Bien, debo curarlas ahora-Comentó Bell.
Un brillo blanco naciente del cuerpo de Bell se extendió por un ratio de 3 metros.
-¿Qué es esto?-Preguntó Alfia con sorpresa, mientras veía como sus heridas eran cerradas al igual que las de Aiz.
Bell permaneció en silencio, estaba realmente concentrado para emplear su habilidad.
Tras algunos segundos, por fin todos los daños recibidos que había en ellas dos fue eliminado.
-Gracias Bell-Dijo Aiz, sonriéndole a su amado por haberla curado.
-No es nada, Aiz-Respondió Bell, besando la frente de ella.
-Respondiendo a tu pregunta mamá, podría decir que mi habilidad "Argonauta" evolucionó jeje-Contestó el peliblanco, riendo ligeramente.
-Mis habilidades se centran en mis sentimientos y, cuando Aiz me pidió dejar de herirme hasta la muerte cuando luché contra la Hydra en el piso 75 y acabé gravemente herido, mi fuerte decisión por no preocupar a Aiz hizo que, dependiendo de mi concentración al activar "Argonauta" puedo potenciar mis ataques y/o curar a las personas que quiero en un ratio específico que depende de la mente que me quede al activarla-Agregó Bell, aún con Aiz en brazos.
-Entiendo, una habilidad muy conveniente aunque viniendo de ti tiene sentido-Contestó la peliplateada, aún sorprendida pero restándole importancia, hace tiempo que dejó de impresionarse cuando Bell hacía posible lo imposible.
-Diría que vayamos a casa pero ya no hay casa a la cual volver-Dijo Zeus, acercándose junto con Hermes y Zald a donde Alfia, Aiz y Bell estaban.
-No te preocupes viejo amigo mío, me esperaba que esto sucediera, por lo que renté algunas habitaciones en una posada a algunas horas de aquí, eso debe ser suficiente por ahora ¿Verdad?-Dijo Hermes, sonriendo triunfante y con aires de grandeza.
-Eres una escoria pervertida, basura de Tenkai y Genkai, maquiavélico e idiota-Dijo Alfia con un tono despectivo en su voz.
-¿Pero?-Preguntó el dios con un frío recorriendo en su espalda.
-No hay pero, eres todo lo que dije y mucho más, bueno, vamos a esa posada-Contestó la peliplateada, dándose la vuelta y caminando al lado de su hijo y nuera.
-En serio te odia, incluso más que a mi, eso me sorprende, bueno Hermes, vamos-Agregó Zeus, dándole una palmada a Hermes y caminando en dirección a su destino.
-Tio Zald... ¿Sabias que esto pasaría?-Preguntó el joven al hombre al lado suyo.
-Antes de que ese viento oscuro cubriera el cuerpo de tu novia sabía que Alfia la aprobaría-Contestó Zald, alejándose de Bell para darle un poco de privacidad.
Al estar sola la pareja, Aiz le dió un comentario a su amado.
-B-Bell... ya puedo caminar, n-no tienes que seguir cargándome de esta manera... es vergonzoso que me cargues como a una princesa de cuentos-Susurró Aiz al oído del muchacho.
Él sólo le sonrió.
-Es lo mismo que con tus almohadas de regazo, aún cuando ya estaba despierto me mantenías acostado, es mi pequeña venganza-Contestó Bell.
-Aunque... también quise hacerlo, al fin y al cabo, tú eres la princesa de mi cuento-Agregó, besándola en los labios para después dirigir si mirada hacia adelante, dejando únicamente a una sonrojada Aiz cubriendo su rostro por la vergüenza.
Zald frenó su paso por un momento para quedarse hasta atrás de todos, viendo como ellos caminaban alegremente.
-Es agradable tenerte de vuelta, Bell-
-¡Hey Tío! ¡No te quedes atrás!-Gritó el peliblanco.
En la posada.
-Bien, ustedes dos, cuéntenme como ha avanzado su relación, después de loq je me contó Bell, estoy segura de que se conocieron en el calabozo ¿No es verdad?-Dijo Alfia hacia la pareja de tórtolos que estaban frente a ella.
Después de haber llegado al pequeño pueblo que estaba a cercanías de donde la familia de Bell residía, lo primero que hizo la madre de este último fue sacar a Zald, Zeus y Hermes de uno de los cuartos y sentarse en una silla frente a Bell y Aiz, si bien ella ya había aprobado a la chica tras su encuentro "Amistoso", deseaba saber detalles sobre el camino que ambos recorrieron para tomar la decisión de jurarse amor.
