capítulo ocho
Durante años siguió con sigilo y completo anhelo al pequeño individuo que podría hacer trizas su corazón si quisiese. Mientras la luz alumbraba el día, observó con el ceño fruncido cuando el bebé lloraba porque algo le molestaba o simplemente le perturbaba, por más simple que fuese la razón. Se acercaba en las noches a mirarlo de cerca y custodiar su dormir, aun sin poder siquiera rozar con la punta de sus dedos la cabellera o las abultadas mejillas que tentaban a besar u apachurrar con las propias.
Aquel niño que, lejos de poder ver al hombre realmente, le podía sentir sin esfuerzo. SeokJin podía notar cuando el bebé erizaba los vellos de sus brazos mientras un sutil temblequear atravesaba el pequeño cuerpo, hacía frío cuando el estaba cerca, y era algo que lamentaba, pero no podía evitar.
— ¿Qué sucede, Yoonie? — La voz del omega madre de su cachorro le hizo alejarse un poco. Temía ser un intruso para el instinto protector del omega. Observó a YoonGi ahora en los cálidos brazos maternos y sintió envidia... era un calor que él no podría brindarle, no importaba cuanto quisiese. Su llanto era algo que no podía soportar, sus ojos segregaron lágrimas acompañando los sollozos del niño, no supo que hacer, así que solo se apartó un poco más. Esa misma noche, un poco más tarde, estaba de nuevo contemplando a la criatura dormir con tranquilidad.
En su rostro se formó una mueca, mientras la nariz de botón se fruncía al igual que sus cejas. Oh, quería llorar.
"¿Vas a llorar, amor?" Las pequeñas y en ese entonces, sensibles orejas, percibieron de lleno la melodiosa voz que le hablaba cada tanto. Pronto sus ojos se abrieron logrando ver apenas una silueta, sus acuosos ojos dejaron salir una lágrima mientras extendía de a poco uno de sus brazos, queriendo ir hacia la incorpórea voz. "No puedo hoy tampoco... Lo siento" Con pesar dijo. El cachorro sintió en su pecho dolor y los sentimientos del otro llegar hasta el, entonces se largó a llorar alertando a su padre. SeokJin se quedó de nuevo ahí, solo observando, ajeno al ajetreo.
Pese a todo, el pequeño cachorro, parecía fascinarse cuando le hablaba, aun con el frío que su presencia le causaba, se veía más risueño que nunca. SeokJin había sonreído con sinceridad únicamente con eso.
Porque así eran los días y noches, sin descanso, puede que YoonGi no lo recuerde, pero aquella vez en el bosque, no era la primera vez que vio a SeokJin, el alfa siempre había estado con él, cuidándole y anhelándole con tanto amor que se escapaba de su mente. Ese día Jin, su pareja, había dado un pequeño roce, que, si bien para el omega fue un espanto, para el dominante, había sido el cielo mismo, porque desde ese momento, YoonGi le podría escuchar e incluso ver. De alguna manera la barrera había comenzado a ceder desde que el oportuno bosque los junto.
No era la intención de SeokJin causar pavor al pequeño niño, pero estaba tan feliz y tan emocionado que, no podía dejar de hablarle y disculparse por cualquier cosa, tanto que ignoraba realmente el miedo que YoonGi sentía en ese entonces. Lo hacía intencional, porque, aunque quisiera parecer de otra manera, la realidad era penosa, Jin era un poco egoísta.
Llego un punto donde, pese a sus pobres intentos por dejarle más espacio al omega, el simplemente no podía, YoonGi estaba creciendo y comenzó a ser una prioridad el acompañarle a donde fuese lejos de casa. SeokJin sabía que su pequeño niño era hermoso, el omega más precioso que pudo alguna vez haber visto, a sus ojos era así. Por lo tanto, era natural sentirse terriblemente territorial cuando el menor estaba rodeado de alfas y betas que podía realmente palpar... Park JiMin era considerado un pequeño amigo, quizás, aunque estaba casi seguro que no era el caso, el joven alfa se hacía llamar "mejor amigo" de su pequeño.
