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capítulo cinco

La superficie suave donde se encontraba relajaba en demasía su tensada espalda, sus ojos pesados apenas si hacían el ánimo de abrirse; sin embargo, era extraño, YoonGi no podía moverse.

— ¿Ya vas a despertar? — La voz, tan desconocida para sus tímpanos, le produjo poco más de pavor, pero su mente no estaba del todo clara, así que no hizo demasiado por ayudarse. Escuchó un suspiro que, supuso, era de aquella persona que había hablado con anterioridad, el sonido de pasos y de la madera siendo empujada le dio a entender que quien fuese aquel individuo, se había ido.

YoonGi dio una boconada de aire sintiendo como este entraba a sus pulmones de golpe. Tosió y sus párpados de a poco fueron adquiriendo vislumbre, realmente no enfocando todo o más bien nada... Pasos se escucharon de nuevo y entonces a sus fosas nasales se adentro un aroma que parecía familiar, tan embriagante... 

Cerro los ojos un segundo y parpadeo después logrando enfocar mejor, a su frente estaba un hombre que, supuso, era mucho más alto que el y con un rostro que pareció casi irreal, acompañado de aquel aroma a albahaca bien concentrado. A su mente llego un recuerdo como un rayo, era de pronto aquel día donde se perdió en una excursión con sus padres.

Aquella tarde él aroma estaba aún más envasado, tanto que le adormeció, lo último que recuerda de aquel día donde su rostro se había vuelto presa de las caricias más tiernas que en su vida había sentido, justo como las que percibía ahora. YoonGi creyó haberse ido más de una hora en ese entonces, pero habían sido apenas unos minutos, según su padre.

— Sí que te gusta — YoonGi jadeo, aun sin lograr ver bien, y es que aquella voz le produjo más que alivio. De pronto su cuerpo ya no estaba tan pesado y aun entre lo borroso, el pudo sentir más que ver como era cargado y llevado de allí, y muy lejos de sentirse desubicado o miedoso, el omega se sintió pleno y gustoso... como un gatito que encontró refugio del frío. 

Como si le correspondiera estar entre los brazos de aquel desconocido.

— ¿Lo hará justo ahora? — cuestiono el hombre con suavidad.

— Por supuesto, cariño, SeokJin ha esperado mucho tiempo por esto — Respondió la esposa. Ordeno su ahora corto cabello y le sonrió a su omega con ternura. — Te preocupa — Afirmó. Las pálidas manos del omega se juntaron entre sí, observo entonces a su alfa con sumisión y a su vez firmeza.

— No... no realmente, solo me ha dolido todo este tiempo... — Su voz albergaba algo más profundo que tristeza. — ¿Cómo no pude darme cuanta antes...? — Su boca se apretujo antes de terminar, no podía decirlo, únicamente pensarlo causaba en su omega tanta tristeza y angustia.

— Cielo... — La suave voz de su reina y alfa le erizó los vellos de la nuca. — ¿No hemos estado lamentándonos de eso todos estos años? — Puso una mano sobre la otra, entrelazándolas, intentando hacer que el otro sintiese su apoyo con el toque. — No hacemos nada lamentándonos, lo importante ahora es estar para él, porque lo tenemos con nosotros, amor — Beso su mano.

— ¿y qué sucedería si el cachorro lo rechaza? Lo trajo aquí inconsciente, JiSoo. — La alfa acarició los rubios cabellos de su omega y sonrió apacible, como si el sol brillara en su rostro.

— El nació para SeokJin, y aunque esto se escuche cruel... — Se aproximo al omega. —No importa cuanto se resista, el va a caer porque así debe ser, las bestias dentro de ellos se han estado llamando con agonizantes rugidos. — Sonrió abrazando a su esposo después de un momento. — No fue tan complicado dar con el pequeño — Suspiro mientras su esposo se recostaba en sus pechos. — Solo me hubiera gustado traerlo aquí desde hace tiempo... Ha sufrido mucho.


Las frías manos se pasearon por la pálida piel levemente expuesta de las piernas de YoonGi, este no hizo más que suspirar entre la conciencia y la inocencia.

— ¿No deberías despertar ahora, pequeño? — como si fuese magia, los orbes ahora rodeados de un color ámbar de YoonGi se abrieron de lleno. SeokJin sonrió. — Eres precioso, siempre, desde que eras un bebé...

YoonGi apenas si parpadeaba, estaba ido viendo a aquel hombre, su omega se había echado desde hacía mucho tiempo a la merced de aquella voz incorpórea. Aunque en definitiva ya no lo era más, ahora tenía un cuerpo que podía palpar y observar.

— Tú eres... —Se relamió los labios, deseosos e inclusive, temblorosos — ¿él? - SeokJin le tomo de la mano y con dulzura asintió. Vio como un jadeo fuerte dejaba el cuerpo del pequeño, los ojos contrarios bailaron por todo el lugar. — es-estoy, muerto, no, no... — El alfa colocó ambas manos en las mejillas de YoonGi, contempló como los orbes contrarios continuaban temblando sin tener sosiego.

— No estás muerto — Manifestó más serio de lo que quiso, el omega trago saliva y su mirar se enfoco de lleno en el. SeokJin asintió para sí mismo y entonces volvió a acariciar la mejilla del pálido.

Era increíble, había anhelado poder palpar con sus propios dígitos la piel que contempló durante todo ese tiempo, que no tuvo un cuerpo físico, solo manifestaciones que no podían siquiera formar del todo la ilusión de una figura humanoide. Pero allí estaba, tocando de nuevo, se sentía tan familiar y a la vez tan nuevo, porque casi nunca en su vida había sentido su corazón llenarse de gozo solamente con palpar un cuerpo.

¿Por qué te fuiste? —  YoonGi cuestionó tan tranquilo a los toques contrarios.

— Ya no podía estar ahí, cuando tú me tocaste aquella vez, aun cuando no sentí nada ni tú tampoco... solamente adelantaste las cosas, yo estaba "muerto" pero tú enviaste mi alma de regreso — YoonGi apenas si entendió a que se refería, más no importo tanto, no cuando su piel se sentía caliente y dolía tanto su cuello, estaba seguro de que no era la posición, ni tampoco la cama que era como algodón suave. SeokJin fue siendo tocado y el reconforte llego trayendo consigo sus instintos.

El alfa hablo de nuevo, justo después que un beso reposara en su frente, las manos de YoonGi apretujaron la colcha debajo de sí.

— ¿Me deseas?—- el color Ámbar se adueño de todo el círculo gris de los ojos del cachorro, el lo supo y no pudo evitar sonreír por ello. — Cuidaré de ti, mi pequeño.

¿lo harás? — SeokJin se lamió los caninos — yo... — El miedo pareció invadirle y la coherencia había abandonado su cuerpo hace mucho. — Ni siquiera sé tu nombre...

— SeokJin — Sonrió acercando con efusividad su rostro al de YoonGi. — pero tú puedes llamarme alfa porque eso soy de ti, cachorro.

Editado: 29.04.2022


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