-S-Sí mamá, tienes razón, nos conocimos en el calabozo, como te dije, derroté a aquel minotauro en el piso 5, fue en ese momento donde ambos nos vimos por primera vez... He de admitir que, desde ese momento, mi corazón comenzó a pertenecerle-Contestó Bell, entrelazando sus dedos con los de Aiz para tomarla de la mano, mientras la miraba y le sonreía.
Ante eso, la joven enamorada solo pudo sonrojarse de sobremanera, aunque fue ella quien dió el primer paso hace unos meses, seguía sin ser alguien que supiera como manejar sus sentimientos, tampoco ayudaba que Bell fuera una persona que diera mucho afecto, simplemente no estaba acostumbrada, aunque no se quejaba.
-Después de ese encuentro rápido, ella me defendió en "La señora de la abundancia", ya que nadie creía que derroté al minotauro, fue un lindo detalle, mi amor, aunque no lo supieras en ese momento, me hiciste muy feliz con eso-Continuó el peliblanco.
Aiz se sentía muy feliz de saber que eso alegró a su amado.
-Solo dije la verdad-Contestó ella, con sus mejillas sonrojadas.
-Y-Yo continuaré... cuando conocí a Bell, sólo pensaba en poder descubrir el por qué se hacía tan fuerte... mi madre fue capturada por el dragón negro hace ya muchos años, soy la hija de Albert Waldstein y la espíritu Aria-Confesó Aiz, sintiéndose apenada por el motivo que tuvo.
-Soy consciente de eso, no explicaré cómo lo sé porque sólo deseo oír su historia, así que continúa-Dijo Alfia, dándole luz verde a la pelidorada.
-Después del encuentro en el bar, también sucedió aquel encuentro con el espalda plateada en la calle dédalo, por lo que mi interés por él comenzó a hacerse más grande. Yo quería acercarme a él, mis sentimientos comenzaron a ser confusos, no entendía por qué ya que no había cruzado palabra como Bell hasta ese momento-Agregó la chica.
-Poco después de lo sucedido con él espalda plateada, mientras practicaba mi nueva magia, caí en Mind Cero... debo admitir que, si bien ella me cuidó cuando me encontró tirado en el piso del calabozo... omití un pequeño detalle-Comentó Bell, con su voz apagándose al pasar de sus palabras.
-¿Qué detalle?-Preguntó Alfia, sin comprenderlo.
-E-Ella cuidó de mi... dándome una almohada de regazo-Respondió el peliblanco, sonrojándose enormemente al recordarlo.
-¿Es todo? No es como si yo no lo hubiera hecho igual, aún recuerdo cuando te dormías en mi regazo, casi siempre esa era la única forma de que cerraras los ojos, después de eso te llevaba a tu cama-Contestó al peliplateada, recordando esos momentos en que Bell apenas era un pequeño niño que dormía en sus piernas después de que ella le leyera alguno de sus libros de héroes.
Esa no era la reacción que él esperaba, aunque no podía quejarse de la misma.
-Si tu mamá Alfia igual lo hacía ¿Por qué huiste de mi al despertar cuando yo lo hice?-Preguntó Aiz, inflando sus mejillas.
-E-Es diferente...-Respondió el muchacho, desviando la mirada.
-¿Huiste de ella al despertar? ¡JAJAJAJA!-Preguntó Alfia para después reírse a carcajadas de ello.
-¡No es gracioso!-Gritaron los dos al mismo tiempo, con sus rostros de un intenso color rojo.
-Perdón, perdón, fue gracioso pero tiene sentido, Bell nunca se había acercado a una mujer que no fuera yo, así que entiendo su reacción, más sabiendo que él se enamoró de ti desde el primer momento en que te vió-Contestó la madre, limpiando sus lágrimas, las cuales salieron por reírse.
-Sigan, es entretenido oírlos y ver sus reacciones al recordar sus experiencias juntos-Agregó Alfia.
-Un tiempo después, él dejó caer su protector de brazo en el calabozo y yo lo vi cuando se le cayó, lo recogí y esperé a que llegara para devolvérselo personalmente... cuando nos encontramos, me disculpé por lo del minotauro y por lo que sucedió en "La Señora de la Abundancia", también le propuse que entrenáramos juntos, lo cual fue, sin lugar a dudas, la mejor decisión de mi vida-Expresó Aiz, acariciando la mano de Bell que sostenía la suya.
