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                                                                Un extraño premio

                                                           Antonio Pedro Grande Rey

¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¿Un par de meses? ¿Un año? No, tanto tiempo, no. Eso, seguro ¿Saldré alguna vez? Ni idea. No hay nadie conmigo. La soledad es mi única compañía. El recinto en que habito es muy estrecho y sin salida aparente. Sin embargo, sospecho que tras sus paredes, hay vida; pero ¿Cómo salir? Mis fuerzas no bastan para perforarlas. Noto movimiento y vibraciones, parece que los del otro lado saben de mi existencia pero no tienen prisa por sacarme ¿Por qué?

Las respuestas solo las sabe el Creador. De alguna forma, El me llevó hasta aquí, y aquí estoy desde entonces. Seguro que os preguntaréis cómo empezó todo. Me cuesta trabajo recordar. Por eso me temo que mi gran hazaña se quedará en el olvido.

Lo único que recuerdo de mí, con gran esfuerzo por cierto, es la gran carrera. Sí; una carrera acuática donde muchos corredores competíamos por el premio. Pero atención: no era una carrera como otra cualquiera; éramos miles los convocados. Unica y sin precedentes. Me temo que no volveré a ver otra igual.

Nos deslizamos alocadamente; era un desenfreno sin fin. De alguna forma sospechábamos que solo podía llegar uno, y quizás ninguno más. No me lo podía creer ¿Acaso en una carrera de tales dimensiones el 2º y el 3º no merecen algún tipo de premio? Por eso, mis compañeros se esforzaron al máximo. La blanquecina pista líquida fue testigo de increibles proezas y milagrosas y ágiles maniobras, además de un soberbio espectáculo jamás visto. Más que una competición, aquello podría ser una batalla naval. No había equipos. Muchísimos abandonaban por cansancio. Yo no. Soy fuerte. El más fuerte de todos.

Al llegar al final del circuito acuático, una pared elástica impedía el paso a los concursantes. Por suerte, ví a tiempo una estrecha fisura por la que pude pasar. Y conmigo pasaron

Página: 2 más, aunque la gran mayoría se quedó atras. Pese a no ser tantos como al principio, la carrera seguía siendo tensa y espectacular. No recuerdo cuanto tiempo pasó antes de conseguirlo, el caso es que fuí el número uno en llegar a ese extraño lugar que es la meta ¡Vencí! Y allí me quedé, esperando a que viniera el resto del pelotón.

Pero no vino nadie. Esperé, y esperé. Se confirmaban mis sospechas. Pasaron días, meses, y parecía seguro que no vendría ni uno solo más. Allí en esa extraña cueva fue pasando el tiempo ¿Acaso la meta era una puerta hacia otra dimensión? Si era así ¿Donde estaban sus habitantes?

Con el tiempo el recinto se iba estrechando, y yo notaba extraños cambios en mi ser. Si hubiera tenido un espejo y luz, habría notado la diferencia entre el antes y después de mi transformación. Tal vez sea mejor así, pués probablemente me habría impresionado mi forma actual ¡Quién le iba a decir a un campeón como yo, que le iban a ocurrir éstas cosas tan extrañas! A saber si no habré caido en manos de un científico loco, cuyo laboratorio es ésta extraña pero confortable cueva.

¿He dicho "campeón"? Es un error; la palabra adecuada es "campeona", ya que soy mujer, aunque igualmente podría ser un hombre.

Por extraño que os parezca, no siento temor ni angustia. Sólo curiosidad. Si no fuera por ésta extraña sensación de estrechez, diría que estoy muy bien. Con el tiempo he aprendido a tomarme las cosas con calma, y una vez visto que no hay porqué tener miedo, me he acostumbrado al sitio. Eso es; una vida tranquila y sin preocupaciones en un lugar confortable ¿Acaso ésta seguridad de la que gozo no es un premio digno para una campeona como yo? Podría estar mejor, pero no me voy a quejar. Lo que sí lamento es la suerte que hayan podido tener mis compañeros. Me temo que haya sido trágica, aunque bien es verdad que no los conocía a fondo. Pese a todo, me encantaría volver a

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competir con ellos y ganarles otra vez. En cuanto a lo que hay detras de éstas paredes, ya no me interesa saberlo. Sospecho que no estaré tan bien como aquí.

De repente, noto movimientos extraños ¡Estoy saliendo!

El pánico me domina. No sé lo que me espera ahí fuera. Lo que sí sé es que estoy saliendo de la cueva que durante meses fue mi hogar, y ahora una fuerza extraña me echa de ella ¿Porqué? ¿Porqué?

Rompo a llorar ¡Eso no es justo! ¡Me han expulsado de mi nido y ese sitio era el premio que me concedieron por ganar! ¡Devolvedmelo, ladrones!

Noto que me cogen. No paro de llorar. A saber lo que me espera. A mi alrededor oigo risas de alegría, como si tuviera alguna gracia lo que me acaban de hacer.

¡Sí, reiros, reiros! ¿A alguien de vosotros le gustaría que le arrebataran un premio? Si os lo hicieran, seguro que no os reiríais.

Ahora me ponen unas extrañas ropas para que no pase frío. Noto que están hablando de mí.

-¡Qué niña tan guapa acabas de tener! ¡Enhorabuena!

-Sí, gracias. Ha nacido por accidente, ya que el preservativo se rompió y me negué a abortar.

-¿Ah sí? He oido decir que los niños que nacen por causa de los preservativos rotos, nacen más bellos ¿Sabe ya el nombre que le va a poner?

-Sí doctor. La llamaremos Luisa como su abuela.

-¡Vaya trabajito nos ha dado, sacarla! Pensaba que no saldría nunca de su barriga.