U N O
Capítulo unico.
Desde que había llegado a Eldarya Erika no dejaba de maravillarse con las criaturas de fantasía que habitaban ahí, desde los faelinnes, brownies, elfos y vampiros integrantes del C.G, trolls como Jamón y hasta kappas como Eliot, cada uno de esos seres tenía tantas cualidades que difícilmente no impresionaban a la humana recientemente ingresada a la guardia.
Pero, entre todos esas criaturas, había una que lograba llamar su atención aún más.
Los familiares, lo que en su mundo llamarían mascota.
Miles de razas de diversas rarezas, cada uno era unico y entregaban su lealtad a sus respectivos dueños a cambio de un poco de agua, comida y amor.
Eso Erika lo sabía pero pese a todo lo que brindó a su familiar este, al igual que el de Mery la primera vez que lo conoció, decidió escapar.
Y ella no pudo evitar sentirse ligeramente ofendida, aquel mini unicornio color blanco y turquesa amante de las flores de algodón había decidido abandonarla hacía una semana y por supuesto que Erika se deprimió, ella creía estar haciendo un buen trabajo al cuidarlo y el no saber en que fallo fue lo que la desanimó por completo.
Pero eso no era lo peor de todo.
Había hablado, en secreto, con Keroshane pidiendo un poco de ayuda al igual que el pequeño niño más descuidado de C.G para encontrar a su lindo sabali pero este se había negado por completo.
— Mery es un niño, lo puedo entender de él, pero tu eres un adulta... — Murmuró con pesar, al pobre hombre de gafas le costaba ser duro con ella — Sólo te queda capturar a otro.
— Pero no tengo familiar, si me acerco a uno salvaje saldrá huyendo. — Exclamó con susurros, no quería que nadie más que él supiera que su familiar había escapado, ya le había costado bastante tratar de justificar la ausencia del unicornio miniatura como para que la descubrieran en ese momento — ¿No podrías ayudarme?
— Lo siento, mi familiar acaba de volver de su última exploración y está exhausto. — Se lamentó — Pero si haces un intercambio con purral puede que en uno de sus costales legendarios encuentres un huevo de draflayel, es un familiar muy bueno.
— Tengo pésima suerte con los costales de Purral — Confesó con vergüenza, la última vez que abrió un costal legendario le habían salido cien purro-pas —, de todas formas lo intentaré, gracias, Kero.
— Si te hace falta algo para el costal me puedes decir y veré si lo tengo, es lo minimo que puedo hacer.
— ¿Incluso si es una pepita de oro? — Cuestionó con sorna previendo lo que diría Kero.
— Esas son muy difíciles de encontrar... — Informo mientras sus mejillas se coloreaban de rosado.
Erika lo tranquilizó aclarando que era una broma y se fue a ver lo que requería el costal legendario de ese día.
La comisura de sus labios se fueron estirando hasta que en su rostro hubo una gran y resplandeciente sonrisa, tenía casi todo lo que se necesitaba para el bendito costal legendario que, esperaba, le trajera a su nuevo familiar.
Fue a su habitación es busca de todo lo necesario para entregárselo a Purral e hizo una parada en la biblioteca para preguntar a Kero si tenía un frasco de nada, pues ese era el unico objeto que le faltaba pero, lastimosamente, el comelibros no tenía ninguno en su inventario.
— Pero, si no me equivoco, ese es un cebo para un familiar exclusivo de tu guardia, si se lo pides a Nevra seguramente tenga uno que le sobre.
Con los ánimos renovados y algo de vergüenza por tener que pedirle algo a su jefe de guardia corrió en su búsqueda. Entró a cada habitación que conocía, incluso abordó sin ningún cuidado a Chrome que pareció divertido por sus prisas hasta que finalmente se encontró con el vampiro.
— ¿Por qué corres por todo el Cuartel con las manos ocupadas? Podrías caerte y hacerte daño. Mi guardia no necesita miembros lastimados. — Regañó con severidad fingida.
— Nevra, te estaba buscando. — Informo y una sonrisa coqueta se dibujó en los labios del vampiro — Necesito un frasco de nada y Kero me dijo que tú podrías tener alguno de sobra...