-Entrenamiento es decir demasiado, fue más un ciclo sin fin de noqueadas y almohadas de regazo jeje... aunque debo admitir que me ayudó a mejorar y no me quejo en lo absoluto-Opinó Bell, rascando su nuca con su mano libre.
-Fue en ese momento cuando comencé a sentirme en calma a su lado, el verlo dormido, tan tranquilo, purificaba mi alma y me hacía sentir mejor, hacía que dejara de pensar en mi venganza... sin saberlo, comenzaba a enamorarme de él-Agregó la rubia a su versión de la historia, sintiendo su corazón latir fuertemente por recordarlo.
-Comencé a acostumbrarme a que ella hiciera eso, así que ya no me quejaba. Respecto al entrenamiento, lo hicimos por una semana ya que ella tenía una expedición... luego sucedió aquel encuentro con el minotauro irregular, ella, junto con su familia, fueron a mi auxilio por pedido de Lili, a la cual le ordené irse de la pelea, aunque, como dije antes, no fue necesaria la ayuda-Agregó el joven.
-Al subir a "nivel 2", ella estaba en la expedición de su familia, yo entraba al calabozo para entrenar con mis amigos, así que no pudimos vernos mucho en eses momentos, hasta lo que sucedió con el Golliath que nos atacó a mi y a mi party, aunque, acabé con él de un golpe pero, por el cansancio, me desmayé, mientras caía, vi a un hermoso ángel acercándose a mi... se trataba de ella, nuevamente me salvó, a mi y a mis amigos, este bello ángel que llega cuando más la necesito-Expresó Bell, haciendo sentir avergonzada a Aiz por la manera en que le dijo, aunque esta misma vergüenza fue en aumento cuando el muchacho la besó en la mejilla.
-Son muy melosos, para alguien como yo, que nunca se interesó en el amor, me causa cierta incomodidad pero si ya la acepté debo dejarlo pasar, aunque agradecería que las muestras de afectos no sean muy recurrentes en mi presencia-Comentó Alfia, de manera seria, forma en la cual no había estado hasta hace unas horas.
-Lo lamentamos-Contestaron Aiz y Bell al mismo tiempo.
-También está esa ocasión en la que la familia Apolo nos invitó a la fiesta en su mansión para retarme a mi y a mi familia a un juego de guerra, en esa ocasión, Hermes-Sama me ayudó a invitarla a bailar... tanto para ella, como para mi, era la primera vez que bailábamos-Dijo Bell, recordando con alegría ese momento, al parecer igual Aiz tenía ese sentimiento.
-Y si no fuera suficiente, tanto ella como Tiona de su misma familia me ayudaron a entrenar para el encuentro con la familia Apolo, podría decirse que no era necesario pero... eso me permitiría estar con ella más tiempo-Agregó el joven, volteándola a ver y revelando su verdadera intención en esa ocasión.
-Así que por eso lo hiciste... entonces estabas jugando conmigo-Reclamó Aiz, inflando sus mejillas y dándole un pequeño golpe en el hombro.
-Quisiera decir que lo lamento pero sería mentira-Contestó Bell ante el pequeño enojo de su amada.
-Bell, tonto-Susurró ella, aunque sus palabras no concordaban con su forma de actuar, ya que puso su cabeza al costado de Bell.
-Fufufu, no entiendo como es que eres así con ella, si nunca te enseñé a tratar con ninguna mujer, al menos que... ese maldito viejo...-Dijo Alfia, enojándose por la idea que se estaba formulando en su mente.
En las aguas termales de la posada, donde Zald, Hermes y Zeus estaban, este último sintió un escalofrío que recorrió toda su espina dorsal.
"Lo siento abuelo, yo no dije nada, ella sola lo dedujo, te recordaré siempre con cariño" pensó el joven, dando por muerto a su abuelo.
-Nuestra relación se vió algo estancada después de que lo encontré saliendo del distrito del placer...-Continuó Aiz, con cierto enojo en su mirada al recordarlo.
Bell tragó saliva con nerviosismo.
-Ya te expliqué por qué estaba ahí... incluso dijiste que me perdonabas-Contestó Bell, sintiendo como la pelidorada apretaba con fuerza su mano.
-Perdonar no es olvidar... sea como sea, fuiste al distrito del placer, tú no debías ir a ese lugar-Agregó la princesa, aumentando su enojo.
