capítulo cuatro
— Su hijo no está enfermo — Declaró el médico con voz suave. Hoshi no creía del todo aquello, no cuando su cachorro se aferraba a un pedazo de lana con tanto anhelo.
— ¿Entonces qué es? — Cuestionó JiHoon. La mano de su pareja estaba delicadamente entrelazada con la suya — El no suelta ese suéter, dice que huele delicioso, pero por más que intentamos no logramos oler nada, ¿usted si? — El médico negó con la cabeza.
— Por supuesto que no — Negó con la cabeza. — Pero su hijo si, y de hecho, es perfectamente natural. — Suspiro viendo al chico en la camilla, quien parecía esconderse debajo del rojizo suéter mientras aspiraba de poco. — El solo extraña a su pareja.
El corazón de Hoshi se paró medio segundo, mientras JiHoon abrió la boca levemente, incapaces de reaccionar de inmediato.
— ¿Pareja? — JiHoon tartamudeo — Pero es un cachorro... ¿Cómo podría? —Por alguna razón, en un momento al final en su cuestionamiento, aquello le pareció gracioso; sin embargo, a su esposo no demasiado.
— YoonGi — Hablo finalmente el alfa a su pequeño, quien con ojos nerviosos le miro de inmediato. — ¿Algún alfa te ha estado molestado? — El menor no respondió, en cambio, desvió la mirada hacia otro lado, donde los ojos acusadores y embravecidos no lo taladrarían.
Y es que... ¿Cómo podía explicar que alguna especie de espíritu le había estado rondando desde hacía tiempo, y que ahora, el olor que desesperadamente inhalaba era idéntico al de eso?
— Es ese JiMin, ¿no es así? — Su padre alfa afirmo con una sonrisa que en lugar de poseer alegría contenía molestia, preocupación y amargura. No era una novedad como Hoshi cuidaba de su único hijo, YoonGi era el bebé de sus ojos, el tesoro de su isla, el cachorro omega al que deseaba proteger en su nido, donde nadie pudiera, tocarlo. Sus celos paternos eran intensos con el fruto del amor que su esposo y el se tenían.
Cuando Hoshi casi rugió embravecido por la poca comunicación de su pequeño, el médico paro todo, no deseando que hubiese un escándalo, con calma intento explicar todo.
— Bueno, primero cálmese... — Miro, al menor de la habitación, quién con ojos lagrimosos simplemente se aferraba al suéter, comprendió después de un momento que el pequeño omega, ni siquiera sabia que estaba enlazado a alguien, se veía asustado y ansioso. El rostro del médico se torno apacible.
"Pobre niño... "Se lamento en sus adentros, y es que, quien fuese ese alfa enlazado a el, sin duda era cruel, mira que ensañarse con un cachorro de casta inferior a la suya...
Finalmente, la pequeña familia se había ido con un YoonGi lloroso, un alfa receloso quién se aseguraría de averiguar quien era el imbécil que había enlazado a su pequeño, y por último a un más que pensativo JiHoon.
¿Quién exactamente era aquella mujer?
— ha estado inquieto... — Murmuro, la proclamada reina, su cabello largo y negro caía con ondas en su pecho y cintura. — ¿Ya va siendo tiempo? — Su fiel sirvienta y cabe decir, confidente le sonrió mientras asentía con alegría inmediatamente contagiándole esta.
— Lleva mucho tiempo durmiendo... tarde mucho tiempo formando la energía necesaria...
— ¿Y el pequeño, cómo está él? — Su curiosidad era clara y su sonrisa de ilusión le trajo nostalgia a la criada, quien más que amable le respondió:
—él me dijo que estaba sufriendo... ya sabe... el celo es una crueldad... — La reina asintió de acuerdo, su esposo sufría mucho con ello siendo omega. — Es una hermosura, majestad ... ¿Segura no desea verle? — ella no tardo en negar con la cabeza.
— Ya habrá tiempo para ello — Su mirada cayó a sus manos reposadas — después de todo, no falta mucho... — Suspiro mientras se ponía de pie, comenzando a caminar y dejando atrás la elegante silla de cuero del color del vino. — Iré a ver a mi esposo.
— El se ve mucho mejor.
— Claro que si, nuestro bebé regresara pronto, mi omega ha sufrido tanto como yo... — La mirada de la reina decayó y sus ojos mostraron una oscuridad profunda como el hielo.
YoonGi había juntado sus manos, preparado para pedir el deseo más genial que se le ocurriese justo ahora. Muchos vinieron a su mente, la mayoría de ellos eran estúpidos, como aquel de tener una bonita voz para cantar o el ser dueño de un palacio de la dinastía joseon, sin embargo, quizás el más real que podría pedir era el dejar de llorar durante las noches, el calmar a su corazón que parecía lastimarse cada vez más a través de los años, el dejar extrañar a quién quiera que fuese aquel ente que le molestaba...
Observo a sus padres aplaudiendo para el mientras otro pensamiento abordaba su mente, sí... quizás el debería pedir el graduarse con bien, estaba seguro de que sus padres deseaban eso, que se graduase sin que se desmayara al menos una vez por semana y despertara hasta el día siguiente totalmente confundido... El quería, el deseaba pedir tantas cosas mientras las diecinueve velas esperaban por ser sopladas en aquel pastel que su madre había preparado...
Sin embargo, la agonía de su corazón simplemente martillo y sus pensamientos se nublaron, perdiéndose junto al bullicio que los presentes hacían a su alrededor.
Regresa...
Había sido su deseo desperdiciado, las lágrimas bañaron sus mejillas sin que se diese cuenta y para cuando un sollozo resonó, las puertas, ventanas e incluso el mantel de la mesa fueron azotador con un viento embravecido.
Giro a su alrededor tan pronto como pudo, no veía nada, ni siquiera a su pequeño hermanito de meses... los vellos de su cuerpo se erizaron y los pasos resonaron en la madera del piso y justo a su frente estaba el hombre más hermoso que había visto.
—Pequeño... — Oh, esa voz...
Editado: 26.04.2022
~Nos leemos~
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