— ¿Para el costal de hoy? Alajea a venido a pedirme uno también hace rato, Las chicas están locas por las prendas legendarias. — Comentó con burla.
— ¿Eso quiere decir que ya no te quedan? — Pregunto desilusionada pero no se atrevería a demostrarlo.
— Afortunadamente para ti, Alajea no fue tan linda al pedirlo y me negué, así que aun tengo uno de sobra, puedes quedártelo.
Erika Agradeció con las mejillas coloreadas a su Jefe de guardia y salio, un vez más, corriendo directo al mercado. Entregó los objetos al gato parlante y este le cedió el costal color dorado. La chica ya no podía esperar más por abrirlo y desear a los dioses eldaryanos porque la suerte le sonriera una vez. Desató los extremos y cruzo los dedos hasta de los pies esperando ver un hermoso huevo de familiar.
Pero una vez más la vida le golpeaba directo a la cara.
— ¿¡Purro-pas!? ¿¡Otra vez!? — Exclamó con la vena yugular palpitando en su cuello por el enfado.
— Lo siento linda, es cosa de suerte. — Informo si una pizca de pena.
— ¿No me puedes dar otro? — Preguntó con la esperanza de que el gato cediera a sus ojos de cachorro abandonado en medio de la lluvia.
— Solo es uno por persona, ya lo sabes.
Resignada y con los ánimos por el suelo se sentó en las amplias escaleras de la sala de las puertas, su esperanza había desistido, con su suerte seguramente purral no tendría mas costales legendarios hasta el próximo mes y para entonces todos en el cuartel se darían cuenta que su familiar la había abandonado, tampoco tenía suficiente maaná u oro para comprar uno con purerru.
Suspiro a la par que se giraba al sentir la presencia de alguien a su lado.
— ¡Nevra! — Exclamó echándose hacía atrás del susto haciendo al vampiro reir.
— Veo que los purro-pas no era exactamente lo que esperabas que te saliera en el costal.
— ¿Me seguiste? — Cuestionó con el ceño ligeramente fruncido.
— Como siempre y nunca te das cuenta. — Confesó con orgullo — Y de hecho, como debes estar suponiendo ahora mismo, también sé que tu familiar escapó.
Erika oculto su rostro entre las palmas de sus manos, no había sido tan discreta como había pensado y si Nevra lo sabía seguramente Karenn también y Alajea y, por consecuencia, todo el cuartel. Debieron haberle visto como una tonta al haber dejado escapar a su primer familiar.
— No pongas esa cara, como dueño de un Gallytrot tuve que lidiar con sus constantes intentos de escapar pero, a diferencia de ti, supe cómo evitarlo. — Erika no pudo sentirse más inútil después de ese comentario de su líder — Deberías levantar el rostro.
— ¿Para ver tu sonrisa burlona? Ya me siento bastante mal, Nevra. — Confesó con un deje de molestia.
— Enserio, mirame.
Erika dejó de cubrir su rostro y se giró hacía el vampiro dispuesta a pedirle, no de una manera muy amable, que la dejara tranquila un rato pero frente a ella estaban las manos extendidas del chico y entre ellas un costal legendario.
— ¿Q-qué? ¿Me lo estas dando? — Preguntó incrédula.
— ¿No puedo darle un regalo a mi chica?
— No soy tu chica pero gracias. — Acepto el costal y lo colocó sobre su regazo dispuesta a abrirlo en ese momento.
— ¡Espera! — Le detuvo Nevra cuando la chica estaba por deshacer el nudo del costal — Con tu suerte te volverán a salir Purro-pas, hagámoslo juntos.
Cada uno tomó de los extremos y tiraron de ellos hasta que el costal se encontró completamente abierto. Erika, que hasta el momento mantuvo los ojos cerrados, separó sus párpados con lentitud solo para encontrarse con la sorpresa de que en el interior del costal había un huevo de familiar que nunca antes había visto.
— Felicidades, ahora solo procura no dejar escapar a este. — Murmuró antes de irse a hacer sus deberes como líder de guardia.
Erika tomó entre sus dedos un pequeño papel en el interior del costal que decía:
Cría de Draflayel.
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