-Lo mismo le dije, ya lo hice pagar por eso, me alegra saber que al menos en eso estamos de acuerdo-Interrumpió Alfia, mirando a Bell de manera inquisitiva.
Bell sabía que si decía algo más para excusarse, la posada sería destruida y él junto con ella, aunque esta vez habría dos responsables.
-Lo lamento...-Dijo el muchacho, rindiéndose, no tenía sentido llevarles la contraria.
Un nivel 10 sintiendo miedo por una nivel 8, quien es su amada, y una nivel 7, quien es su madre.
Ambas suspiraron.
-No tiene sentido seguir con eso, continúen con su historia-Expresó la peliplateada, tratando de cambiar el tema.
-D-De acuerdo-Respondió Bell.
-Tras lo sucedido en el distrito del placer...-El ceño de ambas se frunció nuevamente.
Bell al notar esto quiso contar rápido lo sucedido para evitar que la pesada atmósfera se vea en aumento.
-¡Tras eso sucedió lo de los Xenos tuvimos muchos problemas entre nosotros por las opiniones divididas respecto a ellos! Aiz no estaba de acuerdo con que yo salvara a los monstruos... por lo sucedido con el dragón negro en su infancia... yo en ese momento no lo sabía, por lo que no comprendía sus sentimientos... hasta que llegamos a eso...-Dijo el peliblanco, con su tono de voz apagándose.
Aiz parecía algo decaída al recordar a lo que se refería Bell.
Alfia miraba atenta, esperando la explicación.
Bell comenzó a explicar el plan de su familia para regresar a los Xenos a Knoss y su encuentro con Aiz, en el que tuvo que defender a Wiene.
Durante todo su relato de batalla, llegaron al clímax de esa pelea.
Flashback(Capítulo pasado).
-¡¿POR QUÉ TÚ SI FUISTE SALVADA Y YO NO?!-Gritó Aiz mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y tiraba su espada a un lado.
Hasta que de pronto... algo sucedió.
-¿Uh?...-Alcanzó a decir la princesa de la espada cuando notó lo que sucedía.
Bell... la estaba abrazando.
-No sé lo que haya sucedido... no sé absolutamente nada de tu situación, pero... lamento no haberte podido salvar cuando lo necesitaste... lamento no haber estado ahí cuando más me necesitabas... pero eso no volverá a pasar...-Dijo Bell, atrayendo el cuerpo de ella hacia él.
Aiz estaba sorprendida, no solo por el abrazo, también por las palabras que aquel joven decía.
-Es por eso que... ¡YO SERÉ TU HÉROE!-Gritó Bell con gran fuerza y decisión.
-Mi... héroe...-Susurró Aiz, recordando las palabras de su madre.
"Algún día encontrarás un héroe para ti sola"
Fin del flashback.
-Eso es lo que sucedió después de que luchamos... en ese momento, sin que él lo supiera, prácticamente me dijo las palabras que siempre quise escuchar...-Agregó Aiz, llorando de felicidad y alegría por recordarlo.
-Yo seré tu héroe... por todo lo que nos reste de vida-Dijo Bell, limpiando las lágrimas de Aiz con la llena de sus dedos, para después abrazarla.
Alfia no podía creer que, a pesar de todos los problemas que hubieron por los diferentes puntos de vista de ambos, pudieran tener un desenlace tan bueno.
Al parecer, el amor entre ellos dos fue más fuerte que cualquier pelea y diferencias de opiniones.
-Después de esa pequeña pelea de pareja ¿Las cosas fueron mejores? ¿O tomó un tiempo arreglar las cosas?-Preguntó la peliplateada.
-Todo fue mejor, había cierta incomodidad entre nosotros por ello pero todo fue arreglado cuando hablamos, aunque aún no nos hicimos pareja, ninguno de nosotros dos tenía el valor de dar ese paso jejeje-Dijo el peliblanco, rascando su nuca mientras se reía nerviosamente.
-Tal vez el viejo te haya enseñado sobre las chicas pero de nada sirvió, para mi suerte y la suya, ya que eres muy inocente todavía-Opinó Alfia.
-Jejejeje-Se río nerviosamente Bell.
Después de esa pequeña intervención, hubo un salto de tiempo ligeramente corto.
-Lo sucedido en los pisos profundos fue algo que le conté a ella cuando estuve recuperándome en la sede de la familia Dian Cecht. Ella estuvo cuidándome por un tiempo... m-me cocinó algunas comidas, e-estaban deliciosas-Comentó el peliblanco, sonriéndole a Aiz. Ella se sintió feliz por ello aunque Alfia notó muy poca seguridad en la declaración de su hijo.