Días antes del llamado incidente que marcaría el final de su despreciable vida de fantasma, SeokJin se sentía extraño y más triste de lo normal. Sentando en el vacío que conectaba el mundo espiritual con el otro lado, donde las pieles adquirían color, los pulsos podían escucharse y las manos traían calor a otros. Se pregunto cuanto más tendría que soportar y si es que...
— Podrás irte pronto... después de todo, aquí no es tu lugar, no ahora. — Aquella voz casi estruendosa, perteneciente a una parca, no había hecho más que reprocharle sobre sus acciones impacientes.
Fue cálido... Así se sintió después de tanto tiempo, así se sentía la piel de YoonGi cuando sus dedos pudieron tocar por un segundo el rostro pálido y sudoroso, el celo del menor no solo le trajo tremenda culpabilidad e impotencia, sino que, también fue aquella redención, que llevaba esperando tanto tiempo.
Justo cuando el celo paso, SeokJin despertó y el realmente pudo sentir algo más que penumbra, palpo la cómoda cama y sintió sequedad en su boca, no podía levantarse, pero únicamente por la simple sensación, las lágrimas calientes bajaron por sus mejillas.
Su cuerpo nunca se pudrió, nunca se deterioro o apesto, así era para las personas con sangre pura en sus venas. Vio a su madre omega por primera vez en mucho tiempo y su llanto no pudo hacerle sentir peor. Durante el tiempo que estuvo vagando, nunca se comunico con nadie, excepto con su denominada "nana" una especie de bruja, pero aun así, las interacciones fueron muy pobres. Sus fuerzas se habían ido cuando rogando le pidió a esta un favor, llevar hacia su omega una simple prenda con la que podría pasar su primer celo sin complicaciones.
Tomo un par de años regresar a SeokJin a su vieja gloria, el príncipe heredero que estuvo lejos durante mucho tiempo.
Durante ese transcurso, YoonGi había sobrevivido bien dos celos gracias al suéter que una dama extraña había traído hasta su puerta. Sin embargo, conforme el tiempo pasaba, el olor comenzó a ceder, aunque estaba claro que debió irse desde hace mucho. Llego el punto donde el omega no pudo percibir más, después de eso, los celos fueron terribles... así como sus ansias de llorar durante mucho tiempo. El desmayarse paso a ser algo cotidiano después de unos meses, tanto que el despertar hasta el día siguiente después de alguno era tan natural como caminar. La razón era tan complicada como decir que, "sufría de alguna manera la ausencia de alguien", ese alguien a quien no conocía o más bien... ese algo al que nunca vio.
Las lágrimas que YoonGi derramó fueron retiradas con parsimonia por los pulgares de SeokJin, su nariz se frunció debido al pequeño llanto, tan roja como sus orejas. — Entonces... — Tartamudeo — ¿Usted murió hace dieciocho años? Pero después regreso... Eso es tan descabellado — Balbuceo, el alfa permanecía en silencio, escuchando atentamente el palabrerío sin tanto sentido de su pequeño. — ¿No me está mintiendo? — Subió la mirada hasta los ojos que no dejaban de verle con amor.
Sonrió — ¿De dónde sacas que te mentiría? ¿Cómo podría? Para ti siempre han sido mis más sinceras palabras, YoonGi — El mencionado se sobresaltó un poco al escuchar su nombre salir de los labios de tan imponente individuo. — Eres el niño más hermoso del mundo, ¿lo sabías? — El negó con la cabeza. SeokJin sonrió y pego su frente con la otra — Lo eres...
YoonGi se vio refugiado entre los largos y hasta cierto punto, musculosos brazos contrarios — ¿Qué pasará ahora? — Musito bajito.
El alfa inhalo un poco del aroma contrario entremezclado con el propio, para así sonreír por milésima ocasión — No apartarte de mi lado, podemos comenzar con eso...
Editado: 22.05.2022
~Nos leemos~
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