"Es mala cocinando... eres muy fácil de leer, pero comprendo que no quieras romper su corazón al decirle eso" pensó la madre, guardándose ese comentario para sí misma.
-Lo que siguió al infierno en los pisos profundos fue algo incómodo para ellos dos-Informó Bell, poniendo un rostro serio, aunque Aiz parecía algo enojado.
-Lo de la cita con Freya ¿Verdad?-Contestó Alfia.
-Sí... aunque ya sabes lo que sucedió, por lo que sería bueno omitir hasta después del juego de guerra ¿No?-Preguntó Bell, tratando de saltar esa parte de su historia.
-Yo, cuando lo vi con ella, me sentí celosa... aunque... cuando me dijo que la rechazó, me sentí aliviada por dentro-Expresó Aiz, algo incomoda de recordarlo.
-La rechacé porque yo ya tenía a mi "Anhelo dorado"-Contestó el joven, mirándola a ella.
-Sugeriste contar lo que sucedió después del juego de guerra ¿Qué pasó?-Preguntó Alfia, interesada por ello.
-B-Bueno...-Dijeron ambos, desviando la mirada.
Flashback.
-¡Bell!-Gritó la princesa de la espada, haciendo que el susodicho girara para verla.
-¡Aiz! ¡¿Mmmmm?!-Nombró Bell a la rubia pero antes de poder decir algo, sus labios fueron sellados.
-¡Ohhhhhhhhh!-Dijeron los presentes con gran sorpresa, Tiona estaba tomando fotos a mil por hora.
-¡¿A-Aiz?!-Dijo el muchacho con gran sonrojo después de que los labios de ambos se separaron.
-Gracias... gracias por cumplir tu promesa... gracias por ganar...-Decía Aiz, mientras abrazaba al joven.
-Bell... te amo-Agregó al rubia a sus palabras, mirándolo con una hermosa sonrisa.
-Aiz... yo también te amo, te he amado desde el primer momento que te vi-Respondió Bell, acariciando la mejilla de la doncella enamorada.
Fin del flashback.
Se quedaron en silencio por un momento hasta que una risa se hizo presente.
-¡Jajajaja! ¡¿Entonces fue ella quien dió el primer paso? ¡¿Dónde quedó toda esa confianza Bell? Hacer que una mujer sea quien tome las riendas... creo que estás acostumbrado a ver que las mujeres seamos las de los pantalones-Dijo Alfia, le parecía muy gracioso que quien más inocente parecía, fuera quien diera el empujón a la relación.
-¡NO ES GRACIOSO MAMÁ!-Grito Bell con su rostro sonrojado.
Aiz igual se estaba riendo ligeramente, cubría su boca con su mano.
Bell sólo se quedó callado, siendo la burla del lugar.
Tras algunos minutos, Bell estaba por finalizar su historia hasta ese momento.
-Tras ese suceso... ambos nos hicimos pareja, comenzamos a salir juntos, ninguno de nosotros tenía mucha experiencia en citas así que fue algo difícil al principio, pero después todo fue mejor... fuimos a muchos lugares dentro y fuera de Orario, sin dejar de entrenar claro-Agregó el peliblanco, sintiéndose feliz de recordar sus citas.
-En una ocasión él me enseñó a nadar... nos tomó todo un día... yo le t-tenía miedo al mar por culpa de Riveria... pero, Bell nunca pensó en rendirse para enseñarme... a pesar de que quedamos como pasas por estar mucho tiempo en el agua-Dijo Aiz, riéndose por esto último.
-O cuando fuimos al coliseo del piso 37 a entrenar juntos y después te mostré la zona segura que descubrí-Continuó Bell, perdido en su mundo con su amada.
-¡Sí! Fue un lugar muy hermoso...-Opinó la princesa de la espada.
Y así continuaron varias anécdotas, las cuales Alfia escuchaba mientras veía a ambas con una sonrisa en su rostro.
"Me alegra verte feliz, Bell, hace que yo también me sienta más tranquila, que me sienta alegre, cosa que hace mucho pensé que había perdido" pensó ella.
Tras una hora, por fin se dieron cuenta.
-Lo lamento mamá... te dejamos fuera de la conversación-Dijo Bell, disculpándose.
-Perdón señorita Alfia-Se disculpó Aiz de igual manera.
-Solo dime Alfia, si llegas a decirme "señora" o "señorita" nuevamente, ni siquiera Bell en nivel 100 podrá salvarte-Contestó la peliplateada con una mirada que podría intimidar a quien sea.
-P-Perdón... Alfia-Rectificó la princesa de la espada.
-Respecto a lo anterior, no se preocupen, estoy contenta de saber que su amor es real, creo que esto sería todo, deberían irse a bañar, sobre todo tú Aiz, no tenemos heridas de nuestra batalla pero si estamos sucias-Dijo Alfia, señalando la vestimenta de ella y la de la pelidorada.
-Tiene razón Alfia, Bell, nos vemos después-Comentó Aiz hacia su amado, mientras se ponía de pie.
-No vemos Aiz, iré a bañarme igual, veré si mi abuelo, mi tío y Hermes-Sama siguen ahí-Concordó Bell, saliendo del cuarto al igual que Aiz.
-Tómense su tiempo, yo entraré después-Se despidió Alfia.
-Oye Bell, creo que se nos olvidó decirla ocasión en la que nos viste a todas desnudas en el piso 18-Dijo Aiz, frenando su paso.
Un sudor frío pasó por la espalda de Bell.
-¡¿QUÉ HICISTE QUÉ?!-Preguntó Alfia mientras se acercaba a Bell.
-¡FUE CULPA DE HERMES-SAMA! ¡ME ENGAÑÓ PARA HACERLO!-Respondió el peliblanco cuando sintió que su vida estaba en riesgo.
-¡Oh...! Fue culpa de Hermes... ya veo-Dijo le peliplateada pasando a un costado de su hijo, para salir y darle una visita al Dios.
"Perdón Hermes-Sama, pero no puedo mentirle... tengo a Aiz conmigo y no quiero que me pierda tan pronto" pensó Bell, disculpándose pero sin arrepentirse de la decisión que tomó.
"Creo que no debí decir eso..." dijo Aiz en su mente.
-Vamos a los baños Aiz-Sugirió Bell.
-Sí, vamos-Dijo la princesa de la espada, estando de acuerdo.
Y de esa manera los dos se fueron rápidamente.
Mientras tanto, unos segundos después de que ellos entraron, se escuchó un grito.
-¡NO, ALFIA, PIÉNSALO!-
-¡PERDÓN! ¡PERDÓN! ¡PERDÓN!
-¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!-
En un pequeño mirador dentro de la posada.
Después de la mega golpiza que Hermes recibió, todo se calmó, tanto Alfia como Zeus y Zald se encontraban durmiendo, mientras que la joven pareja estaba de pie, viendo las estrellas.
Ambos estaban con batas que amablemente les fueron entregadas por la dueña del lugar.
-Fue un día muy pesado ¿Verdad?-Preguntó Bell.
-Sí... debo admitir que no me esperaba esto-Contestó Aiz.
-Debo admitir que me alegra que mi madre te haya conocido y aprobado, tenía miedo de que no lo hiciera, aunque, en caso de que eso sucediera, estaba preparado para huir contigo-Agregó el peliblanco, apoyando sus brazos en el barandal.
-¿Huir conmigo? ¿A dónde iríamos?-Preguntó la princesa de la espada.
-¿Recuerdas el lugar al que prometimos volver algún día?-Contestó Bell la duda de su amada con otra pregunta.
En ese momento, ella tuvo una imagen en su mente.
Ella sonrió al recordarlo.
-Me alegro de que no lo hayas olvidado-Dijo el muchacho, al ver el rostro de Aiz.
-Imposible olvidarlo... sería lindo volver-Expresó Aiz, poniéndose al lado de él.
-Aiz... sé que es pronto pero... no tengo dudas sobre mis sentimientos por ti... es por eso que... después de que pase un tiempo y sigamos fortaleciendo nuestro vínculo como pareja...-Decía Bell, tomando las manos de la princesa y viéndola a los ojos.
Ella no entendía lo que decía Bell, o a lo que se refería, pero sabía que era algo importante por su tono de voz y forma de decirlo.
-Aiz Wallenstein, desde el primer momento en que te vi, mi corazón te eligió, después de elegirte, poco a poco te fue perteneciendo y ahora es completamente tuyo-Agregó Bell a sus palabras anteriores, posando su mano en la mejilla de la chica.
-Bell...-Susurró ella.
-Por ese motivo... quiero pasar toda mi vida contigo... quiero que seas el primer rostro que vea en las mañanas al despertar, quiero que seas la última cara que esté en mi mente en las noches al dormir-
-Quiero estar contigo en los tiempos felices-
-En los tiempos tristes-
-No quiero dejarte sola-
-Cuando sientas que algo está mal-
-Quiero estar ahí para tomar tu mano y superarlo junto a ti-
Aiz sentía como su corazón latía con una rapidez realmente alta.
Sus mejillas eran impregnadas de un color rojo tan intenso como el de los ojos de Bell.
-Aiz...-
-Por favor, entrégame tu vida-
-No puedo decir que te entregaré la mía...-
-Porque desde hace tiempo ya es tuya-Dijo Bell, hincándose, poniendo su rodilla derecha en el suelo y sacando una pequeña caja de su bolsillo.
"Gracias por hacer el anillo, Welf, a pesar de que te lo pedí sólo con dos días de anticipación" dijo el peliblanco en su mente.
La princesa de la espada no podía decir nada, estaba realmente feliz, esperando a que Bell acabara de decir su propuesta.
-Aiz Wallenstein... ¿Me harías el honor de ser mi esposa? ¿Te casarías conmigo?-Preguntó Bell, finalizando su monólogo y abriendo la caja, en la cual había un anillo con un gran diamante.
-Bell...-Nombró la pelidorada a su amado, el ritmo cardíaco aumentó y cayó de repente.
-¡Sí! ¡Sí quiero ser tu esposa!-Contestó sin vacilar, lanzándose a él y abrazándolo fuertemente.
Aiz besó a Bell estando en el suelo.
-¡ESE ES MI NIETO!-Gritó Zeus a la distancia.
-¡¿ABUELO?!-Dijo Bell al ver la presencia del dios.
-¡ARRUINASTE EL MOMENTO MALDITO VIEJO!-Reclamó Alfia, dándole un golpe a Zeus.
-¡¿TÚ TAMBIÉN MAMÁ?!-Preguntó el peliblanco al notar que igual ella estaba observando.
-¿Qué? ¿Creías que me perdería algo como esto?-Dijo Alfia de manera serena.
Aiz estaba roja en su totalidad, actuar amorosa es una cosa, pero hacer ene frente de alguien es otra completamente diferente.
-¡VÁYANSE A DORMIR!-Gritó Bell a ambos con furia en su ser, aunque era más la vergüenza. Para después empujarlos fuera del balcón.
Ya de nuevo los dos estaban solos.
-Perdón Aiz, se arruinó el momento-Se disculpó el joven.
-No hay problema Bell, son tu familia y los acepto tal y como son, así como tú me aceptaste tal y como soy-Respondió Aiz, tomando la mano de su amado.
Bell se tranquilizó y decidió continuar.
Puso el anillo en el dedo anular de la mano izquierda de Aiz.
-Mi vida te pertenece, Bell-Dijo la princesa de la espada.
-Y la mía igual, Aiz-Contestó Bell de igual manera.
Tomados de la mano, mirando a las estrellas, bajo la luz de la luna, el compromiso entre dos almas que se aman había sido formado.
-En este momento y los que están por venir, estoy segura de que seré la persona más feliz sobre la fas de la tierra-Dijo Aiz, sonriendo dulcemente.
El corazón de Bell latió y con nerviosismo, contestó.
-C-Creo que serás la segunda...-
Ella parecía confundida por esa respuesta.
"Serás la segunda... porque el más feliz lo seré yo".
Varios años después...
*Clang*
*Slash*
Varios sonidos de armas chocando resonaban en el lugar.
Se preguntarán "¿En dónde nos encontramos?" Simple, en una pequeña casa en un pequeño pueblo que tanto Aiz como Bell conocían perfectamente.
Aquel pueblo donde ellos dos fueron a parar después del pequeño desliz que tuvieron con Ares y el secuestro de la diosa Hestia.
Ese pueblo al que ahora llamaban "Hogar".
Una pequeña niña de ojos color dorado y cabello rubio, el cual se iba degradando de color con el paso del mismo, hasta que llegaba a tener un tono blanco como la nieve, estaba peleando con una mujer de cabello plateado.
-¿Eso es todo lo que tienes Meteria?-Preguntó al mujer.
-¡Aún puedo seguir abuela Alfia!-Respondió la pequeña niña.
-Mira, que te haya dejado llamarme abuela no significa que me guste que lo hagas-Informó Alfia, aunque su corazón latía siempre que la pequeña niña le decía a de esa manera.
"Tienes suerte de no haber sacado los ojos rojos de tu padre, si fuera así, no creo poder haberme encariñado contigo" pensó la mujer, cerrando sus ojos.
-¡Oigan! Tomen un descanso, la comida está lista-Informó Bell desde las escaleras de la cabaña.
-¡Ya escuchaste pequeña! Entrenaremos hasta mañana, ahora vamos a comer-Dijo Alfia, acercándose a la pequeña Meteria.
-¡Abuela! ¿Me cargarías en tu espalda?-Preguntó al niña con unos ojos de súplica.
-Ugh... no puedo decirte que no cuando pones esa carita...-Respondió ella, agachándose y sonriéndole.
En ese momento la niña puso sus pequeñas piernas en los hombros de Alfia y esta última la levantó.
-¡Vamos abuela!-Decía la niña, apuntando el camino hasta su padre.
Tras algunos segundos, llegaron, Meteria entró a gran velocidad para comer.
Antes de que Alfia entrara detrás de ella, Bell le dijo algo.
-Fufufufu, conque abuela...-
-¡GOSPEL!-
-¡PUAHHHH!-
Alfia le dió un golpe en el rostro a su hijo por ese comentario.
-Solo ella puede decirme así ¿Entendiste mocoso?-Dijo la peliplateada con un tono amenazador mientras su hijo estaba tirado a sus pies.
-L-Lo lamento, mamá...-Contestó Bell, tocando en donde había recibido el golpe.
Todos entraron a la cabaña, Bell se sentó al lado de su pequeña hija.
-¿Está rica la comida?-Preguntó Aiz mientras se posaba detrás de Bell y lo abrazaba.
-Deliciosa como siempre, Aiz-Contestó el peliblanco.
"Me sorprende lo mucho que mejoró en la cocina en estos años" pensó Bell mientras seguía comiendo.
-¡Sí! ¡Mamá es muy buena cocinera!-Agregó Meteria, aún con comida en su boca.
-Muchas gracias Meteria pero no deberías hablar con la boca llena-Dijo la pelidorada a su pequeña, mientras la regañaba.
-Me sorprende que el viejo y Zald no estén aquí ¿Qué hacen?-Pregunto Alfia.
-Fueron a Orario para comprar algunas cosas, cosa que Aiz y yo debemos hacer igual, nuestras familias necesitan ayuda con los reclutas nuevos-Contestó Bell.
-Entiendo, de todas maneras, ya está oscureciendo, sería bueno irse a la cama y dormir señorita-Dijo Alfia, dirigiendo esta última parte a la pequeña Meteria.
-¿Puede dormir conmigo abuela Alfia?-Preguntó la niña, bajando de su silla y abrazando el brazo de la mujer.
-Claro, es más, vamos-Contestó Alfia, cargándola y llevándola a su cuarto.
Y así, sólo Bell y Aiz quedaron en el comedor.
-Es increíble lo bien que ambas se llevan ¿No crees?-Expresó Aiz, sonriente ante la buena relación entre la madre de Bell y su hija.
-Sí, me alegra ver que las cosas sean así, pero sobre todo, me encanta ver esa sonrisa en la cara de mi madre, esa sonrisa que no ha desaparecido desde que cumplí mi promesa-Contestó Bell, mirando como dos de las tres mujeres más importantes de su vida se iban a dormir.
-Me alegra que hubieras hecho esa promesa, Bell-Dijo la pelidorada.
-¿Por qué?-Preguntó Bell.
-Si no la hubieras hecho, no habrías entrado a mi vida, no te hubiera conocido-Respondió Aiz.
Bell la envolvió en su brazo derecho.
-Las cosas pasan por algo, fue una hermosa coincidencia el haberte conocido y un gran regalo el tenerte a mi lado-Contestó Bell, besándola.
-Sé que lo dije cuando te propuse matrimonio pero... estemos juntos por siempre, Aiz-Agregó el peliblanco.
-Siempre estaré a tu lado, justo como el viento que fluye alrededor de tu cabello-Contestó Aiz, sonriéndole. (Referencia).
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El amor llegó para unirlos...
Para complementarlos...
Les dió la felicidad que tanto añoraban...
Pasaron tantos problemas para llegar hasta aquí...
Pero todos y cada uno valió la pena...
Cuando vieron alcanzado su objetivo...
Y ahora y para siempre...
Estarán juntos....
Compartiendo su felicidad...
Y caminando hacia un futuro próspero y lleno de dicha...
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El fin.
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